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San Juan Bautista de la Concepción Obras IV – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
Adviértase que, siempre que se pusiere encima del ringlón esta palabra nota, son cosas dichas en diferentes ocasiones y fragmentos scogidos, por si en alguna ocasión alguno se quisiere aprovechar de ellos. Y procuraré poner muy descalzo el símil o exemplo, para que cualquiera de nuestros hermanos se pueda aprovechar de ello.
Hoy, hermanos, domingo de la sexagéssima, han de recibir el Sanctíssimo Sacramento. Para saber cómo lo han de recibir para que cojan fruto de centéssimo, no hay sino aprovecharnos de la parábola de hoy 1, que el trigo que cayó en tierra buena sólo ése llevó el tal fructo. Porque el que cayó en el camino las aves del cielo se lo comieron y los pasajeros a lo pisaron; el que cayó entre spinas se ahogó; el que entre piedras no tenía humor y assí no llegó a colmo. Hay unas almas hechas caminos, por donde pasan, van y vienen cuantos pensamientos hay b.
Esto tiene el camino, diferente de la calle: que a la calle le pueden poner puertas, en tiempo de peste, por estar recién empedrada o c por haber algún enfermo, pero al camino no, porque no hay echar puertas al campo. Unas almas, en quien, por ser camino y no tener puertas ni haber portero, se entran los pensamientos sin licencia, hechas campo para todos [189v] los que quieren. Y como son de todos, también tienen su d parte los demonios, para ser ocasión de que este soberano grano no haga aquel fructo que debe hacer, etc. Y como no hay puerta ni portero, éntranse mill pensamientos vanos. ¡Oh qué lástima, qué compasión y miseria de la tal alma: que entren pensamientos vanos, inútiles, impertinentes a pisar este soberano grano, y que esos pensamientos estorben el llevar el fructo centéssimo, este trigo amasado, etc.! Dic.
La otra que cayó sobre piedra, que fue ocasión también para que no llevase fructo, son unos corazones duros y llenos de pecados, pero esto es para gente perdida 2. Pero lo que en nosotros nos podría ser de algún estorbo, es alguna semejanza en nuestros interiores y esteriores con la piedra: alguna dureza o entereza de propia voluntad, algún ilícito casamiento con su propio parecer; no aquel rendimiento que debe haber, aquella resignación en las manos de Dios, para que en todo se haga su sancta voluntad. Y adviertan que, antes que Cristo en el paternoster dijese: el pan nuestro dánoslo hoy, primero dijo: hágase tu voluntad 3. Porque no es amigo de hombres enteros, como piedras, sino deshechos en la voluntad de Dios. Yo he visto en tierra donde no hay sino piedra, como se hace en Génova, que traen tierra de otra parte para que lleve fructo lo que sembraren. Nuestra voluntad de suyo ¿qué fructo puede llevar? Dic. Es necesario quebrarla y luego traer e otra tierra que echar encima, y ésta ha de ser la voluntad de Dios. Y cayendo sobre esta voluntad esta soberana semilla, ha de llevar el fructo según donde se siembra.
La tercera fue la que cayó sobre spinas y éstas, dice Cristo, fueron las riquezas 4. Pero en nosotros, que no las hay, podría servir de estorbo un agrado en el buen hábito, en el buen breviario; tener puesto el corazón en la [190r] estampita y en otras niñerías. Eso hace f estorbo, como lo podrían hacer, en la mesa de un grande donde fuésemos convidados, poner sobre la mesa un tintero, unas tijeras u otra cosa. Allí no ha de haber nada de eso por la limpieza que pide la mesa. Pues miren hoy estotra mesa, si, comiéndose Dios en ella, será razón que vaya el religioso y ponga en ella, no digo yo riquezas, que son spinas, pero ni otra ninguna cosa ha de haber, sino comida, ni aun el plato en estando vacío, que luego se ha de quitar, no impida, etc. Dic.
La cuarta fue la tierra buena que llevó el fructo 5. Diránme: Hermano, ¿cuál es tierra buena, qué ha de tener? Respondo per negationem: aquélla es tierra buena que no es camino, dic ut supra, que no tiene piedras, que no tiene spinas, sino que todo está desmontado, etc. Per afirmationem: ésta es buena tierra que, cuando se viene a sembrar, está bien arada de dos o tres rejas, que son las disciplinas y mortificaciones, etc., y regada con lágrimas y ternura interior. Y después de sembrado, hacer lo que hacen los labradores, que ponen guarda y cerca para que no entren bestias y se lo coman; y un muchacho con una honda que espante los pájaros, no se lo coman y escarben. Después de recibido este soberano Señor, guardarse de las bestias, etc., espantar los pensamientos inútiles, que escarbarán lo sembrado. De esta manera llegará a colmo, a llevar ciento por uno, gracia y vida eterna.