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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • EL CONOCIMIENTO INTERIOR SOBRENATURAL
      • INTRODUCCION
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INTRODUCCION

 

            1.         Con el título El conocimiento interior sobrenatural presentamos los 71 primeros folios del tomo IV, divididos en 23 capítulos, que forman un bloque orgánico y compacto en el conjunto del manuscrito. El mismo autor clasificó la materia en capítulos, que enumeró progresivamente en un segundo momento; y no prosiguió dicha numeración progresiva en el tratado siguiente, el cual inicia nuevamente con el capítulo 1. La foliación del volumen delata una mano distinta a la del escritor. Se observa además un tercer detalle en favor de la primitiva independencia del texto: las hojas sobrantes del cuarto cuaderno -71 folios hacen tres y medio- aparecen cortadas, probablemente en vistas a ser aprovechadas para otros usos.

 

            2.         El tema abordado carece asimismo de puntos de contacto con los otros tres tratados del volumen. Las siguientes líneas nos revelan la ocasión motivante del escrito:

 

                        "Todo este tratado he scrito con cierta ocasión que me dieron en Valladolid, tratando de cierto ermitaño, gran siervo de Dios, cuya vida y exemplo lo habíe metido en los retretes más scondidos de los príncipes y reyes. Y pareciéndoles que esa vida exterior no se compadecía con la otra vida interior y sobrenatural que la tal persona gozase, decían que no habíe que hacer caso de él ni de lo que él dijese, quiriendo escurecer con las tinieblas de sus palabras la luz que Dios podía darle por el rigor de su vida y costumbres sanctas, que a cabo de muchos días había adquirido. Y así, en lo pasado y en lo que falta por scribir, no sólo habré procurado defenderlo a él, sino volver por todos aquellos a quien Dios fuese servido apartar para que en esta vida empiecen a gozar de los thesoros y maravillas que Dios tiene guardadas para los que con veras le sirven y aman despreciando todo lo de la tierra" (c.22,1).

 

            De acuerdo con esta motivación, los puntos salientes de la exposición versan sobre: las diversas clases de conocimientos sobrenaturales y su específica naturaleza; certeza y dudas en el alma acerca de la posesión del conocimiento sobrenatural; frutos que conlleva y efectos que produce; disposiciones requeridas; acción perturbante del demonio1.

 

            "Lo principal de nuestro tratado -nos dice el autor- ha sido tratar de los diferentes y levantados conocimientos de los hombres que gozan vida perfecta" (c.22,4). Y precisa en otra parte la intención que le ha animado al escribir estas líneas:

 

                        "Mi intento en todos estos capítulos pasados no fue tratar de estos dones y conocimientos sobrenaturales en orden a sí, sino en orden al conocimiento y juicio que los hombres pueden


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tener de ellos, por ver los muchos letrados y hombres que se quieren hacer doctos enseñando y persuadiendo, dicerniendo y calificando espíritus... Vamos descubriendo las dificultades que tiene el conocimiento de un espíritu extraordinario para que, de las dificultades que de aquí resultaren, el que pretendiere conocerlo procure buscar medios acomodados para las tales dificultades, abrir los ojos y no sentenciar de repente" (c.14,1).

 

            Es siempre el servicio a los demás en necesidades claramente constatadas -y no el tratamiento teórico y abstracto de los temas en sí, para lo que, entre otras cosas, no disponía de tiempo- lo que mueve al santo trinitario a tomar la pluma.

 

            3.         En nuestro caso hay una razón adicional que justifica la elección del tema: a pesar de haberse escrito mucho sobre "la verdadera o falsa revelación", quedan una infinidad de cuestiones oscuras o inabordadas, "porque los libros es imposible puedan descubrir todos los dones particulares y modos extraordinarios con que Dios descubre sus secretos a quien de veras ama, y las astucias y engaños con que el demonio burla al que se deja llevar de algún spíritu de presumción o soberbia" (c.1,1). Por esto, el autor entra en materia apoyado únicamente en el propio acopio de experiencias y con el comprensible temor de no ser exacto en sus consideraciones: "Bien que en esta materia debo temer, por no lo haber estudiado ni leído libros, ni saber más de lo que he entendido tratando con algunas personas" (c.22,4).

 

            Se sabe que a lo largo de su vida se relacionó con muchas personas contemplativas, algunas de ellas dotadas de gracias singulares. Sentía una gran curiosidad por los fenómenos místicos, tan en boga y discutidos en su tiempo, y se interesaba por informarse bien en torno a los casos que suscitaban más habladurías. Lo confirma en el presente escrito: "Y yo he visto y preguntado de algunas personas que tienen algunos dones particulares que no los acabo de entender [...]" (c.14,6). Esto le ayudó a ser, por una parte, prudente y realista a la hora de juzgar tales fenómenos y, por otra, receloso ante lo extraordinario de los propios dones recibidos de Dios. Un criterio de orientación general en este campo lo anuncia ya en las primeras páginas: "Aunque es verdad que este espíritu extraordinario y de revelaciones, cuando Dios lo diere, se ha de estimar y agradecer, pero no se ha de procurar, sino caminar por donde Dios guiare y quisiere" (c.1,10). Nada de extraño que, en sus escritos, se nos revele un experto en el discernimiento de espíritus.

 

            No es, sin embargo, ésta la única ni la principal fuente informativa del presente escrito. El texto deja entrever el sustrato de las vivencias personales del autor. Se comprueba fácilmente, por ejemplo, que las pruebas del demonio descritas en el c.17,5 tuvieron por blanco su persona cuando negociaba en Roma el breve de la descalcez: no hay más que leer su autobiografía en el tomo VIII2. He aquí una de las muchas alusiones que hacen al caso: se confiesa "lleno de tinieblas y obscuridad" en su espíritu (c.9,4); pues bien, "estas almas, de quien yo voy tratando, son unos spíritus en quien Dios parece tiene puesto su gusto de traerlas llenas de tinieblas y obscuridad: por una parte, cargadas de deseos y de obras y, por otra, de incertidumbre" (c.15,16).

 

            A favor de este engarce con la experiencia está también el hecho de que la obra adolece de una cierta deficiencia estructural, propia del que -como el reformador trinitario- escribe a partir de una vida en constante transformación y ebullición


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espiritual. "Papeles son -dice con marcada humildad- que los escribo por sólo mi entretenimiento; enmiéndelos quien los leyere, o rómpalos si fueren boberías" (c.2,6). Claro está que semejantes papeles, por ser expresión de una vida, son todo lo contrario de boberías: es el don más precioso que el místico trinitario nos ha podido hacer. Y por eso, interesa y llena más la lectura de estas páginas que la de un manual académico, bien sistematizado, sí, pero tejido a base de elucubraciones mentales desencarnadas.

 

            Sintomático respecto a lo que acabamos de decir es el escaso soporte bibliográfico del escrito: aparte las citas bíblicas -ésasabundantes-, no hallamos más que dos o tres referencias a santo Tomás, otras tantas a san Agustín, unas pocas anécdotas hagiográficas y vagas alusiones a la filosofía clásica.

 

            4.         "Esta materia es dificultosa a todo género de gentes" (c.1,1). He ahí la afirmación inicial que previene al lector no sólo ante lo delicado del tema, sino también ante la posibilidad de unas reflexiones no del todo transparentes y satisfactorias. Y es que "la teulugía pone muchas reglas, la prudencia y discreción tienen muchas conjeturas, pero como lo humano no atoca a lo divino y todo lo que el hombre por sí puede rastrear se queda corto para lo que Dios puede descubrir" (c.1,2).

 

            "En el conocimiento del espíritu y altas revelaciones de la santa Madre Teresa de Jesús se vieron bien estas dificultades", nos dice (c.1,3). La exuberancia, variedad y notoriedad de las comunicaciones divinas recibidas y descritas hacen de la Doctora del Carmelo un caso emblemático, que nuestro autor asume como uno de los focos iluminantes de la obra. Cita también otros casos de verdaderas y falsas revelaciones. Aduce, entre los segundos, la famosa historia de Sor María de la Visitación, la monja de Lisboa que indujo a engaño a Fr. Luis de Granada.

 

            5.         Una parte del tratado -probablemente los 13 primeros capítulos- fue escrita en Valladolid, según deja entender esta frase: "Estando yo ahora en Valladolid, tengo presentes las cosas que supe, entendí y vi en Madrid con una particular certidumbre" (c.10,8). En el c.15, sin embargo, notamos dos alusiones a la corte, esto es, Madrid, donde al presente se hallaba el autor: "Consideremos que un hombre es esclavo y pechero... y que un día se le ofreció venir a la corte, donde estaba su señor" (pár.8). "Pongamos un exemplo: hállase un hombre en esta corte..." (pár.14). Puesto que después del inicio de la obra no se repite el monograma Jhs. hasta el capítulo 14, puede suponerse una interrupción temporal después del capítulo 13, y con ella la separación de las dos partes escritas respectivamente en Valladolid y Madrid3.

 

            No disponemos más que de una indicación útil, y muy imprecisa, para intentar el cálculo cronológico de la composición de la obra: "Debe de haber un año que, habiendo tomado nuestro sancto hábito un mancebo, a cabo de unos pocos días vino a mí y me dijo que le diese sus vestidos, que él no podía llevar aquesta vida" (c.18,9). Esta frase presupone que el Reformador era superior provincial (1605-1608)


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cuando admitió al joven; por tanto, fue escrita después de 1606. No podemos delimitar más, por el momento, el tiempo que vio nacer el presente escrito.

 

            6.         La distribución y titulación de los capítulos, salvo excepciones, son del autor. Nosotros hemos agregado la numeración de párrafos; baste esta advertencia, sin necesidad de remarcar las cifras añadidas entre corchetes.


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            EL CONOCIMIENTO INTERIOR SOBRENATURAL

[f. sin n.]          Jhs. a

TRATADO DE ALGUNAS DIFICULTADES QUE CONSIGO TRAI EL CONOCIMIENTO INTERIOR SOBRENATURAL QUE DIOS DA [A] ALGUNAS ALMAS. DE CUATRO O CINCO MANERAS DE ILLUMINACIONES INTERIORES. Y DE LOS PROVECHOS QUE EL ALMA SACA DE LAS DIFICULTADES QUE EN LOS TALES CONOCIMIENTOS SE LE OFRECEN, Y CUÁNTAS SON LAS IGNORANCIAS DE LOS HOMBRES EN LOS JUICIOS QUE ECHAN DE ESTOS SPÍRITUS EXTRAORDINARIOSb.




1 El contenido doctrinal del tratado ha sido examinado parcialmente por FIDEL DE LA DOLOROSA, El conocimiento místico según el Bto. Juan Bautista de la Concepción: Estudios Trinitarios 1 (1963) 151-174; JESÚS DE LA VIRGEN DEL CARMEN, Los dones del Espíritu Santo en el Bto. Juan Bautista de la Concepción, en Corrientes espirituales en la España del siglo XVI, Barcelona 1963, 417-450; PUJANA, J., Trinidad y experiencia mística en san Juan Bautista de la Concepción, Salamanca 1982, 90-115 ("Conocimiento sapiencial de Dios").



2 ff.94 y ss.



3 "Mi intento en todos estos capítulos pasados no fue tratar...", es la frase inicial del capítulo 14, en la que el fue, a diferencia del ha sido que emplea el santo cuando se refiere a tiempos próximos, parece indicar un tiempo pretérito más bien lejano.



a  sigue nota que el título de este tratado a de ser en esta forma



b sigue este título que stá puesto en el primer capítulo se a de trocar y poner éste






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