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San Juan Bautista de la Concepción
Obras IV – S. Juan B. de la C.

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EXHORTACION 24

Trata cómo la perseverancia de que aquí se dice a no sólo ha de ser en el pensar y contemplar, sino en el obrar y ejercitar nuestra voluntad en obras grandes

1. Parece que el capítulo y exhortación pasada nos ha dado ocasión de hacer otra descendiendo a cosas particulares, que parece, habiendo sido las demás exhortaciones acerca de materia común, nos salimos algo de aquel intento. No importa, que será Dios servido nos tornemos a nuestro propósito. También reparo en esto porque, escribiendo estos capítulos y exhortaciones, deben quedar de suerte que con facilidad muchos se aprovechen de ellas y con facilidad las puedan aplicar a sus particulares pensamientos. Será Dios servido que el que scribiéremos en esta exhortación se trate y diga con palabras que a todos y en muchas ocasiones les venga a pelo. Lo que yo decir, mis hermanos, que, según la vida que en nuestra sagrada Religión se profesa, bien a propósito hablaremos, siendo Dios servido. Acordémonos de lo que hemos dicho en la conversación y plática pasada, de la necesidad de las obras, con quien han de ir acompañados nuestros sanctos y buenos pensamientos, en que tantas horas del día nos ocupamos. Y eso propio es lo que ahora hemos de confirmar y llevar adelante, que, por no ser tan pesado, no lo tratamos y dijimos en la ocasión pasada.

2. Deseo, mis hermanos, ninguno de los que train nuestro sancto hábito padezca o tenga algún engaño, propio o del demonio instigado. El cual, cuando no en todo puede apartar y despegar un alma de Dios, procura que la parte que por sí sola no vale se quede en elevación o consideración y la que da a ésa el ser y el valor quede deshecha y anulada. Quiero decir que es muy ordinario padecer muchos que son tenidos por siervos de Dios un engaño en la imaginación y entendimiento, que les defrauda el fructo y provecho que pudieran tener si aquellos pensamientos e imaginaciones fueran acompañadas con el ejercicio y obras de la voluntad. Bien veo yo hay muchos libros scritos b de esto y que es cosa que cada día se trata en capítulos y fuera de ellos, pero siento que del todo no se acaban de desengañar muchos, que parece están quietos y seguros y caminan adelante, siendo la verdad que están parados, o por mejor decir, vuelven atrás, pues eso es no ir adelante. Quiera Dios darme gracia para lo saber tratar, que por conclusión pondremos el asir lo dicho con lo que queda scrito en esotros capítulos.

3. Digo, pues, mis hermanos, que el hombre es tan inclinado a saber y entender y tan lerdo en el obrar, que pequeña ocasión le basta para c querer y pensar entiende mucho, y muy grandes aguijones para le desaferrar la voluntad de las cosas bajas a que está pegada y que un paso adelante. El entendimiento es como el águila u otro pájaro: que, con un ojearlo se levanta y vuela por esos altos; y la voluntad es como el pulpo u otros pescados: que tiene mill bocas de afectos desordenados a que se pega y ase en lo profundo [82r] de sus gustos y entretenimiento, extendiendo como otro pez las alas y cola de su amar y querer por las vertientes de las cosas transitorias. Y así, siéndole tan fácil al entendimiento el volar, que, con un ojearlo o mostrarle la caza remontada, basta para que se levante, la voluntad, como otro pulpo o pescado, ha menester un palo con mill ganchos que la desasga y cuerda de hierro con cebo y anzuelo que la saque. No es mal exemplo el que se nos ofrece en Adán, a quien, con sólo decirles el demonio: Eritis sicut dii, scientes bonum et malum, se levantaron a querer dar tan alto vuelo que quisieron ser en el saber y entender como Dios 1. Extraña cosa que, puniéndoles d el demonio el señuelo tan remontado, que estaban tan lejos de verle como lo está la cortedad de los ojos humanos de ver a Dios, y sólo el silbo o voz del demonio, como lo suele ser el del cazador para que el halcón se abata al suelo, ése fue bastante para que Adán, que estaba en la tierra, se quisiese levantar hasta el cielo.

4. Y siendo tan fáciles en el querer saber y entender, fueron tan lerdos y pesados en el querer y obrar, que, habiéndoles Dios puesto precepto para ello, según aquello que la Scritura dice: Tulit ergo Dominus Deus hominem et posuit illum in paradiso e voluptatis, ut operaretur et custodiret illum; praecepitque ei dicens: Ex omni ligno paradisi comede; ex ligno scientiae boni et mali ne comedas 2. Hartas cosas habíe en estas palabras que ayudan al pensamiento que decimos. Pues vemos que al entendimiento, para que no se desmande, le ponen pigüelas y le cercenan las alas, diciendo: De ligno scientiae boni et mali ne comedas; y a la voluntad, para que ame y obre, le ponen precepto y la aficionan con tantas cosas que donde la ponen le llaman paradisum voluptatis, paraíso de deleites. Esto me parece a mí debe hacer temblar a un religioso y hacerle llegar con mucho recato a la contemplación, y a la obra con grande osadía; al conocimiento con temor y a la obra con amor; al entendimiento darle las licencias muy contadas y limitadas, y a la voluntad darle cuerda harta, porque en el camino de la perfección el entendimiento puede tener demasía y la voluntad no puede llegar, el entendimiento puede conocer más de lo que le conviene y la voluntad no puede amar cuanto debe. Debe de ser la razón porque, como Dios es fuego, según lo que su propheta dice: Deus ignis est 3, el entendimiento, por ser de pluma, si mucho se llega, chamúscase, pero la voluntad, por ser el amor, que es fuego, quien la alimenta, cuanto más se llega a Dios, más se inflama f, fortifica, fecunda y crece.

5. Esto presupuesto, digo que al religioso que trata de oración le importa mucho poner siempre los ojos y la mira en las obras de la voluntad, en el rendimiento interior y en la ejecución de todos sus pensamientos y deseos, no sea negocio que, por padecer suspensiones del entendimiento, tengamos suspensa la voluntad, entretenida con solas cosas pinctadas y aparentes, siendo la verdad que se está ociosa, holgando y aun entera en sus secretas aficiones. Poco le serviría al pintor que copia una imagen [82v] sólo el mirarla y atender a sus partes y perfecciones, si no tuviese el pincel en la mano haciendo sus traslados con vivas colores. Lo que veo es que el mirar pasa y el trasladar y copiar queda. Quiero decir que el religioso que se ocupó sola una hora en contemplar las perfecciones de Dios sin tener el pincel en la mano haciendo una verdadera imitación de Cristo en su persona, que se le pasaría pasada la hora. Pero el que con verdad hubiese trasladado en su querer y voluntad el deseo de hacer por Cristo lo que él hizo por nosotros, a ése quedaríale el retrato y dibujo.

6. Estos dibujos, para que de ellos conozcamos su verdad, son en dos maneras: unos son spirituales, puros y secretos, y otros son corporales y visibles. Los primeros son más dificultosos de conocer respecto de que el que ora y contempla podría pensar dibuja y pincta en la voluntad y fuese sólo azotar el aire y ser, como dicen, golpes en vago. Porque muchas veces en esas cosas abstraídas de las obras exteriores y corporales suele la voluntad hurtar el cuerpo al entendimiento y dejarle pintar y dibujar en el aire. Digámoslo más claro. Podría la voluntad fingir un querer y retrato de voluntad, como [Mikal] hizo con David cuando de trapos viejos hizo una musaraña que fuese retrato de David, siendo la verdad que David había huido, lo cual no se echó de ver hasta que las manos llegaron a palpar 4. Y aun Jacob disimuló con su g padre sus manos blandas, puniéndoles unos pellejos ásperos encima, con que salió con lo que pretendía 5. De esa misma suerte la voluntad, cuando el entendimiento contempla, puede fingir un querer de cumplimiento, de trapos viejos y unas manos disimuladas y ajenas para la obra, que, venido a la verdad, no hallemos en ella sino una ficción, imaginación y cumplimiento, un haber oído y escuchado, un sí que no lo decía por tanto h. Lo cual es un grandíssimo engaño, si Dios no le hiciese merced a la persona de descubrirle lo que es con la experiencia de las obras verdaderas, que son las que descubren y manifiestan la verdad. Porque estos tales suelen estar mucho tiempo engañados, pensando son sanctos y buenos y que nada habría, por dificultoso que fuese, que ellos no lo hiciesen y obrasen. Estando estas voluntades i como mujeres que engañan a sus maridos con la barriga que hace el bazo, preñadas del aire, pues jamás se les llega la hora y el día en que han de hacer algo que les sea de inportancia.

7. Ahora, pues, para ver si estos dibujos secretos que uno hace en la voluntad son verdaderos, es necesario poner los ojos en los segundos que llamamos exteriores y corporales. Así como el que pincta suele apartarse de la pinctura para ver cómo salen y asientan las colores, particularmente si pintó de noche, que no ve la hora j venga el día para ver cómo parece. De esa misma suerte el que contempla [83r] en lo obscuro y ascondido de su corazón, debe algunos ratos apartarse k de esos ejercicios, que más son del entendimiento, hacerse algo afuera y mirar cómo lo que se ha rezado y contemplado este año ha asentado en la voluntad, cómo en ella salen los colores encarnados del amor de Dios, los blancos de la pureza, los verdes de la speranza en la confianza que debe tener en Dios, los amarillos del temor y miedo de la muerte, por quien ya no se hará cosa mala. Hacernos afuera para mirarnos a nosotros propios, no nos engañe, cuando estamos cerca, algún amor o afición desordenada, y dende allí mirar las sombras y lejos de nuestro retrato e imagen que en nosotros pinctamos: los lejos que sacamos de la oración que debemos tener de nosotros propios y de todas las cosas de la tierra, la sombra por que tenemos y estimamos todo lo que no es Dios.

8. Digámoslo más claro. Debemos muchas veces dejar el coro, donde el entendimiento se apacienta entre rosas y flores 6, y entrarnos en una cocina o enfermería a servir a nuestros hermanos, para que veamos cuán aprovechada está nuestra voluntad y cuán rendida a las cosas dificultosas. ¡Oh Dios Sancto, y si de veras abrieses los ojos a quien desea acertar!, y cómo está doctrina a nadie se le haríe dificultosa, porque, aunque digo que se aparte del coro y de la oración, no se aparta, que bien sabe Dios para sus siervos hacer de la cocina coro y, al que parece se aparta de él l, más juntarse con él.

9. Digo, pues, mis hermanos, que es muy fácil con el pensamiento caminar y muy dificultoso llevar tras él a buen paso la voluntad. Las unas cosas son pinctadas, las otras son vivas, que fácil es traer los ojos por un mapamundi y considerar en un momento a toda Spaña; qué dificultosa cosa sería darle vuelta corporal. Así como no duele entrar la mano en el fuego pinctado y quemaría acercándose al verdadero. Estas obras exteriores son las que prueban y las que descubren la verdad y fineza de nuestros pensamientos, el rendimiento interior, el aprovechamiento secreto. Digan lo que quisieren, ¡qué gran cosa es ver a un religioso humilde en las obras y cosas de honra que se le ofrece, rendido a la obediencia, sufrido en las injurias! Que lo que acá dicen que Dios come corazones es verdad. Pero también lo es que ése es más dicho de los del mundo, que nos quieren engañar con las obras que fingen tener interiormente, siendo cañas güeras y vacías de toda verdad y obra m.

10. Bien veo que en las obras y actos interiores está el merecer o desmerecer, pero, como esos actos muchas veces se deben de quedar en solo potencias, [83v] inposibilitadas de reducirse a actos exteriores y verdaderos por la flaqueza que en sí tienen, son de ningún provecho, como lo es la potencia que jamás se reduce a acto. Y también, como queda dicho, siendo esos tan sutiles secretos y espirituales y yo tan corto en el conocer y entender la verdad de ellos, podría con facilidad ser engañado, como lo son muchas mujeres feas que se tienen por hermosas y muchos hombres que de lagañas se enamoran; y yo estar enamorado, como otro Narciso, de mí propio, no habiendo en mí ni de mi parte cosa buena de que me aficionar. Y así es acertado sacar acá fuera lo que secreto decimos en el corazón, hacemos o haríamos. Veamos n si esta nuestra voluntad, cuando la carguen, si descubre malicia, como el muleto cerril cuando le echan el yugo, o si arremete a quien le manda, como toro cuando le echan y tiran la garrocha, o si ladra como perro cuando le cocan. Porque, fuera de ahí, ni el muleto en el prado paciendo ni el toro en la vacada ni el perro detrás de los tizones se puede saber lo que es, ni yo conocer esta mi voluntad hasta que la veo cargada con preceptos y agarrochada con persecuciones e injurias y o incitada con murmuraciones. Aquí es donde las obras quedan calificadas y ciertas, conocidas y verdaderas.

11. Esta es la razón por qué el esposo dijo a su esposa: Pone me ut signaculum super cor tuum, ut signaculum super brachium tuum 7. El sello ha de andar en el corazón y sobre el brazo, sobre los deseos y pensamientos y sobre las obras y ejercicios sanctos; y en entramas a dos cosas ha de ser nuestra perseverancia de toda la vida. Por esto dije al principio tratábamos y descendíamos a cosas particulares, porque, aunque es verdad en todas esotras exhortaciones hemos tratado de cuánto nos importa el perseverar en lo que hemos enpezado, ahora parece decimos en qué ha de ser esta perseverancia, que no nos hemos de contentar con decir que ya rezamos y oramos siempre, después que venimos a la Religión, tiniendo dos o tres horas de oración cada día, sino que ha de ser la misma perseverancia en el bien obrar, sufrir y padecer por amor de Dios.

12. La confirmación de lo que hemos dicho en este capítulo nos es fácil. Entre las perfecciones que la esposa cuenta de su esposo, una es que tenía manos torneadas y llenas de jacintos 8. El decir que eran torneadas nos descubre cuán universal era su esposo en el bien obrar, pues tenía manos torneadas, que tornaban y volvían a mill diferencias de obras y ejercicios sanctos. Que no tenía las manos como los hombres, que son de cuadrado, que do sientan [84r] no saben levantarse, de suerte que, si a un hombre le encomendamos un officio, no sabe apartarse de él y hacer otro; y si a un religioso le decís que vaya al coro, no le habéis de mandar otra cosa, porque no sabrá levantar la mano de lo uno para aplicarla a lo otro. Pero el esposo dice la esposa que tiene manos torneadas, que saben de todo y a todas las obras con facilidad vuelven, que ruedan y vuelven a hacer todo aquello que el hombre tiene necesidad para su salvación.

13. Oh Dios sancto, ¿qué debiste hacer por el hombre que no lo hicieses? ¿En qué hallaste dificultad, quien ninguna tuvo para morir por él? En fin, Señor mío, tienes manos torneadas, que, haciendo altíssimas obras con facilidad, si era necesario, rodabas por debajo de los pies de tus apóstoles 9, salías de Judea, ibas a Galilea y tornabas, porque a todas las cosas te hallabas bien. Pero ¿qué diré de mí, Dios mío, que en el obrar cualquier cosa, por fácil que sea, la hallo tan llena de estorbos e inconvenientes que jamás parece me acabo de aplicar a ella, y si una hago, no yo quién de ésa me sacará para tomar otra entre manos? ¡Oh miseria humana, y qué corta eres y qué presto te hartas o te ahogas! Que parece eres como la ballena, de quien dicen que, después que se tragó al propheta Jonás 10, no puede tragar sino una pequeña sardina. Después que te quisiste tragar la grandeza de Dios en el paraíso envuelto en una pobre manzana 11, has quedado tan corta en el querer que te veo ahogada con un grano de mijo o de mostaza, de suerte que, si te ocupas en un acto de humildad o charidad, ya revientas. Tienes los preñados de los montes y los partos de los ratones. Y aun por eso dijo el propheta Esaías p, tratando de las grandezas de Dios hombre, en el capítulo 35: Confortate manus dissolutas 12. Parece que se avergonzaba el propheta de que, en presencia de Dios hombre, que habíe de tener manos para tanta grandeza de q obras, el hombre tuviese manos tan deshechas y apocadas. Y así dice: Confortate r manus dissolutas; manos deshechas, confortaos; manos flacas, fortaleceos para cosas grandes.

14. Lo segundo que dice tenían estas manos del esposo, era estar llenas de jacintos. El jacinto es una piedra preciosa de valor y estima y de color del cielo. Pues decirnos que s las manos tenía llenas de jacintos, no fue otra cosa sino decirnos que el cielo está en las manos y en las obras, porque, aunque es verdad que nos ha dicho de los ojos de su esposo que son de paloma, no parece que en ellos puso más que el mirar el cielo, como la paloma, que siempre que con el pico toma el granillo de trigo levanta los ojos al cielo. Pero en las manos parece lo puso, pues las vido llenas de jacintos, dándonos a entender que el entendimiento mira al cielo y la voluntad, [84v] que son las manos, si es cual debe, tiene cielo t y está llena de cielo. Que es un muy lindo desengaño para los que piensan que, por tener muy lindos discursos y alto conocimiento, ya están en el cielo. En verdad que, si en las manos no están los jacintos, que se queda muy lejos de ir allá. Quiero decir que, si las manos no están llenas u de obras, y no cualesquiera sino obras celestiales y divinas, se quedará muy lejos de entrar en el cielo.

15. Dice más, que v estas manos tenían muchos jacintos, en que se nos descubre la perseverancia del bien obrar. Que no se ha de contentar un w religioso con una virtud o una obra, sino muchas, unas tras otras x. También noto aquí que, puesto caso que las piedras preciosas que se train en las manos siempre andan engastadas en oro y en plata y puestas en anillos, ¿qué es la causa por qué aquí la esposa no hace mención de los anillos sino de las piedras y de los jacintos? Respondo que, cuando las piedras se ponen en los anillos, más se train por hermosura y bizarría que por otra cosa; y que el hombre las obras que hiciere de valor de cielo, ayudado con la divina gracia, no las ha de hacer y por bien parecer y por honrar y apoyar su persona, sino por ser rico para con Dios. Y el esposo no traía z estas piedras para de ellas tomar hermosura y valor, pues de él lo tienen todas las criaturas, sino por sólo agradar a su Padre y enriquecer al hombre.

16. Digo lo segundo que el traer estas piedras sueltas y sin anillos fue porque las traía para darlas al hombre. La piedra engastámosla en anillo y entrámoslo en el dedo, de suerte que dejamos la piedra en el anillo como en cárcel y metida en el dedo como en guarda para no perderla. Pero las obras que Cristo hacía, significadas por estos jacintos, eran obras públicas descubiertas para darlas al hombre, por quien venía a morir, sin tener Su Majestad necesidad de las tales obras por ser Dios sin peccado. Pero nosotros hemos de hacer nuestras obras como jacintos y piedras puestas y metidas en anillo, guardadas, escondidas, presas y asidas en el corazón, por la necesidad que tenemos a.

17. Digo lo tercero que la piedra que es muy grande no se puede poner en anillo, sino que es necesario esté suelta, porque tan grande puede ser que no haya en qué engastarla. De esa misma suerte las obras de Cristo fueron de tanto valor y precio que mill mundos que hubiera no las agotaran ni menoscabaran, ni toda la malicia de los hombres será bastante a encubrirlas. Digamos acá a un hombre que le haga una funda a todo el cielo o que los cielos los ponga por piedra de un anillo. Luego [85r] quedaría imposibilitado para imaginarlo b siquiera el pensamiento. Pues ¿quién no lo estará de pensar que la grandeza de las obras de Dios se habíen de poder asir en anillo que fuese cosa mayor que ellas? Por eso dice que traía las manos llenas de jacintos c, porque d nuestras obras sean muy grandes, que no quepan en las cosas de la tierra, que sólo se les pueda dar por funda el mismo cielo.

18. Digo lo cuarto que el anillo es como eslabón de cadena y su principio lo tuvo en los presos que se daban en fiado e, que los enviaban con un eslabón o grillo de los que tenían en la cárcel, en señal de que eran presos y tornarían a la cárcel. Y como Cristo sus obras fueron todas ellas libres et oblatus est quia ipse voluit 13, por eso los jacintos f de sus manos no tienen anillos. Porque, si se hace hombre, nace entre los hombres y padece infinidad de trabajos, ignominias y afrentas, es porque quiere, que nadie le obligó ni pudo obligar a que hiciese por el hombre lo que hizo. Sacando nosotros de aquí la libertad y querer que hemos de tener en el servir a tan buen Señor, de suerte que nuestras obras no vayan presas y captivas de respectos humanos, presas o captivas de los pequeños intereses que les pueden corresponder acá en esta vida; no obras captivas del temor de las penas del infierno, como las que hace el sclavo porque no lo castiguen, sino obras de hijos y de amigos de Dios, porque no se precia Dios de tener en su casa gente forzada de galera que por fuerza y a palos obre. Así dice por san [Lucas]: Si quis vult venire post me 14; a los que quieren, quiere, y a los que con amor le sirven, ama.

19. Abreviemos todo esto que hemos dicho, hermanos, para traerlo muy en el pensamiento, para que sepamos en qué ha de estar nuestra perseverancia para alcanzar el cielo. Lo primero, en los pensamientos acompañados con una voluntad muy rendida. Y ésta ha de ser conocida con la ejecución de las obras que desea, advirtiendo que la parte principal de todo nuestro bien está más g en el obrar que no en el pensar, así como el sposo tenía en las manos los jacintos, por quien era significado el cielo. Y que estas obras no han de ser por el bien parecer o agradar a los hombres, sino por sólo hacer la voluntad de Dios. Y que estas obras han de ser muchas y libres, tapadas acá fuera y descubiertas adentro para Dios, que es el que premia y paga a los que en este camino perseveran. Dénos Dios su gracia para que en todo le acertemos a amar y servir.

[85v]




a se dice sobre lín., en lín. se trata tach.



bms. scrito



csigue pensar tach.



1Gén 3,5ss.



dsigue Dios tach.



ems. paradisum



2Gén 2,15-17.



3Cf. Deut 4,24: «Dominus Deus tuus ignis consumens est».



fsigue derrite tach.



4Cf. 1 Sam 19,13-17.



gcorr. de sus, sigue p tach.



5Cf. Gén 27,16ss.



hsigue porque llega tach.



i estas voluntades sobre lín., en lín. prena tach.



jsigue salga el tach.



kms. partarse



6Reminiscencia de Cant 4,5.



l de él sobre lín.



mcorr. de obras



nms. aveamos



oms. ni



7Cant 8,6.



8Cf. Cant 5,14.



9Alusión a Jn 13,1ss.



10Cf. Jon 2.



11Cf. Gén 3,6.



psigue co tach.



12Is 35,3.



qsigue hombre tach.



rcorr.



ssigue en tach.



ttiene cielo sobre lín.



usigue de buenas tach.



vsigue tenía tach.



wsigue hombre tach.



xsigue otra tach.



ysigue solo tach.



zsigue el tach.



ams. temos



bsobre lín.



csigue dándonos a entender tach.



d por sobre lín.



ecorr. de fiados



13Is 53,7.



fsigue no tach.



14Lc 9,23.



gsobre lín.






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