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San Juan Bautista de la Concepción
Obras II – S. Juan B. de la C.

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CAPITULO 32 LAS DIFICULTADES QUE TUVO LA EXECUCIÓN DEL MOTU PROPIO a

 

1.            Recurso de los calzados al nuncio

 

            En este entretanto el demonio no cesaba sino que, con mill enredos y marañas y debajo de color de virtud, procuraba sacar cada día nuevas marañas, haciendo que los padres del Paño [223r] hablasen al nuncio y le persuadiesen que yo me fuera a su casa, que me querían regalar; y que ellos querían lo que yo y me ayudarían. Con esto tuviéronme detenido cosa de ocho días.

            Llegando un día a hablar al señor nuncio, entráronse tras mí dos de los padres del Paño: el uno el que ahora llaman el maestro fray Rafael Díaz b, que entonces era ministro de Alcalá. Estando yo delante, fue tanto lo que mi buen fraile habló en abono de su religión y en orden a deshacer mis intentos, aunque no en lo principal, sino que me mandase ir a su casa —que por entonces no pretendían ellos otra cosa—, que una y muchas veces convirtió al señor nuncio para que me dijese que me fuese a su casa y que aquel fraile tenía razón. Yo


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volvía y con algunas razones, así como decirle que a mi quietud importaba estar absente, hasta que su señoría illustríssima hubiese executado las letras estar absente, y que luego lo haría de muy buena gana. Apaciguábase. Y tornaba a proponer y a convertirlo, de tal manera que me vino a decir fuese sin réplica. Respondíle que mucho de norabuena, pero que le había de hablar a solas dos palabras.

            Díjele, quedándome solo, algo de lo mucho que por el viaje había padecido. Y entonces respondió: —Pues no sólo no vais, pero id al abreviador, que luego me venga a notificar esas letras, executarlas y hacer un breve para el P. Fr. Elías, que al presente es general de los descalzos carmelitas, para que proteja c esa obra. Aunque confieso que primero me dijo que mirase yo a quién quería que exercitase aquel officio. Yo me resigné en sus manos y dije que yo no había de escoger sino la persona que su señoría me diese.

 

2.         Elías de San Martín, OCD, visitador

 

            Entonces hízose el breve y notifiquéle al P. Fr. Elías de san Martín víspera o día de la limpidíssima Concepción [223v] de la Madre de Dios del propio año de novecientos y nueve d 1, que mañana e hace seis años f. Notifiquéle, obedeciólo y dile la obediencia.

            Como los padres del Paño lo supieron, tuvieron una muy buena pelaza con el señor nuncio, porque se atrevieron a lo amenazar con el Consejo Real. Que no fue de poca consideración porque su majestad hacía grande a un sobrino suyo 2 y no gustaba de ponerse mal con el Consejo Real. De donde nació que envió a su secretario al P. Fr. Elías que no exercitase el officio hasta que otra cosa le fuese mandado.

 

3.         Fray Clemente de Santa María

 

            En este tiempo quedé yo suspenso, inquieto, perseguido del demonio, afligido, solo. Porque, habiendo traído un compañero dende Roma con este hábito, de los trece que decían que g habían quedado, viendo qué caro esto costaba, qué de trabajos y de inquietud, dio en dejarme en achaque de que se quería ir a los padres del Paño a ordenar. No fue posible detenerlo con los ruegos del señor nuncio y con decirle lo ordenaría.

           


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Ido éste, dejóme solo y así suspenso. Determiné llegarme a Toledo, do estaba el señor cardenal Guevara, para que enviase un recado al señor nuncio para que desembargase el officio que en nuestro padre tenía estorbado.

            En Toledo hallo a nuestro hermano Fr. Clemente de sancta María h, que era otro de los trece, que por tener cuartanas se había venido de la Bienparada a casa de sus padres. Este buen religioso se pegó y juntó conmigo, dándole Dios muy gran fortaleza para vencer la flaqueza que tenía de su enfermedad y arrojarse a cosas de tanto trabajo. Aunque bien presto se lo pagó Dios, que dentro de pocos días, cuando con menos regalos y mayor trabajo se le [224r] habían de aumentar, se le quitaron, pienso que milagrosamente, pagándole la victoria que de sí había alcanzado, de sus padres —digo padre— y i hermanos. Que, hablándolos los padres del Paño para que estorbasen la junta, no le j decían menos que: —¿En qué andáis, vos y esotro enbaucador, que fuera mejor daros docientos azotes? Por lo menos palabras equivalentes a éstas.

            Todo esto venció y fue Dios servido fuese mi compañero k y me acompañase; y le diese Dios a gustar de los trabajos que en tal junta l y compañía había. Porque muchas veces le vinieron a prender los padres del Paño, ya por sí ya por tercera persona, echándole la justicia del vicario encima. Estos y otros muchos trabajos padeció y después acá ha padecido, perseverando siempre en su propio hábito y siendo el segundo en esta sancta Religión m 3.

 

4.         Junta de protesta de los calzados

 

            En este tiempo inventó el diablo una maraña bien suya, y fue que, en achaque de que fuese a los tres conventos que la reforma tenía a ver n los que querían aceptar y recebir el propio motu, determinaron de echarme de la corte y para esto me dieron dineros y enviaron. Y en el puncto que yo salí, enviaron propios a los tres conventos a que viniesen los ministros y procuradores y se juntasen en la corte a replicar o suplicar a Su Sanctidad del propio motu. Porque ya les tenía puesto en la cabeza que era cosa afrentosíssima tener cabeza ajena y fraile de otra religión, habiendo tantos y tan honrados frailes en la propia. Ya éramos buenos los que en Roma éramos malos, sólo para deshacer por ahí el tenor del motu propio.

            Pues, yo absente, venidos los ministros y procuradores a Madrid, juntos para hacer su réplica, llega Dominico Gipnasio, nucio [224v]


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sucesor al Gaetano o, y entra en el officio 4. Y como en los principios siempre se entra con un poco más de brío, particularmente en las cosas tocantes a Su Sanctidad, que es a lo que ellos vienen, dícenle cómo allí estaban unos frailes que habían venido a sólo replicar y suplicar a Su Sanctidad de unas bulas que habíe concedido en bien y aumento de su religión y reforma. Escandalizóse tanto el nuncio, que me dicen los trató ásperamente de palabra, llamándolos inobedientes y descomulgados; y que dentro de tantos días diesen la obediencia al dicho P. Fr. Elías. Por lo cual doy yo muchas gracias a Nuestro Señor, que, habiéndose juntado para destruir, fuese junta para hacer. Así, cuando yo llegué a Madrid p, hallé a los criados del nuncio que me salen a recebir los brazos abiertos por los buenos sucesos y fines que había tenido.

 

5.         El visitador inicia su labor

 

            Mandó luego el señor nuncio exercitase su officio el dicho P. Fr. Elías. Y así quedó con su officio el dicho padre al principio del año del jubileo, usándolo Dios grandíssimo con esta sancta Religión: que, habiendo de ser religión y obra señalada, fuese en año señalado. Y si bien se nota, siempre que ha habido q o hecho alguna obra en favor de esta sagrada Religión, ha sido en día y fiesta r señalada de la Madre de Dios, no contento con que el año sea señalado, sino que también los días lo sean.

            Y aunque es verdad que el dicho P. Fr. Elías quedó y tuvo su officio con quietud y reposo, eso fue porque puso y tenía tierra en medio. Que s, si él se hallara al partir de las tierras [225r] y señalar mojoneras, aunque se llama de san Martín, no le faltara otro san Martín con que gozara y le cupiera parte de las duras.

            Con estos recados del señor nuncio y buenas nuevas, vine yo t a Toledo, do estaba el buen Fr. Elías. Y do dimos dos hábitos u 5: El uno a Fr. Francisco de los Angeles 6 y el otro al buen Fr. Pedro de Jesús, que esté en gloria v. Que, llegado a su lugar, será Dios servido lo tengamos para decir su vida w, que, por ser la primera dada en esta sagrada Religión y ofrecida en buena ocasión, la quiso Dios dar tal que fuese exemplo, dechado y envidia de los que ahora vivimos 7.

 

 




a            título del autor al marg.



b            fray Rafael Díaz subr., al marg. el padre fray Rafael Díaz fue después obispo de Mondoñedo de 2m.

 



c            ms. protege



d            limpidíssima‑nueve subr.



1         El decreto de nombramiento (6‑XII‑1599) puede leerse en MHCT, Doc. Prim., IV, n.619, p.622‑624.



e            subr.



f             al marg. ojo de 2m.



2         El duque de Sermoneta, habiendo servido a las tropas de Felipe II en Flandes (1584‑1590), pretendía en Madrid honores y pensiones del monarca español. A Feli­pe II (fallecido el 13‑IX‑1598) había sucedido su hijo Felipe III. El duque obtuvo poco después (10‑I‑1600) el «Toison d'or».



g            sigue avían tach.

 



h            hermano‑María subr., al marg. está enterrado en la casa de Madrid de 2m.



i            sigue síl. tach.



j            sobre lín.



k            al marg. ojo de 2m.



l            corr. de gunta



m           siendo‑Religión subr.



3         Natural de Toledo, fray Clemente tomó el hábito de calzado a los 16 años de edad y, pasados 28, el de descalzo el 23‑XII‑1599, profesando como tal el 11‑II‑1601. Murió el 21‑II‑1609, a los 53 años de edad. Cf. Breve noticia, p.1; Crónica I, 211‑214.



n         sigue q tach.

 



o            sucesor al Gaetano subr.



4         A Caetani (que saldría para Roma a primeros de abril) le sucedió el 22 de febrero Domenico Ginnasio. Arzobispo de Manfredonia (1586‑1599), había sido enviado a España como nuncio extraordinario para abordar el tema Finale Ligure. Creado cardenal el 9‑VI‑1604, un año más tarde concluyó su misión en la corte de Felipe III. Murió en 1639. Cf. CARDELLA, L., Memorie storiche de' Cardenali della Santa Romana Chiesa, VI, Roma 1793, 88‑93.



p            sigue ll tach.



q            sigue d tach.



r            al marg. Madre de Dios de 2m.



s            rep.



t            sigue am tach.



u            sigue al tach



5         El 8 de marzo de 1600 (Breve noticia, p.1; Crónica I, 494).



6         Nació en Humanes (Guadalajara) hacia 1580. Dos hermanos suyos le siguieron a la descalcez trinitaria (Fr. Pedro de Jesús, lego, y P. Juan de la Paz). Fue maestro de novicios y de profesos, ministro de varios conventos, vicario provincial unos meses (mayo 1608‑febrero 1609) después del provincialato del Reformador, provincial de la provincia de la Transfiguración y definidor general (dos veces). Murió en Madrid el 2 de mayo de 1628. Cf. Crónica I, 487‑520.



v            Fr. Francisco‑gloria subr.



w         al marg. véase su vida de 2m.

 



7         Traza su semblanza en el c.34.






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