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San Juan Bautista de la Concepción Obras IV – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
En que se prosigue la materia de la exhortación pasada de que un hombre no debe poner sobre sí carga que lo haga detenido y estorbado en la virtud comenzada
1. Hemos comparado a los que sobre sus fuerzas admiten oficios y procuran dignidades a las bestias y a las estatuas, a quien por mucho que les echan a cuestas callan y sufren, las unas hasta reventar y las otras hasta se deshacer y desmoronar. Y aun en a menos se estima uno de estos hombres, pues, siendo la carga espiritual, no repara b en el asiento y llaga que hace en su espíritu y en el estar deshecho y aniquilado con el peso tan sin medida que escogió.
2. Recia cosa es que, para cargar unas piedras sobre otras piedras, buscan [223v] para echar y poner en el cimiento c buenos guijarros y piedras peladas, a quien la humedad no deshaga y el peso que encima carga no quiebre, ¡y que, para echar y poner un hombre sobre sus cuestas lo que tanto pesa como una comunidad entera o un mundo lleno, no considere que es de carne y de tierra y que podrían agrumarlo y deshacerlo cuidados de tanta entidad! Vemos que el discreto labrador no carga la mano en la haza o tierra que siembre más de lo que buenamente puede llevar, porque todo lo demás era no llegar con nada a granazón; ¡y siendo el hombre menos que tierra, que es ser carne sujeta por momentos a corrupción, quiere llevar fructo de lo que sembró, como dicen, a boca de costal!
3. Aquel gran padre de familias, de quien dice el evangelio 1, en cuatro partes sembró su semilla y hizo su simencera: en el camino, donde los pasajeros lo pisaron y las aves del cielo se lo comieron, y la otra parte sobre piedras, a quien faltándole el humor fácil se secó, y la otra entre espinas, donde al mejor tiempo quedó ahogada, la cuarta parte en tierra buena, que llevó ciento por uno. Donde a nuestro propósito hallo que notar dos cosas: la primera ¿por qué este padre de familias no sembró todo este trigo en tierra buena, sin repartirlo en las otras tres que sabía que no habíen de dar fructo? Respondo que pudiera ser, si toda esta semilla se echara en aquella parte de tierra buena, también se perdiera d por amontonar lo que e no podía llevar f la tal haza; y si se multiplicó, fue correspondencia de ciento por uno, que, si sembraran dos, quizá no diera ni multiplicara tanto. Y lo propio digo yo que muchos hay buenos prelados que dan fructo de ciento por uno que, si cargasen muchos officios, el fructo se quedara en vano.
4. La otra parábola que Cristo puso de aquel discreto mercader 2, a uno dice que dio cinco talentos, a otro tres y a otro dos, y a otro uno; y con haber andado tan corto con el que dio un solo talento g, no lo multiplicó, sino lo escondió y metió debajo de la tierra. Si con tan poca cosa se vido ahogado, ¿qué fuera si le dieran cinco? Todo se perdiera, sin esperanzas de algún provecho. Así procedió con notable discreción, de suerte que, si el sujeto fue flaco, hizo confianza en él de uno y no de cinco talentos, y a quien tuvo fuerzas y suficiencia para tratar, le fió cinco; que, en fin, si algo se ha de perder, sea lo menos. Y no queramos lo más y lo mejor sepultarlo donde él y su dueño queden perdidos, sino que el que recibe y distribuye tantee si su [224r] poder y suficiencia llega para cinco o basta para uno.
5. Lo segundo que yo colegía de la parábola del sembrador era el suceso de las tres partes de tierra. ¿Qué otra cosa se pudo aguardar de semencera que se hacía en camino por donde todos pasan, sino que no se lograra? Hombres comunes como caminos que son para todos y a nadie vedan el pasaje, chicos y grandes, ricos y pobres, buenos y malos, ¿qué bondad han de tener para sí y para h cada cosa en particular? Mesoneros que a todos acogen ¿qué lugar ha de tener para hacer alguna cortesía en particular a cada uno que entra en su casa? Que es lo que Aristóteles dice: que pluribus intentus minor fit quoad singula sensus 3. Mal puede percebir el oído la voz de uno en particular si cantan muchos juntos, y lo propio el gusto si el manjar es hecho de confección de muchas cosas diferentes. De esa misma forma serán los prelados por quien pasan y corren a la posta cuantos officios acometen: para todos hay entrada y acogida, pero para ninguno hay reposo ni asiento satisfaciendo a sus obligaciones más del que tiene un hombre en el camino o mesón. ¿Qué otro fructo pudo dar simencera sobre piedras y sobre espinas sino lo que dio? Porque quien pone officio en quien carece de virtud, que es el humor que a la piedra le falta, y en quien está lleno de espinas y cuidados de la tierra, mal podrán cumplir con las obligaciones de los officios que en ellos se sembraron i y pusieron, causa por qué se enpieza y no se acaba, ni se halla entre ciento uno que persevere hasta el fin en lo comenzado.
6. Cuando Cristo al principio envió a sus discípulos que fuesen a predicar, les dice: In viam gentium ne abieritis, et in civitates Samaritanorum non intraveritis 4; que no fuesen a predicar a las gentes ni entrasen en las ciudades de Samaría, sino que fuesen a las ovejas descarriadas y perdidas de Israel. Pues, Señor, ¿no nacistes para todos? ¿No trujistes los reyes, recién nacido, como primicias de la gentilidad? ¿No dijistes en otra parte 5 que predicasen a toda criatura? Pues ¿por qué decís ahora que sólo vayan a la casa de Israel? A lo cual responde san Juan Crisóstomo 6 que lo hizo el Señor porque aún j no estaban los discípulos de Cristo tan fuertes que pudiesen acometer una inpresa tan ardua y dificultosa como la conquista del mundo; y así, como a bisoños, les encomienda lo más fácil, que era el predicar en Israel, donde habíe ya tanto conocimiento suyo. Pero después, confirmados ya con la virtud del Spíritu Sancto, despáchalos a todo el universo. Dándonos [224v] a entender que nadie se ha de meter en más de lo que puede llevar k adelante y salir con ello, sin detrimento y menoscabo de la virtud y perfección que ha enpezado.
7. Cuando el sancto patriarcha Jacob quiso bendecir a Isacar para decir que era bueno para poner el hombro y llevar carga, dijo: Issachar asinus fortis cubans inter terminos 7. Un jumento fortíssimo dijo que era; y como otra letra dice 8: asinus osseus, asno de buen güeso. Como quien dice: Cuando es jumento fuerte y de buen güeso, curtido y batanado con cargas, entonces es bien que ponga el hombro l a cosas grandes. ¿Y cuándo sabremos que está ya para eso? El mismo lo dice: cubans inter terminos. Cuando un hombre está entre rayas m, cuando ha llegado a punto que parece tiene un pie en el cielo y otro en la tierra, cuando se ha adelantado tanto en la virtud que parece un medio entre los del cielo y de la tierra, más que los de acá y menos que los de allá, entonces es bien que ponga el n hombro al trabajo, aprehenda cosas grandes y dificultosas. Pero, si no llegó a ser jumento fuerte, sino que más es perrillo de muchas bodas o juguete de entretenimiento, ¿qué carga ha de llevar? Si aun apenas se conoce si es hombre, carne o tierra y aun no ha llegado a un muy pequeño conocimiento de las cosas del cielo, no hay que cargarlo, que ni aun arrastrando no podrá llevar lo que le encomendaren o.
8. Cuando sacó Dios a su pueblo de la sclavonía de Egipto, como se refiere en el Exodo, capítulo 13, no los llevó por la tierra de los philisteos aunque estaba vecina, sino por otra parte 9. Pues, Señor, ¿por qué no queréis que pasen los vuestros por tierra de los philisteos, siendo por ahí el camino derecho y los vuestros gente robusta, fuerte y arriscada, que por cualquier parte harán camino? A esto responde el glorioso san p Gregorio, 24 libro de Los Morales, capítulo 13, diciendo: No los lleva Dios por la tierra de los philisteos porque si, al salir de Egipto, hubieran luego de vencer dificultades grandes y romper batallas, entrar por picas y tentar las armas, las dificultades de la guerra los tornaran a Egipto. Eran, dice, muy bisoños para tan grandes dificultades. Ex q Aegypto exeuntibus e vicino bello subtrahuntur, quia relinquentibus saeculum quaedam prius tranquillitas ostenditur, ne in ipsa sua teneritudine atque incohatione turbati, ad hoc territi redeant quod evaserunt 10. De la misma suerte se han de haber los maestros con los que acaban de salir del mundo. No luego los han de meter en los rigores [225r] ni encomendarles cosas grandes, no den con todo al través y se vuelvan donde salieron. Poco a poco han menester ir con ellos hasta que embarnezca la virtud y cobre fuerzas. Una llama pequeña cualquier viento la mata, pero, si cobra fuerzas y se hace una hoguera grande, antes los soplos la encienden y levantan. Cuando la virtud está en sus primeros años, cualesquier cuidados y officios la ahogan y apagan, pero si crece y hace grande, los trabajos y ejercicios en r cosas de Dios la suben y perficionan.
9. Dice san Ambrosio, libro 4 In Lucam, capítulo 2. Dijo que la virtud es de la condición de las plantas 11: que, así como un árbor recién plantado, cuando está en una ramilla solo y en un pinpollo tierno que apenas se levanta de la tierra, el gusano lo roe, el corderillo lo pace, el sol lo quema y el hielo lo marchita s, y cualquier ocasión por pequeña que sea hace presa en su flaqueza, pero, si se descuella, si t crece, si sube y se levanta y enpina, ninguna de esas u cosas le hace daño, de esa misma suerte es la virtud en el hombre, de quien es necesario tener grande cuenta en sus principios, porque cualquiera puede ahogarla, pero, si arraiga en el alma y crece, de todo sale con victoria. Y así medir tiene cada uno el estado en que la virtud, la sanctidad y las fuerzas tiene, para ofrecerse a las dificultades.
10. Bien vemos que los pajarillos, con particular instinto de la naturaleza, no sacan sus polluelos a volar hasta que ya los ven con pluma y pelo, de suerte que, levantados en alto, no peligre su vida por el suelo, cuando a él bajaren a tomar sustento. En el entretanto los tienen en sus nidos v escondidos y guardados en las ramas de los árbores. ¡Ojalá muchos que han tratado de virtud no hubieran bajado a la tierra a ejercitar officios y tener cuidado de otros, sino que, escondidos en sus celdas, se hubieran estado guardados en la oración y entretenimiento con Dios, que quizá no hubieran caído en las uñas y manos del gavilán y enemigo de las gentes!
11. Bien pudiera Cristo redentor nuestro recién nacido vencer, aniquilar y destruir a Herodes, cuando lo buscaba el tirano rey para matarlo. Bien pudiera hacerle rostro sin huir a Egipto y esconderse y retirarse, pero no quiso, por solo darnos exemplo que en la w niñez de la virtud hurtemos el cuerpo a los enemigos cuando son poderosos y no acometamos guerra con incertidumbre de la victoria, ni tomemos a nuestras cuestas cosas que nos han de impedir el pasar adelante y hacernos estorbados y detenidos en la virtud.
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