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San Juan Bautista de la Concepción Obras IV – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
Al hábito de dos donados, en día de san Bartolomé. Misericordiam Dei
Piden la misericordia de Dios y la pobreza de la Orden y compañía de los hermanos. Tengo por grande misericordia de Dios, que empieza a usar con sus charidades, de ayer venidos, hoy recibidos, que ya parece los empieza Dios a honrar. Solemos tenerlos en su hábito de seglar muchos días probando y sperimentando la verdad de las palabras que a la Religión le han ofrecido. De que [104r] es verdadera su vocación, de que dicen verdad, buscan a Dios y no a sí propios, dámosles crédito a sus palabras: no engañan, no fingen, no disimulan, sino que, descubriendo de una vez su corazón, manifiestan la llaneza y verdad de sus pensamientos. Y atendiendo a lo que el hombre en el rostro ve, dejándole a Dios el ser escudriñador de corazones, los admitimos y recibimos, guardando la cata para sólo Dios. Scrutans corda et renes, Deus 1.
Harta dicha es de un hombre llegar a comprar una cosa de mucho valor y que luego se concierte y en cambio que le reciban cualquier moneda, sea en cuartos o plata, etc., porque suele el concierto ser más enfadoso que la misma paga y compra, por lo que las cosas se suelen regatear. Assí suele ser de grande trabajo el pretender el día de hoy uno el hábito, el concertarse, el apoyarse, el contentarse, el aprobarse y aun traerlo muchos meses. Pero con sus charidades ha usado Dios esta misericordia, que parece Su Majestad quiere salir por fiador. Y con buen fiador, todo se puede hacer y cualquier moneda en cambio se puede recibir.
Paréceme se ha Dios con sus charidades y para con la Religión como los muchachos que, en tiempo de lluvias cuando los arroyuelos han descubierto a las blanquillas de debajo la tierra, que las buscan, toman y, llevándolas a la plaza, las pasan por buenos dineros y hacen su empleo. Las lluvias del cielo y la misericordia de Dios descubrió a los dos hermanos que, entre el stiércol del mundo, estaban encubiertos y, assí mohosos, los coge Dios y los trae a la Religión, hace su empleo y compra y los pasa por buena moneda. [104v] Pregunto yo ¿no es grande misericordia que, por el hombre que ayer tapiaba y el que ayer scribía, que dé la Religión, se dé a sí propia y demos un hábito que no vale menos que cielo y no sea menos que de la Sanctíssima Trinidad que bajó del cielo? ¿Que les conceda y dé misericordia grande que, pudiendo Su Majestad echar mano de otra gente en el mundo de más estima, que fuera oro y plata, etc., no quiere, sino que, cobdicioso de almas, se fue a sacar uno de entre los tapiales y otro de las calles para traerlos a su casa? ¿Concederles un tan grande thesoro como la pobreza voluntaria, en quien están encerrados los thesoros del cielo; el descanso del cuerpo y el provecho del alma y la seguridad de las virtudes; el tantum valet como el cielo pues es suyo? Es descanso del cuerpo, porque no hay mayor trabajo corporal ni afán spiritual que el que los hombres traen por el dinero, el tener riquezas. Y en ellas está el menoscabo del spíritu y perdimiento de virtudes: Gemunt gigantes sub aquis 2, dice el sancto Job; que los gigantes y hombres de mayores fuerzas debajo del agua gimen y lloran, porque no pueden sustentar sobre sus hombros los cuidados de las riquezas y sus afanes. Lo tercero, les concede compañía de los hermanos, etc.
A tanto bien, a tanta misericordia es menester se muestren agradecidos. Y este agradecimiento le han de tener en el exercicio de estas virtudes y cosas que hoy se les concede, porque en ellas es Dios grandemente glorificado. Lo primero, en ver que los hombres se aprovechan de su misericordia y de las mercedes que les hace. Y cuando sembraba aquel buen sembrador 3 y veía que se le perdía su [105r] semilla, lo sentía y daba voces, etc. Lo segundo, es Dios glorificado en la pobreza de sus siervos, que, tiniendo el desprecio de todo, lo tengan todo y, sin tener el dinero, tengan el valor, etc.
También en el exercicio y junta de muchos siervos de Dios es Su Majestad glorificado, como lo es más en un prado de diferentes flores que no en una flor sola. Y assí, alabando la hermosura de la sposa, aguardó a alabarla cuando tenía el vestido dorado y cercado con variedad 4, etc. Y assí David, cuando dijo que todos los hombres alabasen a Dios, en una de las cosas en que le habían de alabar y glorificar era in sanctis eius 5, en sus sanctos. Que, aunque es digno de ser alabado en uno, pero mucho más en muchos. Y assí, en otra parte, mostrando las maravillas de Dios, dijo que se veía Dios ser admirable en sus sanctos 6, en juntar gran número de sanctos.
Ahora, pues, adviertan que el mismo exercicio de estas tres cosas es otro nuevo recibo de la mano de Dios; y de nuevo quedan otra vez obligados a este buen Señor a le servir y agradar. Pagarán y agradecerán a Dios las mercedes que les hace, en hacer dos cosas, en que imitarán a este glorioso apóstol 7 y con que cumplirán su regla. La primera, en velar y guardar estas misericordias, que una de las excelencias de este sancto fue velar y continua oración, tantas veces como de noche se levantaba a orar. Y assí el religioso que trujere nuestro hábito siempre velando, con continua presencia de Dios, de noche y de día y en cualquier hora. Lo segundo, dice que dio el pellejo este sancto 8, que es lo segundo en que un hermano se ha de mostrar [105v] agradecido a Dios, en hacer penitencia (que es nuestra profesión) hasta dar el pellejo, ayunar, velar, azotarse, trabajar hasta dar el pellejo. Que cuando yo oigo decir que un hermano, por beber agua y comer yerbas, cayó malo o se muere, alabo a Dios porque imitó a este glorioso sancto hasta dar el pellejo. A eso vienen hoy a la Religión, a darse y entregarse a Dios hasta dar la piel. Y en esa palabra está encerrada la perseverancia, que no debe uno más de trabajar hasta acabar. Maiorem caritatem nemo habet, ut animam suam ponat 9. No puede ni debe menos de dar la vida, por la cual les dará Dios su cielo. Etc. a