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San Juan Bautista de la Concepción Obras IV – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
Cómo, por ser la vida espiritual en el hombre tan débil y flaca, debe guardarse mucho y perseverar en la virtud
1. Al principio de la exhortación pasada propusimos dos cosas, para no parecer pesados en la continuidad de nuestras pláticas, tratando en todas ellas de la perseverancia que debe un religioso tener en el bien comenzado. La primera fue dejar como principio cierto a el officio y estado del religioso ser el más alto de los tres que hay en esta nuestra Iglesia militante y que, perseverando en él, persevera en summa perfección y sanctidad. También se ha de presuponer que aquí no tratamos de los que sólo son religiosos en el nombre, en el hábito y parecer, pareciéndoles que cumplen con el officio y estado estando siempre detrás de unas paredes, porque b, si en eso estuviera solamente, mejor lo fuera un palo a quien le pusiéramos un hábito, pues ése se estuviera más quedo y encerrado, más modesto y compuesto. No tratamos ni presuponemos, cuando pedimos perseverancia, sino de aquellos que son verdaderos religiosos en el spíritu, verdad y obra; de aquellos que, no sólo lo son en el hábito exterior, sino en el interior de la gracia que reciben de Dios; no en la clausura solamente de tapias, sino en la celda y recogimiento que tienen en su interior. Los cuales, perseverando siempre en el bien que enpezaron, muy sin sentir y sin pensar se ven cada día muy aprovechados y adelantados en la virtud.
Obras completas de San Juan Bautista de la Concepción
Exhortaciones a la perseverancia
2. Lo segundo que presuponíamos era la flaqueza de parte nuestra, la cual con cualquier descuido, intermisión o paradero desdice mucho de su principio y son grandes los daños que le vienen, causa por qué [50v] con tantas veras le pedimos persevere y no se descuide en la virtud comenzada. Bien pienso no tenía este principio necesidad de probarlo, pues todos los que tratan de virtud saben y conocen cuán dificultoso es el reparo del daño pasado y que, por bueno que sea el remiendo que se echa a una ropa, en fin es remiendo y valiera más no haberse roto; y, por bueno que sea el reparo de una pieza quebrada, en fin es soldura. Y la mejor que se hace en el hombre virtuoso que quebró el hilo de su vida sancta, es la que de los tales el mundo dice, que para él no lo soldarán en los días de su vida. No porque el peccado no tenga reparo, absit, que lo tiene muy grande y maravilloso de parte de Dios y tanto que, mediante esas quiebras, hace Dios que campee su misericordia y realza para con los hombres su bondad; y suele Su Majestad soldar con plata de gracia la quebradura del hierro o bronce, metal más bajo. Lo que decimos aquí, tratando de las pausas que suelen hacer los perezosos en el camino de la virtud, descuidos y caídas en el vicio, es que de parte suya ese mal no se puede soldar ni de parte de Dios dejar de haber sido quiebra, pues ya fueron culpas pasadas, para c quien dice el Philósopho que no hay potencia 1.
3. Lo que queremos decir de esta soldura y reparo [es] que fuera mejor de parte nuestra no haber ofendido a Dios que no, después de le haber ofendido, buscar reparos tan dificultosos que no cuestan menos que el valor y costa de la sangre derramada de Cristo. Bueno es que nos cure buen médico, pero mejor es no estar malo. Bueno es que haya jabón y agua que lave y blanquee la ropa, pero mejor fuera no tener necesidad de lavarse. Buena es una posta para el que se descuidó en el camino, pero mejor fuera no quedarse atrasado, particularmente cuando esos remedios y reparos no están en nuestra mano, sino en la ajena. Que, por no merecerlos y por los secretos juicios de Dios, quien quizá piensa soldar su quebradura se quedará hecha cascos en la calle. Y, si no, pregunto yo ¿cuántos vasos de vidrio se quiebran que no se reparan, sino que allá van al muladar? Porque, aunque es verdad que estas piezas sanas valen para el servicio del amo, pero quebradas aun los pedazos no consentís caigan en el suelo, no se corte alguien con ellos, y los echáis al tejado. Grande es el valor de un alma en gracia y amistad de Dios y, apartada de ella, es nada y para nada vale, sino para mal y tropezón, para echarla donde no parezca.
4. Al sarmiento cortado de la [51r] vid d compara Cristo a esta alma e, que, cortado de allí, no vale sino para el fuego 2. Verdad es que está a voluntad del amo tornarlo a plantar y cultivar, que prenda, nazca y torne a dar fructo, pero ¡qué necio fuera el sarmiento que, estando asido en su cepa, preso, florido, verde, con fructo, quisiese que el viñadero le echase la podadera, con decir: tornarme han a plantar! Sabiendo que lo cierto es que para nada vale salido de allí, sino para el fuego. ¿Qué hombre hay que desperdicie su hacienda con decir: yo la gané y yo ganaré otra; yo vine rico de las Indias y tornaré allá? Al que eso dijera tuviéramoslo por loco y sin juicio f, porque acá decimos: Buena se está la g hacienda en casa. Tiene el otro el gavilán en la mano, enseñado a que se vaya a caza y vuelva a la mano y, con todo eso, no le quita vez las pigüelas y echa a volar que no lo suelte con grande miedo de si volverá o no volverá.
5. Oh Dios de mis entrañas, ¿hasta adónde ha de llegar la locura de los hombres, su engaño y poco saber? ¿Cómo, hermanos, es posible que haya hombre que use de razón, desperdicie, pierda y arroje los bienes espirituales, los tesoros de la gracia, no hacienda suya sino de Cristo ganada a derramar sangre, hacienda que, una vez perdida, no está en mi mano tornarla a granjear, aunque pase mill mares? Quoniam, si voluisses sacrificium, dedissem, dice David 3. Si fueran bastantes mill sacrificios, Señor, para aplacarte una vez enojado, yo bien te los diera, en nada reparara. Pero no es esto lo que te agrada, sólo el sacrificio de tu bendito Hijo puesto en la cruz. Ese es el que quieres, el suficiente y el que todo lo repara. Pues, si esto es así, ¿quién quiere lo ya ganado perderlo ni trocarlo por cosas tan livianas como son muchas ocasiones que nos detienen en la virtud?
6. Quién ve una máchina tan grande como la de una nave rompiendo las aguas con tanta furia que parece, si topara un monte, lo rompiera a trueco de pasar adelante. Y, con todo eso, no hay dormir los marineros, porque una poquita de arena que alcance en el suelo la detiene y abre, hace pedazos y queda para siempre perdida y sus amos en el hospital. Buen viaje, hermanos míos, buen viaje, grande es la máchina y armonía de un alma en gracia y amistad de Dios, que parece, cuando lleva buen viento del Spíritu Sancto, romperá dificultades aunque sean como montes. Y es de su parte tan flaca que no hay vidrio que con tanta facilidad se quiebre ni granada que tan presto el sol la abra como el hombre [51v] tornar atrás y perder lo servido. Pues vemos que, como nave en la mar de este mundo, en aterrando un poco en convirtiéndose a las criaturas de acá abajo y dejándose llevar de su hermosura, ya todo fue a hondo, ya las riquezas se perdieron y su dueño h quedó en el hospital desechado de todos los sanctos.
7. No sé cómo hay en el mundo quien ofenda a Dios y no tenga miedo de si volverá o no volverá a la mano donde salió. Bien sería considerar que no hay bestia tan bestia, ni gavilán tan encarnizado en la caza como el hombre aficionado a la bajeza de las criaturas. Quien es tan flaco y tan miserable bien es que persevere en la virtud comenzada, que no se descuide y vuelva atrás, que mire por sí y abra el ojo, y aquel a quien Dios le dio buen lugar que no lo pierda.
8. En el mundo no hay cosa tan flaca como la naturaleza humana en lo natural, pues de su fragilidad e inconstancia i tratando los sanctos han buscado las cosas más instantáneas, de poco ser y estabilidad que hay en el mundo para pintarla en ellas y para darle aviso al hombre j que mire por sí y procure guardar cosa tan flaca, de tantos contrastes y peligros como tiene en el mundo. De donde nace, para conservar la vida k y guardar la salud, usar los hombres de tantos y tan exquisitos remedios, unos que conservan y otros que preservan. De aquí nace el cuidado en el vestir, la solicitud en el regalo de comer y beber bueno, y muchas veces guardarse de los aires, vivir en buenas tierras, tener buenos médicos y otras cosas, que fuera nunca acabar quererlas resumir. Todo es lícito y bueno, porque es buena la salud y la vida para enplearla en servicio de nuestro Señor y de suyo es tan flaca y quebradiza que tiene necesidad de todos esos cuidados.
9. ¿Quién supiera, hermanos míos, ahora saber decir y encarecer nuestra miseria y flaqueza spiritual, cuán flaca y quebradiza quedó la salud y vida del alma después del peccado, para que por ahí sacáramos el cuidado que debíamos tener de ella y procurar, cuando Dios nos la da, no perderla? Fácil será decirlo en pocas palabras. Digo que es verdad que la vida humana y la salud corporal l es flaca como la flor del campo 4 y como el retrato e imagen del paramento, que es sombra, tela de haraña y semejante a otras cosas flacas y débiles. Pero la salud y vida espiritual la tengo por cosa más flaca y más débil en el hombre inconsiderado m, incostante y peccador. Y, si no, díganme ¿qué hombre hay que tanto desestime su vida que se dé de puñaladas y mate, si no está loco? ¿Quién, sabiendo claramente que pierde la salud, no huye de las ocasiones? ¿Quién plantó una yerbezuela en su jardín que, en naciendo, madrugue a pisarla? ¿Quién con desprecio quiere que le pisen la sombra? Pues digan, hermanos, ¿cuántos hay en el mundo [52r] que, viendo que con un solo peccado mortal pierden la vida de la gracia, ofenden a Dios y aman los peligros donde a la clara saben que han de perecer? ¡Oh vida pobre y desestimada, que, siendo flor suavíssima de que tanto gusta Dios tenerla en sus jardines n apacibles de las religiones, con poca consideración es pisada y ahogada; que, siendo no sombra sino o retrato e imagen del mismo Dios, así seas deshecha y despreciada! Que estimasen en tanto la sombra de san Pedro 5, que, por sólo darles salud del cuerpo, habíe grandes porfías y solicitud para gozarla, ¡y que estime yo en tan poco no la sombra sino la verdad, no el retrato muerto sino vivo de Dios, que, estando en mi alma por gracia p, me acarrea mil bienes! ¡Que yo sea causa de perderla, huiga y me aparte de ella! ¿Qué más se puede decir de nuestra flaqueza spiritual?
10. Digo q más r, nadie se muere por decir que se quiere morir, o está enfermo por decir que lo quiere estar s. Porque, aunque es verdad que se dice que la imaginación hace el caso, es decir, que ayuda en algunas ocasiones —y eso es muy poco lo que ella puede obrar o nada t—, no porque uno imagine que es negro deja de ser blanco ni porque quiera ser grande o pequeño trueca su estatura. Pues el querer del hombre en lo spiritual u tiene toda esta fuerza en materia de mal: sólo por querer se hace enemigo de Dios y, siendo por gracia más blanco que la nieve, se vuelve por sus torcidas imaginaciones más negro que el carbón. Lean el capítulo 4 de los Trenos de Jeremías 6, y verán los males que hace la culpa, el apartarse de Dios y querer entregarse a sus gustos. Nitidiores lacte, candidiores Nazarei eius nive, rubicundiores ebore antiquo, sapphiro pulchriores. Denigrata v est super carbones facies eorum, et non sunt cogniti in plateis. Quien era más blanco que la nieve, más puro que la leche, más resplandeciente que el saphiro, vino a quedar más feo y negro que el carbón, y tal que en medio de las plazas no se conocía aunque lo mirasen al rostro. Estraordinario estrago el que una culpa hace y un querer torcido del hombre. Que en lo natural, descubriendo uno la cara, es fácil conocerlo en los rincones que se esconda, pero que un hombre, por solo su querer se vuelva tan feo y negro que en medio de las plazas, aunque le miréis la cara, lo veréis tan trocado que lo desconoceréis. Quien tan a poca cosa tanto mal se hace, grande es su miseria y flaqueza, bien es que miremos por él y lo guardemos, busquemos remedios para conservar vida que tanto vale y con tanto riesgo w corre.
11. Si el convaleciente x por no caer y usa báculo y por engordar come muchas veces, siendo la virtud en nosotros tan flaca, ¿por qué no hemos de buscar remedios para no caer, para no volver atrás? ¿Por qué una y muchas veces no hemos de persuadir al hombre que espiritualmente coma y se arrope y vista de Jesucristo, que vaya adelante, persevere y no vuelva atrás?
12. [52v] ¿Qué hortelano, pregúntolo, hay que se canse de regar sus arbolillos para que lleven fructa, ni se contente con haberlos regado en abril z para dejarlos secos en verano? Y ¿quién deja de reparar su casa vieja ogaño porque antaño hizo su deber? Y ¿quién deja de sembrar este otoño porque cogió el año pasado? No hay holgar ni descansar mientras dura la vida del hombre. Es un árbor plantado en la tierra seca del mundo, un riego y otro tiene necesidad. Es casa vieja que cada momento desdice de sus fundamentos y ha menester reparo. Gasta y consume mill cosechas buenas que por ella vengan. Oportet orare et nunquam deficere 7; no hay hora ni momento para descansar en esta vida. Aunque haya alcanzado la que Adán tuvo en el paraíso, ahí es necesario estar ocupado y trabajar para perseverar en la gracia. Dénosla Dios para que siempre le sirvamos, etc.