Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

IntraText CT - Texto

  • LA LLAGA DE AMOR
      • II. DEBER DEL MAESTRO DE ESPIRITU
Anterior - Siguiente

Pulse aquí para activar los vínculos a las concordancias

- 129 -


II. DEBER DEL MAESTRO DE ESPIRITU

1.         Aliviarla y consolarla

 

            Ahora, pues, el alma de esta manera, venga el señor y padre que ha de aconsejar. Parécele a él que por conocer algo de Dios en esta tal alma que es bien venir hecho torbellino, scabroso, riguroso, pesado, atemorizando y asombrando. ¿De qué piensan que sirve el torbellino al alma así hecha polvos y partida si no es de desperdiciarla, atormentarla


- 130 -


de nuevo, afligirla despacio? Sirve de lo que sirviera un hombre a que decíamos le dan tormento de garrucha, que si está colgado en el aire y viniese uno a le favorecer y se le colgase de los pies, ¡pobre de mí! ¿Qué hacéis al triste ahorcado? ¿Tirarle de los pies? ¿No veis que más presto se ahogará? [135v] Pues ¿qué se ha de hacer? ¿Qué? Levantarlo en alto para que resuelle y respire y aflojen los cordeles.

 

            Esto, padres míos, han de hacer cuando topen un alma de esta manera: no tirarla hacia abajo ni darle ni decirle palabras de desconfianza, que eso ayuda a caer el corazón; levantarlo en alto, consolarlo, animarlo, que resuelle y pueda coger huelgo para de nuevo padecer su tormento que Dios le da. Han de ser un fuego del Spíritu Sancto de amor y charidad, que derrita y ablande y mezcle y una aquel alma, que antes estaba hecha polvos y despedazada, dividida con pensamientos de muchas cosas, no sabiendo en cuál más agradará a su buen Maestro, diciéndole lo que Cristo a Marta: Porro unum est necesarium1. Díganle: Ea, alma de Jesucristo, no te aflijas por tener a Cristo por güesped, que con una sola cosa le puedes servir y tener contento, con que, desembarazada de las cosas de acá, a él sólo le ames, le quieras, le contemples, le reverencies.

2.         Prudencia, claridad y firmeza en los consejos

 

            Vienen algunas veces hechos grandes doctores. No acuden estos padres, de quien voy diciendo, con palabras inmediatas a desatar y aconsejar lo que la tal alma ha menester; y entran propuniendo parábolas o exemplos, train lugares de la Scritura y, como la tal alma está tan afligida, su entendimiento partirá un pelo en el aire y a la parábola danle mill sentidos, si quiere decir esto, si estotro, y déjanla más afligida y confusa. ¡Ay, Dios mío, si me valiera a hablar y a decir todo lo que me ha pasado! Sea por amor de Dios.

 

            Lo que han de hacer es hablar claro, con afecto y entereza, pocas palabras y sienpre estarse en aquello. Y esto ha de ser habiéndole pedido a Dios luz primero para ser guía de aquella alma, porque por entonces está como otro san Pablo caído del caballo que no ve nada, y aun por eso le envían a Ananías, que tiene tan buenos ojos que in visu noctis, en lo obscuro de la noche ve que entra Pablo y le pone las manos para que reciba vista2; porque, si estando Pablo ciego lo enviaran a otro ciego, entramos cayeran en un hoyo.

 

            [136r] Pues miren qué sería un hombre muy flaco y enfermo arrimarse a un báculo de una caña verde y delgada que se quiebraa o blandea. Lo propio sería tratar un alma, así tocada con el dedo de Diosb y doliente de una enfermedad que aún ella no la conoce, con


- 131 -


un hombre poco firme en sus consejos; y habiendo de ser vara lisa, como aquella primera que vido Esaías que la llamó vara hermosa3c, no fuese esta vara primera sino la segunda que vido, a quien el Spíritu Sancto llama funiculum diciendo: alteram vocavi funiculum4; azote llama a aquella segunda vara. Así entiendo yo que es azote, castigo y pena bien sensible cuando un alma de esta manera se arrima a un hombre que o no sabe de aquel achaque o, si sabe, por no tener aquella prudencia que debe, mortifica de nuevo aquella tal alma. ¿Qué se puede aguardar del que se arrima a báculo semejante sino que caiga? No digo en mal de culpa donde los malos se quiebran los ojos, porque al justo no lo permite Dios, quia cum ceciderit, non colidetur, etenin suponit manum suam5; pónele Dios por colchón y almohadad su mano, para que por la tal ocasión dando en el suelo de algún trabajo y pena, no dé en ninguna culpa. ¡Oh Dios de mi alma y bien mío! ¿Qué es esto, que no te entiendo: que, por una parte, dejas padecer a aquella alma y, por otra parte, en las ocasiones si consientes padezca trabajos no gustas se ofenda ad lapiden pedem suume?6 Aunque anda arrastrada por los suelos, te haces en ese viaje scabroso el aposentador, y le vas quitando las pedrezuelas, para que ni aun en lo más bajo de la persona, que son los pies, se ofenda ni aun en un tropezón. Pienso yo debe de ser que, como el alma del justo son los ojos de Dios -así lo dice él: qui tangit eos, tangit pupilam oculi mei7; quien os tocare, toca a las niñas de mis ojos-, pues siendo estas almas los ojos de Dios, los párpagos que las tapan, cubren y defienden son las palmas y manos de Dios, quia suponit manum suam8. Con tal estrado, con tal almohada sobre que se eche y recueste el alma, aunque en mal de pena esté echada y tendida, poco polvo se le pegará de mal de culpa.

 

            Y aunque eso es verdad, el verse caída en mal de pena le da pena, porque luego se le va el pensamiento adonde se fue el de los discípulos de Cristo cuando vieron al ciego y un hombre tan sin ojos que preguntaron a Cristo: "Señor, ¿quién pecó, éste o sus padres, porque nasció ciego?"9. ¿Quién viera a san Pablo derribado en aquel suelo, que ni sabe do está ni ve palmo de tierra10, que no le diera pena, y del mal de pena fuera de presto con la vista al mal de culpa [136v] y dijera: Señor, qué pecados son éstos de Pablo, qué tierra le ha caído en los ojos que no ve? No son los que están a la mira tan discretos que se les alcance que es tierra y lodo con que, tapando Dios los ojos delf cuerpo, descubre los del alma.

 

            a propia pena e ignorancia tiene a aquellag alma doliente, que, como se ve derribada del caballo en que le parecía caminaba a las quince cuando estando con algunos gustos del olor de los ungüentos de Dios se iba tras su esposo11 y, por otra parte, se ve ciega y necesitada


- 132 -


de báculo a que se arrimar, que es el confesor o letrado de que vamos tratando, que le ha de servir de nuevos ojos, luz y bracero, luego se le va la consideración, como digo, del mal de pena al mal de culpa; y enpieza a formar amorosas quejas a su Dios: ¿Qué he hecho, Señor? ¿En qué te he desagradadoh? ¿Qué ofensas he cometido? Y como entonces le faltan los ojos porque gusta Su Majestad de tenerla así, no discurre, no piensa, no sabe, no ve los defectos que puede tener; que esto no es de poca pena: parecerle que el estar caída en la pena y dolencia que tiene, es por parecerle no es posible sino que nace de algún zuño que su querido esposo tiene con ella, y por otra parte no ver la causa para deshacerla y quitarla; llano es que esto es aumento de aflicción y nuevos quebrantos. Así, anda la tal alma hecha beata de confisionario en confisionario, de confesor en confesor, de letrado en letrado (ahora tratamos de cuando topa este letrado de letras en guarismo, que, en errando en un cero, agravian a la pobre alma en muchos talentos).

 

            ¡Oh buen Dios eterno de mi vida! Díganme: si estuviese un enfermo en una cama ¿qué es conocerle la enfermedad? No le inporta menos que la vida o alargarle por lo menos sus dolores. Y [si] trayéndole el médico, el enfermo no pudiese decir qué es lo que tiene yi entiende porque para él es enfermedad encubierta, y el médico fuese de los que dicen en sus recetas: Dios te la depare buena; que, dando una en el clavo, para más lo encarnizar y encojar la cabalgadura que hierran, diesen cuatro en la herradura, ¿qué sentiría aquel tal enfermo, que por una parte no puede descubrir su pena, por otra ve que le yerran la curaj? ¿Qué puede hacer? No le queda sino levantar los ojos al cielo. Lo propio digo yo de nuestro enfermo spiritual de la dolencia, que todos tuvieran pluviera a Dios, que es muy cierto en aquel estado el no poder decir dónde le duele; y que lo han de curar, remediar y consolar según las letras, saber y prudencia de su padre spiritual. ¿Y si acierta a ser de estos que vamos hablando, [137r] que si una dan en el clavo es para más atormentarla, que los demás golpes allá van en la herradura, digo por el aire, donde a nadie aprovechan, deseando [a] la tal alma que Dios le depare una buena receta?

 

            Pues, díganme por amor de Dios: si a este báculo en que pretende arrimarse esta alma lo llama el Spíritu Sancto azote12 y estos azotes se dan sobre llagas y en alma lastimada, ¿qué sentirá al descargar el golpe del consejo bien contrario del que ha menester? Paréceme a mík... Veamos si bien se entiende por este exemplo. Está un pobre a la puerta de la iglesia llagado, aguardando que pase alguien que le dé algún buen remedio. Llega otro pobre como él cargado de moscas, las cuales se le van a las llagas del que aguardaba remedio. Tapada queda la llaga, pero con moscas que le pican y sacan las entrañas. Viene otro hombre


- 133 -


lleno de amor y charidad, buen zurujano, aunque no aguchillado, y envíalo a la botica do a su cuenta le den blandos y amorosos ungüentos y aceites saludables, que si del todo no lo sanan, por lo menos quitan el dolor y la enfermedad la hacen más llevadera. Así digo yo de esta alma llagada: que topa algunas veces con algunas personas cuyas razones son peores que moscas, que más pican, más atormentan y dejan a la tal alma enplastada con razones y palabras quel hacen mayor la llaga y avivan la calentura. Pero si Dios le hace merced de que tope con una persona docta, un hombre prudente y buen zurujano que, aunque no aguchillado, en aquella materia ya tiene él sus reglas generales por donde conoce y aplica, entonces dice la tal persona unas razones amorosas, tiernas, compasivas, blandas que sirven de ungüentos refrigerativos, que, si del todo no sanan, alivian, consuelan, entretienen al desconsolado enfermo. Es en partem.

 

            ¡Oh padres míos, los que de este officio tratan! Pídoles por las entrañas de este buen Dios tengan mucho cuidado de ser grandes sanctos y pedir a Dios luz del cielo para saber esta medicina; que en esto que voy diciendo esn muy semejante a la de acá corporal, que dicen que le ha enseñado la experiencia; y así se tiene por mejor médico el más esperimentado. Y la poca esperiencia que debe de haber de esto es lo que hace hacer [sic] a los tales en algunos yerros. Y no es el peor el que queda dicho, [137v] que en fin en eso poca ganancia lleva el demonio.

 

            Otros intereses puede pretender el demonio de esos yerros, y son que, como la tal persona está tan delicada que, en fin, como enferma cualquier cosita que le sobreviene a la enfermedad, que le ha cogido de pies a cabeza, basta para la ahogar; y eso pretende el demonio, como entonces la ve con sus penas interiores hartas, medida bien colmada y revertida, dándole buena parte al cuerpo, a este corriente si le sobreviene algún turbión o avenida de la lluvia esterior, podríao ser de tal suerte (permitiéndolo así Dios) que la ahogasen y diesen con ella en lo fondo de alguna desesperación o desconfianza de la mucha carga, como las bestias que no la pueden llevar quedan mancas y no son más de provecho.

 

            Díganme, ¿no ha sucedido acostarse una madre con su niño en los pechos, para dárselo a deshora cuando el chiquillo llore o tenga hambre, y en lugar de darle el pecho tener tan mal sueño la madre que, rodando por la cama, se echó encima y lo ahogó? Sí, por cierto, que de ahí nació el pleito de las otras dos madresp que pasó ante el rey Salamón13. Pues esto pretende satanás con estos consejeros, que estando el alma tan delicada en aquella ocasión -como dice Santiago (creo): quasi modo geniti infantes, lac concupiscite14, está como un niño tierno recín engendrado


- 134 -


que desea tomar leche-, tópase con una madre que, en lugar de darle el pecho, se echa encima con mil inpertinencias y consejos bien contrarios a lo que ha menester. ¿Qué se puede aguardar de este tal sino que ahogue a la tal alma? Dénos Dios luz para enseñar y fortaleza a quien lo padece para lo sufrir.

3.         Ser luz: necesidad de alternar el trabajo con el descanso

 

            Y pluviese a Dios entendiesen los que así dan este consejo y tratan de esta cura, que son luces, que así los llama Cristo15; que sólo diré esta palabra para que vean y sientan su obligación. La luz, entre otras cosas que tiene, es ella por quien se miden los tiempos, rigen y gobiernan los años; es el relox del mundo, que descompuestos cuantos hay, este es perdurable, infalible y cierto. La luzq, que es el sol, es la que aparta las tinieblas de sí, la que hace diferencias de tiempos, invierno y verano, la que enseña el tiempo cuándo se ha de sembrar y cuándo escardar y coger; ella es la que sirve de relox para cuando os habéis [138r] de acostar, cuando levantar, cuando reposar y cuando comer y cuando trabajar.

 

            Luego, según esto, este tal padre que a su cuenta reciba a esta alma para la enseñar, so pena de no ser luz, le ha de apartar las tinieblas, ha de ser regla que le mida y divida los tiempos, que le enseñe cuándo ha de hacer su simenterar, cuándo ha de scardar defectos, cuándo ha de coger virtudes, cuándo se ha de procurar unir con Dios, cuándo se ha de acostar, reposar y descansar (entiéndanlo corporal o spiritualmente, que de todas maneras lo ha menester saber que a todo es menester acudir en aquella ocasión, al cuerpo y al alma), comer y tomar algún alivio y refresco. Así lo dice el Spíritu Sancto: tempus amplecxandi et tempus longe fieri ab anplecxibus16; tiempo de abrazar y tiempo de apartarse de los abrazos; tiempo de holgar y tiempo de tomar el azadón. Porque, si estos tiempos se trocasen al revés, fuera confusión y perdición de los que se hubieran de aprovechar de los tales tiempos así trocados.

 

            Ea, almas que tratáis de Dios y padres míos, que son luces, reglas, relojes y gobiernos de las almas, miren no se descomponga la luz; que si el relox se yerra y anda desconpuesto, los pobres trabajadores en la viña de Dios daremos al traste con ellos. Miren que hay tiempo en que el alma ha de reposar, que es cuando así está enferma de la dolencia que voy diciendo. El mismo Dios, conociéndole esta necesidad, dice de él David: universum stratum eius versasti in infirmitate eius17; cuando a tu querida alma, Señor, la ves enferma (quizá diremos luego algo de esta enfermedad si Dios lo diere), le haces y mulles toda la cama, colchón, jergón y almohada: eso quiere decir universum estratum eius. Tú


- 135 -


regalas y pones almohada donde descanse la cabeza, que son consideraciones amorosas en que descansa el entendimiento; un colchón blando donde la voluntad se recree; y un jergón de paja blanda y caliente para que entre en calor el cuerpo frío que, por habérsela absentado el alma y subido al cielo por algún rato, quedó desamparado y yerto.

 

            Esto ha de aprender el buen padre: que, llegado este tiempo, le mulla la cama y la acommode para que repose y descanse. No inporta que entonces no ayune, no se azote, no rece. Repose, que tiempo hay en que ha de abrazarse con amorosas lazadas con su querido sposo, y tiempo ens que se ha de apartar [138v] y abstenerse det esos abrazos. No es malo, ni por imaginación, que una recín desposada quiera mucho a su marido, pero muchas veces, cuando aquel amor se vuelve enfermedad, es necesario apartarle cama y absentarla, y aun dar traza con su marido que le muestre zuño y hable con aspereza.

 

            Cuando el amor de un alma sancta a su Dios se le volvió enfermedad, de suerte que ya está coja de la lucha como otro Jacob18, es necesario que se aparte de aquellos abrazos; que eso debe de ser el longe fieri ab anplecxibus. Y queu le diga su padre de consejo lo que el ángel a Jacob cuando lo vido cojo: dimite me, ascendit aurora19; déjame, que ya ha llegado el día. Lo propio ha de decir a esta alma su padre de consejo: Ea, alma sancta, toda la noche habéis estado abrazada con vuestro sposo en esa sancta lucha y contienda, di que os eche la bendición; mirad que estáv ya la naturaleza coja, ya ha llegado la luz que es otro tiempo, y es menester que, pues ha llegado el día y la luz, que os levantéis de esa cama y salgáis de ese sueño y os divirtáis algo saliendo al campo y pasando por las calles.

4.         Se prueba y explica por los Cantares

 

            ¡Oh buen Dios de mi alma, cómo hallo en los Cantares con qué probar esta verdad enseñada por lo que tú heciste con tu sposa! Cuando la sentiste enferma, te scondiste para que se abstuviese de vuestros abrazos y no quedase tan coja que perdiese la vida, y para que, en achaque de te salir a buscar, se desenfadase por las calles y divirtiese y cobrase algunas fuerzas gozando de los aires del campo. Así lo confiesa ella a sus compañeras: Decilde, amigas mías, si lo topáredes, que estoy enferma, que dónde anda y se ha ido20. Y aun porque estáis enferma de amores se ha absentado, que si amores es vuestra enfermedad, claro es que enw el gusto de su presencia crecerá la enfermedad de suerte que, habiéndose resuelto los accidentes mediantex los cuales el alma está informando al cuerpo, ¿qué diría, qué, el alma? Que no puede


- 136 -


estar allí, y moriríades. Y para que se estorbe esta muerte corporal, es menester, esposa sancta, que apartéis cama y os absentéis; y porque vos no sois libre para hacer eso, es [139r] menester lo haga vuestro sposo y que se absente, no porque le hayáis dado algún enojo, sino porque así conviene a vuestra salud y a que viváis muchos años en servicio de este buen sposo. Y que advirtáis que ese cuerpo es vuestro compañero y, por ser animal, no goza de los abrazos del almay; es necesario le deis algún alivio y salgáis por esas calles y cantones y prados, aunque no sea sino en achaque de buscar a vuestro esposo21, que con particular acuerdo se escondió. Que, en fin, como es Dios, es "luz verdadera que enseña a todo hombre que viene al mundo"22; y entre otras cosas que enseña esa luz, es que cuando sale se trabaje y cuando se esconde se descanse. No parezca me contradigo, que no hablo eiusden de eoden; que, cuando digo que en la noche se trabaja y huelga, trato del alma, cuyo trabajar es holgar; y cuando trato de la luz, trato del cuerpo, cuyo trabajar es holgarz. No sé si digo bien, que voy ya algo cansado y no sé si tengo yo también necesidad de descansar.

 

            En fin, este buen esposo es luz que divide los tiempos mientras acá vivimos. Esa es la causa que hizo hermanas en esta vida a la vida activa y contemplativa, porque ha de haber de todo y variar manjares; dejar resollar al alma de cuando en cuandoa, divirtiéndose un poco en algo de actividad. Y no ha de ser siempre activo, que ha de haber tiempo señalado en que María a los pies de Cristo oiga su palabra y voz suave23.

 

            En la otra vida no hay más de un tiempo; no se esconde la luz, porque esta luz es el Cordero24 de quien las almas bienaventuradasb gozan siempre y nunca le pierden de ojos, quia semper videntc faciem25. Y así allá ni viene la noche ni es necesario que reposen, sino que siempre estén abrazadasd con un abrazoe y ñudo tan indisoluble que non auferetur ab ea26. Y la razón es porque allá no sube ningún flaco; todos son fuertes; no se puede allí encojar la naturaleza, porque la tiene Dios fortificada con aquel soberano lumbre de gloria que llama sancto Tomás27.

 

            Pero acá vamos tratando a los padres que aconsejan y son luces, cómo han de guiar, regir y gobernar según lasf diferencias de tiempos de que ellos propios han de ser regla y medida; y que tengan gran cuenta que sepan dividir las horas del día: por la mañana es muy bueno trabajar; al mediodía, comer y sestear, descansar y parar, porque, [139v] si al mediodía tomase el segador la hoz, y el peón el azadón, se ahogaríe. Que esta verdad y diferencia de tiempos la esposa que denantes decíamos con su golosina de sus abrazos no sabía hacer diferencia de tiempos; ya más fortificada su pierna coja, ya los conoce y


- 137 -


echa de ver que, en tiempo semejante de mediodía y calor, que es menester descansar y reposar para no se ahogar, y que es bien vivir para que sucesivamente vengan muchas mañanas. Que, en fin, muchos pocos hacen un mucho, y no es razón que, por ganar y granjear y trabajar una siesta, acabemos con la vida y cortemos el hilo a muchas mañanas. Y conociendo ya esto, así, algo apartadag de su esposo donde pueda ser más señora de su libertad; digo "más señora" porque, pegada a su esposo, siente aquella amorosa fuerza de quien ella dice: trahe me pos te et curremus28; y como persona que va cuesta abajo, va libre corriendo, pero siente una fuerza notable para no parar. Y en este sentido, digo que en aquella ocasión no me parece tan señora de su libertad; pero, un poco apartada, es más libre. A ver si me entiendo por este exemploh, que creo lo he dicho otras veces.

 

            El que está en una torre cuando tañen las campanas, es uno libre en sus palabras que habla, pero no se entiende ni lo entienden, y esi por ser sensibile supra sensum non facit sensacionem29. Pero, un poco más apartada, la tal persona percibe las campanadas, se oye y la entienden. Así digo yo que la esposa, pegada a su sposo, no era tan libre ni se entendía en lo que arriba queda dicho, porque quisiera ella siempre gozar, aunque allí se le acabaran mill vidas; pero, apartada de su sposo un poco, ya se pone más en la razón y quiere hacer diferencia de tiempos, y sabe que hay mañana para trabajar y mediodía para reposar. Y así, salida al campo, da voces a su sposo y le dice: Ea, sposo mío, decidme ubi pascas, ubi cubes in meridie, ne vagare incipiam30; ea, sposo mío, mirad que hace mucho calor para tomar yo la hoz en la mano ni el azadón; decidme dónde coméis y sesteáis al mediodía.

5.         Diferencia entre viadores y bienaventurados

 

            Veamos qué le responde, para que veamos la doctrina toda que arriba queda dicha, de que el descansarj y cesar a ratos de obra ha de ser sólo [140r] acá en la tierra, que en el cielo no hay sestear, que todo es allá gozar y nunca desasirse de aquellos abrazos. Respóndele su esposo: O pulquerrima inter mulieres, si ignoras te, egredere, et abi post vestigia gregum tuorum, et pasce edos tuos justa tabernacula pastorum 31. ¡Oh buen Jesús, dame gracia para que me sepa dar a entender!

 

            De dos cosas nota allí el esposo a su sposa: la primera es en alabanza: o pulquerrima; como si dijera: mucho gusto me dais oyendo vuestra discreta razón, bien parece que tenéis pulquérrimo entendimiento pues ya tratáis de diferencias de tiempos, de comer y sestear, que todo lo habéis menester para vuestra flaqueza. Lo segundo de que la nota


- 138 -


es de ignorante: si ignoras te; aunque tienes buen entendimiento y sabes hacer diferencias de tiempos, no te lo sabes todo: eso quiere decir si ignoras te. Verdad es que sabes y conoces tu flaqueza y que tienes necesidad de comer al mediodía y sestear, y que entonces no es tiempo de caminar ni vaguear porque el caminar es riguroso en tal tiempo, perok no habéis de medirme a mí por vos, que yo no tengo necesidad de comer a mediodía ni reposar cuando hace calor, que yo no estoy sujeto a los tiempos que vos. Yo os daré un buen remedio para que gocéis de mí según vuestra flaqueza, y que no sea menester que atendáis siempre a la vela como yo que nunca paro. Salidl de vuestra casa: pasce edos tuos iusta tabernacula pastorum; apacentá vuestro ganado junto a las tiendas y chozas de los pastores. Que podréis con esto hacer dos cosas: la primera, podrá comer vuestro ganado y apacentarse vuestros sentidos y potencias en los prados fértiles de vuestro mayoral; y lo segundo, tendréis vos algún descanso, que estando iusta tabernacula pastorum os entraréis en sus chozas al tiempo del mediodía y podréis descansar y tomar algún refrescom.

 

            Estas dos cosas y diferencias de tiempos de que nosotros gozamos y gozan los bienaventurados, que el de acá es variable y el del cielo es estable y permaneciente, es aquel concepto que los predicadores levantan cuando Cristo, después de su muerte y resurrectión, se apareció a sus discípulos in litore maris32, en la ribera, habiéndoseles aparecido antes en la mar33, etc. Que por la ribera se demuestra la vida estable que tienen los bienaventurados después de la muerte, y por la mar se entiende [140v] esta vida, que tiene sus altos y bajos, bonanzas y tormentas, tiempo en que se camina y rema y tiempo en que en el puerto se invierna.

 

            Y así el padre que da consejo ha de ser buen piloto, no saque el barquillo flaco con riguroso invierno a que navegue, particularmente si ha poco que padeció tormenta, y ha menester despalmarlo y hacerle carenan. Así digo yo que al alma, en el estado que arriba queda dicho, así enferma y delicada, que la dejen ivernar, descansar, reforzar; que caliente el sol y entre el veranoo, que hará buen tiempo para salir a hacer lo demás de su navegación.

 

            Quiero poner otra diferencia entre nosotros y los bienaventurados, por si acaso no queda bien entendida esta nuestra necesidad de estos tiempos diferentes de que hemos de hacer diferencia según nuestra flaqueza. Paréceme a mí que los sanctos, que ya están en el cielo gozando de su gran Dios, que son como los navíos de alto borde, que para ellos no hay tiempo malo; con borrasca y sin borrasca caminan en invierno y en verano; nada temen; ellos se arrojan en mar altap, seguros; van bien pertrechadosq, etc. Así son los bienaventurados: ellos,


- 139 -


como navíos de alto borde, ya varones perfectos, fuertes y bien pertrechados, para ellos no hay diferencias de tiempos; con nuestra bonanza y con nuestra borrasca, ellos allá engolfados en aquel gran Dios, caminan y caminarán con gran seguro aquel viaje, que él se es camino, verdad y vida34. El, con ser camino, es el fin y el paradero de todos sus deseos; con desearle ver, le ven; con tener hambre, comen y están satisfechos. ¡Oh buen Dios mío y dichosos sanctos!, doleos de estos pobres barquillos, que somos r como galeras, que por fuerza han de ir tierra a tierra; no les conviene perderla de vista, no se les levante alguna borrasca grande en mar alta y no tengan puerto donde aferrar y asegurarse. Han menester no perderla de ojo también porque no llevan provisión sino para pocos días y han menester llegarse a tomar mantenimiento, a hacer agua. Caminan a vela y remo; éntrales el agua con facilidad, porque los costados no los tienen tan altos.

 

            Ven aquí, padres míos, lo que somos mientras vivimos: [141r] unas galeras, que unas veces caminamos a vela, viento en popa del Spíritu Sancto, y junto con ir a vela vamos a remo, como forzados, por ser nuestro natural terrestre y por el peccado torcido, y vueltos los ojos a tierra; somos de los costados bajos, hijos de padres bajos, que a pequeña tormenta entra el agua, como dice David, in interiora eius35; más, flacos para nuestra defensa. Es necesario, junto con caminar, no perder la tierra de vista, que en fin en ella resuellan los tristes y trabajados forzados, se hace agua y toma refresco. Porque, en fin, como galeras a quien el mantenimiento dura poco porque hacens su flete de pan tierno, es necesario volver a ciertos tiempos a tierra y tornar a comer y a beber y a despalmar, que poco a poco y tierra a tierra se llegará al puerto deseado.

6.         El caso excepcional de la Virgen

 

            En esto que voy diciendo parece quiso diferenciar el Spíritu Sancto a nuestra Señora, cuando de ella dijo: facta est quasi navis institoris, de longe portans panem suum36. Dos cosas dice de ella, que no se dicen de las galeras, sino de las naves: que viene de lejos y que de lejos trai su mercaduría. Es nave que se puede engolfar sin peligro. No inporta que pierda la tierra de vista, que, por borrascas que se le levanten, siempre una, siempre estable, pues a la mayor que se puede imaginar, que fue la muerte de su precioso hijo, estabat justa crucen Jesu Maria mater eius37. Que, con ser una tormenta tan grande que desencajaba las piedras y daban unas con otras, y se parten las velas del templo, con que caminaba viento en popa aquel pueblo judaico, y se enturbió el mundo sacando de lo escondido de los sepulcros los muertos, y el sol y la luna parecen


- 140 -


están anegados porque, llegando arriba la tormenta, los scurecieron38; y esta soberana Virgen, asida al árbor de la cruz, no zahonda sino que siempre está, pues dice san Juan que stabat. Bien puede su cabeza teñirse de sangre de la que baja de aquellos arroyos y fuentest abiertas del abismo de misericordias, Cristo, y caer mucha de esta lluvia que deciende de las aberturas y cataratas rotas de aquel paraíso celestial y cuerpo sagradou, que con todo eso, no hayáis miedo que haga agua, zahonde o zaborde o pierda estribo, que, como navío de alto borde, está bien aferrada a su Dios y Señor.

 

            Lo segundo, dice que este navío traía pan de lejos. Llano es que, para traer pan amasado de lejos, que es menester venga bizcochado [141v] porque el pan fresco no puede venir de lejos. Y en esto nos dio a entender que esta bendita Señora, pues lleva provisión de dura, no tenía necesidad, como nosotros, cada día de llegar a tierrav, despalmar ni tomar otros refrescos; que el que traía en su alma y cuerpo era provisión de dura, porque era pan bizcochado, dos veces cocido, dos veces concebido: conceperat mente et corpore39, etc.; habíele concebido en el alma y en el cuerpo.

 

            Pero nosotros, natura fragilesw, es menester que los pilotos que son los letrados, se conpadezcan de en cuando en cuando y dejen llegar a tierra, y hagan diferencias de tiempos, pues son luces y relojes que miden los tiempos a los trabajadores, porque, de otra manera, acabaríemos con todo.

 

            Quédese esto aquí. No nos alarguemos más, pues mi intento no es scribir libro, sino avisar a mis hermanos.




1 Lc 10,42.



2 Cf. He 9,4-12.



a  ms. quiebla



b sigue que tach.



3 Cf. Zac 11,7.



c  sigue fuese tach.



4 Zac 11,7.



5 Sal 36,24.



d corr. de almhoaga



e  sigue no q tach.



6 Sal 90,12.



7 Zac 2,8.



8 Sal 36,24.



9 Jn 9,2.



10           Cf. He 9,4.8.



f  sigue al tach.



g  sigue amla tach.



11           Cf. Cant 1,3.



h  corr. de desagradados



i   tiene y sobre lín.



j  corr. de culpa



12           Cf. Zac 11,7.



k sigue de tach.



l   sigue más tach.



m es en parte sobre lín.



n  sigue se tach.



o sigue ahoga tach.



p sigue ante tach.



13           Cf. 1 Re 3,16-28.



14           1 Pe 2,2.



15           Cf. Mt 5,14.



q sigue es tach.



r  ms. simentara



16           Ecl 3,5.



17           Sal 40,4.



s  en sobre lín.



t  sigue ellas tach.



18           Cf. Gén 32,24-25.



u  sigue se tach.



19           Gén 32,26.



v  corr. de estáis



20           Cf. Cant 5,8.



w sigue su presenci tach.



x  sigue los tach.



y  del alma sobre lín.



21           Cf. Cant 3,2; 6,10.



22           Jn 1,9.



z  sigue pal. tach.



a  en cuando rep.



23           Cf. Lc 10,39.



24           Cf. Ap 21,22-24.



b ms. bienaventuras



c  quia semper vident sobre lín.



25 Mt 18,10.



d ms. aprazadas



e  sigue tan tach.



26           Lc 10,42.



27           Sum. Th., 1 q.12, a.5 ad 3.



f  ms. la



g  ms. partada



28           Cant 1,3.



h  sigue el tach.



i   sigue que tach.



29           Adagio escolástico. Cf. ARISTÓTELES, De anima, II, 7, 5 y 19; XI, 9: "Sensibile superpositum sensui non sentitur". STO. TOMÁS, In Aristotelis librum De Anima, l.II, lect.XV, n.433.



30           Cant 1,6.



j  sigue a de ser tach.



31           Cant 1,7.



k rep.



l   ms. sali



m sigue por tach.



32           Jn 21,4.



33           Cf. Mt 14,25.



n  ms. carona



o sigue que como tach.



p corr.



q sigue ellos tach.



34           Cf. Jn 14,6.



r  sigue pal. tach.



35           Sal 108,18.



s  ms. hacer



36           Prov 31,14.



37           Jn 19,25.



38           Cf. Mt 27,51-54.



t  sobre lín., en lín. cataratas tach.



u  Y cuerpo sagrado sobre lín.



v  sigue hacer tach.



39           Cf. LEO MAGNUS, Serm. 1 de Nat. Domini (ML 54, 69): "Virgo regia Davidicae stirpis eligitur, quae sacro gravidanda fetu divinam humanamque prolem prius conciperet mente, quam corpore".



w corr. de flagiles






Anterior - Siguiente

Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL