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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [8a DE ALGUNAS PROPIEDADES QUE EL BUEN PRELADO DEBE TENER DEBAJO DE LOS NOMBRES QUE SE LE DAN DE LUZ, SAL Y NUBE, Y QUE DE NO CORRESPONDER A ESO RESULTA EN PENA Y MARTIRIO DEL SÚBDITO

 

  1.  ¡Válame Dios, y si se pudieran decir los bienes que un buen prelado acarrea y trai a una comunidad! Qué honrados y dichosos se podrían llamar aquellos súbditos a quien les cabe tal suerte, es imposible poderse saber ni repetir. Da tú, Dios mío, sanctos y buenos prelados a las comunidades para que, experimentando los bienes que con ellos tienen los súbditos, lo sepan y así los amen, y amándolos le den a Dios gracias por tal dádiva. Cada día, mis hermanos, en los púlpitos, libros y escritos, oímos y vemos los grandes fructos que hacen y bienes que a sus súbditos comunican según las grandes y admirables propiedades que deben tener. Que, cuando no tuvieran otras más de las que deben tener en correspondencia de los tres títulos y nombres que Cristo les da en su Evangelio, ésas bastaban, pues son tantas las que ahí están encerradas que, después que los predicadores dicen y los scritores hablan, jamás acaban ni acabarán. Llámalos luz del mundo, sal de la tierra y ciudad sobre monte alto 1.

  2Toquemos siquiera aquí una de paso, porque no todo sea remitirnos a lo que otros dicen y a lo secreto que en sí está encerrado y a lo que los buenos entendimientos descubren. Luz del mundo los llama, no luces de aquellas invisibles que están en el cielo, sino luces de las que acá se ven y se gozanb; las que descubren la hermosura del mundo, las que a los ojos de los hombres muestran los más pequeños átomos, dándonos a entender cómo los prelados, su bondad y obras sanctas, han de ser cosas que se vean, se traten y palpen de sus súbditos y religiosos y de los que tratan con ellos. Así lo dice Cristo a sus discípulos: Sic luceat luxc vestra coram hominibus, ut videant opera vestra [bona], et glorificent Patrem vestrum 2. Han de ser ángeles los prelados. No ángeles de los que no vemos, que cada uno de nosotros cree que tiene un ángel, sino ángeles de los que se ven y sus obras los descubren por tales. No basta creer yo que mi prelado es bueno, sino saberlo.

  3.  Y a eso tiran los otros dos nombres que da Cristo a los prelados, llamándolos sal de la tierra y ciudad sobre monte alto. La sal de la tierra cada grano de ella es un spejo en quien reverberando el sol hace tantas luces como granos. [181v] Y lo propio tiene la ciudad: que, como está en d alto e, jamás se encubre, su altura la hace descubrir y las muchas luces que en ella se divisan. Rara cosa es que el officio de


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prelado es f ser luz. La cual hace descubrirse a sí propio para que se vea lo malo o lo bueno que hay en él. Así como la luna, que cuando más luz tiene más muestra y enseña aquellas manchas y sombras que tiene en su cuerpo, de esa misma suerte, cuanto es mayor el officio y más alta la dignidad a que un hombre sube, tanto más descubre su bueno o su malo. Y así gusta Dios que sus obras sean visibles y que los demás las conozcan. Así como un buen pinctor saca a la plaza y a vistas los lienzos, imágines y pincturas acabadas y perfectas para que se compren y acudan al tal pintor a hacer otras. Pero las otras imágines por acabar, por perficionar, las que sólo están empezadas, ésas allá las deja en los rincones y clausura de su casa, donde no se vean.

  Adviertan los prelados y súbditos que esta diferencia ha de haber entre los unos y los otros. Que los prelados, como gente que Dios la quiere tan perfecta y acabada, los manda que sean luces, que sus propias obras descubran quién son para que quien los viere se aficione g a la pinctura, compre y trate con los tales officiales para que en sus almas hagan otros tantos dibujos, entrándose religiosos y tomando el hábito de la communidad que ellos rigen y gobiernan. Pero los súbditos, que son imágines que se labran y no están acabadas ni tienen aquella perfección que Dios les pide y ellos desean, han de estar tan escondidos y retirados que no sepa la mano izquierda lo que hace la derecha 3. Quiere decir que no sepa el vecino de mano izquierda qué vecino es el que vive a la mano derecha. Por eso deseaban los hombres, como Isaías dice, un preceptor que viesen: Sint oculi mei videntes praeceptorem 4. Aquí viene bien lo que dijo sancto Thomás: ver y creer 5. Los maestros y prelados hémoslos de ver ser sanctos para creerlos, porque ser luces y no ver en ellos cosas de grande virtud no se compadece.

  4Digo, pues, que es tan grande el officio y dignidad del prelado h que diciéndoles Cristo que eran luces y sal fue necesario humillarlos, diciéndoles que si luz eran, era del mundo, y si sal, de la tierra. Como quien dice: abran los ojos para que si con ellos vieren la grandeza del officio que tienen en ser luces y sal, eso fue porque la majestad de Dios les dio la tal dignidad, que ellos un pedazo del mundo eran y un terrón de la demás tierra i. Quiso Dios les cupiese la tal suerte.

  Lo propio usaba con los prophetas cuando j Dios hablaba con ellos, que les decía: Audi filii hominis 6; oye, hijo del hombre. Como quien dice: [182r] si por hablar con Dios eres propheta, advierte que juntamente eres hijo de hombre, flaco, pobre, miserable, mortal y perecedero. Luz del mundo y sal de la tierra es decir: sacóte Dios del mundo para que hicieses un officio tan alto como es dar luz; no te sacó de entre los ángeles ni te hizo de materia del cielo, sino sal de la tierra, grande sacado de la misma bajeza, según aquello que dice David: Et de stercore


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erigens pauperem 7; pobre eras y de stiércol te levanté a que presidieses a los hombres. Advirtiéndote por eso que los hombres que están en el mundo y viven en la tierra que k son mundo y tierra, a ésos has de dar luz y a ésos has de sacar de tinieblas l; ésos son a quien has de preservar de corrupción y no despreciarte de ello, porque son tus hermanos, pues tú eres un pedazo de ese mundo y un terrón de esa tierra.

  5.  Lo propio parece que quiso decir Esaías cuando los llamó nubes: Qui sunt isti qui ut nubes volitant super nos? 8 La nube toda su grandeza, hermosura y fecundidad toda se hizo de una poquita de niebla que sube de la tierra a lo alto, quiriendo Dios con ella regar la misma tierra de donde fue sacada la m nube. Ahora, pues, digo que parece que llamar Cristo a los prelados luces y el propheta nubes, parecen nombres contrarios, según lo que de la luz hemos dicho. Porque si decimos que la luz se descubre y que quiere Dios prelados cuyas obras se vean, la nube es quien tapa y escurece la luz. Y así, llamarlos el propheta nubes y Cristo luces es decir que, así como la nube tapa y esconde la luz del sol, de esa misma suerte el prelado, si es luz que se descubre, siendo nube ha de ser tanbién funda que la tape y encubra. Digo que en esto le dio Dios otra admirable lección. Y es que siendo luz se descubra, y siendo nube se encubra; que cuando fuere necesario sea luz descubierta y cuando no fuere necesario se encubra. Hay prelados que donde no inporta ni hay necesidad de que sepan que saben y que tienen officios, lo publican y muestran descubriendo su majestad, grandeza y gravedad, ya con palabras n, obras y obstentaciones, que más descubren vanidad que otra cosa.

  Por eso, haciéndolos Dios luces, los hizo también nubes. Que fue darles prudencia y discreción para que con ella a su tiempo tapen y encubran esa luz, esa majestad y grandeza, y cuando fuere necesario, corran el velo y la descubran. Acá en el mundo no es o lo propio la luz y la nube, sino cosas diferentes. Y así el sol alumbra cuando no tiene nubes y se escurece cuando las tiene, sin ser en su mano trocar los tiempos. Pero acá al mismo prelado le hace luz y nube, dejándole a su querer el alumbrar y el scurecerse para que siendo señor de su luz la pueda dar siempre que fuere necesario y no tenga escusas con el tiempo o con otras ocasiones diferentes [182v] para no hacer y exercitar su officio cuando y como le conviene.

  6Digo más, que fue altíssima sabiduría de Dios hacerlos luces y nubes. Porque el sol, siendo sólo luz, no siempre envía sus rayos templados, que muchas veces abrasa y quema los árbores y sembrados tiernos. Y si fuera juntamente nube, estando en su mano el ejercicio de entramas cosas, es cierto escusara ese daño y mal, templando su calor con la sombra y frescura de la nube.

 


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Muy buena doctrina es ésta para que los prelados sepan cómo han de moderar y mitigar sus rigores, condiciones, grandezas y mandos, particularmente con los que fueren pequeños y tiernos en la virtud, puniendo delante, cuando fuere necesario, unas sombras amorosas, suaves y blandas p, de suerte que si mandare cosas de rigor sea con mansedumbre, y si se enojare, con suavidad, y si riñere, con amor. ¿Quién, pregunto yo, pudiera mirar al sol en el día claro, si no es cuando se le pone delante alguna nube que hace sombra a la flaqueza de nuestra vista? Esto es lo que dijo a Dios el propheta [Habacuch]: Cum iratus fueris, misericordiae recordaberis 9; pídele que delante del rigor de sus iras y enojos ponga la nube suave de su misericordia. De manera que siendo sol y luz, ha de quemar y calentar, y siendo nube ha de refrescar y con ella ha de aguar y templar el rigor.

  7Entramas a dos cosas están sustanciadas en el nombre de sal. La sal está compuesta de dos contrarios, de fuego y agua, como se ve que si la echamos en el agua se deshace q por la parte que tiene de fuego, y si la echamos en el fuego, por la parte que tiene de agua, salta. Pues decir Cristo que los prelados han de ser sal es decir que se han de componer de fuego, que es luz, y de nube, que es agua, y que si alguna vez cayere y viere fuego en la comunidad de quien es prelado, que salte, brame, voces y reprehenda; que si viere fuego de torpezas, riñas, enojos, discordias y poca paz, sea como la sal en el fuego, que salte a los ojos y se los saque a quien encendiere ese fuego y trujere peccados a su comunidad. Que así lo aconsejaba san Pablo a su discípulo Thimoteo, diciendo: Argue, obsecra, increpa 10, etc. Pero que si los súbditos fueren blandos, amorosos, suaves, corregibles, disciplinables y conocieren sus faltas, que en sus lágrimas y contrición se deshaga el prelado como sal en el agua y que el fuego [183r] de sus enojos se apague en el tal conocimiento y contrición r que el súbdito tiene, pesándole de haber hecho mal. Que por eso juntó san Pablo aquellas dos cosas tan diferentes que aconseja a su discípulo Timoteo: Argue, obsecra, increpa in omni patientia. ¿Qué tiene que hacer argüir con rogar, increpar con tener paciencia? Es que va san Pablo considerando a su discípulo como sal, compuesto de las dos cosas diferentes de que vamos tratando, de fuego y agua, y dice: Argue et increpa, arguye y reprehende a los que como fuego viven, y a los que hallares blandos y amorosos, has de rogar y con ellos has de tener paciencia.

  8.  Y para darnos a entender que el rigor y la mansedumbre no han de ser fingidas ni artificiales s, los llamó luz del mundo y nubes, porque la luz y el sol calienta naturalmente y la nube derrama agua natural. Bien es verdad que hay algunos prelados que fingen enojo, rigor t, siendo ellos de suyo remissos, flojos y blandos demasiadamente. Y por el contrario hay otros que siendo tigres y leones disimulan por


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un rato mansedumbre, a quien llamo yo fuego y agua artificial como el que en sí encierra el alcrebite y la pólvora, que ni fue oído ni visto, sólo se conoce por el mal olor que dejó donde se encendió. Y lo propio tiene el agua artificial, como la rosada y la que se saca de otras hierbas, que en añejándose un poco no es agua ni es nada. Así hay algunos prelados que el fuego que tiene su luz no es propio, sino como el que decimos del alcrebite o el de la pólvora, que pasa en un trueno, en un momento se acabaron sus enojos, sus riñas, sus capítulos, sólo quedó algún mal olor que dio con sus palabras coléricas y repentinas, que luego se vuelve a la nada que antes era. Y de la misma suerte, en los que fingen mansedumbre, sacada por alquitara como agua rosada, que dura por un rato el buen olor de ver que tienen un prelado charitativo, benévolo, manso, piadoso, con cuyas palabras ablanda corazones; que ese buen olor u y esa blandura de agua el tiempo la añejó de suerte que perdió el olor, sabor y color y quedó nada. Pero Dios quiere que sus prelados tengan tan v naturalmente estas dos propiedades de fuego y agua que sean como el que tiene el sol y el agua que trae la nube, que si la nube templa el calor del sol allí se le queda para cuando sea necesario calentar el tiempo y sazonar las fructas, y la nube si algún tiempo se retira para que el sol haga su efecto, ahí se quedan encerradas en [183v] la naturaleza para tornarlas a sacar cuando fuere necesario regar los campos, fertilizar la tierra, templar el tiempo. Así, el w prelado que en medio de su mansedumbre tenga guardado el rigor y en medio del rigor tenga guardada la mansedumbre.

  9.  Así san Pablo juntó y amasó palabras de rigor en el prelado con palabras de mansedumbre: Argue, obsecra, increpa in omni patientia 11, etc. Del mismo Dios lo dijo así David en muchos lugares x: Deus justus, fortis et patiens 12; y en otro lugar: Misericordia et veritas obviaverunt sibi 13. Juntas andan misericordia y justicia, fortaleza y sufrimiento para que el hombre, cuando viere que Dios usa con él misericordia, que sepa que ha de temer, y que no entienda que porque Dios es blando y misericordioso olvidó su rigor y justicia. Y lo propio el hombre que de Dios se viere tratar con rigor y aspereza no desconfíe, que ahí al lado tiene la misericordia: Justitia et pax y osculatae sunt 14. Dice que la justicia y la paz, que es la misericordia, se besan. Por el beso se entiende la paz en la Scritura sagrada. Pues decir que en Dios la misericordia y la justicia se besan es decir que tienen paz, que no riñen ni se agravia la misericordia por dar la mano a su tiempo a la justicia a que salga a rondar de noche y a castigar peccados de día, que ejercite su officio y use de rigor. Y lo propio hace la justicia con la misericordia, que a su tiempo le da lugar a que aguarde un día y otro, y un año y dos


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años perdonando peccados, disimulando faltas y dando nuevos plazos. Son buenas amigas que viven y están en paz, pues dice que osculatae sunt.

  10. Qué cosa es tan rigurosa ver a un prelado en quien estas dos virtudes y propiedades están reñidas, no como compañeras, sino como enemigas; de suerte que si una vez se encoleriza no ha de entrar en casa la mansedumbre, sino que se ha de quedar al sereno y dormir en la calle porque todo ha de ser fuego, enojo, castigo perpetuo y discordias sin fin. Y lo propio hay otros, por el contrario, que dan en ser mansos de suerte que no ha de entrar en casa el rigor, aunque los peccados se salgan y viertan por encima de los tejados. Debiendo estar estas dos virtudes y propiedades juntas z como están en la sal, dando lugar a su tiempo la una a la otra para que cada una de ellas ejercite su officio con licencia y consentimiento de la a otra.

  11. Y porque en este capítulo no nos alarguemos más, quiero advertir [184r] que el fin principal y el intento que aquí llevamos no es bien que se pierda, que es descubrir las penas y martirio que padecen y tienen los verdaderos religiosos cuando tienen prelados en quien no ven y conocen las partes y propiedades que Dios les pide, volviéndose la honra, el bien y regalo que con los buenos habían de tener en afrenta y deshonra, en pena y castigo, que no es pequeño el que debe tener un verdadero religioso cuando vea a su prelado, medidab y vara con quien debe ajustar sus obras, torcida, falta y defectuosa.

 

 




a  ms. 71



1 Cf. Mt 5,13-16.



b sigue las tach.



c ms. luz



2 Mt 5,16.



d sigue el tach.



e al sobre lín., sigue las tach.



f  corr. de sea



g corr. de aficionen



3 Cf. Mt 6,3.



4 Is 30,20.



5 Cf. Jn 20,25.



h sigue que fue necesario tach.



i sigue sino que tach.



j sigue quando tach.



6 Ez 2,1.3.6.8; 3,1.3.4.10; etc.



7 Sal 112,7.



k  sigue letra tach.



l sigue a tach.



8 Is 60,8.



m sigue propia tach.



n sigue y tach.



o sigue propio tach.



p  sigue y amorosas tach.



9 Hab 3,2.



q corr.



10  2 Tim 4,2.



r corr.



s sigue ll tach.



t sigue y otro tach.



u  sigue el tach.



v sigue propia tach.



w sigue otra propiedad tach.



11 2 Tim 4,2.



x al marg. vide



12  Sal 7,12: "Deus iudex iustus, fortis, et patiens".



13  Sal 84,11.



y ms. paz



14 Sal 84,11.



z  sigue d tach.



a sigue otra tach.



b sigue con tach.






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