- 309 -
CAPITULO 14 - Cuán dificultoso es de conocer y juzgar de
los hombres el spíritu extraordinario y sobrenatural que Dios concede a
las almas que él es servido
1. Mi intento en todos estos capítulos
pasados no fue tratar de estos dones y conocimientos sobrenaturales en orden a
sí, sino en orden al conocimiento y juicio que los hombres pueden tener de
ellos, por ver los muchos letrados y hombres que se quieren hacer doctos
enseñando, persuadiendo, dicerniendo y calificando spíritus. Los cuales,
después de muy tratados, ventilados, speculados y mirados, para no errar se los
hemos de dejar a Dios, que es el que penetra, sabe y conoce los corazones de
los hombres y el que con un menear de ojo hace preguntas y descubre las cosas
más abscondidas que en el hombre hay -como dice David: Et palpebrae eius
interrogant filios hominum1-, y él es el que cuenta los pasos más
scondidos y de lejos los pensamientos más entrapados los deslinda y desmaraña,
y el que saca a luz lo que se hace y encubre en las tinieblas.
Vamos
descubriendo las dificultades que tiene el conocimiento de un espíritu
extraordinario para que, de las dificultades que de aquí resultaren, el que
pretendiere conocerlo procure buscar medios acommodados para las tales
dificultades, abrir los ojos y no sentenciar de repente. Y no le digamos lo que
a los hombres apresurados y repentinos, que de agudos despuntaron: que si
primero tantearan la crudeza de la materia con que quisieron cortar con sus
entendimientos, es certíssimo no se enbotaran y dieran lejos del blanco.
2. Pues digo lo primero que, del mismo
nombre que damos a lo que en tal caso debemos o queremos conocer, se
echaa bien de ver su dificultad. Llamámoslo espíritu, y espíritu extraordinario y sobrenatural.
Espíritu no es otra cosa sino el alma. Aunque en el cuerpo, en estas obras y
acciones en que pretendemos juzgarla está segregada y apartada del cuerpo de
suerte que no mira abajo [38v] a la vida con que actualmente está informando al
cuerpo, porque según ese officio se llama alma. Pero spíritu es esta alma
levantada y elevada de esos ejercicios naturales a otros sobrenaturales y
extraordinarios. Según esto, esta alma, en este estado, spíritu es dificultoso,
escondido y enajenado de estas cosas acá ordinarias exteriores, mediante las
cuales el hombre juzga por lo que ve en la cara.
Más, que el juicio ordinario que se
hace de estos spíritus es juicio hecho con el alma discursivo, ordinario y
natural; luego ya es fuerza quedarse atrás del primer espíritu en cuyo
seguimiento iba para lo
- 310 -
conocer, y así mirando de lejos será muy fácil el
engañarse. Las cualidades de los planetasb y sus efectos se conocen por
el alcance que les da la luna; y cuando entra la luna en la casa y jurisdicción
de tal planeta, nos descubre si es frío, caliente, sano o enfermo, que cuando
la luna está lejos, no lo podemos saber ni conocer. De esa misma suerte, para
darnos a conocer un espírituc extraordinario, es necesario que el que
juzga de él, entre su spíritu en la sfera y casa de aquel propio spíritu y que,
alcanzándolo y llegando, con el spíritu y entendimiento que Dios le dio, a la
sphera del otro spíritu, pueda descubrir su calidad y propiedad, si es buena o
mala. Porque todo lo demás sería como los pronósticos que hacen los labradores
de los tiempos, que, sin saber ni haber estudiado cosa de los cielos y esfera,
quieren echar sus juicios de los buenos o malos temporales. De aquí echaremos
de ver qué cortos e inciertos serán los juicios del vulgo cuando canonizan o
reprueban a las personas que tratan de Dios y de su aprovechamiento.
3. Dice más, que este spíritu que se
pretende conocer es extraordinario y sobrenatural. Lo primero dice extraordinario, luego
fuera de sí y del curso ordinario. Luego para buscarlo y conocerlo, puesto caso
que salió de sí, menester lo hemos ir a buscar a la cosa en que está, porque
mal conoceré yo a un hombre en su casa si no está en ella: he menester yo salir
también de la mía para buscarle y conocerle a quien busco en la ajena. Pongamos un exemplo.
Pretendo yo conocer un spíritu que se arroba o que tiene revelaciones. Este
espíritu salió de sí y de su curso ordinario, y dio consigo en otra casa y
curso extraordinario. Yo, para conocerle, es llano que lo tengo de buscar y
procurar conocer en esas revelaciones y éxtasis que padece; y para [39r] eso
tengo de saber qué cosas son revelaciones, a quién concede Dios ese don, cuáles
son las verdaderas y las falsas; y lo propio de los arrobos: cuántas maneras
hay de ellos, naturales, extraordinarios y sobrenaturales, y los que se causan
por algún ángel o inmediatamente por algún altíssimo conocimiento que dio el
mismo Dios. De manera que, para sentenciar a un espíritu, ha de saber y conocer
de la sciencia del tal spíritu, porque de otra manera sería sentencia de médico
que trata de cuerpo hecha a hombres que quebrantaron las leyes que él no supo
ni studió.
Dice
más, que este espíritu que se pretende conocer es sobrenatural. Pues bien se
sabe cuán lejos está lo natural de lo sobrenatural; y así, para juzgar con
verdad y con certidumbre, ha menester el juez tener spíritu extraordinario y
sobrenatural.
4. Consta esta incertidumbre y dificultad
en el juzgar de estos tales spíritus de la dificultad que en sí tienen, como
consta end lo que hemos dicho en todos estos capítulos pasados. Porque,
si es verdad que hace Dios estas mercedes tan abscondidas, tan a hurtadas que
apenas las personas por quien pasan las sabe, conoce y se certifica en ellas,
¿cómo quiere el que no vido, supo ni gustó, sentenciar a carga cerrada? Si es
verdad que Dios, para más mortificar, rendir, humillar y mortificar un
- 311 -
alma, le encubre la certidumbre de su propio spíritu,
¿quién duda que por los propios fines Dios no encubriráe a los que
juzgan la verdad y certidumbre del spíritu que los tales dones goza, siendo
grandíssimos los bienes que por ahí le pueden venir al alma que Dios quiere
tener humilde y mortificada?
Si
siendo Dios el que con un alma se regala, y en sí tiene y encierra infinitos
bienes que lo descubren y manifiestan, queda de ordinario tan secreto y escondido
que a boca llena le da ese nombre y título Esaías llamándolo "Dios
abscondido"2, ¿qué hará una criatura, cuyas perfecciones son tan
cortas y limitadas que hemos menester ojos de lince para conocerla? Si el sol se
encumbre, ¿qué harán las strellas? Si Dios por secretos suyos se encumbre en un
alma, ¿qué hará la propia alma? Digo en materia de virtud, que en materia de
maldad ella propia se descubre, como quien de su cosecha tiene tantas cosas que
le están manifestando.
5. Bien pudiéramos probar esta dificultad
por la grande que ha habido [39v] en el mundo en conocer no digo yo spíritus
extraordinarios sobrenaturales, que eso bien claro se está de tantos que han
vivido cincuenta y sesenta años con un spíritu soberano, divino, raro,
particular, que jamás de veras los acabaron de conocer hasta que en muerte con
particulares milagros los ha Dios descubierto, habiéndolos tenido en vida por
locos, tontos, ignorantes y enbelecadores. Y yo por mis propios ojos vi en Roma
un cuerpo sancto que, habiendo hecho particulares pruebas con él para que la
tierra se lo comiese, no fue posible sino que siempre le tuvo particular
respecto guardándolo y tiniéndolo en conserva y, como en caja y vientre, metido
en sus entrañas, sin que jamás se supiese quién era. Miren qué bien conocieron
en vida aquel soberano y divino spíritu que informó aquel cuerpo, pues de sólo
haber posado en él le dejó o communicó Dios tal virtud que no quiere Dios esté
sujeto a lo que las casas y demás cuerpos de los hombres lo están.
¡Oh buen
Dios mío, cuántos spíritus levantados, extraordinarios y sobrenaturales están y
viven entre nosotros que, por no conocerlos, les damos del pie y desestimamos!
¡Cuántos ha habido, como se sabe, en la primitiva Iglesia cuando los hombres
deseaban acertar en sus obras, elecciones y asignaciones, que era necesario
Dios descubriese los varones scogidos que él tenía con señales extraordinarias
del cielo y de la tierra, ya puniendo en ellos alguna luz u resplandor
extraordinario, ya bajando alguna paloma, ya descubriéndolos y manifestándolos
los niños! Si Elías, con ser grande profeta y el que así sabía y conocía del
cielo y de la tierra, llora porque él ha quedado solo entre los prophetas de
Dios, y le dice Su Majestad que lejos está su juicio de lo que entonces pasa,
pues hay tantos mill que él no sabe ni conoce3, si esto es así y pasa
cada día en los espíritus que Dios tiene aventajados y señalados, ¿por
- 312 -
qué ha de querer un hombre con facilidad sentenciar y
dar cuando le parece un spíritu ya por malo ya por bueno?
6. Pues digo que la dificultad de este
conocimiento ya consta por los muchos que hay y [ha] habido buenos que no se
conocen ni han conocido; [40r] y de eso no hay que espantar porque son spíritus
extraordinarios sobrenaturales, escondidos, remontados y levantados sobre todo
el discurso ordinario de los hombres. Lo que hay que espantar -que de aquí
sacaremos la dificultad que hay en ese conocimiento- que hay y [ha] habido
muchos spíritus ordinarios naturales que no se conocen. Y yo he visto y
preguntado de algunas personas que tienen algunos dones particulares que no los
acabo de entender, que, sin ser gente de oración ni trato extraordinario con
Dios, Su Majestad les ha comunicado algunos dones y virtudes naturales que
jamás hay quien pueda ni sepa sentenciar. Ahora pues, ¿que un hombre no sepa eso? Responderemos que son
secretos de la naturaleza, que no hay que espantar, que un hombre no lo puede
saber todof. Si es tan ignorante el hombre para lo natural, ¿por qué se
ha de prometer sciencia para lo sobrenatural quiriendo con facilidad
juzgarg cosas secretas y sobrenaturales?
7. Bajemos
un poco más. Ya se han visto en España spíritus fingidos, disimulados, y con
sólo un rebozo y cubertura de piel de oveja se han remontado de suerte que se
les han ido de ojo a hombres muy doctos y prudentes, como en nuestro tiempo
sucedió al doctíssimo fray Luis de Granada con la monja de Portugal4; y
otras muchas personas que han hecho lo propio, que fuera largo de contar los enbustes,
hipocresías y engaños con que han dado cordelejo a personas muy calificadas.
¡Oh buen Dios, y qué
corto y limitado es el juicio humano y qué poco se levanta de la tierra!, pues
con polvos tan menudos se ciega para haber de dicernir la verdad o falsedad de
estas tales personas que con sus disimulos y fingimientos están llenas de la
buenaventura que cantan las gitanas a quien les da el ochavillo, de suerte que
este spíritu y ventura más será de comer y para comer, para que las den y las
tenganh, que no para aprovecharse con él en el camino de la virtud. Pues, si esto un hombre docto no entiende
y cosas que con las manos se palpan se encubren en una poquilla de niebla que
levantó el demonio, quiriendo con una poquilla de buena aparencia disimular
cosas tan claras, qué mucho que un hombre no entienda lo que no se ve, no se
palpa y está tan lejos como lo sobrenatural extraordinario, tiniéndolo Dios
muchas veces escondido porque así conviene a su [40v] altíssima
- 313 -
sabiduría para tener más seguro de los thesoros y
riquezas que Su Majestad pone en las tales almas.
8. Grande enbaucador y enbustero es el
demonio, pero no tanto que a los siervos de Dios del todo se les encubran sus
marañas y engaños. En fin, es león rugiente5, y por mucho que se tape
el león con piel de oveja, algo ha de dejar descubierto que no alcance a tapar
la piel de oveja, que en fin no se hizo ni cortó para el lobo ni para el león;
y cuando todo lo tape, diferente boca y manos tiene la oveja que el león ni el lobo.
Pues será fácil, después de vestido el león y el lobo con camisa y túnica
ajena, conocerlo en los colmillos y en las garras; y alguna vez se descuidará y
no se acordará que se finge oveja, y en lugar de balar bramará y será
descubierto. Y no hay que
decir dél que, pues no supo salvarse con tal y tan buena ocasión como tuvo
cuando fue criado en gracia, poco sabe y muy ignorante es. Y con todo eso, ha
engañado a muchos spíritusi y a los que los han juzgado; y siendo
diabólicos, los han tenido y adorado por divinos (que, atento que no pretendo
detenerme en esto, no pongo exemplos). Qué mucho, mis hermanos, que siendo la
sabiduría de Dios tan alta, sus dones tan remontados y escondidos, quede lejos
su grandeza y verdad de los juicios de los hombres.
9. Concluyamos con decir que, así como el
spíritu extraordinario y sobrenatural es alto, escondido y singular, así ha de
ser alto, sobrenatural y singular el spíritu que lo conociere y entendiere. Y
si es don del Spíritu Sancto y merced singular que Dios hace dar conocimiento
sobrenatural para que lo conozcan, de esa misma suerte es don sobrenatural y
del Spíritu Sancto el saber dicernir y conocer spíritus. El cual con grandes
veras se lo hemos de pedir a Dios si nos viéremos en alguna ocasión en que nos obliguen
a conocer o sentenciar spíritus extraordinarios ajenos. Porque, si errar un
sastre echando la tijera en un poco de paño bastó, es yerro y mal mayor lo será
errar en materia de spíritu y espíritu sobrenatural. Por tanto conviene primero con veras y con
grande cuenta hacer el tanteo y tomar la medida, para que el juicio y corte
salga acertado, lo cual se hará con ayuda del cielo. Etc.
[41r] Jhs. Mª
|