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San Juan Bautista de la Concepción
Obras IV – S. Juan B. de la C.

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EXHORTACION 50

Cuánto inporta el gustar de Dios para descubrir campo en su bondad y darnos más priesa en el camino de la perfección

1. No es de poca consideración el gustar de Dios para que un alma, desengañada de veras y habiendo perdido el temor, con nuevo brío camine y busque nuevos aprovechamientos. Que es lo que David dice: Gustate et videte quam suavis est Dominus 1. Gustad, como quien dice, y veréis la verdad de la suavidad de Dios que se os promete. Que parece en esto quiso David ofrecer a la experiencia lo que los ojos por sí solos a no podían percebir. Que es como el que vendiese una cosa de buen parecer y vista y la hubiese alabado mucho, y no satisfecha la persona que la compraba le dijese: Probadla, señor, y hallaréis lo que os digo por verdad. El mundo vende sus cosas a los suyos a carga cerrada, como los melones, que después de comprados y gastado el dinero, al tiempo del probarlos salen b badeas y sólo buenos para echárselos a los puercos. Pero nuestro gran Dios, que sólo busca nuestro bien y mayor gloria suya, la cual consiste en la verdad y valor de las cosas que da al hombre, como es Dios verdadero y tan lejos de engaño, falsedad y mentira, dalas a prueba para que el gusto haga la cala y cata del bien que dentro de sí tienen tapado y encubierto. Gustate et videte quam suavis est Dominus; gustad y veréis lo que pasa. Gustad, como si dijera, y sobre mí si nos desconcertáremos. Gustad y veréis cómo todo es poco lo que Dios pide en el cumplimiento de su ley para conseguir lo que aquí dándose a prueba y gusto en la otra vida se dará por entero y a toda costa.

2. Gustad y ved. Que parece quiso Dios en sus obras hurtar el cuerpo a lo que pudiera imaginar el hombre, que poco sabe de Dios, según aquello que Labán usó y hizo con Jacob 2, que, habiendo servido tantos años por Raquel y estando tratado se la diesen en casamiento, la noche de las bodas lo engañaron, tomando por capa, para encubrir y disimular la burla que del gran patriarca hacían, las tinieblas de la noche, dándole en ellas a Lía la lagañosa, en quien el gusto y contento de la noche no hizo diferencia y distinción entre ella c y su hermana, hallándose después a la luz y claridad del día con Lía la lagañosa al lado y privado de Raquel, por cuya hermosura él andaba muerto y daba de buena gana tantos trabajos como habíe pasado. Todo lo cual es muy ordinario pasarles a los del mundo, a quien, si no derriba [201r] por las falsas aparencias que las cosas tienen, procura cegarlos de suerte que con sólo el gustillo fingido, que con la noche pasa, los derriba. Pero las cosas de Dios dalas a vista y a gusto y a que el hombre por mill caminos las experimente.

3. Que es lo que también dice David: Accedite ad eum, et illuminamini, et facies vestrae non confundentur 3. ¡Qué confuso se hallaría Jacob a la mañana, cuando ya se viese obligado a Lía y privado de la que él deseaba! Pues llegaos a Dios, dice David, que en el trato que con él tuviéredes seréis alumbrados y no quedaréis confusos de los primeros conciertos. Que no es Dios como los que venden en el baratillo, que aguardan que anochezca para vender las cosas, que al amanecer viene la justicia por ellas. El propio Dios da luz para que el hombre vea cómo no le engañan con lo que compra y le dan. Son bienes verdaderos y en que los cambia es sueño propio. Accedite ad eum, et illuminamini. De donde advierto, como poco ha decíamos, habla de presente: illuminamini, que quiere decir: llegaos a Dios y sois alumbrados. A la entrada es donde Dios pone la luz. No os meterá, como el mundo, donde después no podáis salir. Que es muy ordinario entrar muchos hombres en tratos y contratos que, si al principio y de presente supiesen y entendiesen sus dificultades, no se metieran en ellos, pero, una vez entrampados y ya obligados o por escrituras o por su honra, no pudiendo volver atrás, dan en mill despeñaderos. Pero Dios es al revés, que al principio hace la experiencia de la verdad y bondad de sus obras, dándolas a ver y gustar en la forma que se puede y dando luz a la entrada; y después, para mayor bien y mérito de la persona que con Su Majestad trata, suele dejarla en tinieblas y aun sin gusto, librando lo demás para la otra vida.

4. De donde entenderemos una dificultad que se me ofrece sobre estas palabras que aquí dice David: «Gustad y ved qué suave es el Señor» 4, que parece no guardó aquí David el orden debido al ejercicio de los sentidos; que parece habíe de decir: ved y gustad, puesto caso que la vista es el sentido más principal y el que de más lejos percibe, y el gusto sólo de cerca. La vista tiene por obiecto no sólo las cosas propias sino también las ajenas, entrando los ojos en los jardines y casas ajenas a coger y robar semejanzas que en sí se representan, con que la vista queda satisfecha y con particular deleite. Pero el gusto sólo tiene por obiecto las [201v] cosas propias. Más, el gusto las cosas de que se aprovecha las deshace y apoca; la vista allí se las deja enteras. El gusto con poco se harta y satisface; la vista aun con toda la tierra no tiene harto, sino que ha menester un cielo entero. Digo, pues, que el decir primero David «gustad» y luego a la postre «veréis» fue decirnos cómo, por mucho que aquí haga Dios con un alma, para la postre y para la otra vida se queda el ver.

5. Todo cuanto aquí se gusta es poco o nada, y cosas que no nos las tomará Dios en cuenta para el entriego que después hará al justo en la bienaventuranza. Que no será como los del mundo, que se ha de pagar la prueba y d cata e de lo que se compra o se ha de descontar después del principal, sino que dará Su Majestad gusto en sus obras para que eso se deshaga y quede en nosotros y dará una vista que se quedará en tinieblas, dejando para cuando estemos en el cielo la vista clara y los gustos grandes de Dios, sin tomarnos en cuenta los regalillos que, como a hijos amados y queridos, nos hubiese hecho. Que en esto no habíe Dios de ser menos largo que lo es un padre que a su hijo en vida lo trai algo mejorado en vestidos o comida, que por eso se lo habíe de hacer descontar y descantillar al tiempo de la partida de con los otros hermanos. Y cuando el hombre hiciera eso, no me espantara, porque, demás de ser criatura corta de su condición, los bienes que tienen son limitados y pocos y, para mejorar a uno, es menester enpobrecer a otro. Pero Dios, que extendit, como David dice 5, manum suam in retribuendo, que tiene manos largas y extendidas —de suerte que si para allá tiene gustos inmensos y vista clara, acá los da a prueba y da luz que sirva de descubrir la verdad del bien que se recibe— y, demás de ser largo, es rico y próspero para todos los que le quieren y buscan, no habíe de proceder con tanta cortedad, como si el mejoro que en esta vida hacía a los justos dándose a gustar en la otra lo quitara a sus hermanos, sino que, sin cuenta de lo que aquí se recibe, dejando eso como perdido, llama a cuentas nuevas para pagar hasta el último cuadrante. Digo, pues, que haber puesto David primero el gusto que la vista, [202r] es para descubrir la bondad de Dios f. La cual no reparará en darnos sus bienes a prueba de gusto, cuando con el gusto se los apocáramos y deshiciéramos, a trueco de tenernos regalados y contentos.

6. Y así como las cosas de que el gusto se aprovecha son pocas, no satisfaciéndose la vista sino con un obiecto inmenso, de esa misma suerte todo lo que Dios promete y da acá en la tierra es g poco o nada para la inmensidad de bienes que después nos aguardan en el cielo. Los cuales los promete Dios a la postre y debajo de nombre de vista, porque no se deshacen ni consumen con tantos millares de bienaventurados que allí estarán gozando de Dios. Antes la vista será allí como un ladrón sutil que entrará en los jardines ajenos de los otros bienaventurados y se regucijará y alegrará de la vista, claridad y hermosura de los cuerpos y presencia de los bienaventurados y del orden maravilloso que entre sí tendrán.

7. Digo más, que la razón por qué puso primero gusto y a la postre la vista diciendo gustate et videte, es porque siempre el que vende no suele reparar en que su mercaduría se guste, dando de ella una partecilla pequeña, y lo demás lo da a que sólo se vea hasta que se pague y le hagan dueño de ella. De esa misma suerte se da Dios en este mundo a gustar, dejando para después de la compra y trabajos que en este mundo se padecen h —si compra se puede decir— el entriego y vista clara para la otra vida. Gustad y ved. El gusto es de cerca y la vista de lejos. Y para darnos a entender que todo lo tiene Dios i bueno, bien j cerca para el que k le quiere gustar y bien l lejos para el que le quiere meditar, pone primero el gusto porque el hombre sepa cuán cerca tiene a Dios, según aquello de [David]: Prope est Dominus [omnibus invocantibus eum] 6.

8. Gustad y ved. Parece que en esto quiso David en nombre de Dios hacer una oposición entre los bienes y promesas de Dios a las que hace el demonio. El demonio prometió a nuestros primeros padres vista si comían y gustaban del árbor vedado: In quacumque hora comederitis, aperientur oculi vestri 7; en cualquier hora que comiéredes, se os abrirán los ojos. Siendo la verdad que, si se les abrieron, sólo fue para ver su miseria y desnudez, porque los del alma se les cerraron y escurecieron para ver y entender las cosas de Dios. Que es propiedad del peccado [202v] escurecer la razón y añublar el entendimiento m, ut videntes non videant, et intelligentes non intelligant 8, para que viendo y entendiendo las cosas de acá abajo y según la carne, no vean y entiendan según el spíritu.

9. Pero Dios hizo otra oposición a ésta dando virtud a sus bienes spirituales para que, gustándolos, se nos abran los ojos para conocer una grandeza e inmensidad de Dios y se nos cierren para las cosas de la tierra y de nuestro propio gusto. Que es lo que le sucedió a Jonatás, 1 Regum 14 n, n.27 9: que extendit summitatem virgae, quam habebat in manu, et intinxit in favum mellis, et convertit manum suam ad os suum, et illuminati sunt oculi eius. Que gustó un poco de miel que alcanzó con una vara que tenía en las manos, y se le abrieron los ojos. Es certíssimo que un alma apartada o de Dios se viene a enflaquecer de suerte que viene a perder la vista interior p, según aquello que dice David, psalmo 101: Ossa mea sicut cremium aruerunt. Percussus sum ut foenum, et aruit cor meum, quia oblitus sum comedere panem meum 10. Olvidé mi sustento, Señor. ¿Qué se podía aguardar y esperar de ahí sino quedar en los güesos, y ésos secos y enjutos como el [horno] y el corazón sin sustancia ni jugo, para no acudir a sus antiguas aficiones y consideraciones sanctas? Pues dice David: Gustad y veréis. Gustad, comed, tratad con Dios y se os abrirán los ojos, con que descubráis tierra en aquella inmensidad de Dios, por donde podáis caminar a más y mayor perfección.




1Sal 33,9.



ams. solo



bms. saleen



2Cf. Gén 29,22-25.



csigue que a tach.



3Sal 33,6.



4Sal 33,9.



dsigue la tach.



ecorr. de catadura



5Sal 54,21.



fsigue q tach.



gsigue nada tach.



h y trabajos-padecen sobre lín.



isigue g tach.



jms. buen



k el que rep.



lms. buen



6Sal 144,18.



7Cf. Gén 3,5.



msigue p tach.



8Cf. Mt 13,13.



nms. 17



9Equivale a 1 Sam 14,27.



ocorr.



psobre lín.



10Sal 101,4-5.






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