Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

IntraText CT - Texto

  • NOCHE DEL ESPIRITU EN EL ESTADO EXTATICO
      • CAPITULO 1 - De cuánto un alma se mortifica en este camino de la perfección cuando, ofreciéndosele alguna grande ocasión de padecer, la deja Dios en tinieblas y obscuridad interior y exterior para que de su parte nada haga, sino sufrir y tener paciencia. Del gozo que muestran tener los demonios en esta ocasión pareciéndoles que, pues esta alma padece ya tan a solas, que Dios la ha dejado
Anterior - Siguiente

Pulse aquí para activar los vínculos a las concordancias

- 1047 -


CAPITULO 1a - De cuánto un alma se mortifica en este camino de la perfección cuando, ofreciéndosele alguna grande ocasión de padecer, la deja Dios en tinieblas y obscuridad interior y exterior para que de su parte nada haga, sino sufrir y tener paciencia. Del gozo que muestran tener los demonios en esta ocasión pareciéndoles que, pues esta alma padece ya tan a solas, que Dios la ha dejado

 

            1.         Otrab mortificación se le ofrece a el siervo de Dios en este viaxe y camino de la perfección, y no pequeña, que es cuando Dios quiera que padezca una grande tribulatión para más purificarlo: quitarle totalmente la luz que tiene, así de las cosas secretas como de las públicas, digo de lo interior y exterior, dexándolo a escuras para que no se menee ni sepa hacia dónde ha de echar en la tal tribulatión, sino que esté quedo a los golpes que le diere, no perdiéndose alguno respecto de que los que hieren, saben y ven; y el que recibe está atado y ligado por el tiempo que es la voluntad de Dios para recibir las tales penas. No es de pequeña consideratión el asiento que hizo Job en el muladar, teniéndolo Dios allí como atado, sin haberle dexado recurso de casas, hijos o hacienda. Allí era donde sufría los golpes hasta de sus propios amigos sin volver a ninguno el rostro. A el cual le fuera de grande alivio mudar sitio y lugar siquiera para divertirse, sino que allí había de estar atado haciendo rostro a todas las tribulationes. Santa Angela de Fulgino dice que llegó a estado que si la quisieran hacer tajadicas y otros mil males, ninguno contradijera1.

 

            Ya se sabe que la discreta huida en la guerra es la mitad del reparo, la mitad de la defensa y victoria, porque tanto inporta algunas veces la prudente huida como el discreto acometimiento. Y como en el caso presente en que el justo padece, quien tiene la victoria es el malo y el que persigue, quiérele Dios quitar a el justo esa parte de victoria haciéndole esté firme y a pie quedo recibiendo el golpe. ¿Quién no mira a Cristo en su pasión: el no hablar, el no responder, el no huir? Antes, atado en una columna y enclavado en una cruz, sufre azotes e ignominias tan a solas y tan de en lleno que por entonces le dexó el Padre sin acudirle con el socorro ordinario.

 

            2.         Es grandíssimo bien y socorro para el justo, cuando padece, la luz con que Dios le ayuda, así trayéndole a la memoria su pasión, como los provechosc que están encerrados en las tribulationes. Que, en fin, no se siente tanto el trabaxo de partir una nuez cuando se sabe


- 1048 -


que dentro tiene aquellos cascos; pero el que no lo supiese era como quebrarse los dientes deshaciendo un guijarro entre ellos. Sirve tanbién esta luz de que el alma con ella toma los trabaxos y los entra allá dentro, los deshace, amasa y guisa de suerte que ella mejor los pueda llevar. En fin, como el alma es honda, en ella caben grandes cosas. Pero cuando falta esta luz quédanse todos esos trabaxos por de fuera y agruman2 a un hombre de suerte que no tiene sino echarse en el suelo y aguardar a que pase el torbellino y que se pase la carrera.

 

            Esta luz, demás que la principal es la que Dios da a un alma, es de mucha consideratión la que dan los amigos a el afligido [49v] y atribulado. Y, por hacer un officio tan alto y tan parecido a el que Dios hace con un alma, lo estima Dios en mucho. Y lo reprehendió en los amigos de Job porque no le acudieron con esa luz, echando por otra parte en sus consejos y palabras, de suerte que, aunque dixeron altíssimas sentencias, fueron reprehendidos y fueran castigados si Job no rogara por ellos3. Así como a el mal enfermero que, alunbrando para hacer una sangría en el brazo, se fuese con la vela a el tobillo: luz es, pero no se aplica donde debe.

 

            3.         Todo es ordenatión del cielo y gusto de Dios ver padecer a su siervo, aunque sea con sus quexas y sentimientos, que con ésas se regala Dios y se le derrite el corazón para después acudir todo junto a su consuelo y ayuda. Del carbunco se dice que en la frente tiene aquella frente tan pesada que todos sabemos con ella da luz a el monte donde anda de noche; pero cuando siente ruido de los cazadores que lo van a coger, aprovechándose de la luz que da la piedra, tiene encima una capa de carne o ceja y échala encima y déxalos a escuras. De esta misma manera, cuando en casa del justo se oye ruido de trabaxos, a la luz que Su Majestad le ha dado en su entendimiento échale una capa, tápala y encúbrela no para que se libre, sino, a el revés, para que no huiga y más de en lleno le hallen los trabaxos y hagan más parecido a Cristo.

 

            Pero adviértase que en medio destas tinieblas y obscuridades está Dios dando unas señas y prendas ciertas que allí se está la luz, pero no para que se aproveche de ella entonces en su socorro y consuelo. Y esta muestra la hace Dios con tanta sutileza y certeza que sólo engendra la noticia cierta que el alma ha menester para saber que allí se está la luz y el dador della. Y esta presteza con que se muestra pasa de tal manera que el conocimiento que dexa no destruye la fe que se tiene de que no le ha quitado Dios la luz que en otras ocasiones le da. Y la junta destas dos cosas, fe y certidumbre de claridad que allí está esa luz, sólo Dios es el que las sabe juntar.

 

            Para mayor mérito de la tal alma la dexa en fe, y para mayor consuelo la dexa con una claridad abstraída de lo que en aquel instante pasó. Así como si por los agujeros de una linterna me mostrasen la


- 1049 -


luz, siendo éstos muy sutiles y en un instante se tapasen, sabrán que allí había luz por lo que se me mostró, pero como no la vemos es menester tener fe de que no se ha apagado. Como no nos aprovechamos de ella, hácenos dudar y temer no se haya muerto.

 

            4.         ¡Oh, válame Dios del cielo!, y quién supiera decir en el caso propuesto, en que digo que el alma padece en las tinieblas y obscuridades que en ella permite Dios para que más de en lleno le coxa la tribulatión, dos cosas que allí claras se conocen: el orgullo de sathanás, pareciéndole que ya allí le tienen atado a el justo para que no se le vaya y le huiga, porque, como él es cobarde y apocado, pocas veces se atreve a llegar a entrar en batalla y en canpo con el tald siervo de Dios; pero cuando ve que por otra parte padece, con el deseo que él tiene que todos sean enemigos de Dios, ya le parece que, pues tantas y tales penas vienen por su casa, que algo hay y que él tanbién puede acudir con la suya. Aun acá vemos, cuando uno está caído, que parece las piedras se levantan contra él, de donde se dixo el refrán que a moro muerto gran lanzada. Esto hace el demonio en el caso propuesto y es cierto sucede algunas veces esto, de suertee que casi se oyen o ven visajes del demonio ya de rabia con que desea herir, ya de gozo de parecerle llegó la suya. Con lo que aquí acude suele ser con palabras de desconfianza o desesperación; pero éstas quédanse por de fuera, de suerte que el hombre exterior muy como por de fuera dichas las percibe, no le entran de los dientes adentro para desconsolar el alma, pero quédanse donde penanf el cuerpo.

 

            5.         Estasg palabras con que el demonio en tal caso suele desconsolar y afligir, mucho hace para no descubrir él ser el autor de ellas, porque no le conozcan [50r] la treta para otra ocasión que más valga. Así, el tal nuestro adversario aguarda que el cuerpo esté medio adormido, ora sea con la pena que en la tal ocasión tiene, ora sea tomando algún alivio y descanso el cuerpo, cuando un hombre no pueda percebir bien si duerme o está dispierto, si habla él o le habla otro. Lo cual no debe afligir ni dar pena al tal siervo de Dios, hable quien hablare, que fácil es entender quién sea el autor de aquellas tramas y palabras dichas contra el poder, misericordia y bondad de Dios; que cuando el tal justo caído en penas estuviera caído en culpas, no cabía en Dios desampararlo de todo punto, cerrarle las puertas y faltarle en lo que él tiene prometido. Echanse también de ver ser del demonio porque jamás acaba de percebirlas con cierto y verdadero sentido, representándolas el demonio con dos caras, como si fueran de tornillo, por no ser cogido en mentira.

 

            6.         Bien veo que en tal ocasión no puede dejar de ser afligido y penado el que con sola la sombra del peccado y culpa es atormentado. Llévelo con paciencia, hágase la cruz en la frente y en el corazón, tome agua bendita4, esté atento, aguarde y escuche y verá que cerca, tras


- 1050 -


esas borrascas y alborotos, viene Dios en un silbo y marea suave, blanda y amorosa5, la cual si de todo no recrea y regala al cuerpo, porque todavía es voluntad de Dios que padezca, por lo menos satisface al alma; y aunque le parece esta noticia la percibe y le viene de lejos, cerca estáh Dios que es el que en parte, y no en todo, quiere aliviar, disimulando la cercanía que con el tal justo tiene. Porque si de veras el tal siervo de Dios conociese que allí estaba Dios ayudándole, ¿qué se le daría a él de todo el infierno junto y de todo el poder de los demonios? Su temor es no estéi élj sólo, no esté Dios lejos, el desconfiar de sí, el considerar sus peccados pasados, las asechanzas y tretas secretas de satanás; el hacer, como buen soldado, lo que debe; el no perder golpe y, finalmente, el saber que son varios los sucesos de la batalla. Pero nuestro gran Dios, padre y abogado nuestro fidelíssimo, muy cerquita está encubierto, gozando del torneo y de los encuentros trabados, como si fueran fiestas muy solenes, que sí lo sonk para Dios padecer el justo con paciencia, perseverar hasta el fin de la victoria, ver cómo el hombre desconfía de sí, cómo llama a su Dios con el corazón y le pide socorro.

 

            7.         En medio destos trabajos, suele Dios enviar un sueño con que se aduerme el alma, y aun todo el hombre, no como el sueño que decíamos denantes a quien el demonio tomaba por capa y sombra como en el letárgico, que habla mill disparates sin saber lo que dice, sino un sueño que, si duermel [50v] el hombre exterior, vela el interior, donde pone Dios unas palabras y celestiales sentencias con que en parte, como arriba decíamos, dejan al hombre aliviado.

 

            Como cuando acá vemos que en un día de niebla grande sale el sol y, no pudiendo vencer la niebla, andan a porfía despedazándose, la niebla recogiéndose en partes y por partes enviando el sol sus rayos. En el caso propuesto, en que el justo ha estado tan añeblado y tan lleno de obscuridad y penas, no quiere Dios del todo ablentarlas por no le quitar el mérito; pero por lo menos envía sus rayos que peleenm contra la niebla y obscuridad y que, por la parte que nosotros menos pensamos, alumbran nuestra alma y enseñan a nuestro corazón cuánto nos inporta y convenga padecer por este gran Señor.

 

            8.         De suerte es esto que, estando esta alma así adormida, le parece, no sabe si con la boca o allá dentro en el alma o en el entendimiento, se le juntan unas palabras y se le enlazan unas razones que, si quisiese después de dispierto o, por mejor decir, atento del todo, tornarlas de juntar, ni sabría ni podría; y si quisiese buscar otras como ellas en la Scritura, le parece le sería imposible, porque su saber no llega [a] aquello. Cuando el alma está confiriendo aquellas palabras o repitiendo las razones que allá Dios le puso, dándole Dios lugar para que tantico sobre ellas repare, él dice: esto yo no lo pensé ni lo estudié ni lo


- 1051 -


imaginé; esto es bueno, solas las palabras y su certeza parece que me consuelan, luego son de Dios, luego no está lejos, luego su voluntad es que padezca y tenga paciencia y sufrimiento, que sin ahora no se descubre del todo, tiempo vendrá en que salga el sol, se serene el tiempo y el alma goce de reposo y quietud, cuando se holgará y regucijará con la cosecha y despojos de tales sembrados, cuando vea muchos fructos libres de polvo y paja. Que, en fin, una tribulación todo eso lo ablienta y lleva, dejando en casa sólo el grano, que es deseo de más padecer por un Dios tan bueno que sabe a su tiempo hacer tranquilo y sosegado y que, si tiene una mano corta para herir, penar y afligir, otra tiene muy larga para sanar, consolar y premiar. Premios que, si aquí son de gracia scondidos en la fee, en la otra [vida] les corresponden otros de gloria, claros y manifiestos, adonde nos lleve Dios por quien él es.

[51r]    Jhs. Mª




a  ms. 17; al marg. tratado 2º



b lo que sigue, hasta finalizar el folio, de 2m.



1 Cf. Il libro della Beata Angela da Foligno, Memoriale, c.I, 2 (Cinisello Balsamo 1990) p.44.



c  corr.



2 Por abruman.



3 Cf. Job 42,7-10.



d sigue el tach.



e  de suerte sobre lín.



f  sigue en tach.



g  se vuelve a la letra del autor



4 Lo mismo recomienda santa Teresa, Vida, c.31.



5 Cf. 1 Re 19,12.



h  sigue a tach.



i   corr.



j  sobre lín.



k sigue síl. tach.



l   corr.



m corr. de beleen



n  corr. de así






Anterior - Siguiente

Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL