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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
CAPITULO [19] a CÓMO DESTERRANDO PECCADOS ESTAS LUCES DE QUIEN VAMOS HABLANDO MERECERÁN LA CALIFICACIÓN QUE DIOS DIO A LA LUZ AL PRINCIPIO DEL MUNDO LLAMÁNDOLA BUENA
1. Luz del mundo llama Cristo aquí a los prelados y predicadores evangélicos. Ya hemos dicho que allí mundo quiere decir los hombres que aman las cosas del mundo. Los gramáticos dicen que en genitivo se pone cuya es la cosa. Luego si esta luz es del mundo los que aman el mundo son los dueños y señores y aquellos para quien dejó y hizo Cristo estas luces. Tenebrae erant super faciem abyssi 1 -dice la Scritura en el Génesis, capítulo 1.º-. Et dixit Deus: Fiat lux. Et facta est luxb 2. Que el motivo que tuvo Dios para criar la luz fue ver la tierra vana y vacía y toda ella llena de tinieblas. Y para desterrar de ella aquel caos y confusión que hay en las tinieblas determinó de criar la luz y viendo sus buenos efectos que hacía, miróla y vido que era buena y luego mandó que se dividiesen la luz y las tinieblas 3, dejólas como reñidas para que jamás estuviesen juntas.
Esta fue la causa por qué Dios dejó estas segundas luces de los predicadores y prelados en la tierra, porque habíe tinieblas, para que las expeliesen y ahuyentasen. De tal manera que siendo las tinieblas dueños de estas luces han de estar siempre reñidos de suertec que jamás se hallen juntos, que con ese officio que hagan será buena la tal luz; que un predicador d si no ahuyenta tinieblas no es buena luz ni hace bien su officio, hase de andar la luz tras las tinieblas, desterrándolas de donde las hubiere e.
2. Donde entenderemos un absurdo y mal modo que tienen de hablar muchos letrados que dicen [207v] estudian y aprienden por su
gusto, por sólo saber y entender, sin otro particular fin. Estos tales tendrán nombre de luces para ellos, y así quiera Dios que con ella sepan y vean dónde ponen el pie y no sea alguna vana curiosidad, pero no serán luces del mundo, luces que por desterrar tinieblas merecen de la boca de Dios nombre de luz buena. Son luces que se tapan, se queman entre sí, sin provecho de nadie, que parecen a las güertas y jardines de los poderosos que, porque su amo come de aquella fructa, la que a él le sobra la ha de dejar perder el hortelano y jardinero. Harto grande codicia sería la del labrador que viese que se le pierde el trigo en la troje y se le come de gorgojo f y, porque no hay quién se lo pague a dineros, no lo quiere dar de balde a los pobres. ¡Cuántos letrados hay de este jaez en el mundo! Los cuales dejan perder la sciencia que en su casa sobra porque dicen estudiaron para ellos solos, que no tiene necesidad de hacer dineros de su ciencia y parecer; otros, porque no se lo pagan, dejan perder lo que a muchos podría aprovechar.
3. Verdad es que los ojos se guardan a sí propios con particular curiosidad, pero muy reprehensibles fueran si aprovechándose a sí no guardaran todo el cuerpo, que por eso se pusieron en la cabeza para que sean centinelas de todas las demás g partes h; y se lo pagan muy bien, pues todas acuden cuando es necesario a la defensa y reparo de la cabeza. Esta es, padres míos, la causa por qué en los prelados puso Dios la luz que habíe de ser ojos de todo el mundo, y de las comunidades en particular. Lo primero, para que se guarden a sí, que son luz, vista y ojos de todos i; que se tapen como ojos con párpagos, cejas, pestañas y güesos de la cabeza; y que si para esa defensa fuere necesario que se aventuren los súbditos, tanbién se haga. Pero que adviertan que son centinelas y atalayas de las partes más pequeñas del cuerpo, los pies llevan la cabeza, los brazos la defienden y la cabeza da luz para que los súbditos j vean dónde sientan los pies k y l dónde obran las manos m, que eso quiere decir el llamar a los prelados luz del mundo. Que si ellos, como cabezas y luces, están guardados y defendidos de los súbditos, los súbditos han de tener una admirable correspondencia para que por la luz que ellos les dieren vean y conozcan dónde ponen los pies y obran las manos.
4. Llámalos luz del mundo. Mundo quiere decir limpio 4. Y llamarlos Cristo [208r] luz del mundo y sal de la tierra fue n no para que la tierra la dejasen tierra y el mundo en su maldad, sino para que lo limpien y purificasen o. Lux mundi, luz de lo limpio. Porque en tanto una cosa está limpia en cuanto tiene y goza de la luz. San Juan dice de Cristo: Ecce Agnus Dei, ecce qui tollit peccata mundi 5; el Cordero de Dios que quita los peccados del mundo. Y los prelados son luces que quitan
las tinieblas del mundo. Crió Dios el cielo y puso en él luces grandes y pequeñas 6 que lo hermoseasen y alumbrasen, y crió el mundo, como san Juan dice: Et mundus per ipsum factus est 7, y puso en él luces grandes y pequeñas que lo hermoseasen y alumbrasen. El mayor requiebro que la madre puede decir a su hijo es decirle lumbre de mis ojos. Así lo dice la madre de Tobías 8. Pues llamar Cristo a los prelados luz del mundo fue decirles que ellos eran y habíen de ser los queridos, los regalados, los estimados del mundo, la luz de los ojos del mundo, para que el mundo los honrase, estimase y reverenciase, como quien era lumbre de sus ojos.
San Juan dice que Dios amó así el mundo que por él dio a su unigénito Hijo: Sic Deus dilexit mundum, ut filium suum unigenitum daret (Joannis, 3) 9. De esa misma suerte quiere Dios que los prelados amen el mundo; pues dél son luces que, si fuere necesario dar su vida por él, la den. Non misit Deus filium suum in mundum, ut judicet p mundum, sed ut salvetur mundus per ipsum (Joannis, 3) 10; no envió Dios a su Hijo a juzgar al mundo, a condenarlo, sino a que por él se salve. Para que sean luces del mundo envía Dios a los prelados y predicadores, no a destruirlo, sino a edificarlo y a guiarlo q.