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San Juan Bautista de la Concepción Obras I - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
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CAPITULO 11 - En este mundo los gustos y contentos interiores son pasajeros y no eximen del trabajar y padecer por Cristo
1. Has tenido, hija mía, un engaño de entender que los primeros gustos que yo te di eran para siempre y para de dura, no siendo más de para te cebar, aficionar y descubrir algo de lo que en mis eternidades gozarás. Habiéndome contigo como el pescador de caña, que puniendo al cabo de la cuerda y caña con que pescar un gusarapillo, procura coger el pez y sacarlo del agua. El pez, como no sabe el intento del pescador, coge el cebo y luego quiere huir con él y zabullirse en sus antiguos lugares; pero el pescador, por mucha fuerza que el pez hace, no lo deja sino que lo saca y echa en su sportillo para se aprovechar dél a su mandado, no obstante que, porque la salida del agua le sea más fácil, le da un poco de lugar y cuerda para que laa regateeb.
[151v] Contigo, hija mía, me ha sucedido lo propio cuando, escondiéndote mi cruz, que es la caña con que yo pesco, te arrojé un poco de cebo de unos gustos y contentos interiores, que en comparación de los eternos aun no son un pequeño gusarapo. Tú los cogiste y comiste; y no sabiendo el fin que en eso yo tenía, con ellos te quisiste tornar a tu celda y retrete, fuístete a esconder y a zabullir en el agua quiriéndote aprovechar de sólo eso. Pero, no siendo ése mi intento, hete dado cuerda y espacio para que bien lo mires, y no reparo en uno ni dos años; pero quería estuvieses persuadida que el cebo te lo tengo de quitar y sacar de donde estás y poner en mi cruz y esportillo, donde estarás a mi mandado. Que, aunque el pez fuera del agua muere, muerto está mejor enpleado porque lo come el rey y se encorpora en criatura más principal y perfectac. Bien veo te es muerte sacarte de ahí, de esas aguas y gustos; no te dé pena, que, muerta al mundo, estarás mejor enpleada, porque tendrás y alcanzarás una celestial unión en que goces de una vida para Dios.
2. Acuérdate, hija mía, de aquellas palabras que dijo el rey Eczechías: Ecce in pace amaritudo mea amarissima1; que en la paz estaba su amargura bien amarga. La paz un pequeño rato promete de seguridad, y esa seguridad es bien peligrosa porque en ella el hombre vive descuidado y desapercebido por el enpleo que tiene hecho de sus potencias y sentidos en los gustos y bienes que posee; los cuales muchas veces el enemigo los deja gozar sin pena ni zozobra para cobrar él fuerzas, buscar astucias y industrias para el tiempo de la guerra y para cuando se pase aquel día de la fiesta, en que a un alma halla desapercebida; y aun en ese mismo día no le está mal hacer un acometimiento.
A mi pueblo le enseñé yod rogasen y orasen no fuese su destrución y huida en el sábado: Orate ne fuga vestra fiat in sabato2, porque el sábado y la fiesta estorbaba la huida y el poder caminar. Es muy peligroso el acometimiento que hace el demonio cuando un alma está en los gustos y contentos, porque ésos le estorban a tomar con brevedad las armas con que tales ocasiones se vencen, que son lágrimas y dolor de peccados, temor y miedo de la justicia de Diose. Las cuales armas siempre están a puncto y apercebidasf en el alma que está llena de trabajos [152r] porque, como güele el enemigo a la puerta, de nada se asegura ni aun de comer un poco de pan que no vaya mezclado con lágrimas, como hacía David: Et panem meum cum flectu miscebamg3.
3. Mira los castillos y fortalezas que están en medio del reino, donde siempre se conserva la paz, qué perdidas y destrozadas están; los tiros y municiones, qué mal parados, llenos de moho, herrumbre y polvo, de suerte que, si la necesidad los conpeliera a echar mano de ellos, primero fueran muertos que apercebidos. Lo cual no tienen los castillos de la frontera, donde cada día tocan a rebato, porque no entienden en otra cosa. Pues, si el estar disapercebidos donde hay paz tiene ese daño y peligro, ¿cuánto mayor será en los que en medio de sus enemigos y puestos en frontera buscan esta paz y tienen este descuido? ¿Es posible, hija mía, que no has acabado de experimentar cuán continua y miserable es la guerra de este mundo, en que el demonio sin cansarse pelea contra el hombre procurándolo derribar? Pues si él siempre pelea, ¿cómo ha de haber tiempo en el hombre de olvido o descuido? Verdad es que, cuando yo doy los gustos por algún breve rato, mientras el alma los come y goza, yo le guardo (como dicen) el cuerpo, estoy alerta y a la mira; pero, si el alma quisiese hacer continuo lo que es por un rato, no gozaría de ese amparo y refugio.
Considerando mi siervo David cómo yo guardaba a un alma, me llamó scudo4. Y el escudo tiene esta propiedad: que es necesario enpuñarlo en el brazo, subirlo y bajarlo donde el enemigo tira el golpe. De esa misma suerte me has tú de enpuñarh y enbrazar acompañando mi presencia con tus obras, y acudir conmigo y tu ayuda a la parte del peligro y donde el demonio acude a te hacer mal y daño; y no estarte queda y querer tener este escudo en sola una parte, como lo haces cuando, vestida de mis gustos, te estás en sólo un rinconcillo.
4. Los hijos que tienen madrastra no porque un día reciben un buen almuerzo ya quedan enterados que podrán holgar y echarse a dormir, como a quien ya nada les ha de faltar, porque, en fin, es amor de madre que no los parió; antes, es ordinario el aborrecerlos y quitarles el bocado de la boca para lo dar a los propios. Los justos son alnados y hijos bastardos del mundo, a quien de ordinario persigue y quita la honra y gusto para lo dar a los propios. Si algún día acaso vino bueno por [152v] la casa del justo, no le debe de ser materia de descuidarse y echarse a dormir, como a quien ya nada le faltara, que otro día dará con él en la calle y lo perseguirá muy a manos llenas. Y el que no fuere así tratado puede tener algunas sospechas de que el mundo no es su padrastro, sino su padre legítimo y natural. Que así lo dijo Ambrosioi sobre aquel verso del psalmo 118: Omnia mandata tua veritas. Iniqui persecuti sunt me, adiuva me5. Fortase (inquit Ambrosiusj), quia persecuciones non patimur, tanquam condemnati habemur, quia homines, qui pie volunt vivere in Christo Jesu, persecucionem pacienturk6. Si no pasamos persecuciones, señal es que no vivimos, como debemos, en Cristo, sino que somos hijos del siglo, a quien como hijos propios regala.
5. Tratando el propheta Sophonías, capítulo 1º, de los que en este mundo viven, dice: Ululate, habitatores Pilae7. Que quiere decir (secundum Geronimuml 8): clamad y dad voces, los habitatores del almirez. Parece que a todo el mundo nos maja, pero hay esta diferencia entre buenos y malos: que los buenos, como granos secos y sin humedad de malicia, ahí a puros golpes los deshace, quita la costra de las inperfeciones si las tienen y vuelve polvos de un conocimientom grande de humildad; pero los malos son como granos húmedos que, mientras más los majan, más se aprietan y condensan aferrando y perseverando más en sus obstinaciones y peccados. Pues dice el propheta: Ululate, habitatores Pilae; vosotros, que por mucho que os muelan siempre os quedáis enteros en el mortero de este mundo, llorad, clamad, dad voces, porque vuestra miseria es grande pues tan poco os aprovechan las tribulaciones y trabajos.
Entráis a ver un enfermo y preguntáisle cómo está; y responde con sentimiento y aun llorando: ¿Cómo queréis, señor, que esté, que he tomado una purga y bebida que para un toro bastaba, y me estoy sin movimiento, sin purgar ni hacer nada? Llorad, dice el propheta, los que aún os estáis enteros en el mortero y almirez de este mundo, que con tantos golpes, con tantas incommodidades y trabajos como sobre vosotros cada día vienen, que hubieran deshecho una muralla, os estáis tan enteros como si por vosotros nada hubiera pasado. Pues llorad, porque os esperan otros tormentos eternosn. Lo cual considerando, Agustino dijo: Nichil infelicius ese felicitate peccatorum9; que no hay cosa más infeliz y desdichada que la dichosa suerte del peccador.
Luego la dichosa es, hija mía, la tuya cuando te vieres con mi cruz a cuestas y mi yugo al cuello. Cuando te vieres en los trabajos más deshecha, estás más limpia de inperfecciones y más hecha polvo y humillada, no es ocasión ésta que [153r] se debe perder por la duración de unos pocos de gustos a que estás aficionada. Abre los ojos y vuélvete a tu Dios y Señor, que te aguarda con su cruz. Revertere, revertere sunamitis, ut intuamur te10.
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a sobre lín. b sigue la salida tach. c y perfecta sobre lín. 1 Is 38,17. d sigue síl. tach. 2 Mt 24,20: "Orate autem ut non fiat fuga vestra in hieme vel sabbato". e sigue el tach. f sigue el n tach. g corr. de miscebant 3 Sal 101,10. 4 Cf. Sal 90,5. h corr. de enguchar i sobre lín., en lín. Agustino tach. 5 Sal 118,86. j ms. Ambrosiius k sigue pal. tach. 6 "Et fortasse cum persecutiones non patimur, tanquam condemnati habemur; quia nequaquam pie vivere velimus in Christo. Nam utique cum sit definita sententia, quod omnes qui volunt pie vivere in Christo Jesu, persecutiones patiuntur -2 Tim 3,12-, videtur is qui persecutiones non patitur, abdicatus, quod non sit piae intentionis in Christo" (S. AMBROSIO, In Ps. CXVIII expositio, v.86: ML 15,1357). 7 Sof 1,11. l secundum Geronimum al marg. 8 Comm. in Sophoniam, 1,11 (ML 25,1349): "... pila..., in qua frumenta tunduntur, vas concavum, et medicorum aptum usui, in quo proprie ptisanae feriri solent". m ms. conocimiendo n corr. de enteros 9 "Nihil est infelicius felicitate peccantium, qua poenalis nutritur impunitas, et mala voluntas velut hostis interior roboratur" (S. AGUSTÍN, Epistola ad Marcellinum -a.412- n.14: ML 33,531). 10 Cant 6,12. |
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