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San Juan Bautista de la Concepción Obras IV – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
Capítulo hecho en Villanueva de los Infantes
Y para que se entienda —que, como los hago según lo primero que Dios allí ofrece, es menester saber el intento, porque de otra manera no me entendería—, hase de advertir que la mañana que se hizo, tañidos a la oración, se tardaron un poco y yo fui a dispertarlos; y también me habían scrito que el presidente no era estimado como el oficio pide. Leyeron aquella mañana, que fue jueves, la mansedumbre, modestia y humildad con que Cristo pareció ante aquellos inicuos jueces en su pasión y cuán fatigado y cansado le trujeron de juez en juez 1.
Bien se echa de ver el acierto que quiere Dios tengamos en todas nuestras cosas y obras, pues las que no salen tan derechas nos da luego pie, modelo y regla por do las enmendemos. Habiendo de ser este capítulo de preparación para la visita, se nos ha vuelto caso de [149v] culpas; y como no quiere que las haya, luego al punto nos dio con que las confundiésemos. Ahora, pues, ¿qué culpas hay y con qué pie entramos en la visita? Díganme por charidad, hermanos, ¿qué significa estar el provincial y prelado en casa y haber tanto descuido que, después de haber tañido a la oración, es necesario yo los torne a dispertar y a llamar? Paréceme que esto es falta de temor, de estima, de respecto y de todo lo que quisieren, porque cuando en otras ocasiones hubiera ese descuido, hoy no lo había de haber, porque el temor habíe de haber ahuyentado el sueño de nuestros ojos.
¡Seas tú, Dios mío, bendito mill veces! Y qué presto en la lección de hoy nos ha querido reprehender y confundir. Que seas tú el prelado y pastor de todo el mundo, la verdad y Dios verdadero, y que parezcas ante esos inicuos jueces y parezcas con tu mansedumbre, humildad y modestia para enseñar la estima que se debe hacer de los prelados. Que por eso dijo David 2: Imposuisti homines super capita nostra a, habiendo dicho primero: transivimus per ignem et aquam, eduxisti nos in refrigerium b. Para llegar un súbdito a este refrigerio, primero ha de pasar por fuego y agua, que son los actos de obediencia y rendimiento de la voluntad, y luego estimar y tener a sus prelados sobre su cabeza. Por eso se llaman cabeza, porque es la parte superior del hombre. Que mal representara un hombre su figura si trujera la cabeza abajo y los pies arriba. Aun un hombre agobiado o cabizbajo parece muy mal y muy feo. ¿Qué parecerá un prelado hecho súbdito y un súbdito hecho prelado? Tal sea mi vida como es que un prelado sea humilde, pero hase de advertir que si, [150r] por irse el prelado a fregar y barrer, el súbdito se le quiere levantar o despreciar, que en tal ocasión el prelado se ha de quedar con lo formal de la humildad y dejar lo material y tomar su imperio, mando, su gravedad.
Cuando Cristo representó el ser maestro y prelado, dice el evangelista que se subió a un monte alto y que, para hablar, se sentó 3. Y no se lee que los apóstoles ni la demás gente se sentase o que Cristo se lo mandase, como otra vez que hizo officio de siervo dándoles de comer: que los convidados estaban sentados y Su Majestad, para mejor exercitar su officio, estaba en pie 4. Es bien que el súbdito tema, reverencie y reconozca la mayoría del prelado. Y que entienda no es falta de humildad en él que haya c tiempo en que el prelado esté sentado y el súbdito en pie. Como decíamos denantes, la cabeza es la parte superior. Y convino assí, porque la hizo Dios depósito y archivo de todos los sentidos y potencias más principales del alma. En ella, como en una torre y castillo, se retiraron, recogieron y encastillaron todos los sentidos, pues en ella está la vista, el tacto, el fato, el gusto y oído, el entendimiento y la memoria. Llano es que, viviendo ahí la gente más principal que habita en este mundo pequeño, que es el hombre, que habíe de estar arriba en lo más levantado y encumbrado. Que no pareciera bien que los ojos y las orejas, etc., anduvieran arrastrando por el lodo; fuera muy cierto que los ojos cegaran y las orejas no oyeran y el gusto se estragara y el olfato se perdiera, etc. Y assí proveyó la naturaleza que los ojos, que habían de ser atalayas, estuviesen arriba, y las orejas, que habíen de escuchar lo bueno [150v] y malo que habíen de huir o amar, estuviesen donde pudiesen hacer bien su officio; y así de los demás.
Es llano que en el prelado se recogió todo lo bueno que ha de haber en una comunidad d, pues en él ha de estar la sabiduría, y ser el entendimiento e inteligencia de sus súbditos, el acuerdo y memoria; los ojos que miran y atalayan, las narices que huelen y descubren, las orejas que oyen lo que hay que remediar, etc. Bueno fuera que fuera el prelado depósito y arca, donde tanto thesoro estaba depositado, y que no estuviera en la parte más alta de este compuesto, que no estuviera arriba levantado y estimado, sino abajo en el suelo. ¡Bien miraría de esa manera y haría los demás officios a que tiene obligación, enlodado y entrapado en el polvo! Metan la mano en su pecho y echen de ver si ha sido thema el que Dios me ha dado al propósito de lo que me han scrito de lo que su presidente ha pasado con sus súbditos. Y bien lo han mostrado, pues, estando el provincial en casa, han mostrado tan poco temor que, después de haber tañido a la oración, ha sido necesario irlos a llamar; y que el mismo Cristo esté aguardando para los reprehender con la mansedumbre y humildad que pareció ante jueces tan depravados, etc. No digamos más acerca de eso.
Sólo digo que muchas veces un prelado se ha de descartar del spíritu y pedirle a Dios unas fuerzas de un gayán para reñir y castigar. Yo confieso, hermanos, que el spíritu es más que el cuerpo. También digo que en un prelado no vale lo uno sin lo otro, y que hay tiempos en que el prelado le pide a Dios conmute un poquito de spíritu en unas muchas fuerzas. Vamos probando esto. El spíritu es bueno para enseñar y amonestar, pero las fuerzas y cuerpo para castigar [151r] y reprehender. ¿Cómo se podrá con solo spíritu cumplir lo que san Pablo dice 5: argue, obsecra, increpa e, que son términos que piden ánimo, brío y fuerzas? Acá decimos: fulano predica con mucho spíritu. Pero no decimos: fulano o tal prelado azota con spíritu, sino: con brío y fuerzas. Y cuando éstas le faltan a un prelado, aunque se alcancen a costa de un poco de spíritu, se han de pedir a Dios, porque la falta de ellas en los prelados suele hacer mucho daño. Veamos esto.
¿Quién tuvo tanto spíritu como Elías, pues confiesa Eliseo que lo tuvo doblado 6? Ofrécesele una ocasión de mostrarlo, y fue cuando el rey Acab con sus f [cuatrocientos cincuenta] prophetas se pusieron contra Elías. Elías de una parte solo, como él confiesa 7: et inter prophetas Domini, relictus sum ego solus g, y, de parte del dios Baal, estaba el rey y estaban tantos prophetas. Hacen su apuesta, descubridora del Dios verdadero. Ponen su sacrificio. Los sacerdotes y prophetas falsos enpiezan a dar voces a su dios para que baje fuego del cielo y consuma aquel sacrificio; y el sancto Elías se pone a hacer burla de ellos, y les dice: hablad alto, que debe vuestro dios de haber ido camino o está convidado en alguna taberna o bodegón. Bravo spíritu y ánimo el de Elías: ser solo y delante de un rey y opuesto a tantos sacerdotes, etc., y que hable con tanta osadía. Llégasele su tiempo y suerte, pone su sacrificio y híncase de rodillas y hace oración a Dios, y baja luego fuego del cielo y consume su sacrificio. Viendo que Elías había ganado la apuesta, entriéganle todos los sacerdotes y enpieza a descabezar y a quitar vidas 8. Bravo hecho y admirable victoria.
Pasemos adelante y pongámosle en otra [151v] victoria y ocasión. Sale huyendo de la reina Jezabel y vese en el camino y en la fuga tan acabado y tan cansado y desmayado, que se arroja a la sombra de un enebro et petivit animae suae ut moreretur h 9; que le pidió a Dios que fuese servido de dar fin a sus trabajos. ¿Qué es esto, Elías? ¿Qué es de lo que denantes decíamos en la apuesta del sacrificio —aquel hacer burla de tantos prophetas, no temer al rey, no desmayar en tal conflicto— y agora queréis moriros? ¿Qué es la causa de esta mudanza? ¿Quieren, hermanos, saberla? Que la apuesta se hacía con solo spíritu y con él despreciaba la honra que se daba al dios falso; con él se daba, oraba y pedía a Dios bajase fuego a su sacrificio y volviese por su honra, pues era Dios verdadero de Israel. Pero, cuando huye por los desiertos y caminos, es obra del cuerpo y fáltanle las fuerzas, y es necesario que se las aumente Dios con milagro para la fuga que hacía. Y assí le envió con un ángel un pan subcinericio y agua, y le dijo el ángel que cobrase ánimo 10. Confieso, hermanos, que me he visto mill veces atajado, cuando he tenido necesidad de las fuerzas corporales, y bien necesitado de que Dios las fortifique, porque me parece que, en las ocasiones que tenemos entre manos, es menester procurarlas y buscarlas, aunque sea a costa de un poco de spíritu.
Ahora, hermano, ¿cómo dice eso? ¿No es más el spíritu que el cuerpo? ¿No es oro en comparación de plata? Pues ¿por qué hemos de trocar el oro por la plata? Respondo y pido atención por charidad, y digo que es verdad que el spíritu es oro y lo corporal plata y cuartos. Pero, si llegáis a comprar algo a un rústico [152r] y zafio y le dais oro, dirá que no lo quiere, sino cuartos o plata, que es la moneda con que él se entiende. Hay algunos hombres que no entienden ni saben de spíritu, que es lo que Cristo dijo 11: Animalis homo non percipit quae Dei sunt i. Habladles con spíritu, no se moverán más que una piedra. Dadles una disciplina, echadlos en un cepo, que es moneda que ellos saben y conocen; con eso solo negociaréis con ellos y [no] con el spíritu y el oro.
Vamos probando esto. En los que juegan a los naipes hallaremos un muy buen exemplo. Hay juegos en que un jugador se descarta de las buenas cartas y que más valen en el naipe, porque en aquella ocasión las que son menos le valen y aprovechan más que las que más valen. Pongamos este exemplo en los que juegan a las quínolas. Va uno de bastos y éntrale un siete de oros y una figura de bastos; descártase del siete de oros y quédase con la figura. ¿Cómo hacéis eso, señor? ¿No vale más el siete de oros que la figura, pues el siete vale veintiuno y la figura vale diez? Sí, señor, pero en esta ocasión más me vale este rey y figura que el siete de oros, porque el manjar que llevo en mi juego es de bastos, o copas, y téngome de conformar con el manjar de que voy. Bien nos descubre este exemplo lo que vamos diciendo. Hay tiempos en que un prelado se ha de deshacer y descartarse de las buenas cartas: arrimar a un lado la oración, el recogimiento, los actos de humildad, y quedarse con la figura y representación de prelado; que, aunque es verdad que vale más ser humilde que rey, pero en esta [ocasión] que vamos tratando se ha de quedar con el ser rey, para ser temido y reverenciado de sus súbditos. Porque en esta ocasión [152v] pide este juego en que voy, de bastón, un bastón con que, si fuere necesario, se amollenten las costillas al que fuere malo; y que, en semejante tiempo, cuando el súbdito no camina con rectitud y al prelado le faltan fuerzas, que deje algo del spíritu, aunque sea oro, y coma y beba y se regale, con que cobre fuerzas para ganar el juego j y llevarse el resto de los que vinieren en su compañía, tiniéndolos rendidos y a merced; y no, al contrario, el prelado acobardado por no saberse descartar y por no saber proceder en la disposición de las cosas.
Deseo dejar bien esto probado, porque veo que hay algunos religiosos y prelados tan escrupulosos, que se quieren volver todo spíritu y, para esto, aun comer no se atreven ni dormir ni acudir a las necesidades corporales, hasta que, por el propio camino que lo pretenden aumentar, por eso lo disminuyen y aun lo ahogan y dan con él en el suelo. Siendo como unos niños a quien les dan en la mano un pajarillo, que el chiquillo, porque no se le vaya, lo aprieta tanto con la mano que lo ahoga y echa fuera las tripas. Tanto quieren apretar el spíritu y estragarlo algunas personas, pareciéndoles que si aflojan la mano, se les ha de ir, que lo vienen a ahogar y a destruir. Hay tiempo en que es necesario tratar de estas cosas con blandura y discreción y, si es necesario dejar el recogimiento y la oración, hacerlo, que con eso agrada a Dios, particularmente si la tal persona es prelado y entiende con muchos y ha menester más fuerzas y procurar templar lo corporal, si se queda muy bajo, aunque sea a alguna costa y cuenta del spíritu. Porque, puesto caso que el alma está en este cuerpo, el spíritu ha menester cuerpo para su conservación [153r] y para granjear y ganar.
Bueno es al trabajador para el día de la fiesta el buen vestido, pero para el día del trabajo y jornal, en lugar de ese vestido, ha menester un azadón para irse a alquilar y trabajar en la viña ajena, para ganar un real. Sancta cosa es la oración, el recogimiento, pero eso es para el día de la fiesta, para cuando un religioso huelga y vaca a Dios, pero, cuando Dios lo alquila y hace prelado y le manda que trabaje en su viña y que castigue al malo y corrija al perdido, para estas ocasiones en que ha menester azadón, venda, si fuere necesario, el capote bueno y cómprelo. Quiero decir que deshaga un poquito de la abstinencia y recogimiento y lo trueque por fuerzas, brío y ánimo para castigar y velar sobre su manada.
La mujer, cuando masa su harina, procura tantear según la harina para echar el agua; y si hay mucha harina y poca agua, quita de la harina. Esperad, señora, no quitéis de la harina, que es de más valor que el agua; antes al revés, quitad del agua. No, dice ella, que es menester tantear lo uno y lo otro, porque menos no haríamos la masa. Es menester tantear el spíritu y las fuerzas, porque de cuerpo y alma hizo Dios una masa, como dice David: sicut caseum me coagulasti k 12. Y es menester que se tantee la cantidad del harina con la del agua, y el spíritu con las fuerzas, para que, tiniéndolas el prelado, pueda acudir a sus obligaciones y a castigar al que ha menester castigo y hacerse temer y reverenciar. Que esto es lo que Cristo hoy nos muestra, apareciendo delante de estos jueces con tanta mansedumbre y humildad, y ellos con tanto poder, aunque dado de arriba, como ellos y Cristo confiesa. Ellos dicen: [153v] Nescis quia potestatem habeo dimittere te et crucifigere te l? Y Cristo le responde: Nisi desuper tibi datum fuisset, non haberes potestatem m 13. Hay tiempo en que el prelado ha de mostrar tener potestad, porque el cielo gusta de se la dar para que en su presencia el súbdito sea humilde, manso y modesto.
Lo segundo que se me ofreció sobre las palabras que el hermano acabó de leer, fue ver qué cansado, qué fatigado y trasnochado traían a Dios de casa de un juez a otro nuestros pecados y nuestras faltas, para que se consuele el prelado en los trabajos y fatigas que le causaren los defectos y faltas de sus súbditos. Y cierto que parece también en esto me ha consolado Dios grandemente anoche, cuando llegué tan cansado; y esta noche parece que tenía sobre mis cuestas una carga pesadíssima, deseando concluir con esta visita para quitarla n de mis cuestas. Y viendo hoy a Dios, Prelado, Señor y Gobernador del universo, cargado con las penas de los hombres, fatigado, de casa en casa haciendo visitas a los que, llamándolos el mundo jueces, son súbditos y criaturas de este Señor que humillado entra por sus puertas, me he consolado; y veo que no ha de querer ser el siervo más que el señor 14.
Aquí echarán de ver, mis hermanos, lo que deben a un prelado y las obligaciones que tienen a le ayudar y descargar, porque a su cuenta y a sus cuestas están todos los defectos y faltas de la comunidad. Assí lo dice Dios por Esaías: Peccata populi tui comedent o sacerdotes 15; se comen los peccados del pueblo. Miren qué stómago le harán y de qué buena cosa están preñados y cargados. De pecados ajenos. Miren los estremos que hizo san Pedro en los Actos de los apóstoles, cuando en la visión que tuvo le mandaron comer aquellos animales ponzoñosos [154r] que venían en la sábana envueltos 16. ¡Oh Dios mío, y si abrieses los ojos a los súbditos de suerte que echasen de ver cuán grande mal es hacer o cometer una imperfección y cuánto daño hacen con ella al pobre prelado que la ha de tomar a su cuenta!
Vamos probando esto, qué carga es la culpa y los males que hacen y cometen los súbditos, para que por ahí les persuadamos las eviten y compadezcan de las espaldas sobre que las cargan. Pusimos exemplo en Cristo. Tomemos ese exemplo más de su principio. Al principio del mundo encargóse el Verbo, segunda persona de la Sanctíssima Trinidad, no de las culpas de los hombres para tomarlas en su persona, porque era Dios impeccable, en quien no puede caer mácula ni mancilla, sino de las penas debidas. Y con ser el brazo fuerte de Dios, como dice la Virgen: Fecit potentiam in brachio suo 17, etc. p, puede tanto la obligación hecha de penas de peccados que dobliegan este brazo y abaja a la tierra y en ella, cuando se echó sobre su cruz el saco de nuestros males, dio con él y con su bendito rostro en el polvo que pisan los pecadores. ¡Oh Señor, y quién esto no considera! Bastaba este exemplo.
Pues otros se ofrecen, digámoslos, que assí debe de convenir. Los cielos ya se sabe cuántos son, la grosura tan grande que tienen, y, con todo eso, no pudieron sufrir la desobediencia de los ángeles, no quererse humillar y subjetar a su Prelado y Señor, reconocerlo por su Dios y ellos tenerse por sus súbditos. Y assí dio con ellos abajo en lo profundo y escondido [154v] de las cavernas de la tierra 18. Veámoslo más. La tierra ¿no es fuerte? ¿No es firme? Sí, por cierto, que, aunque es escabel de los pies de Dios 19, es tan firme que sustenta torres, montes, etc.; y por bien que la carguemos, no se hundirá el escabelillo. Pues esperad y veréis lo que pesa un peccado. Ofrecen sacrificio ajeno Datán y Abirón y luego al punto se abre y los traga 20, que no los pudo sufrir, sino que dio un crujido y saltaron las astillas y hizo agujero y se los tragó.
Ea, hermanos, baste esto para que de veras quedemos persuadidos a que nadie ofenda a Dios, sino que todos lo amemos y procuremos descargarnos de carga tan pesada, y descargar a nuestros prelados de la parte que les cabe de nuestros defectos, de nuestras desobediencias y tibiezas, que los traen cansados, afligidos, aperreados, enfermos y por esos caminos de casa en casa, buscando cómo se quitarán y dejarán esa carga. Los que hasta aquí, como otros ángeles malos, no se han rendido, reconocido y subjetado a su prelado, no aguarden a que Dios por sus inobediencias los eche de este cielo. El que hubiere ofrecido sacrificio ajeno, quiriéndose hacer cabeza siendo súbdito, torne el incensario a su dueño, que no es el súbdito el que ha de incensar ni ha de ser incensado, sino el prelado es a quien se le debe esta estimación y reverencia. Y por este camino, nos hará Dios mill mercedes a los unos y a los otros.
Después de esto, traté en orden a la visita cómo era necesario avisasen todos los súbditos las cosas que habíe que remediar, para que se consiguiese todo lo que en esta plática habíamos dicho. Etc.