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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • EL RECOGIMIENTO INTERIOR
      • CAPITULO 32 - De la mala vecindad que nuestra carne hace a nuestro spíritu; de cuánto estorbo le sea para su pureza de vida. Y cómo con los trabajos pretende Dios dividirla y apartarla y recoger el spíritu adentro
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CAPITULO 32 - De la mala vecindad que nuestra carne hace a nuestro spíritu; de cuánto estorbo le sea para su pureza de vida. Y cómo con los trabajos pretende Dios dividirla y apartarla y recoger el spíritu adentro

 

            1.         ¡Oh, buen Dios! ¿Qué lenguas hay en el cielo y en la tierra que puedan descubrir tanta y tan inmensa bondad como tienes para con el hombre, puniendo tu infinito saber en buscar modos nuevos e invinciones viejas con que más te dar y communicar al hombre? Y como esta comunicación se hace de spíritu a spíritu, del spíritu de Dios al spíritu del hombre, todas son trazas cómoa el hombre sea spíritu y cómob la carne, que tan junta y pegada está a nosotros, no nos puedac impedir, porque ésta es la nube que tapa y escurece los rayos del sol, que no hieran la tierra, y la tierra que eclipsa nuestra alma por ponerse y demediar entre Dios y nuestro spíritu. Y es un spíritu y vida la de


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nuestra carne que no hay anhélito de basilisco que tan presto mate quien a él se llega, ni soplo que tan presto empañe el spejo cristalino como la carne destruye y escurece el alma en que Dios se mira y recrea. No hay amigo tan ingrato ni enemigo tan cruel como es la carne del spíritu, pues, después de le haber regalado, es como aquel de quien dice Moisésd: Incrasatus, impinguatus, et recalcitravit1; que le daréis de comer y de beber y será para que, cobrando fuerzas, os dé una zancadillae con que os arroje en el infierno. Y ¿qué enemigo hay tan cruel que, si os ha quitado y robado la hacienda y bienes [120r] que trabajastes, os quite la vida y, si os quita la vida, para os hacer perder la eterna os haga primero renegar del nombre de Dios? Pienso que ninguno, fuera de Lucifer y nuestra propia carne; la cual, habiéndola regalado y puesto a una mesa con vos propio, cuando estáis más seguro os saltea y roba los bienes del spíritu, las obras y pensamientos y aun os degüella y quita la vida de la gracia; y no contenta con esto, os hará blasphemar def el nombre de Dios, como lo vemos en muchos a quien hizo esta miserable carne dar tantas arcadas que, después de haber vomitado las virtudes, les hizo vomitar la sangre de Cristo y perder la fee.

 

            ¡Ay, cuerpo y quien contigo tiene amistad!, quien traba treguas y ofrece parias, pues contigo no tenemos un momento de reposo, dispiertos ni dormidos, pues contra ti en la vela hemos menester la disciplina en la mano y el cilicio vestido y, dormidos, el agua bendita al lado y la cruz a la cabecera. ¡Qué bien dijiste glorioso Pablo: Quis me liberabit a corpore huius?!2 ¿Quién me librará de la muerte de este cuerpog? Que los sanctos y siervos de Dios no tienen vida con él sino guerra y muerte.

 

            Aristóteles, con ser gentil, dijo que corpus quod corrumpitur agravat animam3; que este cuerpo que se corrompe, apesga y agrava el alma. Que fue decir: no hay grillos que así detengan en la cárcel al preso ni cepo que así apremieh el galeote como el cuerpo detiene y estorba los pasos del alma. No hay ligai con que los muchachos cogen pájaros que así estorbe el vuelo a nuestro spíritu para que no vaya a Dios.

 

            2.         Va David en el psalmo 44 llamando a Dios con grandes ansias y fatigas: Exurgej, quare obdormis, Domine? Exurge, et ne repelas in finem4; levantaos, Señor, no durmáis ni nos olvidéis (va hablando a nuestro modo), no nos desamparéis hasta el fin. ¿Qué es vuestra necesidad, sancto rey, que con tanto ahínco clamáis e inportunáis a Dios? Torna y con eso [120v] no descansa, sino que parece quiere tomar el cielo con las manos y reñir con Dios con la lengua y palabras: Quare faciem tuam avertis? ¿Por qué, Señor, volvéis vuestro rostro y nos olvidáisk en nuestra pobreza y tribulaciónl? Et oblivisceris inopiae nostrae, et tribulacionis nostrae? ¿Cuál es, David, vuestra pobreza, cuál vuestra tribulación, que


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tan poco sosegáis deseando remedio para ella, invocando el favor y auxilio del cielo? Cuál, él lo dice luego: quoniam humiliata est in pulvere anima nostra, conglutinatus est in terra venter noster5. Llano es que el sancto no hablaba allí de esta tierra que pisamos cuando dijo que su aflicción era que su alma estaba humillada y abatida y derribada en el polvo y que su vientre estaba conglutinado y pegado con la tierra, sino que quiso decir en pocas palabras: Mi espíritu, Señor, se ha hecho tierra y vuelto carne, hase juntado alma y cuerpo y héchose el spíritu de la condición de la carne. Porque ella es elm polvo y la tierra; así lo dijo Dios en [el Génesis]: Terra est et in terram ibis6. El hombre es tierra, y el que obran según las condiciones del hombre en tierra se convierte. Finalmente, queda puesto del lodo y del polvoo, que es lo menos que acá podemos decir pues por encarecimiento solemos decir: "Fulano se levantó del polvop de la tierra" -para decir que se levantó de nada-. Humiliata est in pulvere anima nostra; se hizo nuestra alma nada, siendo una cosa tan preciada, cuando se juntó y pegó con este triste polvo de nuestra carne y cuando con esta tierra se conglutinó, sirviéndole, como digo, de liga que le estorba el vuelo para Dios. Y pues mi mal es tan grande, no me doy mucha priesa en llamar a Dios y buscar mi remedio; no dilatarlo un momento porque de su dilación se podrían seguir inmensos e infinitos daños. Y así, después de haber dicho David su enfermedad, torna y dice: Exurge, Domine, adiuva nos et libera nos propter nomen tuum7. Levantaos, Señor, y ayudadnos, que esta [121r] obra no es obra de burlas que se puede hacer sentado; necesario es que os levantéis porque es obra de peso y de cuidado. Que parece en esto pide David el cuidado y encarecimiento que la Scritura hace cuando se abrieron los cielos en el martirio de san Esteban y se apareció Cristo levantado para socorrer y ayudar al que apedreaban8. De esa misma suerte, viéndose David apedrear y maltratar de la carne cuando su espíritu se abajó a aquel polvo y su alma se juntó con la tierra, pide a Dios que se levante porque él está caído en el polvo; y un caído no puede ser levantado de otro caído. Es necesario que el Hijo de Dios se levante de la silla do está sentado en el seno de su Padre y venga a socorrerlo.

 

            3.         Pudiera yo responder a David, cuando pregunta: Exurge, quare obdormis, Domine? Quare faciem tuam avertis? -que por qué Dios se duerme y vuelve su rostro-, pudiera yo responderle lo que él propio dice: porque humiliata est in pulvere anima nostra et conglutinatus est in terra venter noster. Si vos, David, decís que vuestra alma está envuelta en el polvo y vuestro spíritu vestido de tierra, ¿cómo queréis que no vuelva Dios su rostro? Spejo enlodado y spíritu polvoriento, ¿cómo ha de volver Dios su rostro a mirarse en élq? Si tú, hermano, le das a Dios con tu


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polvo y lodo en los ojos, haciendo vida perdida y estragada, ¿cómo quieres que tenga Dios ojos claros y no dormidos para te mirar? Si tú, por te haber vuelto tierra, no quieres subir donde él te llama, ¿cómo quieres quél baje cuando tú lo dispiertas?

 

            Y aun por eso dice David: Et libera nos propter nomen tuum. Bien veo, Señor mío, que de parte mía nada hay que os obligue r. ¿En qué obligación y cortesía os puede poner la tierra y el polvo? En ninguna, por cierto; antes a que huigáis de semejantes torbellinos como en mí ses levantan dispertados de mi sensualidad. Pero [121v] yo no busco razones de mi parte. Sólo os pongo delante, Señor mío, mis trabajos, para quien pido socorro por vuestro sanctíssimo nombre. Tenéis nombre de misericordioso, y para que con el nombre correspondan las obras, es necesario que os levantéis a nos ayudar.

 

            4.         De aquí sacamos cuán grande mal es que el alma se haga de la condición de la carne, se junten, hagan sus meriendas y celebren sus fiestas, pues de tales juntas el spíritu queda hecho polvo y el alma tierra. Y aun suelen ser causa estas amistades de spíritu y carne de alborotar el cielo, inquietar la tierra y hacer que Dios se arrepienta de haber formado al hombre (si en Dios pudiera caber arrepentimiento). Así lo dice la Sagrada Scritura en el Génesis: Penitet met fecisse hominem, quia caro est9. Que le dio a Dios grande pesadumbre viendo que el hombre se habíe hecho carne, y que se la juró diciendo: Non permanebit spiritus meus in homine, quia caro est10; no permanecerá ni dejaré mi espíritu en el hombre, porqueu es carne.

 

            Veamos, Señor, ¿por qué son tantos enojos? ¿Vos no nos hecistes de tierra, y somos hechos de carne? ¿Qué novedad es ahora la que veis en el hombre? ¿Que queréis hacer divorcio y apartamiento entre la carne y el spíritu? ¿Vos no los juntastes y hecistes esta mezcla? ¿Qué ha hecho el hombre ahora de nuevo, que le hacéis y ponéis por cargo que es carne? Verdad es que yo los junté, pero no para que el spíritu fuese esclavo de la carne ni sujeto a sus leyes, sino para que la carne se sujetase al spíritu y condición. No los puse juntos para que el spíritu fuese carne, sino para que la carne fuese spíritu. Y pues tales y tantos agravios recibe el spíritu de la carne, menester es apartar el uno del otro y que no coman más a una mesa. Esto lo hizov Dios cuando con las universales aguas del diluvio envolvió toda carne, asoló y destruyó al mundo11.

 

            5.         [122r] Este remedio que entonces puso Dios para hacer estas paces fue remedio muy costoso, a costa de un mundo entero y para una vez. Fue remedio eficacíssimo y como enviado de la mano de Dios, pero no para muchas veces, que ama Dios mucho al hombre que sus manos hicieron y formaron. Y así, cuando Dios ve la mala compañía que le hace al spíritu nuestra propia carne y que muchas veces el spíritu


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se vuelve de la condición baja de su vecino, busca otro remedio Su divina Majestad menos costoso que el pasado del diluvio, aunque algo parecido. Y es que, cuando ve Su Majestad que un spíritu, que fue hecho para Dios, tuerce los caminos que debe a ruegos y persuasión de la carne, envía sobrew esa tal persona un diluvio de trabajos y aflicciones, en que se liberta el spíritu de la sclavonía que con la carne tiene, ahoga este hombre exterior, lo zabulle y envuelve en trabajos, de suerte que, sirviendo estos trabajos dex cuchillo, dividen el alma del cuerpo para que el espíritu viva sin carne.

 

            Ahora pregunto yo: si tuviésemos un mal vecino a nuestra puerta, infame, ocasionado a murmuraciones, inquieto, alborotador que un momento no os dejaba reposar, ¿qué diérades por apartar de allí vuestra casa o desterrar la dey tal vecino, o siquiera que vuestra casa fuera de tornillo para volver la puertaz a otra parte, para no ver ni oír tales cosas? Esto propio hace Dios con el hombre: que, viendo cuán infame es nuestra propia carne, cuán inquieta y cuán alborotadizaa, en el diluvio destruyóle su casa y apartó tan mala vecindad. Pero en los justos ahora pone en ellos un spíritu que es de tornillo y como puerta de quicial: que, metido este spíritu en trabajos y aflicciones, vuelve la puerta a otra parte de suerte que [122v] el que primero, por estar boca con boca y orejas con orejas de su propia carne y sensualidadb, atendía y oía lo que la carne decía, ya por estar trocado el spíritu y vuelto a Dios, nada oye de lo que en la carne pasa. Esta merced y beneficio singular lo recibe el alma de Dios cuando es recogida dentro de sí, trocada y vuelta spíritu mediante los ahogos que decimos que Dios suele causar en un justo cuando con trabajos y aflicciones lo aprieta y congoja, etc.




a  sigue como tach.



b el-como sobre lín.



c  corr. de podrá



d sobre lín.



1 Deut 32,15.



e  corr.



f  sobre lín.



2 Rom 7,24.



g  corr. de cuerpor



3 Sab 9,15: "Corpus enim quod corrumpitur aggravat animam".



h  así apremie sobre lín., en lín. detengan a tach.



i   sigue de tach.



j  corr. de egurge



4 Sal 43 (44),23.



k sigue de tach.



l   sigue quare tach.



5 Sal 43 (44),24-25.



m sigue pal. tach.



6 Gén 3,19: "Quia pulvis es et in pulverem reverteris".



n  sigue con las cond tach.



o ms. porvo



p corr. de porvo



7 Sal 43 (44),26.



8 Cf. He 7,55.



q sobre lín., en lín. espejo tan deshecho tach.



r  sigue porque tach.



s  sigue se tach.



t  sigue fest tach.



9 Gén 6,7.



10           Gén 6,3.



u  sigue se tach.



v  ms. hijo



11           Cf. Gén 7,17-24.



w sigue esta tach.



x  sigue pal. tach.



y  sigue vuestro tach.



z  sobre lín.



a  corr.



b sigue ya por averse vuelto tach.






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