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San Juan Bautista de la Concepción
Obras IV – S. Juan B. de la C.

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Jhs. Maria

En un capítulo por la mañana, tercero domingo de adviento

Leyó el hermano aquella cláusula de la regla que dice: ubique eorum actio, etc., que no me acuerdo en cuál a lugar sus palabras sean compuestas y ordenadas 1. Parece que esta cláusula ampara y favorece tantas pláticas, capítulos y enseñanza que dende el primer día se trata en nuestros conventos, pues la primera letra es componer un religioso exteriormente, etc. Ahora, hermanos, si en cualquier parte y ocasión ha de ser mirado y recatado en su exterior un religioso, mayor el día de hoy que ha de recibir a Dios. Pero advierto que harto siento que se me abra camino en este capítulo para tratar de faltas y que nos estemos, al cabo de nuestra vejez, en la vida purgativa.

Digo, pues, hermanos, que, para haberse de adornar y hermosear con semejantes dones, tiene necesidad el religioso de hacer lo que el albañir para haber de enlucir una pared: primero la pica, luego la barre y luego la moja, y assí queda bien dispuesta para aderezarla. El religioso, a quien hemos de componer con modestia y acciones cuales conviene [209v] para parecer delante del Dios que ha de recibir, lo primero ha de picar, porque a eso van enderezadas las penitencias y mortificaciones; lo segundo, barrer y limpiar el polvo de las imperfecciones; lo tercero, mojar, que es la blandura y suavidad en el natural. De esta manera pegará muy bien la cláusula de la regla: ubique eorum actio sit honesta, etc. No seamos como aquellos de quien dice san Pablo: nolumus expoliari, sed supervestiri 2; hombres necios que, sobre sus trapajos y remiendos, quieren ponerse rica vestidura. De aquí nace que al religioso, para vestirse de la vida nueva de la Religión, lo primero procuramos desnudarle al hombre viejo cum actibus suis 3, que son los remiendos que de su cosecha tiene.

Es Dios muy amigo de almas muy desembarazadas para haberlas él de poseer. Porque, si es verdad que el hombre, con ser hombre, la cosa que ama, criatura de él no conocida, suele haber algunos tan celosos que decimos que se recatan del aire y del sol que miráis, díganme, hermanos, Dios, que ama como Dios, y a la criatura que él conoce, hechura de sus manos a su imagen y semejanza 4, ¿por qué no se ha de celar y recelar de todo aquello que no es Dios? Assí lo consideraba san Bernardo cuando decía que no se compadecen consolaciones humanas con el consuelo divino 5, aunque sean tan delicados como el aire y el sol que miráis. De entramas a dos cosas, porque entendamos cuán delicado es Dios en esta materia, se revelaba con sus sanctos. El sancto Job dice, tratando del sol: si cuando sale el sol, osculatus sum manus meas 6 (vide locum). Bien , Señor, que sois delicado, no tenéis que celarme, que no soy yo hombre que doy el bienvenido al sol cuando sale ni le beso las manos en señal de que es mi señor. Sólo a vos os tengo por mi Dios. Y cuando hubo de bajar a hablar con Moisés, et nebula totam terram tegebat 7. [210r] Parece que se celaba del aire, pues lo escurece con tinieblas para que Moisés no vea sino Dios, ni haya cosa que le divierta. Suele acá decir un religioso afligido que está lleno de tinieblas. Pienso que es buena señal de que quiere venir Dios, pues con tinieblas le escurece todo lo que no es Dios. In tenebris posuit latibulum suum 8.

Es cosa natural al que injiere cortar todas las púas y puntas propias del árbol en quien se ha de injerir la púa ajena, porque, si se las dejasen, más propio le sería acudir a dar virtud a las propias que no a la ajena. Pues, viendo que no tiene hijos propios a quien alimentar, acude en alguna manera, como forzado, a alimentar, sustentar y criar la púa del árbor ajeno. Esta es la causa, hermanos, que a un religioso lo procuramos chapodar y quitar todo lo que a la carne y a la vida del hombre le es propio para que, injerta en él la virtud y la vida de Dios, acuda a fomentarla y aumentarla. Porque, si dejásemos al hombre con las ramas de la tierra, como ramas naturales, antes acudiría a ellas que no a la ajena; antes acudiría al comer y al beber y al dormir que no a la oración y a los actos de virtud, porque los unos le son naturales y los otros sobrenaturales. Y assí, para que acuda a los sobrenaturales, que son ramas que han de llevar fruto, es necesario quitarle las naturales, propensiones y inclinaciones. Porque es cierto, como arriba dijimos, que non compatitur 9, etc.

Y assí se ve que dos cuerpos no pueden estar en un propio lugar, sino que a la entrada del uno ha de salir el otro. Tomad un botijón y echalde una piedra dentro, luego se sale el agua. Y se ha visto un perro no alcanzar con el hocico a una olla de aceite por estar [210v] desmenguada; tomar una piedra y echarla dentro y con eso subir y alcanzar el aceite. Que parece alude a esto aquello del evangelista: Cum iam diabolus missiset in cor Judae ut traderet eum 10; arrojó en el botijón o corazón de Judas que entregase a Cristo y luego salió del corazón de Judas el mismo Cristo. Digan, hermanos, ¿no es llano que el religioso, en cuyo corazón está aquel soberano licuor del amor y presencia de Dios, si en él echa el demonio cuidados de la tierra, solicitud de negocios, que ha de salir Dios para que entre estotro? «Porque nadie puede servir a dos señores» 11.

Parte de este concepto está en los psalmos penitenciales de Vega 12, psalmo 4, sobre aquel verso: Similis factus sum pelicano solitudinis 13. Puédeslo ver si lo quisieres seguir en alguna otra ocasión.




arep.



1Regla primitiva, a.19: «... ubique sermo eorum sit honestus et sine scandalo; similiter et eorum omnis status, gestus, vita, actio et omnia alia honesta in eis reperiantur».



22 Cor 5,4.



3Cf. Col 3,9.



4Cf. Gén 1,26.



5 En Algunas penas del justo en el camino de la perfección, 34,3, el autor cita así, y la comenta después, esa frase atribuida a san Bernardo: «Consolatio divina non compatitur cum consolatione humana». Para la idea, no las palabras textuales, cf. In Ascensione Domini, sermo III,7 y sermo V,8 (ML 183,307-308, 319).



6Job 31,27.



7Cf. Ex 24,15-16.



8Sal 17,12.



9Cf. supra nota 5.



10Jn 13,2.



11Mt 6,24.



12Cf. PEDRO DE VEGA, O.S.A., Declaración de los siete Salmos Penitenciales (Zaragoza 1606) II, Salmo V, Discurso 1.º, 23v y ss.



13Sal 101,7.






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