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San Juan Bautista de la Concepción
Obras II – S. Juan B. de la C.

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IX. LA CONTINUA PRESENCIA DE DIOS

 

 

1.         Ser poseídos por Dios

 

            ¡Oh buen Dios! Qué gusto es ver un alma habituada en tu presencia, que nada la inquieta ni perturba a ocupar sus potencias en ti, sino que, unas veces con acuerdo y otras sin él, le está diciendo a Dios mill requiebros y lindezas, haciendo mill meneos interiores, que son mudanzas a lo divino, ya trocando la presencia de Cristo en cruz a Cristo en gloria, ya le considera entre inicuos y malhechores, ya entre millares de ángeles.

            ¡Oh naturaleza humana, y si te dieses ya por captiva y vencida ya de este buen Señor para hacer lo que él quiere y no aquello que tu natural te inclina! En ese rendimiento interior es donde Dios se communica en este último estado, dándose con pacificación y amorosa presencia. Cuando vos, hermano, cruzáis las manos para no decir ya plus ultra de vuestro querer y voluntad, entonces a es cuando se manifiesta Dios y entra en la tal alma, como dice san Juan en el capítulo tercero del Apocalipsi, a cenar con ella 1. Y llámola cena porque, después de cenar, viene el dormir y reposar y la noche apacible que se hizo para descansar el alma que llega a alcanzar este bien y presencia. Tras él se le sigue una noche apacible en la cual, muy sin ojos, atina esta alma dónde está su Dios, en ella duerme y descansa en sus regazos del trabajo que pasó b buscando a su esposo con obras de manos, de quien dice David: Manibus meis exquisivi te nocte, etc. (Vide) 2.

            En la Madalena se nos representó, pues buscó a Cristo con tantas veras, ansias y fatigas del corazón, rompiendo sus entrañas y en ellas haciendo portillos para que por ellos saliese el fuego que en su alma se encerraba y entrase otro divino que la poseyese. Y tras ese trabajo de manos, tras esos besos que daba en los pies de Cristo y las demás cosas que ofrecía, siguiósele la posesión en paz del bien que deseaba, y así le dijo Cristo: Vade in pace 3. Sin peccados y en paz, bien os podéis, gloriosa sancta, echar a dormir, que no habrá quien os dé pena; los


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ángeles os guardarán el sueño y, porque el polvo de la tierra no os dé pena, os levantarán del suelo las siete veces que David decía que alababa a Dios: Septies in die laudem dixi 4, etc.

            Paréceme esta obra de esta sancta y de las demás almas que aquí ponemos, a la que hizo Dios en el diluvio. Cuando en él quiso librar a Noé en el arca, dice la Scritura que se abrieron las cataratas del cielo y las fuentes del abismo y crecieron las aguas de suerte que levantaron el arca sobre los montes más altos del mundo. [452v] A cabo de cuarenta días, cesando la tormenta, descansó el arca sobre los montes altos de Armenia 5. Pues lo propio le sucedió a esta sancta y c sucede a los que la imitan: que en su conversión se abrieron las cataratas del cielo y se descubrieron los thesoros de la misericordia y sabiduría de Dios y se abrieron las fuentes del abismo, que fueron los ojos y boca por donde derramaba agua que lavaba d los pies de Dios y besos con e que los besaba f. Y estas obras fueron tan admirables que le levantaron su alma sobre millares de montes altos de inocencia, pues mereció que le dijesen y diesen un testimonio, firmado del mismo Cristo, de que le eran perdonados sus peccados y de que era grande el amor que tenía a su maestro. Y después de ese diluvio y pasada esta borrasca y tempestad, queda subida y levantada a una pacífica posesión de aquel bien que le ofrecieron y dieron.

            No hay dudar, hermanos, sino que, como dice san Pablo: Non coronabitur nisi qui legitime certaverit 6; el que quisiere esta corona, ha de haber peleado; el que quisiere esta divina presencia sin sobresaltos, pelee fuertemente y procure haber pasado los tres primeros escalones en que con lágrimas, obras, oraciones y deseos, obligue a Dios a que queden en paz. Que aunque es verdad que para este summo bien que esta alma posee es muy poco lo que de su parte hace para estar y venir todo en paz, pero conténtase Dios con lo que buenamente podemos hacer de nuestra parte, puniendo de la suya todo lo que a la nuestra falta para que el peso venga en fil y esta alma quede en paz. Que es lo que ahora decíamos del diluvio: que levantó el arca sobre los montes más altos, que no fueron bastantes las aguas que salieron del abismo sino que fue necesario se rompiesen las cataratas del cielo. Y aun para decir la necesidad que hubo de esta copiosa agua del cielo, nos debiera de decir que las fuentes que acá se rompieron eran del abismo. Abismo quiere decir cosa profunda y baja; y siéndolo la tierra sobre que el arca se había de levantar, era necesario tuviese tanta ayuda de costa como era la abertura de los cielos.

 


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2.         Un pasaje de los Cantares

 

            Nosotros, de nuestra cosecha, ¿qué somos sino un abismo de miserias que, por mucho que hagamos, el alma se quedará bien baja si el cielo no acude con su lluvia a enllenar y hacer la medida para que, levantada g el alma en alto, pueda decir a Dios que está en paz y gozando deste summo bien, que era el que, por fin y remate de todas sus obras, pedía la esposa cuando decía: Osculetur me osculo oris sui 7? Que, aunque fueron las primeras palabras de sus amores, [453r] enpezó con lo que pretendía acabar después de haber puesto de su parte las diligencias y cuidado que después puso. Tras las cuales palabras dice: Meliora sunt ubera tua vino, fragrantia unguentis optimis, etc. 8

            Ya yo tengo declaradas otras veces estas palabras y ahora sobre ellas, al propósito que voy hablando, se me ofrece una dificultad. Y es: pues pide beso de la boca de su esposo, que estaba absente, pues habla de h tercera persona, y mostrando la presteza y acceleración que este buen esposo tiene de acudir a estos amorosos ruegos se le apareció y fue cierto que le concedió y dio lo que pedía, pues apenas hubo hablado esas palabras de tercera persona cuando habló otras de segunda, que son las que se siguen, diciendo: Meliora sunt ubera tua vino, mostrando que el que en las primeras palabras estaba absente ya en las segundas estaba presente, acudiendo a sus amorosos ruegos, ¿por qué no alabó esta sposa el beso que pedía y se entiende le dieron, sino pidiendo beso y recibiéndolo alaba los pechos, los cuales dice que son mejores que el vino y que los ungüentos? Digo que en este beso que desea recebir un alma de Dios, se significa este cuarto estado en que el alma goza a solas y en pacificación a su esposo. Y aunque es verdad que tiene palabras para pedirlo estado tan alto y de tanta dulzura, este poner el alma boca con boca de Dios, este gozar esta soberana presencia en que ella le habla y él responde y cada uno toma las palabras de la propia boca del que ama, que le faltan palabras para decirlo y conténtase de tratar y alabar los pechos de Dios, con cuya leche y alagos la entró por sus puertas, dejándose llevar del i olor de sus preciosos ungüentos. Lo cual fue causa que viniese al estado de tanta perfección, pues dice que sus pechos son mejores que el vino.

            El vino saca a uno de sí. Y así, Señor y esposo mío, oliendo yo las excelencias j de vuestras grandezas, procuré buscaros; y cuando os hallé en el tercer estado de esta alma perfecta, en el cual gocé de vuestros pechos, sirviéronme de lo que sirve el vino con mayores ventajas, pues me sacaron de mí y me transformaron en vos, puniéndome en el cuarto estado, donde quedé toda deificada y endiosada, gozando de vuestro soberano y divino beso. Y como quien tiene en eso la boca ocupada, no puede hablar y decir qué cosa sea este beso de Dios, esta


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presencia de que en paz y a solas está gozando. Digo que la goza en paz y a solas porque, como decíamos denantes k, el alma, en este estado, no admite cuidados y presencia de cosas de la tierra que la puedan inquietar y desasogar, ni aun de los propios sentidos, pues quedando el alma en este estado tan spiritualizada que apenas quiere hacer officio de alma, ejercitando [453v] su officio con los sentidos para que los ojos vean y las orejas oigan, sino que parece les taparon los condutos por donde les venía su ejercicio y actividad. O como cuando hay más grandes fiestas en la plaza o iglesia no parece nadie por las calles. Así, a la fiesta que le hacen al alma allá dentro en darle este beso de paz, como si toda la gente deste pueblo, que es el hombre, hubiera acudido y se hubiera recogido adentro, de esa manera no parece nadie por afuera, de suerte que los ojos no ven ni la lengua habla ni las orejas oyen. Y aun eso debiera l de querer decir, pues a este estado lo llamó beso. Porque, aunque es verdad que es lícito a una desposada delante de gentes hablar y abrazar a su desposado, porque éstos son ejercicios muy comunes, pero no le sería lícito en público besar a su esposo y marido sino a solas. Y así, muy a solas goza esta dichosa alma este bien y presencia de Dios, no obstante m que en estotros tres estados consienta alguna presencia y mezcla de cuidados de cosas de la tierra. Pero quien con veras y presteza pretendiere llegar a este cuarto estado, debe desembarazarse y ponerse en ocasión de que lo pueda ejercitar.

 

3.            Disposición personal

 

            De donde me parece entiendo la razón por qué en la transfiguración Pedro, Juan y Diego cayeron en tierra cuando oyeron la voz del Padre, que dijo: Este es mi Hijo muy amado, oídlo 9. ¿Hijo de Dios presente que lo oigamos? Este es beso de la boca de Dios, este bien a solas se ha de gozar, caigamos en tierra de suerte que esa tierra nos tape los ojos, no nos inpidan para tanto bien. Sepúltense esos sentidos que, aunque tan propio su ejercicio n del alma, podrán inpedir bien tan alto y digno de ser deseado. Y aun para esto o los debiera de llevar al desierto y bajar la nube al tiempo del gozarle y al tiempo que Pedro dijo que era bueno gozar de aquella presencia. Como quien dice: Si eso hubiera de ser, en esta nube nos remontáramos y fuéramos donde nadie os pudiera, Pedro, inpedir ese bien, que es tan grande que, para gozarlo, no bastan pies para alejarnos de las voces del mundo. Menester eran las alas de los vientos, las que tiraran esta nube que aquí se aparece en que, como en coche y litera, nos p remontáramos y apartáramos de todos los ojos de los mortales.

           


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Y hablando con Moisés y Elías, pondría exemplo q con la presencia de entramos a dos, como quien dice: Veis aquí a Moisés que, con cuanto amor le tuve, habiéndole de hablar, lo mandé subir a un alto monte y poner entredicho en gran término de tierra, con pena de la vida, que nadie llegase 10. Y aun celándome de la luz y claridad del cielo, enllené el monte de nieblas spesas como la noche r 11. Y otra vez, para hacerle un ensayo de lo que habían de gozar de mi presencia, lo mandé sepultar y enterrar. Mostrándole en esto a Pedro qué de ello [454r] le faltaba para llegar al cumplimiento de s lo que pedía y deseaba, pues el monte de que gozaba no tenía nieblas ni tinieblas, sino claridad, y ellos no sepultados y aun quizá, para abrazar las tinieblas y el sepulcro antes que se lo diesen, cayeron en tierra.

            Estaba allí Elías, el cual, para sólo gozar de un soplo delicado que procedía de la presencia de Dios, se puso a la puerta de una cueva y taparse con la capa el rostro; la cueva, porque inpidiese el ruido de afuera; la capa, para que tape los ojos, porque semejante presencia antes la impiden estos ojos de carne, pues dice el sposo a su sposa: Oculi tui me avolare fecerunt 12. Como si dijera: Ojalá, esposa mía, no tuvieras ojos con que mirar cosas de la tierra; que pudiera ser yo durara más en tu presencia. Divertístete con ellos y yo volé y fuime. Y para quitar este estorbo, Elías se tapa el rostro, para gozar de aquella soberana marea que de la presencia de Dios procedía. Y aun no es menos de notar la disposición que el sancto profeta trai al puesto que tiene de haber de gozar de este bien. Y es que fue cuando venía huyendo de la reina Jezabel, y cuando le dio el ángel el pan subcinericio y el vaso de agua y le dijo que se levantase t y comiese aquello, porque le quedaba jornada larga que andar. Y así fue que con aquella bebida ayunó cuarenta días, hasta que llegó al monte de Dios, donde se le dio Dios y se le communicó su presencia, no en torbellino ni ruido ni en fuego, sino en el soplo delicado que decíamos 13.

            Dándonos en esto a entender que el que quisiere o pretendiere gozar de esta divina presencia no en u los tres v primeros w estados, donde los hombres lo buscan con ruido y estruendo, con fuego y torbellinos de trabajos y obras penales, sino donde lo gocen en la paz y quietud que lo gozan los cuartos en soplo x y silbo amoroso, han de huir del mundo y de los gustos y contentos que representan los reyes y príncipes, y beber y comer un bebedizo que, sin saber qué es, da Dios, con que desenhechiza y aparta al hombre de lo de acá abajo y lo encanta para lo de arriba, adurmiéndole los sentidos de suerte que aun el comer olvide por muchos días para que, quedándole flacos los sentidos, no tengan los ojos fuerzas para mirar ni las orejas para oír, porque así conviene esté y el alma que quisiere gozar de lo que Pedro deseó cuando


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dijo que era bien quedarse allí, para cuyo cumplimiento pidió que hiciesen tres tabernáculos 14.

            En lo cual erró, porque tabernáculo es tienda de campo o casa pajiza de poca dura, y de esa manera decíamos denantes de los que tienen presencia de Dios en el segundo y tercer estado: [454v] que, como no han llegado a la paz que tienen los del cuarto estado, aún se tienen a Dios en tienda de campo o casa pajiza. Una gente que hoy le trai presente en una cosa y mañana en otra; y como aposentado en casa, y aposento de poca dura, poco le suele durar este bien por no procurar pasar más adelante, donde se posee con más firmeza. Porque los del cuarto estado z procuran no aposentar a Dios en casas y aposentos portátiles o ponerlo en peligro que les dure poco, sino hacen un templo, casa y morada fija para Dios, acordándose que san Pablo a los tales los llama «templo de Dios vivo» 15, donde, como en el de Salamón, habiendo de a bajar la presencia de Dios, bajó niebla de tal manera que no se veían los sacerdotes que en él estaban 16. Porque en tal estado y ocasión, aunque los sacrificios tanto le agradaban b, quiere de ellos suspenderles la vista para que sólo la tengan en poner los ojos interiores en su presencia, que es en quien todo c está encerrado con summa perfección. Y reprehendiéndole a san Pedro su petición, bajó la nube. Como quien dice: para gozar la pacífica posesión que vos decís, Pedro, de esta presencia, no había de ser tabernáculo, sino templo y casa muy quieta de asiento y dura. Y atento que no la hay en la tierra cual conviene para lo que pedís, Pedro, si eso hubiera de ser, en esta nube nos subiéramos al cielo, donde no entran ladrones a robar ni gorgojo ni polilla d 17, que son los cuidados que acá en la tierra sobresaltan este bien y los que, como carcoma, roen el alma de suerte que no le dejen fuerzas cuales conviene para e sufrir y llevar tal carga y, como ropa apolillada y entretenida en los cuidados de acá, si es que de tal ropa hace Dios vestido, será para de entre semana, por ser el paño más grosero y no tan fino cual conviene para el día de la fiesta.

            Quiero decir que los seculares y gente que no ha llegado a este estado, son vestido para en tiempo de trabajo cuando, con Marta solícita 18, procuran en cosas exteriores buscar a Dios, pero los muy justos, que han procurado afinar sus obras y de exteriores volverlas interiores, donde el alma hila muy más delgado que el cuerpo, hace Dios de estas tales almas un vestido para la fiesta, para el tiempo en que Dios y aquella tal alma han de vacar de cualquier trabajo y ocuparse y adormirse en los regazos de Dios, donde queda tan deificada que no sabe de sí para las cosas de acá abajo.

           


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Dije también, según la comparación que puse del cielo a estas tales almas, [455r] que tampoco entraba gorgojo, que es animal que persigue el trigo para que el pan no sea tan floreado; porque, comiéndole este animalillo al trigo el corazón, que es donde se encierra la flor de la harina, viene a quedar casi salvado, de donde el pan se hace de menos estima y consideración. Y así, a los cuidados de las cosas de la tierra llamo yo gorgojo que roe el alma, que es la flor de la harina de donde se saca el pan puro y linpidíssimo. Pero en los seglares y gente que ahí no ha llegado, es muy cierto ir sus obras mezcladas con mucho salvado, por no ir hechas con aquella atención interior que conviene. Que, en fin, con muchos intentos, menos ha de ser para cada uno la intención, que es el corazón de la buena obra. Y para quitar todos estos estorbos y que la presencia de Dios se gozara con grandíssima seguridad ni miedo de que nadie la había de sobresaltar, pidiendo Pedro que se quedasen en aquellos tres tabernáculos que pedía se hiciesen, bajó la nube a hacer reseña de que, cuando eso hubiese de ser como convenía, era necesario subir en nube al cielo, donde allá hay summa paz y quietud en el gozo de ese summo bien y que, en el entretanto, aquella nube que f obumbrabit eos 19, les hiciese sombra y sirviese de sombrero para que la luz no los pudiese impedir el gozar alguna vislumbre de lo que deseaba.

            Grande bien debe ser éste, mis hermanos, pues es tan delicado que en su compañía no consienta ningún género de cosa que pueda distraer el alma, sino que, como águila caudal, subiendo en alto, remontada de las cosas de la tierra, fije los ojos en el sol. No me espancto que, como es sol aun los átomos descubre para que se quiten y aparten, porque esta vida de los de este estado, en el cual gozan de este sol en la forma que pueden y a su stado se compadece, cualquier cosita inpide para le gozar y contemplar esta summa paz.

            El sol es planeta tan noble y resplandeciente que, cuando sale, aun las estrellas no consiente que parezcan, que a solas, pues es sol, se las quiere haber con los hombres. Así, la presencia deste sol de justicia, Cristo, redentor nuestro, cuando sale y alumbra a estas tales almas en este grado de perfección g, parece que no deja ojos aun para mirar strellas ni las cosas más altas que se pueden imaginar h salido del mismo sol, que tras sí se llevó las potencias y sentidos. Aun en el cielo vemos que, cuando reina un planeta en su ascendiente, el planeta que se le junta lo trueca y hace de su chalidad. ¿Qué mucho que, si en esta tal alma [455v] reina Cristo en grado cuarto, que es donde el alma habíe subido, que llegue a sí y haga de su calidad los otros planetas —digo las potencias, el entendimiento y la voluntad— para que en toda esta alma no reine sino Dios? Y, gozando de él, digo que goza de un summo bien en quien millares están encerrados.

           


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Pues digo que no hay que espantar que tanta soledad se requiera y tanta linpieza se pida, porque lo que se goza es summo bien. Así, para sepultar a Cristo, se busca sábana linpia y sepulcro nuevo 20, dándonos a entender la perfeción que pide Dios para hacer depósito de su presencia en un alma. Que, atento que hay dos estados i en la Iglesia: uno de inocentes j, significados en el sepulcro k, otro de peccadores, significados en la sábana, que advierte que, si lo han de tener y poseer como conviene, si son inocentes han de ser sepulcro nuevo donde no se hayan enterrado y sepultado los cuidados de la tierra, y que, si son pecadores, han de ser sábana limpia, han de estar ya desembarazados y jabonados, porque no es menos lo que se deposita que la presencia del mismo Dios.

 

4.         El estorbo de los cuidados de la tierra

 

            ¡Oh Señor, seas mill veces bendito, y cómo esto no se acaba de entender porque el hombre no se acaba de desasir! Sí lo entienden, que yo he visto hacerme aquí sermones personas que están más metidas en los trabajos del mundo y saben y predican cosas que me parece cosa inposible decirlas si no es con grande luz del cielo. Tratan de su engaño y dicen del desengaño de los que están apartados de esos bullicios. Pero digo que no lo entienden porque, como dice David l de los justos que tienen sus entendimientos en las manos m: Et intellectibus manuum suarum 21, etc., dando a entender que la verdadera inteligencia está en las manos, en el obrar. Y como estos que conocen el estorbo que consigo train los negocios y ofuscaciones que tienen estas cosas exteriores no las saben desechar ni apartar de sí, digo que no lo entienden. Que si lo entendiesen, mill vidas perderían antes que perder tal ocasión como la que tienen y gozan los que están retirados al rincón n.

            Pues veamos qué es la causa por qué, entendiéndolo, en el sentido que decimos, no lo hacen y obran. Digo que de o esta gente se puede decir: poca lana y ésa tendida en zarzas. Tienen poco espíritu y ése se lo llevan los cuidados esteriores y cada uno tira su poco, de suerte que al alma la dejan desnuda de spíritu y sin fuerzas para volar y llegar a este descanso que decimos. Que es lo [456r] que David decía en medio de sus negocios: Quis dabit michi pennas sicut columba, volabo et requiescam? 22 Veamos, David, ¿por qué sólo pedís alas de paloma? ¿No fuera mejor que lo pidiérades todo y dijérades: Quién se viera paloma p para volar y descansar? Digo, mis hermanos, que David ya lo debiera de ser en su simplicidad; pero no le debieran de faltar más que las alas, porque se las debieran de tener desplumadas los negocios de la ciudad y corte.


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Así digo yo que hay muchos que son palomas y tienen buen alma y grande conocimiento, pero tan entregados a cosas exteriores que les faltan las fuerzas, las alas y pluma para con ligereza volar a este cuarto estado donde el alma descansa con su Dios.

            De manera que, por faltarle las fuerzas spirituales y estar demasiada de entregada a lo de acá abajo, es muy cierto no volar arriba, lo cual se entenderá muy bien por q este exemplo: un relox, mientras tiene las pesas levantadas, todas las ruedas andan y vuelan y hacen su officio en orden a señalar las horas y hacer división de los tiempos, pero cuando las pesas están caídas en tierra, todo el relox está parado y detenido. Las partes inferiores deste hombre, cuando r están caídas en el suelo, atendiendo a las cosas de acá abajo, es llano que la armonía y ruedas de adentro de este soberano relox espiritual de nuestra alma está detenido y parado el entendimiento y la voluntad, sin hacer diferencias de tiempos ni de estados. Pero, en el punto que levantamos estas partes caídas de los cuidados de acá abajo s, es llano hacer el alma su officio. La piedra imán ya se sabe que levanta y lleva a sí el hierro, pero dicen que si de la otra parte del hierro le ponen t otro magnete y piedra imán u que no lo dejará levantar, antes si estuviere levantado lo tornará a abajar, porque de suyo es pesado v.

            El conocimiento de Dios, que era el que decíamos w tienen todos y da Dios para que se aparte el hombre de lo que le puede dañar, atrai a sí a este hombre pesado y lo levanta del suelo. Pero si por estotro lado le ponemos a este hombre cuidados, codicias de cosas de la tierra, es llano que aquel x cuidado no lo dejará levantar de la tierra y subir en alto, antes, estando levantado de ella, si le aplicamos cuidados y negocios, lo tornarán a abajar abajo. Y ésta es la razón por qué esta gente no entienden este bien con la inteligencia, que debe estar en las manos y en las obras.

 

5.         Pedir un corazón puro

 

            A estos tales les diría yo que, postrados por tierra, como otro David, le pidan a Dios críe en ellos un corazón linpio y puro 23. Dice dos cosas: una que le y críe corazón z, y otra que sea limpio, [456v] que lo críe de nuevo, porque está como el vaso quebrado y despedazado con los cuidados de la tierra y, siendo el mismo, lo haga nuevo, porque pide que tome aquellos pedazos que en cosas diferentes están repartidos y los junte para que entero se ocupe en Dios. Y digo limpio, porque no quiere que en él se aposente nada que no sea Dios, que haga Su Majestad con él lo que hizo el otro ollero o alfaharero a quien, por


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mandado de Dios, estaba mirando el propheta Jeremías: que haciendo un vaso se le cayó de las manos y se bolló y deshizo, y se tornó a bajar por el propio lodo y lo limpió y torneó de suerte que fue vaso digno de la mesa de Dios. De suerte que, siendo vaso hecho del propio barro que se le cayó de las manos, podremos decir es vaso nuevo, pues de nuevo fue torneado, proporcionado y purificado y entonces, habiendo visto lo que pasaba el profeta, le dio Dios a entender que aquél era su officio 24, porque, haciendo y labrando siempre el corazón del hombre, como Cristo dice: Pater meus usque modo operatur, et ego nunc operor 25; siempre lo labra y lo perficiona, pero por culpa del propio hombre se cai en la tierra y pone sus aficiones en las cosas de acá abajo, de suerte que con estos cuidados queda inmundo y desbaratado a, deshecho y despedazado, que todo son términos de que de ordinario usa el hombre metido en muchos cuidados; pero, siendo officio de Dios, como dice Eczechiel, pegar lo quebrado, fortalecer lo flaco, etc. 26, a él hemos de acudir: que tome estos cascos, estos pedazos, y los junte y pegue, limpie y purifique de suerte que venga a ser vaso b de elección escogido para que en él se ponga esta presencia divina y este soberano Dios y Señor.

            Y aun por eso la esposa lo llamó y conparó c tantas veces al d aceite, porque entre todos los licuores éste es el que no admite mezcla con otro ninguno, sino que sólo quiere el campo y vasija en que se pone. ¡Oh Dios de mi alma, y qué soberanos y divinos misterios se descubren aquí! Llámalo la esposa y conpáralo al aceite derramado e 27. Pues ¿por qué lo conparó al aceite derramado? Digo que esto fue dar un particular aviso a las almas celosas y amigas de la conservación de esta soberana presencia. El aceite, como digo, quiere el vaso a solas, porque no consiente mezcla, pero si alguna le echamos luego se sube arriba y va hacia la boca por donde entró, acercándose a la puerta para salirse [457r] y derramarse cuando le van echando otro licuor, como quien dice: antes me saldré y derramaré por esos suelos que estar en junta y compañía de otra cosa. Pues decir la esposa que es como el aceite es decir que no admite mezcla de cuidados de la tierra. Decir que es como el aceite derramado es decir que haya gran cuidado en no enllenarnos y ocuparnos en cosas de acá abajo, porque tantas podremos echar en nuestro corazón que echemos fuera a Dios y, mientras más cuidados en él ponemos, más a peligro le poseemos y más a la boca por donde entró se llega para tornarse a salir. Y así pide David corazón nuevo, que en fin el viejo, por linpio que esté y bien fregado, sabe o güele f a lo pasado y al licuor que antes tuvo, y él le quiere linpio y sin sabor ni olor a cosa que no sea Dios. Y si bien miramos lo que adelante dice, no son palabras que dejan de hacer al propósito que


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vamos diciendo: Et spiritum rectum innova in visceribus meis 28; renovad en mí un spíritu recto, porque ya se le habíe vuelto viejo, que es el spíritu torcido a lo de acá abajo.

            Sobre un palo viejo y torcido, ¿qué podréis cargar? Nada. Una viga nueva y derecha sustentará un grande edificio. El ejercicio spiritual es una máquina, como si dijéramos, es un reino grande, es un Dios poderoso. Tanto edificio no se puede cargar sobre espíritu torcido e inclinado a cosas de la tierra, es menester que esté derecho. Que si el cuerpo lo tuviere en la tierra, tenga el alma y su conversación en el cielo 29. Así salió de las manos de Dios el corazón de nuestro primer padre: Fecerat igitur Dominus hominem rectum 30; derecho siempre, que mirase g al cielo para do fue criado. Cargó encima el demonio aquel peso tan pesado de la culpa e inobediencia, torciólo e inclinólo abajo, de suerte que la parte inferior y superior quedaron mirando a la tierra y hecho arco, como si fuera puerta arqueada, por donde nos habían de entrar tantos trabajos y miserias. Y aun por haber de ser causa de tantas miserias y trabajos, nuestra primera madre, Eva, la criaron, formaron de costilla tuerza 31, como quien le pronosticaba el haber de ser causa del torcerse los hombres e inclinarse a lo malo y a lo caduco y perecedero, de quien dijo el sancto rey David: Oculos suos statuerunt declinare in terram 32. Miraban al cielo por la justicia y gracia con que fueron criados, enfermaron por el peccado y debilitaron la vista interior, ya no tuvieron fuerzas ni se atrevieron a mirar arriba, [457v] volvieron los ojos a la tierra, quedaron inclinados y agobiados a las cosas de acá abajo, y aun de aquí h nació la ignorancia y tinieblas, obscuridad y poco saber del alma.

            Llano es que menos luz tienen las ventanas que se hacen en los aposentos que están debajo de tierra que no en los aposentos altos, porque aquéllos de ordinario cogen la luz por un lado, a quien llamamos saeteras; pero estotros dales de en lleno. Y así nuestros primeros padres, habiéndolos criado Dios rectos y levantados, dábales la luz en lleno, el entendimiento lleno de sabiduría, la voluntad de rectitud y el alma llena de gracia. Torcióse el edificio, dio consigo en tierra i, de suerte que el que primero podía decir que tenía su conversación con los ángeles del cielo y que vivía en alto, ya vive en bajo, y tan bajo que los aposentos quedaron obscuros y llenos de tinieblas, quia dilexerunt homines magis tenebras quam lucem 33. Ya coge la luz por un lado, como gente que miró a la tierra, en estas cosas de acá abajo anda a buscar el conocimiento de Dios, a ellas les pregunta y las criaturas le responden. Aquellos a quien Dios inmediatamente les enseñaba, ya han menester otros hombres y maestros. Pues considerando el sancto rey David estos trabajos y miserias que el hombre tiene por haberse torcido y vuelto a estas cosas, deseando


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desembarazarse de todas ellas, dícele y pídele a Dios, con grandíssimas veras, le críe en él un corazón recto, derecho, de suerte que, cogiendo la luz en lleno, quede su entendimiento claro y con un conocimiento cual conviene para que la voluntad siga y ame la verdad y las cosas del cielo y aborrezca todo lo de la tierra, que son cosas que, como pesadas, no dejan levantarse el alma a las cosas para que fue criada.

 

 

 

           




a            ms. estonces



1         Cf. Ap 3,20.



b            corr. de basó

 



2         Sal 118,2.



3         Cf. Mt 7,37‑50.



4         Sal 118,164.



5         Cf. Gén 7,17ss.



c            sigue en tach.



d            ms. lavaban



e            sobre lín.



f             corr. de besaban

 



6         2 Tim 2,5.



g            sigue en a tach.



7         Cant 1,1.



8         Cant 1,1‑2.



h            sigue terce tach.



i            sigue olor tach.



j            ms. excelencia

 



k            sigue está tach.



l            corr.



m           corr. de obstantes



9         Cf. Mt 17,5‑6.



n            su ejercicio sobre lín.



o            sigue los tach.



p            sigue res tach.

 



q            ms. explemplo



10        Cf. Ex 3,2ss.



r            sigue veis tach.



11        Cf. Deut 4,11.



s            sigue aq tach.



12        Cant 6,4.



t            sigue que tach.



13        Cf. 1 Re 19,1‑18.



u            sigue el tach.



v            los tres sobre lín.



w           corr. de primer



x            ms. soblo



y            rep.

 



14        Cf. Mt 17,4.



z            sigue no tach.



15        2 Cor 3,16.



a  sigue p tach.



16        Cf. 1 Re 8,10‑11.



b            sigue en el solo tach.



c            sigue en tach.



d            ms. polla



17        Cf. Mt 6,19‑20.



e            sigue p tach.

 



18 Cf. Lc 10,40‑41.



f             sobre lín.



19        Lc 9,34.



g            sigue pa tach.



h            ms. imagir



20        Cf. Mt 27,59‑60.



i          sigue uno tach.



j            sigue por tach.



k            sigue nuevo tach.



l            al marg. vide



m           sigue da tach.



21        Sal 77,72.



n            sigue p tach.



o            sobre lín.



22        Sal 54,7.



p            corr.

 



q            sigue este tach.



r         sigue estas tach.



s         de los‑abajo sobre lín.



t            sigue un diamante y tach.



u            y piedra imán sobre lín.



v            porque‑pesado sobre lín.



w           sigue ti tach.



x sigue conocimiento tach.



23        Cf. Sal 50,12.



y            sobre lín.



z            sobre lín.

 



24        Cf. Jer 18,2‑6.



25        Jn 5,17.



a            corr.



26        Cf. Ez 37,1ss.



b            sigue digno tach.



c            y conparó sobre lín.



d            sobre lín.



e            sigue tiene tach.



27        Cf. Cant 1,2: «Oleum effusum nomen tuum».



f         o güele sobre lín.

 



28        Sal 50,12.



29        Cf. Flp 3,20.



30        Ecl 7,30.



g            que mirase ms. quirase



31        Torcida.



32        Sal 16,11.



h            sigue debiera de tach.



i            ms. terra

 



33 Jn 3,19.






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