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San Juan Bautista de la Concepción
Obras IV – S. Juan B. de la C.

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81

Jhs. Maria

En día de la comunión de los hermanos

Somos aquí juntos, hermanos, a avisarles que hoy han de recibir a Dios. Y yo no tengo más que decirles y eso basta para capítulo muy entero y cumplido. ¿No han visto a la gente junta en la iglesia oyendo missa: que, cuando quieren alzar el Sanctíssimo Sacramento, el acólito da dos o tres campanadas y luego lo deja, en lo cual sólo advierte que quieren alzar el Sanctíssimo Sacramento, que estén con atención y alertos, que no estén descuidados, no se les pase sin que lo vean y adoren? Esta sola palabra que yo he dicho, hermanos, sirva de lo propio: de un sonido o ruido en nuestras almas, con que nos volvamos alerta, estemos con cuidado, que levantan a Dios —que lo que es nuestro provecho exaltación la llama Cristo 1—, no se nos pase sin adorarle, reverenciarle, estimarle, tenerle.

Advirtamos aquello de los libros de los Reyes: que, quiriéndose Dios mostrar al otro profeta, primero vino ruido y estruendo de viento que arrancaba las piedras, como si lloviera pedrisco, y destirpaba los aires; y luego vino Dios in sibilo aureae tenuis 2. Aquello primero sólo sirvió de [198r] una commoción 3, de un pedirle atención a, que venía Dios en cosa muy delicada y se le pasaríe por alto. Aunque yo, hermanos, no les diga cosa nueva más de lo que ellos se saben, este juntarse, este tañer la campana, este hablar sirve de ruido, que advirtamos que Dios es muy delicado.

La letra delicada o pintura, es menester para ella grande advertencia. Y aun acá al hombre que de pocas cosas se enoja o se altera, llamamos delicado; y al que no quiere comer manjares groseros, llamamos muy delicado, que debe de ser rey o de casta de reyes. Hermanos, es Dios rey, por tanto muy delicado; que se altera Dios de que un hermano no sea tan obediente, de que en las cosas muy pequeñas de su officio no tenga tanta cuenta. Oh hermano, que estaba ayer tan consolado y alegre, que me parece quería reventar, y hoy parece que se me ha ido todo. Sepa, hermano, que es Dios muy delicado y que habrá sentido algunas tibiezas y flojedades, algunos descuidos o imperfecciones, y quiere como delicado, que es rey, el guisado muy sazonado y preparado. Y para eso le hacen ruido a Elías, para que lo caliente, que viene el delicado que lo ha de comer.

Et clamor factus est: ecce sponsus venit, exite obviam ei 4. Dos cosas nos denota aquel clamor: nuestra naturaleza lerda, descuidada y dejativa, que son necesarios instrumentos de ruido para avivarnos, como al caballo los cascabeles para que corra; lo segundo, que, aunque haya habido algún descuido, no lo ha de haber cuando viene el sposo. Una cosa he notado en los desposados y es que, cuando haya más pobreza, para lo que es el vestido y curiosidad para el día de la boda no lo ha de haber, aunque se pida prestado o por amor de Dios. Y donde casan huérfanos y pobres, habrán notado [198v] que, cuando todo falte, por lo menos han de entregar la novia vestida y con ropa de cama, como digo, aunque esto se pida por amor de Dios o prestado. El día que el religioso recibe a Dios, es desposado y celebra nuevos desposorios. Aunque en su semana haya habido algunos descuidos, este día todo ha de ser nuevo, todo limpio, todo curioso, aunque con particulares ruegos y oraciones se les pida a los ángeles méritos y oraciones. Que, aunque al alma la mira Dios siempre y los ángeles, en particular este día, por ser novia y nuevos desposorios, que digo, desposada, vestida de nuevo. La propia alma es y ha de ser nueva vestidura del mismo Dios, cama, lecho y tálamo suyo. Que en decir que el alma ha de ser vestidura de Dios y lecho, es decirnos que, como desposado pobre, se contenta con su vestidura nueva y limpia y lecho por dote, sin otra cosa.

Que el alma sea vestidura de Dios, él propio lo dice: his omnibus, legitur, ut vestimento vestieris 5. Y si vestidura de Dios y Dios desposado, advierta cuál ha de ser la vestidura. Que el alma sea lecho, mirad lo que dice David 6: In sole posuit tabernaculum suum, et ipse tanquam sponsus procedens de thalamo suo b. Donde al alma que le recibe, en confirmación de lo que vamos diciendo, la llama sol y la llama tálamo. Ya hemos dicho que el vestido y el tálamo no ha de faltar c, ser bueno y nuevo, cuando todo falte. Llámala también sol, mostrando esta pureza que ha de tener. Qué puro y qué limpio es el sol, que dice san Pablo: Quae conventio luci ad tenebras? 7 ¿Qué tiene que ver la luz con las tinieblas? La luz es pura y limpia. Y assí ha de ser el alma del religioso que hoy fuere a ser trono [199r] de Dios.

Lo segundo, el sol no se ensucia, aunque pase por lugares sucios, siempre está limpio. Y así lo ha de ser el alma que fuere asiento de Dios, que ninguna ocasión ha de haber que le descomponga, que le desasosiegue, ni [con] las afrentas injuriarse ni en las alabanzas gloriarse, etc.; y así en otras muchas ocasiones.

Lo tercero, el sol es ligeríssimo: ut gigans ad currendam viam suam 8; que sale como un jayán a correr su camino. ¿Cuándo hemos visto pararse el sol o andar lerdo o de espacio? Si no fue cuando lo de Josué 9, que entonces fue necesario para aquella victoria, y cuando allá en aquello que dice, etc. Pero fuera de eso, que se lo mandaron y fue obediencia, ¿cuándo lo hemos visto parado? Y aun por eso busca Dios asiento en el sol 10, por ser tan amigo de la presteza, de la diligencia en el bien obrar. Tanto que si el sol se parase, luego cesarían las generaciones, etc. Así, hermano, en el punto que un hermano se para o vuelva atrás, dejaríe de ser sol y todo su merecer pararía, etc. No es Dios amigo de gente lerda, detenida ni perezosa. Y assí dice de él David: qui ponis nubem ascensum tuum, qui ambulas super pennas ventorum 11; aquí en sol y allí en vientos. Y Esaías dice: qui sedes super cherubim 12; asentado sobre las alas de los vientos y sobre cherubines d. Y al justo lo llama Dios su asiento: justus sedes est sapientiae 13. Si el justo es silla de Dios y la silla de Dios es el sol, los cherubines y el viento, es decir que el justo ha de ser cherubín y viento ligero en el obrar.

Lo cuarto, el sol es el planeta más noble y más principal. Y en haciendo Dios asiento en un alma, queda ennoblecida, de suerte que de ella se puede decir: Constitui te super principes et super regna, ut evellas, aedifices et plantes 14. Hete hecho y constituido rey sobre reyes y dádote jurisdicción [199v] para que edifiques y plantes.

Que es la quinta propiedad del sol, a quien está encomendado el plantar, crecer y edificar, porque este planeta es el más fecundo de todos, de suerte que, si alguno otro planeta se le arrima que no sea tal, le templa su malicia y comunica su virtud. Esto hace el justo, en quien Dios pone su asiento, que mitiga, templa y apoca o procura deshacer la maldad del malo, pegarle su virtud y bondad. Cum sanctis sanctus eris 15. Trahe me, post te curremus 16, etc. Haz, Señor, asiento en mi alma, hazme sol, que yo comunicaré esa virtud, de suerte que se traiga otras muchas almas a sí. También vemos que hasta las strellas están aguardando que el sol las luz y con él se vuelven claras. Propiedad del alma que tiene a Dios: alumbrar y desengañar his qui in tenebris et in umbra mortis sedent 17.

Lo sexto, tiene otra admirable propiedad el sol: que, exercitando todos estos officios que tengo dichos, no se cansa, disminuye ni altera ni deshace, lo cual tiene la luz de la vela o del candil. Aunque en muchos lugares de la Sagrada Scriptura hizo mención de la luz de la vela, en ninguno se acordó de ella para decir que en ella ponía Dios su tabernáculo y asiento, porque lo quiere como el sol, incansable, perpetuo. Quiere un justo siempre entero, etc. El religioso, hermanos, que, porque ha cuatro años que duerme en tablas, porque ayuna y se disciplina y anda cansado, deshecho, ya le parece que es razón dar algunos ratos al ocio, etc., no vale nada el religioso que es como el candil, que, porque ha ardido y alumbrado toda la noche y dado un poco de luz, a la mañana ya está agonizando para se acabar sin torcida ni aceite; y la vela, porque ha hecho lo propio, ya está derretida y vuelta en unas [200r] e pocas pavesas. El religioso que, por haberlo sido un poco de tiempo, ya está sin alma y sin virtud, vuelto en desmayos y agonizando para echarse con la carga, no lo hallo por suficiente para asiento de Dios. Porque ha de ser incansable, perpetuo, con perpetuo tesón, que se acabe la vida y no el ánimo, que consiste y está en el deseo de más padecer, amar, servir a Dios y alumbrar por su amor a los que de ello tuvieren necesidad.

Lo séptimo, el sol hace todos estos officios de balde y antes, después de haber hoy comunicado su luz, como si se tuviera por deudor, tiene cuidado de salir mañana. Y siendo esto de balde, todo cuanto hay vale dineros, sólo por esto no nos llevan nada ni sobre ello se echa ni se puede echar alcabala. El agua, con haber tanta, assí de ordinario cuesta dineros. Qué de veces el glorioso Pablo en sus epístolas se confiesa por deudor, que aun recibir un pedazo de pan no quiere por sus trabajos, y se pone a trabajar para su sustento, como él propio dice: ut non vituperetur ministerium nostrum 18; no agraviemos el officio, que se ha de exercitar de balde. Qué de soles hay en el mundo, qué de justos y qué baratos, que, después de no haber hecho caso de ellos los del mundo, no sólo no se dan por agraviados, sino por de nuevo deudores a tornar a hacer su officio, ya dándoles exemplos, consejos, doctrina, etc., valiendo todo lo demás que hay en el mundo dineros. Que anda la maldad y, con haber tanta y tan acosada, que se vende y vale dineros; y os ha de costar vuestra hacienda, sudor y trabajo entrar en la cuadrilla de los amancebados, murmuradores, [200v] y os harán fieros para no os recibir en la junta y congregación de los malos, en sus comedias y saraos. De donde hallo cuán acertados andan los prelados que castigan al cura o sacerdote que lleva dineros por las confesiones y exercicio de los demás sacramentos; que, pues los tales son tabernáculos de Diossoles, no quieran echar alcabalas sobre la luz que se ha de dar tan de balde.

Lo octavo, tiene otra admirable propiedad el sol: que se acommoda con las disposiciones de los pasos o de la materia en quien hace. De aquí veremos que en la mar produce perlas y piedras preciosas; en la tierra, en una minas de oro, en otras de plata, en otras de azogue, en otras fuentes cristalinas; el invierno en los nublados, agua; en el verano, granizo. Qué es ver a un san Pablo, asiento de Dios, hecho todo para todos, acommodado a cada uno según su edad y natural: factus sum omnia omnibus, ut omnes lucrifacerem f 19. Por enriquecerlos, a todos se acommodaba: con los niños niño, con los grandes grande, y assí a su palabra unas veces la llama leche: lac vobis potum dedi 20; otra vez, miel 21; otra, cuchillo 22, etc. Dic et vide. Para la gente recogida y devota, produce lluvia de doctrina, consejosconsuelos. Para los que están abrasados en sus concupicencias, granizoargue, obsecra, increpa 23; truenos, relámpagos: intonuit de caelo 24, que son los apóstoles. Dominus vocem suam 25. Vox tonitrui in rota 26, que los hace truenos, etc.

Lo nono, que, aunque esotros astros celestiales están acompañados y multiplicados, como son las strellas, el sol es solo y uno. Y esto ha de entender el justo, de quien Dios hace su trono y asiento: que ha de procurar ser perfectíssimo y llevar a todos la ventaja con sancta emulación [201r] y envidia de todas las virtudes que se hallan en los demás; que le procure amar a su Dios y criador como si él solo fuera el criado y el redimido; y que siempre dentro de sí haga cuenta de los bienes recibidos, como si para él solo se hicieran; tenerse, quiero decir, como si él solo fuera el criado, el redimido, el llamado. Pues de tal manera nos redimió Dios como si a mí solo me redimiera y a ti a solas, y de esta manera pedirá cuenta de las mercedes distribuidas, hechas y repartidas, como si para uno solo se hicieran. Porque, a mi parecer, el haberlos Dios hecho, es como la luz del sol que entra g en un aposento: que, entrando para muchos, entra toda para cada uno en particular, y eso hay que haya muchos que uno solo, pues los muchos no gastan la luz para que aquel uno no se aproveche de toda junta, y entrará sin que nadie la disminuya. Cristo, sol de justicia, así redimió a los hombres: que, gozando muchos de su sangre, se queda entera para cada uno, sin que los muchos la disminuyan ni apoquen, aunque hubiera mill mundos que de esta sangre se sustentaran y aprovecharan. Y quien vive y goza de estos bienes como si fuera uno, es menester que procure ser uno, como el sol, en la claridad, en la limpieza y en lo demás que arriba queda dicho, de suerte que de él se pueda decir: non est inventus similis illi, qui conservaret legem Excelsi 27. Esta propiedad y semejanza de sol habíe alcanzado la sposa cuando [el esposo] decía: Una est amica mea; una est columba mea 28, etc. Bien sabía el sancto profeta Eliseo que Dios quería assí las almas, tan señaladas en la virtud como si fueran una, pues, pidiendo a Elías su spíritu para ser uno, se lo pidió doblado 29. Y así, si lo pidiera sencillo, hubiera dos Elías. Y, pidiendo [201v] spíritu doblado, no hubo más de un Elías y un Eliseo, como un sol en el cielo.

Lo décimo, el sol es muy semejante a los cuerpos gloriosos, a quien se les atribuye cuatro dotes: agilidad, claridad, sutilidad e inpasibilidad 30, que casi todo queda dicho. Y assí quiere al justo sus obras claras: ut videant opera vestra bona, et glorificent Patrem vestrum, qui in caelis est 31; agilidad, facilidad para el obrar, etc.; sutilidad, que haga obras subidas, primas, acabadas. Vulnerasti cor meum in uno crine colli tui 32; delicadas como el cabello, y esa delicadeza me robaba el corazón. Inpasibilidad, como queda dicho, etc.

Lo undécimo, el sol da su luz sin cuenta ni peso ni medida. ¡Qué de luz y claridad se pierde cuando el otro está durmiendo en su cama, sin querer gozar de ella!, sino que muchas veces le cierran la puerta para que no entre tanta luz y claridad. Pues ¿qué, si había el otro de hacer alguna maldad? Y esa luz, aunque la echen de casa, se queda a la misma puerta para tornarse a entrar dentro. Y assí, quiriendo Cristo a los hombres perfectos, les dijo: Estote perfecti, sicut et Pater vester perfectus est 33; qui solem suum oriri facit super bonos et malos, et pluit super justos et injustos 34. Donde puso Cristo [la perfección] en el agua y en el sol, porque entramas a dos cosas las da Dios sobradas y sin cuenta ni medida. ¡Qué de agua se pierde, cuando llueve, por esas calles y tejados y despeñaderos! Y Dios, que las demás cosas las da en peso y medida, estas dos cosas las da derramadas, desperdiciadas, como queda dicho. Y assí quiere Dios perfectos a los suyos, como el sol da su luz y el cielo su lluvia: que el hombre en todas sus obras y cosas tenga peso y medida, pero en la virtud, en la charidad, en el amor de Dios, [202r] en el ser sancto y perfecto, que lo sea tanto que pierda la cuenta y el peso y medida. Que hay algunos hombres que de tal manera hacen y tienen cuenta con las obras que hacen h, como si Dios la perdiera y no supiera lo que les debía para habérselo de pagar. Habiendo de ser al revés: que el hombre ha de obrar mensuram bonam, confertam i, coagitatam j 35, que se revierta y con gran colmo, que nada de lo que se vierte se pierde, aunque sea un cabello de la cabeza, quia capillus de capite vestro non peribit 36; et [capilli capitis vestri] omnes numerati sunt 37.

Esto tiene el que mide y tiene puesto debajo de la medida en que caiga lo que se revierte y sobra: que no repara en echar sin cuenta, que allí se le queda para tornar a medir. Y assí pide Dios que nuestras medidas sean revertidas. Quia, cum ceciderit, non collidetur, quia Dominus supponit manus suas 38; pone Dios debajo sus manos para que no se pierda. Y el pedirte a ti estas obras a carga cerrada y tan sin cuenta, parece lo quiso dar a entender en aquello por san Matheo: Quando facis elemosynam, noli tuba canere 39; no llames a quien te cuente los ochavillos que dais, que quien llama testigos cuenta quiere. Quod facit dextera tua nesciat sinistra 40; no lo sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha. Pídeos un pobre limosna, echáis mano a la faltriquera, sacáis unos ochavillos y ponéislos en la izquierda para saber lo que dais o para dar o buscar una blanca o moneda pequeña entre todas. Pues dice Dios: no le des cuenta a tu mano izquierda de lo que has de dar, sino a puño cerrado como lo sacas lo das al pobre, que Dios lo mide y lo cuenta. también como el sol, que no repara que le agradezcan el enviar su luz y la echen fuera del aposento, sino que se torna a entrar. No repares en [202v] agradecimientos del mundo, sino que seas bueno y hagas bien, no sólo a los buenos y a los que te lo agradecen, sino super bonos et malos, aunque te desechen y desprecien. Retorna a entrar por las puertas, aunque te hayan dado con ellas en los ojos, pues eres sol y asiento de Dios k.

Y, ya digo, lo propio quiso significar en compararlos al agua, porque casi todas las propiedades que arriba quedan dichas del sol se pueden acommodar al agua. Así, en aquella visión que tuvo san Joan en el Apocalipsi, dice que vido que de la silla y asiento de Dios nacía un río de aguas muy claras 41. El justo dice el propio san Joan que sedes est sapientiae 42. Luego de esta silla ha de nacer un río caudaloso. Río, luego el agua sin cuenta, como la luz del sol. Claro, porque sus obras han de ser hechas ut videant opera bona vestra, et glorificent Patrem vestrum 43. Quien dijo agua, dijo pureza y limpieza. Acá solemos decir: es claro, puro y limpio como el agua. Y a un hombre, cuando anda muy puerco, le preguntamos si hay agua en su tierra. Pues el justo ha de andar tan limpio de pensamientos y obras como quien de su casa le nace río caudaloso. El agua que está en los charcos retiene la suciedad y bascosidad que le cai, pero el río toda se la lleva y al cabo él se queda claro y limpio, como agua que corre. Un pecador que está parado, retiene sus imperfecciones y con ellas se ensucia, pero el justo todo lleva, corre y echa de sí, y él se queda claro como el agua del río.

Más, los charcos, si no llueve, no tienen agua, pero el río, que tiene su buen nacimiento, siempre permanece. El peccador, como sus obras son agua de charco y el nacimiento está en él, en sus interiores, luego se seca en no lloviendo. Y estándole haciendo bien, en viniendo tantica de seca, algún trabajo, [203r] disgusto o pérdida, luego da de mano a la virtud. Pero el justo, como asiento y silla de Dios, del mismo Dios tiene el nacimiento de su virtud y perfección para no acabarse, que llueva que no llueva, que le hagan bien que mal, como queda dicho del sol que lo echan del aposento, que luego se vuelve. Así san Pablo decía: per infamiam et bonam famam, a dextris et a sinistris 44. Que se juegue la espada con mano derecha de la bonanza e izquierda de la adversidad.

Más, el agua de charcos luego se enturbia y altera, en echándole una piedra o cualquiera cosa, pero el río todo se lo traga, quedándose de una manera. El pecador por cualquier cosa se enoja y perturba, pero el justo siempre justo. Y como avestruz que digiere un hierro, assí digiere injurias y agravios. Más, el agua de los charcos con qué trabajo os habéis de aprovechar de ella sea para vuestros sembrados o para lo que quisiéredes, a fuerza de brazos, pero la del río ella se va por vuestra puerta y os cerca vuestros sembrados, como quien os ruega que os aprovechéis de ella. Llegaos a un pecador que os haga bien, ¡qué de ruegos e intercesiones son menester!, que ya está más por fuerza que por grado. Pero el justo se está convidando y rondándoos vuestra puerta para que lo ocupéis y os sirváis de él. Más, el agua de charco o laguna de ordinario en ella no hay sino sapos, ranas, renacuajos, sanguisuelas, gusarapos, todos animales inmundos. ¿Qué puede haber en un agua detenida y cenagar de un peccador sino blasfemias, juramentos, maldiciones, etc.? Pero el justo, que siempre obra y siempre corre, obras sabrosíssimas al gusto de Dios, como peces muy dulces. Etc.




1Cf. Jn 12,32: «Et ego si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad me ipsum».



2Cf. 1 Re 19,11-12.



3Alusión a 1 Re 19,11: «et post spiritum commotio...».



ams. atrición



4Mt 25,6.



5Is 49,18.



6Sal 18,6.



bDavid-suo subr.



ccorr. de ser tan



72 Cor 6,14-15: «Quae societas luci ad tenebras? Quae autem conventio Christi ad Belial?».



8Sal 18,6.



9Cf. Jos 10,12-14.



10Cf. Sal 18,6.



11Sal 103,3.



12Is 37,16.



dms. jerubines



13 La idea en Sab 7,27-28, la frase textual en S. AGUSTÍN, Enarrationes in Psalmos, ps.46,10 (CCL 38,535); ps.79,2 (CCL 39,1112).



14Jer 1,10.



15Sal 17, 26: «Cum sancto sanctus eris, et cum viro innocente innocens eris». 



16Cant 1,2.



17Lc 1,79.



esigue trono de Dios. Lo segundo, el sol no se ensucia. Aunque passe por lugares sucios, siempre está limpio. Y assí lo a de estar el alma que fuere asiento de Dios, que ninguna ocasión a de aber tach.



182 Cor 6,3.



ffactus-lucrifacerem subr.



191 Cor 9,22.



201 Cor 3,2.



21Cf. Sal 18,11; 118,103.



22Cf. Heb 4,12.



232 Tim 4,2.



24Sal 17,14.



25Cf. S. JERÓNIMO, In Ioelem, 2,2 (CCL 76,181): «In his omnibus dabit Dominus vocem suam, ante faciem exercitus sui».



26Sal 76,19.



gms. entran



27Eclo 44,20.



28Cant 6,8: «Una est columba mea»; cf. Cant 5,2.



29Cf. 2 Re 2,9.



30Cf. STO. TOMÁS, Sum. Th. 3 q.45 a.1.



31Mt 5,16.



32Cant 4,9.



33Mt 5,48.



34Mt 5,45.



hms. hace



ims. refertam



jms. coagulatam



35Lc 6,38.



36Lc 21,18.



37Lc 12,7.



38Sal 36,24.



39Mt 6,2.



40Mt 6,3.



kcorr.



41Cf. Ap 22,1.



42 La idea en Sab 7,27-28, la frase textual en san Agustín (por ej., Enarrationes in Psalmos, ps.46,10) y otros padres.



43Mt 5,16.



44Cf. 2 Cor 6,7-8.






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