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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [18a DE CUÁN UNIVERSAL Y COMÚN SE DIO LA JURISDICCIÓN A LOS PREDICADORES EVANGÉLICOS PARA TODO EL MUNDO DEBAJO DE ESTE TÍTULO Y NOMBRE QUE CRISTO LES DIO LLAMÁNDOLOS LUZ DEL MUNDO, Y DE OTRAS SIGNIFICACIONES QUE EN SÍ ENCIERRA ESTE NOMBRE

 

  1.  Siempre se ha preciado Cristo de acarrear a sí a los peccadores, mostrarse muy de su bando para que ellos dejen el que hasta allí habían tenido de satanás: Ite -dice Cristo a sus discípulos, Mathei 10- ad oves, quae perierunt [domus] Israel 1, id a predicar a las ovejas que perecieron de la casa de Israel. Y en el capítulo 15 dice que no lo envió su Padre sino a las ovejas que se habíen perdido de la casa de Israel 2. Es Dios muy amigo de los perdidos para ganarlos, porque el sano no tiene necesidad del médico 3. Esta es la razón por qué puso Su Majestad aquellas dos parábolas, la una de la oveja perdida que por buscarla el buen pastor dejó las noventa y nueve en el desierto y, después de tantosb trabajos hallada, la llevó sobre sus hombros pidiendo a los demás pastores le diesen el parabién del hallazgo 4; y la otra de la mujer que habíe perdido la piedra preciosa que por hallarla no se paró ni dificultó el arrevolver todo lo que en sus arcas tenía hasta hallarla y tener un buen día con sus amigas y vecinas 5. En las cuales parábolas y en otras muchas que Su Majestad puso nos descubrió sus entrañas encendidas y llenas de charidad para con los peccadores, que son los que le llevan los ojos [205r] para los buscar y descubrir doquiera que estuvieren, darles y comunicarles sus bienes. Y porque sus apóstoles y discípulos, y en ellos todos los prelados, le fuesen en esto parecidos los llama luz del mundo, no luz del cielo, porque seguro tienen allá las noventa y nueve ovejas que quedaron, sino luz del mundo, luz que busque y descubra en el mundo la oveja perdida, la saque y lleve sobre sus hombros, que él, que es buen pastor, le dará el parabién y hallazgo.

  2Ahora pregunto yo: Señor, vos dejáis estas ovejas en el desierto. Pues veamos dónde se perdió la que buscáis. Según eso, no se debiera de perder en el desierto, porque si ahí se perdiera sin que dejáredes esotras la pudiéradesc buscar. Señal es, pues las dejáis en el desierto,


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que entráis a buscarla en el poblado. Pregunto lo segundo: ¿no es mayor mal d, daño y peligro que pueden tener noventa y nueve ovejas solas en el desierto que dejar una que se perdió? Oíd, cristianos, y abran las orejas los predicadores: que menos se teme y hay que temer el mal de noventa y nueve personas en el desierto que sola una en el poblado, pues se aventura este buen pastor a dejarlas solas entre las bestias hambrientas y no consiente su corazón dejar una sola alma que se pierde en el poblado, porque todas e cuantas bestias y animales juntas hay en los desiertos no llegan al más pequeño daño que a un alma le puede f hacer una ruin compañía de un hombre malo.

  ¡Oh Dios mío! Los que edifican monasterios, reforman religiones, ¿cómo no temen meter sus frailes en los poblados? Que vean en esta parábola la seguridad con que Dios deja en los desiertos tantas ovejas y en el poblado no aventura una, ¡y que queramos nosotros en comunidad vivir en las plazas, en los lugares públicos, en medio de los concursos de las gentes, y que allí nos prometamos seguridad! Que la tenga un alma en la soledad y desierto y huiga de ella, no yo qué pretende sino meterse en medio de los dientes del demonio y darle en qué entender al mismo Cristo, pues siempre que peca de su parte lo torna a crucificar y en ocasión que, si para ello fuera necesario, tornara a encarnar y morir.

  3.  Lo segundo que de allí sacamos [es] que se dejan las ovejas que estaban en el desierto y en seguro y se entra el buen pastor por las spesuras y lugares peligrosos a remediar el alma perdida. Ojalá, Dios mío, encendierasmis palabras y mi lengua fuera un hacha que ardiera y pudiera yo hacer inpresión con esta doctrina a muchos prelados y predicadores que se suben en los púlpitos y hacen sus pláticas y capítulos como si predicaran y enseñaran a los ángeles, [205v] sin que haya en la tierra quien los entienda, según train de subida su luz; y si de ahí bajan algo, ha de ser doctrina la suya para maestros de escuela y universidad. Otros hay que tienen doctrina y conversación y no quieren hablar sino con personas que ellos dicen las entiendan: si son sanctos con sanctos, si doctos con doctos, si saben de oración con quien sabe. Yo no qué quiere decir Cristo por llamar a los prelados y predicadores luz del mundo y qué significa dejar las ovejas en el desierto y que tienen seguridad, sino decir a estos tales padres y maestros que miren que la luz que tienen y Dios les ha dado es para alumbrar al mundo puesto en tinieblas y en obscuridad, para hacer cielo a los hombres que se han hecho mundo; que dejen los sanctos, que ésos ya buen seguro se tienen con Dios en la soledad que viven, que dejen los ángeles en su cielo, que de Dios aprienden, y a los maestros en sus escuelas, que los libros los enseñan y no son tan humildes que quieran tantos maestros; que bajen al vuelo y humillen sus pensamientos y busquen la oveja perdida g entre los zarzales del mundo y la dracma y piedra preciosa


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entre la basura, que para eso encendió luz la otra buena mujer 6, que busque el ignorante y el que no sabe de oración y se lo enseñen, al que no entiende la doctrina cristiana se la declaren, que traigan sobre sus hombros y a sus cuestas al perdido hasta dárselo a Dios ganado.

  4.  De manera que de aquí sacamos que las ovejas para tener seguridad, aunque solas, han de estar en el desierto, y lo propio las almas que procuran agradar a Dios deben temer menos los peligros de la noche entre bestias salvajinas que los peligros de el día entre los hombres. Y lo segundo, que el que fuere pastor, que ayudado de Dios se arroje a estas buenas presas y hallazgos de almas perdidas que están en medio del mundo, se abalance h y aventure, que Dios lo ayudará y ése es su officio, pues es luz del mundo: buscar con ella en medio del mundo lo perdido. ¡Oh Dios de eternas misericordias y bondad infinita!, que dejaste tu cielo y en él tus ángeles por buscarme a mí, oveja perdida. Pégame, Señor, y dame tantico de ese fuego y charidad, y a todos los que en el mundo tú les has enseñado para que, compadecidos no de la pérdida de una oveja, sino de tantos millares de ellas como están derramadas por ese mundo estendido, las busquen y granjeen. Despéganos, [206r] Señor, el corazón de las cortes i y ciudades, de los grandes y curiosos auditorios.

  5.  En lo que toca a luz y sciencia, buena está esta nuestra España. Con larga mano has, Señor, acudido a dar y poner luces por todos los cantones y lugares secretos y públicos; el que tropezare ciego está, abra los ojos, que a millares se pueden ya contar los predicadores que por favor aguardan les quepa j suerte de predicar uno o dos sermones en la cuaresma. ¡Ojalá, Señor, enviases tu divino Spíritu, que siendo el capitán y alférez de toda esta gente levantase bandera y hiciese un poderoso escuadrón de predicadores que entrase por tantos reinos que no conocen tu sancto nombre! ¡Oh qué guerra tan dichosa! ¡Oh qué encuentro tan bienaventurado, en el cual por tu amor se derramase la sangre! Que no erescorto, Señor, ni menos poderoso que en el principio de tu Iglesia, cuando dabas tal virtud a la sangre k que derramaban unos poquitos de mártires, que llevó fructo tan copioso que ahora dura. Duren, Señor, tus misericordias, no las detenga nuestra tibieza y cobardía metiéndonos en estos rinconcillos de España. Pregunto yo ¿para qué son muchas velas encendidas cuando alumbra el sol y es claro de día? Démoste, Señor, mill gracias porque a este reino le enviaste día claro y tanta luz que podemos reprehender a los que se cansan y gastan días y noches su salud enseñando lo que ya se sabe, repitiendo lo muchas veces dicho. Vayan, Señor, estas velas y candiles a dar luz donde es de noche, donde no te conocen ni les ha amanecido.

  6.  ¿Por qué piensan, padres y hermanos míos, que Cristo llama a los predicadores y pastores luz del mundo sin señalar alguna tierra


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particular? Porque no quiere Dios a los suyos acobardados ni que tengan tierra señalada, no sean como los pastores de Abrahán y Loth l, que riñen sobre los destrictos y por apacentar en corta tierra mucho ganado 7. Luces del mundo llama Cristo a sus pastores porque no quiere que se junten muchos, digamos, en Salamanca u en Toledo a reñir sobre quién ha de predicar entre los dos coros y apacentar cada uno sus ovejas y oyentes en lugar apacible. Luces del mundo los llama, todo el mundo les señala para que, como los dos varones sanctos y discretos, Abrán y Loth, hijo y sobrino, uno scoja la mano derecha [206v] y otro la izquierda y que, si en esta ciudad hay pastores que apacienten este ganado, que no quiera yo quitarles el puesto sino que busque otro, pues nos hizo Dios luces de todo el mundo.

  7.  Una vez murmurar que, habiendo entrado una religión en un país y parte del mundo a predicar, después acudió otra y que le hicieron contradición. No lo quiero condenar; antes pudo nacer de un amor, charidad y discreción admirable, como quien dice: toda la tierra la tiene Dios entregada a la predicación evangélica 8; unos echen por una mano y otros por otra y no se quieran todos enbazar en un rincón y parte. Muchas veces vemos que cuando el labrador carga la mano en la simencera echando mucha semilla no es tan buena la cosecha, no obstante que la tierra sea m fértil y buena, que esa propia bondad pide y quiere poco grano para lo poder matear y fructificar. Y aun tanbién vemos en los studiantes que aquel llamamos bueno que es estudiante de un libro. Y así son los justos: que no por cargados de muchos predicadores y maestros salen más aprovechados; uno basta y lo que ése siembra sea bueno, sin andar cargando la mano de preceptos, doctrinas y diversidad de exemplos, que si un alma desea aprovechar basta el que Cristo les dio en la cruz. Particularmente si los maestros son como muchos de quien hemos hablado en estos tratados, que uno desenseña lo que otro enseña. Particularmente cuando esta enseñanza es entre gente recín convertida a la fee, poca diferencia que halle en las palabras o en las razones de los predicadores les parecerá contradición, sin saber discurrir que, siendo muchas las virtudes y preciándose cada uno de la suya como blanco más principal, según sus diferentes inclinaciones, pueden ir todos a un fin.

  8Pongamos un exemplo. Vemos que unos caminan al cielo amando la pobreza en grado tan heroico que, sin tener ni guardar en común ni en particular algo que de valor sea, proceden a su officio con un costal de remiendos y con una capa que sólo hace officio de cubrir el cuerpo desnudo, y desta manera entran en tierras remotas predicando a Cristo crucificado, durmiendo por esos suelos, comiendo pobres hierbas, sin codiciar más que las almas para Dios. Entran otros que dicen que no contradice el tener bienes de communidad y acudir a los particulares


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con algún regalo y ayuda de costa para poder durar y llevar el trabajo y carga pesada de la cruz de Cristo. En [207r] realidad de verdad, todos van bien. Yo no trato de los que más aciertan, Dios es el que pesa y el ponderador de los corazones de los hombres 9, el que a nadie le deja caer un cabello de la cabeza sin que primero se lo cuente 10. Lo que decir es que, entre almas flacas n y que aún no saben de estas diferencias, es bien no tenerlas entre ellas, sino que cada religión e instituto acuda a su parte del mundo, pues es tan grande y hay para todos; que después de hecha la obra, es fácil, cuando ya el cristiano está aprovechado, el entender que todo es uno lo que éstos enseñan con estos medios y lo que los otros predican con otros diferentes.

 

 




a  ms. 81



1 Mt 10,6.



2 Cf. Mt 15,24.



3 Cf. Mt 9,12.



b roto.



4 Cf. Lc 15,4-6.



5 Cf. Lc 15,8-9.



c sigue p tach.



d  sobre lín., en lín. el tach.



e corr. de todos



f corr. de pueden



g sigue síl. tach.



6 Cf. Lc 15,8-9.



h  ms. abalan



i ms. corten



j corr. de queba



k sobre lín.



l  ms. Loht



7 Cf. Gén 13,6-9.



8 Cf. Mt 24,14; Mc 16,15.



m corr.



9 Prov 16,2: "Spirituum ponderator est Dominus".



10  Cf. Lc 12,7.



n  ms. flaquas






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