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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • EL RECOGIMIENTO INTERIOR
      • CAPITULO 64 - Cómo la lechuza, de quien David habla en el psalmo, es un vivo retrato de los favores que un alma recibe en el recogimiento que dentro de sí procura
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CAPITULO 64 - Cómo la lechuza, de quien David habla en el psalmo, es un vivo retrato de los favores que un alma recibe en el recogimiento que dentro de sí procura

 

            1.         David, explorador de las misericordias de Dios y como persona que tan biena habíe tomado el pulso a ellas y a su dador, dijo en el psalmo 101: Factus sum sicut niticolax in domicilio1; soy, dice, en mi retrete y escondridijo como la lechuza. Esta es un ave que tiene los ojos muy claros y resplandecientes y ve de noche más claro que de día. Pues dice David que, cuando está recogido y retirado dentro de sí propio, tiene los ojos muy claros, de suerte que de ellos se pueda decir aquello que [Jacob] dijo a [Judá]: Oculi eius pulcriores sunt vino2; más hermosos que el vino. Pudo tomar la propiedad del buen vino, que salta a los ojos; y así los ojos hermosos echan centellas de sí propios. Y si el vino bueno, como medicina que aclara los ojos pitarrosos y lagañosos, salta a ellos para les dar vista, los ojos del justo son mejores que el vino porque echan centellas, ya dan luz a los ojos enfermos y lagañosos de los peccadores.

 

            2.         Y esta propiedad dice David la tienen los suyos cuando está en su retrete escondido. Propiedad es de los ojos escondidos del alma que se podía apoyar con una propiedad de los ojos del cuerpo, [196r] a los cuales muchas veces sucede que, habiéndolos un hombre tenido recogidos en el sueño de la noche larga, cuando dispierta, aquella luz que allí ha estado recogida quiriendo salir de golpe, sucede muchas veces estando el aposento obscuro ver por un breve rato lo que hay en él. ¡Con cuántas más veras sucederá esto a los ojos del alma cuando por mucho tiempo se retiraron a no ver la vanidad del mundo, pues la luz que tienen en sí recogida es más resplandeciente que la de los ojos por ser sobrenatural! Y así, cuando quiera ejercitar su officio, serán sus ojos claros como los de la lechuza y verán en la noche obscura de este mundo los tropezones y inconvenientes que en él hubiere, scogiendo siempre lo más acertado, como David cuando dice: Oculi mei ad fideles terrae, ut sedeant mecum3. Muy bien aciertan mis ojos, no se enamoran de lagañas ni con ellas me pueden engañar, como a otro Jacob hicieron por ser de noche cuando le dieron a Lía por mujer4. Para mis ojos, en la noche es de día, porque son ojos de lechuza que ven muy bien;


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y entre los hombres no escogen para que me acompañen peccadores obstinados o maldicientes, sino gente que tenga y haya tenido gran fidelidad a su Dios. Oculi mei ad fideles terrae: tienen mis ojos por blancob, cuando miran, a los buenos y a ésos los hago sentar conmigo.

 

            3.         Pudo ser que también en eso se asemejase a los ojos de la lechuza, los cuales sólo se pagan para su morada tener la que es casa y morada de Dios, pues vemos que de contino viven en los templos y se sustentan con el aceite de las lámparas que alumbran las iglesias. Así David su vivienda y morada era en la casa de Dios, estimando en su zaguán es más un día que mill de los que tenía en sus palacios5. Allí puesto, cebaba sus ojos con losc más fieles y con aquellos que eran lámparas y luces en la casa de Dios: oculi mei ad fideles terrae; trataba y conversaba con los más fieles de la tierra.

 

            4.         En esto pudo también tener otra propiedad de la lechuza, y es que la razón por qué no sale [196v] de día es porque las aves que entonces vuelan, enamoradas de su hermosura o envidiosas de que tiened la lechuza mejores ojos que ellas, todas la persiguen y se los quieren sacare; y así sólo hace compañía y amistad a otras aves que también vuelan y ven de noche; éstas entre sí no se persiguen. Lo propio le sucede al justo, el cual tiniendo ojos tan claros como los que da la virtud, las criaturas que en este mundo viven, unas, enamoradas de la tal virtudf, la inpiden y estorban con su compañía, y otros, envidiosos de ella, la persiguen. Y así David escogió hacer officio de lechuza, que fue retirarse a su interior cuando vuelan estas aves de rapiña, que le pueden molestar, sólo haciendo compañía a quien tiene la misma luz y profesa la propia virtud: Oculi mei ad fideles terrae, ut sedeant mecum.

 

            5.         De manera que hemos concluido queg, así como la lechuza ve en la noche de este mundo lo que le conviene, así el justo en la obscuridad y tinieblas de la tierra, donde todo es ignorancia, tiene él sabiduría para lo que ha menester. Digo más, que esta vista del justo asemejada a la de la lechuza ve también en otra noche y calígine, donde Dios representa a los scogidos sus misterios; porque, habiendo puesto, como dice el propio David, Dios su asiento en tinieblas: In tenebris posuit latibulum suum6, en esas tinieblas descubre David y ve altíssimos misterios que Dios le da a conocer. Que es lo que él propio dice en otro psalmo: Et nox, sicut dies, illuminabitur; la noche en la casa de Dios es día para el justo: sicut tenebrae eius, ita et lumen eius7. La razón por qué la lechuza no sale de día es porque la luz del sol las deslumbra, y así hasta que la noche les hace sombra y les sirve de quitasol, no salen de sus agujeros. Lo propio le sucede al justo: no quieren salir en el día que tienen luz las criaturas de la tierra, que son muchas luces


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y le deslumbrarán los ojos y vista de la contemplación; déjalo para cuando [197r] la noche de los misterios escondidos y encubiertos de Dios las añuble y escurezca. En estos propios misterios hace Dios lo propio con los tales justos: que, porque no sean deslumbrados con aquella luz inaccesible que los representa, que es Dios, se los ofrece en obscuridad y en tinieblas, ora sea que sean estas tinieblas y obscuridad las que trai la fee consigo, ora sea que sean las tinieblas en que Dios está y vive retirado cuando al justo se le da y representa en lo más scondido de su corazón, donde decimos que puso su morada y asiento. Allí se ofrece y da con un quitasol para que, aprovechándose de la virtud de Dios, que es sol resplandeciente, no le puedan inpedir sus rayos a la vista y ejercicio de los ojos. Y así bien dice David que es como la lechuza en su agujero y casa.

 

            6.         Soy, dice, como la lechuza en mi abscondido. Quiero que advirtamos que la lechuza, cuandoh está abscondidai, es para ella de día. Y esto dice David: cuando yo estoy retirado, es para mí de día y, cuando salgo de lo secreto de mi corazón, es para mí de noche. Dándonos a entender cuántos mayores son los bienes que goza un justo cuando está retirado y escondido que cuando está fuera de su lecho y retiramiento, pues entonces el día de adentro se le vuelve noche de afuera.

 

            7.         A mi ver, no está lejos desto lo que David quiso decir cuando dijo en el psalmo: Justus ut palma florebit8; que el justo florecía como la palma. Aunque en muchas ocasiones he traído este verso y con él probado muchos intentos, no creo nos vendrá ahora fuera de propósito para el que tenemos entre manos. La palma lo primero, antes que florezca, tarda en subir y crecer muchos años antes que dé fructo, que parece quiere que la dejen sola y que nadie trate con ella hasta que esté bien enpinada, cuando pueda guardar y defender su fructo. Que son tres propiedades que todas ellas hacen divinamente para el [197v] recogimiento interior, pues vemos sigue y hace lo propio el justo que desea sobre todas las cosas servir y agradar a Dios: que antes que salga afuera a dar fructo y a entender con los hombres, quiere por muchos años que lo dejen solo, que nadie lo trate ni entienda con él, sino que lo dejen crecer y aumentar en la virtud y en la perfección; y cuando ya está muy crecido y levantado, cuando su fructa no se la desmedrarán o menoscabarán con esa facilidad, entonces sale afuera y da su fructo, que entonces ya es su tiempo si lo ha de dar, como la palma. Cuando se hayan pasado muchos años de disciplinas, de ayunos y oración secreta, entonces vendrá bien. Y aun entonces ha de ser como la palma, que tiene el fructo guardado y adargado con aquellas hojas que son a modo de spadas que lo están defendiendo, porque no hay dudar sino que, tiniendo la palma fructo tan suave y dulce como tiene, si no lo subiera


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allá arriba y lo guardara en la forma que decimos, poco lo lograra. Y por nuestros peccados hay pocos fructos el día de hoy logrados entre siervos de Dios, porque no los sconden, suben, enpinan y adargan como la palma, sino que, apenas han enpezado a aprovechar en la casa de Dios o se han plantado, cuando quieren estender sus ramas como los demás árbores. Y quiera Dios no sean como la vid, que estiende sus sarmientos pegados en la tierra, y su fructo en ella muchas veces lo pudre y pone donde no sólo no es guardado, sino pisado de las bestias pues lo echa y pone debajo de sus pies.

 

            8.         Ha de procurar un siervo de Dios, demás de ser su vida y costumbres muy altas, que el fructo sea muy subido, porque si es bajo y ratero, en la misma tierra a que nace pegado lo pudre y desmedra y aun el malo lo pisa y desprecia. Y nace esto, como digo, de que quieren, en naciendo, ser árbores copados y estendidos, como la parra que arroja los sarmientos, en enpezando a brotar, por encima de las paredes del vecino. Díganme, si digo [198r] verdad o en esto tengo razón, ¿qué valor y guarda puede tener la doctrina y virtud del religioso que de ordinario trata con los seglares, les communica sus sciencias y quiera Dios no sea su mal trato? El religioso que, tantos amigos como tiene, en tantas partes ha de tener ollas y pucheros, eso es echar los sarmientos por casa del vecino a que se mal logren y hagan lo que cada año hacen con la vid y con la parra: que tienen un extraordinario trabajo, que cada año han menester echar sarmientos nuevos en que llevar fructo porque cada año la chapodan y la dejan chamorra y monda, de suerte que cada año ha menester tornar sobre sí.

 

            Pregunto yo: ¿de qué le vienen a los religiosos tantas pérdidas, tan desflorados y aun deshonradosj, tan desapoyados y desacreditados, sino que, como son arbolillos bajos, todos los cercenan y cortan, todos los chapodan y podan hasta dejarlo en el tronco de la naturaleza, la cual si no fuese buena por ser ayudada de Dios, para nada valdría sino para el fuego del infierno? Pero agrada a la misericordia de Dios compadecerse de nosotros, que somos polvo y ceniza; y si el primer año todo nos fuimos en polvo, con su gracia hace lodo parak siquiera dar alguna estabilidad a criatura tan flaca.

 

            9.         Ahora pregunto yo. Si fuésemos a una humilde vid y le dijésemos si quería ser palma, que es un árbor tan noble y tan hermoso, llana cosa es que diría quel se honraba mucho en ello. Y si le dijésemos que no le habíe de costar más de recoger sus sarmientos de suerte que no se los cortasen, y el fructo temprano que da a los tres años no lo ha de dar hasta los cuarenta, ¿quién duda que no se holgaría y todo lo daría por muy bien empleado? Esto poquito le costará al religioso y siervo de Dios hacerse palma: recoger y retirar sus obras, que si hasta aquí andaban por las calles, ahora sólo estén en lo secreto de su corazón; [198v] y que el tiempo que se gastaba en hablar y en producir fructos


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de poca consideración, ése se gaste ahora en crecer y aumentar virtudes interiores.

 

            10.       Aquí se puede ofrecer una dificultadm, y es: si el fructo es tan subido como el de la palma, ¿quién lo ha de poder coger y subir allá? Que parece esto es contra la condición que quiere Dios en sus siervos: que sean afables, tratables, piadosos, misericordiosos, que no seann enpinados de suerte que sea necesario parao darles un alcance poner escaleras, buscar horquillas y hacer andamios.

 

            Para la respuesta de esto quiero que notemos un celestial lugar de los Cantares, en el cual veremos en qué forma ha de ser el justo levantado y guardado y en qué forma se ha de bajar y ser tratable. El sposo, en las propiedades y semejanzas que hizo de la esposa, parece buscó cosas altas y empinadas a que las comparar, de suerte que de ellas bien se infiere lo que tenemos dicho, de que se debe alejar del trato común de los hombres y encumbrarse donde apenas se le dé un alcance. Que luego diremos en qué forma se ha de coger ese fructo.

 

            Pues dice el sposo requiebrándose con su esposa -y, dejados otros muchos, tomemos los que hacen a nuestro propósito y a la estatura de su cuerpo-: Colum tuum sicut turris eburnea, nasus tuus sicut turris Libani, caput tuum sicut Carmelus, etc. Quam pulcra est et quam decora, carissima, in deliciis. Statura tua asimilata est palmae, et ubera tua botris. Dicxi: Ascendam in palmam, et aprehendam fructus eius; et erunt ubera tua sicut botri vineae, et odor oris tui sicut malorum9. El lugar es largo y parece tenemos de todo él necesidad. El cuello es, dice, de mi esposa como una torre, y la nariz es otra torre. La cabeza es como un monte; bien grande será. No sé yo quién podrá subir a ese monte, que está sobre dos torres, a coger fructo. Y más, que todo ello es derecho pues concluye diciendo que este cuerpo no es combado ni agobiado, [199r] sino derecho, porque toda ella es como una palma. Y porque no se desconsolase quien quisiere destos fructos por parecerle inposible subir tan alto, dice el mismo sposo: yo subiré a esa palma y cogeré sus fructos y haré que tus pechos, sposa mía, sean como racimos de viña.

 

            11.       ¡Oh Dios inmenso, y qué claro queda esto! Fructo dificultoso de coger, muy subido, ha de tener el justo, pero cuando es voluntad de Dios que se coja, Su Majestad sube a esa palma y hace que su fructo sean racimos de viñas. Que, así como los racimos de la viña están que los pueda coger un niño, de esa misma suerte, cuando yo quisiere, haré que se baje ese fructo enpinado y subido y que sea para todos. Ascendam in palmam, dice el esposo, yo soy el que tengo de subir a la palma a coger el fructo.

 

            No ha de ser cuando el religioso quisiere y se le antojare el predicar, tratar y comunicar con las gentes, ni cuando el seglar quisiere cogerlo, sino cuando Dios fuere servido subir a la palma y bajarnos sus fructos.


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Estos son los fructos sazonados, los que vienen cogidos por manos de Dios; éstos son los fructos que hacen provecho al que los come; y no hacen daño al árbor de quien se cogen, porque, cuando el fructo no está maduro, desgájase el árbor para cogerlo y derrámanlo y el que lo come no le hace provecho. Pero, como Dios sabe muy bien cuándo los pensamientos están sazonados, las palabras maduras y las obras perfectas, entonces sin detrimento de vanagloria o presunción del árbor de quien se cogen y con mucho provecho de quien los come, sube Dios y coge palabras, obras y pensamientos del justo más encumbrado y subido y los reparte al más pequeñito de cuantos hay en el mundo. Y eso quiso decir cuando dijo que él subiríe a esta palma alta y nos daríe de su fructo.

 

            12.       Respondo lo segundo que toda esta altura de la esposa que en sus apodos le da el sposo, si bien se advierte, toda ella es de los hombros arriba, pues el cuello dice que es [199v] como una torre, las narices como otra y la cabeza como un monte; de suerte que los pechos se los deja abajo de esa altura, y éstos dice que son como dos racimos, dando a entender que el fructo está bajo ya que los pensamientos estén altos por tener su asiento en la cabeza.

 

            Pues adviertan las dos cosas que vamos diciendo. En estos dos pechos decimos que el fructo ha de estar guardado. ¿Qué más puede estar que estar en los pechos de esta esposa, que los guardan dos torres y un monte, que están como castillos y fuertes contra el enemigo? Ven ahí el fructo subido, encumbrado y guardado; y por otra parte, está en los pechos, que están debajo de las torres, que está bajo. Que es decir que dende las torres se guardará el fructo de quien no convenga que lo coja, y se dará con facilidad al humilde. Y si las palabras del justo, tan necesarias para la edificación del prócximo, están subidas sobre esas torres, yo haré -dice el sposo- que tengan olor de manzanas: Et odor oris tui sicut malorum; que el manzano es árbor bajo y humilde, para que las que tuviere el justo lo sean para todos los que, con las condiciones requisitas, se quisieren aprovechar de ellas.

 

            13.       De manera que el fructo del justo ha de ser fácil y dificultoso de dar un alcance: dificultoso, por estar retirado y escondido; fácil, porque lo ha de dar Dios cogido; dificultoso, por muy guardado; fácil, por muy humilde y lleno de charidad, que por eso lo pone en los pechos, que es el asiento del amor. Y aun por significarnos estas dos cosas, comparó estos celestiales pechos a dos cosas muy diferentes entre sí: la una, a racimos; la otra, a dos cabritillos, hijos de cabra montés, que por estremo son ligeríssimos, que huyen y brincan en naciendo. Dando a entender cómo han de huir y retirarse a su tiempo; y que, si son racimos, fáciles de coger, y si son cabritos, dificultosos de alcanzar.


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[200r]




a  sigue las tach.



1 Sal 101,7.



2 Gén 49,12.



3 Sal 100,6.



4 Cf. Gén 29,23.



b ms. blaco



5 Cf. Sal 89,4.



c  sigue fieles tach.



d corr. de tienen; sigue mejo tach.



e  sigue lo p tach.



f  sigue otras tach.



g  sigue la tach.



6 Sal 17,12.



7 Sal 138,12.



h  sobre lín.



i   sigue de noche tach.



8 Sal 91,13.



j  corr.



k sigue q tach.



l   rep.



m sigue se tach.



n  sigue nec tach.



o sobre lín.



9 Cant 7,4-8.






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