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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • EL RECOGIMIENTO INTERIOR
      • CAPITULO 8 - Cómo el provecho que la mortificación hace en un alma le viene de que sólo Dios es el que la asienta y da el lugar que debe tener, no obstante que el hombre la administre. Cuánta obligación tiene el padre spiritual de conformarse con la voluntad de Dios y de pedirle luz para acertar en el tal officio
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CAPITULO 8 - Cómo el provecho que la mortificación hace en un alma le viene de que sólo Dios es el que la asienta y da el lugar que debe tener, no obstante que el hombre la administre. Cuánta obligación tiene el padre spiritual de conformarse con la voluntad de Dios y de pedirle luz para acertar en el tal officio

 

            1.         Es Dios tan amigo de que en cosas de tanta inportancia, como es aplicar mortificaciones a un alma, no haya yerro ni engaño, que, ya que Su Majestad da licencia a los padres spirituales que las administren, él es el que las aplica y las asienta, según aquello que dice David: "Que si el Señor no edificare la casa, en vano trabajan los que en ella ponen mano"1. Templo vivo y casa es para Dios el alma del justo, según lo que dice san Juan: Vos estis templum Dei vivi2. Las piedras que levantan este templo son las mortificaciones, penas, dolores, trabajos y aflicciones; son martillos que labran nuestras coronas, y piedras preciosas que las hermosean, las cuales sólo Dios tiene licencia de sentarlas y darles el lugar y puesto que [61v] deben tener para que sean de provecho y no se edifique en vano.


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            2.         La piedra preciosa que halló el rústico debajo de la tierra o muladares ascondida, en sus manos bien poco valor tiene hasta que, dándole lustre, el platero o lapidario la pone y asienta sobre el oro cercada de preciosos smaltes. No hay hombre, por rústico que sea, que no sepa hacer una mortificación y dar un cordelejo que muchas veces sirva de soga con que el demonio tiente a desesperación a un alma no bien aprovechada; pero no tienen valor ni lustre esas mortificaciones si no pasan registradas por las manos de Dios y Su Majestad las asienta y da lugar en el alma entre las demás virtudes con que se adorna. Fácil es aprender officio de boticario, hacer compuestos y buscar simples, pero dificultoso de recetarlos y aplicar cada uno cual conviene a su enfermedad. Tanta es la diferencia de lo uno a lo otro que, siendo necesario para médico haber gastado muchos años en las universidades estudiando y pagando, para lo otro basta haber sido moza de boticario dos meses, que con cuatro veces que vido los caracteres y letras mal formadas de la receta, ya ella presume de dar gilipliega por azúcar rosado y jarabe acetoso pora de nueve infusiones. No entraremos en casa del mundo donde no haya quien dé pesadumbres, quien las sepa preparar y componer con fina malicia y quien, haciéndose simple, al descuido no tire la piedra y esconda la mano.

 

            También saben los hombres que nadie puede pasar sin cruz, trabajo y mortificación, cuál mayor cuál menor. Pues si todos saben dar penas y todos las han de llevar ¿de qué se quejan los penados y afligidos? Digo que se quejan de lo que Dios se quejaba en su pueblo por el propheta [Isaías]: Et in domo mea non est medicus3; que haya boticas y no haya médicos, fuerza es hacerse mill yerros y disparates. Que haya quien forme y haga las cruces y que no haya médicos que las apliquen y pongan sobre el hombrob del penitente, sino que se haya de sujetar el justo (como dicen) a la moza del boticario y a quien le dé una pesadumbre que tenga más color de afrenta y deshonra que de mortificación. Terrible cosa y caso, que obliga a Dios a hacerse Su Majestad el maestro y principal arquitecto de la hechura de la casa; que es lo que al principio dijimos, que si el Señor no la edificare, en vano trabajan los que en ella se ocupan4.

 

            3.         Y si es el Señor el maestro principal de esta obra y edificio espiritual, grande obligación tienen los peones y jornaleros de mirar [62r] los materiales que le dan a la mano; porque, si pidiendo el arbañir cal le diese el peón arena y pidiendo ladrillo le diesen agua, tendría obligación de despedir y privar del tal officio a hombre tan disparado, porque, si el maestro de la obra tal consintiese y callase, cesaríe el edificio, como paró el de la torre de Babilonia por la propia causa cuando, confundidos en las lenguas, administraba cada uno el material


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de su manera, no conforme se pedía ni era necesario5. Deben los padres spirituales, que hacen officio de peones y jornaleros, mirar qué es lo que Dios pide para el bien y aprovechamiento del alma que rigen, y no regirse por su antojo y parecer, sino según la necesidad que la tal alma tiene: si de consuelo, no será razón que en su lugar demos mortificación y desconsuelo, porque se enojará Dios viendo por nuestros yerros e inadvertencias parado el edificio de la torre, cuya altura, bien edificada, ha de llegar al cielo. Lo propio digo -en el otro exemplo que habíamos puesto entre el médico y el boticario- que si el boticario ignorante diese otras medicinas de las que recetaba el doctor, echarían a perder el enfermo, y quedaría suficientemente culpado para le quitar el officio. ¡Oh buen Dios, y si tú hicieras el día de hoy visita de estas boticas que vamos tratando y de los boticarios que hacen las confecciones y debenc poner en obra lo que tú ordenasd, qué de maestros spirituales, padres y prelados quedarían privados de los officios y aun sin nombre de dicípulos y súbditos, cuánto más con nombre de padres! Y esto porque, no mirando o estudiando y reparando en lo que Dios manda, quieren ellos hacer las curas enteras ordenando y ejecutando, quiriendo en sí encorporar entramos officios: de peón y maestro, de boticario y doctor.

 

            4.         Una amenaza está muy conforme a esto en el profeta Eczechiel, en el capítulo trece que hace Dios a unos profetase indignos de este nombre y del officio que habíen tomado. Dice Dios al profetaf Eczechiel, con quien les envía el recado y amenaza su culpa y su castigo: Ve y diles que manus mea erit super eos, et in concilio populi mei non erunt, et in Scriptura domus Israel non scribentur, neque in terramg Israelh ingredientur, et scietis quia ego Dominus6. Yo les pondré mi mano -dice Dios- de suerte [62v] que no entren más en mis consejos ni se scriban en el libro de Israel ni entren en la tierra de promisión. Veamos, Señor, ¿por qué tan grande castigo y rigor tan extraño? ¿Por qué? Eo, quod deceperint populum meum, dicentes: pax, et non erat pax; et ipse edificabat parietem, illi autem liniebant eum luto absque paleis7. Este castigo les vendrá porque engañan a mi pueblo y les anuncian paz cuando no la hay, sino, antes, es tiempo de guerra; y edificando yo la pared, ellos la enlucen y jaharran con lodo sin trabarlo con paja, causa para que dé el edificio luego en tierra. ¡Qué palabras más claras contra los que vamos hablando, que, tiniendo nombre de maestros y padres spirituales, ponen paz donde habíen de poner guerra yi, haciendo Dios el edificio, quieren ellos hacerse los maestros y hacer sus enlucidos sin trabazón, y edificar un alma con doctrina y consejos errados, que con facilidad caigan en tierra! Eo quod (dice Dios) erit imber inundans, et dabo lapides pregrandes desuper irruentes, et ventum procelae disipantem; tunc enim dicetur vobis: ubi est lituraj quam linistis?8


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Vendrá, dice Dios, un invierno riguroso con tempestades de aguas y vientos; llevarse ha el edificio, y entonces os preguntaré yo: ¿dónde están vuestros enlucidos y jaharros hechos sin trabazón? Lo propio sucede en los edificiosk espirituales de que vamos tratando, en quien ponen la mano quien de eso no sabe y entiende, que quieren con solas mortificaciones jaharrar y enlucir un alma sin hacer trabazón y junta de misericordia y consuelo, paz sin guerra y guerra sin paz. Viene un invierno riguroso, un rigor sobre otro rigor, o un consuelo sobre otro consuelo, halla el edificio sin trabazón, fuerza es que dé con él abajo y que entonces diga Dios a los tales padres y maestros spirituales: ¿dónde están vuestros edificios? ¿Dónde vuestros consejos y doctrina? ¿No es fuerza, si edificábades un alma con solas mortificaciones y rigores, viniendo otros sobre ésos, dar con el edificio abajo? ¿Y si sólo administrábades fiestas y consuelos, ser lo propio?

 

            5.         De aquí sacamos cuán medidos deben de andar los padres spirituales con el gusto y voluntad de Dios en sus ordenaciones, [63r] consejos y doctrinas; con cuántas veras le deben pedir luz para no errar, sino se conformar con su divina voluntad. Y cómo, para que dure el edificiol, doctrina y costumbres que introducen en un alma, han de procurar que no todos sean rigores ni todos consuelos. Porque, así como las piedras por sí solas en el edificio quedan sueltas sin cal y la cal sola sin piedras no es de dura, de esa misma suerte, edificando un alma con solas mortificaciones sin algún alivio y consuelo, quedan como desatadas y desasidas y aun aborrecidas de la persona a quien se aplican. Y lo propio digo de las personas que sólo por regalos y entretenimientos las llevasen, que tanpoco tendría firmeza en el tiempo de la tribulación.

 

            6.         Así el sancto rey David, viendo la buena obra que Dios hacía en su alma, decía: Misericordiam et judicium cantabo tibi, Domine9; cantaré, Señor, en el edificio de mi alma misericordia y juicio. Que es ver los maestros cuando edifican y les dan buen recado a las manos, cómo lo piden cantando y diciendo coplas de gusto y entretenimiento; al revés de los maestros a quien les dan materiales perdidos, que, arrojándolos con rabia, piden otros con maldiciones. Así David dice que, con la buena mezcla y bien a propósito para el edificio de su alma de misericordia y justicia, que dirá mill cantares y entretenimientos. Porque, si el rigor y justicia es pesada, la misericordia la templa y sazona de suerte que halle buena acogida en su alma; y si la misericordia es blanda, la justicia la espesa y endurece de suerte que, juntas misericordia y justicia, no riñen sobre cuál se ha de quedar en casa y quién ha de salir fuera, antes, por el contrario, justicia et veritas osculatae sunt10, que se abrazan y besan justicia y misericordia dándose la una a la otra el bienvenido. Y así juntas y hecha esta divina y celestial mezcla, producen fructos


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admirables en un alma, dignos de la bienaventuranza y dignos de penitencia. La justicia les convida a lágrimas y dolor de los peccados pasados; la misericordia los convida a ciertas esperanzas de bienes y gozos eternos. Que nos dé Dios por quien Su Majestad es. Amén.

[63v]    Jhs. Mª




1 Sal 126,1.



2 2 Cor 6,16.



a  sigue purga tach.



3 Cf. Is 3,7: "Respondebit in die illa, dicens: Non sum medicus, et in domo mea non est panis neque vestimentum".



b bro sobre lín.



4 Cf. Sal 126,1.



5 Cf. Gén 11,1-9.



c  sobre lín.



d corr. de ordenan



e  sigue falsos tach.



f  ms. profecta



g  sigue Isra tach.



h sigue non tach.



6 Ez 13,9.



7 Ez 13,10.



i   sigue hacen edificios tach.



j  corr. de litera



8 Cf. Ez 13,11-12.



k sigue de su tach.



l   sigue y tach.



9 Sal 100,1.



10           Sal 84,11.






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