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X. FRUTOS DE
LA LLAGA
1. Hace al alma más atenta
Decíamos, pues, arriba, donde lo
dejamos y quedó dicho (para que veamos si Dios diese algo que añedirle, o
necesidad de algo, para que quede más claro), que ordinariamente, habiendo Dios
venido a un alma por particular modo de unión y héchole algún trampantojo [a] aquella
alma, abscondiéndole el gusto y gozo de los bienes que tenía con su presencia,
ora sea porque, mudando el vestido de paschua que tenía para la tal alma, mudó
en traje de peregrino, que no lo conozca por entonces. Que sus causas tendrá
por do hace el disfraz; que una reprehensión, aunque sea de cosa liviana, en
boca de el que parece estraño, aunque no lo sea, puede ser más sacudida y más
rigurosa, como lo fue la que Cristo dio a los dos discípulos que iban a Emaús,
cuando se les apareció en forma de peregrino1. Y más que, como
entoncesa está el [186r] corazón más desocupado de las ternuras
actuales, que suele tener con la presencia de su esposo, mejor atiende a lo que
dicen y enseñan. Como acá un padre, que aunque sea buen letrado, para enseñar a
sus hijos, los absenta de sí y los envía a una universidad y entriega a maestro
diferente.
Esto propio hace Dios disfrazándose
con el alma que él ama: que, siéndole padre amoroso, se dissimula como que se
apartase de ella y se finge peregrino para que, pareciendo otro, como a los
discípulos que iban a Emaús, les pueda declarar el sentido de la
Scritura2. Que si por Esaías dice que al alma la llevará a la soledad y
le hablará al corazón él propio3, aquella soledad debe de ser tan
grande que aun el maestro que enseña debe de tirar la piedra y esconder la
mano, pues vemos que en tantos lugares gusta y quiere llamarse Dios
abscondido4; y si alguna vez se siente, es detrás de una pared; y si
mira, por resquicios, como dice la esposa: Hen ipse estat post parietem,
respiciens per fenestram5.
Hay hombres que, si
les queréis ayudar a llevar la carga, os la dejarán toda de flojos. Y así, en
nuestras ayudas, se absconde Dios porque no le soltemos la carga y queramos
descansar.
2. Activa el
deseo de Dios
Tanbién
los del tribu de [Rubén y Gad] en el primer encuentro de la tierra de
promissión, que vieron la tierra fértil y abundante con mucha suficiencia para
que sus ganados paciesen, no quisieron pasar
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adelante6. Y eso es cierto, que con cualquier
asomo que Dios haga en un alma, es tan grande y tan summo bien que ella luego
se daríe por pagada, pareciéndole en aquella pequeña manifestación de lo poco
que Dios da en comparación de lo mucho que le queda, que le es muy cumplido
para enllenar sus deseos, apacentar sus potencias. Y así encubre eso, para que
entremos más adentro de esa celestial tierra, donde hallaremos muchos alcances
de nuestras pocas fuerzas.
Y así, la discreta esposa no pedíab manifestación para
correr, sino olor: Trahe me, pos te curremus in odorem unguentorum
tuorum7. Y otra vez pedía un grito: Sonet vox tua8. Porque
sabía bien que el alma, asida a este summo bien con gozo y manifestación, allí
se paraba, gustaba y refocilaba, paraba y detenía; no digo que estuviese parada
de suerte que no mereciese y caminase, pero, como el correr de la esposa lo
deseaba por el olor de los ungüentos, la presencia parece que
enbarazac.
Yo me daré a entender
por este exemplo. Camináisd
por un camino pedragoso y con espinar. Por salir de aquel mal camino alargáis el
paso y camináis más en una hora que en tres de un camino apacible y ameno; que,
absorto de los sentidos en cosas de tanto gusto, [186v] os vais a espacio.
De la
propia manera, la esposae para correr pedía el olor de los ungüentos de
su esposo. ¿Cuáles son estos ungüentos? Ella lo dice: Tus labios, esposo mío, distilan mirra9. Y en muchas partes le
da este título: Fasciculus mirrae dilectus meus michi10. Que era decir:
Yo, esposo mío, para correr y alargar el paso, esme de mucha consideración el
olor de vuestras amarguras; si vos os me daisf hecho hacecillo de mirra
que yo os ponga así entre mis pechos, servir me han de espuela aquesas puntas y
espinas que me hagan alargar el paso. Y aun cuando el sposo llamó a la puerta de la esposa y ella estaba
en la cama, con sólo darle un aviso y un dispertarla se contentó; que no quiso
entrarse con ella, porque la cama más es para gozar que para correr y caminar.
Y así, cuando alguna vez Dios se manifiesta con gustos y con regalos es a los
principiantes, que como no están hechos a caminar, han menester irse a espacio
y por camino que los divierta de los trabajillos que en él se les puede
ofrecer. Y así dice David: Prevenisti eum in benediccionibus
dulcedinis11; cárgalos Dios poco, como a nuevos, y llévalos por unos
caminos floridos donde puedan coger algún bocadillo de los sembrados, que en
aquellas riberas de Dios hay tan fértiles, para que con esa ayuda de costa no
sientan la carga. Pero a los justos y almas que ya tienen un poquillo de más
fuerzas y hechos callos, para que no se paren con el gusto y gozo, les echa
Dios bozal para que, ya que güelan la fragancia deste campo lleno, no echen el
bocado que les podría servir de estorbo para hacer su jornada.
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Bien
pudiéramos declarar aquello del principio de los Cantares a este propósito,
donde la esposa, como principiante en el trato y cosa en que su esposo tiene
puesto su gusto, o ignorante, en las primerasg peticiones que le hace
una de ellas es que le dé un beso: Osculetur me osculo oris sui, y aun un
abrazo, pues le alaba sus pechos diciendo que son mejor quel vino12. Y
como el esposo le debiera de declarar en qué estaba su gusto y su bien sin
responder nada a lo del beso ni abrazo, habla la propia esposa y dice: Trahe
me, pos te curremus in odorem unguentorum tuorum13; ¡ay, esposo mío!
cómo no debe de ser este tiempo tiempo de abrazo y beso, tiempo de gozar, sino
tiempo de correr. [187r] Y así ella se responde y, lo que interiormente la
convencieron, esteriormente lo habla, como quien dice: El asiros, teneros y no
dejaros por este gozar de vos, esposo mío, con beso y abrazo, quédese para
cuando nos entremos en la casa de mi madre y de la que me ha
engendrado14; ahora, que estamos en este valle de lágrimas, estemos muy
contentos con oleros, esposo mío, vuestros preciosos ungüentos, que, por ser de
mirra amarga, los tragaremos de presto y con velocidad, cerrando los ojos y
abriendo la boca y tragando a priesa, que es lo que hace el enfermo cuando toma
la purga; y esto quiere decir cuando dice: correremos.
Y ésta es una de las
razones por qué Dios se da disimulado y en vestidura y traje de peregrino al
alma que Dios mucho ama. Y este disimularse así el mismo Dios es lo propio que
podríamos decir cuando, estando él en casa, por senbrar obscuridad y tinieblas,
gózase el alma de su amparo y no de su regalo, porque se hiciese a comer el pan
con corteza. Y como las mejillas y labios de la esposa son tan tiernos y
delicados, hácensele llagas. Que son las que arriba decimos y tratamos del
corazón; que, tiniendo a Dios, por no lo ver y gustar o gozar, da tantas
vueltas y carreras que se le hacen vejigas en los pies, que son los afectos. Y
estos afectos se hinchan de andar y caminar en buscah de su esposo, que
tiene y no ve; y así hinchados, decimos que tienen vejigas. Cuando así andamos
otra vez y otra vez con estos afectos así hinchados o avejigados, rómpense las
vejigas y hacen llagas; reventaron y llagaron al corazón.
Este corazón así llagado, que por
principio y primera ocasión tuvo el olor de los ungüentos de Dios, que fue el
conocimiento de su esposo que la hizo correr, pues este corazón, en esta manera
sentido, es lo que arriba decimos: que, movido con este sentimiento interior,
se va al entendimiento como a atalaya a ver si dende él puede divisar o ver o
conocer. Que eso, digo, [es] parte donde pueda salir este corazón a hacer algún
robo o asalto, porque, con las ansias que tiene y hambre con que le dejó su
esposo, está dispuesto para hacer cualquier presa; y aun si topa a su esposo y
no se le descubre su nombre y da a
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conocer claramente, será él el primero a quien robe,
que podrá decir: cual [187v] te hallo, así te juzgo.
¡Oh
inmenso Dios mío! Que, porque el alma sea más rica y tenga más a quien robar,
te le apareces disimulado y cargado de trabajos; porque, como conoces mientras
vive anda al coso, porque no huelgue y siempre tenga ganancias, lo no tuyo lo
haces tuyo, que son los trabajos. Porque a ti non accedet adi te malum, nec fragelum non
intravit in tabernaculo tuo15, abrázaste con azotes y espinas, y
encuéntraste con el alma, que anda al coso y robando para se enriquecer. Porque
sabes tú, Señor, que el mundo esconde mucho los trabajos y lo que vende es
gusto y regalo, y esta alma no les puede dar un alcance, tú, Señor, te haces
corredor y ventero al disimulo y te encuentras con ella, para que te los
despoje y lleve. Y con ellos, como quien camina por espinas, alarga el paso y
no ve la hora de llegar a lo que desea.
De manera que el
entendimiento descubre. La voluntad en él, como en atalaya, hace sus asaltos. Y
entramos a una, entendimiento y voluntad, mutuo inter se se adjuvant.
3. Empleo de
la voluntad
Pero,
como la enfermedad la hemos espiritualizadoj tanto, y hacemos principio
y causa de nuevos enpleos que hace el entendimiento y la voluntad, parece
habíamos de haber declarado más este modo de amar la voluntad y conocer el
entendimiento.
Lo primero digo que aquella enfermedad del
corazón pienso que es como la inquietud que trai la aguja del relox tocada con
la piedra imán, que nunca parak, sino que siempre está inquieta y
meneándose, y a cualquier parte que la volváis no para sino que se rodea do
está el norte. Lo propio hace Dios con su toque a aquel corazón, que así
tocado, no cesa ni para, sino cuando vos os inclinéis a cosas de la tierra, si
él está de veras tocado, allá se vuelve; y no repara que vos comáis o miréis o
habléis cosas necesarias de acá, que él allá se vuelve con su porfía a mirar a
su Dios, que es lo que dijo san Agustín: Cor nostrum inquietum est donec
veniamus ad te16. Y lo propio es esta llaga, o lo propio hace que hacen
las pesas del relox: que, moviendo aquella máquina, un rato no deja reposar las
ruedas la mano que señala la hora; si un rato con suavidad y espacio va pasando
puntos, otro rato [188r] dispara con furia y golpe, que parece todo lo quiere
acabar. Y a esto que nosotros llamamos enfermedad y llaga, san Agustín lo llama
amor: Amor meus, pondus meum17; es el peso que todo lo mueve y voltea,
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el que menea la mano de la obra, el que mueve las ruedas
de las potencias yl sanctas consideraciones. Y si unas veces menea esta
máchina del hombre exterior con espacio y blandura, otras veces parece que le
trai a un hombre a puntos de que parece todo quiere acabar.
Finalmente,
el corazón es donde están unos divinos hiatos o soplos, que encienden lumbre y
de do sale una delicada y celestial niebla que, subida a lo alto del
entendimiento, lo deja de suerte que, hiriéndole el sol divino con sus rayos,
los vuelva agua, de suertem que el alma, cuando más segura está, halla
muchas gotas de ella, como el rocío en el vellocino de Gedeón18.
4. Empleo del entendimiento
Ahora, pues, si en el corazón está
este peso que mueve estas ruedas y esta llaga hecha con el toque de
Dios19, que trai a todo el hombre inquieto, veamos cómo entiende y cómo
ama.
Digo que el entender es en dos
maneras (que creo está ya esto dicho, pero como todo es decir nada, no hacemos
sino echarle remiendos, y al cabo todo es remiendo): un modo hay de entender
ordinario, que es por los sentidos y puertas ordinarias, como dice el glorioso
san Pablo: Per ea que factan sunt, intellecta conspiciuntur20.
Que parece en esto da Dios licencia a aquella alma tan amada y querida suya,
que allá tiene tan encerrada, que salga acá fuera de su retrete y jaula
ordinaria y que, como abeja, coja flores de estas cosas esteriores, que, aunque
amargas, la virtud del altíssimo que se le ha comunicado las endulzará de
suerte que pueda labrar panar de miel; y que, como jilguerillo, se siente sobre
estas cosas visibles, que como tan impuesto e industriado, no por eso dejará el
canto, antes, entre las voces que dan todas las criaturas alabando a su
Criador, no será la más baja la suya, sino que subirá muchos puntos. Y aunque esas cosas
sean las más bajas que Dios tiene en su casa, su buena garganta hará subir de
esos profundos su voz, para que se oiga su clamor. Y aunque Ruth [es] noble y
principal, por los nuevos mejoros que habíe de tener, quiere Dios que salga de
su casa y que coja espigas tras los segadores de Voz en el campo, que trazas
son de Dios para nuevos casamientos [188v] con el dueño de la haza21.
Asío quiere Dios que esta alma sancta, que así está recogida, de en
cuando en cuando salga a mirar esos cielos estrellados, los campos floridos, la
variedad de hermosura que hay en la tierra, que el coger esas spigas traza es
de Dios para nuevos desposorios que quiere celebrar con esta alma.
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En tiempo que no llueve y hay grande
necesidad, sale la otra pobre viuda a coger serojas al campo, ocasión que fue
para encontrar con el profeta de Dios22. De esa manera, en tiempo que a
esta dichosa alma allá dentro no le llueve, gusta Dios que salga a coger
serojillas, mirando y considerando estas cosas visibles, que en ellas se
encontrará el gran profeta que remedie sus necesidades interiores. Y como
sacristana discreta y devota, no sólo guste en lo interior de quemar olorosos
pebetes y fragrantes inciensos, sino que salga fuera y coja flores, y de ellas
unas veces haga ramilletes para el altar interior, otras veces agua de ángeles
con que rocíe las sábanas y corporales del altar que allá tiene compuesto para
su Dios.
Gusta Dios que esta alma salga,
goce, contemple y de las cosas de acá fuera saque sanctas y divinas
consideraciones, para que se sepa cómo todo lo criado lo tiene Dios ordenado a
summo bien para el alma, y que le sirven de escalones por donde sube y marcha
este hombre, que tanto tiene de corpóreo y terrestre. Quiere mostrar en eso
que, aunque los malos tienen y poseen estas cosas esteriores, no fue el
principal intento ése de Dios, sino recrear al cuerpo cansado del alma sancta,
darle mill ayudas para que por mill partes camine a su Dios; y que sepa cuán
largo es este buen esposo suyo, pues por paño de pies le tiene dado los campos
matizados con tanta variedad de flores; y que vale más esta cama de campo que
tiene Dios para los que en él piensan que cuantos brocados y cosas artificiosas
hacen los malos para descansar en ellas como en cama de pluma, que tan
enplumados los tiene haciendo de esa pluma alas para correr por sus vicios.
Quiere Dios que el alma salga de en cuando en cuando acá fuera a pasearse y
saberp lo que es suyo y ojear lo que Dios le ha dado.
Pregúntale [189r] la esposa a su
esposo que le diga dónde ha de sestear al mediodía. Y dice: Egredere et abi
post vestigiaq gregum tuorum, et pasce edos tuos justa tabernacula
pastorum23. Esposa mía, si me quieres hallar y conocer, sal acá fuera
un rato, pon los ojos en esas huellas, en esos suelos y en esos cielos, que
todo es para que lo goces y huelles; apacienta en ellos tus cabritos, que son
tus sentidos, cerca de esos tabernáculos de los pastores r, que quiere
decir, ahí donde los del mundo tienen hechas sus casas y moradas, y ahí me
hallarás. Que estoy tan cerca de los malos que, si ellos quisiesen abrir los ojos y
mirar, [verían] cómo eso que gozan no es para hacer tabernáculos y descansar en
ello, sino para que en ello hiera la consideración y salte a las cosas que son
de más dura. Y pues ellos hacen ahí tabernáculos y paraderos, míralo tú,
esposas, con intento de buscar a tu esposo, que ahí lo hallarás como
tesoro escondido, como bien ocultado, que todas esas cosas sólo sirven de
pañales en quien está Dios envuelto, y de funda que en sí tiene encerrada la
altíssima sabiduría de Dios. Este mundo es el jardín de
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afuera donde
el alma tiene sus desabahos; es el descanso y alivio del cuerpo.
Y así en estas cosas tiene Dios
puesto la una manera y ordinario modo de conocer a este buen Dios; que de este
modo es de quien denantes dijimos que era ordinario, porque entra por los
sentidos [el] conocimiento, según lo que dice Aristóteles: que "nada está
en el entendimiento que primero no esté en los sentidos"24. Y
puesto este ramillete de flores en el entendimiento, que entrando por los sentidos
las species de las cosas que el entendimiento agente ha abstraído y las
representa en el entendimiento posible, éste las digiere y masca y da al
alma25; que, como, por la cesación del altíssimo conocimiento que de
ordinario tenía, ha quedado inquieta, hale parecido al entendimiento
entretenerla, como la madre al niño que llora, por no darle el pecho, con
juguetes, dijes y azabaches.
Lo propio hace el entendimiento:
que, como así ve inquieta al alma porque le falta la leche que de ordinario le
daba Dios communicándole grandes cosas al entendimiento, este
entendimientot determina [189v] de coger unos dijes y azabaches (que
así son todas las cosas de acá) con los sentidos y allá dentro, con hilos de
buenas consideraciones, ensartarlos y ofrecérselos al alma, con que se
entretenga. Que a buena hambre, como dicen, no hay pan malo; y pues esta alma
sancta está tan hambrienta de Dios, no le sabrá mal apacentarse en lo visible,
que ello la llevará a lo invisible. Y si para aderezar los condutos por do Dios
comunicaba el agua de su alta sabiduría la ha detenido o quitado, no es malo
coger con qué untar siquiera los labios de los charquillos de la tierra. Que
quien camina por alta mar no siempre ha de comer pan fresco; entremeter tiene
bizcocho, que es pan dos veces cocido. Y así digo yo que es el conocimiento que
hacemos de las cosas de acá, que por eso ponemos en el entendimiento dos
officios, dándole dos nombres, que es entendimiento agente y posible: que dos
veces cuece, aunque una amasa la harina que con los sentidos muele de las
spigas que denantes decíamos que cogía de estas cosas de acá. Que vendrá el
buen año, viento en popa, cuando más seguros estemos, y dé con nosotros en un
puerto tan copioso y abundante que, cesando el bizcocho, que es este conocimiento,
coma pan floreado, que será un altíssimo conocimiento que Dios dará a aquella
alma sancta; que es el segundo modo de conocer, que también denantes tocamos,
cuando por puertas extraordinarias se manifiesta Dios y da a conocer a aquella
sancta alma cosas particulares.
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