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CAPITULO 6 - De otras dificultades que le quedan a esta
tal alma, enseñada de Dios, respecto de los medios y modos con que Dios la
enseña. Y de los provechos que de esas dificultades saca
1. Dijimos también que este mayor o menor
conocimiento le podía provenir de los medios y modos con que Dios la enseñaba:
ser más o menos dificultosos, como lo vemos en los profetas, que unas veces
profetizaban y descubrían secretos con medios fáciles y claros y, otras veces,
con términos [14v] obscuros y menos inteligibles.
2. De aquí le nace al discípulo que
apriende y al alma que es enseñada una codicia y golosina de tornar otra y otra
vez a la escuela donde aquellos secretos se aprienden. Y es llano que, si un
maestro enseñase la sciencia que vos deseáis saber en un mes, le volveríades
las spaldas y lo dejaríades, porque ya se sabe que las dificultades vuelven
atentos a los discípulos y los hacen perseverantes y codiciosos. Pues,
pretendiendo Dios en un alma que le oye y escucha y profesa estudiar y aprender
en su escuela -y para eso no se ha desembarazado- que esté atenta y persevere
una y otra vez, propónele Dios sus secretos con medios dificultosos, que en
ella engendren alguna duda, más o menos conocimiento, para que con codicia
acuda mañana al puesto y torne a
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buscar a su buen maestro, y lo soborne y agrade para
que una y otra vez le hable y enseñe lo que más le importa para su mayor aprovechamiento.
Cuando hubo de
concebir [la] madre de Sansón, dice la Sagrada Scritura que bajó un ángel y dio
receta a sus padres del hijo que les habíe de nacer y de cómo lo habían de
criar1. Cuando el niño vino a nacer, o se les habíe olvidado algo de la
lición que el ángel les habíe leído, o habíen dudado algo de lo que les habíe
dichoa. Lo cual en ellos causó en el nacimiento del niño unas ansias y
deseos grandíssimos de tornar a ver el ángel y que les tornara a leer la
lición; y ansí con grandes ansias decían a Diosb: Veniat iterum
angelus, et doceat nos quid oporteat facere2. ¡Oh buen Dios mío, qué de
veces el olvido de tu doctrina y enseñanza causa en el hombre un deseo grande
de que te pida le enseñes una y otra vez!; y sus dudas ¡qué de veces los train
a tus pies para que las sueltes!
3. De esta duda le nace al alma una grande
admiración de los mismos secretos de Dios, los cuales los descubre más o menos
como él es servido, puniéndolesc en los medios con que los descubre
velos más claros o menos claros con que la persona los conozca. Y de [15r] ahí
viene a entender qué fácil le es a Dios tapar y esconder las cosas que él es
servido, pues todas las cosas criadas no son otra cosa que fundas y encajes en
que su altíssima sabiduría tiene tapado y encubierto millares de secretos. Pues
con tanta facilidad puede en esas mismas cosasd abrir la puerta y
correr la cortina, y manifestar y descubrir en ellas, por vía de representación
y tomándolas por medios, millares de secretos y misterios altíssimos. Como
vemos que hacía Cristo puniendo y propuniendo parábolas en cosas muy humildes y
claras, descubriendo en ellas ya la grandeza de su palabra ya los secretos del
cielo ya el cuidado y solicitud que tenía de nuestra salvación.
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