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San Juan Bautista de la Concepción
Obras IV – S. Juan B. de la C.

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Alius eiusdem. Acerca de la tercera petición

La Scriptura en muchos lugares acostumbra llamar a al spíritu luz o candela encendida. Sic est illud Pauli: Spiritum nolite extinguere 1. Cuando, por defecto de humor y falta de aceite, está la lámpara casi seca o la candela casi al fin, que apenas queda casi en ellas pábilo ni torcida, veremos que de aquella flaca llama ahora salen grandes relámpagos, ahora no luce punto; ya se manifiesta toda, ya se esconde toda, ya nace, ya muere, ya se levanta, ya cae; ahora titubea, ahora vacila, ya echa rayos; y, finalmente, en todo lo que hace no está otra cosa sino amenazar muerte y que se quiere acabar y apagar. Pero, si a tiempo es socorrida de alguna mano piadosa, echando aceite en el vaso vacío de quien recibe ser y vida nueva, veréis cómo súbitamente rodea la luz, enllena de claridad toda la sala y aposento donde estaba; y por razón del nuevo cebo, ya veis, se vuelve a mostrar clara, resplandeciente y bella; lanza las tinieblas, deshace las sombras, da luz y claridad más resplandeciente que antes. Qué de ellos hay en el mundo, y su charidad lo habrá sido hasta hoy, en quien, como en lámpara, para que luzca y arda ha puesto Dios el aceite de su gracia y charidad; [22r] y habiéndolo consumido, sin dar luz ni alumbrar, a estos tales los veréis como luces que anuncian muerte, y no si diga eterna: ya dan unos relámpagos grandes pareciendo que quieren acometer cosas de grande virtud, ya unos asomos, ya se hunden, ya lucen, ya temen la empresa, ya quieren, ya no quieren, etc.; dic. Pero, habiendo estado su charidad de esta manera, muchos días ha la mano poderosa de Dios secretamente cebó la lámpara, atizó el candil que se iba a morir, de tal suerte que de golpe de una vez ablentó tinieblas, sombras y obscuridades, ya rodeado de nueva luz y claridad [en] esta iglesia, alumbrado a sus hermanos y compañeros, desengañado a sus amigos, mostrándoles en este acto cómo todo es burla sino seguir al crucificado, dejar el mundo, despedirse de la vanidad, decir un vale a las cosas de la tierra, cumpliéndose en su charidad lo que dice Cristo: Sic luceat lux vestra coram hominibus, ut videant et glorificent b 2.

Dos cosas ven su luz y alaban y glorifican al brazo que la cebó echándole y dándole el aceite y charidad. Qué de veces sucederá que un hombre largo y que de suyo si hubiese es gastador, etc., si está pobre, regatear cualquier niñería, reparar en dos maravedís, etc. Pero si sin pensar le viene algún golpe de dineros de las Indias, alguna buena herencia o provisión, no reparará en cosillas. Grandes gastadores y consumidores, ¡qué de veces los del mundo, por falta del aceite que vamos diciendo, por su pobreza y falta de bienes celestiales, regatean un ayuno, en dos maravedís reparan de limosna, en un visitar el hospital! Mill gracias debe dar su charidad a su buen Dios, que de secreto le ha enviado caudal y herencia para que no repare ya en nada, sino que sea grande gastador y consumidor de penitencias y ayunos, etc., mostrándose de naturaleza de avestruces, que digieren hierro. Un mundano no digerirá un rosario, un ayuno. Hoy se traga su charidad un Cristo con su cruz a cuestas, y no se ahoga con sus espinas y clavos; todo con el calor de la divina gracia lo piensa digerir.

Y porque hablemos más en particular, en lo que la gracia el día [22v] de hoy se ha mostrado poderosa, entre otras cosas, ha sido en dejar, como decíamos, los del mundo, sus amigos, etc., juntarse con los que desean agradar a Dios, con los que salieron de Egipto, escogiendo ser afligido con el pueblo de Dios antes que coronado de rosas y flores con los del mundo. De esta obra y junta que hoy su charidad hace le cantaremos luego lo que dijo David: Ecce quam bonum et quam iucundum, habitare fratres in unum! 3 Va contando las bendiciones que echa Dios a los que viven en unidad y conformidad. «El sentido 4 de este psalmo, dice san Agustín 5, es tan dulce como la misma charidad de que trata; y aunque breve, lleníssimo de misterios, porque en pocas palabras contiene admirables metháphoras y sentencias. Y ésta es la causa por qué comienza con aquel adverbio ecce, que en la Scriptura siempre es nota de cosas notables. Advertid, dice el sancto rey, cuán bueno y cuán agradable es vivir los hermanos en unidad y concordia» 6. Donde en común lo llama bueno y agradable. Que parece la definió por generalíssimo c.

Parece que los hizo convertibles: bonum et iucundum et concordia. Porque, para ser diffinición, había de constar de diferencia, la cual no tiene, como quien dice: no hay concordia sin bondad, etc., ni hay bondad sin concordia. Concordia es un transcendente que se halla en toda bondad. «Donde advirtieron Eutimio y san Agustín antes que él que en las cosas del mundo unas hay que son buenas pero no agradables, y otras hay agradables pero no buenas. Bueno es el martirio, las vigilias, el ayuno y las demás obras penales, pero no son agradables, porque son contrarias al apetito carnal, y, por el contrario, agradables son los banquetes, los juegos y los deleites carnales, pero no son buenos. Pero la unidad y concordia tiene entrambas cosas, que es buena y juntamente agradable. El testo griego, en lugar de aquella palabra quam bonum et quam iucundum d, se lee quid bonum et quid iucundum nisi habitare fratres in unum. Como quien dice: ¿qué puede haber bueno ni e jocundo sino vivir los hermanos en uno7 Todo [23r] lo bueno que puede haber se resume en la concordia de los hermanos unidos.

Y luego empieza a ponderar esto con dos comparaciones, diciendo: Sicut unguentum in capite, quod descendit in barbam 8, etc. Es esta concordia conforme al ungüento con que fue ungido el summo sacerdote Aarón, que derramado sobre la cabeza bajaba de allí a la barba y de allí a la orla de la vestidura. De manera que es como aquel ungüento que era bueno por ser ungüento sancto y era agradable por ser oloroso; assí la concordia es buena y deleitable. Y assí como por medio de aquel ungüento era consagrado a Dios el summo sacerdote, assí por medio de la charidad fraternal se consagran a Dios los hermanos buenos, y los mira como cosa consagrada a su servicio. Y si por el olor queremos entender la buena fama, según san Pablo, 2 Corin. 2 9, y san Agustín 10, querrá decir que la buena fama de los hermanos unidos se derramará por todo el cuerpo de la república, porque no hay cosa que más acredite los hermanos ni más aumente su buena fama que entender hay entre ellos paz y unión. Y no para en esto el bien de la concordia y unión, sino que también es provechosa. Sicut ros Hermon, qui decendit in montem Sion 11. Que es decir: assí como el rocío cae de arriba y, cuando cae sobre los montes, los fertiliza, assí la unión y hermandad cai de arriba y es rocío del cielo; y siendo las religiones montes, sobre la que cai este soberano rocío y don, la deja próspera, enriquecida y fertilizada. Y no es mucho que assí le suceda todo, quia illic mandavit Dominus benedictionem et vitam usque in saeculum 12. Porque en su testamento les mandó Dios su bendición para que todo les suceda prósperamente en esta vida y en la otra vida eterna, para que la concordia tenga dos pagas, acá y allá 13.

Ofrécensele ahora a su charidad una dificultad y es decir: Todo eso me está muy bien y entiendo ser assí, pero dígame, hermano, ¿cómo tengo de unirme y conformarme para que seamos unos?, porque la unión y conformidad dice igualdad, ¿cómo me tengo de igualar con el religioso penitente, mortificado? En esta Religión hay tanta [23v] aspereza que parece sobrepuja a las fuerzas de un gayán. Oír decir parece que hace desmayar, como a los otros que en la tierra de promissión oyeron decir que habíe hombres grandes: Vidimus monstra quaedam, quibus comparati, locustae videbamur 14. Y ¿puede f igualarse la langosta al elefante, etc., y al águila, quae in arduis ponet nidum suum 15 y no hay presa de contemplación que, por alta que vuele, que se le vaya, ni sabandija de humildad y mortificación que, por baja que arrastre, que no la coja? Que eso hace el águila. Pero la langosta, cuando mucho, da un salto y se sustenta de trigos ajenos. Assí yo algunos saltos he dado, ya que volar no he podido. Heme confesado, heme arrepentido, etc. Y el mayor ha sido éste, en que me traspongo al mundo y caigo a estos pies. De aquí adelante hago mi cuenta de sustentarme con trigos ajenos, de vivir con sus oraciones, y me sustentarán con sus ayunos, etc. Pero volar como ellos, arar como ellos, el arado siento que será pesadíssimo de la cruz. Dígame, padre y hermano, ¿cómo podrá ser esto, que podamos ser unos y conformes? Que me consolaré mucho y podrá ser que a otros muchos se les haya ofrecido esta dificultad.

Respondo que en aquella visión que vido Eccechiel iban cuatro animales bien diferentes uncidos 16: águila, buey, león y hombre, y todos volaban a una y a una paraban cuando se oía la voz del firmamento. Aquí hay muchas cosas que espantan. ¡Que vuele el buey! Que, para decir acá un encarecimiento que parece imposible, decimos como el buey volar. ¡Y que vuele al paso del águila, y el águila que lleve carga como el buey, siendo un pájaro que, si le atáis un hilo al pie, cairá en el suelo! ¡El hombre con la fuerza del león, y que no lo despedace! ¡La bestialidad de los animales y la razón del hombre! Y que el carro tan pesado no caiga en el suelo, sino que, habiendo tanta fiereza, todos vayan a una y a una paren g, admira. Pero, considera h lo que dice el texto: que spiritus erat in rotis 17; que el espíritu de Dios había templado aquella vigüela de aquellas cuatro ruedas tan diferentes, de suerte que hiciesen una acordada música. Lo segundo, el ayudarse [24r] los unos a los otros, porque el águila prestaba la ligereza en el vuelo al buey y el buey la fuerza a todos, el león el brío y el hombre la mansedumbre; y assí veréis que, de esta manera avenidos, un niño les podía regir y gobernar, pues en ellos, ora sea propio ora emprestado, se hallaba ligereza, fuerza, brío y mansedumbre. Lo tercero, porque iban uncidos y, aunque sean cuan diferentes quisieren, volarán, etc. Ya creo que lo habrán aplicado. Dirá su charidad que es buey, pero, si su hermano le presta la ligereza y lo que le falta, según aquello de san Pablo: Alter alterius onera portate 18, y si el Spíritu de Dios los rige y, lo tercero, porque van uncidos y conformes, igualándose el grande con el flaco y el flaco animándose con el fuerte, de esta manera vuela el carro por el aire y lo que parecía imposible, que el buey volase, ya se ve y se hace, etc.

Para que aquel niño que resucitó Eliseo, 4 Regum 4, tuviese vida, fue necesario que el propheta se pusiese sobre él y se midiese con él y se igualase 19. ¿Qué cosa al parecer más imposible que igualarse y medirse un niño con un hombre? Pues advertid lo que el sancto hace para que viva. Cierra su puerta et ad eius membra se colligens, huc illucque deambulans et in ore mortui septies i aspirans, ipsum ad redivivam vocem protinus animavit 20. Dice Pedro Damiano 21, Epist. 15, De contemptu mundi: dando siete soplos del que no podía hablar, bajándose y como ajustándose con él, le dio vida y le abrió la boca y ojos al que estaba muerto. A estos soplos parece que acude el texto sagrado, el cual, aunque dice el texto dos veces solamente incubuit super puerum, juntamente dice oscitavitque puer j septies, aperuitque oculos eius. Bostezó siete veces el niño. Y puede ser que en esas dos veces que se bajó, se ajustase siete veces a él, como dice el sancto, y le diese siete soplos, como si cada vez que el sancto diera un soplo, abriera el que estaba difunto la boca. Assí le acontece a cualquiera que viene del siglo para tener vida en la Religión: que el grande, el mortificado, el que burla con la oración, etc., se iguala con el que viene en la llaneza, en la humildad, en la mortificación, en el officio, en la comida, etc. Y si vos no lo entendéis cómo se puede hacer esta igualdad entre el [24v] flaco que viene y el fuerte que está, no os espantéis porque eso pasa acá a puerta cerrada y es una sciencia que el mundo no la entiende. Basta saber que a soplos resucitó el propheta al muerto; a soplos el que viene muerto, vive; a soplos de palabras de consejos, de exemplos, ya con palabras ayudando, ya consolando, etc., hasta que el muerto bostece, abra la boca y hable con los que hablan alabando a Dios, y vea el que estaba lleno de tinieblas el bien que tiene por medio de tal compañía. Finalmente tenga vida de Dios y con ella se lo entreguemos a su madre la Iglesia su infante y ella lo reciba con alegría, como la otra madre al suyo. Y ella lo acostumbra a hacer con cualquier hijo que por nueva penitencia le nace. Amén. Etc.




ams. hallar



11 Tes 5,19.



bms. clarificam



2Mt 5,16.



3Sal 132,1.



4Sonido (sonus), dicen más bien san Agustín (cf. nota siguiente) y Murillo citándole (cf. nota 6).



5Enarrationes in Psalmos, ps.132,1 (CCL 40,1926): «Psalmus brevis est; sed valde notus et nominatus: Ecce quam... Ita sonus iste dulcis est, ut et qui psalterium nesciunt, ipsum versum cantent. Tam dulcis est, quam dulcis est caritas quae facit fratres habitare in unum».



6MURILLO, Diego, O.F.M., Discursos predicables sobre todos los evangelios que canta la Iglesia, I (Cuaresma), Zaragoza 1605 (1.ª ed. 1601), 856: «El sonido deste psalmo (dice S. Agustín) es tan dulce como la misma charidad de que trata; y aunque breve, lleníssimo de misterios, porque en pocas palabras contiene gallardas metháphoras y admirables sentencias. Y ésta es la causa que comienza con aquel adverbio ecce, que en la sagrada Escritura es particular nota de cosas notables. Advertid (dice el sancto rey) cuán bueno y cuán agradable es vivir los hermanos en unidad y concordia».



cms. genergralíssimo



dms. iocundum



ems. in



7Copia, casi literal, de MURILLO, D., o.c., 856-857.



8Sal 132,2.



9Cf. 2 Cor 2,14-16.



10Cf. Enarrationes in Psalmos, ps.21,2 (CCL 38,122); ps.92,2 (CCL 39,1292); In Iohan. Evang. tractatus, 50,7 (CCL 36,436).



11Sal 132,3.



12Sal 132,3.



13 También todo este parágrafo está tomado, casi literalmente, de MURILLO, D., o.c., 857.



14Núm 13,34.



fms. pues



15Job 39,27.



16Cf. Ez 1,5ss



gms. paran



hms. considerando



17Ez 1,20-21



18Gál 6,2



19Cf. 2 Re 4,34-36.



ims. sequis



20GREGORIO MAGNO, Moralia in Iob, 9,40 (CCL 143,502): «Eliseus... ad eius membra se colligens, huc illuc que deambulans, et in ore mortui septies aspirans, hunc ad redivivam lucem protinus per ministerium compassionis animavit».



21Apologeticum de contemptu saeculi, 28 (ML 145,282): «Eliseus veniens, seque super mortuum sternens, atque ad ejus membra se colligens, huc illucque deambulans, et in ore mortui septies aspirans, hunc ad redivivam lucem protinus per mysterium compassionis animavit».



jms. prior






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