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San Juan Bautista de la Concepción Obras II – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
CAPITULO 37 POR QUÉ NO COMUNICABA DIOS A ESTOS SUS SIERVOS SPÍRITU DE HACER MILAGROS CON ABUNDANCIA a
Aquí se me ofrece una duda, que parece me está preguntando el que esto leyere: Padre o hermano, las vidas de los sanctos que más de ordinario yo leo están llenas de grandes y particulares señales y demostraciones, así de espíritu como de milagros, ¿cómo este religioso b, y otros de quien adelante haremos mención, no hizo muchos milagros c, ni en él se vieron cosas particulares de arrobos o elevaciones?
A los cuales, en pocas palabras, responderemos que más particular merced de Dios es dar Su Majestad una grande humildad y aun pequeña d obra de humildad que e resucitar muertos; un acto de contrición, dolor o arrepentimiento de peccados, una obra de charidad hecha en gracia y amistad de Dios, que elevarse dos estados del suelo f. A mi parecer, tuvo el fructo de los éxtasis andando siempre unido con Dios, pero no perdió su libertad quedando enajenado, etc. g Y así, se ve que san Juan Baptista, grande amigo de Cristo, tuvo mucho de humildad y charidad, y poco de milagros, pues dél se dice que h nullum signum fecit Joannes 1. Y, en el tiempo en que estamos, conocemos un hermano que muy de ordinario se quedaba arrobado; y, después que tomó nuestro hábito y ocupádose y crecido en obras de humildad, penitencia, mortificación, los va perdiendo. [247v] Que, si los arrobos fueran más perfección, tiniéndola la persona en vida y religión más estrecha, antes le habían de crecer y Dios aumentárselos. Sino que, con la mayor perfección, va Dios evacuando lo menos perfecto. Pues así lo podemos llamar, porque los arrobos son desmayos de la naturaleza y las obras de humildad, charidad y mortificación son actos de fortaleza. Y también
digo que esos arrobos es gozar y estotras obras es ganar; y más vale ganar que gozar. No nos metamos en eso, porque no nos detengamos.
También digo que es más que hacer milagros, porque, si Cristo dice que «el que tuviere fee como un grano de mostaza, hará pasar un monte de un lugar a otro» 2, grande milagro y atribuido a una fee que sea como un grano de mostaza. Luego crecer esta fee será más que i hacer milagro, porque llano es que es más tener la suficiencia que el ponerla en execución; así como es más la fee que no pasar el monte.
Así digo que lo que yo hallo que estimar en los sanctos son las obras, que las señales Su Majestad las da a quien es servido. Y más, que hay esta diferencia: que, cuando j el sancto obra en obras de virtud, es Dios el que le debe y el obligado, pero, cuando Dios obra por medio del sancto obras señaladas, es el hombre el que debe a Dios porque recibió aquella k tal obra de su mano. Y así mejor es que me deba a mí Dios, que es fiel pagador y poderoso para desadeudarse, que no que deba el hombre, pobre y apocado en el desempeñarse.
Paréceme a mí ahora se entenderá por este exemplo la diferencia del que obra al que hace el milagro. Que el que obra es como el que entre semana trabaja y gana, se cansa y fatiga, todo lo da por bien enpleado. Pero el que hace el milagro es como el que el día de fiesta se viste el vestido que entre semana ganó, y se huelga con el jornal que le dieron por haber trabajado. Y, aunque es de mayor gusto para el que trabaja entre semana holgar la fiesta y salir a vistas, pero es de mayor [248r] provecho el ganar y ahorrar para la otra vida. Que veo yo algunos hombres cudiciosos que no querrían que llegase el día de la fiesta. Así fue nuestro charíssimo hermano Fr. Crisóstomo: que fue tan codicioso mientras vivió, que quiso trabajar y ganar; y las fiestas se las guardó ahora para que las goce entre los sanctos.
La 2.ª razón por qué pienso yo que, en estos principios, quiere Dios sanctos de obras y no de milagros exteriores, [es] que harto milagro es el que hace Dios con un alma cuando la trueca y hace caminar por el camino del cielo, mucho mayor sin comparación. Como dice sancto Thomás: que mayor milagro hace Dios en la justificación del peccador, que en la creación del mundo 3. Y tratando los sanctos de los milagros que Cristo hacía cuando daba vista a ciegos y resucitaba muertos, dicen que muchos más y mayores eran los milagros spirituales que hacía Su Majestad espiritualmente con los peccadores. Y así, en estos principios, hace Dios en la Religión destos milagros grandes, de traer a bandadas almas que, dejando el mundo y negándose a sí propios, se van tras las pisadas de Cristo.
Otras muchas razones puede haber. Que suele Dios muchas veces, con particular acuerdo, esconder esas cosas a las almas que le desean servir, para que en ellas no se paren ni se detengan. Como hicieron los del tribu (creo eran) de Benjamín: que, por ver antes de pasar el Jordán prados amenos y fértiles para sus ganados, les dio gana de quedarse allí 4. Y, como dijo la otra sancta: suele, por ser la puente por do uno pasa de plata, quedarse en ella y detener el paso. Y así es bien que en los principios los siervos de Dios obren sin que vean la fertilidad de sus obras en los fructos que, por medio de ellas, hace Dios haciendo milagros, para que no los detengan, paren y quieran apacentar allí sus sentidos y potencias, no guardando el entriego de ellas para cuando suba a ver y gozar de aquel que obra y hace tales y tan grandes maravillas por medio de sus siervos.
Aun a la propia Religión le conviene librar esas cosas para otro tiempo. Como dijo san Pablo: Tempus spargendi lapides et tempus coligendi 5. Ahora es tiempo de derramar piedras, que son las buenas obras; [248v] vendrá el tiempo de cogerlas. Que es lo propio que dice David: Euntes ibant et flebant, mitentes semina sua; venientes venient, portantes manipulos suos 6. Y si la Religión enpezara l a coger ya esos fructos, ese aplauso de personas que con sus obras hacían grande demostración, pudiera ser que se ocupara en coger eso poco o eso mucho, y no quisiera sembrar más. Y lo que veo yo en las religiones que ahora cogen gloria, honra, alabanza y flores de vida y milagros de sus antepasados, [es] que cogen lo que ellos no siembran. Y así, tengo yo por mejor el obrar y sembrar, guardando el coger para la otra vida, que no el coger en ésta.
Llano es que de la vid que cogen o venden el fructo en agraz, que tiene menos en la cosecha en uvas; y así será mejor guardar los fructos para las vendimias. No quiero yo decir que no sea obra de grande consideración en los sanctos los milagros; que ya vemos que suele un árbor tener tanta fructa, que tiene para que se le caiga y para que le quede. Lo que quiero decir es lo que dice el glorioso Bernardo de los que se maravillaban de los milagros que hacía: Quid miramini? Ego scio multa miracula facta fuisse per perfectos et per fictos 7. Y los fingidos no saben ser verdaderamente humildes, penitentes, despreciados. Y así, dale Dios a nuestra sagrada Religión hombres y niños que sean humildes y desasidos de las cosas del mundo, que es lo que no saben hacer los fingidos. Lo cual no podremos decir de nuestro charíssimo hermano Crisóstomo, pues, guardándole Dios el coger para la otra vida, en ésta lo probó y aprobó en la piedra del toque, que es sólo cumplir con Dios con penitencia y humildad, y no con los hombres con exteriores demostraciones.