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CAPITULO 3 -
De muchos provechos que saca el alma cuando ve queda corta de su
parte en estos altíssimos modos
sobrenaturales de conocera
1. Tornándonos
a nuestro principio, véngale al alma -a quien Dios le revela o descubre algunos
secretos- la duda por donde le viniere, tenga la más o menos certidumbre de sí
o del modo de entender o conocer o de la cosa en quien Dios percibe o conoce,
siempre lo ordena Dios para mayor bien y aprovechamiento de la tal alma,
porque,
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como queda dicho, los temores que le nacen de las dudas o
cuestiones la traen encogida y recogida, humillada y rendida y llena de deseos
de más agradar a Dios, de no errar y acertar a cumplir su sancta y divina
voluntad.
2. De
esta duda le nace también una sancta y fervorosa sujeción a las cosas de la
fee, gustando y contentándose con el modo ordinario con que Dios trata a las
almas. Y que, si al más, que eso usa con ella conoce y reconoce ser merced
singular que ella no la merece ni busca, pues está contenta y satisfecha con
las cosas que la fee le enseña, hace mill protestaciones de humillarse,
conocerse, creer y obrar todo lo que la sancta fee le enseña, en quien no pone
duda ni cuestión pues de una vez tiene el entendimiento [7v] rendido para creer
todo lo que le dijere y enseñare la sancta fee que profesa.
3. Sírvenle estas dudas de reconocer la
obediencia y subjeción que debe tener a los doctores sanctos y a los que
studian y descubren las verdades en la Iglesia. Y por este camino tiene Dios
unas almas rendidas y sujetas a otras, de quien esperan y aguardan resolución
de sus dudas. A semejanza de lo que pasa en el cielo: que con ver y gozar de
Dios todos los spíritus divinos, con todo eso los inferiores aprienden de los
superiores, y unos descubren y revelan a otros secretos particulares.
Por este
camino tiene Dios enlazados los hombres y asidos con vínculo de amor y
charidad. El doctor de la Iglesia pide al frailecito, que en su rincón ora y
contempla, que lo encomiende a Dios y le dé sus recados; y el varón
contemplativo acude al doctor y sabio, le quite sus dudas y suelte sus
cuestiones. ¡Quién ve a un alma regalada de Dios, con quien Dios tiene sus
gustos, afligida y temerosa con sus dudas a los pies del varón docto, ante
quien apenas se atreve a hablar y descubrir! ¡Quién ve al doctorazo ante un
pobrecito desechado, confuso, asombrado y espantado de ver cómo Dios a los
humildes descubre muchas cosas que, después de mucho estudio, no las pueden
alcanzar!
Si con
las dudas hace Dios tales obras y descubre tales verdades acerca del propio conocimiento
de la persona que duda y de la persona a quien se duda, ¿qué obras tan altas y
maravillosas hará Dios con sus verdades claras y con la manifestación de sus
grandezas? Doyte, Dios mío, millares de gracias porque todo lo enderezas para
mayor aprovechamiento nuestro. Seas tú mill veces glorificado porque me
certificas de tus secretos y grandezas y porque me das lugar parab que,
en las cosas levantadas a mi ordinario conocimiento, que no pertenecen a la fee
sino que en ellas quieres señalar tu misericordia y benignidad
dándolasc a entenderd con modo extraordinario, me das lugar
para que yo dude para mayor bien y aprovechamiento mío.
4. [8r] También estas dudas causan en esta
alma un recato admirable para mirar dónde ponen el pie en cosas dificultosas; y
que sepan que no se han de dejar llevar, sino vivir con grande cuenta, temor y
recelo, en estas cosas extraordinarias, que las han de mirar y examinar
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no sólo ene las que concibe duda o dificultad,
sino también en las que ve y conoce con claridad, porque el demonio, solícito
enemigo nuestro, sabe poner y encubrir debajo de la piel de la verdad sus
sutiles y disimulados engaños.
Los soldados que
llevaba Gedeón para la guerra, tuvo sciencia en cuáles habíe de scoger o
desechar en el modo que tuviesen de beber en el río1. Que llevando
todosf grande sed y necesidad de beber, sólo le mandan aprobar los que
bebieren tomando el agua con la mano y desechar los que se echaren a buzas;
dando a entender que, por mucha sed que tuviesen, era bien ser tan discretos
que mirasen el agua que bebían tomándola con la mano, donde es fácil ver si se
tiene alguna sanguisela o gusarapo, lo cual no puede hacer el que se echa a
buzas eng el río. De
esta misma suerte se ha de haber el siervo de Dios y el discreto soldado de
Cristo: que, por mucha sed que tenga del conocimiento de las cosas de Dios, en
ellas no se ha de arrojar a beber el agua como corre, sino que primero la ha de
tomar con la mano y tantearla no traiga arrevuelta algunah falsa
doctrina o engañosa enseñanza. Pues para eso nos tiene Dios dados doctores y
maestros en su Iglesia, y eso es lo que pretende cuando en el conocimiento de
las cosas que nos enseña deja alguna dificultad. Si para beber del corriente de un río hubiese dificultad, llano es
que uno miraríe dónde ponía los pies y cómo cogía el agua no cayese. En estas cosas
sobrenaturales extraordinarias es necesario mirar lo que se bebe y cómo se
cogen, dónde se pone el pie y cómo se cogen y entienden, no se caigan en el río
y en lugar de beber nos ahoguemos. Y así en estas cosas es de gran
consideración el recato y sancto temor que nace de la dificultad y duda que
algunas veces suelen traer estas cosas.
5. Lo tercero digo que en estas cosas
suele Dios dejar dificultad [8v] mostrando en eso la estima de lo que se da a
conocer, pues ésta se tiene de la dificultad con que se entiende y percibe. Aun acá solemos decir: lo que presto se
apriende, presto se olvida. Lo cual no tendrán ni tienen las cosas
sobrenaturales que Dios enseña, porque, aunque es verdad este modo de conocer
es en un istante, pero la dificultad que trai consigo el disponerse para oír
tales hablas es dificultoso por consistir en una verdadera renuciación de todas
las cosas y quedar desnudo y descalzo en soledad, donde Dios habla al corazón. Y también las propias
cosas entendidas y vistas train dificultad por ser cosas altíssimas, y ellas en
sí propias la muestran y descubren el grande peso que en sí encierran. Y no se
le quita la dificultad por enseñarles el maestro, que es Dios, con facilidad y
prestezai, sij ellas en sí se quedan con ser dificultosas ya
respecto de su grandeza ya respecto de la poquedad del que las
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conoce. Y así este peso y dificultad las asienta mejor en
el alma del que las percibe.
6. Lo cuarto digo que deja esta duda y
dificultad en esta alma en las cosas que le da a conocer con modo
extraordinario para mayor manifestación de sus verdades, pues gusta que se
ventilen y pongan en cuestión; que se sepa y entienda es un Dios tan fiel que a
nadie pretende engañar, pues pide y pone testigos de las cosas que enseña, que
son los doctores a quien se llevan las dudas y cuestiones; que se sepa que,
aunque es verdad que trata a solas y a scondidas con un alma en la soledad, no
es moneda falsa, sino doctrina en mayor bien y aprovechamiento suyo. Es muy ordinario, cuando el demonio quiere
burlar de una persona, persuadirle le guarde secreto haciendo grandes diligencias
para que entienda le dice y trata verdad y para que no le quede duda, no sea
causa la duda de que vaya a preguntar el alma a quien él pretende engañar y por
ahí se le descubra su mala hilaza. Pero Dios, para ocasionarnos a que tratemos
con otros y que sus verdades sean manifiestas y aprobadas de todo el mundo,
deja dudas y dificultades [9r] en el conocimiento de ellas.
7. ¡Oh Señor mío y bien mío, fiel maestro
de las almas, cuánto nos amas y deseas nuestra compañía y que ésta no se pierda
por algún género de sospecha o recelo que un alma puede tener de ti, pues
gustas y quieres que la tal alma quede muy bien satisfecha e informada de las
personas que le diere gusto, no de gente ignorante, sino de los sabios y
discretos, a quien se llevan las dificultades que tú dejas cuando con amor y
afición tratas! Cuántas
veces, deseando un galán casarse con una doncella, deseando saber ella quién es
el gentil hombre, da una memoria confusa y con algunas dudas y dificultades
para ocasionar la dama a que se informe de los estraños y sepa que no la
engaña. ¡Oh Dios mío y bien mío! que tratas con un alma y en el trato te scondes y
dificultas para que esta tal alma del todo quede satisfecha de tu bondad y amor
que la tienes y verdad con que la tratas, pues gustas vaya a informarse de los
straños. Buen Dios mío, ¿cómo por este modo de satisfacer a la criatura en tus
amorosos y ciertos tratos no te damos mill gracias y te bendecimos sin cesar?
Das,
Señor mío, vista al ciego con un poco de lodo y envíaslo al templo a que se
lave en las pilas y baños de Siloé, donde están los scribas y fariseos, tus
enemigos y émulos, los que te buscan para te crucificar2. Sí, que así
conviene para que sepan el amor que tengo a los hombres y que en ellos y por
ellos hago obras ciertas y verdaderas. Vean estos ojos mis enemigos y examinen
la vista, y echen de ver que no es vista fingida engañadora, sino verdadera;
aprueben tales ojos, tal luz y vista los letrados y legistas de la Sinagoga, y
digan en voz alta al ciego que la recibió en su público ayuntamiento que dé la
gloria a Dios de una maravilla tan grande como con él se habíe obrado. ¡Oh
Señor mío y gloria de las almas!, que les das luz y vista interior
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descubriéndoles particulares secretos tuyos; y para que
se vea la verdad de la luz y vista interior que les das, le dejas un poco de
tierra, alguna duda y dificultad [9v] para que, ocasionados de ella, se vayan a
lavar con la sciencia y consejo de los sacerdotes, de los sabios y discretos de
la ley, y vean cómo son ojos claros, vista y luz verdadera la que Dios da a un
alma que a solas y con veras trata con él, y que no son ojos fingidos ni
trampantojos, sino conocimiento cierto y verdadero.
8. Lo quinto digo que suele Dios dejar
estas dificultades y dudas en un alma porque en algunas ocasiones conviene que
las tales cosas se sepan y que la persona a quien se communican se conozca, lo
cual no se consiguiera si en la tal communicación y trato el alma quedara sin
duda y sin dificultad, contenta, satisfecha y enterada de los tales secretos. Es certíssimo no le convenía. O por lo
menos mirar no fuese vanidad manifestar las cosas de que ella estaba y quedaba
satisfecha. Y así, cuando Dios quiere hacer algunos provechos en público,
ocasiona al alma con dudas y dificultades para que diga y manifieste lo que se
le comunicó en secreto. Lo cual enseña la sancta madre Theresa de Jesús
diciendo haber sacado particularíssimos aprovechamientosk de algunas
almas a quien habíe manifestado algunas mercedes y regalos que recebía de
Dios3. Y junto con eso, acreditó su persona de que ello gustaba el
mismo Dios: honrar en vida a quien con grandes grados de gloria habíe de
premiar en la otra. Lo cual no se hiciera y consiguiera sil Dios, en
muchas de las cosas que le pasaban, no le dejara dudas para que la trujeran por
los confisionarios buscando padres de la Compañía de Jesús y presentados de su
orden, enm quien con las cosas que communicaba hacía grandes truecos de
vida, comon ella propia lo confiesa4.
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