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San Juan Bautista de la Concepción
Obras II – S. Juan B. de la C.

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XIV. PARA TRAER A DIOS EN EL CORAZON

 

            Viene bien a propósito lo que dos días ha hizo Cristo con sus sagrados discípulos: que habiéndolos de adornar y vestir de dones y gracias, lo primero los lavó en la cena con sus propias manos y sirviendo esa agua de lo que sirve la primera que dan las mujeres a su ropa, que llaman estregar, después le dio otro jabón y colada con su propia sangre para que quedasen más blancos. Ultimamente, después de su resurrección, se encerró con ellos en un aposento o lugar humilde cual lo hallasen para se esconder como ovejuelas de los lobos carniceros que habían despedazado a su señor, maestro y pastor, y allí encerrados los procuró conponer, vestir y hermosear, enriquecer y adornar con los despojos que de su pasión sacaba. Dice el sagrado evangelio que se puso en medio de ellos y les dio paz y les dijo que no temiesen, que él era, y que les mostró sus manos y su costado 1. Expliquemos esto como Dios lo dio cuando a los hermanos se lo propusimos, que después nos volveremos a nuestro intento y lo aplicaremos.

 


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1.         El recogimiento exterior e interior

 

            Lo primero dice que se puso en medio y les dio paz. Propio lugar es el de en medio para el que pone paces, porque así puede mejor acudir a la parte más caída y ayudar a la más flaca. Y así [471v] lo hizo en este día: que siéndolo sus sagrados discípulos, acude a ellos a animarlos y confortarlos y en testimonio de eso les dice que no teman. Dice que se puso en medio y dende allí les comunicó mill bienes. Este es el lugar donde plantó Dios a en el paraíso y puso una fuente que, dividida en ríos, se vertió y estendió por toda la tierra a regarla y fructificarla 2. Este es el lugar del sol cuando hace brotar y producir la tierra, los árbores y todo lo criado, cuando está en medio del cielo. Este es el lugar del corazón para dar vida por iguales partes al hombre. Y éste es el lugar que escoge Cristo entre sus discípulos que de su pasión habían quedado como tierra sin agua y campo agostado 3, para que, siendo fuente perenne, regase por parejo b las almas de sus sagrados discípulos, que como tierra bendita habían de dar admirables cosechas de predicación y vida celestial y evangélica. Y como sol se puso en medio para que, como celestiales luceros y lumbreras, participasen y gozasen de la luz del que era verdadera 4 y fuese corazón divino que diese y comunicase vida celestial a aquellos güesos secos 5.

            Esnos de grande importancia, nuestros hermanos, procurar tener a Dios en medio de nosotros y en medio de cada uno. Veamos cómo estará en medio de cada uno y qué ha de hacer para que Dios esté en medio de él. Lo primero, digo que para que un religioso descalzo de la Sanctíssima Trinidad tenga en medio de sí a Dios, ha menester estar a puertas cerradas, no se ha de contentar con haber tomado nuestro sancto hábito y que ya el portero haya cerrado la portería y que no le podrán entrar a hablar sin licencia ni salir sin ella. Más recogimiento y más puertas hay que cerrar, no sólo el recogimiento de la celda y el del rincón. Más pido: el recogimiento del propio corazón y que ese corazón, que está en medio de nosotros y el que ha de servir de cama y lecho para que en él se hospede Cristo, ha de estar cerrado de suerte que ya no tenga puerta ni ventana por donde se divierta ni salga. Estas puertas de afuera, que son los ojos, la boca, las orejas, han de estar cerradas y tapadas para que entre y venga Dios. Por eso su venida dice el evangelio que es a la media noche, cuando están todas las puertas atrancadas y cuando viene el ladrón, que es a deshora, cuando no hay portillo abierto 6. Y hace bien Su Majestad que no haya puerta, [472r] que él no la ha menester para entrar, y sólo pueden servir de que por ellos entren otros ladrones, de menos provecho c.

           


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Seas tú mill veces bendito, Dios mío, que te comparas al ladrón y dices que velen y estén con lámparas encendidas 7, que es señal que quieres, cuando entras a hacer el hurto, que te cojan con él en las manos y te prendan y encierren y quedes por preso y captivo en el alma que tú entraste; y si pides que para tu entrada estén las puertas cerradas, no es porque tú no te vayas, que cuando vienes de asiento y propósito vienes para no irte, sino para que no haya ocasión de echarte y para que por tantas puertas yo no me salga y te deje solo, sino que, estando todo cerrado, entramos estemos juntos. Y no sólo, mis hermanos, se han de cerrar estas puertas exteriores y de afuera. Otras hay más peligrosas y adentro: la voluntad y las potencias. Esta voluntad cerrada, que ya nada quiera, ya no haya querer ni voluntad para cosa de acá fuera. El entendimiento cerrado de suerte que ya no se ocupe sino en conocer a Dios y la memoria en traerle presente, que ya no se acuerde de padre, madre, hermanos, ni de cosa de lo que tan de ordinario trataba por acá fuera.

            Denme, sus charidades, un religioso así encerrado y recogido y esté cierto se hallará Dios en medio de él. Y digo en medio, porque hay algunos que train a Dios no en medio, sino en un lado, los hipócritas por de fuera. Otros dicen que en el corazón secreto, ocupando su lengua en lo que se le antoja. Ha de procurar tener d a Dios en medio de su corazón para que dende ahí salgan soberanos riegos por toda la tierra y por todo este mundo pequeño que es el hombre; y riegue los ojos dándoles lágrimas y humildad, [a] la lengua palabras sanctas, al entendimiento conocimiento, a la voluntad amor y a la memoria acuerdo y presencia suya. Eso es estar en medio, vivificar al hombre interior y esterior y darle a todo él luz y claridad para que ninguna parte dél esté ni viva en tinieblas. En medio, que haga paces en este hombre, donde cada día se ven y oyen tantas y tan sangrientas batallas, donde la carne pelea contra el spíritu; que ayude a la parte flaca del spíritu, que las culpas y peccados lo han enflaquecido y debilitado y la carne se ha subido a mayores; que esté en medio dando y causando en todo este hombre una paz y sueño e celestial que ya nada en él se oiga que no sea paz y conformidad con la divina voluntad. [472v] En medio, dando fortaleza para que nada temamos, sino que, si f hasta ahora éramos tan flacos como los apóstoles huyendo y desamparando a Cristo en su pasión 8, ya seamos tan fuertes que le aconpañemos en ella y demos nuestra vida mill veces a g quien tanto debemos.

            Esta es la fiesta, la boda y compostura que después de haber cerrado las puertas celebra Dios y hace con un religioso, advirtiéndole que ante todas cosas ha de ser el lavatorio, la limpieza y pureza del alma, de suerte que a todas cosas ha de prevenir una admirable confesión, donde el que quiere ser verdaderamente perfecto se ha de limpiar no sólo de


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lo que fuere grave, sino que, después de estar limpio de todo eso, se ha de lavar y limpiar los pies, que son los afectos, para que ni aun en ellos haya una mínima h inclinación a cosa terrena, porque sobre esos afectos así limpios y alma pura, entra muy bien el ramillete de flores que ahora i, después de su resurrección, da Cristo a sus sagrados discípulos.

 

2.         Dar a Dios obras y corazón

 

            Dice más, que les mostró Cristo sus manos y su costado: Ostendit eis manus et latus 9. ¡Oh Dios mío, y cómo tú gustas que en cada palabra que se nos ofrece hallemos dibujo verdadero de la doctrina que vamos diciendo! Dice que les enseñó manos y costado, como quien dice: Discípulos míos, antes que yo muriese era tiempo de sermones y palabras, y así los hacía tan largos, enseñándoos lo que os convenía, pero ahora que tal exemplo habéis visto en mí, ahora, después de mi muerte, más tiempo es de obras y voluntades. Hasta aquí parece que más os daba palabras, pero ya que he muerto por los hombres, paréceme que ya no hay más que daros, pues en ella os j he dado corazón y manos. Y si queréis ser perfectos, eso propio habéis de hacer de aquí adelante: que todo ha de ser obrar y darme vuestros corazones, porque en la entriega de estas dos cosas está la perfección de la vida evangélica, en el obrar y en el hacer entriego del corazón y voluntad, que entramas a dos cosas anden a una, la obra y el corazón, porque Dios no es amigo de obras descorazonadas, sino de obras amorosas, encendidas y llenas de charidad.

            ¡Oh mis hermanos, y si esto entendiésemos para lo obrar y hacer! Que ahora que nos hemos encerrado, sea para que a Dios le demos nuestras manos y pecho, nuestras obras y nuestras entrañas. Dije denantes que parece hallábamos, del primer intento que llevábamos, exemplo verdadero en cualesquier palabras. Así es, [473r] porque haciendo Su Majestad demostración de su persona a sus sagrados discípulos, primero les mostró las manos y luego el pecho: Oxtendit eis manus et latus. Por las manos se entiende lo que vamos diciendo arriba: la vida activa, pues con ellas obramos; por el pecho se entienden los pensamientos y la vida contemplativa. Y así en esta clausura y encerramiento lo primero que hemos de hacer ha de ser manos a la labor, las manos al fregado, a los officios humildes k, las manos a la disciplina, que éstas son cosas que purifican, ablandan y disponen el corazón para que con mayores veras y perfección se levante a Dios. Primero es el apalear y arrastrillar el lino, luego torcerlo, tejerlo, curarlo, y luego vestirlo. Este nuestro corazón lo primero es sacudirlo del polvo y paja que se le pegó en el


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camino de la vanidad, y luego torcer y hilar delgado, haciendo obras perfectas y acabadas. Luego viene bien el tejer y urdir sanctos pensamientos en la oración y contemplación, donde habiéndonos Dios curado al sol y fuego de la charidad se hará un lienzo muy blanco con que podamos vestir al mismo Cristo, porque un alma exercitada en entramas vidas, activa y contemplativa, es certíssimo se pone cual conviene para que de estas tales se vista Su Majestad y parezca de boda a sus amigos los ángeles. Los cuales, viéndole con la librea que del mundo llevaba en su acensión y subida a los cielos, le preguntan: Quare rubrum est vestimentum tuum? 10 Decidnos, Señor, la causa por qué vestís este color rúbeo, que es un color blanco y colorado. Que yo entiendo hablaban de las almas que con su compañía llevaba, las cuales se las había dado el Padre eterno por vestidura en lugar de la desnudez que en la cruz había tenido l. Por lo colorado se entiende lo activo, los trabajos y persecuciones, martirio y derramamiento de sangre. Por lo blanco, la contemplación. Y así, almas compuestas con estas dos vidas, quedan de color bermejo, que es el que el Hijo de Dios viste en la fiesta y boda que celebra en su acensión. Y David, en nombre de los sanctos, dice: Transivimus per ignem et aquam, eduxisti nos in refrigerium 11; pasamos por fuego, que es colorado como sangre, que es lo activo, y por agua, que blanquea y purifica, que es la contemplación. Y de ahí se pasa al descanso.

 

3.            Primero, ascesis y mortificación

 

            El intento que he tenido en tratar esto ha sido el ver que muchos, por huir el cuerpo al trabajo y a la mortificación, gustando y quiriendo vida perfecta, la quieren enpezar por donde otros acaban. En volviéndose a Dios y tiniendo unos poquitos de buenos pensamientos, ya les parece que pueden vivir con siguridad en el estado más perfecto, que es de la contemplación, [473v] donde si primero uno no ha alcanzado la mortificación de los sentidos interiores y esteriores, yo no me aseguraría, porque si alguna vez se aduermen, cuando más seguro esté, los oirá ladrar y volverse contra él. Y aun vemos, según lo que muchos sanctos enseñan con obras y con palabras, nadie tiene que asegurarse, de suerte que si una hora tiene de oración otra ha m menester de penitencia y mortificación. Bueno fuera que quisiera el otro reposo, quietud, sosiego y sueño a su gusto n, tiniendo en casa muchachos y criados traviesos, y no los riñiese y castigase primero para que el temor los hiciese tener a raya el tiempo que el amo de casa reposa. Lo propio digo yo: que el alma que quisiere gozar de este altíssimo sueño que Dios comunica en la oración y vida contemplativa, primero ha de castigar su carne,


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domar y refrenar sus sentidos, maltratar su cuerpo, para que, por miedo y temor, se repriman y sosieguen el tiempo que el alma hubiere de reposar.

            Entre todos los exemplos que para esto he leído, ninguno así me parece que más puede confirmar esta doctrina, dispertar y avisar al hombre de estos miedos y peligros que su alma en cualquier ocasión debe tener, que el que vi en la vida de san Francisco, sancto monje y después fraile carmelita 12, de o quien dice su vida que, después de su conversión, hizo notables penitencias, tuvo cuarenta años de desierto, casi todos a pan y solo yerbas, y eso muy tasado. Su desnudez fue notable, su dormir, el suelo, sus vigilias continuas, sus disciplinas rigurosas, y otras cosas que fuera largo de contar. A lo último de estos cuarenta años, cuando más muertos sus sentidos y su alma más levantada en oración y contemplación, dio Dios lugar para que el demonio encendiese y alterase este hombre de acá fuera, su carne y sus sentidos. Que permitiéndolo así el Señor, como dice el sancto Job, su soplo p es bastante a encender carbones muertos 13. Para mejor probar y ver pelear sus siervos, vídose el sancto tan a mal traer en la tentación, tan alcanzado de cuenta, que en los remedios de que usó mejor se verá. Siendo ya hombre tan viejo q, varón tan penitente, tan enjuto que a mi parecer era harto que el sancto tuviese güesos y pellejos, y estando de esta manera por una parte y por la otra un poco tentado, para acudir al remedio hizo muchos. Entre otros, se echaba y revolcaba en el suelo, se abría a azotes, corrió por en medio de unos cambrones y zarzales en cueros vivos, arrojóse en medio de un estanque de agua helada después de hecho [474r] sangre.

            ¡Oh Señor Dios mío! Si después de tanta seguridad de vida sancta, de haber tomado los puertos a los sentidos, refrenado la carne, castigádola, reprimídola con obras que son más para asombrar que para imitar, y habiendo escogido aquel modo de vida por parecer de la soberana Virgen, que estando un día delante su imagen le habló y dijo que si quería agradar a su Hijo y conservarse en limpieza que dejase el poblado y se fuese al desierto, y después de tal abono y tantos seguros se ve en tantos aprietos y necesitado para la victoria de remedios tan estraños, ¿qué tengo de decir de la persona que sin haber tomado una disciplina, hecho un ayuno, mortificado su gusto, se promete seguridad no más de r por recogerse un rato a su rincón, padece unos pocos de gustos y quiera Dios no sean fingidos, porque conserve su vida regalada? Y no se espanten, que yo sé de una persona que acostada en su cama tenía gustos y oración, y puesta de rodillas estaba s como Pedro por demás.

           


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De t estos tales tengo de decir una de dos cosas: o que están u y viven engañados, y que si en la bonanza caminan, en el tiempo de la tribulación volverán atrás, o que Dios los trata como a gente flaca y que no se atreve a ponerlos en pasos dificultosos ni hacer con ellos las pruebas que hace con los sanctos; y que la suya no es virtud ni sanctidad para polvo y agua, pues se teme que en la tribulación desdirá como el vestido de papel de los muchachos, pues su santidad la tiene y pone Dios en conserva de gustos y contentos, sin atreverse a que a este tal le venga un trabajo, porque, como hombre no habituado a los voluntarios, hay que temer los forzosos. Y así, a buen librar lo dejará Dios caminar con viento en popa.

            Lo seguro es, mis hermanos, enpezar por negaciones, como Cristo enseña cuando dice que el que quisiere seguirle y ser su discípulo, que niegue padre y madre, amigos y parientes y a sí propio, y lo segundo tome su cruz 14, su yugo, tome la penitencia, que ésas son obras en quien la vida contemplativa se asegura y conserva. Acuérdense del vestido que tenían las tiendas de Salamón, que siendo por de fuera de pieles de animales, por de dentro eran de ricos carmesíes, adornadas de grande pedrería, etc., y el arca del testamento, si v de dentro tenía pegadas ricas holandas, fuera [474v] tenía w ásperos sayales 15. Y la esposa de sí propia decía: Nigra sum sed formosa 16. Nigra, porque las penitencias y obras penales la tenían por de fuera estragada y maltratada, pero por de dentro su alma estaba blanca y hermosa, ocupada en las vistas y trato de su esposo. Y así dice ella a sus compañeras: Nolite me considerare quod x fusca sim 17, etc. Este es el verdadero camino de el que de veras quiere conservar y guardar la pureza de la vida contemplativa: que si en lo secreto de su corazón está la holanda blanda de la contemplación, por de fuera anden rigurosos ayunos, disciplinas y cilicios y, que advertidas estarán las demás almas devotas de z no poner los ojos en lo denegrido a y estragado que anda por de fuera. Que ya saben y es llano que el que ama a Dios y de veras macera su carne, ha de traer el color quebrado y más de muerto que de vivo. Pues eso representa lo amarillo que causa el trasnochar, velar y dormir en el puro suelo.

 

4.            Deshacerse para hacerse

 

            De dos cosas tiene uno necesidad para salir perfecto: lo uno es deshacerse y lo otro es hacerse b. La vida activa y obras penales hacen en nosotros lo primero, y la vida contemplativa lo segundo. De que sea necesario deshacerse primero un hombre, es llano que primero es menester desnudarnos del viejo Adán, no seamos como aquellos que representa san Pablo cuando dice: Nolumus expoliari, sed supervestiri 18. Que


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cosa fea fuera que adoptando un rey a un hombre ordinario por hijo, que quisiese sobre sus andrajos vestirse la rica librea que le dan y la que se usa en casa de rey. Lo primero es desnudarse. Y el que quiere sembrar primero rompe y abre la tierra, y el que quiere edificar abre las zanjas y descubre los fundamentos. Vayan discurriendo por todos los officios y verán esta cierta preparación que hacen en los sujetos en quien han de pinctar c, dibujar o smaltar alguna cosa.

            Pregunto yo: si yo quisiera scribir una lición o cosa que deseara fuera a todos los que lo leyeran legible y letra al parecer agradable, ¿fuera bien que sobre una scritura hiciera otra? Es llano que la una borrara a la otra y fuera causa que ni la una ni la otra pareciera. ¡Oh Señor, Dios bueno, qué de ellos en el mundo [475r] son los que quieren sobre su vida mal scrita, sus pensamientos bien rasgados, scribir la vida spiritual! Lo cual es causa para que ni los conozcáis por de Dios ni por del mundo, porque, si por una parte los miráis, parecen cristianos, oyen missa, confiesan y comulgan; por otra parte, no han perdido la costumbre de jurar y de otras obras, con quien pretenden hacer mezcla bien contra razón. Y así, lo primero de que tiene necesidad el que entrare en esta vida es deshacer y despreciar la suya propia. Y para esto digo que sirve la vida activa y las obras penales son a esta vida vieja un guchillo que la degüella, un cepo que la reprime, un freno que la detiene, una scoba que la barre y limpia, una piedra que bruñe para que Dios dibuje y pincte a su gusto la vida contemplativa, que es más de ángeles que de hombres. Esta es la vida que edifica, la que hace y levanta, la que busca y granjea virtudes, la que a la sorda camina a las veite, la que sin ruido de martillo d sierra y azuela, sienta sus piedras, la que, dormida en los regazos de Dios, le abraza y tiene, no se le vaya, la que no para hasta hermosear sus aposentos interiores donde hospede a su querido esposo.

            Aquí es donde, después de haber pasado el mar Bermejo de las penitencias y trabajos, da consigo en un puerto muy seguro, donde celebra sus fiestas con los hijos de Israel por haberse escapado de tantos peligros como hasta allí ha pasado.

            Aquí es donde, para la edificación de este soberano edificio, una de las piedras más principales que se ponen es la sabiduría que Dios da y communica a estas tales almas, dándoles a conocer de cuánta inportancia es el exercicio de lo pasado e y dicho para la conservación de lo porvenir.

            Aquí es donde, si un hombre llega de veras, conoce cuán de burlas es toda la sabiduría del mundo, pues con ésta quiso buscar a Dios a su modo y con su commodidad y, con la que a aquellos soberanos pechos aprendió, aprendió a despreciarla y a tener por locura y vanidad lo que los hombres llaman prudencia. Pues ve tan a la clara que, después de los trabajos y largos ayunos, cuando esperaba la muerte, halló una vida celestial y vido que la prudencia pasada de que usaba [475v] buscando a Dios en el regalo y en su commodidad, no fue sino un antojo que como antojos le pintaron las cosas mayores de las que ellas eran.

 

 

 

           




1         Cf. Lc 24,36‑40; Jn 20,19‑21.26.



a            ms. Dio



2         Cf. Gén 2,6.10‑14.



3         Cf. Sal 62,3.



b            sigue y tach.



4         Cf. Jn 1,9.



5         Cf. Ez 37,9‑10.



6         Cf. Mt 24,42‑43; 1 Tes 5,2‑4.



c            sigue pal. tach.

 



7         Cf. Mt 25,1‑14.



d            sigue y tartar tach.



e            sigue se tach.



f             sigue ao tach.



8         Cf. Mt 26,56.



g            sobre lín., en lín. por tach.

 



h            sigue in s tach.



i            sigue da tach.



9         Jn 20,20.



j            sigue c tach.



k            ms. humilldes

 



10          Is 63,2.



l             ms. teñía



11        Sal 65,12.



m           sobre lín.



n            sigue y tach.

 



12        Cf. LOMBARDELLI, G., La vita del beato Franco sanese da Grotti dell'Ordine de' Carmelitani, Siena 1590.



o            corr. de del



p            corr. de soblo



13        Cf. Job 41,13.



q            sigue tan tach.



r            sigue que tach.



s            sigue p tach.

 



t             sobre lín.



u            sigue tal tach.



14        Cf. Mt 10,37‑38.



v            sigue por de fuera tach.



w           sigue d tach.



15        Cf. Ex 39,33ss.



16        Cant 1,4.



x            sigue susta tach.



17        Cant 1,5.



y            ms. silicios



z            sigue p tach.



a  ms. denegri



b            corr. de deshacerse

 



18 2 Cor 5,4.



c            sigue o tach.



d            sigue y tach.



e            sigue p tach.

 






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