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San Juan Bautista de la Concepción Obras I - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
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CAPITULO 3 - De algunos consejos y pareceres que los padres spirituales dan a estas almas y cuántas penas reciben cuando en sus consejos las burlan, prueban y tientan con rigores. Y cómo, en la poca quietud que alcanzan con las tales pruebas, se echa de ver el camino que en ellas lleva la voluntad de Dios
1. Es certíssimo he visto o leído muy pocas veces de padres spirituales que se hayan conformado con el spíritu extraordinario que sobreviene a un alma, pareciéndoles que es lo más seguro el andar por bajo y leer en la cartilla y tratar cosas que se palpan. Yo digo que eso es menos dificultoso, de menos trabajo y pesadumbre para el alma que camina y para quien la trata. Tanbién digo que quien no se aventura no ha ventura, y quien no enplea no gana, y quien no se moja no pesca. No digo yo que nadie tiente a Dios y busque (como dicen) pan de trastrigo; pero, si se lo dan, necio es quien no lo toma si algo le dan que coma. ¿Qué ha de hacer sino recebirlo, vivir con temor, con miedo y recelo y dar gracias a Dios y, en todo lo que fuere de su parte, tomar consejo y regirse por sus padres spirituales? Si en algunas cosas no se pudiere sujetar, porque, como dice san Pablo, el Spíritu y palabra de Dios no se puede ligar ni atar1, ¿qué ha de hacer? Si no puede resistir, déjese llevar, que, cuando sea el demonio, permitiéndolo Dios, no tendrá culpa, pues no la tuvo ena admitir el tal spíritu, y menos en resistirlob después. Y en todo lo que uno no es libre no tiene culpa. Procure de su parte que todo lo que hiciere sea sancto y bueno, conforme nuestra sancta fee y lo que la Iglesia enseña, que quien padece y trabaja es la persona que, por algunos secretos juicios de Dios, permite Su Majestad sea así vecxada.
2. [12v] Bien veo no hay trabajo igual ni mortificación que se llegue en este mundo a la soledad que un alma padece cuando no la entienden y, si la entienden, no se quieren conformar con ella, por lo que a ellos les parece. ¡Oh válame Dios del cielo! Señor, y cómo no sé yo que secretos son tuyos: que entienda un alma que es burla lo que le dicen y que la prueban con consejos contrarios; y que no debe hacer aquello, y que la verdad es lo que Dios la inspirac; y que, si al contrario la aconsejan, ve que es o por más no saber o, si saben, que se burlan; y si no se burlan la prueban; y que por otra parte la tenga Dios atada y sujetad a lase burlas del padre spiritual que escogió para lo obedecer. No sé, Dios mío, qué me diga cuando veo que, por aquel tiempo que a un alma le aconsejan en contrario, se pierdef lo que vos le inspiráis y que, con todo eso, cosa que tanto vale y cosa de que tanto se interesa lo sujetéis a las burlas y pruebas del padre spiritual, que sabe o no sabe. De esto no sé qué me diga. Podría ser, Señor mío, que vos gustéis de que las tales personas sean obedecidas de todas maneras y que, sujetándose un alma en las burlas, aprenda para cuando le sea fuerza sujetarse en las veras; y que en todas ocasiones sean respectados. Como el criado discreto: que tan bien obedece y respecta a su amo cuando se burlag como cuando trata con veras. Esa es la gentileza del buen caballo: que no sólo se sujeta al jinete en la carrera de inportancia, sino cuando con él hace paseos y continencias de burlas. Pues, como digo, en las burlas se apriende para las veras.
Verdad es que no hay mortificación que se llegue a la que un alma padece cuando veh obras de inmenso valor sujetas a burlas y detenidas porque al padre spiritual le parece hablar de talanquera. Todo esto permite Dios de parte del padre spiritual y quiere de parte del que obedece. Que, a trueco de mostrar la prompta obediencia de su siervo, se sufrei Dios y aguarda para otro tiempo la ejecución de la obra que Su Majestad pretende; que, en finj, como poderoso Dios, caminos tiene Su Majestad que nosotros no sabemos, por donde torna a enderezar lo que él pretende2.
3. Entre las penas que un alma sancta tiene en el cumplimiento de esta obediencia cuando conoce que su padre spiritual se engaña o se burla o la prueba, cuando con la tal obediencia ve en sí detenidas obras de grande valork, una es que quiere y no quiere. Quiere obedecer y se sujetar y, por otra parte, hace uno y millares de acometimientosl y muestra reverterse. Por lo contrario, [13r] la voluntad de Dios y el deseo que esta alma tiene de hacerla, hace unos acometimientos detenidos y acobardados por no ir contra la obediencia. Habla, dice, trata, procura otros caminos extraordinariosm por donde, sin desobedecer, ella pueda cumplir lo que Dios quiere. Lo cual era bastante para que su padre spiritual entendiera [que] aquella voluntad que tiene aquel alma en la ejecución de lo que pretende no es suya, sino que le viene de fuera, porque, cuando es suya, del todo y de una vez queda rendida y sujeta; y, como fue sólo voluntad humana, agotáronsela presto y quedó sin ella, diciéndole que no debe hacer aquello. Pero cuando después de estos consejos y pareceres no queda quieta ni sosegada, sino que, como digo, queda como forzada, deseosa de hallar otros portillos por do salirse a hacer sus tareas, debe juzgarse que viene de otra parte aquella preñez de voluntad y que es imposible detenerla. Y si por un rato queda sujeta, para que esta alma no padezca tanto, le busca Dios caminos por donde ejecute y ponga por obra sus deseos.
Si una vasija que se vierte por estar muy llena le sacasen algo del licuor que tiene, fácil era ver si el verterse y salirse le provenía de afuera o de adentro. Porque si el desmenguarla fue causa de que no se tornase a verter, no era necesario saber más; pero si, después de la haber desmenguado, torna a verterse una y otra vez, será necesario o no cansarse o, si quieren que no se vierta, acudir a losn manantiales y, si no se pueden tapar, hacer acequias y dejar correro las cosas. Que no es posible poner puertas al campo, porque si por una parte tapiáredes, por otra queda descubierto. Y siendo Dios flor del campo, no será posible taparle sus pensamientos y sus intentos.
4. Otra notable mortificación recibe esta alma en esta ocasión cuando ve aguardar a Dios sujeto al parecer y burlas del padre spiritual que detiene, en esta alma de quien vamos hablando, los intentos de Dios. Y es que quisiera ella así, con unos primeros movimientos y sancto celo que tiene del cumplimiento de la voluntad de Dios, quisiera que Dios se enojara luego, no con enojo que fuera castigo, sino que le diera a entender al tal maestro y padre espiritual qué mal andaba, cómo erraba en aquellos pareceres; que le reprehendiera y diera a entender su ignorancia en semejante negocio.
5. Parece que, en alguna manera, [13v] esta alma recibe pena de la paciencia y sufrimiento de Dios y de las largas que se dan a sus obras por aquellos caminos. Verdad es que esta pena destep detenimiento tanbién le nace de lo que le hacen a ella aguardar, como dicen, cargada y con el cumplimiento de la voluntad de Dios a cuestas. Lo cual en algunas personas no es pura y mera especulación, sino peso sensible; y si no lo siente el cuerpo, siéntelo el alma. Y no sabe decir lo que es, porque no es peso material ni trabajo corporal, sino una pena interior que le parece que pesa más que un mundo. Y es pena que, aunque es verdad que por algún rato se disimula y olvida (que así lo debe Dios de querer, siquiera para que esta alma resuelle por un rato), luego torna con tanta fuerza y violencia que, no sintiéndola venir de fuera, sino que se la halló dentro de casa, echó de ver que se debiera por aquel rato la tal pena quedar adormida, o que la fuente donde nace está en casa. Y que, así como la fuente que un rato para, después viene a correr con más fuerza, de esa misma suerte, si en esta alma por algún rato no corrieron estas penas que se causaban del deseoq que tenía de que se cumpliese la voluntad de Dios, luego tornan a correr con tanta fuerza que parece se quieren desquitar de lo que han dormido; como el chiquillo llorón: que si un rato calla es para tornar a llorar con más fuerza.
Pues digo que, quedándose esta alma siempre cargada con la pena que tiene hasta ver puesta en obra la voluntad de Dios, cuando ve que Dios sufre las burlas del padre espiritual, las pruebas que le hacen, y que Dios es de tan larga espera, paciencia y sufrimiento, recibe dentro de sí una pena grandíssima, porque naturalmente desea deponer la carga que tiene a cuestas, y sobrenaturalmente desea se haga lo que Dios quiere. Es inposible que un hombre que sabe que se ha de hacer una cosa, viéndola regatear por mill partes, deje de recebir pena de ver aquellas largas y dilaciones. Sabe Cristo que Judas le ha de vender y está el Hijo de Dios cargado con los cuidados que su Padre puso sobre él y el cumplimiento de la voluntad divina -que todo ello pesaba más que pesa todo lo que puede tener peso-, y dice a Judas: Quod facis, fac citius3; lo que r hacess, date priesa a hacerlot. Porque de la priesa del entriego que Judas habíe de hacer de Cristo [14r] se seguía el cumplimiento de los deseos y voluntad divina: que Cristo tenía que morir por el hombre4.
¡Oh válame Dios, y cómo en nosotros se echa de ver lo poco que ha arraigado la voluntad de Dios y los deseos de servirle y cumplimiento de su ley y preceptos! En la poca priesa que nos damos se echa de ver, en la poca pena que recebimos cuando nos vemos estorbados. ¡Oh Señor, seas tú por todas tus cosas bendito mill veces! Si tú no fueras tan sancto, tan bueno y tan sufrido, no aguardaras tú tantas largasu en los hombres, los cuales no sienten la dilación de tus obras, antes se huelganv cuando hallan ocasiones que las detienen por quedar ellos más desenbarazados de la voluntad divina y más libres paraw hacer la suya y, como gente horra, hacer sus antojos y pareceres. Pero [no así] el que de veras te ama, aquél a quien tú con verdad encargas el cumplimiento de tu voluntad. Como a tus apóstolos y discípulos, que corrieron con grande priesax por todo el mundo sin hallar en nada estorbo, que para ellos lo fuese de veras, que no lo pasasen, aunque fuese dejando en él la honra, la salud o la vida. En fin, fueron saetas despedidas de la mano del poderoso5, que ellas han de pasar, aunque del camino salgan desplumadas, quebradas y despedazadas, aunque Bartolomé se deje el pellejo, Pablo la cabeza y los demás derramen su sangre.
6. ¡Oh Señor, Dios mío! Pues eres sancto y amoroso y deseas nuestro bien, y conoces nuestra flaqueza, danos ánimo para desestorbar tus obras y desabarrancar el carro que carreteros pocoy cursados guiaron por pasos no conocidos. Da, Señor, fortaleza a los que tú encargas tus obras para que, como siervos verdaderos que sólo deben desear el cumplimiento de tu voluntad, entren, si fuere necesario, en el lodo y en elz cieno y, enlodando su honra y salud, si menos no fuere posible, desatollen y saquen el carro detenido y parado, para que corra y vuele, como el que vido el sancto propheta Eczequiel, que no paró hastaa el firmamento, dondeb le dieron sónito para que amainasen las velas los animales que con él volaban6. ¡Oh válame Dios del cielo, y qué de yerros se hacen en cosas grandes por encomendarlasc Dios a gente melindrosa!
7. Lástima sería si haciendo carretero a un galán, por no ensuciar su vestido, [14v] dejase ahogar las mulas y perder el carro en el atolladero. Que veo, Señor Dios míod, de personas en tu Iglesia mano sobre mano, sin hacer enpleos divinos y soberanos, con sólo decir: ¿Quién me mete en eso?, no es de mi officio, no es de mi estado; quiriendo ellos, para vivir más a sus anchuras, apocar y coartar sus obligaciones. ¡Qué de ellos veo que en muchas ocasiones no quieren hablar, obligándoles a ello la conciencia, porque no los tengan por entremetidos, por soberbios y ambiciosos! No es dificultoso de entender la obligación que cada uno tiene y el saber si quien le detiene y estorba los pasos es el amor propio y propio interés, o conservar su honrilla, o el que no digan, o el caer de la opinión buena que piensa que tiene. Porque, en puniendo los ojos en eso, poco ha menester para detenerse y decir que no es de su officio, o escusarse, aunque sean con las scusas que dieron los otros a quien envió a convidar ele padre de familias. Desatino grande el decir uno que iba a probar un par de bueyes que habíe comprado. ¡Dejáralo para otro día, y más que el día que hacíe el convite y cena grande aquel grande padre sin falta fue día de fiesta, y la fiesta mejor enpleada estaba en un convite y cena que no en ir a arar con bueyes! Y el otro que fue a ver su villa, ¡dejáralo para otro día, que allí la habíe de hallar, y las cenas y los convites no son para cuando uno quiere, sino para cuando lo convidan y está aderezado!7
Nadie se escuse de hacer la voluntad de Dios, que si en su cumplimiento perdiere uno la honra, Dios se la dará por otra parte; si perdiere la salud, en la muerte tiene Dios puesta la vida8. Y más, que no sé yo por qué un hombre ha de guardar su salud y honra a costa del cumplimiento de la voluntad de Dios, pues nada tengo yo que sea mío y que Dios no me lo haya dado para que lo emplee en lo que él fuere servido. Y esté un alma cierta que en los tratos que tuviere con Dios nada le consentirá Su Majestad perderf. Y si alguna vez le parece que pierde, no pierde, sino trueca por cosa mejor: lo temporal por lo eterno, y lo corporal [15r] por spiritual. Y puesto caso que los truecos que hace Dios los hace por nuestro interés y no por el suyo, bien se deja entender no nos ha de engañar. Y si engaño se puede decir quitarnos lo que poco vale, a que como ignorantes estamos aficionados, para darnos lo que es de estima, eso hace. Y pues tratamos con un Dios tan fiel, bien es que en sus obras y execución de su voluntad procedamos sin miedo y con osadía, sin temor y con ánimo, venga lo que viniere, piérdase lo que se perdiere.
8. ¡Oh Señor mío! Pues eres sapientíssimo y yo lleno de ignorancias, dame que yo ponga los ojos en los fines de tus obras. Que como los principios y medios están en hombres flacos, viendo en ellos faltas y quiebras, muchas veces eso me detiene, pareciéndome que de medios así algo desconcertados no saldrán los fines tan gloriosos como se deben a tu bondad infinita, consideración que en mí muchas veces causa tibieza y flojedad. Haz tú, Señor, que yo entienda que no es causa suficiente el sobresembrar cizania el hombre enemigo para que deje de pasar adelante la simencera del buen padre de familias9, como no fue causa el quebrarse tantos arcaduces como se quebraron en tu linaje y abalorio cuando tus misericordias descendían a hacer bien a los hombres por tantos reyes y patriarcas como hubo peccadores, sino que, pasando esas quiebras tu poder, llegó tu misericordia a que los hombres te gozasen hombre. Dame, Señor, un ánimo y celo de un Moisés, que cuando ve que tú quieres acabar con el pueblo que le encomendaste, viendo que en su fin y muerte fenecían tus promesas que habíes dado al sancto Abrahán de que habíes de descender de su linaje10, se pone contigo y con osadía te replicag y con ánimo detiene tu pecho airado para que los perdones11. Dame, Señor, el acierto de las lágrimas de Ezequías, que viendo que muere sin hijos y en él paradas tus promesas, lo siente y con amargura llora hasta que tú, Señor, le concedes vida y en ellah le das hijoi12. ¡Oh, qué grande desengaño de sanctos, que no tanto se entristecen por sus faltas y por las culpas de sus pueblos, cuanto por la honra de Dios [15v] y el cumplimiento de sus palabras! Bien pudieran estos sanctos, viendo aquellos peccados que vido Moisés en su pueblo13 y los que pudo considerar Eczechías14, entristecerse y amohinarse y echarlo todo a trece, y decir: Pues los hombres no merecen el bien que les ofreces y les prometes, acaba con ellos, que poderoso eres, Señor, para dispertar otro pueblo y de piedras hacer hijos de Abrahán15. Pero no hacen eso por haberles Dios dado una celestial sabiduría, con la cual, si en los medios que estaban puestos en los hombres habíe faltas, los fines serían gloriosos, pues todos habíen de parar en la virtud y excelencia de la Virgen, en Joseph, su esposo, y en Jesús, Dios y hombre.
Este desengaño ha de pedir con grandes veras a Dios la persona a quien Dios ocupare en alguna cosa común: que le dé sufrimiento para llevar los inconvenientes que en el camino topare, aguardando los fines gloriosos que Su Majestad tiene en su mano. Y, si no, díganme: ¿a cuántos padres sufre Dios porque sabe que de ellos o de su linaje ha de nacer un hijo bueno, y no quiere perder la rosa de mayo por no sufrir las spinas que tiene elj rosal en el invierno? Todo esto debe hacer con cuidado el alma que desea los últimos fines de lo que Dios pretende en ella y, junto con eso, pedirle a Su Majestad dé luz a sus padres spirituales para que con presteza le aconsejenk lo que más conviene. Y si padecieron tinieblas y por ellas esta alma fuere detenida, no desmaye, tenga ánimo, aguarde, que para Dios nada es tarde; y si para ella le parece que lo es, él vendrá, que no se descuida, y dará colmado lo que promete, lo que debe y lo que el alma esperó, que será una gracia muy colmada y gloria después, etc.
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1 2 Tim 2,9. a sigue re tach. b sobre lín. c corr. de inspiran d corr. de sujetas e sigue síl. tach. f corr. de pierden g se burla corr. de le obedece h sigue sujer tach. i corr. de subre j corr. de bin 2 Cf. Is 55,8-9. k sigue tra tach. l sigue por otra parte donde tach. m corr. de estraordinarios n corr. de la; sigue parte tach. o corr. de correz p corr. de y este q sigue del tach. 3 Jn 13,27. r sigue as de tach. s corr. de hacer t sobre lín. 4 Cf. Mt 26,54-56; Lc 24,25-27. u corr. de lasgas v corr. de guelgan w corr. de lara x sigue con tach. 5 Cf. Sal 126,4. y corr. de pocos z sigue ciel tach. a corr. de halla b sigue de tach. 6 Cf. Ez 1,4ss. c sigue a tach. d corr. de míos e sigue otro tach. 7 Cf. Lc 14,16-20. 8 Cf. Mt 16,25. f corr. de perber 9 Cf. Mt 13,24-30. 10 Cf. Gén 12,1-3; 15,1-6; 17,1-8. g corr. de reblica 11 Cf. Ex 32,1ss.; Deut 9,7ss. h sigue descendiente tach. i le das hijo sobre lín. 12 Cf. 2 Re 20,1-6; 2 Crón 32,24; Is 38,1-6. 13 Cf. Ex 17,2-7.; 32,1-35. 14 Cf. 2 Re 18,14-19,7. 15 Cf. Mt 3,9. j sigue so tach. k le aconsejen sobre lín. |
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