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San Juan Bautista de la Concepción Obras IV – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
Trata cómo no sólo por gustos y consuelos spirituales hemos de seguir a Cristo, sino que también debemos perseverar como fuertes en medio de los desconsuelos y tribulaciones
1. Bien es verdad, mis charíssimos hermanos, que el prevenirnos Dios con bendiciones de dulcedumbre es causa para llegar al fin, donde al justo se le pone corona de piedras preciosas 1. Que de todo eso tiene necesidad la flaqueza humana: que, como a niños, nos engañe Dios a lo divino con los mendrugos y pedazos de pan que se le cain de su mesa. Que éstos fueron los que a la cananea llevaron con tanta porfía tras Cristo para alcanzar lo que pretendía 2: el saber que la misericordia de Dios es tan grande, que no hay perro tan perro en su casa que, si se llega debajo de la mesa, no goce de algunos relieves que le hagan perseverar y asistir en el pedirlos.
2. Siempre he hallado dificultad y mill razones por qué Cristo, en el convite que hizo en el desierto, después de harta aquella gente que le seguía, mandó coger los mendrugos que sobraban a sus discípulos 3, que parece quien habíe sido tan largo en el repartir no habíe de ser tan corto en el coger la mesa aprovechando las sobras. Demás de otras muchas razones que en otros lugares hemos dicho, no es ésta la menor que ahora diremos. El evangelista dice 4 que estos que le seguían era causa de su secuela las muchas señales que en Cristo veían: Quia videbant signa quae faciebat, etc. Pues, viéndolos Dios interesados y amigos de premios, los cuales eran causa de que se fuesen tras él, dales de comer; y como madre amorosa que, después de haber dado a su hijo el almuerzo, para que no se vaya y aparte mucho de ella le muestra la merienda guardada en la manga o en el arremango para que torne y acuda por ella. Bendita sea tal bondad como la de Cristo, que da de comer con tanta abundancia a los que le siguen, que los harta hasta que no quieran más. Y como les conoce su flaqueza, hace coger las sobras y mendrugos y que los guarden, como quien les muestra y guarda la merienda para que tornen por ella. En el mismo Cristo se quedaba el mismo poder de hacer otros millares de milagros [56r] tan grandes y mayores, pero ese poder infinito no es visible a a los ojos de los hombres, sobrepuja todo sentido. Pues déseles señales visibles de lo que puede y quiere en bien del hombre, para que el hombre no se olvide de seguirlo y perseverar.
3. Que es lo que David dice 5: Inclinavi cor meum ad faciendas justificationes tuas, in aeternum, propter retributionem. Parece aquel in aeternum lo podemos entender del inclinarse David al cumplimiento de la ley de Dios y a la retribución, de suerte que haga estos dos sentidos: Porque tienes, Señor, buena paga que dar al hombre, se inclina a servirte y guardar tu ley con perseverancia para siempre. Y también en este sentido: Porque tienes paga in aeternum, para siempre, el hombre persevera para siempre en la guarda de tu ley. Porque tienes, Señor, siempre qué dar al hombre, siempre lo tendrás junto a ti. Porque siempre te queda con qué le regalar, porque, si le das almuerzo en sus principios, güele y sabe que te queda merienda y cena en sus fines. ¡Oh buen Dios, y qué verdad tiene esto, y cómo el que se llega a ti, si algo le das de que guste, en eso propio descubre otros muy mayores gustos en lo que le queda por gustar! Siempre, por mucho que suba, descubre un plus ultra donde le queda que subir.
4. Jamás consiente Dios que el que le ama en él halle cabo de lo que desea amar. Esa es la razón por qué hizo Dios el deseo del hombre tan grande y tan insaciable, de suerte que, por mucho que tenga de Dios, tenga más que desear, porque tiene más que le dar, de lo cual siempre le da mayor y mayor conocimiento para que siempre esté codiciando lo que le falta. Esto es lo que Cristo dice por san Juan 6: Nemo venit ad me nisi Pater traxerit eum. Sobre aquella palabra traxerit dice san Agustín 7, explicando cómo es esta fuerza que hace Dios para llevarnos a sí, lo explica de la oveja que lleva el pastor b forzada con el ramillo verde que le enseña. Desta misma suerte nos fuerza y obliga Dios a la perseverancia con mostrarnos lo que no poseemos, que son algunos gustos, bienes e intereses espirituales. Porque, si es verdad que los que vivían en las partes bajas del Nilo les obligaba a subir el agua arriba y a las partes altas el haber echado c Joseph por las vertientes del río alguna paja, en señal de que arriba en Egipto quedaba el trigo 8, ¿qué hará el conocimiento que Dios da a los justos del bien que en sí tiene encerrado [56v] para premiarlos con eternas remuneraciones? Si un ángel o inteligencia que mueve un cielo tiene tanta virtud que tras el movimiento de aquel cielo se lleve los demás 9, ¿cuál será la virtud de d Cristo, que es verdadero Dios?
5. Ay, mis hermanos, no sé cómo no nos lleva tras sí, según lo que el mismo Cristo dice 10: que, cuando fuese levantado en la cruz, todas las cosas las habíe de llevar a sí. Notable cosa que la virtud de un ángel aplicada a un cielo lleve en pos de sí tantos cielos, y aun los e cometas f que nacen y se forman en el aire siguen ese propio movimiento, ¿qué será la causa, mis hermanos, que camine Cristo con pasos tan acelerados, padeciendo por el hombre tantas infamias y afrentas, y el hombre se esté quedo sin animarse a padecer por Dios una mínima cosa? Debe de ser la causa porque, así como los cielos caminan todos tras el primero porque están todos ellos continuos o conexos g y como eslabonados, trabados y asidos h, de suerte que se pueden comunicar su virtud, de donde vemos que la tierra y las piedras que están destrabadas de esa armonía quedas están y paradas. ¡Cómo me temo, hermanos, que el religioso que está parado y detenido, debe de estar desasido y destrabado de Cristo, de suerte que, por estar apartado, no goza de esta divina virtud que le da fuerzas, ánimo y brío para caminar tras su divina Majestad! Que los que están asidos y pegados con este summo bien por gracia y charidad, allá van los discípulos donde va el maestro y los miembros donde va la cabeza.
6. Pero, si el hombre es tierra por sus afectos y aficiones terrenales, y piedra por su dureza y obstinación, ¿cómo ha de caminar i tras el cielo, que es Cristo? Si el primer hombre, como dice san Pablo 11, es tierra y el segundo es cielo —Primus homo de terra, terrenus; secundus de caelo, caelestis—, ¿cómo se ha de trabar la tierra con el cielo, el hombre carnal con Cristo, que es la misma limpieza? Aristóteles 12 dice que actus activorum sunt in passo bene disposito, y los agentes se han de aplicar a sus pasos para que en ellos obren j. Y un enplasto, para que haga provecho, hase de poner en k la llaga. Y el trigo no nacerá si se siembra en la troje o en el tejado. Lleguémonos a Dios, como dice David 13: Accedite ad eum, et illuminamini; [57r] llegaos a Dios y seréis alumbrados. Que quitemos el estorbo del peccado en quien lo hubiere y pasará la virtud de Cristo, que por nuestra culpa está detenida. Que abramos la voluntad y entrará la luz. Que es lo que dijo san Pablo: Adimpleo ea quae desunt passionum l Christi in carne mea 14. Llano es que nada le faltó a la pasión de Cristo de su parte. De la mía faltó los estorbos que pone mi carne para no me aprovechar de esa pasión. Pues ésos quito, dice san Pablo, para que, aplicada la pasión, yo consiga el bien que por ella se me ofrece.
7. De aquí inferimos que del no perseverar en la virtud y caminar tras Cristo es la causa el no haber gustado m de Cristo, el no haber considerado sus misterios y secretos, el no haber comido sus migajas y tirado sus gajes. Esta es la razón por qué san Pablo, Ad Colossenses 3, les persuade: Ea quae sursum sunt sapite, ubi Christus est in dextera Dei sedens, non quae super terram 15. Gustá de Dios, dejad las cosas de la tierra. La culebra no tiene pies ni alas, arrastrando anda sobre la tierra, porque su sustento y comida es sólo tierra, pero el hombre, cuyo sustento spiritual es Dios, una muy mínima parte es la que tiene sobre la tierra, que son los pies, levantado todo el cuerpo en alto, inhiesta la cabeza. No es como las aves, que la tienen inclinada y caída abajo, ni como las bestias, que andan tendidos en cuatro pies, sino inhiesto y derecho como quien aguarda del cielo, como dice David, su socorro: Levavi oculos meos in montes, unde veniet auxilium michi. Auxilium meum a Domino, qui fecit caelum et terram 16. ¿A qué tiempo lo llamó «Señor que hizo el cielo y la tierra»? Cuando le dijo que era Señor de donde le venía su socorro. Como quien dice: es el Señor que remedia mis necesidades, y de ellas hizo estanque en el cielo. Allí tiene todo aquello n que el hombre ha menester. Hizo el cielo como trojes y alholíes, donde puso mi sustento y regalo. Hizo la o tierra de promisión que lleva leche y miel (Exodi 3) p, para que gustándola no nos cansemos de andar ni nos paremos en el desierto de este mundo 17.
8. Verdad es, mis hermanos, que el gustar de Dios y el regalarnos con sus migajas nos pone codicia para lo buscar y no nos cansar para lo amar, y no nos hartar, sino que siempre quedemos con más y más hambre. Pero también digo que no ha de ser causa alguna sequedad o desamparo interior que sintamos para dar de mano a lo comenzado. Las florecillas del campo y las yerbezuelas de las güertas son las que se secan el día que no las riegan o el cielo llueve, pero los árbores grandes y los cedros altos del monte Líbano bien se conservan y pasan q sin sentir falta de ese regalo ordinario. Y aun también vemos que la fruta que llevan r los árbores de sequío es mejor y más sabrosa que la que sazona a puros riegos o madura a pulgaradas. [57v] Muy tierna y delicada es el alma que se marchita y seca en la virtud porque en la oración y ejercicios de virtud no siente consuelos y gustos spirituales, y que, como a niño, lo ha Dios de estar entretiniendo con el pecho en la boca donde esté chupando, para que no llore y se menoscabe; y como gusano de seda metido en el calor del pecho, para que viva; y como golondrinilla, que sólo en la bonanza de la primavera habita en nuestra tierra. No ha de ser así el siervo de Dios. En todo tiempo ha de estar asido y pegado a Dios, per ignominiam et bonam famam 18, en las cosas prósperas y adversas, como ciertos y verdaderos amigos, cuando Dios me riñe y castiga, cuando me honra y me regala.
9. Como dice David, psalmo 62: In terra deserta, invia et inaquosa, sic in sancto apparui tibi, ut viderem virtutem et gloriam tuam 19; no ceso, Señor, de te buscar en las madrugadas por verme afligido y desconsolado, alcanzado de cuenta y perseguido, peregrinando por estos desiertos y tierra, donde apenas se halla una jarra de agua. Peregrino soy —como si dijera s— en el desierto de este mundo, donde las fuentes de los verdaderos consuelos están secas, pero, con todo eso, todo mi estudio es cómo tengo de estar ante tu divina presencia, contemplando virtutem tuam et gloriam tuam, la grandeza de t tu poder y majestad de tu gloria. Peregrino en el cuerpo en este mundo y u presente con el spíritu en el otro v. Pero no me espanto, que ha dicho en el verso anterior: Sitivit in te anima mea 20; que era grande la sed que tenía de Dios. Y el que tiene sed de una cosa, en cualquier tiempo y ocasión la busca. El que no tanto busca a Dios como sus gustos, donde no hay gustos no se busca a Dios, pero el que no busca gustos sino a Dios, donde se siente falta de Dios allí se busca séase donde se fuere.
10. De aquí es que, cuando un alma se ve afligida y desconsolada, seca y con algún desamparo, como entonces siente mayor falta del bien que desea, ahí es donde más lo desea y más lo busca. Y adviértanlo que eso quiere decir: Quam multipliciter [tibi] caro mea!, que dice David en el mismo verso 21. Mi alma, Señor, te desea y mi carne de muchas maneras. Quiere decir: si el desearte, Señor, y buscarte nace de trabajos, aflicciones y necesidades, como son tantas las que esta carne siente, tantas cuantas necesidades y aflicciones tiene tantas son las razones que tiene para te desear y buscar. Para que creciesen los árbores y las yerbas, primero dice la Scritura que hizo Dios ut appareret terra arida 22. Es certíssimo que quien hace crecer la paciencia y fructificar la oración es la sequedad que en ella muchas veces se tiene. Más fácilmente se pierde [58r] el trigo por aguazado w y ahogado en agua que por enjuto x y seco. Porque el natural del hombre más es inclinado a trabajos y a padecer en este mundo que no a gozar. Así lo dice Job 23: Homo ad laborem, sicut avis ad volandum. Así más debe de perseverar en el bien por el camino de los trabajos que por el camino de los gustos; por el camino que le es más natural, que es el padecer, que por el camino que no le es propio y usado. Por aquél es fácil acertar porque ya se sabe y por éste es fácil el errar porque se ignora.
11. Verdad es que David dice: Viam mandatorum tuorum cucurri, cum dilatasti cor meum 24. Ensanchaste mi corazón, alegrástelo, enllenástelo de dulcedumbre, y luego me determiné a correr por el camino de tus mandamientos, aceleré y alargué el paso. Pero también digo que eso es de muy principiantes y de aquellos que enpiezan a conocer a Dios, los cuales, engolosinados con el nuevo gusto de las cosas que en Su Majestad se les da a conocer, se disponen a lo servir con nuevo brío. Así lo dice el propio David, psalmo 64: Visitasti terram, et inebriasti eam; multiplicasti locupletare eam, flumen Dei repletum est aquis, parasti cibum illorum; quoniam ita est praeparatio eius 25. Y adviértanse todas las palabras de este verso. Y miren lo que luego dice: Quoniam ita est praeparatio eius. Con tales bienes y riquezas prepara Dios a un alma para que le siga y sirva.
12. Orígenes 26, Eusebio Cesariense 27 y Eutimio 28 entienden estos versos a la letra de la fertilidad y abundancia que dio Dios a la tierra de Judea, vueltos de Babilonia los hijos de Israel, ordenándolo así su providencia para que con la libertad y abundancia de las cosas viviesen muy consolados y reparasen algo de la miseria pasada. San Agustín 29, Genebrardo 30 y otros 31 dicen que esta abundancia y fertilidad se ha de entender del tiempo del evangelio, que con la predicación dél vinieron al mundo innumerables bienes y riquezas spirituales, con que disponía y preparaba Dios a los nuevos creyentes para que le amasen y buscasen, según aquello de Esaías: In illa die —id est, en tiempo de Cristo— stillabunt montes dulcedinem, et colles fluent lac et mel 32. Pero también digo que esto, que en general se dice de toda la Iglesia, se verifica de cada una de las almas en particular, que el Señor por su misericordia se digna de llevarlas a sí. Visitasti terram. Lo primero las visita con su gracia y con dones y gustos spirituales las fertiliza y enbriaga: et inebriasti eam. Multiplica sus merecimientos y las enriquece de virtudes: multiplicasti locupletare eam. No las riega con agua de pie y gustos de la tierra, que por ser tan bajos los justos los pisan con los pies, sino con agua de arriba, de los cielos, que ése es el río de Dios: flumen Dei repletum est aquis y, para que se entienda que estos bienes no los tiene un alma por naturaleza, sino por gracia y misericordia. Parasti cibum illorum, [58v] quoniam ita est praeparatio eius 33. Guísales y aderézales la comida, porque así tiene de costumbre preparar y disponer un alma. Traslada Flaminio 34: quoniam ita praeparas eam; porque así la dispones para que dé fructo.
13. ¿Qué es la gracia y qué son los gustos spirituales sino una lluvia del cielo que z prepara el alma y la dispone para que dé fructo de buenas obras? Rivos eius inebrians, multiplica genimina eius 35. Allí rivos entiende un grave doctor lo propio que sulcos 36, que son los güecos, sendas o caminos que en la haza hace el arado. Pues enllena, Señor, de agua y lluvia esos sulcos para que se multipliquen los sembrados. Esto, pues, hace en un alma la gracia y gustos sobrenaturales que enllenan todos sus a vacíos y retretes, y los sulcos que en ella hizo el arado de la cruz de Cristo y los desconsuelos que dejaron las culpas y defectos pasados, para que con tal riego crezcan las virtudes que aquel gran padre de familias ha sembrado en ella y dé ciento por uno. Corra, Señor mío —como si dijera—, esa tu gracia y consolación por los sulcos de esta alma, enllene y riegue los sentidos interiores y exteriores. Y todos ellos sepan y conozcan quién tú eres para que con veras te amen y sirvan.
14. Adviertan, pues, a nuestro propósito las palabras que luego dice: In stillicidiis eius laetabitur germinans 37. En el griego está 38: Pluviis terrae, id est, in terram cadentibus, laetantur germina et herbae. Con las goticas de lluvia que cain de lo alto se alegran las plantas nuevas. Dice san Agustín 39: Cuando las yerbezuelas enpezaren a crecer, se alegrarán con las gotas menudas que caen del cielo. Y porque no sea mío lo que yo de aquí quiero sacar al propósito que he ido hablando, de las almas que dejando las cosas bajas corren tras Dios regaladas con favores y gustos spirituales, dice este glorioso sancto en estas palabras dichas: El regalo con que Dios trata las almas tiernas en la virtud, recién salidas del mundo y transplantadas en su casa, que no les da manjar sólido como a los hijos crecidos, sino leche y miel como a niños, gotitas de la lluvia del cielo con las cuales —dice— se alegrarán las nuevas plantas 40. Laetabitur germinans; que es grande el alegría y consuelo que suele sentir un alma cuando nuevamente es convertida a Dios. Stillabo tibi [in] vinum et in ebrietatem, et erit super quem stillabitur populus iste, dice Dios por Micheas 41, capítulo 2; yo distilaré sobre ti un vino, que beberlo y enebriarte todo sea uno. San Jerónimo dice 42 que, en comparación del río que riega y alegra la ciudad de Dios 43, se llaman gotas distiladas los consuelos y b regalos que da Dios a los suyos en esta vida. [59r] Pero, aunque son gotas distiladas, son poderosas para enbriagar un alma y sacarla de sí.
15. Dice san Agustín 44: No piense nadie que, porque estos favores se llaman goticas de lluvia, son de virtud tan pequeña como su nombre, que una sola gota del río de Dios es mayor que todo el océano y c basta para apagar en el alma el deseo del mundo. Que es lo que la esposa dice en los Cantares, capítulo primo: Meliora sunt ubera tua vino, fragantia unguentis optimis 45; más vale una gota de leche de tus pechos y más enbriaga que todos los vinos y preciosos ungüentos. Oleum effusum nomen tuum; ideo adolescentulae dilexerunt te nimis 46. Sólo atendiendo, Señor, al olor de tu nombre, cuando no pasáramos más adelante es tanta suavidad y dulzura que hace y causa en las doncellas tiernas y nuevas que te amen mucho. Dice un grave doctor: Bien parecen, Señor, doncellitas tiernas, pues por el olor y la fragrancia, por el gusto y consuelo te amaron. ¡Qué mucho que uno ame a Dios cuando Su Majestad se derrama en un alma como ungüento oloroso! Viam mandatorum tuorum cucurri, cum dilatasti cor meum 47. Que deja de andar David y corre cuando Dios le dilata y consuela el corazón.
16. Pero ese modo de hacer Dios correr y alargar el paso y de llevar tras sí, es de doncellas y principiantes, como divinamente notó san Bernardo 48 en el buen recebimiento que el padre de familias hizo al hijo pródigo cuando volvió a su casa 49, que le mató aquel becerro gordo, le puso estola rica, hubo música d y hizo otras cortesías, de que no gozaba ni habíe gozado el hijo mayor que tenía en casa. A la entrada es cuando suenan las músicas, fiestas y saraos. Cuando Mateo se convierte, se celebra y hace la fiesta y se goza del convite 50. Cuando la sabia y prudente mujer halla la dracma perdida, convoca a las vecinas para que le hagan fiestas 51. Todo esto es en los principios y cuando un alma está tierna en la virtud, cuando Dios le hace estos bienes y festeja sus entradas. Que después es cuando se come el pan con corteza; y cuando ya uno aprovechado, es cuando le trata Dios como fuerte. Y cuando más afligido y desconsolado, es cuando Su Majestad estima el cornadillo que se le ofrece, más que las fiestas y ofrendas grandes de vacas y becerros que en los principios e y en tiempo de abundancia le ofrecen.
17. No es de esencia de la medicina que ha de sanar tener buen sabor, antes suele ser al contrario, desabrida y de mal gusto. Cuando te vieres —dice san Bernardo 52— desamparado y yermo de la alegría interior y privado de estos relieves del cielo, has de hacer cuenta que se han dormido las guardas que te velaban, que se han caído [59v] los muros que te defendían, por lo cual toda la esperanza de salud está en las armas, pues ya no te ha de defender el muro, sino la spada f y la destreza en pelear. Entre los más fuertes del mundo, tiene la palma David, porque en tiempo de nieve mató un león —Ipse percussit leonem in media cisterna in diebus nivis (2 Regum 23, número 20) 53—; porque, como dicen los naturales, en el invierno y en tiempo de nieve es el león más fuerte y más cruel, y porque las manos del que le ha de matar con el frío y con la nieve están g encogidas y ateridas y apenas pueden empuñar la espada. Aprendamos de aquí, mis hermanos, si queremos ser contados entre los fuertes capitanes y nobles reyes, como lo fue David, aprendamos a pelear fuertemente contra el demonio en tiempo de nieve. Cuando nos faltan los consuelos y gustos spirituales, entonces es cuando él más se enbrabece, pareciéndole tiene más entrada por aquellos desconsuelos. Entonces es cuando Dios estima la victoria y el hecho varonil, cuando cesaren los ardores y movimientos primeros que un alma tenía con las fiestas de las nuevas bodas; cuando se encogen las manos con el frío de la tribulación y adversidad y digamos con un sancto Job puesto en un muladar, desposeído de todos sus bienes, afligido de satanás: Etiam si occiderit me, in ipso sperabo 54; et si in profundum inferni demersus fuero, inde me liberabit 55. Cortad, Señor, el hilo de mis ganancias y riquezas, de mis haberes y gustos. Desnudadme de todos los consuelos, que yo no me desnudaré ni cortaré el hilo a mi confianza, que bien sé que me podéis librar de una profundidad de males. ¡Oh qué grande ofrenda en tiempo de grande pobreza!
18. Esto, pues, parece lo propio que la esposa dice: Adolescentulae dilexerunt te nimis 56; las doncellas te amaron mucho por el olor de tu nombre derramado. Ellas, por el regalo del h bálsamo derramado y de su grande olor y suavidad, pero yo, entre las cruces, entre los trabajos y muertes, te tengo de amar y buscar. Las doncelluelas buscan tus dones; yo no busco sino a ti. Ellas, porque hallan en ti su deleite, te quieren a ti. Yo no quiero principalmente tus dones, sino a ti; a ti, digo, Señor mío, desnudo y a solas y puesto en una cruz.
19. Y que esto quiera decir la esposa i, en las palabras que luego se siguen se verá. En acabando de decir: Adolescentulae dilexerunt te, luego dice: Trahe me post te 57. Ellas lo amaron porque su nombre era aceite derramado, [60r] pero yo, Señor, os ruego que me llevéis en pos de vos. Pues pregunto yo, como dice que las doncellitas le amaron por el nombre dulce que tenía, como aceite oloroso, ¿por qué no dice que también ella le amó, sino que, parece, pide ella otro modo de amar? El cual lo encierra en estas palabras: Trahe me, post te curremus j, etc. Digo que, parece, en estas palabras k descubrió la esposa el misterio de la cruz, de quien dice Cristo por san Juan: Ego si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad me ipsum 58, mostrando la fuerza de su pasión para los escogidos, que, puesto en una cruz, despojado de todo consuelo, pobre y desnudo, habíe de hacer tanta fuerza en los scogidos l aquel derramar sangre, que, sin ver otros premios, gustos o dulcedumbres, habíen de irse tras él, como forzados y agradecidos a tales obras. Pues esto parece que dice aquí la esposa: Verdad es, Señor, que las doncellitas te aman porque tienes un nombre como el bálsamo oloroso cuando se derrama, pero advierte que, en fin, son niñas tiernas y nuevas en el amar, pero lo que yo ahora te ruego [es] que el amor en mí sea tan fino que lo que me llevare en pos de ti sea tu cruz, tu pasión y tus azotes. Que bien sé yo de tu liberalidad, que, cuando me tengas, ahí descubrirás en los fines el olor de tus ungüentos, tras que correremos. Que ya entonces los premios y gustos ya se dan por paga y no por golosina para animar nuestra flaqueza.
20. Esto es lo propio que la misma esposa dice en el capítulo [1]: Fasciculus myrrhae dilectus meus michi; inter ubera mea commorabitur 59; mi sposo hecho hacecillo de mirra pondrélo yo en medio de mis pechos. Por los pechos son entendidos los gustos y contentos. Pues decir que entre ellos la esposa ha de poner a su esposo, hecho hacecillo de mirra, no es otra cosa sino decir que sus gustos y contentos, su leche suave y entretenimiento es su esposo en medio de sus amarguras. Ahí tengo mis entretenimientos y consuelos.
21. Aprendamos de aquí, mis hermanos, y saquemos cómo no ha de ser causa, para m cortar el hilo de nuestra perseverancia y hacernos detenidos en la virtud, el ver corta Dios los n gustos y consuelos que en los principios nos daba, sino que, desnudos y afligidos —como decíamos de Job—, esperemos en él, le amemos y sirvamos, no como doncellas tiernas que sólo por el olor de los ungüentos hacen grandes obras, sino, como [60v] almas desposadas con Cristo en la cruz, en la cruz le amemos y en la cruz le sigamos. Que, si estos gustos nos los esconde, no es para nos los negar, sino para nos los tornar más copiosos en los fines, cuando, habiéndonos probado en el desierto y soledad del desconsuelo, nos premie con gustos y gozos eternos. Lo cual no es pequeño consuelo para quien, después de haber pasado en los principios los prados amenos de los entretenimientos [y] placeres que con Dios gozaba, se ve en un monte espinoso solo y, al parecer, sin ayuda de costa, el considerar que todo ese esconder la lluvia primera que no es sino por un rato y que luego ha de venir en turbión y en copiosas vertientes.
22. Mandaba Dios en el Levítico 23 que las fiestas solenes que se celebrasen en su pueblo que fuesen con octava, y que la fiesta y solenidad fuese igual con el primer día y el día octavo, en el primero y el postrero, y los seis de en medio como de entre semana y trabajo 60. ¡Oh sancto Dios mío, y qué verdad tiene esto!, que en los principios haces fiestas a quien te sigue y sirve, como queda dicho, y en el día postrero de tu eternidad o, día que durará para siempre jamás; y los días de en medio son como de entre semana. Qué fiesta se hace a la conversión de Mateo 61 y a la oveja perdida y hallada 62 y qué fiesta es la que en el día postrero corresponde a la fiesta de ese primer día, eso no se puede decir, ni tampoco los trabajos que los sanctos pasaron en los días de en medio, las persecuciones, cárceles, azotes y trabajos de los sanctos. A san Pablo le llevan a hacer fiesta en su conversión al tercer cielo 63 y luego enpiezan los días de en medio, del trabajo: angustiados, afligidos supra modum 64, que no se podía encarecer, ni tampoco se podrá encarecer la fiesta del día octavo, de que ahora goza en la bienaventuranza.
23. ¿Quién con esto, mis hermanos, no se anima?: de que, si nuestra vida es perfecta, como lo es el círculo —que donde enpieza acaba—, acabarán nuestros trabajos donde enpezaron nuestros primeros gustos, que fueron en Dios. Seas tú, Dios mío, mill veces bendito, que por todas partes nos quieres coger con premios, para que por ninguna nos escapemos. Unos nos das y pones en los principios y con otros nos aguardas en los fines. Los unos fueron como enprestados para nos animar, como a flacos, y los otros serán eternos, como a fuertes que siempre perseveraron en la virtud, los cuales nos dé Dios por su misericordia. Etc.