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San Juan Bautista de la Concepción
Obras IV – S. Juan B. de la C.

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EXHORTACION 29

De dos maneras de obras en que el hombre debe perseverar y cómo jamás ha de a olvidar las exteriores, de cuyo exemplo se aprovechan los hombres y agrada mucho Dios

1. La perseverancia en las buenas obras exteriores entre los siervos de Dios no sólo es de grande consideración para conservar y perpetuar los bienes interiores que allá dentro el alma tiene y produce, sirviendo las mortificaciones y penitencias exteriores de spinas y abrojos que guardan las rosas y flores olorosas que Cristo tiene en el jardín del alma, pero son de grande provecho y aun necesarias para el trato común de nuestros hermanos, con quien estamos unidos con un vínculo de amor y charidad; y ésta no es posible comunicarse si no es por obras exteriores. Que, en fin, el hombre no ve ni conoce el corazón de su hermano por fuente scondida y secreta si no es por el agua [97r] que de sí derrama.

2. A Esaías le mandó Dios que tomase un libro grande y en él scribiese de la manera que escriben los hombres: Sume tibi librum grandem, et scribe in illo stylo hominis 1. Y aunque es verdad que en otras ocasiones a diferentes propósitos tengo traído este lugar, al que tenemos entre manos viene bien a pelo. Y para esto quiero que notemos —para que de una vez digamos todo lo que el lugar nos descubre— que lo que le mandan scribir sólo fueron dos palabras: festina, praedare 2. Festina y date priesa. Esto es lo que le mandan scribir de la manera que scriben los hombres. Pues, siendo el libro grande, mucho quedaríe en blanco. Digo que eso era fuerza y sin duda lo que se habíe de scribir en lo demás del libro habíe de ser con otro stilo, pues estas dos palabras solamente le mandan: scribir al uso y modo que scriben los hombres.

3. Digo más: que, significando por este libro grande el corazón anchuroso del hombre, que todo lo cabe en él, hay unas obras que se deben hacer como las que hacen los hombres y conocen y ven los hombres. Obras que, hechas al modo humano aunque ayudados a lo divino, los hombres las leen y conocen y, como en libro, toman lición para hacer lo propio. Y en la demás anchura del corazón que queda en blanco no le dicen que scriba con tal modo ni lo que ha de scribir b, porque lo dejan para que en él scriba como escriben los ángeles y al modo como obran los seraphines, de suerte que ahí no le ponen tasa en la scritura sino le dejan en sus manos el libro en blanco. En lo que ha de scribir como los hombres le ponen tasa, que son dos palabras, dándonos a entender que en estas obras exteriores que hacemos, con que somos obligados al buen exemplo, hay y ha de haber tasa. Nos la pone el propheta con estas dos palabras: festina, praedare. Pero, en las obras y actos interiores, ninguna tasa ha de haber, sino que, como en campo grande, haga el hombre grandes cosas, tenga grandes deseos, alta oración y contemplación fervorosa.

4. Dice más: que las c palabras, por quien eran significadas las obras exteriores que se habíen de hacer al estilo y modo con que los hombres hacen y obran, significaban festinación y presteza, dándonos a entender la priesa y cuidado con que hemos de vivir entre los hijos de los hombres para que nuestras obras sean quien deben. Acá vemos que el agua detenida, por mucha que sea, el invierno se hiela; y la de las fuentes y ríos, particularmente la que lleva ímpetu y corriente y vapor debajo de tierra d, no se hiela ni cuaja. Hay tantas ocasiones acá de fuera que, si el hombre no trabaja y obra con presteza, [97v] levantará la mano para hacer el golpe y se quedará con solo el amago y como con la mano helada. De suerte que, siendo nuestras obras exteriores pocas por no dar en extremo, si no fuesen prestas, se helarían y no serían de valor. Por eso al propheta le dicen que lo que hubiere de scribir stylo hominis sea festina, praedare. Las obras interiores, como gozan más del calor y fuego del corazón y del que Dios enciende con su gracia, no quieren esa priesa, pues para la oración antes pedimos reposo y sosiego, que, como son obras e en que hemos de perseverar, es necesario paso que dure.

5. Esta es la razón, como otras muchas veces hemos dicho a otro propósito, [por qué] aquellos animales que vido Eccechiel 3 tenían debajo de las alas manos de hombre (Eccechi 1) f, dándonos a entender que, tiniendo un religioso alas de ángel con que volar en la oración y contemplación, jamás le han de faltar esas manos de hombre debajo de esas alas para el obrar y trabajar como los demás hombres. Que, en fin, aquellos animales en tiempo habíen de batir las alas cuando oyesen la voz en el firmamento: Nam cum fieret vox super firmamentum quod erat super caput eorum, stabant, et submittebant alas suas 4. Y para entonces eran buenas las manos. ¿Qué mejor ave y de mayor vuelo que un san Pablo, quién ocupado en más alta oración y contemplación, quién más y mejor officio de ángel en su predicación? Y, con todo eso, dice que tenía trabajo de manos 5.

6. Y aun por eso nuestra regla sancta manda que nullus sit sine proprio officio 6. Y es cierto va hablando del officio de manos por llamar officio propio de cada uno, porque el de la oración es officio común para todos y porque luego dice: Quod si laborare potuerit et noluerit, locum deserere compellatur, cum Apostolus dicat 7: Qui non laborat, non manducet 8; y de las obras interiores ninguno puede ser juez sino Dios y el tal religioso. Y puesto caso que, para estos trabajos de manos de que vamos hablando, hacen juez al prelado para que castigue al que no trabajare, bien se deja entender que el propio officio y trabajo que un religioso ha de tener ha de ser el exterior y del que vamos hablando.

7. Bien se deja entender que la Madre de Dios y su esposo san Joseph que estaríen bien ocupados interiormente, que tendrían alta oración, pues, haciendo de ellos comparación, no hay a quién asemejarlos sino a los cherubines del cielo. Y, con todo eso, el uno fue carpintero y tuvo officio de manos y la Virgen siempre nos la pinctan o en contemplación, lección u obra de manos cosiendo o hilando. Y si a san Joseph le pinctan dando al [98r] niño Jesús una mano, en la otra le ponen una asierra o cepillo, dándonos a entender cuán a dos manos trabajó el glorioso sancto en este mundo. Y pues ninguno tanto ni ocupado en obras tan grandes como lo estuvo este glorioso sancto, nadie presuma de tan contemplativo en este mundo que quiera dejar de ser hombre y de g tratar y trabajar entre los hombres. Los cuales, si tienen dos ojos, por quien es entendida la contemplación, tienen también dos manos, por quien son entendidas las obras.

8. El propheta Oseas, capítulo 14, trai unas palabras en que nos declara cuán a una han de andar las obras y las palabras de alabanza que damos a Dios: Convertimini ad Dominum; et dicite ei: omnem aufer iniquitatem; et reddemus vitulos labiorum nostrorum 9. Pídele a Dios, como si dijera, que te quite y aparte de ti tus peccados, y le ofrecerás becerros de tus labios. Antes parece que habíe de decir que le ofrecería palabras y alabanzas de sus labios, y no becerros de sus labios. Fue el misterio que por el becerro en la Scritura es entendido el trabajo y la obra y el sacrificio de nuestra carne, por ser este animal el que tan de costumbre se ofrecía a Dios en la ley vieja, según aquello h del psalmo 68: Et placebit Deo super vitulum novellum 10, etc. Pues decir el propheta que le prometan a Dios, en pago de les quitar sus peccados, becerros de sus labios, no fue otra cosa que decir que para Dios el agradecimiento de tan singular merced de perdonarles y quitarles sus culpas eran no sólo palabras sino becerros de sus labios, trabajos, obras y sacrificio de nuestra propia carne, y que ésa era una grandíssima alabanza que le podían dar: acompañar con las palabras los becerros, por quien, como digo, es entendida la maceración y aflicción de nuestro cuerpo.

9. Así lo dijo san Pablo, Romanorum 12: Obsecro vos fratres per misericordiam Dei, ut exhibeatis corpora vestra hostiam viventem, sanctam, Deo placentem, rationabile obsequium vestrum. Et nolite conformari huic saeculo, sed reformamini in novitate sensus vestri 11. De suerte que hacer todo lo que aquí dice san Pablo es ofrecer hostia y sacrificio agradable a Dios. Luego, si por los becerros se entienden los sacrificios y el propheta dice que le ofrezcan i becerros de nuestros labios, es decir que le ofrezcan maceración de carne, mortificación y penitencia, y no conformarse con este siglo. Y que ésas son las palabras de nuestros labios con que mejor sobornaremos y agradeceremos a Su Majestad el bien que nos hiciere. Pues, ¿cómo dice san Pablo hostiam viventem?, que parece que son [98v] dos términos contrarios, porque hostia es el sacrificio y la ofrenda del animal muerto y ya sacrificado. Y llamarla hostiam viventem ¿qué querrá decir?

10. Digo lo primero, al propósito de lo que vamos diciendo sobre el lugar de Oseas: et reddemus vitulos labiorum nostrorum, que el cuerpo ha de andar tan mortificado que podamos decir está ya muerto a todas las cosas de la tierra para se haber de conformar con ellas, pero que el interior, que es el hombre que lo ofrece, ha de estar vivo y tener palabras para ofrecer la hostia y el sacrificio de sus labios, que es su cuerpo. Y el decir de plural vitulos labiorum nostrorum, no siendo más que un cuerpo nuestro el que ofrecemos, es decirnos, según que san Pablo llama hostia viva, que, puesto caso que la muerte que damos a nuestro cuerpo es mortificación y no muerte puntual, que no nos hemos de contentar con sacrificarlo una vez y mortificarlo y trabajarlo dos, sino muchas, como si fueran muchos becerros los que en él le ofrecíamos. En confirmación de todo lo dicho, dice san Gregorio, Homilia 22 in Ezech.: Quid est altare holocausti, nisi mens bene viventium? Qui peccatorum suorum memores lacrimis se lavant, carnem per abstinentiam macerant, ubi ex maerore compunctionis ignis ardet et caro consumitur 12. Donde el sancto pone bien claras las dos cosas de que vamos tratando, pues el j altar del holocausto hace y dice que es el alma de los que bien viven y el sacrificio de alabanza será el cuerpo afligido con lágrimas, abstinencias, penitencias y mortificaciones.

11. Lo dicho lo confirma Orígenes, Homilia 12 in Exodum, diciendo: In lege, inquit, vultus quidem Moysi glorificatus refertur, licet velamine contegatur; manus autem eius intra sinum missa leprosa facta memoratur sicut nix. In vultu enim eius sermo legis, in manu opera designantur. Quia ergo nichil ad perfectum aduxit lex (Hebreorum 7) k, idcirco manus Moysi leprosa fit, et in sinu reconditur, tanquam nichil perfecti operis habitura; facies vero eius glorificata est, sed velamine tegitur, quia sermo eius habet scientiae gloriam, sed occultam. In lege ergo Moyses solam faciem habet glorificatam, neque manus eius habent gloriam, imo potius et contumeliam; sed neque ulla gloria erat in pedibus. Denique solvere iubetur calciamentum l suum (Exodi 3); licet et hoc fieret non sine forma alicuius mysterii. Ostendebatur namque quod in novissimis temporibus solveret Moyses calciamentum [suum], ut acciperet alius sponsam, et illa vocaretur domus discalciati usque in hodiernum diem (juxta id quod praecipitur Deuteronomii 25). Nihil ergo aliud in lege habet gloriosum Moyses nisi solam faciem. In evangeliis autem totus (Christus) glorificatur ex integro 13. [99r] De donde sacamos que lo imperfecto que tuvieron los que debajo de aquella ley vivieron, fue tener para las obras las manos mancas y leprosas, y necesitadas de taparlas y esconderlas en el seno. Pero en el evangelio, que es Cristo el que nos enseña, en el monte Thabor 14 todo él es glorificado y transfigurado m, dándonos a entender que el que hubiere de subir a lo alto del monte Tabor y gozar de aquella gloria que allí se vierte y derrama por todo el cuerpo de Cristo n, no ha de tener manos enfermas, leprosas y metidas en el seno, sino dadas al trabajo y a la obra. De suerte que todo lo que le damos de imperfección a aquella ley, comparada a la de Cristo, es no tener el cumplimiento de las obras que los sanctos y siervos de Dios tienen debajo del evangelio de Cristo.

12. Y lo propio se colige de las palabras que san Pablo dice 15, Ad Galatas 3, llamando a la ley antigua nuestro pedagogo y ayo; y que, después de haber venido Cristo, ya no estamos debajo de aquel pedagogo o. Como si dijera que ya éramos hombres y podíamos trabajar, lo cual no se hacía con tanta perfección antiguamente por ser niños y necesitados de ayo y maestro.

13. La continuidad de estas obras que al hombre hacen perfecto y acabado, fueron significadas en la vestidura p talar del sacerdote —que talar es lo propio que usque ad talos, hasta los talones— y en la que san Juan vido a Cristo, Apocalipsi 1. Vidi, dice q, similem Filio hominis, vestitum podere 16. En quien, dice un grave autor, nos mostró Cristo y enseñó probitatem vitae, morumque integritatem commendandam fidelibus. Apparuit vestitus podere, id est justitia et sanctitate, quae indumentum Christi et cuiusvis justi appellatur, juxta illud (Esai 61): indumento justitiae circumdedit me 17. Y en el Eclesiástico 27: Si sequaris justitiam, apprehendes illam, et indues quasi poderem honoris 18. Que es decir que el que alcanzare la santidad y justicia, que se vista de ella hasta en pies, como quien se viste una túnica y vestidura talar. Como hizo el sancto Job 29: Justitia indutus sum et vestivi me quasi vestimento 19. Sobre las cuales palabras dice san Gregorio, libro 19 de Los Morales capítulo 16, otras palabras bien a propósito de lo que aquí vamos probando y persuadiendo al siervo de Dios. Vestimento, inquit, cum vestimur, ex omni parte circumdamur. Ille ergo justitia sicut vestimento vestitur, qui se undique bono opere protegit et nullam partem actionis suae peccato nudam relinquit. Nam qui in aliis actionibus justus est, in aliis injustus; quasi hoc latus cooperuit, illud nudauit 20. No se dice vestirse r de sanctidad el que viste y adorna una parte de su persona y otra la deja desnuda. De suerte que, para que uno sea justo, ha de vestir interior y exterior. Que por eso aquella mujer [99v] vistió a sus criados de vestiduras aforradas o dobladas 21, que eran las que correspondían al alma y al cuerpo. Que fue decir que los enseñaba a obrar en lo escondido de su corazón y en lo público del cuerpo exterior. Y aquello que el Espíritu Sancto dice de los justos: que habíen de tener y poseer las cosas dobladas en su tierra 22, fue decir que, cuando el justo llega a la perfección, que es su propia tierra y asiento, entonces procura poseer dos s maneras de bienes: unos que corresponden a los actos y obras interiores y otros que corresponden a las obras exteriores, etc.

14. También nos enseñó esta propia doctrina san Juan en su Apocalipsi, capítulo 14, en aquella t voz que oyó a un ángel que decía: Ut requiescant a laboribus suis: opera enim illorum sequuntur illos 23. Y estos trabajos y obras entiendo yo eran de las que vamos hablando. Porque la contemplación, como de ella dijo Cristo a Marta tratando de la vida que su hermana María tenía, non auferetur ab ea in aeternum 24, no se pierde ni se deja esa vida, antes queda mejorada, trocándose los espejos y enigmas, en que ven y contemplan a Dios, en visión clara 25 y contemplación altíssima. Pues decir que oyó decir san Juan a su espíritu que decía a los que mueren en el Señor ut requiescant a laboribus suis, no fue otra cosa sino decirles que descansase ya el cuerpo de las penitencias y mortificaciones, trabajos y penas ordinarias, según aquello de Jeremías 31: Quiescat vox tua a ploratu, et oculi tui a lacrimis, quia est merces operi tuo 26. Y lo propio se entiende de las segundas palabras: opera enim illorum sequuntur illos. Que parece eso más se entiende de estas obras de que vamos tratando que de las interiores, pues ésas son las que, habiéndose hecho en este mundo, al otro se van tras el justo para [que] sean por ellas premiados en cosa que valga y se use en aquella tierra de los que viven 27. Porque, no habiendo allá males de pena, azotes ni trabajos, según aquello que David dice 28: Non accedet ad te malum neque appropinquabit flagellum, etc., es fuerza que les han de dar el valor de aquellas obras. Como el que pasa de un reino a otro, donde no vale la moneda que lleva, hace de ella enpleo en las cosas que allá valen. De esa misma suerte trocará Dios nuestras lágrimas, que allí no corre esa moneda, en gozo sempiterno y la hambre en hartura, etc.

15. Y decir que nuestras obras nos seguirán es decir que son y serán como los buenos criados que acompañan a su señor hasta la visita del príncipe y hasta entrarlo en palacio, donde con el tal acompañamiento descubren la grandeza, honra y poder de la persona que con tales y tan buenos criados se acompaña. Porque, como he dicho, las obras interiores que pertenecen a la contemplación, ésas no parece me siguen, sino yo sigo a ellas, pues en ellas quedo mejorado y yo soy inferior a aquel piélago inmenso de la sabiduría y bondad de Dios, en quien allí me arrojo y enpleo. Según esto, si estas obras penales son nuestros criados que nos han de acompañar, bien es sean criados honrados, lucidos y bien tallados, que son las propiedades que nuestras obras han de tener, según aquello del psalmo 19: Et sacrificium tuum pingue fiat 29. Et psalmo 62: Sicut adipe et pinguedine repleatur anima mea 30. Que sean las obras gruesas para que a Dios le sepan bien.

[100r] a




asigue la perseverancia tach.



1Is 8,1.



2Is 8,1: «... scribe in eo stylo hominis: Velociter spolia detrahe, cito praedare»; 8,3: «Et dixit Dominus ad me: Voca nomen eius: Accelera spolia detrahere: Festina praedari».



bcon-scribir sobre lín., en lín. nada tach.



csigue obras tach.



d y vapor-tierra al marg.



esigue que an de dudar, es necesario tach.



3Cf. Ez 1,8.



fEccechi 1 al marg.



4Ez 1,25.



5Cf. 2 Tes 3,8.



6Regla primitiva, a.18: «Nullus frater, laicus vel clericus, sit, si fieri possit, sine proprio officio».



7Cf. 2 Tes 3,10.



8Regla primitiva, a.18.



g y de sobre lín.



9 Os 14,3.



hsigue que tach.



10Sal 68,32.



11Rom 12,1-2.



isigue sa tach.



12GREGORIO MAGNO, In Hezechihelem, II, 10,19 (CCL 142,394): «Quid est altare Dei, nisi mens bene viventium? Qui peccatorum suorum memores lacrimis maculas lavant, carnem per abstinentiam macerant. [...] Recte igitur horum cor altare Dei dicitur, ubi ex maerore compunctione ignis ardet et caro consumitur».



jsigue sobre lín. el tach.



kHebreorum 7 al marg.



lsigue de pedibus tach.



13ORÍGENES, In Exodum, hom.12,3 (MG 12, 384).



14Cf. Mt 17,1-2.



msigue do tach.



nsigue a de tener rostro y manos vestidas de gloria, no lo tach.



15Cf. Gál 3,24-25.



osigue p tach.



psigue sacerdotal tach.



qsigue dice tach.



16Ap 1,13.



17Is 61,10.



18Eclo 27,9.



19Job 29,14.



20GREGORIO MAGNO, Moralia in Iob, 19,21 (CCL 143A,982).



r se sobre lín.



21Cf. Prov 31,21.



22Cf. Is 61,7: «Propter hoc in terra sua duplicia possidebunt».



ssigue bie tach.



tsigue pp tach.



23Ap 14,13.



24Lc 10,42. In aeternum es añadidura.



25Cf. 1 Cor 13,12.



26Jer 31,16.



27In terra viventium, expresión bíblica: cf. Sal 26,13; 141,6; Ez 26,20; etc.



28Sal 90,10.



29Sal 19,4: «Et holocaustum tuum pingue fiat».



30Sal 62,6.



amarg. Derecho  6






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