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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • DIALOGOS ENTRE DIOS Y UN ALMA AFLIGIDA
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      • CAPITULO 15 - Nuevos inventos del alma para agradecer a Dios los beneficios recibidos
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CAPITULO 15 - Nuevos inventos del alma para agradecer a Dios los beneficios recibidos

 

            1.         ¡Oh Dios mío y bien mío, quién de lo dicho en el capítulo pasadoa supiera sacar la doctrina de que una y muchas veces un alma se debe aprovechar en las muchas ocasiones en que la ponéis, obligándola


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con beneficios para que os dé gracias! Se ha lo primero inferido de lo arriba dichob: que recibe con gustoc y que siempre le tenga del bien que recibió, para que con la golosina de lo pasado busque y pretenda otro semejante. Y que el recebido no lo tenga y ponga donde inpida el recibo de otro, sino que siempre esté la boca y el alma desembarazada, como conduto desocupado por donde ha de pasar el corriente de las dádivas de Dios. Que no sea como algunas personas cortas, que con las cortas mercedes que de Dios reciben (y digo cortas en cuanto a la gana que Dios tiene de dar) ya están que parece quieren reventar, huyendo el cuerpo a las ocasiones del pedir; y pensando en esto, tientan a Diosd, como otro Acaz1, lo enojan y ocasionan a que Dios vuelva por su honra haciendo mayores misericordias a quien más y mejor las merecee y se disponef.

 

            2.         Debe sacar de la doctrinag arriba dicha que, ya que un alma no tiene caudal para agradecer y los bienes recebidos le son de tanta inportancia y necesidad para los tener y poseer, que acuda de presto al alholí y estanque de la pasión de Cristo y, abalanzada a aquellas divinas acequias, coja siquiera con sus labios alguna de la mucha sangre que Cristo derramó en casa de los pontífices y por la calle del amargura y cruz del calvario, y se la ofrezca al Padre eterno en retorno de la graciah que de él recibió, que como leche blanca purificó su alma; y esto ha de ser con palabras dulces, amorosas y humildes.

 

            Todo lo cual nos lo dio a entender en las palabras y apodos ya dichosi que dio a su esposa, que debajo de su lengua tenía leche y miel y sus labios colorados y sus palabras dulces2. Y como este agradecimiento de palabrasj ha de ser en presencia, dice adelante en el propio capítulo que esta celestial esposa parecía delante de su esposo con las mejillas del color de la cáscara de la granada, que es rubia o sonrosiada, que es el color de los vergonzosos; porque no puede dejar de tener grande vergüenza quien debe mucho y parece delante de su acreedor con poca suficiencia y caudal de su parte para agradecer. Como hacía el sancto Job cuando decía: Verebar omnia opera mea3, que se avergonzaba de ver lo poco que de su parte tenía para tanto como debía.

 

            3.         [117v] Ea, pues, Dios y Señor mío, quita de mi alma la obscuridad y tinieblas de mi ignorancia, para que en ella y fuera de ella tenga yo luz con que pueda buscar en ella y fuera de ella lo que es tuyo y tú hubieres hecho mío, para que con todo junto pueda yo parecer ante ti a darte infinitas gracias. No permitas tú, Señor, en mí ni fuera de mí se esconda ninguno de los talentos que me diste, sino que de todos ellos te dé cuenta clara con las ganancias que con tu caudal en mí se hallaren4.


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            4.         ¡Oh Padre mío y bien mío!, y cómo si me abrieses los ojos tengo muchas cosas que darte y con que agradecerte el acuerdo que de mí tienes. Tengo en el alma tres potencias: memoriak, entendimiento y voluntad5; todas tres por junto y como cabritillos hermanos, necesitados de tu leche y deseos de recebirl sustento, te buscan y quieren. Y digo hermanos porque las verdades que el entendimientom propone a la voluntad las desea amar y la memoria tenerlas presentes. Tengo sentidos interiores y esteriores que correrán, Señor, tras el gusto y olor de tus dones y gracias. Tengo, Señor, alma y cuerpo. Tengo un corazón que nada le satisface, es mayor que mill mundos, vasija que nada le enllena sino sólo vos. Tengo, Señor, también un hábito remendado que, aunque es pobre, más pobre me queréis a mín pues deseáis aun en eso no tenga puesto el corazón, sino que todo sea vuestro y os lo dé.

 

            Ya no quiero, Dios mío, llamarme pobre para tener qué daros sino rico, pues las riquezas de mi alma y potencias de nadie son dignas sino de vos, y nadie es digno de ellas sino su criador para quieno se hicieron. Luego, si vos sois para mí y yo sólo soy para vos, ¿por qué, Dios mío, me tengo de acobardar de parecer ante vos? No quiero, Señor, sino con osadía y ánimo llegar y deciros: Ea, Señor mío, alma tengo, entendimiento y voluntad y un corazón grandíssimo, tomadlo, recebildo, que de muy buena gana os lo doy; y pues gustáis de verme pobre verdadero, tanbién recebiréis de buena gana este habitillo remendado, para que ni él ni otra cosa alguna me enbarace para caminar con más ligereza a vos.

 

            5.         ¡Oh Señor mío!, no sé qué se es esto. Mucho me parece reprehendéis el haberme acobardado en materia de agradecimiento, pues a cualquier parte que miro hallo mundos y mares que os ofrecer y otras mill cosas inmensas, porque este mundo para mí [118r] y para que yo lo gozase lo hecistes y formastes, y lo hecistes tan mío que me distes libertad de usar bien o mal de él. Todo entero os lo puedo ofrecer, pues es mío, juntamentep con sus bestias, animales, criaturas sensibles, insensibles y racionales. Y no digo yo este mundo sólo, pero si para que yo me salvara fuera necesario criárades otros mill mundos, los criárades. Pues yo quiero esa voluntad darla por recebida y hacer cuenta que los criastes, y ofrecéroslos en hacimientoq de gracias de una voluntad tan grande como tenéis de hacerme bien.

 

            ¡Oh Señor, y qué bajo me quedo! Doquiera que pongo los ojos hallo que ponéis en mis manos qué os pueda ofrecer a montones. Pregunto yo: ¿esos cielos no son para mí? Para mí los criastes para que en ellos, si yo fuera quien debo, pise estrellas y r tenga compañía de ángeles y goce de voss. Según esto, pues todo es mío, todo os lo ofrezco: ofrézcoos, Señor, vuestros cielos para que den voces y publiquen


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vuestra honra y gloria, ofrézcoos vuestros ángeles para que sin cesar os bendigan; y vos, Señor mío, que sois mío, os ofrezco a vos propio para que, mirándoos vos a vos mismo, me perdonéis a mí, que soy grande pecador, siquiera porque vos sois quien sois, porque sois mío. Y siendo mío, os pido, por quient vos sois, no sea yo más ingrato y desconocido, sino que corresponda como debo. Etc.u




a  dicho-pasado sobre lín., en lín. aquí tach.



b obligándola-dicho sobre lín.



c  sigue con continuidad tach.



d al marg. vide tach.



1 Cf. Is 7,10-12.



e corr. de mereciere



f  corr. de dispusiere



g sigue dicha tach.



h  sobre lín., en lín. leche tach.



i   ya dichos sobre lín.



2 Cf. Cant 4,3.11.



j  sigue no tach.



3 Job 9,28.



4 Cf. Mt 25,14-30.



k al marg. de 2m.



5 Cf. STO. TOMÁS, In Sentent., 1, d.3, q.4,1; Quaest. de Veritate, q.7,3.



l   sigue su tach.



m sigue le tach.



n  sigue pobre tach.



o sigue la tach.



p sigue con tach.



q ms. asimiento



r  sigue y goce tach.



s  corr. de Dios



t  sigue yo soy tach.



u  sigue espacio de siete lín. en blanco






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