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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • DIALOGOS ENTRE DIOS Y UN ALMA AFLIGIDA
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      • CAPITULO 14 - De cómo el alma inventa una nueva traza para agradecer a su Señor los beneficios recibidos: recibirlo todo de buena gana y con regocijo
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CAPITULO 14 - De cómo el alma inventa una nueva traza para agradecer a su Señor los beneficios recibidos: recibirlo todo de buena gana y con regocijo

 

            1.         Buscando ando, Señor, trazas según mis grandes obligaciones para te agradecer. Y ya que al hombre le diste corto poder, dístele grandeza de pensamientos, y éstos no pueden dejar de andar vacilando y de una parte a otra hasta topar con algo con que te pueda dar gracias. Y como en mí nada hallo que no sea tuyo y todo lo que en mí veo es recibo; y aun cuando yo a ti, Señor mío, algo te diera, era recibir yo porque más haces tú, Señor, conmigo cuando de mí quieres recebir que yo en darlo, porque dando yo quedo engrandecido y recibiendo tú en nada quedas mejorado, y así cuando tú, Señor, me ayudas para que yo te dé gracias en cualquier forma que sea, hallo en eso nuevos recibos, nuevas misericordias y nuevas mercedes que me haces. Y el enviar yo a ti todo cuanto tengo es como la nieblecilla del suelo, que se levanta en humo y vuelve en agua, y recibe lo que de suyo era nada en cosa que la fertiliza. Y así como los cielos son unas continuas alquitaras que distilan y esponjas que gotean millares de influencias buenas ena favor de la tierra, de esa misma suerte tú, Señor, estás sembrando y lloviendo en mi ánima inmensos bienes que en ti están encerrados, fuente de agua viva; y la poquedad de mis palabras y pensamientos apenas han subido, cuando han tornado hechos copiosas lluvias que fertilizan mi ánima. Según esto, por donde quiera que yo eche para te servir y agradecer, hallo en mí que recibo.

 

            2.         Luego, si en mí es todo recebir y por parte ninguna hay, Señor, alcanzarte de cuenta sino que tú [115v] por muchas nos alcanzas y


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dejas obligados; y por el propio caso que yo me pretendo desobligar, quedo más obligado, pues en esa obra y efecto recebí nueva gracia con que pretendí desobligarme dándote gracias. Digo, pues, Señor, que, según esto, que la imaginación y pensamiento del hombre ha inventado otro nuevo modo de agradecerte y que se continúe de parte de la criatura al criador este dar y recebir de una parte a otra, y es que el hombre tenga grande cuenta con que siempre que recibiere reciba de buena gana lo que le dieres, regucijándose y alegrándose porque eres tan infinitamente bueno, misericordioso, largo y dadivoso.

 

            Siendo, pues, tú, Señor mío, inmensamente bueno, es fuerzab que te comuniques y busques a quien darte y quien reciba tus bienes de buena gana. Que aunque dando y comunicando tu grandeza no te apocas, ni en ti se puede hallar algún nuevo reposo o descanso que primero no tuvieses, pero recibes particular gusto. Y si en ti pudiéramos considerar alteraciones, en esta ocasión las halláramos de particular contento de que tú, Señor, hallabas quien de buena gana recebía las mercedes y beneficios que les haces. Cual le recibe la madre cuando tiene de sus pechos colgados los dos chiquillos que nacieron de un vientre, que están mamando y chupando lo que la madre tiene para ellos; y que, no siendo aquella leche para la madre aumento o dimunición de su ser cuando la tiene en los pechosc, en la boca de los niños lo es de grande precio, valor y gustod, pues con ella viven, crecen y se conservan.

 

            Así son todos los hombrese hechuras de tus manos y criaturas nacidas de tu infinito poder y providencia cuando de una palabra que se te cayó de la boca, diciendo "hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza"1, le heciste criatura tan bella y hermosa que "tus gustos pusiste en tratar y estar entre los hijos de los hombres"2. Estos, Señor, de tal manera los formaste y heciste que todos ellos estén necesitados de ti para su ser, su conservación y aumento, porque sin ti no somos y "en ti vivimos y nos movemos y somos"3. Todos estamos colgados de tu palabra para que nos des sustento necesario en el tiempo oportuno, como dice tu siervo David4. Así, Señor, que como criaturas tuyas nacidas de tu poder y formadas de tus manos, necesitadas de tu providencia, nos pusistef a tus pechos, para que de ti recibamos lo que en ti no aumenta ni disminuye y, en nosotros, nos es [116r] vida, conservación y ser. Recibiendo, pues, Señor, estos dones, esta leche, de buena gana, no puedes dejar de recebir particular gusto en ello, porque nosotros somos tus criaturas y esos bienes, que tu bondad communica, para nosotros los tienes.

 

            3.         No deja de causar admiración que el Spíritu Sancto comparase vuestros pechos a dos cabritillos hermanos y hijos de la cabra montés5,


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pues parece haber bien poca proporción entre estas dos cosas; pero, bien considerado, hallo particulares misterios aquí encerrados al propósito que voy diciendo. El uno es que vuestros pechos son cabritos que maman, que es decir que, así como la madre tiene particular gusto en tener pechos llenos y preñados de sustento para la criatura, vuestro gusto no está tanto en eso cuanto en que de ellos estén los hombres colgados y recibiendo lo que en vos no puede dejar de ser. Acullá la madre, como puede dejar de tener leche y habiendo parido no puede dejar de tener hijo, el gusto le pone en tener qué darle en sus pechos. Pero vos, Señor, que sois Dios inmenso, infinito y lleno, que no podéis dejar de tener la plenitud que en vos hay, y podéis dejar de tener hombres que os amen y sean vuestros hijos por gracia, porque ellos os niegan y se os remontan, el gusto ponéislo en ver que son vuestros, en ver que se allegan y cuelgan de vuestros pechos a recebir lo que siempre estáis aparejado para les dar.

 

            Dice más, que estos cabritillos son hermanos y hijos de la cabra montés, porque a esos pechos no llega si no es el que profesa hermandad, paz y unión con sus compañeros y prócximos. O quiso decir que, cuando el hombre va a vos a recebir esas mercedes, nunca va sin procurar algún su hermano que llevar consigo para que goce de lo que él goza, el modo que la esposa dice de sí propia cuando os pide que la llevéis en pos de vos para que, llevando ella a otras consigo, todas corran al olor de los preciosos ungüentos que se derraman de esas amorosas entrañas6. El decir que eran cabritillos de la cabra montés, fue decir que no cualesquier almas gozan destos pechos como deben, sino aquellas que se alejan del mundo y huyen a la soledad. Y también porque, como estos animales son así montaraces, y ven los hijosg a las madres tan de tarde en tarde, cuando se pegan a los pechos reciben y piden aquello que como madres les deben con fuerza, con afecto y gusto; dándonos en esto a entender el particular que Dios tiene de que le pidamos con osadía y que recibamos con gusto y contento lo que como Padre tiene queh darnosi.

 

            4.         Esta leche recebía esta propia esposa cuando de ella decís vos, entre otros requiebros que le dais, que tiene leche y miel debajo de la lenguaj: Lac et mel sub lingua eius7, que son dos cosas que las madres dan a sus niños. En el decir que tienek leche debajo de la lengua, nos dais a entender cuán dispuesta estaba ella para recebir y vos para darle, pues por mucho que la esposa trague de lo que le dais [116v] siempre la tenéis cebada la boca, pues a cualquier tiempo que se trate con ella la hallan con leche debajo de la lengua. Y también ella gusta de conservar la leche enl ese lugar para jamás olvidar lo que de vos recibem y tenerlo a mano para lo agradecer, y en la boca para que


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siempre esté dispertando el gusto y que, con golosina del beneficio que se recibió, se procure otro semejanten. Ahí es donde tiene la esposa la leche y la miel, donde está el gusto, y pasado de ahí, pasó el gusto. Y como las mercedes y bienes que vos hacéis jamás pierden el gusto sino que siempre tienen un sabor y olor y jamás enfadan, por eso dice que tiene en la boca la leche y la miel que de vos recibe; muestrao que no son beneficios pasados, amargos o desabridos, pues siempre le durap el estarse paladeando en ellos.

 

            Dice más, que están debajo de la lengua, dando a entender que no están encima estorbando u ocupando el no poder mamar, chupar y recebir otros, ni inpidiendo la lengua para que con facilidad se menee hablando y dando gracias por los yaq recebidos.

 

            5.         Pues, con todo eso, Señor, se me ofrece aquí una dificultad, y es que, tiniendo esta vuestra esposa debajo de la lengua leche y miel, decís r que sus pláticas y coloquios son dulces8. Esto juráralo yo, que boca que tiene miel no podía dejar de derramar palabras blandas, dulces y amorosas. Lo que me espancta es que, tiniendo palabras dulces que corresponden a la miel, decís que tiene labios colorados de color de grana o de sangre: Labia tua sicut vitta coccinea9, que según razón debían ser blancos, que correspondiesen a la leche que tanbién tienes en la boca. No hay más razón para que las palabras sean dulces por la miel que tiene que los labios blancos por la leche. Aquí, Dios mío y bien mío, me descubres un particular secreto, bien necesario que yo lo entienda y lo obre al propósito que pretendo, y es que, así como la leche, cuando la madre le da al niño, es blanca pero, después de recebida, el niño la vuelve sangre, de esa misma suerte vuestra esposa, recibiendo de vos amorosos y castos beneficios, después de los haber recebido para los agradecer, en sus labios se vuelven sangre, porque no hallat con qué agradecerlos sino con los [117r] méritos y sangre derramada de vuestro precioso Hijo; y así, si en la boca con que recibe vuestros beneficios son leche, en los labios con que los agradece son sangre y méritos de Cristou.




a  sigue su tach.



b ms. fuera



c  corr. de bechos



d y gusto sobre lín.



e  sobre lín., en lín. criaturas tach.



1 Gén 1,26.



2 Prov 8,31.



3 He 17,28.



4 Cf. Sal 144,15.



f corr. de puniste



5 Cf. Cant 4,5; 7,3.



6 Cf. Cant 1,3.



g  sigue tan tach.



h  rep.



i   El decir-darnos al marg.



j  sigue son tach.



7 Cant 4,11.



k sigue esta tach.



l   sobre lín.



m sigue sino tach.



n  sigue porque tach.



o corr. de muestrando



p             corr.



q sobre lín.



r  sigue que de ella tach.



8 Cf. Cant 4,3.



9 Cant 4,3.



s  ms. tien



t  corr.



u  sigue vuestro hijo tach.; al marg. aquí se divida otro capítulo






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