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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • ALGUNAS PENAS DEL JUSTO EN EL CAMINO DE LA PERFECCION
      • CAPITULO 30 - De algunas condiciones que se requieren para el que ha de ser verdadero padre spiritual y maestro de novicios
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CAPITULO 30 - De algunas condiciones que se requieren para el que ha de ser verdadero padre spiritual y maestro de noviciosa

 

            1.         ¡Oh, buen Dios de mi vida, y qué de almas hay perdidas, desmedradas y desaprovechadas por las pruebas, engaños, ignorancias y poco saber de los padres spirituales! Siempre clamaré esto y, metido de debajo la tierra, daré estas voces y publicaré esta doctrina.

 

            Yo no trato ahora de maestros ordinarios, que cumplen su officio con mandar que se guarden los diez mandamientos, que vayan los religiosos al coro y al refectorio con puntualidad, que anden bien compuestos, que hablen con modestia y mesura. Eso cualquierb buen hombre lo sabe y lo enseña. Y un maestro, aunque sea de palo, persuade a sus discípulos y castiga lo contrario. Trato de padres spirituales que guían y se hacen maestros en el camino de la soledad y en la nube obscura. Que en esta ocasión, siendo hombresc que del saber no tienen sino presunción, más son ciegos que guían a ciegos para caer los unos y los otros en el hoyo. Ojalá advirtiesen lo que le costó a Dios guiar su pueblo por el desierto y en la noche obscura.

 

            Que, con llevar a Moisés y a Arón, su hermano1, el mismo Dios los acompañaba y daba una nube obscura de día, y de noche una


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columna de fuego que los encaminase2. Y un día, porque les dijo que les quería dar un ángel que se fuese con ellos, en quien quería poner el officio de guía, lloró todo el pueblo y hizo grande sentimiento, porque les daban un ángel que los guiase en camino y pasos tan dificultosos3. ¡Y quiere acá un religioso que aún no ha andado una jornada por la soledad de la vida perfecta hacerse guía de muchos años y de muchos discípulos sin ser ángel, ni aun quizá tan perfecto como debe serlo en la razón y discurso! Que si ésa tuviese tan llena como debe, con ésa taparía muchos agujeros y desharía muchos yerros.

 

            2.         No carece de misterio el darles Dios guía a los hebreos de nube en el día y de columna de fuego a la noche. Que en eso parece descubrió algunas de las muchas propiedades que [256v] debe tener el padre spiritual y maestro de novicios.

 

            Tiene en sí encerradas la nube tantos provechos y buenas propiedades que me parece era para sólo descubrir eso tomarlo en este capítulo por principal asunto. La nube riega y fertiliza la tierra, hace sombra, templa y mitiga el calor del sol, es ligera, vuela al paso que sopla el viento. Todo esto debe tener el padre spiritual con el discípulo: que cuando más seco, más estéril, ha de acudir a lo regar y fertilizar con el agua de la doctrina, la cual ha de ser como agua de nube, que cai poco a poco sparcida y, cuando es necesario, a turbiones; no como el agua del cántaro que se derramase, que de una vez cairíe toda juntad, no dejando nada para otro día.

 

            No es esto lo de menos consideración a los tales padres espirituales: saber administrar la doctrina y no verterla sin orden y sin concierto, no dejando nada para otro día, como yo he visto a algunos que, porque tuvieron en su papel capítulo para aquel día, pensaron ahogar a los pobres súbditos, sin saber dónde irían otro día a buscar agua que derramar.

 

            Cuando llueve menudo, a espacio y poco a poco, dice el labrador que entonces se cala la tierra y se hace buena simencera. Debe el padre spiritual enseñar a sus discípulos con grande cordura, moderación y discreción, hoy un poquito y mañana otro poco, como si lo hubieran de decorar, mascar y digerir, que con eso fertilizarán y fecundarán suse discípulos; hanles de ser nube que les hagan sombra en la tribulación, trabajo y tentación, consolándolos, alentándolos y refrigerándolos.

 

            Es la nube ligera. Que no han de ser pesados, molestos, tardos ni detenidos con sus discípulos, de suerte que piensen han de ser como la gallina que enpollaf los güevos, que para sólo comer se levanta de encima de ellos.

 

            La nube vuela encima de nosotros cargada de agua. Y ansí han de ser los padres spirituales: que han de volar encima de los súbditos. No han de ser como cántaros de aguadores, que es necesario un borrico


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para llevarlos. Hay padres spirituales y maestros de novicios tan pesados con sus doctrinas y capítulos que siete borricos no los sufrirán, que son peores que mano pesada de barbero, que sin cortar pelo con la navaja, con la mano tienen ya agrumada la cabeza del que afeitan. Qui sunt isti qui ut nubes volitant super nos?, dice [257r] Esaías4. Como nubes y como buenos maestros, vido en spíritu a los discípulos de Cristo que andaban predicando por el mundo sobre los oyentes.

 

            3.         Decíamos más: que la nube camina según el viento corre y le hace, de suerte que, si ábrego y apacible, llueve; si cierzo, nieva y graniza; si solano, ventisca. Quiero decir que el padre spiritual sólo se ha de mover a enseñar sus discípulos con viento y aire del Spíritu Sancto, con consulta de Dios, con preparación en la oración y en el recogimiento, que desta manera lloverá cual conviene. Y si se mueve por su antojo, por su parecer, por su presunción o cólera, nevará y granizará o hará ventisqueros con que desaproveche y destruiga los sembrados y virtudes que sus novicios y discípulos han aprendido.

 

            4.         Dice más: que esta nubeg guiaba de día al pueblo de Israel, dando a entender cómo la doctrina y enseñanza se ha de hacer en públicoh, en comunidad, de día y de suerte que todos la vean y gocen; y no de noche, a scondidas, a solas y en particular.

 

            5.         Dice más: que de noche guiaba columna de fuego, dando a entender que el prelado ha de ser columna fuerte y firmamento de la verdad, como dice san Pablo de la Iglesia: que es columna et firmamentum veritatis5; tan fuerte que sobre él se carguen verdades. Que pues los maestros y padres de novicios son parte de esta Iglesia, y no la menor, deben asemejarse en esa fortaleza y en sustentar sobre sí verdades; y no siendo columnas, que antes se pueden llamar horcones de pajares o estacas de casas retamizas, no sufriendo ni sustentando sobre sí más que cosas de entretenimiento y cumplimiento. Ha de ser columna que esté derecha a todas partes y no más inclinada a este novicio que a aquél, porque toda la fortaleza que la columna tiene le viene de estar derecha y a plomo; y el día que se inclina o desploma, ese día va todo perdido. Ha de ser el maestro columna a quien se arrime el súbdito flaco y lo pueda fortalecer. Y hasei de advertir que esta columna era de fuego, dando a entender que este arrimo no ha de ser corporal, sino spiritual, dándole luz en las tinieblas y calor en el frío y en las heladas.

 

            6.         Esta nube y esta columnaj visible que acompañaba a los hijos de Israel era señal de cómo Dios invisible iba con ellos. Lo propio ha de tener el maestro y padre de novicios: que si es hombre lo que por de fuera se ve, ha de ser Dios en la doctrina, en la sciencia, [257v] en el amor y en la charidad que hubiere de tener con los que a su cargo tiene.


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            Pues infiero yo de aquí: si el padre spiritual no es nube ni columna, no es ángel ni Dios, ¿cómo quiere ser maestro? ¿Cómo quiere enseñar?

 

            7.         No quiero yo ahora apurar tanto las cosas que digamos ha de ser sancto y que procure estar siempre en gracia y amistad de Dios, aunque eso era parte muy principal. Pero como eso apela sobre sí y las principales pérdidas, faltando la gracia, son las personas, a cuestas le cai y el mal suyo propio es; mire por sí. No trato ahora sino en orden a los que enseña. Y digo que si, por permisión de Dios y por culpa suya, Dios lo hubiere dejado caer en algunas culpas, que por lo menos procure tener aquello con que ha de aprovechar a sus hermanos, que es la sciencia, doctrina, exemplo, palabras y obras públicas, para que, ya que es destruidor de sí, no desedifique y desbarate el edificio de los demás. Quiero decir que si un edificio se cai estando solo y apartado, el daño fue propio del mismo edificio; pero si cayéndose da sobre otro, uno derriba a otro, y otro a su convecino con quien estaba trabado. Y son como puntos de calza de aguja: que como están eslabonados unos con otros, cortado uno van todos. Diferentek [es] el puncto que las mujeres llaman de cadeneta: que cada uno de por sí lo atan y añudan, de suerte que si uno se rompe, uno es el que se quiebra sólo, dejando los otros sanos y enteros. Así digo yo que los maestros tienen dos respectos: uno en orden a sí, otro en orden a sus discípulos. Si el maestro faltare, que sea en cosas que pertenecen a sí solos, de suerte que, por hacer ellos quiebras, no sean causa de que se desenlacen los súbditos que están a su cargo, porque si las quiebras y faltas fuesen en las cosas que pertenecen a su officio, es como edificio que da sobre otro, o como muralla que cayera sobre un flaco cantarillo.

 

            8.         Muchas y muy grandes son las partes que se requieren para un padre spiritual y para un maestro. Y ya dije arriba que yo no trataba de los maestros que sólo enseñan cosas exteriores, sino de aquéllos que interiormente guían, enseñan y aprovechan en el camino de la perfección, de aquellos que se deben hacer zahoríes penetrando los pensamientos, conociendo las calidades, advirtiendo las penas y aflicciones que a los tales siervos de Dios se les ofrecen. Deben tener ojos de lince, quitando estorbos invisibles, enseñando [258r] caminos no descubiertosl.

 

            El officio de zurujano es officio más fácil que el del médico. La razón es porque el zurujano tiene las llagas y enfermedades que cura exteriormente y por de fuera; y si es penetrante, con la tienta la escala. Pero el médico ha de conocer la enfermedad que ve y la que no ve. Y esto ha de tener el padre y maestro que en las religiones reformadas se ha encargado de gente que no sólo pretende aprovechar en lo visible, sino también en lo invisible: que ha de ser médico y padre de lo que por de fuera conoce y de lo que adentro no ve. Todo lo ha de penetrar y para todo ha de tener ciencia y conocimiento. Por eso los comparó


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Cristo a la sal6, que salando y para penetrar las carnes que ha de preservar de corrupción, se deshace y se entram por en medio penetrándolasn. De esa suerte, el buen maestro se ha de deshacer para conocer lo más secreto e interior del discípulo que trata. ¿Y qué si se pudiera decir que, caminando un súbdito interiormente y yendo aprovechando, hallaba a su maestro en doctrina por doquiera que iba? Eso se habíe de hacer, que fuera un Dios secreto y escondido en la propia alma del justo, que allí le pudiera decir: no vais bien, o bien vais.

 

            9.         Alabo grandemente, particularmente entre frailes descalzos, las obras exteriores y el tiempo que los maestros gastan en enseñar y componer a sus discípulos con modestia y compostura sancta y grave. Lo que quiero decir es que eso vaya siempre enderezado y encaminado a lo interior y que haya tan grande correspondencia que lo exterior sólo sea señal y muestra de lo interior; porque si otra cosa fuese, sería como la novia a quien gastaban toda la mañana en componerla y hermosearla y, a la noche, quitándose sus alfileres y tocados, la hallaba su marido con ochenta enplastos en los muslos y llena de llagas y sarna, a quien nada le serviría entonces lo exterior. Así, las buenas madrinas lo primero deben curar las llagas, sanar lo secreto, que de la buena salud de adentro salen los buenos colores afuera.

 

            Cuando Cristo dijoo, despidiéndose de sus discípulos, que iba a aparejarles lugar y que bien sabían dónde iba y el camino que llevaba, respondióle sancto Thomás: Domine, nescimus quo vadis, et quomodo possumus viam scire?7 [258v] Debiera de tomar sancto Thomás las palabras materialmente, pareciéndole el camino era por los que tienen inventados los hombres, y así dijo: Señor, no sabemos dónde vas, y ¿cómo podemos saber el camino? Entonces respondió Cristo: Ego sum via, veritas el vita8; yo soy el camino, verdad y vida. Como si dijera: está muy engañado el que piensa que hay otro camino para donde yo voy, que es a mi Padre, sino yo mismo, que soy el camino verdadero para mi Padre, a quien nadie va, sino por mí.

 

            Ojalá entendiesen esto de veras los que enseñan y aprienden el camino de la perfección: que no es el camino que nos ha de llevar do pretendemos cosas exteriores, y que ese camino no es material, sino spiritual; y que no consiste lo principal de él en estas cosas exteriores, sino en las interiores. Bueno es bajar los ojos, juntar los pies, poner las manos debajo del scapulario; pero el camino verdadero es Cristo en el corazón, es el rendimiento de la propia voluntad, la conformidad con la divina. La negación de las cosas exteriores son como el valladar y las spinas con que un alma está cercada para que no decline a una ni a otra parte, sino que camine y se vaya derecha por ese camino que interiormente le está Dios descubriendo.


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            Acá solemos decir a un hombre que va a piep, cansado y sin saberq dónde va r y que preguntas por quien le lleve y le enseñe, le solemos decirt: poneos en este camino, que él os llevará. Y si ahí es burla, porque suele tener este camino material tantas vueltas y rodeos que muy de ordinario es más para perdernos y cansarnos que para enseñarnos y ayudarnos, pero en este camino spiritual de que vamos tratando es certíssimo y la misma verdad. Por eso Cristo dice que es camino, verdad y vida. Camino verdadero, porque el que en Cristo se pone acierta su viaje y va donde puede pretender y desear, sin que en ese camino haya yerro, engaño ni falsedad. Es también vida por ser camino fácil, camino [en] que él propio nos lleva a sus cuestas y en sus hombros para que en él no desfallezcamos. El es el que sube los valles y baja las cuestasu, quita las dificultades y deja el camino apacible para andarlo sin molestia ni enfado. ¡Oh, qué gran cosa es que los maestros enseñen este camino descalzamente, sin otros rodeos ni composturas! ¡Qué presto [259r] darían los discípulos donde desean! ¡Oh, si sus palabras y obras a esto sólo fuesen enderezadas, qué ganarían de tierra en breve! ¡Oh, padres spirituales y maestros de novicios, si cercenásedes otros rodeos y echásedes por este camino derecho, que es sinv rodeow, cuán sin pesadumbre se hallarían los discípulos en la cumbre de la perfección!

 

            10.       Aquí echarán de ver cuán errados andan los maestros que permiten o quieren que sus discípulos los amen y quieran, que los sirvan y regalen, que los acaricien y alaben. Como si ellos fueran el camino para la perfección, quieren de sus discípulos ser adorados y estimados y que, no habiendo otro fin en ir a su celda más de que sepan que le están rendidos, sujetos y que los estiman y reverencian por el officio que tienen y bien que les hacen, quieren que vayan cada día a ella tres o cuatro veces, como si fueran lanzaderas de texedor: que aun si tejieran, vaya, que algo hacían; pero, como tejen sin telar ni orden, las más veces que van los novicios con este fin, más creo que van a arrevolver o hacer maraña de la hebra y palabras que dicen, que a otra cosa.

 

            Miren, padres míos, que el camino por donde han de llevar a sus súbditos es sólo Cristo crucificado, que, aunque no quita el amor y respecto a sus maestros y padres spirituales, pero muchas veces sucede a un hombre echar por alguna sendilla con intento de entrarse en el camino real y después, o porque se halló bien, o porque su poco a poco se fue desviando del camino principal, vino a no tornar a él y quedarse de senda en sendax todo el día.

 

            ¡Oh buen Dios! Y qué de veces sucede, particularmente entre mujeres y padres de confesión, y entre discípulos y maestros, pareciéndoles que, porque Dios no contradice el amor y respecto entre los tales, que puedeny querersez, regalarse, aficionarse, de suerte que no siendo ellos


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el camino de la perfección, sino una triste sendilla, echando por ahí para con ese medio dar consigo más presto en Cristo, se vinieron a quedar en esa pobre y triste vereda, [259v] como si esos padres fueran cristos o dioses, y así los hacen fines de sus obras. Y es el caso que, su poco a poco y muy sin pensar, se vienen después a hallar tan lejos del fin y bien que pretenden, que debiendo a cabo de tanto tiempo estar con Cristo, quiera Su Majestad no estén con el diablo. Y nadie se espante diga esto, que ya hemos visto de junta de dos cosas buenas, por desordenarse, salir y producir un monstruo. Muy dificultoso es en el fuego dar el temple que cada cosa pide, el cual pasado, la tal cosa queda perdida, quemada o destemplada y para nada de provecho. Fácil es esto, no hay que poner exemplo. Pero adviertan las personas que su afición la ponen en cosas de la tierra que el amor es un fuego encendido, y de tala manera se puede en él abrasar una criatura que, siendo amor de criaturas, la deje para nada de provecho. Así, es bien que se cercenen estas sendillas y veredas y que luego, al principio, el padre de novicios dé con su discípulo en el camino real, cierto y verdadero; y no sólo lo cercene de cualquier estorbo y amor desordenado que con él pueda tener, pero que tanbién le quite y aparte de que no se aficione a otras brujerías, cosillas de poca consideración, que lo pueden divertir o detener el paso.




a  Capítulo-novicios al marg.



b sigue y tach.



c  ms. hombre



1 Cf. Ex 4,10-17.



2 Cf. Ex 13,21; 40,36-38.



3 Cf. Ex 23,24-33.



d corr. de punta



e  corr. de los



f  corr. de ensera



4 Is 60,8: "Qui sunt isti qui ut nubes volant et quasi columbae ad fenestras suas?".



g  sigue al tach.



h  ms. publo



5 1 Tim 3,15.



i   corr. de a de



j  sigue rep tach.



k al marg. pregunta



l   sigue por tach.



6 Cf. Mt 5,13.



m corr. de enptra



n  sobre lín.



o sigue a sancto Phelipe que él era el que tach.



7 Jn 14,5.



8 Jn 14,6.



p corr. de piet



q sigue a alguna parte tach.



r  dónde va sobre lín.



s  corr. de preguntando



t  sigue el c tach.



u  sigue y de tach.



v  sigue atajo tach.



w sobre lín.



x  sigue todos tach.



y  que pueden sobre lín.; sigue sobre lín. pueden tach.



z  corr.



a  corr. de tar






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