Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

IntraText CT - Texto

  • EL CONOCIMIENTO INTERIOR SOBRENATURAL
      • CAPITULO 12 - De otro altíssimo modo que un alma tiene de conocer, en quien ella se pierde a sí propia de vista y, conociendo, nunca acaba de entender lo que conoce por la grandeza del bien que se le muestra
Anterior - Siguiente

Pulse aquí para desactivar los vínculos a las concordancias

- 295 -


CAPITULO 12 - De otro altíssimo modo que un alma tiene de conocer, en quien ella se pierde a sí propia de vista y, conociendo, nunca acaba de entender lo que conoce por la grandeza del bien que se le muestra

 

            1.         Otro altíssimo modo tiene Dios de dar a conocer a un alma lo que él es servido. Y si esto que voy hablando es cierto, atento que estas tales almas, a quien Dios hace la merced que ahora se dirá, están ya más cerca de la bienaventuranza que de la tierra, más competía a los bienaventurados tratar de ella que a los hombres que viven en la tierra. Pues las tales almas ya se trasmontaron y escondieron, en sus dones y mercedes que reciben, de los juicios humanos y, trocando su


- 296 -


tierra en cielo, ya tratan y conversan entre los bienaventurados. No hay decir que sólo güelen, sino que en alguna manera, de la suerte que pueden, palpan y gozan algo de lo que allá se da del todo claro y manifiesto. Y pues éste es don tan subido y transmontado a los hombres que viven vida ordinaria, mal podrá tratar esta conversación quien está lejos de recebir esta merced. Y digo que no sólo estará imposibilitado quiena no la recibió, sino el que la recibió y actualmente no la goza cuando de ella quiere scribir, porque es don tan sobrenatural y escondido y dase tan a hurtadas y comunícasele con tanta sutileza que, después de lo haber tenido y gozado, no sabe qué se fue ni conb qué palabras o representaciones decirlo. Y así me parece era necesario tener la pluma en el papel y los ojos del alma en el mismo Dios, que la está enllenando de este don y merced. Pues el haberme yo atrevido a enpezar este capítulo sólo ha sido el barruntarme y tener sospechas que en la tierra hay otro plus ultra de lo dicho con que regala Dios y enriquece las almas, de donde ya no, no yo que se pueda pasar sin del todo quedar anegado y trocado en otra vida, que llaman de los que viven, dejando y desnudándose de ésta que es de los que mueren.

 

            2.         Para venir a recebir un alma esta merced que ahora diremos, bien era necesario tomar la carrerac de atrás y que dende el principio la viniéramos desnudando de todo lo que no es Dios y la trujéramos mortificando por cosas muy extraordinarias, y que su poco a poco fuera subiendo donde no nos pareciera dificultoso pasar a lo que ahora diremos. Pero sirvan de dispusición las mercedes de que atrás hemos tratado, que un alma recibe quiriéndola Dios regalar y levantar en este mundo a particulares grados de perfeción.

 

            3.         [30v] Digo, mis charíssimos hermanos, que nuestro Dios bueno y grande, quiriendo pord su misericordia mostrar su benignidad y clemencia para con algunas personas, el grande amor que a los hombres tiene y cuán detenida está en este mundo su poderosa mano por no hallar puerta abierta por donde se poder como quiere manifestar a los hombres, suele algunas veces darse a las almas y entregarse a sí propio de suerte que, no sabiendo las propias almas qué tienen, saben y conocen tienen a Dios, porque él a sí propio se está manifestando y descubriendo de la forma que quiere y aquí puede esta tal alma tenerlo y gozarlo. No sólo siente estar en ella como está en todas las cosas -por presencia, esencia y potencia-, no sólo por gracia y por unión particular, sino que, demás de darse enpapado a la voluntad, se revierte por el entendimiento de suerte que parece que lo ve y no lo conoce, que lo tiene y no sabe qué; quiere decirlo y se ataja, quiere pensarlo y no alcanza, quiere considerarlo y no puede. Quiere tenerlo en esa manera que así se le manifiesta en el entendimiento, y se le va, porque no son los que hace sino unos asomos a hurtadas en que muestra quién ese la grandeza del que allí está. Porque, aunque es verdad que al entendimiento se le ha dado suficiente conocimiento para que la voluntad lo ame y lo tenga,


- 297 -


pero esto que ahora se da es revertido, y no si pueda decir como de sobra y fuera de lo necesario, aunque, pues Dios lo hace, él se entiende y él sabe lo que se hace, aunque el alma no sabe lo que se tiene y posee.

 

            Es certíssimo que en esta ocasión el alma se pierde a sí de vista porque, aunque no queda arrobada y enajenada como el que padece el rapto o éxtasi, porque ya pasó y subió def ese escalón dándole Dios fortaleza para que, estándose cada uno en su casa, en ella sin salir de sí goce este bien, pero con todo eso, como es tan grande por aquel breve rato o instante que hace aquella reseña de que está allí con este modo que ahora vamos diciendo, arrebata tras sí al alma y sus potencias, que a sí propia se disconoce acudiendo al conocimiento de tan grande maravilla.

 

            4.         Ofréceseme un exemplo, con que creo explicaré la parte que en sí tiene el alma, según del grado en que está o el bien que goza o los escalones que ha subido por esta escalera que tira y está enderezada a la perfección, según en los capítulos pasados hemos dicho. Ahora consideremos en la armonía de los cielos que todos estos cielos inferiores están sujetos al superior. En estos inferiores ponen los astrólogos dos movimientos: uno natural y otro rapto. El movimiento natural es el que Dios puso a cada [31r] uno, y con este movimiento caminan del puniente al oriente. El movimiento rapto es un movimiento que todos los cielos tienen del oriente al puniente; y este movimiento lo causa en ellos el primer móvil a cuyo movimiento se mueven tras él los demás cielos; que por eso se dice rapto, que quiere decir arrebatado, porque con la fuerza que aquel cielo camina se lleva tras sí a los demás cielos. Y este movimiento es tan veloz, ligero, apresurado y arrebatado que en veite y cuatro horas da una vuelta a la redondag este primer móvil, él y los demás cielos a quien los hace andar a su pasoh. Pero hase de advertir que, como cada cielo tiene otro movimiento natural contrario a ese movimiento rapto y violento, por mucha fuerza que le hace este primer móvili, siempre se le van quedando atrás un poquito estotros cielos y como atrasados con sus propios movimientos naturales; y tanto más atrás se queda el cielo cuanto más está distante y apartado el cielo de aquel primer móvil, de suerte que, dando una vuelta entera con su propio movimiento natural este primer cielo en 29 o treita días, el cuarto, donde está pegado al primer móvil, tardaj un año entero y el octavo cielo, que es el que está pegado al primer móvil, tarda en su movimiento natural 3.600 años. Y la razón es porque, como está tan conjunto con el movimiento velocíssimo del primer móvil, no le da lugar a seguir ni hacer su propio movimiento de suerte que, aunque se le quede atrasado este octavo cielo con su propio movimiento, es tan poco que viene a gastar tantos mill años en dar una vuelta.

 

            5.         No si se habrá percebido el exemplo; podrá ser que con la aplicación aún se haga más claro. En los hombres considero estos dos


- 298 -


movimientos: el uno natural, con el cual caminamos de puniente al oriente; y llamo natural a las obras y exercicios naturales que el hombre por sí alcanza, que por eso digo que con ese movimiento camina a su nacimiento, que en alguna manera es quedarse atrasado y vuelto a su principio de donde fue formado. Otro movimiento considero en el hombre que es el rapto, que quiere decir arrebatado o violento, con el cual el hombre camina de oriente a puniente, que es de donde nació a donde para siempre ha de permanecer, que es en la bienaventuranza. A este movimiento lo llamo violento porque el hombre no tiene de suyo el bien obrar sino que se mueve al movimiento del primer motor que es Dios. Y tanto cuanto un alma está más pegada a este Dios y Señor, tanto con mayor velocidad se moverá y caminará con este movimiento rapto, como el cielo que está más conjunto con el primer móvil. Y tanto cuanto [31v] con más ligereza se moviere con este movimiento y más junto estuviere, tanto menos se quedará atrasado con sus propios movimientos naturales. De suerte que estando un hombre en el primer grado de perfección, podrá en breve acudir y hacer sus obras naturales, y el que estuviere muy conjunto y pegado con Dios, como cielo octavo a su primer móvilk, siendo llevado y atraído a obras sobrenaturales con presteza y agilidad, en muchos años no se quedará atrasado con sus propios movimientos naturales, que contradicen y se oponen a este movimiento rapto, sino muy poquito.

 

            Declaremos esto más. Digo a este movimiento con que el hombre sigue y se va tras Dios rapto y violento no porque el hombre camine y vaya contra su voluntad, que libre la deja Dios y con libertad camina, porque lo contrario fuera blasphemia y herejía. Llámolo rapto y violento respecto del hombre exterior y de la carne, que contradice y tiene otras leyes opuestas a las divinas. Y esta contradición es causa que el hombre que corre por el camino de la perfección se vaya detiniendo y estorbando hoy un poquito y mañana otro poquito. De suerte que, por santo que uno sea, por muy pegado que esté a Dios, por mucho que camine, si hoy no se conoce ser hombre por lo poco que se ve atrasar, si lo tenemos cuenta y con atención lo miramos, hallaremos en él que es hombre y que, demás del movimiento rapto de que vamos tratando, hay en él otro movimiento natural con que camina para otra parte. En el cual el hombre con otras leyes y sentimientos que en sí tiene se queda atrasado tanto más o tanto menos cuanto está más o menos conjunto con su Dios, que es su primer motor y el que por su misericordia nos coge y arrebata aficionándonos las voluntades para que libremente nos vamos tras él del oriente al puniente, apartándonos del oriente y tierra de que fuimos formados al puniente de la gloria, donde hemos de deponer y dejar todo lo que es nuestro y vestirnos de una majestad y gloria infinita.

 

            6.         Pues, volviendo a nuestro propósito, digo que en este grado de perfección de que vamos tratando el alma es llevada a aquel altíssimo


- 299 -


conocimiento con tanta fuerza (digo fuerza si así se puede llamar la que hace Dios aficionando a sí el entendimiento con este modo de luz extraordinario con que él se da a conocer) que se desconoce a sí y apenas se puede echar de ver en ella otro movimiento, otro querer o conocimiento más de aquel sobrenatural con que es llevada al paso que Dios la lleva; esto es en lo que toca [32r] a sí, a sus acciones naturales, movimientos y discursos ordinarios. Pero, en lo que toca al conocimiento sobrenatural de Dios, éste por una parte es tan veloz, ligero, subido, levantado, tan grande que, no echándose de ver el alma en él, ni sabe si conoce o no conoce; sabe que conoce pero desconoce, porque ella jamás pudo imaginar que Dios levantara un alma a tan alto modo de conocer. Conoce que es Dios aquel que en sí siente o hace aquel movimiento o reseña, pero no sabe cómo es o qué es, y de su parte se conoce por inposibilitada para poder formar en su absencia imaginación que tal cosa imagine ni especies que tal cosa representen. Porque, si Dios cupo cuando a él lo sintió en sí, ensanchó el lugar a medida de lo que él daba; y, él absente, no se puede ensanchar a medida de lo que a tan gran Dios ha de representar, porque la representación no tiene la fuerza y virtud de lo representado. Que es decir que, en el punto que pasa esa demostraciónl que Dios [da], ni el alma de suyo puede imaginar cosa que llegue a tanta grandeza como en sí conoció cuando Dios se le dio a conocer en este modo soberano, ni le fue posible hallar en el mundo ni haber cosa criada que lo pueda representar como ello es y el alma quiere. Así digo que, cuando el alma tiene este bien, conoce y desconoce, sabe y no sabe, ve y no percibe, corre y no llegam, porquen, sintiendo en sí otras leyes que contradicen la carrera, siempre, aunque poco, se quedan atrasadas, lo que basta para no llegar donde llegan los bienaventurados que están gozando de Dios.

 

            7.         No con qué exemplo pueda explicar esto si no es con el maná que comían los hebreos en el desierto, que sabía y tenía gusto de todos los manjares1; y con todo eso, no sabían qué era, razón bastante para ponerle por nombre mân ', que quiere decir quid hoc est?2 Y con tener tantos gustos, es cosa notable que jamás llegó a las cebollas y ajos que comían y tenían en Egipto3. Lo cual es cosa de maravillar: que, siendo este manjar tan grande, tan excelente, de tantos sabores, que no llegase a cosa tan baja como son cebollas y ajos y otras cosas tan bajas como éstas, de suerte que les desaficionase la voluntad de todo punto para que se diesen por contentos con el maná y olvidasen sus cebollas, etc. Digo, mis hermanos, y quiero que notemos que los egipcios adoraban las cebollas, los ajos y otras cosas que tenían y nacían en sus güertas, tiniéndolos por sus dioses; muchos de los hebreos se habían ido tras estos ritos y ceremonias, adorando esta bellaquería y bajeza por Dios. Pues, como estos hebreos [32v] tuviesen


- 300 -


tan asidas y pegadas las voluntades a sus ajos y cebollas como a sus dioses que pensaban ser verdaderos, no era bastante la grandeza del maná que tenía tantos sabores y era cosa tan celestial que jamás acababan de conocer lo que erao, ni desaficionar con ello la voluntad que tenían a las cebollas, a quien amaban como a su dios.

 

            ¡Glorificado seas tú, Señor mío! Y como creo que me he hallado con qué poder explicar lo que voy diciendo, lo primero digo que este bien que goza esta alma, cuando en este modo se le da Dios a conocer, a todos los manjares le sabe, todo lo que quiere y desea halla en ese bien que tiene y goza; y tiniendo tantos sabores, jamás sabe qué es de suerte que, conociendo que come, que conoce, que ve, no sabe qué ve, qué conoce, qué come y gusta. Y por otra parte, con ser tanta grandeza y majestad la que goza y tiene que a todos los manjares sabe, jamás, por mucho que tiene y goza, pierde la fee, que le está enseñando que hay algo más. La cual le tiene tan asida la voluntad y captivado el deseo que, aunque es de cosas obscuras y lo que tiene y goza es de cosas claras, jamás esto que goza le puede desarraigar el deseo o pensamiento de lo que la fee le enseñap y le diceq y de lo que con esta fee adora y reverencia. Porque, aunque esta fee por su obscuridad y tinieblas la comparemos r a los ajos y cebollas, que son cosas bajas, con ésa está contenta y satisfecha el alma que de veras con esa fee adora, ama, quiere y desea la grandeza de este poderoso Dios, que en el cielo se está dando y communicando a los bienaventurados.




a  en sobre lín.



b sobre lín., en lín. en tach.



c  ms. carea



d sobre lín.



e sobre lín.



f  sigue eser tach.



g  ms. redondo



h  ms. puso



i   ms. móbir



j  ms. trarda



k ms. móbir



l   corr.



m sigue husta y tach.



n  corr. de no con



1 Cf. Sab 16,20-21.



2 Cf. Ex 16,15.31.



3 Cf. Núm 11,5.



o sigue y o tach.



p corr. de enseñe



q corr. de diga



r  sigue a su tach.






Anterior - Siguiente

Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL