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CAPITULO 7a - De otro modo altíssimo que tiene
Dios de dar a conocer a un alma particulares verdades: desnudándola de
cualquier género de representación. Y de qué causas le puede, en este modo de
entender, quedar algunas dificultades
1. Dijimos también que tenía Dios otro
modo de hacer conocer a un alma con modo sobrenatural y extraordinario, y éste
era cuando le informaba Su Majestad de algunas verdades desnudándolas de
cualquier género de representación. Quiero decir que con un modo altíssimo, sin
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fantasmas ni especies que representen las tales
verdades, envía Dios al entendimiento una luz tan veloz y presta que no hay
relámpago que tan presto pase, en el cual instante conoció aquello que Dios fue
servido descubrirlo; y aunque fue en poco tiempo, fue mucho lo que aprendió
porque, sin echarlo de ver cuándo pasó, quedó su entendimiento informado de
muchas cosas. Las cuales, cuando aquella luz pasó, no advirtió ni vido más de
una luz o relámpago que en un istante pasó; pero después, en tiempo sucesivo,
ve que de aquel breve instante le quedó noticia de muchas cosas, las cuales no
las puede pensar en instante, sino que ha menester mucho tiempo para discurrir
por ellas.
En otras partes tengo esto declarado con
exemplo, pero quiero poner ahora uno, aunque algo tosco. Arrójanme o trainme a
mi casa un arca llena de grandes joyas y riquezas. En un istante o momento la
entran. [15v] Y una cosa sola sé, y es que metieron allí un arca. Pero, si
después despacio la abro y miro lo que tenía dentro, sé muchas cosas, las
cuales para verlas y saberlas he menester mucho tiempo. O, si no, digamos que a
vos os dieron un libro, el cual recebistes en un momento, pero después en el
discurso de tiempo sabéis mill cosas que en él están scritas. De la misma
suerte, cuando con este altíssimo modob quiere Dios enseñar a un alma
de una vez y en un momento, pasa por ella un relámpago y vislumbres, en las
cuales, después de haber pasado, como en arca y en libro, halla y lee muchas
verdades y conocimiento de muchas cosas. Parece que aquella pequeña luz le dejó
preñado su entendimiento de cosas que cada momento va pariendo y produciendo.
Digamos que es como cuando el
labrador siembra el grano de trigo. Que un solo grano, que allí arrojó el
labrador sobre un poco de tierra estercolada, echó una macolla que tenía muchas
espigas, y cada espiga tenía muchos granos; y toda esta multiplicación se hizo
de un grano. Lo propio podríamos decir en estas visiones o informaciones intelectuales:
que Dios por su misericordia sembró en este entendimiento, a quien quiso hacer
esta merced, una sola palabra hecha fuego y encendida con una vida viva y con
una acción de poder engendrar, nacer y multiplicar en aquel entendimiento. Y
como su vida era tan eficaz y tenía tanta actividad, lo que el grano de trigo
en la tierra hace en mucho tiempo, esta soberana palabra hizo en unc
instante, que fue engendrar y producir muchas spigas con muchos granos, que
fueron muchas palabras y conocimiento de muchas cosas.
O, si no, digamos -que podría ser
suceder de todas estas maneras y nacer esta fecundidad de este entendimiento de
todas estas causas, quién de una manera, quién de otra, quién de todas juntas-
que Dios con aquella luz alumbró aquel entendimiento. Con la cual luz, después
en discurso de tiempo, conoce y percibe muchas cosas con tanta sutileza que, no
conociendo él el cómo las conoce, piense que se las dieron a conocer en el
primer instante en el cual le alumbraron su entendimiento.
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Pongamos un exemplo, aunque todos son
toscos para cosas tan delicadas. Estudia uno en una universidad. En aquellas liciones
que oyó disponen, alumbran y dan luz al entendimiento para que, después de
haber salido de la universidad, sepa y conozca muchas cosas que se le
ofrecerán, las cuales con aquella luz que trujo [16r] las sabe y conoce sin que
en la universidad se las enseñasen. Y con todo eso, cuando se le ofrece ocasión
de decir dónde aprendió aquello, dice que en la universidad, no obstante que
sólo de allá trujo su entendimiento alumbrado con los documentos y reglas
generales que le enseñaron. De esa misma suerte digo que suele Dios dar una luz
al entendimiento, como cuando pasa un relámpago, con la cual luz el hombre
después en el discurso de tiempo entiende y conoce muchas cosas, que dice y
afirma que entonces se las enseñaron.
2. Este modo de conocer es altíssimo y
trai consigo notable certidumbre de las verdades que Dios le ofrece. Pero,
atento que en estos capítulos no tratamos de la certidumbre con qued el
entendimiento conoce en estos modos diferentes con que es informado, sino de
las dudas o dificultades que les suele quedar y del provecho que las tales
dificultades suelen obrar en la tal alma, habremos de advirtir esto segundo, y
digo que en este modo de conocer puede Dios dejar alguna duda o dificultad
porque así convino. Acá los hombres no son de igual vista: unos ven de cerca y
otros de lejos, unos dudan de lejos lo que otros ven muy bien como si estuviera
cerca, y otros no ven de cerca lo que otros ven muy bien de lejos, lo cual
proviene de la mayor o menor vista que uno tiene. Tan pequeña puede ser la luz
que entráis en un aposento que no podáis con claridad juzgar las cosas que
están dentro sin que os quede alguna duda. De la misma suerte tendrá la
certidumbre de las cosas más o menos la tal persona, según la mayor o menor luz
que se le da cuando se le hace la tal merced; y según los ojos del
entendimiento le quedaren claros, conocerá y entenderá las cosas que Dios le
ofreciere.
3. De estas cosas así entendidas y
conocidas suélesele causar a un alma alguna dificultad, por ser cosas tan
sutiles, tan delicadas, para cuya inteligencia ha menester estar muy elevada y
apartada de todo lo que es material y terrestre, y que nada haya entre el
entendimiento y la cosa conocida. Porque, puesto caso que Dios determina de
hacer esta merced a aquella tal alma, de darle aquel conocimiento tan apartado
y segregado de cualquier género de cosas materiales y (como digamos) harina tan
apurada y sin salvado, cualesquier especies o representaciones que se ofrecen y
ponen en medio estorban, inpiden y escurecen el tal modo de entender. Y como
son cosas (como digo) tan delicadas las que así se perciben, [16v] cualquier
cosita inquieta, perturba y es causa de dificultar la cosa así entendida.
Para este conocimiento y modo altíssimo
que tiene Dios de informar un entendimiento, quiere Dios a un alma en la
soledad; por eso a este
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conocimiento
lo llamó Dios leche: Ecce ego lactabo eam1. La leche se corrompe con
cualquier cosa que se mezcla y se corta con cualquier cosa que se junta. Y un
niño no puede tomar el pecho si tiene alguna cosa en la boca. Podréis vos comer
muchas cosas juntas, pan y carne, y hacer en vuestra boca una ensalada de
muchas cosas juntas, pero el niño en el punto que toma en la boca el pezón de
la madre, ha de soltar otra cualquier cosa que en ella tenga y tomar la leche
sola y pura. De esa misma suerte el entendimiento, para gozar y recebir este
conocimiento, ha menester estar solo, desembarazado y libre de todas las demás
cosas y representacionese, y soltar cualquier cosa que tenga en la boca
para tomar este pecho. Pero, como somos hombres vestidos de carnef, no
podemos estar tan solos y tan desnudos cual conviene para cosas tan sutiles; de
donde proviene que no las percibamos con aquella viveza que se requiere para
tener tal conocimiento, que en sí no le quede alguna dificultad, más o menos
certidumbre. Y como este modo de entender no es de nuestra cosecha, siempre en
él se hace el hombre como de nuevo y algo temeroso para modo tan alto de
conocer.
Mas, puesto caso que las cosas así
entendidas y conocidas no admitan duda sino que tengan por entonces toda cuanta
certidumbre quisieren, es certíssimo que esta luz que recibió aquel
entendimiento, en que le enseñaron con tanta presteza, pasó en un instante, y
(como queda dicho), como de un rayo, la ejecución y conservación de aquellas
cosas así entendidas queda en el mismo entendimiento que en aquel instante fue
informado de aquellas verdades.
4. Este
entendimiento se ha de considerar de dos maneras: la una, desnudo, limpio y
puro, como Dios lo puso para hacerle aquella merced; lo segundo, como después
de haber pasado ese relámpago quedó, que quedó en su ordinario modo de entender
y conocer. Pues cuando en el entendimiento no le quedase duda de la primera
manera, que en fin fueron verdades reveladas y descubiertas de Dios y daríe
clara noticia de todas ellas, pero pudo formar esta duda y dificultad en el
segundo modo, cuando el entendimiento se quedó con ellas a su modo de entender,
[17r] el cual podía dudar y decir si seríe de esta manera, si seríe de estotra.
Y quiriendo él a su modo dibujar y pinctar lo que de la primera vez
entendieron, no saben ni alcanzan como antes. Viendo que su ingenio no sabe
manifestar las tales verdades así entendidas a sí ni a otros, se acobarda y
duda; y por una parte dice y afirma que sabe y, por otra parte, que no entiende
porque, como a él ni a otros las cosas así entendidas no se pueden manifestar
con la desnudez que se percibieron, no halla en su entendimiento paño ni trapos
con que vestirlas para que parezcan ante tercera persona. Digo que no se apañan
a formarlas con las species y fantasmas que los sentidos y el entendimiento
agente le administran. Así verán muchas personas que saben y
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entienden
naturalmente una cosa y, no sabiéndola dar a entender, cierran los ojos y
quieren formar recogimiento interior pensando que con aquello las podrán
manifestar tan desnudas como ellos las entienden.
Esteg género
de duda en las cosas así entendidas se puede causar de parte de la misma
persona que entendió. La cual, habiendo conocido con claridad, después al
informar, ya que no dudase de las cosas entendidas, pudo dudar de sí que
entendió; y aquel acto ya se pasó. Y puede, como hombre falto de memoria, no haber percebido bien y
temer, como hombre flaco, no hubiese sido algún antojo. Deh suerte que,
respecto de tiempos diferentes, se le venga a este entendimiento a causar más o
menos dificultad en su modo de entender y conocer.
5. Es imposible poder decir todas las
partes por donde al hombre se le pueden descubrir dificultades acerca de este
modo de entender. Yo no niego que todas las puede Dios resolver y anichilar, y
ser la merced tan señalada que por todas partes esté conocida y entendida no
sólo para percebirla el propio entendimiento con grande claridad, sino para
darlai a entender a todas las personas que le pareciere. Pero,
conviniendo así y dispuniéndolo la altíssima sabiduría de Dios para bien de la
tal alma, por los modos dichos deja algunas dudas o dificultades, mayor o menor
conocimiento de las cosas informadas al propio entendimientoj.
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