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San Juan Bautista de la Concepción
Obras II – S. Juan B. de la C.

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CAPITULO 3 LA EXPERIENCIA DE BAEZA

 

 

1.         Los hechos

 

            En confirmación de estas dos cosas y de lo principal que vamos tratando, de cómo se debe entender asistir Dios a la hechura de esta Religión por ver las mercedes que Dios le va haciendo, podré traer una cláusula de una carta que me envió el hermano fray Alonso, presidente nuestro de la casa alquilada que tenemos en Baeza 1, en la cual a hemos tenido este curso pasado una docena de hermanitos oyendo súmulas, con hartos trabajos y mortificaciones que se les han ofrecido, por haberles representado el señor obispo tener disgusto de que entrasen en aquel pueblo 2.

            Pues b en su carta dice así:

            «En lo que toca a recebir religiosos, pienso que hemos de despoblar las scuelas, porque, demás de los que hemos enviado, hay otros muchos que daremos el hábito un día destos c (valos contando, los que ha enviado y los que habíe de enviar, que no me acuerdo). De los maestros de los estudiantes no oigo mi nombre, llamándome engañador por las calles y plazas, etc.

            En lo que toca al salir diciendo la doctrina, salimos todos los domingos de la cuaresma en esta forma. A la una y media de la tarde, ya no hay donde echar en la calle una manzana de la mucha gente que acude a acompañarnos. Sale el hermano con su cristo en las manos. Tras él salen mill y quinientos muchachos con siete maestros de escuela, que los van puniendo en orden; y de trecho en trecho van dos muchachos cantando la doctrina cristiana, porque se puedan oír. Luego va toda la gente principal del pueblo, puestos en orden. Y luego los religiosos de casa, saliendo algunos en mortificación. Y de esta manera vamos hasta el lugar del pregonero, donde predico.

            Este domingo pasado sucedieron dos cosas particulares. La d una fue que, yendo a la doctrina, se le revistió el demonio a una mujer y se fue tras nosotros diciendo: "Los diablos lleven quien aquí os trujo". Y desta manera, dando voces, nos fue siguiendo. La otra fue que fue Dios servido de convertir a un estudiante, el más galano y bizarro de las


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escuelas, hombre de grande entendimiento y que se preciaba de pasear y acudir a las cosas de su gusto. Este se vino a mí, en acabando de [512r] decir la doctrina, a pedirme el hábito con grandes lágrimas. Yo quise e probar su vocación y detenerlo. Volvióse a su casa con grande sentimiento, el cual, no pudiendo disimular, rompió en lágrimas y sollozos. Sus compañeros, entendiendo que era melancolía, determinan de sacarlo a entretener y llevarlo a casa de una mala mujer. Pero, como no eran ésas medicinas para sanar su llaga, antes su herida era para remediar las muchas que la mala mujer tendría, viéndose con ella, enpiézale a predicar y a hacer tal sermón, que en él se cumplió lo que san Juan dice en el Apocalipsi: Dicant sponsus 3  et sponsa: veni. Et qui audit, dicat: veni4. El esposo y la desposada llamen a sus compañeros y estos compañeros digan y conviden a otros; y cada uno f de los que Dios llamare, sea eslabón trabado que traiga otro. Finalmente, como ya mi estudiante representaba un peccador convertido, dio a la mujer de lo que Dios le había dado, palabras tan vivas y de tanto provecho que, convirtiendo a la mujer, salió por las calles dando voces y g pidiendo confesión y diciendo que se la llevaban los diablos.

            Estas muchas cosas y otras han pasado, que fuera largo el contarlas».

            Ahora ponderemos esto en orden a las tres cosas que vamos diciendo: al recebir niños, al recebir muchos y a ver cómo Dios asiste en esta sagrada Religión.

 

2.            Reflexión acerca del recibir niños

 

            En Baeza, los hermanos h que allí se habían puesto eran tan niños que apenas había quien se ordenase; y, entre ellos, alguno tan pequeño que, por donde iba, llegaba muchachos por las calles, con cuyo exemplo se recibieron otros de harto poca edad. Ahora, pues, si no fuera bueno que niños entraran en la Religión y salieran por las calles, no se abrasara el demonio en fuego de envidia y rabia, pues, pretendiendo de ordinario a la sorda y en secreto hacer sus tiros, no tuvo i sufrimiento para aquella ocasión, sino que quiso meter el pleito que traía contra los niños a voces, y quiso antes ser conocido en las maldiciones que les echaba, que ahogar dentro de sí tanta rabia como tenía contra los tales.

            Paréceme a mí que, según lo que dicen aquellos a quien les parece mal que niños sean religiosos, si se hallaran j allí donde el demonio, revestido en una mujer, ofrece a cuantos demonios hay en el infierno quien allí llevó doce niños religiosos, que le debían decir al demonio: ¿De qué te apasionas, que ser niños frailes es cosa de risa, de poca consideración, y tanto que nosotros los desestimamos, porque dan con facilidad hábitos a gente de tan poca edad? Y si, como ellos dicen, los


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que pequeños entran en religión se quiebran la salud y es necesario contemporizar con ellos en algo, sosiégate, demonio, y huélgate por ese [512v] camino, que niños son y presto se cansarán, o por falta de salud o porque la edad los llevará y tirará a cosas de menos consideración. Di, demonio, ¿de qué bramas? Si éstos fueran grandes hombres, grandes letrados, gente briosa, parece, parece, pero son pequeños, son mansos, son ignorantes, que no saben más de las oraciones que salen diciendo por las calles; y como niños de escuela y entre niños de escuela, los sacan cantando por las calles.

            ¡Oh mis hermanos, qué bien sabe el demonio lo que hace y lo que rabia! Bien sabe él que, porque David, zagalejo pequeño, cuando sus letras seríe harto se estendiesen a coplas y su ciencia a tañer un pobre rabel, desquijaraba osos y quitaba los corderos de la boca a los leones 5, vino después a deshacerle un poderoso ejército de philisteos, cortando la cabeza a Goliat con su propio alfanje. Y que, si él hubiera puesto remedio con tiempo en atajar los pasos de tales impresas, como David hacía, inpuniéndose en correr tras el oso y el león, que no hubiera venido su ejército a tan grande afrenta como que un zagalejo le matara sus capitanes 6. Y que, por no hacer caso del rabelillo y mudanzas de David en la cabaña, vino después rey a bailar y tañer harpa delante del arca del testamento, cuando no le valió a Michol hacer burla del rey, porque se asemejaba en aquel hecho a los truhanes y gente liviana 7. Y así diríe el demonio: Quien tal hace, que tal pague; quien tal disimula, tal k lleve. Que mejor fuera pelear contra un muchacho l David, que no contra David rey, propheta y escogido de Dios para sus batallas.

            Quién duda que estas y otras cosas no se le representarían al demonio cuando echaba llamaradas de fuego por la boca de aquella mujer, echando crueles maldiciones a quien habíe llevado allí aquellos muchachos, temiéndose de ellos las propias obras, bien al vivo representadas, las de David, pues salen por las calles con un cristo en las manos, cantando el padrenuestro y avemaría, que es lo propio que en figura hacía David cuando a su rabel cantaba divinas profecías. Veía que corrían tras el oso y león y, de entre los dientes del mundo, le sacaban otros corderillos para traerlos y meterlos entre los demás y en medio del rabaño de Dios. Veía cuán a la sorda le quitaban de las uñas el estudiante que ya pisa blando, ronda de noche y inquieta la ciudad. ¿Qué ha de hacer el miserable demonio, que ve que totus mundus post ipsos vadit 8, que se va la ciudad tras unos niños? ¿No es llano que ha de pronosticar los daños que después le pueden venir por ese camino? Y así, a ellos y a quien los llevó allí, no me espancto desee estén entregados a los m [513r] demonios.

           


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Ya se sabe que niño fue Daniel, el que le descubrió el testimonio, enredo y deshonestidad de los viejos de Susana 9. Porque, como éstos son sencillos, inocentes y simples, parlan cuanto saben. Y así él se quiere guardar de ellos, por muchachos parleros del padrenuestro y avemaría por las calles n, palabras con que reprehenden las deshonestidades de los viejos, las mentiras de los mozos y, finalmente, es descubierto en sus enbrollos y o enboscadas.

            Y en lo que decían que no debía temerlos por ser niños, sujetos a algunas dispensaciones y que con facilidad enfermarían, no hace el demonio caso de eso, antes siente él mucho que con tanta facilidad entrieguen y den la salud por su Dios y gusten de perderla de tan tierna edad por más agradarlo. Las dispensaciones en los tales, si son como las que pedían los niños de Babilonia al eunuco que los tenía a su cargo, que le decían y rogaban que dispensase con ellos en darles yerbas por sustento, son dichosas dispensaciones 10. Que el que en casa de su padre jugaba, saltaba, brincaba y almorzaba siete veces, se dispense por sus pocas fuerzas: que, si ha de ayunar siete días en la semana, sean cuatro; y si ha de estar de rodillas dos horas en oración, esté la una sentado, son dichosas dispensaciones. Y, cuando fueran en otras muchas cosas de regalo, no hay en ello culpa, antes es prudencia grande p, pues de ella usa la Iglesia, libertando a los que no tienen 21 años.

            Diránme: Hermano, tengan esas dispensaciones en casa de sus padres, y no en la Religión. Digo que, cuando las tengan acá dentro, no es inconveniente, porque, si alguna vez les dieren de almorzar, bien saben que es dispensa; y en casa de su padre almuerzan porque quieren y por la mala costumbre. Y los almuerzos de casa de su padre gástanlos en jugar con otros muchachos; y si acaso los tienen en la Religión, gástanlos en trabajar y orar con grandes.

            Pongan los ojos en las liciones que estos días se leen de la Scritura, donde nos han dicho que apenas hubo destetado Ana, mujer de Elcana, al niño Samuel, cuando lo ofreció al templo, que así lo tenía prometido. Pues bien se deja entender que de aquella edad tenía necesidad de almuerzos y algunas dispensaciones. Y, con todo eso, fue tan agradable a los ojos de Dios que, no habiendo en aquel tiempo q visiones de Dios manifiestas, puso su gusto en tratar con Samuel niño, que servía el templo de acólito 11. Y por este niño descubrió los enojos que tenía contra Elí sacerdote y contra sus dos hijos 12. Y con él los amenazó con gran castigo que sobre ellos habíe de venir. Y de esta disparación en el amor que Dios tenía al niño Samuel, y el aborrecimiento a Elí y a sus dos hijos, no me espanto, porque, [513v] cuando el buen viejo de Elí no podía abrir los ojos ni aun ver una candela encendida, ni r


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tener brío para reprehender los atrevimientos de sus hijos, entonces está guardando el templo el niño Samuel 13; y cuando los hijos grandes del sacerdote roban y hurtan las carnes de los que vienen a sacrificar, el niño está sirviendo con la sobrepelliz y tuniquilla blanca que le hacía su madre 14. Y así digo que, si los viejos han de dormir y los hombres a hurtadas han de comer carne, que más quiero niños que sirvan el templo, que tras ésos se le van a Dios los ojos, a ésos quiere y a ésos ama. Y los hombres fuertes se hacen de niños desengañados y los viejos sanctos de hombres penitentes. Y pluviese a Dios todos los padres tuviesen tanta cuenta con criar sus hijos que, en destetándolos, los entregasen a quien s los enseñase a alabar a Dios y no maldecir sus criaturas, a quien les enseñe a refrenar su carne y no a desperdiciarla.

            Ojalá, nuestros hermanos, cuando al hábito reciben algunos, mirasen con atención que, entre viejos inportunos y mozos regalados, son mejores muchachos morigerados. Porque, cuando en todos haya algunas faltas, más fáciles son de remediar las de los niños que no las de los hombres y viejos, más fáciles son de castigar y más prestos de desenojar. Y, si no, miren el refrán común que dice: Hijos criados y duelos doblados.

            Y así yo tengo por mejor que hagamos hombres y viejos de niños, que es mucho más fácil que no hacer de hombres niños. Que es la dificultad que puso Nicodemus t a Cristo: que cómo puede un viejo hacerse niño y torna a renacer 15. Pero no hay que hallar ni que buscar esa dificultad en lo contrario, pues vemos que es cosa natural los niños hacerse hombres y los hombres viejos. Y, en fin, los unos y los otros se amoldan y hacen al talle y medida de las costumbres de casa.

            Y cuando quisiéramos poner el mismo acierto en u recebir niños y hombres, digo que tan bien parece en un jardín una clavellina y rosa como un ciprés; y más de ordinario el rey y la reina, entrando dentro, echan mano de la yerbecita y florecilla del jazmín y violeta v, que del ramo del laurel. Y la esposa, que un día quiso convidar a su esposo a su jardín y güerto cerrado, a manzanas le convidó 16, que, entre los árbores, es el más bajo, el más humilde, el que con mayor presteza da la fructa madura, pues es ella la primera que por abril se saca a la plaza; y siendo la primera, será más dificultosa de guardar, porque, como todo lo nuevo place w, [514r] es llano que peligra de los que no entienden sino en buscar novedades para entretener y recrear su gusto. Y así la esposa procuró que su jardín fuese güerto cerrado y pedir a su esposo que fuese luego a gozar de la fruta temprana antes que peligrase.

            Oh buen Dios, y si los padres advirtiesen que el demonio y el mundo y la carne andan solícitos por fructa temprana, por quitarle a la madre el hijo de los brazos para entregarlo a las deshonestidades, a


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las vanidades y parlerías, ¡cómo procuraría con tiempo darlo y entregarlo a la religión, que es güerto cerrado! La cual, como esposa verdadera de Cristo, tiene cuidado, cuando le dan y entriegan estos niños para que los críe, decirle a Dios, su esposo verdadero: Veniat dilectus meus in hortum suum, et comedat fructus pomorum suorum 17. Este árbor de la Religión, donde por apresurar el paso da la fructa temprano, vuestro es. Pues, Señor, apresuradlo vos también y venid con tiempo a coger el fructo temprano, y apoderaros de estas manzanas, de estos niños y gente de tierna edad, que, por ser tiernos, trataréis con ellos con ternuras. Las cuales nos dé Dios por su bondad para amoldarnos y enbebernos en las cosas de humildad y mortificación.

 

3.            Reflexión acerca del recibir muchos

 

            Lo segundo que debíamos ponderar en los sucesos de esta universidad 18, es ver cómo fuese acierto recebir muchos. Y bastaba por prueba la perseverancia que Dios les da a los que allí han tomado el hábito y las prendas que van ofreciendo de que serán verdaderos religiosos. Y sé decir que, según teníamos de pocos frailes en los conventos, han compuesto, dende que allí pusimos el pie, la Religión los que allí se han recebido. Y si Dios no fuera tan interesado en aquellos muchos, no rabiara el demonio tan a la clara ni diera voces tan en público, como las daba, viendo que no se contentaban con sólo recebir muchos frailes, sino disponer muchos niños para que aprendiesen a alabar a Dios por las calles y se dispusiesen para su tiempo a seguirle en estado de perfección.

            Si no fuera gusto y voluntad de Dios que allí se recibieran muchos para que mucho creciera esta nueva planta, no fueran tan perseguidos aquellos pobres frailecitos en una pobre casa alquilada do viven. Que, fundado el señor obispo 19 en algunas razones justas según su opinión, los trai a tan mal traer que, habiendo hecho sus diligencias para echarlos de allí, anoche recebí una carta del presidente, en que me dice x: «Habiéndonos descomulgado el señor obispo el día de Paschua 20, el día de la Sanctíssima Trinidad 21 a las ocho de la mañana me llevaron preso. Y cada día me llevan a tomar la confesión a casa del vicario, como si fuera un galeote».

            Yo confieso el señor obispo debe [514v] de tener muchas razones y muy justas, pero también digo que, haciendo el señor obispo su justicia, el demonio hace su hecho: que pretende con tantas veras, dende el día que allí entramos, echarnos de aquel pueblo, porque seamos pocos y crezcamos menos, según la opinión que voy refutando. Y yo no puedo entender menos de que el demonio anda muy enojado, cuya


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condición es alborotar un mundo para contra una pequeña virtud. Porque yo me espanto de lo que en esta carta me escriben: Que diga y el señor obispo que, aunque le cueste la mitra, no han de quedar allí aquellos frailes z; y que le escriba a su vicario que use de todo su poder para contra ellos.

            Podríamos decir: Quare ostendis potentiam tuam contra folium, quod vento rapitur? 22 Si son frailes sin orden ni concierto, como vuestra señoría dice, y son cuatro muchachos, paréceme no serán necesarias tantas a brabatas ni tanto poder; y una mitra no la podrá arrancar de una cabeza una hojarasquilla. Antes, estoy muy cierto, con veras todos aquellos hermanos que allí están pedirán a Dios la conservación de vida y mejoro de estado de vuestra señoría. Y desta verdad a vuestra señoría le consta por cartas y por palabras. Si esto es así, ¿qué necesidad hay que vuestra señoría obligue y empeñe su mitra y su poder para abalanzar cuatro niños de una casa alquilada, en que nosotros no hacemos fuerza ni aun nos defendemos ni enpeñamos el favor que Dios tiene dado a esta su Religión? Porque, como el señor de ella es dueño de todo el mundo, fácil le será descubrir otro reino, si el que vuestra señoría tiene se nos tapare y encubriere.

            Y de que nosotros esa fuga la debemos recebir con gusto y contento, consejo es de Cristo a sus apóstolos y discípulos: que, si en una ciudad los persiguieren, huigan a otra; y que, donde b no los quisieren recebir, sacudan el polvo de los pies 23. Como quien dice: Quien a mis apóstolos no recibe, a quien yo llamo nubes que riegan la tierra, quédense hechos polvo, que con facilidad el viento lo levanta de la tierra y lo echa y pone en lugares asquerosos; y eso vendrá a merecer la ciudad y pueblo que de sí alanza y echa los siervos de Dios: que, siendo tierra y tierra sin agua, será polvo sacudido de los pies de los que evangelizan a Sión, que, por ser hermosos, como dice el propheta Esaías 24, es menester vayan limpios de polvo y paja c.

            Y, para que veamos la fuerza que hace el mandar Cristo sacudan los pies del polvo, quiero que notemos haber leído que antiguamente a los enbajadores y a los que traían alguna buena nueva, dicen que los salían a recebir a los campos y, en agradecimiento, se postraban por tierra los magnates de la ciudad donde entraban y les d besaban los pies, por haberles traído aquella buena nueva; y eso les daban por albricias. Podrá ser de ahí quedase el común agradecimiento [515r] que ahora se usa de decir a quien os dice o hace algún bien: «Beso a vuestra merced las manos», agradeciendo a las manos las buenas obras que por la tal persona habían obrado. Ahora, pues, como sabía Dios que, yéndose desechados y perseguidos sus discípulos de una ciudad a otra, los habían de salir a recebir y agradecer las buenas nuevas del


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evangelio y pagarles las albricias de la paz que les anunciaban, en darles besos en los pies, díceles Cristo: Ea, discípulos míos, donde no os recibieren, sacudid el polvo de los pies; vayan muy limpios hasta del polvo de la ciudad que tanto enfado me ha dado; y no es bien que ni aun el polvo de esa ciudad se halle en la fiesta del agradecimiento que en otra os harán. Quédense con su polvo, que en viento darán. Y en el mismo peligro quedan que queda el polvo, pues no es para que en él siembren e ni dél hagan siquiera tapias, porque no quisieron recebir a los que anuncian la paz, que es la que al polvo desperdiciado traba y amasa y hace unidad de ciudadanos.

            Ahora, pues, supuesto que nuestros frailes son allí en la estimación de tan poca consideración y que, siendo verdaderos imitadores de Cristo, no le harán resistencia al señor obispo, ¿para qué son tantos f enpeños de su poder todo y de su mitra y renta, que dice que, aunque todo lo gaste, no le han de quedar allí? Saben que es la virtud el precio que tiene: que, por pequeña que sea, a trueco de derribarla, el demonio empeñará un mundo, si fuere necesario. ¿No le dijo el demonio a Cristo que le daríe el mundo si, cayendo en tierra, le adorase? 25 Pues, a trueco de que caiga un monasterio y se derribe una casa alquilada, donde están cuatro niños oyendo súmulas, si fuere necesario, no digo yo dará el demonio una mitra y cincuenta mill de renta del obispado, sino un mundo dará y enpeñará, a trueco de estorbar que Dios no cumpla sus alabanzas de las bocas de los niños que salen por las calles diciendo la doctrina.

            Trazas son del demonio que bien sabe mudar traje y trocar librea para derribar y postrar por tierra g. Unas veces de serpiente se hace ángel para engañar; otras, de ángel se hace serpiente para derribar, porque, si en el paraíso hizo fuerza y usó de maña y astucia para derribar al que habíe de ser cabeza de nuestra dichosa herencia 26, ahora no ha desistido, haciéndose de serpiente ángel h 27, pues pone la propia fuerza y maña para i derribar a los que de Cristo y por Cristo la heredaron.

            En todo haga nuestro Dios su gusto y su voluntad, que eso será lo que más convenga. El ser y no ser por la voluntad de Dios, es muy bueno, pues tanto tienen de bondad j las cosas cuanto tienen de cumplimiento de la voluntad de Dios en ellas. Y así digo que, si a los hermanos de Baeza los echaren, sea enhorabuena; si estuvieren, sea Dios glorificado, y por todo k infinitamente le alaben los ángeles.

 

4.         Prueba de la asistencia divina

 

            [515v] Lo tercero que allí quisimos probar, fue la presencia de Dios, que se debe entender asiste y está en aquella fundación, pues la ha


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tomado por medio para llamar muchas almas a sí. Esta es prenda cierta y muy conocida de Dios, a quien pertenece dar orejas para que le oigan y se vayan tras él y dejen el mundo.

            Entre las joyas y adorno que la esposa tenía de su persona, de la que muy en particular hace mención, que se la dio su esposo, fueron unas arracadas con que compuso sus orejas 28, hechas en forma y proporción de unos peces que se llaman murénulas 29. Los cuales dicen que tienen l oído tan delicado y penetrante que, debajo m del agua y zabullidos en lo hondo, oyen cualquier voz y silbo que dé el cazador. Pues dice el esposo n a su esposa: Quien tan bien ha oído mi palabra para seguir a su pastor, que, viniendo de lejos saltando montes y valles, dice estando ella dormida: En dilectus meus loquitur michi 30, señalémosla con arracadas y pulamos y hermoseemos tan buenas orejas o.

            Según esto, díganme: ¿Quién les ofreció y dio tan buenas orejas y se las hermoseó a los estudiantes de aquella universidad con arracadas de oro, sino este soberano esposo, que les hizo esa merced y oferta por haberse parecido a las murénulas (que, estando debajo del agua, oyen), porque, estando metidos y zabullidos en los regalos de casa de sus padres unos y otros en medio de la confusión del mundo, oyeron p la voz del divino sposo, que venía a ellos saltando valles y quitando dificultades? A estos tales, que tan buenas orejas tienen, se las hermosee q y adorne r con soberanas arracadas el mismo Dios, que obra es suya y conocida por tal. Y, a no dar Su Majestad tal virtud y tener tal presencia los que allí andaban y los que por las calles salían, fuera imposible salir con tal inpresa.

            Ahora pregunto yo: Si, estando un juego de bolos puesto cada uno tan grande como una torre, y viniese s una persona a querer jugar y para esto trujese dos bolas como dos granos de mostaza, y dijese: Afuera, que tengo de dar en tierra con este juego y con estas bolas; y, estando a la mira, lo viésedes hacer así y salir con ello, llano es que pareceríe pasmo y que diríamos que aquellas bolillas t tenían alguna virtud secreta y que otra persona mayor andaba allí al dissimulo haciendo esto. No es muy desproporcionada nuestra comparación, pues a nuestros hermanos de Baeza los he comparado a granos de mostaza, ya por ser niños y pequeños, ya por ser ignorantes, que oían súmulas en aquella ciudad. Había un juego de hombres grandes [516r] y empinados, pues, entre los que han tomado el hábito, ha habido algunos que yo supe y me dijeron que eran hombres de hartas mocedades y que se habían preciado de traer arrevuelta la ciudad con sus juegos y locuras y la universidad con sus vanidades y libertades. Pues, afuera, que quiere Dios hacer un juego divino que sea pasmo y asombro. Afuera, que quiere derribar los


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bolos u que el demonio tiene levantados para sus juegos. Y Dios los quiere derribar y dar con ellos en tierra con bolas tan pequeñas como granos de mostaza: que, sacándolos por las calles diciendo la doctrina cristiana, el padrenuestro y avemaría, deshace el juego de satanás. ¿Quién no dirá que aquí está Dios, que aquí se halla presente?

            ¡Oh, qué juego tan parecido al que Cristo dice de su fee!: que el que tuviere tanta fee como un grano de mostaza, si con ese granito y bola tan pequeña tirare un cabe a un monte, dará con él en otra parte 31. Pregunto yo, ¿hay menor bola que un grano de mostaza? ¿Hay mayor figura esférica que un monte? No por cierto. Pues esa virtud tiene la fee: que, cuando sea como un grano de mostaza, dará con un monte de una parte a otra. ¡Seas tú, Dios mío, bendito, que esto propio has hecho con los niños que allí llevaste: que, siendo tan pequeños e ignorantes, con ellos quitaste de su lugar los montes, hombres que ya hacían y tenían asiento en la vanidad; y los echaste v rodando como bolas por esos suelos y casas de noviciado, apartados y lejos del lugar que de antes tenían!

            Lo que ahora falta para que el cabe sea bueno, es que mi bola se quede segurita donde antes estaba la del contrario. Ahora nos falta, Dios mío, que nuestras bolitas y frailecitos se nos queden asentados donde estaban las bolas del contrario w. Yo espero en Dios será así, pues Su Majestad asiste a esta obra. Y decimos que esto no es posible hacerse con propia virtud, sino presencia del mismo Dios. Y también la dará para que el señor x obispo quiera dejar allí a nuestros hermanos. Y, si no quisiere, rueden entramas bolas, que así debe de convenir; y Dios les dará a parar y sosiego, cuando se cumpliere su voluntad 32.

 

 




1         Fr. Alonso de la Purificación.



a            ms. cua



2         Cf. Carisma y misión, 329.



b            al marg. ojo de 2m.



c            sigue que pienso tach.



d            sigue f tach.

 



e            ms. quiso



3         En lugar de spiritus.



4         Ap 22,17.



f             sigue se tach.



g            sigue di tach.



h            ms. hermano



i            sigue su tach.



j ms. hararan

 



5         Cf. 1 Sam 17,34‑35.



6         Cf. 1 Sam 16,11‑17,51.



7         Cf. 2 Sam 6,14‑16.



k            corr. de tall



l            sigue que tach.



8         Evocación de Jn 12,19: «Ecce mundus totus post eum abiit».



m           sigue ya se sabe tach.

 



9         Cf. Dan 13,45ss.



n            sigue con tach.



o            sigue de tach.



10        Cf. Dan 1,7ss.



p            cosas‑grande subr.



q            sigue hablas ni tach.



11        Cf. 1 Sam 1,19‑28.



12        Cf. 1 Sam 2,12‑17.



r sigue repreh tach.

 



13        Cf. 1 Sam 3,1‑3.



14        Cf. 1 Sam 2,12‑19.



s            a quien rep.



t            ms. Nicodedemus



15        Cf. Jn 3,4.



u            sigue in tach.



v            sigue del tach.



16        Cf. Cant 6,10.



w           ms. aplace

 



17        Cant 5,1.



18        Baeza



19        Sancho Dávila y Toledo, obispo de Jaén los años 1600‑1615.



x            corr.

 



20        15 de abril de 1607.



21        10 de junio de 1607.



y            sigue que tach.



z         que, aunque‑frailes subr.           



22        Job 13,25.



a  sigue p tach.  



b            sigue los tach.



23        Cf. Mt 10,14.23.



24        Cf. Is 52,7.



c  corr. de baja



d            sigue y tach.

 



e            corr. de siempren



f             sigue p tach.



25        Cf. Mt 4,9.



g            sigue en el paraiso de ser tach.



26        Cf. Gén 3,1ss.



h            haciéndose‑ángel sobre lín.



27        Cf. 2 Cor 11,14.



i            sigue derri



j            sigue la tach.



k            si‑todo subr.

 



28        Cf. Cant 1,9‑10.



29        Murena o morena, pez teleósteo marino, parecido a la anguila.



l             ms. tien



m           corr.



n            sigue quien tach.



30         Cant 2,10.



o            ms. oreja



p            sigue su tach.



q            corr. de hermoseen



r            corr. de adornen



s            corr. de viniesen



t            corr.

 



u            sigue con tach.



31        Cf. Mt 17,20.



v            sigue r tach.



w           sigue que era el mundo tach.



x            sigue op tach.

 



32        El colegio de Baeza alcanzó en 1615 su plena legitimación. Cf. Carisma y misión, 338 nota 210; GINARTE GONZÁLEZ, V., El duque de Lerma protector de la Reforma Trinitaria, Madrid 1982, 154‑156, 170‑171.






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