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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [9a DE OTRAS PROPIEDADES QUE EL PRELADO DEBE TENER SIENDO LUZ, EXEMPLO Y DECHADO DE DONDE EL SÚBDITO COPIA Y APRIENDE

 

  1.  La necesidad que el súbdito tiene de la virtud y sanctidad del prelado es tan grande que sin ella no puede dejar de hacer muchos yerros, como el que traslada y copia la materia, la muestra u original falso; y como quien topa en lo principal del camino que lleva estorbos y tropiezos que no los pueda evitar; y como la oveja si le dieran por pastor al lobo, y como quien en las tinieblas se echa a dormir. Que así como el día convida al trabajo -según aquello que dice David, que ortus est sol, et congregati sunt omnes bestiae silvae, et exibit homo ad operationem suam 1-, de esa misma suerte convida la noche al descanso y al ocio y da libertad a los malos para sus hurtos y robos.

  De esa misma suerte, el buen prelado, que es luz y un sol que nace a su comunidad, está con su luz y buen exemplo convidando a todos a que trabajen y obren. Así lo dice Cristo a los obreros: Operamini dum


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lucem habetis2; que trabajen los que tienen luz, porque ésta es la que arguye y reprehende a los perezosos. Pero si este prelado fuere tinieblas, en ellas, como en la noche, pertransibunt omnes bestiae silvae: catuli leonum rugientes ut rapiant, et quaerant escam sibi 3. En la noche -dice el sancto rey David- salen los animales y bestias de rapiña a buscar con qué sustentar su cruel y mala vida.

  2.  No es bien torcer aquí nuestro intento ni tratar la causa que son de peccados los malos prelados, los atrevimientos y culpas que con su sombra cometen los súbditos, siendo como el spino y el cambrón, que sólo sirven de amparar y recoger malas sabandijas a su sombra y frescura. Pero si ahí llega el corderillo, lo deja deslanado y aun vertiendo sangre. Que hay prelados cuya vida es tan spinosa y nociva para el bueno que sólo sirve de refugio y amparo para el malo. Esta ya fuera -parece- otra materia, o por lo menos apartarnos [184v] algo de nuestro principal intento, que es tratar de los defectos y faltas de los prelados en orden a los males de pena que de ellos resultan a los súbditos, por quien los llamamos mártires.

  3Bien entiendo yo que al siervo de Dios no lo dejará Su Majestad en tinieblas cuando su prelado no tenga luz, que como el que la da es Dios, bien sabrá, habiéndola perdido el prelado, darla, aunque sea por camino extraordinario y sobrenatural, a su siervo. Que si los egipcios palpaban tinieblas, de los hebreos dice la Scriptura (Exodi, 10) que ubi habitabant filii Israel luxb erat 4, que habíe luz donde estaban los hijos de Israel. Por quien miró Su Majestad tanto que en el camino dificultoso que trujeron a la tierra de promisión les dio una nube que les templase el calor del sol de día y de noche les fuese una columna de fuego 5. De suerte que el mismo Dios se ve obligado a dar luz sobrenatural y por caminosc extraordinarios cuando de la falta de la luz que tiene el prelado no ha sido ni es causa el justo. Pero aunque esto es verdad, gran cosa es la luz ordinaria que el súbdito halla en el prelado; que, en fin, con lo natural la naturaleza se huelga, y d la luz que da el prelado con sus buenas obras es luz que se ve y se palpa; y esotra luz que se da, como dicen, más por brújula, no siempre está el ignorante y rústico para percebirla. Y así digo que es gran cosa verla en el rostro del prelado.

  4.  El mismo Dios cría la luz y, después de la haber criado, dice la Scriptura, Génesis 1: Quod vidit lucem, quod esset bona 6, que vido la luz que fuese buena, que no se contentó con dar a los hombres luz, sino luz que se viese y por su mano saliese probada y calificada. No sólo (para consuelo de los religiosos) el prelado no ha de ser tinieblas, pero tan apartado de ellas como la luz de las tinieblas, con quien dice san Pablo no tiene ningún parentesco o trabazón 7, sino que ha de ser luz


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y no luz escondida, sino luz que se vea y luz que a boca llena no sólo Dios, que conoce lo secreto del corazón, la apruebe e y tenga por buena, sino que el hombre viéndola en el rostro y acá fuera la juzgue y tenga por tal. Así la llama el sancto Job, capítulo 29: Et lux f vultus mei non cadebat in terram 8, que la luz de su rostro no la perdía. Que es lo que acá decimos cuando de los prelados pedimos buena cara: hombre que hace buena cara a sus súbditos; aunque la buena cara en el prelado llamo yo las buenas obras que Cristo pide a los prelados con que deben dar buen exemplo. Que por eso Job la llama luz del rostro, porque ha de estar donde el súbdito la vea, como se ve el rostro.

  5.  [185r] Cuando Moisés bajó de tratar y hablar con Dios, la luz y resplandor que se le pegó de aquel trato en el rostro la traía de suerte que non poterant intendere filii Israel in faciem Moysi, propter gloriam vultus eius 9. Es grande bien que una comunidad tenga tal prelado que del trato común y ordinario que tiene con Dios se le pegue y herede tanta luz que, estando en su rostro (digo en sus obras) a vista de los súbditos, no lo puedan mirar, se avergüencen y acobarden de ver cuán grande es la luz de su prelado y cuántas son las tinieblas de los súbditos, cuán tibios, flojos y bajos se quedan para imitar el bien que en su prelado ven. Que muy ordinario es encandilarse el que de repente sale de tinieblas y entra en la luz de suerte que no vea ni pueda dar paso adelante hasta que, fortificada su vista, le informa la luz g nueva que a los ojos se le ofrecía. También es de consideración que las buenas obras de los prelados encandilen los súbditos que hasta entonces han vivido en tinieblas para que ya no acierten a dar más paso en sus antiguos desconciertos, hasta que su poco a poco, fortalecida su vista y su vida con nuevas virtudes, perciban la luz que en las tales obras el prelado le communica para que las pueda imitar.

  6.  Y para que entendamos que esta luz que el prelado debe comunicar a los súbditos no sólo ha de ser de sciencia de palabras y dispusición de cosas en orden al gobierno de su casa, sino de obras heroicas y virtudes grandes que debe tener, dice el Sagrado Testo, Exodi 34 h, n.º 29: Cumque descenderet Moyses de monte Sinai, tenebat duas tabulas testimonii, et ignorabat quod cornuta esset facies sua ex consortio sermonis Domini. Y en el capítulo 32, n.º 15, dice: Et reversus est Moyses de monte, portans duas tabulas testimonii in manu sua, scriptas ex utraque parte, et factas opere Dei. Palabras son que nos descubren las partes que debe tener la gloria y luz que el prelado debe tener en el rostro. Lo primero i, dice que traía las tablas de la ley scritas por todas partes con la mano de Dios, que las traía en la suya. No vale nada la gloria y buena cara que un prelado tiene si no nace del cumplimiento de la ley de Dios, porque sciencia sin obras será luz sin tablas de la ley. Es menester darle madre y padre a la luz que el prelado tuviere para que no sea


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luz fantástica, que sea luz heredada del mismo Dios y que la madre sea el cumplimiento de la ley y preceptos suyos. Donde noto que dice que esa ley estaba scrita con el dedo de Dios, quiriéndose hacer Su Majestad autor por todas partes de la luz y gloria que Moisés traía en su rostro, dando a entender que la gloria que los prelados tuvieren no tanto ha de ser del cumplimiento de las leyes y ordenaciones que ellos hacen y escriben, cuanto del cumplimiento de los mandamientos y consejos de Dios.

  7Dice que traía estas tablas en su mano, porque no es buena la gloria que los prelados tienen nacida de sólo ver cumplir la ley de Dios en los súbditos, estándose [185v] ellos ociosos y mano sobre mano, quiriendo como Oza poner el arca del testamento sobre j vacas y bueyes 10, que son los súbditos, contentándose ellos con sólo enderezar la carga cuando se torciere. Y en señal que no cumplen los prelados con poner el yugo sobre sus súbditos quedándose ellos descargados y mano sobre mano, castigó Dios al sacerdote que quiso descuidarse del trabajo que a él le competía. Dice que estas tablas las traía en su mano 11; no dice manos, que parece que siendo dos tablas parece habíe de ser fuerza que acudiese a traerlas asidas con dos manos. En lo cual nos quiso dar a entender que de tal manera ha de tener el prelado uniformidad en las obras que hiciere que sólo parezca en ellas anda una mano, de suerte que en él no haya mano izquierda que hoy obre tuerto y defectuoso y mañana derecho, sino que, como cosa tan delicada como es el cumplir la ley de Dios como Su Majestad manda, ande a una mano y no corte la izquierda meneando al revés lo que obra la derecha a la haz.

  8Dice más, que las tablas estaban scritas por todas partes 12, dando a entender que en el verdadero prelado nada ha de holgar, sino que por todas partes ha de trabajar: con el hombre interior y exterior, por de dentro y por de fuera, que no cumplirá con lo uno aunque sea tiniendo buen interior, pues la luz hemos dicho que ha de traer en el rostro, ni con lo exterior, pues la gloria principal que Dios busca ha de ser k adentro, según aquello del psalmo [44]: Omnis gloria eius ab intus 13, toda su gloria ha de tener de adentro. No quiere decir que sólo tenga gloria adentro, sino que toda la gloria que tuviere nazca de la buena alma, del grande spíritu en quien y con quien trata y comunica con Dios, que la gloria de afuera tenga sus raíces adentro, que no sea gloria sencilla, sino aforrada, tiniendo lo principal en lo principal del hombre racional.

  9Dice más, que estas tablas estaban scritas con el dedo de Dios 14, dando a entender que todo lo que el prelado hiciere y obrare sea porque Dios lo quiere, manda y ordena, buscando en ello sólo su gloria; porque siendo scritura y en piedra, si fuera con dedo del hombre, que


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es blando, no pintara ni dibujara, fuera como scribir en el aire. Que por eso dificultó tanto el camino de la l culebra sobre la piedra el sapientíssimo Salamón 15, porque no dejaba en ella seña. Bien poca dejará el prelado que con sólo su dedo quisiere en él y en sus súbditos escribir cumplimiento de la ley de Dios, si el dedo del mismo Dios poderoso no entra de por medio ablandando corazones y rompiendo [186r] dificultades. Scríbese en piedra la ley de Dios de suerte que las letras en la piedra quedaríen vacías y como hecho dos moldes en aquellas dos tablas para que, como si dijéramos, echáramos sobre ellas cualquier masa m blanda, sacáramos otras tablas scritas no de letras vacías, sino de letras llenas, pero muy conformes a su propio original. Dándonos en esto a entender, como san Pablo dice, que aquella ley fue vacía y la que nosotros ahora tenemos es ley llena de gracia 16. Aquélla no fue sino un molde n de nuestra ley evangélica. Pero en los prelados de quien vamos hablando significa cómo han de ser moldes y originales en quien y por quien se han de sacar vivos retratos en los súbditos de Cristo crucificado, estando en ellos la letra, que en los súb­ditos está llena, vacía, no digo de gracia ni de virtud, sino que el cumplimiento de su ley y de las obligaciones que tienen y deben los traiga vacíos de contento, de placeres, de fiestas y regucijos, según aquello que san Pablo dice: ¿Quién está triste que yo no lo esté? ¿Quién enferma que yo no padezca la propia enfermedad17 Deseando que sus súbditos siempre estén llenos de regocijo y alegría, según aquello del propio san Pablo ad Romanos, 15: Deus autem spei repleat vos omni gaudio 18. De manera que el súbdito esté lleno de regocijo y contento, nacido de una grande speranza que tenga en Dios, y el prelado lleno de cuidados y ansiedades, nacido de un sancto temor que debe tener de su comunidad.

  10. La luz del rostro de los prelados que tiene todas estas circunstancias es la luz que pide Dios tenga el prelado y con ésta es con quien hace sus obras y tareas conforme Dios manda y los súbditos son aprovechados; y con lo contrario son menoscabados y destruidos.

 

 




a  ms. 72



1 Sal 103,22-23.



2 Jn 12,35: "Ambulate dum lucem habetis".



3 Sal 103,20-21.



b  ms. luz



4 Ex 10,23.



5 Cf. Ex 13,21.



c sigue so tach.



d sigue en fin tach.



6 Gén 1,4.



7 Cf. 2 Cor 6,14.



e  corr. de abruebe



f ms. luz



8 Job 29,24.



9 2 Cor 3,7.



g sigue que tach.



h ms. 24



i sigue que tach.



j  sigue los tach.



10 Cf. 1 Sam 6,10-11; 2 Sam 6,3.



11  Cf. Ex 32,15.



12  Cf. Ex 32,15.



k sigue ab intus tach.



13  Sal 44,14.



14  Cf. Ex 32,16.



l  sigue ser tach.



15 Cf. Prov 30,19.



m sigue s tach.



16  Cf. Rom 6,14-15.



n sigue una si tach.



17  Cf. 2 Cor 11,29.



18  Rom 15,13.






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