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CAPITULO 11a - Cómo el bien de un alma no
consiste en los entretenimientos y secretos sobrenaturales que le descubre
Dios, sino en tener al mismo Dios. Y así no se da Dios por obligado siempre y en todo tiempo a
comunicarle ese conocimiento sobrenatural, sino que se lo encubre algunas veces
para mayor bien suyo. Y por ese mismo bien suele dar luz de los fines, dejando
en tinieblas y obscuridad los medios con que se consiguen los tales fines
1. Aunque es verdad, según hemos dicho,
que esta certidumbre de que acabamos de hablar le nace a un alma de la
presencia de Dios y de la fecundidad que causa su divina asistencia y unión que
tiene con ellab subiendo dec síd fuentes y arroyos
divinos que fecundan sus potencias, tanbién digo que puede Dios dar este
conocimiento y certidumbre sin su presencia por ser don quee se puede
hallar y ha hallado en hombres peccadores. Pero ahora no tratamos de esa certidumbre, sino de aquella que
Dios da estando en casa.
Pues digo que, como la
bienaventuranza no consiste en este don y conocimiento sino en tener a Dios por
gracia y por singular merced y don de haberse unido con ella, no siempre le
está Dios communicando ese conocimiento y certidumbre sobrenatural. Como el
bien de una desposada consiste en tener a su sposo y marido en casa y tenerle
presente: unas veces parla, otras entretiene con otras cosas particulares, pero
no tiene obligación, por mucho que la ame, de estar entreteniéndola siempre y
hablándola, porque no consiste en eso el mayor o menor amor sino en que ella
sea de su esposo, le esté rendida y sujeta, y el esposo sea de su esposa, sea
su señor, su dueño, amparo y refugio. Que, aunque es verdad que el parlar con
ella, entretenerla y descubrirle secretos no esf esencial, pero son
señales de amor y efectos (digamos) del matrimonio, no obstante -como queda
dicho- que no consiste en
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eso el ser ella señora y dueñag de su esposo y
ligítima heredera, en muerte, de sus bienes. Bien puede un hombre parlar con una
mujer y descubrirle secretos, y no ser su esposa; son sospechas, barruntos y
señales, pero no ciertas pues puede ser lo contrario.
De esa
misma suerte el bien de un alma [27v] consiste en los desposorios que Dios
celebra con ella por gracia, mediante la cual son una misma cosah, el
alma está sujeta y rendida al querer de Dios y Dios es dueño suyo; ella por esa
graciai es agradable a Dios y participante de su divinidad1, y
el mismo Dios por esta gracia habita y mora en ella; y ésta es la que le hace
herederaj de sus bienes celestiales. El parlar Dios, enseñar, dar don
de profecía, luz y claridad para poder conocer secretos particulares suyos,
señales son de amor, conjeturas son de que ama al alma con quien en eso se particulariza,
pero no son señales tan ciertas que no las tenga y haga con los straños, como
se ha visto haber muchos que han tenido ese don y sido peccadores. No trato yo
ahora de esa profecía o certidumbre que se halla en personas que están en
peccado mortal, sino de aquella que Dios communica tiniendo particular
asistencia en un alma. Esta,
pues, digo que no es Dios obligado a darla siempre, no digo siempre que está en
un alma por gracia -que eso ya se sabe- sino que, dando este don algunas veces,
no es obligado a continuarlo. Ni se entiende que, porque un sancto y siervo
de Dios sea profeta o tenga don de profecía, que todas sus palabras han de ser
revelaciones y profecías y que siempre su entendimiento ha de estar informado
con aquella luz sobrenatural. Antes, es muy ordinario aquellos a quien Su
Majestad concede y hace esta merced, padecer en tiempos diferentes tan grandes
tinieblas y obscuridad que, no conociendo en sí algunas cosas que desean para
más agradar a Dios y salir de algunas dudas, están que quieren reventar; y sus
propios pensamientos en aquellas tinieblask les son verdugos crueles
que los martirizan. Y cuando no fueran tinieblas extraordinariasl las
que a ratos deja Dios padecer a estas tales almas, las tinieblas ordinarias que
los otros padecen les parecerán mayores que cuantas hay en el mundo respecto de
la oposición que tienen con la luz y certidumbre primeram, con que
conocían cosas ordinarias y extraordinarias; como el que entra de una luz a un
aposento obscuro, le parece más obscuro que al que entra de otro aposento
obscuro.
2. Pues digo lo primero que el no
continuar Dios en las almas que ama y en quien está por gracia este don
sobrenatural es porque no entienda que, en otra cosan que no sea el
mismo Dios, por grandiosa que sea, está y consiste su bienaventuranza: y que
pues eso lo da y lo quita, lo da a los malos sin mérito y a los [28r] buenos lo
quita sin culpa, que no es eso lo que más les inporta, que se vayan, busquen,
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quieran y amen aquello que los ha de tener y conservar en
gracia y amistad de Dios.
3. Lo
segundo digo que el no continuar esa merced, es para que entiendan que ésa no
es deuda sino don gracioso, que lo puede dar a quien quisiere y quitarlo
después de dado según su gusto y voluntad.
4. Lo
tercero, para probar a un alma en lo próspero y en lo adverso, y si es cierto y
verdadero el amor que estas tales almas le tienen, si lo aman por las dádivas y
dones que les haceo o por sí solo. Cuántas veces se hace un hombre pobre,
mendigo y escaso para con esa sequedad descubrir el amor de su esposa si es
interesado. Y así gusta Dios, habiendo hecho señaladas mercedes a algunas
almas, mostrarse en otros ratos pobre, seco y escaso. En tiempo de fructa
quienquiera será hortelano, pero quien el invierno con las scarchas y heladas y
cuando la güerta no da fructo mostrare afición al officio, señal esp de
laq grande voluntad que le tiene. Es certíssimo que, si siempre en la
tierra Dios se diera y communicara cargado de estos r dones y mercedes,
haciendo a los hombres profetas, doctores, y dándoles poder de hacer milagros y
maravillas, que todos se fueran tras él, como lo hacía el pueblo judaico cuando
les curaba sus enfermos, les resucitaba los muertos y hacía banquetes en los
desiertos; pero, como éste no era cierto y verdadero amor, todos lo dejaron
cuando en una cruz lo vieron pobre, lleno de ignominias y afrentas.
5. Lo
cuarto digo que suele Dios quitar este conocimiento y certidumbre de un alma no
sólo de las cosas dificultosas sino aun de las cosas fáciles, para más la
penar, mortificar y dar a merecer. Porque, si siempre tuviese certidumbre de los
buenos o malos sucesos, no sé yo en qué se podría merecer en estas tales obras,
pues en las que consigo train sucesos felices dende que las enpieza procede
premiado y pagado, considerando tiene ya como en la bolsa lo que pretende; en
las que conoce tienen malos sucesos no las haría. Y así Dios, para más mortificarlo, penarlo
y afligirlo con la incertidumbre de lo que pretende, dale esas tinieblas y
obscuridades.
6. Bien
podríamos poner dos admirables exemplos: en Joseph, gran patriarca del
testamentos viejo, y en el gran Joseph, esposo de la Virgen, del
testamento nuevo. El primero tuvo altíssimo conocimiento y don de prophecía.
Metido en la cárcel, descúbrele su buena dicha al copero de Faraón y pídele,
interpretándole el sueño, que cuando esté favorecido de su señor, vuelto a su
gracia, que se acuerde de él y le pida [28v] que lo saque de aquella cárcel donde
injustamente lo tienen preso. Sale el copero y gentil hombre de copa cuando
Joseph dijo, y olvídase del bien que Joseph le había hecho por espacio de dos
años2. Díganme por charidad: Joseph, que tuvo luz y certidumbre del
sueño y suceso del sueño de este copero, cuando se viese por dos años olvidado
de
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aquel a quien tanto bien le había hecho, y él en
obscuridad y tinieblas desperado de su remedio por aquella parte, ¿qué
mortificación, qué dolor y sentimiento tendría, rindiéndose y sujetándose a
lost trabajos que injustamente padecía en aquella cárcel hasta la
muerte, pues no tenía esperanza de quien le pudiese venir el socorro, pues el
que habíe recebido el beneficio ya lo habíe echado en olvido? Si Joseph en esta
ocasión, así como tuvo claridad y sciencia del suceso que habíe de tener la
prisión del copero en el sueño que habíe soñado el mismo copero, tuviera el
propio Joseph otro sueño en que supiera que dentro de dos años habíe de salir
de aquella cárcel por interpretación que habíe de dar a otro sueño de Faraón, y
que se lo habíe de pagar haciéndolo gobernador de todo Egipto, digan ¿qué pena
ni trabajo habíe de ser estar en aquella cárcel dos años considerando que al
cabo de ellos habíe de salir por príncipe y señor? Es llano que, si de estos
sucesos tuviera conocimiento, se le defraudaba el mérito, quitándole las penas
con la certidumbre de los buenos sucesos. Y así, sabiendo Dios que el sancto
patriarca tenía en Dios sólo puestas sus esperanzas de aquellos trabajos, no quiso
defraudarlou de ese bien dándole conocimiento del que le habíe de venir
por manos de Faraón.
El
otro exemplo es de Joseph, esposo de la Virgen, tan amado y querido de Dios que
no hay dificultadv que, habiéndole Dios entregado a su benditíssima
Madre, le daríe y entregaríe el spíritu verdadero de profecía y le daríe
certidumbre y conocimiento grande de grandes misterios que por aquel camino se
habíen de obrar y hacer. Y cuando el conocimiento que este sancto tuviese de la
Virgen no fuese por don de prophecía y conocimiento sobrenatural
extraordinario, el que él tuviese por el camino natural y ordinario seríe
grandíssimo acerca de la sanctidad, linpieza y perfección de la Virgen por lo
que él veía, oía y entendía de ella. Y con tener toda esta noticia y
certidumbre, lo deja Dios en tan grandes tinieblas que, viéndola preñada, quiso
secretamente dejarla3, con tanta pena y dolor de su alma que no se
hartanw de predicar ni scribir sus devotos lo mucho que en [29r] aquel
tiempo padecería, gustando Dios de darle aquel género de martirio para su mayor
mérito y para otras grandes cosas quex en aquellas dudas y
perplecxidades Su Majestad tuvo encerradas.
Ahora
pues, si con estos dos varones sanctíssimos Dios se ha con esta interrupción
acerca del claro conocimiento de las cosas para su mayor mérito y
mortificación, quien tanta necesidad tiene de entramas cosas como son otros
hombres a quien Dios hace esas mercedes qué mucho que, dando un rato ese
conocimiento, dé otro obscuridad y tinieblas.
7. Digo más, que dando Dios estas
tinieblas a los que en otro tiempo ha dado particular certidumbre, las puede
dar de los medios
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con que
alguna cosa se ha de alcanzar dando la certidumbre de los fines que se
pretenden. Quiero poner exemplo en la sancta madre Theresa de Jesús.
Tenía revelación de que fuese a hacer alguna fundación [en] alguna ciudad,
certificándole (digamos) de los buenos sucesos en la certidumbre que las cosas
tienen en la palabra de Dios. Pero no le daban luz de los medios con que
aquella fundación se habíe de hacer, antes, tiniendo certidumbre de los fines,
tenía grandes tinieblas de los medios con que se habíe de alcanzar. A estas
tinieblas se añedían grandíssimas dificultades y contradiciones4. Pues
veamos qué saca Dios de este modo de tratar con esta tal alma. Digo que muchas
cosas. Lo primero, con la certidumbre que tenía de los fines, le crecía y
aumentaba la confianza en medio de las dificultades de los medios, la paciencia
y sufrimiento en los trabajos que se le ofreciese y, como hija de obediencia,
grande rendimiento en lo que la obediencia le mandase, y merecer en la
obscuridad de los medios lo que pudiera merecer en la incertidumbre de los
fines. Con esto hacía Dios cierta su obra y las fundaciones que pretendía, con
muchos mejoros de la sancta mujer en lo mucho que padecía tratando medios
obscuros, inciertos y dificultosos.
El mismo
exemplo podemos poner en Abrahán, a quien Dios le promete que ha de multiplicar
su linaje como las estrellas del cielo5. Y del cumplimiento de esta palabra estaba certíssimo el gran
patriarca como promesa hecha de Dios fiel y verdadera, pero no sabía el sancto
con qué medios se habíe de conseguir este fin y esta multiplicación. Lo cual hizo Dios
para dejarle puerta abierta y que padeciese inmensos dolores y aflicciones en
el sacrificio de su hijo, y que en él se mostrase varón de grande fee, [29v] de
grande obediencia y de grande confianza de que la palabra de Dios no habíe de
quedar defraudada aunque él le sacrificase su hijo por obediencia.
Lo propio digo yo en nuestro exemplo.
Cuando esta sancta mujer por una parte viese lo que Dios le mandaba y ofrecía
y, por otra parte, se le levantasen tantas contradiciones de suerte que sus
intentos se volviesen rissa de los hombresy, y ella siempre
perseverando en medio de sus trabajos, contradiciones y persecuciones, ¿quién
duda que ahí no mostraba esta sancta mujer la obediencia y subjeción que tenía
a la voluntad y querer de Dios, a quien no puede resistirz todo el
poder del mundo, una confianza grandíssima del cumplimiento de lo que Dios le
prometía y fee maravillosa [en] sus divinas palabras?
8. Cuando Dios llevó a su pueblo a la
tierra de promisión y lo sacó de Egipto, si en la salida les prometió y hizo
cierta la tierra que les habíe de dar, no les descubrió los trabajos y caminos
por donde los habíe de llevar; de suerte que en la certidumbre que tuvo el
cumplimiento de su palabra mostró su verdad y en los trabajosos medios con que
aquello se habíe de conseguir descubrió la poca fee y confianza
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de los que cada momento se le querían tornar. Y les
dejó la puerta abierta para más merecer a los que, confiando en su palabra,
quisiesen perseverar.
¿Qué cosa más cierta
que la bienaventuranza que la fee nos promete a los que con veras cumplieren la
ley de Dios? ¿Quién es
quien descubre el amor, la fee, la speranza que el hombre tiene del
cumplimiento desta palabra sino la perseverancia que el hombre tiene en esperar
y aguardar, la paciencia en el padecer lo que Dios le ofrece, el no trocar la
voluntad y deseo que tiene trocándole Dios y variándole los medios con que este
bien ha de conseguir, llevándole un día por gustos y otro trocándoselos en disgustos,
disimulando que una vez quiere lo que otro día no quiere? Y desta manera Su
Majestad premia en los fines ciertos lo que hace merecer en los medios dudosos
e inciertos.
9. Quiere
al otro para religioso, y la propia persona lo conoce y lo ve muy claro, lo
cual lo tiene por tan cierto como si Dios se lo hubiera revelado. Y revelación
se puede llamar aquel estar asido y pegado el entendimiento al conocimiento de
lo que desea la voluntad y, al contrario, a lo que conoce el entendimiento
estar asida y pegada la voluntad. Y con saber y conocer esto, dejarle ha Dios
una obscuridad y tinieblas, en qué religión será él más servido y agradado y él
con más gusto lo podrá servir, que por muchos días esto le sea martirio y
aflicción tan grande que lo traiga loco y sin juicio. Quiriendo con esto Su
Majestad disponerlo para que más ame el estado cuando lo tenga, para [que] más
lo desee deseando salir de aquel trabajo que tanto lo aflige. Lo propio sucede
a los que se quieren casar: que, estando de esoa ciertos y no sabiendo
con quién será mayor servicio de Dios, todo se les va en decir missas,
oraciones y plegarias pidiéndole a Dios les dé compañía con que le sirvan con
más veras.
[30r] Jhs. Mª
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