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San Juan Bautista de la Concepción Obras II – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
CAPÍTULO Y TRATADO DE CUÁNTO IMPORTA QUE TODAS LAS RELIGIONES SE VUELVAN A SU PRIMER PRINCIPIO Y QUE TODAS SEAN REFORMADAS Y GUARDEN EL PRIMER SPÍRITU DE POBREZA QUE SUS FUNDADORES GUARDARON. LOS BIENES QUE DE ESTO VIENEN a AL REINO. Y CUÁNTO SE DEBEN ANIMAR LOS PRÍNCIPES Y REYES Y PRELADOS ECLESIÁSTICOS A AYUDAR ESTA OBRA
[f.167r] Jhs. M.ª
1. Dos maneras de cosas crió Dios en el principio del mundo: unas, de las tejas abajo; y otras, de las tejas arriba. Las que crió b en esos cielos siempre permanecen de una manera, pero las de acá abajo se mudan, se truecan y envejecen c. La razón es porque las unas están compuestas d con sus contrarios, de suerte que no sólo tienen guerra con enemigos exteriores, sino que dentro de su propia casa y en sí mismas tienen el contrario que los persigue y consume, principio de corruptión. La carcoma, el gorgojo y la polilla dentro de las mismas cosas que destruye se engendra, de suerte que ellas propias son el padre que engendra y la madre en cuyo vientre se conciben, pues el trigo en sí engendra el gorgojo, y la madera la carcoma; y todas ellas son como otra Raquel que dentro de sí engendra y cría el niño que le quita la vida y mata 1.
Y así pienso se entiende lo que dice el Spíritu Sancto: Duo fecit Dominus e: unum contra unum et duo contra duo 2. A nadie le faltó su contrario que le canse y pretenda quitar la vida. Y no sólo se entiende de los contrarios exteriores, sino de los interiores, pues cada uno tiene dentro de sí quien le aflija y persiga. No ha menester la yerba del campo que salga el sol para quemarla, ni el hielo para marchitarla: ella se consume y acaba sin que por de fuera sea f contrastada. Y así son todas las demás cosas que Dios crió acá abajo. Y tanto cuanto son más perfectas tanto son más combatidas, como lo vemos en el hombre que, siendo la criatura más acabada g, más y mayores son los enemigos que procuran dar cabo de él; pues asegurando el Spíritu Sancto la vida de la florecilla del campo de la mañana a la tarde, no hay quien asegure la vida del hombre por un instante 3. Y debe de ser la causa la muchedumbre de enemigos secretos que el hombre tiene, que sin saber ni ver cómo ni cuándo, pueden acabar con él. Y aun por eso jamás los sanctos quedaron satisfechos con cuantos apodos le dieron comparándolo a las cosas más corruptibles de cuantas habíe en el mundo.
2. Pero las cosas que Dios crió en los cielos, como las hizo lejos de esta composición material y con seguros [167v] de enemigos dentro de casa, no padecen ese trabajo de acabarse y desminuirse, sino que siempre están y permanecen en un h ser.
De aquí es que, pretendiendo Dios la conservación y perpetuidad de todas las cosas y la perfección de ellas, criando las cosas que en sí tienen su perpetuidad y perfección sin quien se la contraste, no crió de cada especie más que un individuo respecto que en aquel solo singular se conservaba su specie perfecta. Pero las cosas que acá abajo se consumen y acaban con facilidad y desdicen de su perfección cada momento, para el reparo de estos dos defectos y menoscabos crió Dios en cada i specie muchedumbre de individuos, para que lo que no se puede conservar en uno se conserve en muchos, y lo que el uno desdijo en el otro se enmiende, porque de esta manera parezca j, aunque con enmiendas y renovaciones, este mundo de acá abajo al cielo de allá arriba.
3. Y si esto lo quieren ver puesto en ejecución de parte de Dios, mire lo que dice el Spíritu Sancto en el Génesis cuando, después de haber criado Dios al hombre recto y enmendádole sus aviesos, vino el mismo hombre a dar en tanta corrupción que vino Dios a decir: Non permanebit spiritus meus in homine, quia caro est 4. Espíritu en carne que con tanta facilidad se corrompe, menester es renovalle y que nazcan otros hombres y haya otro mundo, y éste se lave y purifique con universales aguas del diluvio.
Para esto envió Dios tantos patriarcas y profetas que con sus exemplos y palabras renovasen y reformasen el mundo; y cuando a lo último estaba tan acabado y perdido, envió el Padre Eterno a su unigénito Hijo, figura de su sustancia, imagen viva y Dios verdadero 5, para que el hombre perdido se tornase al molde y enmendase lo que habíe desdicho de la imagen y semejanza que se le habíe dado de toda la Sanctíssima Trinidad —que es lo que encarga san Pablo: Renovamini in novitate 6, etc. k— para que con tales medios se alcanzasen los fines perfectos que tienen y consiguen aquellas criaturas celestiales, de suerte que nosotros por renovaciones, remiendos y enmiendas alcancemos lo que ellas en sí de una vez conservan.
4. Según esto, mientras en esta Iglesia militante hubiere reformas y renovaciones, será parecida a la triunfante. Porque, si la dejásemos envejecer, mal se parecería a la esposa del Cordero que Juan vido novam descendentem de caelo7, non habentem maculam, neque rugam 8. Es nueva, sin mancha ni ruga, que por eso se llama esposa y no mujer, porque los desposados son mozos y están en la flor de su edad. Y así lo ha de ser esta Iglesia: nueva y moza y estar en lo mejor y más perfecto de su ser y vida. Y puesto caso que esto no lo puede alcanzar en sí conservando sin mudanza un propio ser perfecto, habrálo de alcanzar
como lo alcanzan todas las cosas [168r] de acá abajo. Que si una fénix se quema y muere, sale otra moza y nueva l de sus propias cenizas; y si el gusano de seda se acaba y consume, de allí sale otra simiente que engendra otro; y si la flor del campo se marchita, luego sale otra; y desta manera vemos cada día el mundo nuevo y con perpetua hermosura. Desta manera sale la Iglesia de Dios cada día nueva, de nuevo vestida y adornada, por darle Dios cada día nuevos sanctos que la hermoseen y adornen.
5. Sea Dios mill veces bendito. Que ha querido nuestro Dios gocemos de unos tiempos dichosos en que veamos cielo nuevo y tierra nueva: cielo nuevo, que son las religiones reformadas y vueltas a su primer principio; tierra nueva, pues con tales y tan vivos exemplos la tierra, que erat inanis et vacua 9, ya quedará vestida de virtudes y perfecciones.
¿Por qué piensan, mis caríssimos hermanos, que en tantos reinos se acabó la Iglesia? No la quisieron renovar. Envejeciéronse, acabaron y murieron los sanctos que la sustentaban; no salieron otros, quedaron a buenas noches. Eran soles aquellos primeros apóstoles y columnas de la Iglesia, pero no eternas ni perpetuas. Acabaron ellos, no salieron otros, dejaron aquel pedazo de mundo en tinieblas y diose con todo el edifico abajo.
¡Vivas mill años, cristianíssimo rey don Phelipe! Da mill gracias a Dios, que grande y felicíssimo pronóstico es de la perpetuidad en tus reinos el renovar Dios la Iglesia con tantas m reformas. Señal es que no quiere n nuestro Dios que en tus tiempos ni en los de tus hijos se envejezca. Antes, señor, pasando tú el trabajo del plantar y renovar en o novedad de spíritu, los que de ti vinieren cogerán el fructo colmado. Bien veo, señor, que a vuestra majestad le ha de suceder lo que le sucede al que planta la viña o la palma: que, tiniendo él el trabajo de plantarla y regarla, otros se cogen el fructo; y que ahora que se multiplican tantas religiones en estos reinos todo es favorecerlos, ayudarlos, cultivarlos y regarlos p, y que otros se coman el fructo y gocen de la perpetua paz que se alcanzará cuando todas las religiones sean una misma cosa en spíritu de pobreza, de penitencia y mortificación.
No es ésta razón que debe desanimar a vuestra majestad ni a los que ayudan a estas cosas de trabajos en estos principios, pues también comparé estas sanctas reformas a la viña, la cual entre todos los árbores es la que más presto se accelera a dar su fructo, que parece se tenía por agraviada de no agradecer al que la plantó q el trabajo que tuvo en darle vida. Y si no, mirémoslo en Noé, que él propio planta y coge el fructo, y fructo tan colmado que se enborracha con él 10. Pues, ¡válame Dios!, [168v] ¿qué paga es enbriagar la vid y viña al que la planta y
dar con él en el suelo? Yo pienso, mis hermanos, que fue muy grande. Cuando Noé salió del arca, tuvo las mayores ocasiones de entristecerse que jamás hombre tuvo; y si no, díganme, ¿qué sentiríe aquel corazón cuando saliese del arca y viese tanta muchedumbre de cuerpos muertos, tantos potentados y señoríos acabados y destruidos, tantos reinos arruinados, y finalmente que habíe de dar él con su casa principio a mundo nuevo y que le habíe de costar inmenso trabajo? 11 ¡Oh, qué grande ayuda en semejante ocasión ha: quien tape los ojos y divierta al sancto patriarca de semejantes ocasiones de dolor! Pues en esto le agradeció la viña que plantó el bien que la hizo: en que bebiendo de ella lo enbriagó y dio sueño con que sobrellevase y disminuyese tanto dolor.
Cristianíssimo rey, bien veo el dolor que vuestra majestad puede tener cuando vuelva los ojos por este segundo mundo y vea la Iglesia de Dios en tantos reinos arruinada, acabada, asolada y destruida; tantos príncipes y monarchas que, tiniendo vida de gracia, ya están muertos en el peccado, de suerte que podremos decir s que los que vestían holandas y sedas preciosas ya se revuelcan en los muladares. ¿Qué es eso? Vino un diluvio de miserias, de peccados, y asoláronlo todo. De suerte que puede vuestra majestad poner delante de los ojos un inmenso trabajo que le queda, que es pensar que, como otro Noé, con su casa, hijos y posteridad ha de tornar a poblar el mundo y tantos reinos como los veo asolados. No es mal principio que lo primero que vuestra majestad hace es plantar viña y majuelos nuevos, que son estas sanctas reformas, con cuyo fructo temprano se adormecerá y adormirá para no tener tanto dolor de semejantes pérdidas del mundo ni tanto trabajo como le aguarda.
6. Podríanse entender a este propósito aquellas palabras que la esposa dice en los Cantares: «Entróme —dice— mi sposo en sus bodegas y enderezó a mí la charidad» 12, que es como si dijera: tenía aquellos aposentos llenos de charidad, comparada al vino; y así como el vino al que lo bebe le hace provecho, le da fuerza y vigor y le enbriaga, de esa misma manera el vino que tenía en aquellas bodegas era charidad, y esa charidad ordenóla a mí, a mi provecho y utilidad. ¿Quién con más propiedad se pueden llamar bodega y casa de vino y charidad como las religiones reformadas, donde todo es amor, charidad de Dios y del prócximo, pues, no buscándose a sí, antes despreciándose, todo es ocuparse en alabar a Dios [169r] y servir a los pobres? Y esta charidad puede vuestra majestad decir que es vino que bebe y charidad que se ordena a sí, pues los provechos y bienes de su reino todos resultan en bien y gloria de vuestra t majestad. Bien y gloria que eleva y levanta el entendimiento u, lo enbriaga y saca de sí y pone en Dios para no ver los males que hay en el mundo.
7. Remedio es que daban antiguamente a los que querían ajusticiar o atormentar: que, movidos en alguna manera de compasión de lo que padecían las tales personas, les daban vino mirrado para que, enbriagados con eso, no sintiesen el dolor. Con grandíssima propiedad a los que tratan de reformar v sus vidas y costumbres les podemos llamar vino mirrado, pues habiendo comparado la charidad que en ellos hay al vino, podremos decir que los medios con que se alcanza son tan amargos como la mirra. Que quizá por eso, habiendo la sposa w tantas veces alabado las palabras de su esposo y diciendo de ellas, entre otras cosas x, que eran dulces y sabrosas y llenas de gracia, dijo la esposa que los labios de su esposo distilaban mirra 13, dando a entender que aquel licuor que se distilaba por aquellos labios, sí dulce y sabroso, pero adquerido y alcanzado con inmensos trabajos y amarguras. Luego, si los justos y siervos de Dios son vino mirrado, entrar Dios en los reinos de vuestra majestad tantas reformas no es otra cosa sino ordenar Dios y y enderezar la charidad y amor a z vuestra majestad para que no sienta tanto el dolor que puede tener de las pérdidas dichas a. Y si no, digamos que tanto amor y tan encendida charidad como Dios tiene a estos reinos en darles tantas renovaciones en virtud y santidad, que es ordenado a vuestra majestad. Que es decir que por tener Dios a vuestra majestad en estos reinos, amparo y refugio de los que quieren con veras servirle y amarle b, les hace c merecedores de tanto bien como es renovarles y remozarles su Iglesia, de manera que en orden a vuestra majestad y por vuestra majestad hace Dios en estos reinos obras tan grandiosas d y de tanta consideración.
8. Este bien y remedio que para vuestra majestad resulta y para su reino —de que en él haya tantas reformas y gente que, volviendo las spaldas al mundo, sólo quieran y pretendan la honra y gloria de Dios— no creo será necesario descubrirlo con la e inmensidad de bienes que consigo train y acarrea la presencia de los justos; y cada día con ellos nos refrescan la memoria en esos púlpitos. Sólo quiero apuntar dos lugares que nos los descubren, bien sabidos de todos. El uno es del sancto Job cuando, pareciendo satanás delante los ojos de Dios, le pretendió dar humanarices con tanta hidiondez de malos como había en el mundo, diciendo que habíe cercado y rodeado la tierra y llevaba minuta y padrón [169v] de toda su gente. De suerte causó en Dios (si así se puede decir) enfado que, para no trocar el mundo del ser de maldad al ser y padecer f de penas eternas, le fue necesario taparse las narices con su siervo Job; y así, en el punto que el demonio le dijo que venía de cercar la tierra, le dijo Dios: ¿Has hallado por allá a mi siervo Job, que no hay a él en el mundo otro semejante? 14 Parece que
Dios hizo lo que vamos diciendo del vino mirrado: que lo quiso el demonio atormentar con ponerle delante los ojos tantos peccados como habíe en el mundo, y Dios acudió a beberse su vino mirrado, que fue el sancto Job, el cual le divertiríe y enbriagaríe para no ver lástima que le habíe de mover a enojo, rigor y justicia.
9. Y si no, díganme, ¿quién detuvo el fuego e indignación de aquellas ciudades de Sodoma y Gomorra tanto tiempo sino la vida reformada del sancto Lot y de toda su casa, en quien Dios tenía puesto los ojos para no asolarlos por estar entre ellos los que de veras eran sus amigos? 15 Que éste es el segundo lugar que dije para probar los bienes que consigo train los que de veras reforman sus vidas y costumbres.
10. Esta es la principal razón, señor, por qué vuestra majestad debe favorecer gente semejante: que Salamón, con ser sabio, rico y pacífico, jamás se atrevía a dormir ni a echarse en su lecho sin que setenta fuertes le cercasen la cama y cortinas; y la razón que da el Spíritu Sancto es decir que hacía eso por los miedos de la noche 16. Yo confieso la sabiduría y prudencia de vuestra majestad, la paz y riqueza de sus reinos como g otro segundo Salamón; pero advierto que la vida del hombre, a quien en muchos lugares en h la Scritura se i compara a la noche, no trai j ni promete entera seguridad al sabio, rico y pacífico, antes dispierta y mueve a temores y miedos porque la noche es cuando k dice David que sale el oso y león a hacer sus presas: Posuisti tenebras, et facta est nox; in ipsa pertransibunt omnes bestiae silvae: catuli leonum rugientes l 17. Y ha menester vuestra majestad fuertes que no duerman, fuertes que velen y hagan la centinela con perpetua y continua oración y que todos tengan m spadas: omnes tenentes gladios super femur suum 18.
11. Pues no deja de haber razón de dudar el modo con que estos centinelas y guardas tenían las spadas: dice que las tenían sobre el muslo. Ahora, pues, pregunto yo: si eran guardas hombres fuertes y centinelas que cercaban el lecho de Salamón, ¿cómo tenían las spadas sobre sus muslos?, que es decir que las tenían colgadas de los talabartes, que ahí es donde el hombre la pone para pasearse de día cuando no tiene miedo ni temor. [170r] Digo que estas espadas que tenían sobre sus muslos estos hombres fuertes mientras Salamón dormía, podían ser o significar n las disciplinas que los siervos de Dios enpuñan cuando afligen y maceran su carne o; que es cierto son éstas espadas que defienden a los príncipes y reyes y les guardan el sueño de los miedos y temores que se les pueden ofrecer en el discurso de esta vida.
Y aun quizá por significar estos fructos, tantas veces el Spíritu Sancto compara la Iglesia y vida de los justos a la viña, como decíamos denantes:
porque da vino, que causa sueño seguro, y da fortaleza siendo él fuerte; y no contenta con eso, cuando de la viña menos se aguarda, da sarmientos y palos para castigar las bestias, leña que sólo sirve de fuego que abrasa y quema. Estas dos cosas tendrá vuestra majestad conservando en sus reinos estas santas reformas: abundancia de vino, que den sueño quieto y seguro, pues ellas son las que guardan el lecho y cama; y después de haber dado ese fructo colmado, sirven de varas y sarmientos con que Dios castiga a esotros reinos y con que vuestra majestad hace fuego y abrasa y quema a tantos herejes como se han levantado contra nuestra sancta fee. Y si el conservar p y plantar esta viña y cogerle el fructo a vuestra majestad le costare trabajo, llévelo en paciencia por haber sido officio de labrador el que Dios le ha dado para que labre y cabe su heredad. Y yo jamás he visto sacar de las uvas vino si no es pisando las uvas con pies descalzos y con grandes trabajos; los cuales nos los significó aquel gran padre de familias de quien dijo el evangelio que plantó una viña y gastó mucha hacienda en cercarla y en edificar en medio una torre y hacer su lagar 19, porque son trabajos anejos al trato de viñas. Y así los ha de tener vuestra majestad para conservar en sus reinos estas sanctas reformas.
12. Bien sé que los que de esto murmuran alegan dos razones: la primera es la poca experiencia y mucha mocedad que hay en los reformados; lo segundo, el temor de que a pocos años son religiones que su poco a poco se van relajando. La respuesta tengo en la mano con el exemplo de la viña. A lo primero digo que no porque el primer fructo que da la viña sea agraz se ha de enfadar el amo y dueño y dejarla vendimiar y perder, sino tiene sufrimiento q y aguarda que aquellos agraces maduren y se hagan uvas, porque cada cosa viene a su tiempo. Y de esa manera vendrán a madurar estas sanctas reformas en sabiduría, prudencia y en edad; y no porque en sus principios estén en agraz dejan de ser de provecho, pues para tantas cosas pueden servir como es [170v] reprehender con rigor y aspereza; que si el malo peccó y disparó sin tasa ni medida, bien es que haya mozos que sin ella r con aspereza y como otro agraz fuerte les salten a los ojos, que su tiempo se les llegará en que, habiendo madurado, acudan con madurez a las cosas de su officio.
A la otra razón, de los temores que podía haber que se ve por experiencia que las más o todas las religiones van cada día desdiciendo de su primer principio y tienen necesidad de hacer cada día nuevas reformas, yo lo confieso, pero ésa no es razón para que ahora las que hay y se reforman no se amparen. Buena fuera que s, atento que el vino tiene peligro de volverse vinagre, se dejara el trato de las viñas. Eso es muy a caso; y lo más cierto es el ser vino escogido. Y si es vinagre de buen vino tanbién sirve; lo cual no hace el vinagre de mal
vino, que ni sirve para vino ni para vinagre. Y es certíssimo que las religiones que ya se relajaron hay ese temor de ellas de que ni sirvan para vino ni para vinagre. Pero las t reformadas, cuando desdigan u algo del rigor con que ahora enpiezan, es muy cierto tener muchas cosas de provecho, según el refrán español: que más da el rico cuando enpobrece que no el pobre cuando enriquece. Y yo quiero conceder que viniera tiempo en que las reformas del todo se acabaran y, como el vino en lo último, se volvieran heces; no es ésa razón para no v amar y querer lo bueno que ahora hay en ellas, pues si eso valiera y fuera razón que tuviera fuerza, también la tuviera el decir que todas las obras del mundo cesarán porque se acaban y envejecen. Bueno fuera que el otro no se quisiera casar con la mujer moza porque a cabo de treita años se había de volver vieja gargajenta, ni el otro sustentar sus hijos porque se habían de morir, ni hacer la casa porque se habíe de caer. Goce yo ahora de lo nuevo y reformado, que a cargo está de Dios hacer sus renovaciones y enmiendas proveyendo al mundo de nuevos obreros en todas las edades que de nuevo trabajen y edifiquen. Harta felicidad es gozar de tiempos en que Dios por su inmensa misericordia quiera hacer, como denantes decíamos, cielo nuevo, que son tantas religiones reformadas donde de nuevo se descubren luceros y estrellas que influyen en los hombres que siguen el mundo, con que todo queda renovado.
13. ¡Ojalá Dios me diera su spíritu para poder decir la muchedumbre de bienes spirituales que a la república se le communican por la nueva reformación [171r] de las religiones! Y pues ahora las llamábamos cielo nuevo, ya se sabe que todas las cosas de acá abajo están sujetas a las causas superiores y movimientos de los cielos; esta variedad de los tiempos, el agostarse los campos, el florecer los prados, el frío del invierno y el calor del verano, todo depende de los cielos y de la influencia de los planetas, de suerte que si los tenemos favorables es certíssimo suceder las cosas con bonanza y felicidad. Pues, si las religiones son cielo y en ellas tenemos de nuestra parte muchos siervos de Dios que con su humildadw, mortificación x y penitencia influyen en este mundo bajo que son los hombres que siguen el mundo, ¿quién duda no suceder todo en gran bien y provecho de la república?
Pregunto yo, ¿no comparó Cristo a esta Iglesia a un cuerpo y, diciendo de ella san Pablo que, así como muchos miembros están en un cuerpo pero no tienen un mismo officio, así los fieles que están en la Iglesia son un cuerpo pero no todos hacen un officio y tienen una dignidad? 20 Pues de este cuerpo ¿qué parte pueden ser los religiosos sino los nervios y los güesos que sustentan la carne, que es la parte inferior de los seglares? Pues díganme de cuánta consideración e inportancia es ser un
hombre fornido de buenos y sanos nervios y güesos. Es de tan grande, que de ahí le nace la salud, la fuerza, la ligereza z y las demás cosas de bien y consideración que el hombre tiene. Y por el contrario, cuerpo cargado de carne y güesos flacos y enfermos y nervios a encogidos, es llano ha de ser grande su flaqueza, de quien por encarecimiento solemos decir que tiene la enfermedad metida en los güesos y en los nervios. Luego, si Dios en estos tiempos cuando el mundo está hecho carne y tan cargados con costumbres y fueros de carne provee de güesos fuertes y sanctos membrudos, diremos que este cuerpo que es la Iglesia será fuerte y alcanzará salud y ligereza y otros muchos bienes cuales puede desear.
14. Atento que estas razones y otras muchas se hallarán en los libros y cada día se oyen en los púlpitos, no hay que cansarnos; pues podría tener por más que sospechoso en nuestra sancta fee al que persiguiese y estorbase estas sanctas reformaciones, donde con veras se trata de negación de sí propio y amor verdadero de Dios sobre todas las cosas, donde se desprecia el mundo y se busca a Dios, donde y en quien se muestra Dios volver con veras por su honra, que en tantas partes se la tiene el demonio quitada entroduciendo leyes y fueros de carne y sangre. Y que si hay mundo y reinos que pregonan deleites, gustos, contentos, haya otro [171v] nuevo mundo, o por mejor decir, cielo nuevo que pregona penitencia y mortificación; y si hay quien apelide la falsedad b y mentira, haya quien publique la verdad y desengaño. Y pues todas las cosas tienen sus contrarios, como denantes decíamos, haya uno contra uno y dos contra dos; y pues se multiplican los malos y crecen los vicios, multiplíquense los buenos y broten las virtudes y haya quien haga rostro a mundo tan perdido y estragado como el que ahora corre.
No sé yo por cierto por qué ha de ser lícito que los reyes cada día hagan cortes y saquen millares de premáticas nuevas reformando sus vasallos y yéndoles a la mano en tanta diversidad de locuras como cada día se inventan, y no ha de ser lícito en las religiones hacer lo propio. Yo veo que cada día salen nuevas ordenaciones, refrenando las codicias c puniendo tasas, pesos y medidas, detiniendo y estorbando la soberbia y altivez que los hombres buscan, cercenando las sedas, anichilando las guarniciones, enbotando las puntas y apocando los cuellos, quitando los coches y deshaciendo la rueda de tanta vanidad como cada día rueda d por ese mundo abajo. Esto es bueno y justo, y loable el celo de los reyes que en esto se ocupan, y por ello son dignos de grandes premios eternos. ¿Por qué —pregunto yo— no ha de ser grande estima y consideración que dentro en las religiones no se celebren otras cortes y salgan cada día nuevas premáticas contra la tibieza y relajación para desterrarla y echarla fuera donde hubiere entrado? Todos vivimos en un propio mundo, aunque más levantados los que viven en religión; pero por la parte que tienen en la tierra es necesario sacudir el polvo
de los pies y hacerles nuevos lavatorios con que del todo queden las religiones de nuevo purificadas.
15. Un día, subiendo Moisés y Aarón e al templo a ver a Dios, dice que vieron que tenía debajo de los pies un cielo como de cristal; y donde una letra dice quasi cristalinum, otra dice quasi laterum, un cielo de ladrillos 21. Pues ¿qué tiene que hacer el cristal puro y limpio con el adobe y con el ladrillo? Yo pienso que sólo la hechura, que bien se pueden hacer ladrillos de cristal y de barro. Por quien pienso nos quisieron significar las dos iglesias: la triunfante en el cristal y la militante en el adobe y ladrillo que se desmorona y quiebra. La Iglesia triunfante es como el cristal: pura y limpia, que no tiene mácula ni ruga, pero ésta militante, que está en la tierra puesta en guerra, quiébrase y desmorónase por reinos y provincias según los perseguidores que tiene f. Pero no la podrán deshacer, como Cristo dice: Et portae inferi non praevalebunt adversus eam 22. Está cocida, como ladrillo fuerte, en fuego de amor y charidad. Y si es de tierra amasada con sangre del Cordero Cristo y, como el ladrillo, está g [172r] en la tierra, puédele caer polvo y es menester sacudirlo y limpiarlo h. Y de esto sirven las sanctas reformas y los reformadores: de sacristanes que sacuden los altares de Dios, que no tengan polvo de la más mínima inperfección. Porque, si esta esposa que es la Iglesia militante es hermosa, es morena por estar sujeta a los tiempos y al sol i de los trabajos y persecuciones que la tuesten. Y ha menester de en cuando en cuando mudas y que haga mudanzas y vuelva a sus principios.
16. Notable visión la que san Juan tuvo en el Apocalipsi: vido una mujer coronada de estrellas, cubierta con el sol y por chapines la luna, y que estaba preñada y de parto, y un dragón que le quería comer la criatura 23. Es certíssimo significar esta mujer a esta Iglesia militante y lo principal por ver que era mujer que concebía y paría, porque la Iglesia triunfante no concibe ni pare y ésta sí, que cada día le nacen tantos hijos y los da y entriega mártires, a cuyas muertes llamamos nacimientos; y también porque estos partos son tan perseguidos de los demonios y de tantos dragones y herejes como hay en la tierra. Las estrellas con que estaba adornada son los sacramentos y virtudes que Dios tiene puestos en ella. Dice que el cuerpo lo tenía cubierto con el sol, que éste no crece ni mengua, siempre se está de una manera; por quien es significada la fee que profesamos, que siempre es y ha de ser una, de un solo Dios todopoderoso, uno en esencia y trino en personas; y esta fee nos sirve de sol que nos alumbra en la obscuridad y tinieblas de la vida. Dice que tenía en los pies la luna, que crece y mengua y cada mes se renueva y tenemos luna nueva; dándonos a entender que
la parte más baja de esta Iglesia está sujeta a mudanzas, a crecientes y menguantes y que, si crece por las Indias, mengua por Ingalaterra. Y, atento que esta Iglesia no puede acabarse sino que ha de durar hasta la fin del mundo, es necesario que a ciertos tiempos haya luna nueva, nuevas reformas, nuevas religiones, que sirvan de chapines y calzado j. Este, como anda por el suelo, se rompe y es menester renovarlo y limpiarlo para que, después de haber alabado el esposo a su esposa en todas las partes del cuerpo, pueda decir: Quam pulchri sunt gressus tui, filia principis, in calciamentis 24; ¡qué lindas son las huellas que dejas de los zapatillos que calzas! Esto viene a hacer cumplimiento en ti de perfecciones de tal manera que tota pulchra es, amica mea, et macula non est in te 25; eres toda hermosa y no hay mancha en ti. Por la parte que la podía haber era por el calzado, que anda por el suelo, pero tienes tanto cuidado, esposa, en limpiarlo y renovarlo que son tus huellas hermosíssimas. De manera que por la parte que las religiones tienen en la tierra, trato y communicación con hombres, tiene necesidad [172v] de hacer en sí lo que los reyes hacen en sus repúblicas.
17. Y si es verdad que el labrador quiere para vestir el sayal fino y bueno, más razón hay para que lo sean los religiosos, que son brocado y seda de que viste Dios. Lean cuantos títulos y nombres da la Sagrada Scritura a los religiosos y a los que con vida más perfecta se quieren llegar a Dios, y verán cómo todas ellas son cosas que requieren mayor limpieza, más y mayor renovación de vida y costumbres. No me espanto, que, en fin, los llama Cristo luz y vela sobre candelero 26; y es necesario estén cada momento las tijeras en la mano para despabilar y que sea luz perfecta y k clara, que es el medio con que se ejercita el más perfecto sentido del hombre, y aun la cosa que más presto se gasta l, y tiene más necesidad de renovarse por la priesa que se da el fuego a consumilla. Lo propio tiene necesidad un religioso, que es luz y vela que alumbra a los ignorantes con su vida y costumbres: que sea m vida clara, perfecta y limpia y que haya cuidado cada momento de despabilar y limpiarla de mill imperfecciones y aun de renovarla, por la facilidad con que se consume y apoca con los muchos trabajos y penitencias.
18. Y si Cristo los llama luz, son también rostro y faz de la república cristiana. Y entre todas las partes del cuerpo la que más procuran los hombres remozar es el rostro, de suerte que cuando en él menos hacen o ponen es lavarlo cada día, porque no consume aun una lagaña. Bien es, pueblo cristiano, pues el rostro de tu república son los religiosos, que usen de mudas de vida y costumbres a la que en el principio de sus religiones usaron y hicieron sus sanctos padres y fundadores; que se renueven y remocen y por lo menos cada día se laven con lágrimas y penitencia y que anden siempre limpios y no admitan una pequeña
lagaña, que son también los ojos que lloran los peccados del pueblo. Son sacrificio que se ofrece para aplacar a Dios, y han de ser corderos sin mancilla. Son sal, y no ha de ser vana. Son ciudad, y ha de estar limpia y bien poblada. No hay que cansarnos en probar esta verdad: todos la saben y confiesan, todos la deben ayudar y favorecer.
Sólo el demonio es el que siente que a cabo de tantos años vea la Iglesia tan moza como si ahora n naciera del costado de Cristo; y no se engaña o, que p cada día nace y ahora está naciendo y allí se está lavando q y renovando r Sabe que, siendo moza, ha de ser paridera y ha de multiplicar millares de hijos en Cristo, que enllenen y pueblen las sillas que ellos perdieron.
19. Animo, mis hermanos, que grandes son los provechos si grandes son los trabajos; grandes los favores si grandes las contradiciones. Una cosa hay buena de nuestra parte y en nuestro favor, y es que, con [173r] los medios con que procuran deshacer estas sanctas reformas, con esos propios las renuevan s y hacen. Con trabajos y persecuciones pretenden deshacerlas y con eso propio quedan hechas, porque la renovación y reforma en eso consiste: en deshacerse un hombre, en padecer trabajos y persecuciones, porque ésas son los pies que pisan las uvas t y estrujen el vino y se aparte el orujo. Son el trillo que aparta el grano y sacude la paja. Son el agua de colirio que limpian los ojos y las mudas que me truecan en esa vida reformada. Ojalá lo acabásemos ya de conocer que en padecer por Cristo con paciencia está y consiste nuestra renovación. Renovabitur ut aquilae juventus tua 27. De quien dicen u que a cierto tiempo le crece el pico de suerte que no puede comer y, dando con él recias picadas en una piedra, lo quiebra y torna a su ser. Pudo ser fuese eso lo que dijo el sancto rey David: Allidet v parvulos tuos ad petram 28. Que, cuando nos crecieren nuestras inperfecciones y superfluidades, que demos con ellas en la piedra Cristo, y veremos con cuánta paciencia sufrió los trabajos y llevó tantas deshonras, porque ellas son las que nos despluman para que no volemos tras la vanidad y que nazca pluma nueva con que caminemos tras Cristo y volemos a la soledad.
20. Podría ser que por eso nos w comparase Cristo a la serpiente 29, de quien se sabe a cierto tiempo del año se desnuda del pellejo y camissa vieja metiéndose por dos piedras angostas que la aprieten y aflijan, donde deja su vestido, y adquiere otro, quedando más moza que hasta entonces habíe estado. Estas aflicciones y apreturas por donde pasamos siendo afligidos con trabajos y persecuciones, es certíssimo que son piedras que nos desnudan del viejo Adán para que renovemos la vida y quedemos remozados en x la vertiente de tantos trabajos como si nos laváramos en el río Jordán.
21. David llamó a la persecución navaja aguda: Sicut novacula acuta fecisti dolum 30. Solemos decir, cuando uno se ha afeitado y hecho la barba, que se ha remozado. Pues eso hace la persecución: que nos hace la barba y corta el cabello de nuestras inperfecciones y nos deja renovados y remozados. Y así, saca Dios el cumplimiento de sus deseos y los fines que pretende con cosas contrarias, que son aquellas con que el demonio pretende derribar y asolar las reformas de que vamos tratando.
22. Entre otros títulos y nombres que el Spíritu Sancto [da] a la Iglesia es llamarla güerto y jardín cerrado 31. Y no hay trato ni officio de todos cuantos los hombres tienen en el campo acerca de la labranza de la tierra que tanta necesidad [173v] tenga de plantar, arrancar y renovar como el jardín y güerta, pues vemos de ordinario estar de nuevo poblada y renovada cada mes. Según la cual renovación la sposa convida a su esposo y, y el sposo a la esposa, para que se vayan a holgar y entretener a sus güertos, campos o jardines: Iam hiems transiit; imber abiit. Surge, amica mea, et veni, etc. Flores aparuerunt in terra nostra 32. Es como si dijera el sposo a su esposa: ya se fueron y pasaron las heladas, escarchas y aires cierzos que nos tenían tristes y melancólicos; los campos ya se han renovado y vestido de flores; bien podemos bajar a tener en ellos nuestros entretenimientos, fiestas y regocijos. Y en esta propia moneda paga la sposa a su esposo diciéndole: Surge, aquilo; et veni, auster. Veniat dilectus meus z in ortum suum 33; ruega a y pide a los buenos aires b que se levanten y hagan brotar y producir los árbores, yerbas y flores, porque tiene grande deseo que su esposo baje y venga a coger fructa de sus manzanos.
23. Dichosos y buenos aires son los que ahora es Dios servido corran en estos dichosos reinos, pues, estando tan corrompidos en tantas partes del mundo que no se oiga otra cosa sino pestilencia y mortandad en los vicios y negación de la fee, en éstos de nuestra España corran tan buenos y saludables que, como güerta y jardín vistoso, cada mes y cada día se vistan de nuevo y salgan nuevas flores, nuevas reformas, nuevas vidas, penitencias y mortificaciones; y que esté esta Iglesia tan apacible, vistosa y cargada de nuevos fructos que pueda muy sin vergüenza (como dicen) pedirle a Dios que se pasee por ella, que venga y asista y coja de sus fructos. Digo que pueda decirlo muy sin vergüenza no en cuanto el cumplimiento de sus deseos, pues son muy mayores de lo que hace y puede; y quisiera con grandes ventajas tener mejorada la labor de su güerta y jardín y tener los fructos más maduros y sazonados. Pero atrévese por entender su esposo es de buen contento y recibe y se paga de quien no puede más con buenos deseos, aguardando que con su ayuda ha de tener muchos mejoros. Atrévese sin vergüenza a estos convites de su jardín y güerta renovado y su Iglesia
reformada porque, como acá decimos, a buen hambre no hay pan malo y en tiempo de necesidad todo paga. Es tanta la hambre que Dios tiene de vernos mejorados y que con [174r] veras le servimos, que así se contenta de admitirnos; y también porque los años por tantas partes del mundo son tan estériles que en mucho se debe estimar la fertilidad de la Iglesia que tiene Dios en este rinconcito de España.
¿Quién hace esto, quién vuelve así apacibles estos jardines, quién los viste de estas flores si no es el soberano y divino Spíritu que ayuda para tantas reformas y reformaciones como en las religiones se hacen? Y si hoy son algo perseguidas y murmuradas, no importa, que las tijeras del jardinero
enpareja cortando las yerbas para que se hagan curiosas labores c.
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