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San Juan Bautista de la Concepción Obras IV – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
Otra noche que dijo el portero que no se habíe recibido más que unas yerbas
No nos debe Dios más, pues eso profesamos en nuestra regla: de vivir y pasar con yerbas. Que nos quiso Dios asemejar a los sanctos padres de la ley natural, cuando aún la malicia y flaqueza humana no había llegado al punto que ahora ha llegado, que sólo comían y se pasaban con yerbas y frutos de la tierra. Y cuando Dios echó a Adán del paraíso, no le ofreció más que lo que había de llevar la tierra, y eso con sudor 1. David se llamaba jumento y decía que de ahí le venía el estar siempre delante de Dios: ut jumentum factus sum apud te, et ego semper tecum 2. Pudo por aquella palabra jumento decir hombre penitente, porque el jumento no come más que yerbas. [221r] Y assí querría decir David: conozco, Señor, mi pecado, que me hizo bestia y jumento; tomo venganza de mí propio, pagándole en la propia moneda de los jumentos, que es darle a esta mi carne yerbas del campo y que haga penitencia; y volviéndose, el que por el pecado se hizo bestia, varón penitente, estará, Señor, junto y pegado con vos. Porque eso trai consigo la verdadera penitencia: reconciliar a un alma con Dios.
Y adviertan que, habiéndose David de llamar bestia, se llamó jumento antes que otro animal, porque, entre todos, el de menos comer y el de más trabajo es el jumento, que sirve de todo cuanto hay, como dicen acá: de silla y albarda. Y, si no, mírenlo: el caballo para pasear, el buey para arar, la mula para caminar, etc., y el jumento para todo, para el servicio de casa y para fuera de casa. No siento que haya oficio que no haga. Y assí es el verdadero penitente: a todo se humilla y se subjeta, ninguna carga ni trabajo rehúsa, todo lo abraza y de todo se tiene por merecedor. El toma penitencias secretas y penitencias públicas, unas afrentosas y otras honradas. Nada huye en esta vida, trabaja y se aflige, y de la otra aguarda mill infiernos que sea voluntad de Dios darle. Y con trabajar tanto como el jumento, el varón penitente es de poco comer, de suerte que esté y quede contento con unas yerbas. Luego, si Dios hoy nos ha enviado yerbas, es señal quiere que seamos jumentos de mucho trabajo, de mucha penitencia y de poca comida. Y de esta manera estaremos siempre delante de él.