Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

IntraText CT - Texto

  • ERRORES EN EL GOBIERNO Y EN LA DIRECCION DE ALMAS
      • CAPITULO 9 - De lo que un alma debe hacer cuando de sus ejercicios interiores se viere distraída por obediencia y causas justas. Y de la grande mortificación que siente y obligación que tiene de acudirle al cuerpo con lo necesario para que cobre fuerzas de nuevo y pueda servir a Dios con más brío y ánimo
Anterior - Siguiente

Pulse aquí para activar los vínculos a las concordancias

- 1109 -


CAPITULO 9a - De lo que un alma debe hacer cuando de sus ejercicios interiores se viere distraída por obediencia y causas justas. Y de la grande mortificación que siente y obligación que tiene de acudirle al cuerpo con lo necesario para que cobre fuerzas de nuevob y pueda servir a Dios con más brío y ánimo

 

            1.         Volvámonos a nuestra plática de arriba, en que íbamos tratando de los muchos y varios modos que los hombres tienen para descomponer a un siervo de Dios en el camino de la perfección cuando el tal estado que la persona tiene no lo conocen o, si lo conocen, movidos de su pasión o envidia, o instigados del demonio, lo procuran deshacer y perturbar.

 

            2.         Ya hemos dicho en estos capítulos pasados un remedio que en tal caso tienen los tales siervos de Dios, que es acudir a Su Majestad a pedirle paciencia y les trueque el tal estado en otro que tenga más seguridad para entre los hombres, que es padecer por su amor. Parece éste es remedio meramente espiritual e interior y que hay obligación de saber lo que en tal caso podría hacer un alma exteriormente cuando no pudo reparar los daños que le vinieron en el estado de quietud que tenía cuando sus prelados, padres espirituales, o quien pudo, la hizo divertir y trocar en otra persona más exterior que interior. Porque


- 1110 -


quedarse entre dos aguas no es posible porque, como dicen, ni será carne ni pescado, ni será hombre interior ni exterior, ni bien podrá acudir a lo uno ni a lo otro. Ni hemos de decir que esta persona, a quien dispertaron al mejor sueño o le quitaron sus arrobos y descompusieron su persona, que se quede colgada del aire, sino que procure establecer un cierto y durable estado en su vida.

 

            3.         Y me parece que, si las ocasiones fueron grandes que antes de tiempo y de llegar al estado que deseaba la descompusieron y la dejaron de suerte que por aquel camino ya no puede ir adelante en su primer recogimiento, que procure cobrar fuerzas, comer y beber, pues con la flaqueza y abstinencias primeras no las tiene para volver sobre sí; gane tierra, no para quedarse en ella ni perpetuarse en la vida ordinaria, [97r] sin la cual no puede cobrar fuerzas y ánimo para tornar a coger vuelo. Así como el pájaro para volar y levantarse al cielo aéreo se abate en el suelo, estiende sus alas por la tierra y parece se quiere coser y meter en ella, de esa misma suerte procure el siervo de Dios tomar de la tierra todo lo que tuviere necesidad de comida y bebida para ganar cielo y levantarse con mayores veras al servicio de nuestro Señor.

 

            4.         El hacer lo contrario lo tengo por yerro muy grande y causa de andar siempre de pie quebrado, sin ser señores de acudir a lo interior ni exterior en cosa de provecho. Llano es que, si un hombre pretendió de un salto llegar a tal parte y no pudo por algún estorbo que le pusieron, que no es bien se dé por afrentado y desmayado, dejando el juego. Torne atrás, coja carrera y torne a saltarc, que, si acá decimos "a tres va la vencida", en la casa de Dios nadie se debe dar por vencido hasta la hora de la muerte; siempre, una y otra vez, puede probar hasta que salga con lo que pretende y desea. Que si, por algún secreto juicio de Dios, Su Majestad lo quiso humillar de suerte que él no vea ni conozca su aprovechamiento, cuando menos piensa, se verá tan adelantado que conozca sólo la poderosa mano de Dios ha andado de por medio haciendo en él aquel trueco y mudanza, según aquello que David dice: Haec mutacio dexterae Excelsi1.

 

            5.         En estas ocasiones y en otras que se podrían decir es cuando la necesidad le conpele a un religioso o siervo de Dios que coma algo más de lo que acostumbraba para cobrar fuerzas, para más y mejor servir a Dios, para granjear y ganar por otro camino lo que quizá gente inpertinente le han hecho perder con sus distracciones y ocasiones en que lo han puesto.

 

            En estas ocasiones es cuando, por dos dedos de pan que un siervo de Dios y varón penitente lo han visto comer de más, dicen que no se ve harto de pan. De suerte que sólo Dios puede a estos tales taparles la boca para que no murmuren de los tales religiosos. Pues, habiendo yo oído deste tal religioso que decían esto cuando no comía -que


- 1111 -


¿para qué se hacía hombre [97v] particular?; y porque no comía sino unas pocas de pasas cada día, decían que si le habían a él de andar comprando pasas que comiesed, que se fuese con Dios-, ahora que come por la ocasión dicha, dicen que no se ve harto de pan. Estos tales que así murmuran, ni tocan la dificultad ni saben en qué consiste el amar y servir a Dios con unas pocas de veras: que ni está en comer ni en no comer, que menos comen los demonios y no son sanctos; y otros lo fueron que comieron y dieron a sus cuerpos lo necesario. Y si por comer un poco de más pan un religioso no es bueno, harto trabajo corre a los obispos y grandes del mundo, gente que muy pocas veces pueden volver las spaldase al regalo y buena comida.

 

            6.         Y es certíssimo, cuando este tal religioso de quien vamos tratando se arrojó a satisfacerse de pan, fue pan con dolor2 y pan amasado con lágrimas3 y mezclado con ceniza de penitencia4, quizá por considerarse, cuando lo come, tan inperfecto y poco aprovechado que cada día y siempre tenga necesidad de un propio sustento y que su estómago sea tan executivo que tenga necesidad de pagarle cada día un propio tributo y censo, sin que un día sólo se quiera o sepa aguardar. De estos tales que ya han enpezado a gustar de Dios, por cualquier camino que sea, sé decir que poco les estorba el gusto del pan y comida, sino que antes los está mortificando, temiendo no hayan sido sus peccadosf causa de que Dios les haya trocado el gusto spiritual en temporal y corporal. Y harto lejos de ser verdadero religioso está el que de lo que palpa, toca, ve y gusta no sube con la consideración a lo que no ve y desea gustar, diciéndole a Dios una y mill veces en cualquier ocasión: ¡Oh, Señor mío y bien mío, quién pudiera, aunque fuera en este mundo y a grande costa suya, alcanzar a los ángeles en estar ya del todo desembarazado y libre destos tributos que pagamos al cuerpo! ¡Quién ya no tuviera necesidad de no comer ni beber, ni distraerse más con el ejercicio de estos sentidos, sino que todos ellos recogidos adentro, en la forma que mejor pudieran, ayudaran al alma a que sólo de ti gustara, que eres summo bien, hartas y satisfaces dejando siempre hambre! La cual hambre, aunque aflige hasta la posesión del bien que se desea, entretiene, suspende y como con unos divinos y soberanos engaños suspende Dios al alma su querida en un campo y desierto de soledad donde no tiene ni sabe qué buscar otra cosa más que a su Dios.

 

            7.         Seas tú, Dios mío, glorificado mill veces, que misericordia es tuya que [98r] el alma queg a ti sólo quiere y busca, no se deje morir de hambre como quien de eso no se acuerda en tiempo que quisiera tener mill potencias, y cada una tan dispuesta como la del más alto seraphín, para sólo amar a Dios. En esta ocasión, no sólo me parece no se debe murmurar de estas tales personas, sino alabarles su prudencia y providencia. Como la del padre de familias que, tiniendo cosas muy


- 1112 -


graves a que acudir, acude al reparo de las cosas más mínimas de su casa. Y como la que tenía aquella mujer fuerte de quien dice el Spíritu Sancto que digiti eius aprehenderunt fusum5; en quien me parece en esta ocasión es digno de considerar en qué pone el Spíritu Sancto la fortaleza de la mujer. Lo primero, dice que manum suam missit ad forcia6, que estendió su mano a cosas fuertes; y luego dice que sus dedos aprehendieron y tomaron el huso. Y va luego contando otras cosas al parecer de poco valor, como es acudir a vestir la gente de su casa, hacer lienzo y ropa que vender y cíngulos que daba y entregaba al cananeo, etc.; y finalmente dice que no comió el pan ociosamente7.

 

            8.         Lo que aquí hallo que notar es si, cuando dice el Spíritu Sancto que esta mujer fuerte estendió su mano a cosas fuertes, si lo que después dice es splicación de la fortaleza a que estendió la mano, o dejando esa fortaleza aparte fue contando luego otras semejantes, como eran tomar el huso en las manos, etc. Este lugar no tiene tantas letras cuantas explicaciones le dan cada día, que parece este lugar de la Scritura a una mujer fuerte que siempre pare hijos nuevos. Pero digo, al propósito queh vamos hablando, que lo que aquí quiso decir el Spíritu Sancto es que, siendo esta mujer fuerte en cosas muy graves y de grande consideración, con todo eso no olvidaba su officio y trato común de mujer, que es hilar y hacer los otros officios de casa que a los hombres parecen de poca consideración. Como acá solemos alabar a una reina o señora grande: que, no obstante que por ser reina podía holgar o divertirla la majestad y grandeza que tiene de otras cosas de poca consideración, es tan prudente y discreta que acude, como si no fuera reina, a hilar, coser o labrar y hacer cosas comunes al estado de mujer pobre. Y en esto parece quiso allí el Spíritu Sancto poner esta alabanza en esta mujer fuerte, la cual ocupándose en cosas de grandíssima consideración -que eso quiere decir missit manum suam ad forcia8-, no por eso olvidó el officio de los dedos, que es cosa de menos consideración, y de acudir a vestir sus criados. Y esto era de tal suerte que no comía pan estando ociosa, que es decir que no toda entera se entregaba a la comida, sino que, dándole al cuerpo lo que le debía, [98v] entretenía el alma con particulares consideraciones; y si en efecto comía, con el afecto alababa a Dios. Y no es pequeña fortaleza la que un alma tiene: en medio de sus acuerdos divinos y cuando toda ella está deseando a Dios, dar lugar a la prudencia a que acuda a las necesidades corporales. Y ésta es la alabanza que podremos decir del que es verdaderamente siervo de Dios: de que come de suerte que, pensando quizá el que de lejos mira que come por su gusto, quizá come comida que le es más mortificación y que acude a ese ejercicio como quien hace un acto de grandíssima fortaleza.


- 1113 -


 

            9.         A este propósito se me ofrece un lugar de los Cantares que me parece confirma muy bien lo que vamos diciendo. Un día deseaba mucho la esposa verse con su sposo y gozar de su presencia y compañía y de unos amores tan divinos y espirituales como entre los dos se trataban; y así le dijo: Indica michi, ubi pascas, ubi cubes in meridie, etc.9 Dice: Sposo mío, decidme dónde os hallaré yo recostado al mediodía comiendo y apacentándoos. Y puesto caso que estos amores eran tan spirituales, no deseaba la visita esta esposa de su esposo al mediodía para que le diese de comer y regalase el cuerpo, sino para que le entretuviese el alma, que ésa es la comida que Dios busca: entretenerse con un alma sancta, y en ella come y se recuesta. Y en esta petición también se echa de ver cuán olvidada estaba esta esposa y alma sancta de dar la comida necesaria a su cuerpo, pues, cuando se le ha de dar la comida y el reposo de mediodía, se olvida de sí propia, y acordándose de sólo su esposo en esta hora lo busca, desea y quiere para que le entretenga el alma.

 

            Veamos, pues, lo que el sposo le responde: O pulquerrima inter mulieres, si ignoras te, abi post vestigia gregumi tuorum, pasce edos tuos justa tabernacula pastorum. Equitatui meo asimilavi te.10 Si no te conoces, esposa mía, sal de ti y vuelve tus ojos tras las pisadas de tus ganados, apacienta tus cabritosj, porque te digo de verdad que eres semejante a la caballería ligera de Faraón. Que, a mi parecer y al propósito que vamos tratando, no fue otra cosa que decirle el sposo que aquella hora era debida para el cuerpo, para sustentar y pagar al ganado hambriento de casa lo que se le debe, para matar la hambre, darle sustento al stómago, sustancia a todas las partes del cuerpo, fortalecer la cabeza, cobrar fuerzas, que todo lo que hay en el hombre son manadas de cabritosk que balan y dan voces porque [99r] los acudan y den lo necesario. Y para que esta esposa eche de ver la necesidad que tiene de acudir a pagar estos tributos, le dice el esposo: Si ignoras te, o pulquerrima inter mulieres, si no conoces tu flaqueza y la necesidad que tienes de acudir a las cosas del cuerpo, egredere, et abi post vestigia gregum tuorum. Que fue decir: inclina la oreja, atiende a las voces y gritos que te da la gente que dentro de tu casa tienes, pues el calor natural que consume está pidiendo, como el fuego, leña, y el estómago lo propio, etc. O si no, digamos quiso decir que mirase las pissadas de sus ganados. Que fue decir que mirase cuán de mala gana trabajaba el cuerpo y los sentidos cuando flacos y muertos de hambre. Y luego dice que la compara y asemeja a la caballería de Faraón; que en esto no quiso hacer otra cosa más de facilitarla a lo que le persuadía, porque pudiera esta esposa, temerosa de perder tiempo y quedarse atrasada en las cosas que eran del servicio de nuestro Señor, escusarse del comer, beber y del acudir a éstas y otras necesidades. Y por eso, a esa réplica que le pudiera hacer la esposa, le responde


- 1114 -


el sposo diciendo: No repares, esposa mía, en detenerte y ocuparte en acudir al cuerpo a sus necesidades, que con mi gracia y amistad eres ligera como la caballería de Faraón; y después fácil te será, como si dijera, a tornar a ganar tierra, adelantarte en los officios y ejercicios meramente spirituales.

 

            10.       De aquí se verá cuánto padece un siervo de Dios acudiendo a las necesidades y cosas del cuerpo, a quien se ve obligado por muchas razones. Y demás de las dichas aquí y en otras partes, no es pequeña el sosegar y quietar el cuerpo para que después, en los ejercicios spirituales, dé lugar y deje libre al alma. Vemos, cuando a alguna persona se le come alguna parte del cuerpo de cáncer o de alguna cosa mala, que le ponen allí carne de fuera, como un pedazo de carnero o de vaca para que, comiendo aquello, no coma la carne de la propia persona. De esa misma suerte, cuando al estómago no se le da lo necesario, ha de buscar qué comer, aunque sea a sí propio gastándose y consumiéndose y haciendo mal y daño en cosas que después muy sin pensar el hombre lo echa menos. Y aun podría tambiénl haber querido el sposo decir esto propio a su esposa en las palabras arriba referidas, como si le dijera: no debes de conocer, esposa mía, la gente de tu casa, pues al mediodía me buscas, cuando todos tus sentidos y partes de tu cuerpo han de dar gritos y voces a que les des lo necesario y el mantenimiento acostumbrado; apacienta tu ganado cercam de los [99v] tabernáculos de los pastores, que es como en los mesones o casas donde eso se vende y se da, que después es fácil el buscarme; que bien es vengas desembarazada de todas las cosas de afuera y, como acá se dice, por dar paja y cebada, no se pierde jornada.




a  ms. 33



b sigue para tach.



c  corr. de saltal



1 Sal 76,11.



d sigue o tach.



e  sigue car tach.



2 Cf. Sal 126,2.



3 Cf. Sal 79,6.



4 Cf. Sal 101,10.



f  sigue q tach.



g  sigue así t tach.



5 Prov 31,19.



6 Ibid.



7 Cf. Prov 31,21-27.



h  sigue más tach.



8 Prov 31,19.



9 Cant 1,6.



i   ms. gegum



10           Cant 1,7-8.



j  sobre lín., en lín. corderos tach.



k corr. de carneros



l   ms. tabién



m corr. de acerca






Anterior - Siguiente

Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL