Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
San Juan Bautista de la Concepción Obras IV – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
[14r] Exhortación quinta en 25 de setiembre
Prosigue la materia pasada y se declara cuánto sea el peligro de la vida spiritual y perfecta respecto de estar asentada en nuestra flaqueza humana
1. La fuerza de esta palabra: Qui sequitur me, que Cristo dice 1, pienso nos dará que decir, siendo Dios servido, en esta plática, sin apartarnos de la materia y conversación a del capítulo y plática pasada, en que hemos dicho que, respecto de la flaqueza humana, nos quiere Cristo juntos con él y que siempre le sigamos. Que, siendo él la misma luz, como en el propio capítulo dice 2, alumbra nuestros ojos para que vean lo que les conviene. ¿Qué enfermo ni hombre flaco hay en el mundo que no desee vivir cerca del médico o tenerlo siempre delante? ¡Ay, hermanos, y si considerásemos nuestra flaqueza y miseria, y cuánto cuidado pondríamos en estar juntos con Dios y darle muchos alcances, según nuestras fuerzas alcanzasen y él nos aguardase para darnos la mano! No sé a quién comparar la flaqueza spiritual de un hombre, sino a la vida y flaqueza temporal. Esta es tan grande que, un momento que deje el hombre de resollar, queda sin vida, ahogado y privado de lo que tanto vale. En el propio detrimento y peligro está el hombre en la vida espiritual: que, en cesando y dando de mano al trabajo y secuela de Cristo, todo cesa y para.
2. Y aun esto debiera de ser lo que dijo el sancto Job (Job 7) b: Memento mei, Deus 3, quia ventus est vita mea, nec aspiciet me visus hominis 4; Señor, acuérdate —como si dijera— que mi vida es un poco de viento; nec aspiciet me visus hominis, que fue decir, ni es oída ni vista. Mirad un viento que derriba torres, echa abajo edificios y destronca los árbores más enpinados y arraigados; y en un momento es aire que pasó, oyóse y no se vido. Así es la vida del hombre: que pasa un poderoso cargado de riquezas, lleno de mandos, subido de honras, a quien todo el mundo le hinca la rodilla y rinde vasallaje; y, en un instante que le faltó a este propio hombre el soplo y espíritu, quedó él también hecho aire, trocado y mudado como viento que pasó. Esta es, mis hermanos, la flaqueza de la vida spiritual. Quién ve cargado un siervo de Dios de ayunos, disciplinas, mortificaciones, y, con una liviana ocasión, si preguntáis dónde está tanto bien, ya pasó. Como el viento que tantas veces se muda y trueca la veleta de los tejados, de suerte que quien miraba a ábrego ya está vuelta al cierzo y al solano.
3. [14v] ¡Oh sancto Dios, quién no teme, no tiembla c y vive como asombrado viendo sujeto tanto bien a tanta mudanza y mutabilidad! ¡Oh Dios de mi alma, qué era ver a un David, que parece que era el d brazo de Dios desquijarando leones 5, derribando gigantes 6 y, lo que más era, venciéndose a sí propio perdonando enemigos, inclinada y vuelta su razón al cumplimiento de la ley de Dios 7, que parece todo un mundo no fuera bastante a trocarlo ni volverlo; y el aire, brío, postura y hermosura de una mujer lo vuelve 8 como si fuera una veleta de tejado, o milanillo que se lo lleva el aire, o florecilla que la marchita el hielo, o cera que la derrite el sol, de suerte que el que miraba a Dios ya quedó mirando tierra! Asómbrate, hombre, puniendo los ojos en un Adán cargado de riquezas y bienes celestiales, cuando sólo un agrado de su mujer en el comer una manzana contra el precepto de Dios 9, conversi sunt in arcum pravum 10. Quien con rectitud y por lo derecho caminaba para Dios viento del Spíritu Sancto, en poca golosina de una manzana ladeó el navío tan bien fletado que zabordó y dio consigo al traste, perdió tanto bien, hizo agua y quedó de suerte que, si la misericordia de Dios no acudiera para que lo desaterraran y llevaran a forca y a fuerza de brazos, allí quedara perdido para siempre jamás. Una mujer de Lot, libertada de los incendios de Sodoma y Gomorra por los ángeles, sólo el volver la cabeza atrás la vuelve y trueca en estatua de sal 11.
4. No hay que traer exemplos antiguos ni pasados, de que están llenas la scrituras y vidas de sanctos. Entre cada uno la mano en su pecho, mírese a sí propio y vea cuántas veces, si de veras la mira, la hallará que la saca leprosa 12, de suerte que la mano que ayer obraba con temor y osadía, ya hoy está enferma, que ni quiere ni se atreve [a] tomar el azadón en las manos para trabajar un momento en la viña de Dios. ¡Qué de veces se ve desganado para los ejercicios sanctos que antes hacía con gran facilidad, sin saber de qué o cómo ha sido en él aquella mudanza! Como suele suceder muchas veces que se le muere el enfermo al médico sin conocerle la enfermedad que tiene o qué le hizo mal. ¡Qué de veces sucede a un varón espiritual verse desmedrado y desganado de las cosas de Dios, y ser este officio y estado tan delicado que, puesto a pensar quién hizo esta mudanza, no lo halla; y que para ese conocimiento tenga necesidad de particular ausilio del cielo!
5. Bien nos e dio Cristo a entender esto que vamos diciendo por san Matheo, en el capítulo 5.º, diciendo: Qui dixerit fratri suo, raca, reus erit concilio; qui autem [15r] dixerit fatue, reus erit gehennae ignis 13. Estas dos palabras en sí no encierran ni descubren nada, sólo el ánimo airado del que habla. Y, con ser palabras vanas sin ser ni tomo, dice Cristo que el que dijere a su prócximo raca o fatue f, quedará condenado por sentencia y juicio de Dios g al fuego eterno. Y esplicando estas palabras, según un doctor grave, quieren decir de sentencia de Cristo: los scribas y fariseos condenan al homicida, pero mi ley condena al airado. Porque mi juicio es más estrecho y riguroso, tanto que vosotros al que a su hermano dice esta palabra raca, lo lleváis a juicio, ego autem dico vobis: qui dixerit fratri suo, fatue, reus erit gehennae ignis 14. Vosotros lleváis a juicio a quien con enojo dice una palabra que en sí encierra nada a su hermano; yo paso adelante de vuestros juicios y lo condeno al infierno.
6. Ponderemos esto a nuestro propósito y veremos cuánta es nuestra flaqueza y miseria, y cuánto debemos temer los juicios rigurosos de Dios. Tomemos acá de fuera estas dos palabras: raca y fatue. Consideremos qué significan y qué quieren decir. Raca, dice san Agustín 15 que es una interjección que en sí no significa nada más de un descubrir lo que dentro del ánimo está secreto. Y así se dejan esta palabra de volverla del hebreo. San Crisóstomo 16 dice que, en la lengua siríaca, dice que es lo propio raca que tú, de suerte que ya significa algo, pero cosa tan poca como es un hombre llamarle h a otro de tú; como cuando uno dice a sus siervos y esclavos: vete tú de aquí, o: di tú. San Jerónimo 17 dice que, cuando los hebreos dicen esta palabra raca, significan por ella un hombre pobre y menesteroso. Vatablo dice 18 que quiere decir esta palabra nada, hombre de nada. No hay que detenernos más en explicar la otra palabra: fatue, que todo va a un mismo tono y, según lo que hemos explicado de la una, parece que querrá decir la otra.
7. Sólo a nuestro propósito es digno de consideración dónde llegan las delicadezas de Dios, nuestra miseria y peligro; y el aviso que sobre nosotros debemos traer: que quede un hombre condenado por i una cosa que exteriormente quiere decir nada, sólo por lo que allá dentro quedó de mal en el pecho del hombre por una interjección, por un tú, por un decirle a otro con pecho airado que es un pobre y un nada. Que esté una madera puesta en los palacios j del rey, guardada, mirada y dorada, y que, sin saber de dónde, se vea podrida de la carcoma que dentro le nació. Que llegue Jonás a descansar y tomar reposo debajo de una fresca yedra y que, cuando más descuidado y contento [15v] está, un gusanillo que le roe la raíz la seca y marchita y da con ella en el polvo y nada 19. Esta es la miseria y peligro de los que caminan por la vida espiritual: que se vea un hombre guardado por de fuera, defendido de mill peligros, conservado con mill bienes y, sin otro mal ni daño más del que allá dentro le nace en su pecho y el gusano que cría la mala conciencia, de la noche a la mañana hallemos comido y podrido el madero que se labraba para aquellos reales edificios de la celestial Jerusalén y perdido el verdor de nuestras speranzas, que nos alentaban y sustentaban después de nuestros ayunos y penitencias. ¿Sabido por qué tanto mal y daño? Es por un gusanillo, por una cosa que a nuestro corto juicio no tiene parecer ni tomo.
8. Dice Plinio 20 que hay un pececillo en la mar llamado rémora que, puesto debajo y a un lado de un navío, lo para, detiene y hace abordar. ¡Oh buen Dios mío, y cuántas veces vemos religiosos llenos de sanctos y buenos propósitos que, por sola una palabra que su hermano les dijo, ya quedó su paciencia detenida y su modestia estorbada! ¡Cuántos habrá que, puestos en la oración y cuando caminan según su gusto, les parece que nada les ha de hacer retroceder y, porque el prelado habló u obró contra ese gusto que iba caminando, ya todo se perdió! Según esto, bien dice David [sic]: Memento mei, Domine, quia ventus est vita mea 21. Señor, mi vida es tan delicada que, me parece, yo no soy bastante a detenerla y perpetuarla, porque es viento; a ti, Señor, te ruego que te acuerdes de mi flaqueza y miseria, que sacas vientos de tus tesoros y archivos; haz, Señor, que este aire siempre me dure y nunca se me trueque.
9. ¿Qué digo, que la flaqueza del hombre en lo temporal y espiritual es viento, es un soplo? Digo que me parece que es menos, que es un no soplo, un no respirar. Que es lo que acá uno dice cuando quiere descansar: Dadme vado, señor, dejadme respirar. Pues en la vida espiritual, según lo que vamos diciendo, es un no respirar, un k no descansar, [16r] un no parar. San Pablo lo dice: Sic currite ut comprehendatis 22; que es necesario correr, y Dios y ayuda, para llevar la joya, pues muchos, con correr, sólo uno entre muchos se la suele llevar. El que corre es llano que, mientras le dura el curso y carrera, no descansa ni aun resuella, sino que, por aquel momento o rato, le falta el huelgo. De donde se han visto muchos corriendo haberse puesto en peligro de la vida. ¡Qué más se puede decir de nuestra flaqueza y miseria que sea un soplo y un no soplo, un poco de viento y un no viento! Que es lo que acá decimos: un sí es no es, que es decir que, cuando pensamos que es, no es.
10. Pues quien tan presto desdice y deja de ser, doctrina es divina y celestial, Dios mío, la que nos das, pidiéndonos que siempre te sigamos para que siempre seamos l. Como dice David: A dextris est michi, ne commovear 23. Con ser viento el hombre y el es y no es, que hemos dicho, tiniendo a Dios a su lado, queda ese viento y cañaheja firme y estable, quia firmamentum meum est tu 24; eres firmamento de esta mi alma, para que no se la lleven olas y traigan con mill vaivenes. Yo espero en Dios que, conociendo estas verdades, buscaremos estos remedios. Etc.