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San Juan Bautista de la Concepción Obras I - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
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INTRODUCCION
1. El texto que ahora presentamos sigue al anterior, La oración de petición, en el tomo I de los infolios del reformador trinitario. Entremedias hay cuatro folios en blanco, numerados erróneamente (75, 77, 79, 80). Por razón del contenido y de la sucesión de ideas, juntamos en uno dos breves escritos que el autor llama "tratados", aunque sin ponerles un título como encabezamiento: uno ocupa los folios 81r-88r, cuatro capítulos; el otro, los sucesivos, del 89v al 101v, seis capítulos. Nicolás de la Asunción, en sus Apuntes, los intituló respectivamente: Condiciones de buen gobierno y Errores en el gobierno y dirección de almas, sobre todo extáticas1. Nosotros unificamos esos conceptos en un epígrafe que nos parece el más acertado.
2. El santo reformador manifiesta un interés llamativo y una agudeza singular en relación con las mortificaciones indebidas que los prelados y los directores espirituales inexpertos ocasionan a sus súbditos y dirigidos. Y es duro y reiterativo en condenar los errores, harto frecuentes, que cometen.
Debajo se entrevé siempre la trama de su propia existencia. Atenazado por el temor a equivocarse y por el ansia de luz en cuestiones místicas, mendigó consejos a lo largo de todo su itinerario espiritual. La impericia de los consejeros le acarreó muchos sufrimientos interiores. En su propia persona y en su entorno, había palpado también el perjuicio espiritual y humano que ciertos superiores, por ignorancia o arrogancia, causaban a sus súbditos. Adquirió, por consiguiente, una sensibilidad particular para comprender a almas apenadas como la suya y el deseo de orientar, a maestros y discípulos, con reflexiones escritas.
3. La reflexión que tenemos delante se abre con una declaración emblemática: En estos tratados voy encareciendo "los yerros en los padres spirituales" y las "grandíssimas mortificaciones" que con ello causan a sus dirigidos; y "estoy cierto" que me quedo corto. Hay padres espirituales que, por ignorancia, creen que lo mejor para el alma es mortificarla constantemente en todas sus inclinaciones; y lo que hacen es descuartizarla, como el anatómico un cadáver, originándole penas inauditas y obstaculizándole el paso. Un reproche similar dirige luego a los superiores que, lejos de acomodarse a las necesidades de los súbditos, los utilizan a su capricho. Aplica su doctrina oportunamente a las dos categorías de personas.
Basado en el principio teológico tomista de que "la gracia no destruye sino perfecciona la naturaleza", el autor imparte sabias y actualísimas enseñanzas sobre la armonización de la dirección con el "natural" de cada dirigido. El superior y el director han de tener en cuenta cada humor (colérico, flemático, melancólico, sanguíneo), es decir, el estado psicológico, así como la situación social del sujeto, para impartirle las directrices correctivas y perfectivas que más le convengan. A ejemplo de Pablo, deben "hacerse todo a todos" (1 Cor 9,22) para servirlos mejor.
Con idéntica diligencia, siempre deseoso de socorrer a las almas atribuladas, nuestro autor trata de aleccionar a los súbditos y discípulos para que saquen provecho de su drama. El principio básico es que tales personas "ni hallan ni tienen otro consuelo si no es en Cristo y en su cruz" (cc.7-8). El remedio espiritual consiste en "acudir a Su Majestad a pedirle paciencia y les trueque el tal estado en otro que tenga más seguridad para entre los hombres, que es padecer por su amor" (c.9,2). Pero conviene también alimentar algo más el cuerpo "para cobrar fuerzas, para más y mejor servir a Dios, para granjear y ganar por otro camino" (c.9,5).
4. Aguzada su atención hacia los mencionados problemas, a nuestro Santo bastaba un episodio o un dicho nuevo -"algunas ocasiones que oigo o veo" (c.5,1)- para empuñar de nuevo la pluma. Es lo que le sucede en el caso presente. Expone en un capítulo los criterios a seguir en la mortificación de los novicios, porque "hame dicho un religioso que en algunas religiones reformadas" se mortifica a los novicios incluso en sus inclinaciones sobrenaturales (c.4,1). Luego, motivado por lo que "ayer oí decir de un religioso" (habiendo cesado sus éxtasis, algunos le creían menos perfecto que antes), agrega unas páginas sobre "el engaño que tienen estos padres que así juzgan y la mortificación" que los siervos de Dios padecen por tales juicios (c.5).
5. A falta de datos nuevos, a la redacción de estas páginas hay que atribuir las mismas circunstancias de lugar y tiempo ya anotadas para todo el tomo I manuscrito: hacia últimos de 1609 o primeros de 1610, probablemente en Salamanca.
ERRORES EN EL GOBIERNO Y EN LA DIRECCION DE ALMAS [f.81r] Jhs. Mªa
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1 Apuntes críticos al tomo I de las obras del beato Juan Bautista de la Concepción: ActaOSST IV/7 (1948) 11-13. a al marg. izq. Este puede ser otro tratado, 4; al marg. der. Joseph |
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