- 300 -
CAPITULOa
13 - Cómo el justo vive con la fee y cómo en ella halla los gustos que en otro
tiempo tuvo. Y la miseria de los herejes, a quien les faltab
1. De donde entenderemos una cosa, y es
que piensan algunas almas, que gozan de estos entretenimientos y conocimientos
de Dios de que vamos tratando, que en el punto que les falten han de perder el
juicio o se han de ver en peligroc de desesperación por verse privadas
de tanto bien. Y no hacen, sino quedan muy contentas, y tanto sin ese
conocimiento como con él, porque, demás de conformarse con la voluntad de Dios
que así lo quiere, ordena y dispone, cuando les falta ese conocimiento está la
fee, que les enseña y descubre altíssimas cosas a que tienen la voluntad
aficionada. Que, aunque -como queda dicho- por su obscuridad la comparamos a la
cebolla, [33r] descúbrenos a Dios, a quien amamos, adoramos y queremos; y con
esta fee olvidamos o nos suspendemos del bien que primero gozamos.
2. ¡Oh grandeza de la fee! ¡Oh Señor Dios
mío! No me espancto que quien la pierde haga los desatinos y locuras que se
escriben hacen
- 301 -
los herejesd, los cuales, siendo regalados de
Dios cuando le servían, eran amigos o creíane, después, perdiendo con
la fee esos regalos y gustos, no tiniendo cosas con qué suplir y remediar la
absencia del bien primero perdido, dieron en tantas locuras y desatinos; y como
gente que en una cosa no hallaba firmeza ni quien les enllenase el vacío de sus
deseos, siempre están y andan inquietos, perturbados y disparados. Como el
muellecillo del relox que, por no hallar en qué asir, da las campanadas sin
cuenta y sin tiempo, no parando hasta que las pesas llegan a la tierra; y estos
desdichados mueren, que entoncesf cesan de sus trabajos para enpezar
otros mayores que no tienen fin. Pero el siervo de Dios, cuando (por quererlo
Dios así) dispara de los nuevos gustos y entretenimientos sobrenaturales que
con Su Majestad tenía, el entendimiento, que es el muelle en esta armonía del
hombre, ase y afierra en la fee, sujetándose a lo que tiene y cree nuestra
sancta fee; y con esto da las horas a su tiempo, habla, obra y hace con
concierto, peso y medida, sin que nadie le pueda enmendar, las obras que
pertenecen al entendimiento.
3. ¡Oh buen Dios, y cómo con exemplos descubres
lo que tú quieres y eres servido! Digo que, así asido el entendimiento y captivo y atado a las cosas
de la fee, no se desmandag a obras del mismo entendimiento hablando o
diciendo disparates, pero bien podría la voluntad, pues tiniendo uno fee puede
peccar mortalmente. Pero tiene una notable ayuda de costa la voluntad en el
creyente, y es que, como el entendimiento aferró y paró en lo que cree, da
lugar a que las otras ruedas del relox pasen, caminen y se dispongan para andar
a una y, sin hacer la voluntad disparates, ame lo que el entendimiento conoce
y, creyendo el hombre con el entendimiento, con la voluntad obre.
Acá decimos que, cuando la cabeza
duele, todos los miembros duelen y están desconcertados; pero, cuando la cabeza
está sana, son más fáciles de curar esotras enfermedades. Enfermaronh
los herejes de la cabeza del alma, que es el entendimiento, y de ahí les
nacieron todos sus desórdenes. Dejáronlo libre, desatáronlo. Era llano que una bestia suelta se ha de
ir tras los de su semejante. El entendimiento es potencia natural que dio Dios
a nuestra alma. Cuando cree y tiene la fee, está enjaulado y levantado a cosas
altas y sobrenaturales. Cuando se suelta este pájaro y entendimiento, [33v] y
quiere libertad y no sujetarse a la fee, vase como besteciela a buscar cosas
naturales, que son de su semejante. Y así no se levantan de las cosas de la
tierra sino se dan tras cosas de su carne, apetito y sensualidad, no
percibiendo, como hombres animales, las cosas que son de Dios. Pues como el
entendimiento libre acudió a cosas bajas, cosas bajas habíe de hacer.
4. La luna, cuando entre ella y el sol se
pone la tierra, queda eclipsada y obscurecida con la sombra que le hace la
misma tierra; y con sus eclipses hace mill sucesos desgraciados en estos
inferiores: causa
- 302 -
guerras, daños, muertes, hambres, destemplanzas y otras
cosas contrarias a la salud y vida del hombre. ¡Oh buen Dios! ¿Qué
puede causari en el hombre ponerse la tierra, la razón, la carne, el
propio interés entre Dios y el entendimiento?: obscuridad, tinieblas, sombras,
eclipsarlo para que con esa oposición de tierra, obscuridad y falta de luz
quede sin fee, sujeto a mill errores, daños, males, etc. Y, si no, díganme,
¿de dónde tantas guerras, tantas discordias, tantas novedades y poca firmeza
que los herejes tienen, tanta hambre y mortandad spiritual, hambre de la
palabra de Dios y doctrina evangélica y muerte del alma en peccado? Digo que
todo esto es causado de tantos eclipses, de tanta obscuridad y tinieblas como
han tenido en sus entendimientos. Y así obscuros y ciegos, no sólo ellos han
estado eclipsados, sino procurado obscurecer y añublar a otros. ¿Qué
digoj? Han procurado eclipsar y obscurecer el sol de justicia, Cristo
redentor nuestro, de suerte que con sus peccados han detenido las influencias
soberanas y divinas que enviaba sobre su reino y sobre sus almas haciéndolas
fertilizar y dar fructo de buenas obras. Y como gente que se ve sin esa luz,
sin esos rayos y soberanas influencias que los movían a bien obrar, viéndose
secos y estériles y sin fructo, dan en decir que sin buenas obras se pueden
salvar por la justicia y gracia que está en Cristo Jesús1.
5. Cierto,
herejes, que no sé cómo estáis tan ciegos. Pregunto yo. El sol
es [el] que hace crecer los trigos, el que los sazona y multiplica, pero esto
es de suerte que ha de sembrar, arar y barbechar el labrador. Bueno fuera que,
estándose mano sobre mano, llegado el agosto sin haber arado o sembrado, dijese
el labrador que quería ir a segar y meter trigo: no hallaríe nada. O que dijese
que, pues el sol da trigo en la haza, que quería aquel año sustentarse con los
rayos del sol, comer sol y beber sol; desatino grande, porque el sol de tal
manera produce, según Dios lo tiene determinado, que tú [34r] lo siembres. Esto
propio ordenó Dios en la semencera spiritual: que el hombre are, barbeche y
siembre buenas obras, las cuales tienen vida por Cristo; y sembrando en
lágrimask, cogemos en regocijo. Y como dice [David]: Euntes ibant et
flebant, mitentes semina sua; venientes autem venient cum exultatione2,
etc. Sembraron, dioles Diosl a esas obras la vida y el incremento, y
cogieron con alegría. Y ¿quiere el hereje, triste y miserable, estándose mano
sobre mano, sin trabajar, sin arar ni barbechar su carne, coger el agosto de la
otra vida y en ésta sustentarse y comer los rayos del sol, y decir que le basta
la gracia y justicia que está en Cristo Jesús? Que si ellos entendieran bien
aquellas palabras de san Pablo en que dice, cuando trabaja y hace penitencia,
"que cumple en su carne lo que faltó a la pasión de Cristo"3,
que es decir, que siembra para que el sol de justicia y la gracia que está en
Cristo lem aproveche; no porque aquella gracia le faltase nada en sí,
sólo la falta la tuvo en mí,
- 303 -
que es aplicarla yo y sembrar en mí cosas que con esa
gracia y justicia den ciento por uno.
6. Otros por el contrario dijeron que
bastaban sus buenas obras, que no habíen menester otra gracia4. Y esto,
demás de ser tanbién blasfemia y herejía, es grande ceguera, querer dar vida a
nuestras obras sin esta soberana y bendita gracia. Porque, así como sin sembrar no hay coger,
por el contrario sembrar sin que el sol con su calor vivifique no hay crecer.
Porque sería esa simencera como la que el otro sembró en el camino y en
cantorrales5; y peor, que en fin aquella por algún tiempo nació aunque
se quedó cuando le faltó el humor, pero las obras que siembran los herejes jamás
nacen porque siempre les falta la vidan, que es la que Cristo da
vivificando con su muerte y pasión.
Y así, por una parte o por otra,
faltándoles esta soberana fee y don divino, están vacíos de todo bien,
dispuestos a toda miseria y mal, como un odre vacío y lleno de aire echado
sobre el agua, que todo viento se lo lleva y toda ola lo mueve, jamás hallando
firmeza en nada. Pero los justos, a quien Dios ama y con particular cuidado
rige y gobierna, tiniéndolos aferrados con esta fee a la piedra, Cristo,
siempre están firmes: si llenos de gustos spirituales, entretenidos; si vacíos
y sin ellos, seguros y estables [34v], porque eso les suple la fee en quien
consideran esos gustos mayores scondidos, los cuales aguardan a su tiempo.
7. Yo
considero dos maneras de fructa acá en la tierra: una sin cáscara, que es para
luego comer porque es de poca dura, como es la guinda, la cereza, manzana y
pera; esta fructa la habéis de comer a su tiempo cuando el árbor la lleva,
porque se pasa presto. Otra hay con cáscara, como la almendra, avellana,
etc.o, y ésta se guarda y conserva en su cáscara y es para cualquier
tiempo; y cuando se gasta y acaba la fructa sin cáscara, que es el verano,
envía Dios estotra fructa para el invierno, que es la que dura. Bueno fuera que,
porque se pasaron las guindas, os melancolizárades; no, porque en su lugar
tiene Dios otra fructa que poner, que vos podáis guardar.
De esa
manera considero yo dos maneras de gustosp que da Dios en esta vida:
unos los da [a] algunas almas scogidas muy mondados y sin cáscara, que son los
que hemos ido tratando cuando, dándose Dios a sí propio, da un conocimiento
altíssimo de cosas sobrenaturales que alegran y regocijan toda el alma y la
bañan de luz y resplandor con que conocen grandes cosas de Dios; y esta fructa
es de poca dura respecto que estas mercedes no son perpetuas ni continuas, sino
que corren y se pasan cuando Dios es servido, tiniéndoles Su Majestad señalado
su abril y mayo para que se gocen. Pero, como Dios es tan gran Padre y Señor
nuestro, proveyó su divina providencia que hubiese otra fructa con cáscara, en
quien estuviesen esos gustos guardados y encerrados para el invierno y tiempo
de la tribulación; y esta fructa es
- 304 -
la fee, la cual es un don sobrenatural que en sí tiene
encerrados eternos y maravillosos gustos, de quien se sirve y aprovecha el
justo cuando se ve sin los primeros.
8. De manera que, puesto caso que un alma
no siempre ha de estar regalada y tomando el dulce pecho, acude a la fee en
quien están esos gustos encerrados: en ella hallaq bienaventuranza para
el perseguido, reino de los cielos para el pobre de spíritu, consuelo para el
que llora, hartura para el hambriento, etc.6. Y nada puede querer y
desear el justo que en sí no tenga encerrado la fee; y con esta fee vive, que
es lo que dijo san [Pablo]: Justus ex fide vivit7. A nuestro propósito quiere decir "el
justo vive por la fee", como si dijera: es para [35r] el justo tan grande
muerte verse sin Dios, digo absente de Dios, verse sin este trato y
conversación familiar de Dios que, si no fuera por la fee, muriera. Por ella
vive y se sustenta porque, lo que no goza y posee, la fee en sí lo encierra, da
y enseña.
Está un justo en una tribulación
oprimido y mortificado. Quisiera consolarse un rato con Dios; no lo ve ni lo
siente. Está que parece se ahoga y muere en su trabajo. Llega la fee, y dícele en nombre del mismo
Dios: Cum ipso sum in tribulacione8; que ahí está mi Dios. Y con esto
vivo y me consuelo. Y así esta fee sirve de pictima y confortación para los
flacos y para los que quieren la paga adelantada. Llano es que el triste jornalero que no
lleva los dos reales de su jornal, se contenta con la cédula firmada con lo que
le pagarán infaliblemente luego por la mañana. Y así se debe consolar el hombre
si después del trabajo no se viere premiado en esta vida, que la fee es cédula
firmada del mismo Dios, que dice que el que hiciere bien recibirá bien después
de pasada la noche y llegada la mañana de la otra vida r.
9. En
la privación de estos gustos o conocimiento sobrenatural (que ahora todo lo
pongo por uno, pues en ese conocimiento el alma ocupada estaba con gusto
entretenida), pues digo que en la incontinuidad de esos entretenimientos hace
Dios muchas cosas con un alma (pues vamos tratando de lo uno y de lo otro en
provecho y mejoro de la persona que lo tiene o a quien le privan de ello) para
mayor bien suyo: lo primero, rendirla no a lo que ella gustó, sino a lo que
Dios quiere; y que esos bienes en estes mundo no son juros de por vida,
sino mercedes por tiempo al quitar y poner cuando Dios fuere servido. Lo segundo, humillar
un alma, que es efecto de la fee, con quien se abraza y repara los
desabrimientos que le quedaron de la privación de sus gustos. Habiéndose en
esto la fe con el hombre como la luna con el sol, que cuando parece que está
más apartada del sol, está más llena de luz. Y para que bien se entienda, notemos que la luna, cuando a
nosotros no parece nada, por la parte de adentro con que mira al sol toda está
clara, resplandeciente y llena, de manera que cuando para nosotros es
- 305 -
conjunción para allá arriba es luna llena, y cuando
está apartada de aquella luz que por la parte de arriba le comunica el sol,
está para nosotros llena y con más luz. Lo propio le sucede al alma: que,
cuando [35v] está más unida y pegada con Dios, está acá fuera más obscura en
las cosas naturales y en las cosas a que por vía ordinaria está sujeta aquella
tal alma, quedándole la parte superior que mira a Dios llena de luz, de
resplandor y claridad. Cuando se aparta de Dios por estos gustos y
entretenimientos, que parece que se alejó, le hiere por la parte de acá abajo
el sol de justicia, bañándole la parte inferior con una soberana luz y claridad.
Y esto hace la fee, a que vuelve los ojos después det haberse apartado
de aquel conocimiento interior sobrenatural: que por eso dije que la fee mira
la parte inferior.
10. Y para que mejor se entienda, que no es
bien en cosas graves dejemos cosas obscuras, al alma la considero de dos
maneras: en cuanto con luz y claridad sobrenatural es informado su
entendimiento de algunas cosas sobrenaturales, revelándole o descubriéndole lo
que la Majestad de Dios es servido; y en esta ocasión esta alma tiene su luz no
de la fee, que la da en obscuridad aunque cierta y infalible, sino del mismo
Dios que la alumbra y revela. Considero
esta alma de otra manera, vía ordinaria, sin que reciba estos favores de Dios y
entretenimientos en los cuales el entendimiento es elevado a aquella luz
sobrenatural, sino necesitada por el camino y vía ordinaria a volverse a la
fee, que es quien da luz a esta propia alma considerada de esta segunda manera.
Y eso llamo porción o parte superior y parte inferior de la propia alma, porque
en la primera manera considerada sabe porque ve y conoce con luz sobrenatural;
en la segunda sabe porque captiva su entendimiento y lo sujeta a lo que la fee
le enseña.
Y así digo que esta alma que trata con
Dios la considero como la luna, la cual cuando está más junta y llegada al sol,
tiene la luz por allá arriba y está llena de claridad por la parte que mira al
sol, y por estotra parte está obscura y en conjunción; y cuando el sol se
vuelve y deja aquella parte superior y le hiere por esta parte que nos mira a
nosotros, está llena de esta luz ordinaria que nosotros vemos y gozamos. De
esta manera (que no inporta decirlo dos veces) el alma, unida, pegada y junta
con Dios, por aquella parte que lo mira deja suu entendimiento lleno de
luz y resplandor, quedando estotra parte inferiorv, con que esta alma
mira las cosas de la fee, como suspensa y entretenidaw [36r] en aquel
bien que goza. Digo que queda como suspensa y entretenida porque jamás le falta
la fee, porque de las cosas que allí no ve ni conoce, cree, y las cosas que ve
y conoce registra con la misma fee, a ver si viene y cuadra lo que ve con la
luz superior a lo que la fee le enseña con la luz inferior. Cuando Dios es
servido apartarse de esta alma con este modo de darle luz, como la ama y quiere
tanto de una manera o de otra, no la quiere perder de ojo sino que el mismo
Dios, que alumbró por la parte superior, se vuelve y por la inferior
- 306 -
con la fee enseña y da luz al alma de suerte que la deja
cierta de todas las verdades que la fee le enseña.
Paréceme
en esto se ha como un desposado que mucho ama a su esposa: que, cuando está
junto con ella, parla y la entretiene, en aquellas cosas que la dice no ha
menester usar de papel y tinta sino él propio la hace cierta de todo lo que él
quiere y es servido; pero, si se va y se absenta de suerte que ya no la puede
hablar, háblala por papel y escrito; y estos scritos la hacen cierta de las
cosas que su esposo quiere, como si él propio la hablara. De esa misma suerte,
cuando Dios quiere regalarse con el alma, su querida esposa, sácala a la
soledad y háblale al corazón descubriéndole el suyo con luz y palabras
extraordinariasx, para las cuales no tiene necesidad de fee porque las
conoce y Dios se las revela, o digamos, las ve; y la fee es de cosas no vistas.
Pero, cuando se absenta
su presencia en este modo de dar luz, luego entra la fee y habla por scrito y
ella enseña todo aquello de que Dios gusta hacer a un alma sabidora. De suerte
que de una manera o de otra está Dios enseñándonos y dándonos luz.
11. En
esto que acabo de decir presupongo que, en estos modos sobrenaturales en que
Dios alumbra y da luz al entendimiento, no hay engaño ni falsedad sino verdad,
la cual -como queda dicho- se ha de registrar con las cosas que la fee enseña.
Porque, siendo Dios una verdad infalible, es certíssimo se ha de hallar en la
fee lo que se ve en la luz y, por el contrario, en la luz lo que se cree y
tiene en la fee, para que, viendo concuerda lo uno con lo otro, echemos de ver
que Dios, que es autor de la fee, lo es también de aquella luz sobrenatural con
que es alumbrado e informado el entendimiento, no obstante que la luz
sobrenatural en las cosas que se ven [36v] con claridad excluya la fee. Y
entiéndese excluir lo obscuro de ella, que en esa vista se tiene y ve lo que la
misma fee enseñó.
12. Digo
más, que en la privación de este conocimiento altíssimo, en que le pareció
quedaba cierta o con indicios bastantes de que Dios era el que hacíe aquellos
asomos o descubrimientos, queda más viva, más alerta y más encendida en deseos
de Dios; y puesto caso que en medio de la luz se le esconde con tanta
facilidad, determina de buscarlo en las tinieblas y obscuridad de los trabajos
y desabrimientos, y en la misma fee a quien por su obscuridad llamamos noche.
Habiéndose en esto como los perros de caza, que si en lo llano se les fue la
presa, con esa golosina buscan, cercan, corren por lo montuoso hasta topar con
ella, aunque se quiebren los ojos y hagan pedazos; y como los cazadores, que,
si ven que de día se esconde la caza y se entra en sus madrigueras, aguarda la
noche y, en ella dissimulado, busca y halla lo que quiere y pretende. Lo propio
sucede al alma devotay, la cual buscando a su Dios en la luz interior y
sobrenatural que de él recibe, viendo que si se le topa no lo alcanza y si lo
alcanza no lo ase, queda con estas vislumbres tan engolosinada, tan llena de
deseos, que viendo
- 307 -
que en el camino llano se le fue, absentó y escondió
el que tanto ella amaba y quería, sale tan accelerada y apresurada a lo buscar
en la espesura de los trabajos y desabrimientos que no repara en quebrarse los
ojos, perder la honra y la vida, usando de maña en la noche para buscar en las
tinieblas y obscuridad de la fee al que se le escondió en la luz sobrenatural
extraordinaria que primero tenía, acordándose de aquello que dice el sancto rey
David: que Dios tiene puestos sus escondridijos en las tinieblas9. Que,
como ella en las tinieblas consiga lo que pretende, en tanto las estima como el
día, que es lo que dijo el mismo rey David: Sicut tenebre eius, ita et lumen
eius; et nox sicut dies illuminabitur10; que alumbra la noche como el
día. Que es decir que la fee enseña lo que en la gloria se ve y goza. Y esa
certidumbre nos da la fee, que es obscura como la noche, que nos da la luz del
día cuando vemos y gozamos; sólo se diferencia en ver o no ver, etc.
13. Digo, pues, que el alma, fueraz
de esea conocimiento sobrenatural extraordinario en que ve, goza y
tiene cosas sobrenaturales, [37r] queda más fuerte para los trabajos, para más
sufrir y padecerb por amor de Dios. Como el hierro, cuando está en la
fragua, está más blandoc convirtiendo todo su ser en unirse y empaparse
con aquel fuego, pero, sacado de allí, metido en el agua, queda templado y
fuerte para hacer dél cualquier herramienta que corte y trabaje en cosas duras.
Así el alma, metida en esa luz y conocimiento sobrenatural, está derretida,
blanda, amorosa, de suerte que todo su ser está ocupado en cómo se ha de
empapar en tan grande Dios y Señor, pero cuando la sacan de allí y ella se
recoge en sí, ya el fuego le pegó tal fortaleza y temple que, metida en el agua
de los trabajos, haréis de ella lo que quisiéredes, sufrirá -como dicen- por
peñas y trabajará sobre fuerzas humanas. Que es lo que dice san Pablo: Cum
infirmor, forcior fio11; en las enfermedades hallaba la fortaleza, en
los despegos, disfavores o desabrimientos, porque el sol del verano y heladas
del invierno hacen a un hombre duro, fuerte y sufrido en los trabajos. Regalos
de Dios y sinsabores, gustos y disgustos, luz y tinieblas hacen a un alma
fuerte para de veras trabajar por el camino de la virtud.
14. ¡Oh mis hermanos, y cómo quisiera tener
en esta ocasión un grande spíritu y palabras muy vivas para decirles que, si en
alguna ocasión Dios les hiciere alguna merced extraordinaria, recíbanla, denle
gracias, estímenla y aprovéchense de ella con grande humildad! No la procuren; aunque, si por ayudar su
flaqueza alguna vez la desearen, vaya. Pero procuren estar muy contentos por el
camino ordinario de los demás. Hínquense una y mill veces de rodillas, besen
mill veces el suelo, crucen sus manos y adoren a Dios que nos dio su sancta y
divina fee, que con tan poco trabajo nuestro nos enseña tantas y tan soberanas
- 308 -
cosas. En las otras sciencias que el hombre apriende
cansa, aflige y vecxa el entendimiento, y al cabo es más lo que no sabe que lo
que sabe y más lo incierto que lo cierto; perod, en este conocimiento
divino que la fee enseña, descansa el entendimiento y, junto con ese descanso,
apriende más y sabe más que todos cuantos letrados hay en el mundo, y en esa
fee de las cosas que cree tiene más certidumbre que si las palpara y
experimentara con los sentidos, como hacen los doctos en sus sciencias. De esta
grandeza [37v] y bien que el alma goza en esta sancta fee católica que profesa,
era de quien Cristo daba gracias a su Padre por san Matheo en nombre de los
humildes, diciendo: Confiteor tibi, Pater, quia abscondisti haec a sapientibus
et prudentibus, et revelasti ea parvulis12; la fee, Padre mío, es la
que hace sabios, doctos y prudentes, ella es la que de veras enseña veras y la
que con poco trabajo y en poco tiempo enseña mucho.
15. ¿Saben, mis hermanos, la diferencia que
hay de creer a desear ver y gozar en este mundo? Miren un niño que aún no sabe comer, que su madre le da papitas,
el pecho y otras cosas por su propia mano. Este niño tiene seguridad en lo que
come, porque la madre -que sabe- no le ha de dar cosa que le dañe o haga mal.
Pero si, siendo este niño mayorcillo, le ofreciese la madre cosas que él por
sus propias manos comiese, podría ser o comer más de lo que su estómago puede
llevar o que en la comida se mezclase y arrevolviese cosa que él no conociese,
que le matase o dañase. Pues lo propio tiene y hace la fee que la madre que al
niño da la comida: la cual, viendo que el hombre se le rinde, se humilla y hace
niño, ella le da a mamar y comer por su propia mano y le enseña cosas en que el
hombre creyendo no puede errar, cosas que no le pueden dañar, cosas sanas,
ciertas y verdaderas, tales cuales le conviene para que con esa fee viva en la
Iglesia. Pero, si este hombre crece y lo levanta Dios a algún estado
sobrenatural donde ya goza, ve y entiende algo, tema y abra los ojos, que le
dan que coma su entendimiento por su mano; mire no coma o entienda más de lo
que le conviene comer y entender con sobriedad, mire en esa comida no se mezcle
algo que le pueda dañar, mire en eso que ve y le enseñan no quiera el demonio
meter su cucharada. Gócelo norabuena con recelo y temor; y si eso se le
absentare, también le dé mill gracias a este soberano Señor porque, contándolo
con los humildes, gusta y quiere que sólo coma por su mano lo que la fee, como
buena madre, le dijere y enseñare. Esté contentíssimo y procure obrar y hacer
todo lo que esa fee le dijere y enseñare, para que sea fee viva, fee que, junto
con enseñar, recree, regale y engorde el alma y la haga crecer en dones y
bienes celestiales, los cuales quiera nuestro gran Dios gocemos eternamente en
compañía de los bienaventurados. Etc.
- 309 -
[38r] Jhs. Mª
|