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San Juan Bautista de la Concepción Obras II – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
III. DIOS PRUEBA AL RELIGIOSO
Ea, mis hermanos, ruego por nuestro Cristo crucificado que nadie desconfíe en las obras de Dios, que una vez empezare; que si le parece
se le esconde Dios, podrá ser, como decíamos, tenga depositado su remedio en manos de los hombres; y si los hombres también faltaren, aguarde, que trazas son de Dios en que le enseñan a confiar y esperar.
1. Prueba del verdadero amor
La cual confianza labra y perficiona a un alma con grandes veras y le sirve de prueba para ver si del todo está esta tal alma desasida de lo que había dejado en los tiempos pasados. ¡Cuántas veces sucede a un marido mostrar zuño a su mujer y suspenderle lo que pide sólo por ver si lo busca en otra parte y si el amor que le tiene es verdadero, gustando de estar sola y melancólica antes que buscar otros nuevos entretenimientos! De esa misma manera, suele Dios al religioso que dejó ya el mundo y sus cosas, dilatalle lo que pretende y quiere, a ver si con la tal dilación se vuelve al siglo por el remedio de lo que pretendía, o si, ya que por ahí le falta o le detienen lo que desea, si gusta más esta alma de estar sola y con aflición y tristeza antes que ir tras los amadores de la tierra a buscar en ellos su consuelo.
Fue esta prueba la que el demonio pidió a Dios hiciese a Job para que de cierto se conociese la fineza de su amor y la certidumbre de su esperanza 1. Dícele Dios al demonio: ¿No has considerado por allá a mi siervo Job, que no hay en la tierra quien le iguale? Responde el demonio: Bueno está eso. Tenéisle, Señor, a qué quieres, boca; su casa llena de bienes, etc. ¿Qué hay de espantar de eso? Hagamos un concierto: quebrémosle los alcaduces y condutos por donde le hacéis ese bien; y si, viéndose pobre y perseguido, él esperare en vos y confiare con certidumbre [428r] y no se volviere a buscar remedio a las cosas de la tierra, entonces entenderé que es siervo cierto. Salió Dios al concierto y dio licencia para que le abrasasen y aniquilasen sus bienes y hacienda y se tapasen los acueductos por donde todo se le multiplicaba. Pónenmelo en un muladar y, allí puesto, da voces y dice: Et si occiderit me, in ipso sperabo 2; aunque me mate y me quite mill vidas, hecho andrajos tengo de esperar en él. Parece, sancto Job, que sabéis el concierto que ha hecho el demonio con Dios, pues cuando vos os veis solo, desfavorecido, pobre, llagado, sin tener dónde volver vuestra cabeza, decís que, aunque os mate, sólo queréis aguardar y esperar en él, que no os pasa por la imaginación volver los ojos a las criaturas de la tierra de que vos mostráis estar bien desasido, pues viéndoos tan pobre y al parecer tan dejado de Dios no acudís a las puertas de las criaturas a mendigar su ayuda y socorro, sino que me parece decís en esas palabras, después de haber estado Dios y el demonio a la mira de lo que hacíades, diciendo: Et si occiderit me, in ipso sperabo. Como quien dice: ganado hemos, Señor, porque yo determino de morir en este muladar y, después de muerto, no quiero esperanzas ni remedio de las criaturas, sino de
sólo vos, a quien solamente tengo pegado mi corazón, y bien despegado de lo de acá abajo.
De esta misma manera, suele Dios probar acá a muchos religiosos, a quien por muchos años parece tiene asalariado a Dios para que le acuda, favorezca y ayude en sus necesidades. Pues esperad, que no quiero yo que el demonio titubee ni piense que, porque les acudo, tienen en mí pegado el corazón. Fálteles todo remedio, ciérrense los caminos de su regalo, lódense las puertas por donde a de ordinario se les acudía, queden tan solos y desnudos que puedan decir: «Desnudo salí del vientre de mi madre, desnudo me veo y desnudo volveré a la tierra» 3; y véase que, estando de esta manera, está tan desasido de lo de acá que no acude a los hombres ni a las criaturas a que tapen b y cubran su desnudez, ni le remedien su necesidad, sino que, así, solo, desnudo y afligido, gusta de esperar y aguardar en Dios con alegría y contento.
¡Oh mis hermanos, y qué afrenta tan grande para Dios —si así se puede decir— que en semejante ocasión saque Su Majestad a prueba a un su siervo y, estando a la mira [428v] el cielo y el infierno, lo halle Dios que vale menos de aquello en que se estimaba este justo según la estima de los hombres! Como sería afrenta que el que vende oro se hallase en la prueba ser alquimia y el cristal vidrio; y que entendiendo todo el mundo que un fraile descalzo está ya despedido de las cosas de la tierra y asido con Dios, porque lo dejó un rato, porque no le acudió con las raciones ordinarias, al tercer día se va con su esportilla a mendigar y buscar remedio a los tristes y pobres bodegoncillos de la tierra. Y verlos c heis ahogados, consumidos, que ya les parece que para ellos ni para las obras que han tomado a su cargo hay Dios ni remedio. Andan los tales religiosos de celda en celda, buscando quien los consuele como beatas importunas. Los cuales si entendiesen a Dios tendrían paciencia, esperarían y aguardarían sufriendo un poco de soledad y tristeza. Que sólo quiere Dios que muestres cómo en su divina Majestad sólo tienes pegado el corazón y tan lejos y despegado de lo de acá abajo d que ya no sabes dónde estas cosas viven ni están, ni aun atinarás a dar con ellas, aunque perezcas y mueras; que más gustas este tiempo que Dios así te prueba de estar solo que ruinmente acompañado con las cosas de acá abajo.
2. Sólo Dios llena el corazón
Suelen algunas veces los maestros de novicios, cuando en esta espera de que vamos tratando en que Dios esconde la mano para con e sus siervos, viendo desconsolados a sus novicios, buscar cosas de acá abajo
con que consolarlos: envíanlos a la güerta; procuran que miren el campo, que se vayan a la celda de un religioso que lo entretenga; dicen que almuerce y otros remedios semejantes a éstos. Pues digo dos cosas acerca de esto. La primera, que si a este tal religioso estas cosas le consuelan y entretienen y con ellas olvida el desconsuelo interior que tenía f, que este tal no amaba perfectamente a Dios sobre todas las cosas, pues en absencia del mismo Dios suplen sus veces las criaturas, que tan nada son en comparación de un tan grande bien. Y que, si lo amaba, era por sólo su gusto y entretenimiento, pues después con el que halló en las cosas de acá abajo quedó con gusto y entretenimiento. Y que, si lo amaba, lo amaba porque se le punía delante y lo hallaba a mano, pues g, cuando se esconde, sus veces suplen las cosas de acá. ¿En qué se echa de ver que un marido [429r] ama de veras a su esposa y mujer? En que ella sola lo enllena, consuela y entretiene y ninguna otra, por hermosa que sea, le da gusto. Pero los hombres de quien se dice: «cuantas veo, tantas quiero», a nadie tiene amor perfecto; como no lo tiene el peón y azadonero que se alquila en la plaza con el que más presto madruga a coger gente.
Así digo yo que el religioso que de veras ama a su Dios y Señor, sólo él le enllena el alma y sus gustos; y cuando él le falta, haciéndose aguardar, ni entretiene h la güerta ni suspende la conversación, por buena que sea, ni hace olvidar el campo, sino que más quiere ser Job en un muladar de tristeza y soledad y aguardar en Dios, que no volverse a buscar el consuelo de las criaturas. Como fue de prueba la buena esposa: que, yendo en busca de su esposo, aunque se topó otras compañeras bien galanas y parleras, no le mitigaron la sed que tenía del que deseaba su alma, sino que siempre le duró su hipo y suspirar hasta que dio con él 4. Esto querría yo de mis hermanos: que, si alguna vez vieren que Dios se hace aguardar, que, aunque se topen los entretenimientos del mundo y cuantos compañeros se puedan imaginar, que pasen adelante con sus ansias y deseos y no sean tan fáciles en esto y de tan poca lealtad en el amor que tienen a este Señor que sean como los azadoneros de quien ahora decíamos que si el consuelo se les ofrece en la recreación, en la güerta o en el campo, con ése se alquilan, a quien, con justo título, podré llamar perrillo de muchas bodas, que las celebra con el primero que se topan.
Han de ser como otro rey David, que decía: Quis michi est in caelo? Et a te quid volui super terram? Defecit caro mea, et cor meum; Deus cordis mei, pars mea, Deus 5, etc.; si para mi consuelo me ofreciese Dios todos los ángeles y sanctos del cielo, y para mi entretenimiento todas las criaturas de la tierra, y por aguardar a sólo Dios se me secase mi carne y se me cansase el corazón de palpitar de deseos, a nada abriría los ojos. Dios mío de mi corazón, no me eches culpa, que yo no tengo otra
parte sino a ti y en ti. Que fue decir: mi todo y mis partes están en ti, que aun una pequeñita no quiero tener en las cosas de acá abajo. ¡Oh, qué linda doctrina para [429v] un fraile descalzo de la Sanctíssima Trinidad: que nada le enllene ni entretenga, sino sólo Dios! ¡Oh, qué de camino tendrá este tal andado, que ni le dará pena lo alejen de sus compañeros ni lo muden de la casa conocida, que le truequen la celda, el hábito, el compañero ni maestro de novicios! Porque como en esas cosas aun parte no tiene, no siente el desasirse de ellas. Dios, a quien busca y a quien espera, donde quiera lo puede esperar y hallar, y más presto si está solo, porque es amigo de soledad para hablar al alma.
¡Oh! Trazas de satanás, que la tardanza que hace Dios con sus consuelos y ración ordinaria quiere entretenerla con el paseo de la güerta, con la conversación del amigo, con la vista del campo, para que, poco a poco, vayan olvidando y mitigando la sed que tienen de Dios. ¿No han visto en tiempo de hambre lo que hacen los padres pobres con sus hijos? Que los envían de casa tras el que tañe el tamboril y suena las sonajas, para que, entretenidos con esos engaños, olviden el comer. Y lo propio la ama: para que olvide el chiquillo el pecho de la madre y no llore, saca dijes y dice cantares. Esto ¿quién no ve ser engaño? Pues digan, mis hermanos, cuando sienten la soledad y tardanza de Dios, el entretenerlos con cosas de acá ¿no ven que es engaño? ¿No ven que son sonajas y dijes con que el demonio pretende entretenerlos y que, poco a poco, olviden la hambre ordinaria i que Dios está dispertando en un alma con esas largas y escondidas que hace? ¿Hasta cuándo hemos de ser niños y echar de ver que en esas cosas de acá no hay el jugo que pretendemos ni el manjar sólido que nuestra alma busca? Sino que, si viéremos que Dios se esconde por un rato y suspende lo que deseamos, digamos con David: Lacrymae meae fuerunt panes die ac nocte, dum dicitur michi quotidie: ubi est Deus tuus? 6; mortificábanme cuando me decían que mi Dios estaba abscondido, absente y que se tardaba, pero ya no buscaba acá abajo mi entretenimiento, sino lloraba. Y con esas lágrimas me sustentaba y me servían de pan hasta que se llegue el tiempo en que tengo [430r] de ver y gozar este bien que deseo, que de una vez me desasí de las cosas de acá abajo, y no porque un día me falte tengo de tornar a hacer amistad con quien ya he reñido y hecho divorcio.
Seas mill veces, Dios mío, bendito. Que por esto digo yo que muchas veces así a esta Religión, como a las personas que mucho amas, te ascondes y encubres por un rato para ver si las personas que en ellas entienden, entienden que tú sólo eres el señor de ellas y que tarde que temprano las has de perficionar y acabar; y que sepan que en semejantes
ocasiones es cuando se echa de ver la entereza de sus siervos, que no los hace doblegar a mirar acá abajo el detenerte tú un día y otro día.
3. Las criaturas, escalones para subir a Dios
Lo otro, digo que, cuando un maestro de novicios procura entretener al novicio desconsolado en cosas semejantes, puede ser bueno en j cuanto estas cosas dispiertan y avivan nuestra esperanza en Dios y que ellas sólo nos sirven de ocasión para más levantar el corazón a Dios de lo que le sirvieron a la esposa las otras doncellas, que fue de preguntarles dó estaba el esposo 7. De esto le han de servir las cosas de acá abajo al alma sancta cuando su prelado lo envíe a que en ellas se entretenga: de preguntarles ¿dónde está mi Dios, dónde está mi Señor y vuestro Criador? Que desto propio le servían a san Pablo cuando decía: Invisibilia Dei a creatura mundi, per ea quae facta sunt, intellecta, conspiciuntur 8; cuando me veo inposibilitado de ver las cosas invisibles, voyme a las cosas visibles, y a ellas les pregunto, y ellas me responden, porque hoc quod continet omnia, scientiam habet vocis 9. Dan todas las cosas voces de sabiduría, voces acertadas, discretas, ciertas y verdaderas, de quién y dónde está Dios. Son unas centellas que queman y abrasan en fuego y amor de su criador. Y así digo que el religioso que, afligido y desconsolado por ver que se le detiene Dios con el consuelo y pan cuotidiano, acude a las cosas de acá abajo no a buscar en ellas su total consuelo, sino a hacer de estas criaturas escalones para subir a buscar a su Dios, en quien solamente tiene puesto su consuelo, es bueno, justo y lícito el hacerlo.
Diráme que cómo se conocerá que destas cosas k me aprovecho yo con este fin. Digo que muy fácilmente se verá: cuando gozando de ellas no sosiega en ellas el corazón, antes se enciende más y arde más de deseo de aquel que espera y aguarda, [430v] y que son como unos bocadillos que dispiertan la gana del comer, y unas aguzaderas que afilan y adelgazan el entendimiento para que la voluntad más ame y el entendimiento más conozca aquello que aguarda y desea.
Entra una bestia en un jardín, güerta o campo. Veréis que cuanto en ella halla lo come como lo topa, con sus espinas y cortezas; allá va todo, dulce y amargo. Pero si entra un hombre de entendimiento y discreto, con discreción limpia y aparta lo bueno de lo malo, quita la corteza y superficie de encima y se aprovecha del corazón y perfecto de ello. De esa misma manera, los que son hijos del siglo se aprovechan y sirven de las criaturas y cosas de la tierra como bestias. Allá va todo, lo bueno y lo malo, corazón y corteza, como gente que en estas cosas tiene puesto su refocilación y su gusto, su gloria y su bienaventuranza;
y así, cuando las tiene y posee, no echa menos otra gloria ni contento, etc. Pero el justo búscalas y, halladas, las descorteza y linpia de lo de afuera, y sólo se aprovecha de su corazón, que con él allá dentro está dando voces y bendiciendo a su criador. Que es lo propio que hace el labrador: que a sus bestias echa el grano envuelto en la l paja, y para sus hijos la limpia y aparta el grano de la paja m. Los del siglo, cuando gozan de estas cosas, allá van enteras, con polvo y paja; pero el justo muestra no hallar ni tener en ellas su bienaventuranza n en ver cómo en su conocimiento les sacude el polvo y paja, y sólo escoge el grano, con que por un rato se entretiene hasta que su Dios sea contento de darse y entregarse en sí, en quien a solas y sólo está su gusto y contento.