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San Juan Bautista de la Concepción
Obras IV – S. Juan B. de la C.

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Jhs. Maria

A un hábito In Circumcisione Domini 1. Quid petis? Misericordiam Dei, Ordinis paupertatem, et fratrum societatem

Dos misericordias usa hoy Dios grandíssimas con el mundo: empezar a derramar su sangre y darle este admirable y sancto y dulce nombre de Jesús. De suerte que podremos decir que clama hoy Cristo y da voces sanguine et nomine. Que la sangre hable san Pablo lo dice: Melius clamat quam sanguis Abel, qui vindictam clamat 2 (Hebreos 12) a. Pero la sangre de Cristo clama y pide misericordia, porque sólo por amor y misericordia se derrama, de suerte que, si los judíos, cuando Cristo derramaba lágrimas por Lázaro, decían (Joan 11) b: Ecce quomodo diligebat eum 3, con mayor razón lo podremos hoy decir, pues en la circuncisión derrama lágrimas y sangre. Clama al Padre, et exaudit. Clamat ad nos ut audiamus eum, quem diligimus. Clama con el nombre dulce y suave, mostrando en su significación viene a ser nuestro redentor, abogado y defensor y salud, etc. Con estas dos cosas hoy da Cristo a su Iglesia los buenos años.

Fue antiquíssima costumbre entre los antiguos romanos mostrarse el primer día del año largos, dadivosos, liberales y magníficos 4. Hace minción de esta costumbre Suetonio Tranquilo en su Octavio Augusto. Dice así: Equites romani et omnes ordines kalendis januarii strenam in Capitolio etiam absenti Caesari conferebant 5. Tenían [86r] por costumbre los caballeros romanos llevar sus dones y presentes al capitolio el primer día de enero, los cuales ofrecían a César aun cuando estaba absente de Roma. Plinio 6, en el libro 28 capítulo 2, refiere lo mismo de su tiempo y dice que era costumbre, como ahora lo es, darse este día los buenos años, etc. Debe esto de ser para que, con tan buena estrena y principio, se diese uno como pronóstico de los venturosos subcesos del año. Y aun este hermano nos ha querido hoy dar los buenos años, no con palabras sino con obras heroicas, con presentes magníficos, etc., dándose a sí propio y dejando el mundo por el c que hoy derrama por él su sangre. Y esto es pronóstico de los felicíssimos subcesos de su vida.

Y si en el hombre dar es señal de buenos años, darlos con obras, con sanctas palabras, con ricos presentes y amorosas razones, ¿quién mejores los puede dar que nuestro liberalíssimo Dios, el cual sólo de su largueza y misericordia puede socorrer nuestras miserias y faltas? A él los pedía David diciendo (psalmo 64) d: Benedices coronae e anni benignitatis tuae, et campi tui replebuntur ubertate, et exsultatione colles accingentur. Induti sunt arietes ovium. Pinguescent speciosa deserti, et valles abundabunt frumento 7. Va hablando aquí, según Teodoreto 8 y el Incógnito 9, de la felicidad grande del tiempo de la ley de gracia. Esta era dichosíssima y consagrada con la luz del sancto evangelio y de la sangre que hoy Cristo derrama. Y dice assí: Echaréis, Señor, vuestra bendición a la corona y redondez del año de vuestra benignidad, que es todo el año de la gracia que ahora gozamos de la gracia. Y es ésta tan copiosa y abundante, que los campos se pararán fertilíssimos, vestirse han de verde y adornarse han de flores; los desiertos se poblarán de arboledas, los collados se alegrarán con sus flores. Los mansos de los ganados con el buen tiempo se vestirán de blancos y hermosos vellones [86v] de lana. Las campañas y valles se pondrán locos y ufanos de fértiles.

Y lo que con este lenguaje assí elegante quiso decir David era la abundancia y fertilidad de que había de gozar este dichoso tiempo de la gracia, la fertilidad de merecimientos y virtudes de que había de gozar la Iglesia Católica con la presencia de Cristo, en especial con la bendición que echaba en su circuncisión derramando sangre. Porque, si es verdad lo que dice Alberto Magno: que no hay cosa que más fertilice una tierra, por más seca y estéril que sea, que regarla con sangre humana, ¡cuánto más con sangre humana y divina, que es de infinito precio y valor! Y no se contenta con darnos obras y echarnos bendición con su sangre que derrama, sino también nos da los buenos años con palabras de salud, no muchas sino pocas: una sola y tan sola que ella sola basta a darnos la verdadera salud de las almas, que es el sancto nombre de Jesús que hoy le ponen al niño. Non est datum aliud nomen sub caelo, in quo oporteat nos salvos fieri (Actus 4) f 10. Y esto lo hace Cristo para que, con tan buena estrena y tan buen principio, cobremos esperanzas y tengamos prendas de los dichosos subcesos del alma en lo restante del año y vida de Cristo.

Y lo que realza de punto esta misericordia y este derramar hoy Cristo sangre, es ver en la ocasión que la derrama, sujetándose a la ley de la circuncisión, a que Su Majestad no estaba obligado. Porque el sacramento de la circuncisión, dice Escoto en el tercero de las Sentencias, fue dado por remedio y medicina en la llaga de la culpa original 11. Esta no tuvo Cristo nuestro Señor, y assí de balde quiso recibir el cauterio donde no había postema ni llaga. Por esto pregunta san Bernardo diciendo 12: Ad quid tibi, Domine Jesu, circumcisio, qui nec peccatum fecisti nec [87r] contraxisti? Quod non feceris, aetas manifestat, quod non contraxeris, multo certius probat Patris divinitas et Matris integritas. ¿Qué tienes que ver tú, oh buen Jesús, con la circuncisión, tú que ni has cometido pecado ni contraídole? Que no lo hayas cometido, la edad y tierna niñez lo está pregonando; que no lo hayas contraído, mucho más claro lo muestra la integridad de la Madre y la divinidad del Padre. Es hidalguía, como si dijera, hidalguía de solar conocido, en quien no pudo caer raza de culpa original: no de parte del padre, porque eres Hijo de Dios; no de parte de madre, porque eres hijo de Madre Virgen y no nacido según la común propagación. Luego, conforme a eso, ¿para qué quisiste ser circuncidado?

Respondo que por dos o tres razones, que todas ellas suben de punto la misericordia que hoy usa Cristo con los hombres. La primera toca el apóstol san Pablo en la [carta] que scribió a los Romanos g, diciendo: Misit Deus Filium suum in similitudinem carnis peccati et de peccato damnavit peccatum in carne 13. Envió Dios su unigénito Hijo en semejanza de carne de pecador y del pecado tomó armas para vencer al mismo pecado, con que le venció y dejarretó de su poder. Dos cosas dice. La una, que la carne de que Cristo venía vestido no fue pecadora, pero tenía traje y apariencia de ello. Como la serpiente, a quien por san Joan se comparó Cristo 14, que Moisés levantó en el desierto, que no tenía de serpiente más que el disfraz y apariencia, porque dentro no tenía veneno ni ponzoña. Assí la carne de Cristo tenía apariencia de pecado, porque de esa librea anduvo vestido el primer pecador y de ésa visten todos los de su casa, pero en lo demás fue ajeno de todo pecado. Lo segundo, dice que de h el pecado tomó ocassión para condenar al propio pecado y armas [87v] para vencello. Y en esta explicación de estas palabras se suelen gastar muchas, pero en una quiere decir que dejó condenado al pecado en costas. Traen acá dos pleito sobre un mayorazgo. El uno dase tan buena maña que sale con el pleito y deja condenado al contrario en costas. Y luego decimos: fulano dio pleito a fulano a costa de su hacienda. Esto es propiamente: de peccato damnavit peccatum, etc.; que dejó condenado al pecado en costas y principal, y lo condenó a costa de su hacienda. La hacienda del pecado son lágrimas, sangre, muerte, frío, etc., que todo eso entró por el pecado en el mundo.

Lo segundo, quiso Cristo ser circuncidado porque venía a buscar al hombre. Y hizo todas las diligencias que a Dios le fueron posibles para lo hallar. Andaba el niño Joseph errado y perdido por el campo buscando a sus hermanos. Tópalo un hombre y dícele: ¿Qué buscas, niño? Fratres meos quaero. Entonces le dijo que ya se habían pasado y mudado a Dotaín. Entonces pasó el sancto niño allá 15. El día de hoy, viendo a Jesús en la circuncisión, podrémosle decir: ¿Qué buscáis, sancto Niño que andáis errado? Que la circuncisión es para los pecadores, para los que cometieron culpas. Dirá: Fratres meos quaero; a mis hermanos busco. Pecó Adán, diole Dios por lugar los trabajos y penalidades, hambre, sed y cansancio, etc: In sudore vultus tui 16, etc. El hombre de las penas había pasado a las culpas. Bajó Dios a buscarlo a las penas donde le puso. Nace en pesebre al frío hoy ha ocho días. No lo halla allí. A las culpas no puede Dios bajar, porque repugna a su bondad, pero vale a buscar y pasa hasta ser circuncidado in similitudinem carnis peccati 17; hasta tomar traza y forma de pecador. ¡Oh inmensa bondad de Dios!, que para salir con su intento, [88r] no huye dificultad.

De un valeroso capitán de los Asirios llamado Zofiro se cuenta que, para ganarle a Xerxes la ciudad de Babilonia, se cortó las orejas y narices y se dio en el rostro muchas heridas. Hecha esta diligencia, sale dando voces del campo de su rey y éntrase por Babilonia quejándose que Xerxes le había hecho tratar de aquella manera porque le persuadió levantase el cerco que tenía puesto a la ciudad. Créenle, hácenle su capitán y entregan la ciudad a su enemigo. ¡Oh traza de Dios y ardid de su admirable sabiduría! El busca y viene a ganar al hombre y a sacárselo de las uñas del demonio. Disimúlese, tápese y encúbrase; derrame lágrimas, córtenle pedazo de carne; métase entre los enemigos, assí disimulado, y de esa manera saldrá con sus intentos, etc.

Todo esto hace hoy Dios para levantar, hijo, sus esperanzas y para que fíe en él, que quien tan niño y tierno le da de aquella poquita de sangre que tiene, le dará fuerzas, gracia y gloria. Con esto lo anima y le enseña cómo ha de vencer el pecado a su propia costa y con su hacienda, con los trabajos que hallare en la Religión, etc. Lo segundo, que si Cristo por buscarlo no se contenta con bajar al pesebre y a la pobreza, sino hasta sujetarse y encubrirse en la circuncisión, que su charidad, pues assí está Dios humillado, busque a Dios abajándose, abatiéndose, encubriéndose y derramando sangre, lágrimas, etc., que para todos sus trabajos ha de tener buen ayudador en él. Y para que lo vea, notemos otra razón por qué quiso ser circuncidado.

Y esta tercera razón la toca san Pablo scribiendo a los i de Galacia, en el capítulo 4 j: Misit Deus Filium suum factum ex muliere, factum sub lege, ut eos, qui sub lege erant, redimeret 18. [88v] Si queréis saber para qué lo sujetó a la ley, para quitar aquella carga pesada e intolerable a los que la sustentaban sobre sus hombros y la traían en peso. Ley tan pesada, que el apóstol san Pablo, con tener hombros con que sustentaba la máquina de la Iglesia católica, confiesa y dice de aquélla: Neque nos neque patres nostri portare potuimus 19. Ve uno una bestia que está caída en el suelo debajo de la carga, bufando y resollando, y que no puede levantarse; y para que se levante, por un rato sustenta la carga. Estaba el hombre cargado con la ley, carga de más de 300 preceptos; no podía rebullirse. Pues baja Dios del cielo para valerle y sacarle de la carga y, para eso, la toma a sus cuestas.

Assí entiendo aquellas palabras de Oseas k en el capítulo 11: In funiculis Adam traham eos, et in vinculis caritatis, et ero quasi exaltans iugum super maxillas eorum 20. Tiempo vendrá que tengo de traer a mí a los hombres con lazos y ataduras amorosas, con una ley de amor y charidad, no como la pasada de Moisés. Y cuando se la , dice: ero quasi exaltans iugum super maxillas eorum. Mirad, cuando el gañán viene de arar y trabajar, si les quiere quitar el yugo de a cuestas: levántalo él y súfrelo sobre sus hombros para que salga el buey. Y así, dice Dios, haré yo: que sustentaré el yugo, la ley, sobre mis hombros, etc. Baja Moisés con las tablas de la ley de lo alto del monte y halló que el pueblo la había quebrantado en la adoración del becerro. Toma las tablas y da con ellas en una piedra y hácelas pedazos 21. Como quien dice: vosotros quebráis lo formal, no es mucho que yo quiebre lo material, vaya el engaste tras la perla. San Agustín dice 22: En aquello significó cómo en Cristo, piedra [89r] fundamental de este edificio, se había de quebrar y acabar la ley.

¡Oh qué ley tan pesada del mundo! Entrad en casa de un duque, etc., qué de ceremonias, etc. dic. ¡Qué ley tan amorosa la de la Religión, donde todo es amor, charidad, conformidad, etc.! ¿Quién le quita esa ley, etc.? Ero quasi exaltans iugum. Cristo, en quien, como dice san Pablo, omnia possum in eo qui me confortat 23. Fíe en él, que, pues le dio tan buenos y prósperos principios, dará medios y fines, etc.




1 Así se llamaba la fiesta del 1 de enero.



2Heb 12,24: «et sanguinis aspersionem melius loquentem quam Abel». Cf. Gén 4,10.



aal marg.



bal marg.



3Jn 11,36.



4 A partir de aquí toda la plática está copiada, casi literalmente, de DIEGO DE LA VEGA, O.F.M., Paraíso de la gloria de los Santos, donde se trata de sus prerogativas y excelencias, [I], Valladolid, por Juan Godínez de Millis, 1606, p.139-158 («En la fiesta de la sacrosancta Circumcisión de Christo nuestro Señor»).



5Divus Augustus, LVII, en Vies des Douze Césars (París 1961), I, 111: «Equites romani natalem eius sponte atque consensu biduo semper celebrarunt. Omnes ordines in lacum Curti quotannis ex voto pro salute eius stipem iaciebant item Kal. Ian. strenam in Capitolio etiam absenti, ex qua summa pretiosissima deorum simulacra mercatus vivatim dedicabat».



6Historia naturalis, XXVIII, 2 (5, según algunas ed.): «Cur enim primum anni incipientis diem laetis precationibus invicem faustum ominamur?».



csobre lín.



dal marg.



eBenedices coronae subr.



7Sal 64,12-14.



8Cf. Interpretatio in Psalmos, ps.64,12 (MG 80,1358).



9Cf. Biblia sacra, III, 174r.



fal marg.



10He 4,12.



11Cf. J. DUNS SCOTUS, Lib. IV Sententiarum, d.1 q.6, en Opera omnia (París 1894), XVI, 197-207.



12Sermones in Circumcisione Domini, sermo 2,1 (ML 183,132).



gal marg. ad Romanos



13Rom 8,3



14Cf. Jn 3,14



hsobre lín.



15Cf. Gén 37,14-17



16Cf. Gén 3,19.



17Rom 8,3.



ial marg. ad Gala



jde-4 subr.



18Gál 4,4.



19He 15,10.



kal marg. Oseas capo 11



20 Os 11,4.



21Cf. Ex 32,15-19.



22Cf. Quaestionum in Heptateuchum libri septem, 2, Quaest. Exodi, q.166 (CCL 33,147-148).



23Flp 4,13.






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