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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • EL RECOGIMIENTO INTERIOR
      • CAPITULO 51 - Se exhorta a los religiosos al recogimiento, comparando la bajeza del trato con las criaturas con la grandeza de la intimidad con Dios
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CAPITULO 51 - Se exhorta a los religiosos al recogimiento, comparando la bajeza del trato con las criaturas con la grandeza de la intimidad con Dios

 

            1.         Veo yo muchos religiosos, que dejaron el mundo para sólo tratar con Dios, andar más perdidos y distraídos que perdidos seglares, no quiero decir en vicios, peccados o culpas, pero en negocios, tratos, conversaciones, exterioridades. A los cuales si preguntamos por qué no tienen un poco de oración o se recogen dentro de sí propios un rato, dirán que eso no es para todos, que es cosa rara, que ellos no aciertan a tener el recogimiento que otros; y ellos debían tener, pues a eso vinieron. A quien respondo que no quieren, que si quisiesen, no tiene dificultad de parte de Dios, pues les está dando la mano para los entrar dentro. Todas las dificultades están de parte del hombre, que como jamás entró en esta posada, no sabe a ella, parécenle pueblos en Francia que no ha de acertar; y aun si alguna vez quiere, como casa no habitada, tiene miedo de estar solo en ella y no ve la hora de salirse, no considerando que todo el bien que tiene y ha allí le ha de venir, todo proviene de estar solo, pues [167r] a los solos y a solas es a quien Dios se comunica.

 

            2.         Rara cosa es que tenga yo miedo de mí propio y de mí no me fíe y que me fíe de las criaturas, de vivir y tratar en sus casas, casas más perdidas y estragadas que las que tienen las más viles rameras de la tierra, que dan entrada a sí a cualquier género de gente que las quiere dejándolas estropeadas. ¿A quién se niegan estas cosas de acá abajo? A nadie. A todos quieren; y si de todos no son poseídas, es porque son finitas y limitadas, que para todos juntos no alcanzan. Hacen para esto su deber en la forma que pueden, porque, ya que no pueden en un mismo tiempo tener muchos dueños, tiénenlos sucesivamente estando hoy aquí y mañana allí, siendo como perrillos de muchas bodas, que, a trueco de celebrar un buen día, estas criaturas de quien vamos hablando, hoy están aquí y mañana allí, andando en breve tiempo fornicando y adulterando con cuantos las quieren y pretenden, sin permanecer mucho tiempo en una casa porque son inconstables y más quea las veletas de los tejados, más inquietas que el azogue y más resbaladeras que las anguilas que, cuando más apretáis para las detener, más presto se van. Son las casas y moradas que tienen fantásticas, que si tantico os descuidáis y os echáis a dormir en ellas, a la mañana os hallaréis al sereno y puesto en la calle.

 

            3.         Pregunto yo ¿quién se fiará de una bruja y hechicera que en un momento hacía parecer torres, casa y palacios riquísimos y que, habiéndome burlado una vez, me pusiese en sus manos otras muchas para satisfacerme de lasb aparentes grandezas quec pinctaba? Ven acá,


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hombre, ¿cuántas veces has probado la majestad y grandeza de la tierra, cuántas veces te ha burlado? Dirás que mill veces, repitiendo aquellas palabras de David: Omnis consumacionis vidi finem1; que has visto la consumación de la cosa más consumada [167v] y el fin de la cosa más acabada. Pues, si esto es así, ¿por qué te dejas burlar de ellas tantas veces y engañar tantos ratos y ponerte con peligro de que un día u otro te dejen desnudo en esa calle? ¿Qué cristiano hay tan sin juicio que, quiriendo ir un camino largo, invoque al demonio, el cual, como acá dicen, de los que con él tienen pacto sacad por condición para los haber de llevar que no han de decir Jesús o hacer la señal de la cruz, porque al instante lo dejarán aunque sea en medio de la mar? Notable peligro es el que éstos llevan porque, en fin, son cristianos y una vez que otra han de acudir a sus antiguas costumbres, con acuerdo o sin acuerdo. Pues ¿será bien que a tanta costa, como es olvidarme yo de Dios y de sus sanctos, hiciese tal viaje? ¡Oh desatinado y sin alma el que esto hace!, digno y merecedor de que el demonio lo suelte en el abismo de la mar, y él ruede y caiga al abismo del infierno.

 

            4.         ¡Ay, almas cristianas! ¡Ay, religiosos sanctos! que en el camino de esta vida tomamos amistad con las criaturas de la tierra, ¿no veis que nos piden la propia condición que hemos dicho si es que nos han de llevar al fin de nuestras pretensiones: que nos hemos de olvidar de Dios y de sus sanctos, que no hemos de traer en la memoria a Jesús ni a su madre? El dinero, como demonio encantador, nos dice que él hará que me den la dignidad y será tercero para alcanzar el officio, pero con condición que olvide a Dios, que así lo dicee David: Non est Deus in conspectu eius2; que no han de llevar a Dios en la boca. Al otro le promete la mala mujer. Pero, si fuere menester, no sólo ha de olvidar a Dios [168r] pero descreer de Dios si para ello fuere necesario. Y así lo protestan los miserables, los cuales van a tanto peligro que a pequeño descuido lo soltará en medio del camino el que lo lleva, y sin alcanzar lo que pretendef dará consigo en un abismo de miserias; y si el pretensor es religioso, en fin, como hombre que acostumbra a tratar con Dios, no es posible sino una vez que otra se ha de acordar de su vida antigua y llamar a Dios. Pues prométole que, al punto en el estado que esa devoción le cogiere, lo soltarán y dejarán todas las criaturas que le acompañaban, porque no son amigas de sanctos sino de quien olvida a Dios, porque ésa es una de las principales condiciones que sacan y piden estas cosas de acá para ser en nuestra ayuda. Y aun por eso Jeremías dijo que "maldito el que confía en el hombre"3; es báculo de caña que, si tantica fuerza hacéis en él para os arrimar, dará con vos en el suelo.

 

            5.         ¡Oh, qué diferentes casas son éstas donde viven las criaturas que la casa y recogimiento que dentro de sí puso Dios en el hombre! ¡Oh,


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casas pajizas! ¡Oh, paredes de tierra!, ¿quién debajo de vosotras quiere vivir, que cada momento os estáis desmoronando y cayendo, más viles y más bajas que las viles caballerizas de las bestias, pues no sois otra cosa que estiércol y bascosidad de la tierra, más asquerosas que lo que vomitan los perros y otros lo comen? ¿Qué es todo lo que hay en la tierra sino comida vomitada de ricos que ya murieron y otros lo comieron? Son flores manoseadas que tocadas se marchitan [168v] y güelen mal. Soisg más públicas que el campo, que no tiene puertas. Sois de menos valor que la nada, de menos consideración que los milanillos tras quien andan los muchachos. Hacedh compañía con gente tan mudable, de poco ser, tan infame, tan asquerosa, meteos en su casa, que al fin os aguardo, cuando, después de haber dormido vuestro sueño, dispertéis soplándoos las manos sin hallar en ellas sino viento.

 

            6.         ¡Ay alma redimida con la sangre de Jesucristo, no casa sino templo sumtuoso de Dios vivo, para cuyo edificio no fue menester menos que todo el poder de Dios, para cuya hermosura no fue menester menos que la sangre de Jesucristo! ¿Quién es el hombre que dentro de ti no quiere vivir en compañía de aquel gran Dios para quien se hizo casa que ha de durar para siempre jamás sin fin, edificio que no se hizo con encantos sino con cantos y piedras duras, labradas con los clavos y martilladas de la cruz, con sus azotes y bofetones; edificio que no se deshace ni desparece cuando vos decís Jesús y os acordáis del cielo, antes entonces crece, se ensancha y dilata? Edificio es que no es para todos, como la casa de la ramera ni como el campo que no tiene puertas, sino para sólo Dios y para nos. No es hacienda vomitada ni desechada, porque su dueño es eterno y, por su parte, eterna su posesión. No es como la flor del campo que, manoseada, güele mal, antes como la piedra preciosa que más reluce, [169r] como el pedernal que, herido, da luz y fuego con que a sí propia se alumbrai.

 

 

 

 




a  rep.



b ms. la



c  sigue pal. tach.



1 Sal 118,96.



d ms. sacan



e  al marg. vide



2 Sal 10,5.



f  ms. prepretende



3 Jer 17,5.



g  ms. soi



h  ms. hace



i   al marg. aquí se divida otro capítulo






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