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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • LA LLAGA DE AMOR
      • X. FRUTOS DE LA LLAGA
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X. FRUTOS DE LA LLAGA

1.         Hace al alma más atenta

 

            Decíamos, pues, arriba, donde lo dejamos y quedó dicho (para que veamos si Dios diese algo que añedirle, o necesidad de algo, para que quede más claro), que ordinariamente, habiendo Dios venido a un alma por particular modo de unión y héchole algún trampantojo [a] aquella alma, abscondiéndole el gusto y gozo de los bienes que tenía con su presencia, ora sea porque, mudando el vestido de paschua que tenía para la tal alma, mudó en traje de peregrino, que no lo conozca por entonces. Que sus causas tendrá por do hace el disfraz; que una reprehensión, aunque sea de cosa liviana, en boca de el que parece estraño, aunque no lo sea, puede ser más sacudida y más rigurosa, como lo fue la que Cristo dio a los dos discípulos que iban a Emaús, cuando se les apareció en forma de peregrino1. Y más que, como entoncesa está el [186r] corazón más desocupado de las ternuras actuales, que suele tener con la presencia de su esposo, mejor atiende a lo que dicen y enseñan. Como acá un padre, que aunque sea buen letrado, para enseñar a sus hijos, los absenta de sí y los envía a una universidad y entriega a maestro diferente.

 

            Esto propio hace Dios disfrazándose con el alma que él ama: que, siéndole padre amoroso, se dissimula como que se apartase de ella y se finge peregrino para que, pareciendo otro, como a los discípulos que iban a Emaús, les pueda declarar el sentido de la Scritura2. Que si por Esaías dice que al alma la llevará a la soledad y le hablará al corazón él propio3, aquella soledad debe de ser tan grande que aun el maestro que enseña debe de tirar la piedra y esconder la mano, pues vemos que en tantos lugares gusta y quiere llamarse Dios abscondido4; y si alguna vez se siente, es detrás de una pared; y si mira, por resquicios, como dice la esposa: Hen ipse estat post parietem, respiciens per fenestram5.

 

            Hay hombres que, si les queréis ayudar a llevar la carga, os la dejarán toda de flojos. Y así, en nuestras ayudas, se absconde Dios porque no le soltemos la carga y queramos descansar.

2.         Activa el deseo de Dios

 

            Tanbién los del tribu de [Rubén y Gad] en el primer encuentro de la tierra de promissión, que vieron la tierra fértil y abundante con mucha suficiencia para que sus ganados paciesen, no quisieron pasar


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adelante6. Y eso es cierto, que con cualquier asomo que Dios haga en un alma, es tan grande y tan summo bien que ella luego se daríe por pagada, pareciéndole en aquella pequeña manifestación de lo poco que Dios da en comparación de lo mucho que le queda, que le es muy cumplido para enllenar sus deseos, apacentar sus potencias. Y así encubre eso, para que entremos más adentro de esa celestial tierra, donde hallaremos muchos alcances de nuestras pocas fuerzas.

 

             Y así, la discreta esposa no pedíab manifestación para correr, sino olor: Trahe me, pos te curremus in odorem unguentorum tuorum7. Y otra vez pedía un grito: Sonet vox tua8. Porque sabía bien que el alma, asida a este summo bien con gozo y manifestación, allí se paraba, gustaba y refocilaba, paraba y detenía; no digo que estuviese parada de suerte que no mereciese y caminase, pero, como el correr de la esposa lo deseaba por el olor de los ungüentos, la presencia parece que enbarazac.

 

            Yo me daré a entender por este exemplo. Camináisd por un camino pedragoso y con espinar. Por salir de aquel mal camino alargáis el paso y camináis más en una hora que en tres de un camino apacible y ameno; que, absorto de los sentidos en cosas de tanto gusto, [186v] os vais a espacio.

 

            De la propia manera, la esposae para correr pedía el olor de los ungüentos de su esposo. ¿Cuáles son estos ungüentos? Ella lo dice: Tus labios, esposo mío, distilan mirra9. Y en muchas partes le da este título: Fasciculus mirrae dilectus meus michi10. Que era decir: Yo, esposo mío, para correr y alargar el paso, esme de mucha consideración el olor de vuestras amarguras; si vos os me daisf hecho hacecillo de mirra que yo os ponga así entre mis pechos, servir me han de espuela aquesas puntas y espinas que me hagan alargar el paso. Y aun cuando el sposo llamó a la puerta de la esposa y ella estaba en la cama, con sólo darle un aviso y un dispertarla se contentó; que no quiso entrarse con ella, porque la cama más es para gozar que para correr y caminar. Y así, cuando alguna vez Dios se manifiesta con gustos y con regalos es a los principiantes, que como no están hechos a caminar, han menester irse a espacio y por camino que los divierta de los trabajillos que en él se les puede ofrecer. Y así dice David: Prevenisti eum in benediccionibus dulcedinis11; cárgalos Dios poco, como a nuevos, y llévalos por unos caminos floridos donde puedan coger algún bocadillo de los sembrados, que en aquellas riberas de Dios hay tan fértiles, para que con esa ayuda de costa no sientan la carga. Pero a los justos y almas que ya tienen un poquillo de más fuerzas y hechos callos, para que no se paren con el gusto y gozo, les echa Dios bozal para que, ya que güelan la fragancia deste campo lleno, no echen el bocado que les podría servir de estorbo para hacer su jornada.


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            Bien pudiéramos declarar aquello del principio de los Cantares a este propósito, donde la esposa, como principiante en el trato y cosa en que su esposo tiene puesto su gusto, o ignorante, en las primerasg peticiones que le hace una de ellas es que le un beso: Osculetur me osculo oris sui, y aun un abrazo, pues le alaba sus pechos diciendo que son mejor quel vino12. Y como el esposo le debiera de declarar en qué estaba su gusto y su bien sin responder nada a lo del beso ni abrazo, habla la propia esposa y dice: Trahe me, pos te curremus in odorem unguentorum tuorum13; ¡ay, esposo mío! cómo no debe de ser este tiempo tiempo de abrazo y beso, tiempo de gozar, sino tiempo de correr. [187r] Y así ella se responde y, lo que interiormente la convencieron, esteriormente lo habla, como quien dice: El asiros, teneros y no dejaros por este gozar de vos, esposo mío, con beso y abrazo, quédese para cuando nos entremos en la casa de mi madre y de la que me ha engendrado14; ahora, que estamos en este valle de lágrimas, estemos muy contentos con oleros, esposo mío, vuestros preciosos ungüentos, que, por ser de mirra amarga, los tragaremos de presto y con velocidad, cerrando los ojos y abriendo la boca y tragando a priesa, que es lo que hace el enfermo cuando toma la purga; y esto quiere decir cuando dice: correremos.

 

            Y ésta es una de las razones por qué Dios se da disimulado y en vestidura y traje de peregrino al alma que Dios mucho ama. Y este disimularse así el mismo Dios es lo propio que podríamos decir cuando, estando él en casa, por senbrar obscuridad y tinieblas, gózase el alma de su amparo y no de su regalo, porque se hiciese a comer el pan con corteza. Y como las mejillas y labios de la esposa son tan tiernos y delicados, hácensele llagas. Que son las que arriba decimos y tratamos del corazón; que, tiniendo a Dios, por no lo ver y gustar o gozar, da tantas vueltas y carreras que se le hacen vejigas en los pies, que son los afectos. Y estos afectos se hinchan de andar y caminar en buscah de su esposo, que tiene y no ve; y así hinchados, decimos que tienen vejigas. Cuando así andamos otra vez y otra vez con estos afectos así hinchados o avejigados, rómpense las vejigas y hacen llagas; reventaron y llagaron al corazón.

 

            Este corazón así llagado, que por principio y primera ocasión tuvo el olor de los ungüentos de Dios, que fue el conocimiento de su esposo que la hizo correr, pues este corazón, en esta manera sentido, es lo que arriba decimos: que, movido con este sentimiento interior, se va al entendimiento como a atalaya a ver si dende él puede divisar o ver o conocer. Que eso, digo, [es] parte donde pueda salir este corazón a hacer algún robo o asalto, porque, con las ansias que tiene y hambre con que le dejó su esposo, está dispuesto para hacer cualquier presa; y aun si topa a su esposo y no se le descubre su nombre y da a


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conocer claramente, será él el primero a quien robe, que podrá decir: cual [187v] te hallo, así te juzgo.

 

            ¡Oh inmenso Dios mío! Que, porque el alma sea más rica y tenga más a quien robar, te le apareces disimulado y cargado de trabajos; porque, como conoces mientras vive anda al coso, porque no huelgue y siempre tenga ganancias, lo no tuyo lo haces tuyo, que son los trabajos. Porque a ti non accedet adi te malum, nec fragelum non intravit in tabernaculo tuo15, abrázaste con azotes y espinas, y encuéntraste con el alma, que anda al coso y robando para se enriquecer. Porque sabes tú, Señor, que el mundo esconde mucho los trabajos y lo que vende es gusto y regalo, y esta alma no les puede dar un alcance, tú, Señor, te haces corredor y ventero al disimulo y te encuentras con ella, para que te los despoje y lleve. Y con ellos, como quien camina por espinas, alarga el paso y no ve la hora de llegar a lo que desea.

 

            De manera que el entendimiento descubre. La voluntad en él, como en atalaya, hace sus asaltos. Y entramos a una, entendimiento y voluntad, mutuo inter se se adjuvant.

3.         Empleo de la voluntad

 

            Pero, como la enfermedad la hemos espiritualizadoj tanto, y hacemos principio y causa de nuevos enpleos que hace el entendimiento y la voluntad, parece habíamos de haber declarado más este modo de amar la voluntad y conocer el entendimiento.

 

            Lo primero digo que aquella enfermedad del corazón pienso que es como la inquietud que trai la aguja del relox tocada con la piedra imán, que nunca parak, sino que siempre está inquieta y meneándose, y a cualquier parte que la volváis no para sino que se rodea do está el norte. Lo propio hace Dios con su toque a aquel corazón, que así tocado, no cesa ni para, sino cuando vos os inclinéis a cosas de la tierra, si él está de veras tocado, allá se vuelve; y no repara que vos comáis o miréis o habléis cosas necesarias de acá, que él allá se vuelve con su porfía a mirar a su Dios, que es lo que dijo san Agustín: Cor nostrum inquietum est donec veniamus ad te16. Y lo propio es esta llaga, o lo propio hace que hacen las pesas del relox: que, moviendo aquella máquina, un rato no deja reposar las ruedas la mano que señala la hora; si un rato con suavidad y espacio va pasando puntos, otro rato [188r] dispara con furia y golpe, que parece todo lo quiere acabar. Y a esto que nosotros llamamos enfermedad y llaga, san Agustín lo llama amor: Amor meus, pondus meum17; es el peso que todo lo mueve y voltea,


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el que menea la mano de la obra, el que mueve las ruedas de las potencias yl sanctas consideraciones. Y si unas veces menea esta máchina del hombre exterior con espacio y blandura, otras veces parece que le trai a un hombre a puntos de que parece todo quiere acabar.

 

            Finalmente, el corazón es donde están unos divinos hiatos o soplos, que encienden lumbre y de do sale una delicada y celestial niebla que, subida a lo alto del entendimiento, lo deja de suerte que, hiriéndole el sol divino con sus rayos, los vuelva agua, de suertem que el alma, cuando más segura está, halla muchas gotas de ella, como el rocío en el vellocino de Gedeón18.

4.         Empleo del entendimiento

 

            Ahora, pues, si en el corazón está este peso que mueve estas ruedas y esta llaga hecha con el toque de Dios19, que trai a todo el hombre inquieto, veamos cómo entiende y cómo ama.

 

            Digo que el entender es en dos maneras (que creo está ya esto dicho, pero como todo es decir nada, no hacemos sino echarle remiendos, y al cabo todo es remiendo): un modo hay de entender ordinario, que es por los sentidos y puertas ordinarias, como dice el glorioso san Pablo: Per ea que factan sunt, intellecta conspiciuntur20. Que parece en esto da Dios licencia a aquella alma tan amada y querida suya, que allá tiene tan encerrada, que salga acá fuera de su retrete y jaula ordinaria y que, como abeja, coja flores de estas cosas esteriores, que, aunque amargas, la virtud del altíssimo que se le ha comunicado las endulzará de suerte que pueda labrar panar de miel; y que, como jilguerillo, se siente sobre estas cosas visibles, que como tan impuesto e industriado, no por eso dejará el canto, antes, entre las voces que dan todas las criaturas alabando a su Criador, no será la más baja la suya, sino que subirá muchos puntos. Y aunque esas cosas sean las más bajas que Dios tiene en su casa, su buena garganta hará subir de esos profundos su voz, para que se oiga su clamor. Y aunque Ruth [es] noble y principal, por los nuevos mejoros que habíe de tener, quiere Dios que salga de su casa y que coja espigas tras los segadores de Voz en el campo, que trazas son de Dios para nuevos casamientos [188v] con el dueño de la haza21. Asío quiere Dios que esta alma sancta, que así está recogida, de en cuando en cuando salga a mirar esos cielos estrellados, los campos floridos, la variedad de hermosura que hay en la tierra, que el coger esas spigas traza es de Dios para nuevos desposorios que quiere celebrar con esta alma.


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            En tiempo que no llueve y hay grande necesidad, sale la otra pobre viuda a coger serojas al campo, ocasión que fue para encontrar con el profeta de Dios22. De esa manera, en tiempo que a esta dichosa alma allá dentro no le llueve, gusta Dios que salga a coger serojillas, mirando y considerando estas cosas visibles, que en ellas se encontrará el gran profeta que remedie sus necesidades interiores. Y como sacristana discreta y devota, no sólo guste en lo interior de quemar olorosos pebetes y fragrantes inciensos, sino que salga fuera y coja flores, y de ellas unas veces haga ramilletes para el altar interior, otras veces agua de ángeles con que rocíe las sábanas y corporales del altar que allá tiene compuesto para su Dios.

 

            Gusta Dios que esta alma salga, goce, contemple y de las cosas de acá fuera saque sanctas y divinas consideraciones, para que se sepa cómo todo lo criado lo tiene Dios ordenado a summo bien para el alma, y que le sirven de escalones por donde sube y marcha este hombre, que tanto tiene de corpóreo y terrestre. Quiere mostrar en eso que, aunque los malos tienen y poseen estas cosas esteriores, no fue el principal intento ése de Dios, sino recrear al cuerpo cansado del alma sancta, darle mill ayudas para que por mill partes camine a su Dios; y que sepa cuán largo es este buen esposo suyo, pues por paño de pies le tiene dado los campos matizados con tanta variedad de flores; y que vale más esta cama de campo que tiene Dios para los que en él piensan que cuantos brocados y cosas artificiosas hacen los malos para descansar en ellas como en cama de pluma, que tan enplumados los tiene haciendo de esa pluma alas para correr por sus vicios. Quiere Dios que el alma salga de en cuando en cuando acá fuera a pasearse y saberp lo que es suyo y ojear lo que Dios le ha dado.

 

            Pregúntale [189r] la esposa a su esposo que le diga dónde ha de sestear al mediodía. Y dice: Egredere et abi post vestigiaq gregum tuorum, et pasce edos tuos justa tabernacula pastorum23. Esposa mía, si me quieres hallar y conocer, sal acá fuera un rato, pon los ojos en esas huellas, en esos suelos y en esos cielos, que todo es para que lo goces y huelles; apacienta en ellos tus cabritos, que son tus sentidos, cerca de esos tabernáculos de los pastores r, que quiere decir, ahí donde los del mundo tienen hechas sus casas y moradas, y ahí me hallarás. Que estoy tan cerca de los malos que, si ellos quisiesen abrir los ojos y mirar, [verían] cómo eso que gozan no es para hacer tabernáculos y descansar en ello, sino para que en ello hiera la consideración y salte a las cosas que son de más dura. Y pues ellos hacen ahí tabernáculos y paraderos, míralo tú, esposas, con intento de buscar a tu esposo, que ahí lo hallarás como tesoro escondido, como bien ocultado, que todas esas cosas sólo sirven de pañales en quien está Dios envuelto, y de funda que en sí tiene encerrada la altíssima sabiduría de Dios. Este mundo es el jardín de


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afuera donde el alma tiene sus desabahos; es el descanso y alivio del cuerpo.

 

            Y así en estas cosas tiene Dios puesto la una manera y ordinario modo de conocer a este buen Dios; que de este modo es de quien denantes dijimos que era ordinario, porque entra por los sentidos [el] conocimiento, según lo que dice Aristóteles: que "nada está en el entendimiento que primero no esté en los sentidos"24. Y puesto este ramillete de flores en el entendimiento, que entrando por los sentidos las species de las cosas que el entendimiento agente ha abstraído y las representa en el entendimiento posible, éste las digiere y masca y da al alma25; que, como, por la cesación del altíssimo conocimiento que de ordinario tenía, ha quedado inquieta, hale parecido al entendimiento entretenerla, como la madre al niño que llora, por no darle el pecho, con juguetes, dijes y azabaches.

 

            Lo propio hace el entendimiento: que, como así ve inquieta al alma porque le falta la leche que de ordinario le daba Dios communicándole grandes cosas al entendimiento, este entendimientot determina [189v] de coger unos dijes y azabaches (que así son todas las cosas de acá) con los sentidos y allá dentro, con hilos de buenas consideraciones, ensartarlos y ofrecérselos al alma, con que se entretenga. Que a buena hambre, como dicen, no hay pan malo; y pues esta alma sancta está tan hambrienta de Dios, no le sabrá mal apacentarse en lo visible, que ello la llevará a lo invisible. Y si para aderezar los condutos por do Dios comunicaba el agua de su alta sabiduría la ha detenido o quitado, no es malo coger con qué untar siquiera los labios de los charquillos de la tierra. Que quien camina por alta mar no siempre ha de comer pan fresco; entremeter tiene bizcocho, que es pan dos veces cocido. Y así digo yo que es el conocimiento que hacemos de las cosas de acá, que por eso ponemos en el entendimiento dos officios, dándole dos nombres, que es entendimiento agente y posible: que dos veces cuece, aunque una amasa la harina que con los sentidos muele de las spigas que denantes decíamos que cogía de estas cosas de acá. Que vendrá el buen año, viento en popa, cuando más seguros estemos, y con nosotros en un puerto tan copioso y abundante que, cesando el bizcocho, que es este conocimiento, coma pan floreado, que será un altíssimo conocimiento que Dios dará a aquella alma sancta; que es el segundo modo de conocer, que también denantes tocamos, cuando por puertas extraordinarias se manifiesta Dios y da a conocer a aquella sancta alma cosas particulares.




1 Cf. Lc 24,15-18.



a  ms. estonces



2 Cf. Lc 24,27.



3 Cf. Os 2,14.



4 Cf. Is 45,15.



5 Cant 2,9.



6 Cf. Núm 32,1-5.



b ms. pedida



7 Cant 1,3.



8 Cant 2,14.



c  ra sobre lín.



d ms. caminanis



e  ms. esposo



9 Cf. Cant 5,13.



10           Cant 1,12.



f  sigue vuestro tach.



11 Sal 20,4.



g  sigue vi tach.



12           Cant 1,1.



13           Cant 1,3.



14           Cf. Cant 3,4.



h  ms. buscada



i   ms. at



15           Cf. Sal 90,10.



j  ms. espritualizado corr.



k sigue hasta que llega a señalar la tach.



16           Confess., I, 1,1 (CCL 27,1): "Tu excitas, [Domine], ut laudare te delectet, quia fecisti nos ad te et inquietum est cor nostrum, donec requiescat in te".



17 Confess., XIII, 9,10 (CCL 27,246): "Pondus meum amor meus; eo feror, quocumque feror".



l   potencias y sobre lín.



m de suerte sobre lín.



18           Cf. Jue 6,37-38.



19           Cf. S. JUAN DE LA CRUZ, Llama de amor viva, can.2,1-7, donde explica cómo y por qué el Espíritu Santo, "cauterio suave", deja al alma "llagada de amor".



n  sigue suntur tach.



20           Rom 1,20.



21           Cf. Rut 2,2ss.



o ms. hasí



22           Cf. 1 Re 17,10.



p be sobre lín.



q sigue pedu tach.



23           Cant 1,7.



r  sigue síl. tach.



s  sobre lín.



24           "Nihil est in intellectu quod non sit prius in sensu" (Post. Anal., II, 20; Metaph., I, 1).



25 Teoría gnoseológica aristotélico-tomista. El intellectus agens abstrae del objeto sensible la imagen del ser y de ella informa al intellectus possibilis, que extrae de la imagen la especie impresa, el verdadero conocimiento. Cf. STO. TOMÁS, Sum. Th., 1 q.84 y 85.



t  sigue la quere entre tach.






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