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San Juan Bautista de la Concepción
Obras II – S. Juan B. de la C.

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CAPITULO 4 SEÑALES DE LA ASISTENCIA DIVINA

 

 

1.            Significado de las señales exteriores

 

            Propuse de ir probando la asistencia y presencia de Dios en esta Religión, tratando de algunas cosas menudas con que Dios entretiene sus siervos, que les sirven de bocadillos y desayunos, con que engolosina los sentidos y los va suspendiendo hasta que se les entriegue aquella grande cena que celebra y hace el padre de familias en las bodas de las almas sanctas, [516v] que eternamente le han de gozar. Y quiere Dios en esto dar unas prendas, asomos y vislumbres de que no sólo ha de premiar en la otra vida el alma, sino también el cuerpo, pues


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en ésta vemos que, gozando de este summo bien un alma por gracia y perfecta unión, se deslizan muchos bienes de que también goza el cuerpo y participan los sentidos. Que, como Dios es luz, no sólo la da al alma donde por gracia habita, como en lugar alto y eminente, sino que de allí cain y ruedan unos rayos y resplandores con que el cuerpo es ilustrado.

            Y si de esto, que es lo menos, hemos de tratar, podríanme decir que tomo el rábano por las hojas. Digo que es así, y no tengo eso por defecto, sino por ciertas premissas de donde con evidencia se inferirá cómo Dios está en casa, pues todo anda tan sobrado que la gente de afuera a, como son los sentidos, están contentos y satisfechos con las cosas de que participan. Vemos acá que, cuando un amo no está en casa, luego se echa de ver en que la mujer no se viste y los criados no se ponen su librea y andan, como otras veces he dicho, descarriados y desperdiciados. Así digo yo que, cuando Dios está en el alma, se les saca librea hasta a los sentidos; y como gente que güele que el amo está en casa, andan compuestos, morigerados, temerosos y con nueva librea la lengua de palabras y la vista de recogimiento. Y esto sirve de conocimiento de lo que pasa allá dentro. Y entonces podremos decir que por b el hilo se saca el ovillo.

            Los que buscan c minas de oro y de plata, dicen, hallan encima una señal de cierta yerba que sólo nace en aquel lugar. Si Dios es tesoro escondido, ¿por qué no entenderé yo que las mercedes que Su Majestad hace en estas cosas esteriores sirven de muestra para conocer do está este summo bien? Aun los del mundo suelen decir que cada uno trai scrito en la cara quién es. Pues en verdad que a Dios nunca le faltó gana de señalar los suyos, para que, por doquiera que fueren, los conozcan y respecten. Y, si el mundo no los conoce, es porque no son del mundo; y el mundo es muy ciego para conocer el hierro de las ovejas de Dios.

            Pues digo que muchas veces suele Dios poner y dar ciertas señales visibles y sensibles del amor que Dios tiene a un alma y del bien que la tal alma goza estando unida con Dios. Luego diremos en qué están estas señales. Ahora digo que estas señales las suele Dios dar visibles o sensibles por muchos respectos. Quiere que los tales sean conocidos, respectados, honrados y tenidos de los hombres, [517r] los cuales sólo ven en la cara.

            Así sucedió a la sancta madre Theresa de Jesús: que, faltándole todos los arrobos que solía tener en público, le dijo Dios: Harto crédito tienes ya, hija mía, ya eso no es menester 1. De manera que, con aquella


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seña exterior, la quiso honrar y acreditar y apoyar para con los hombres, estándolo ya la sancta con Dios en lo interior. Otras veces, para con esas señales y cosas exteriores engolosinar a algunas almas tibias y flojas d, las cuales, como no saben ir a buscar a Dios en las cosas invisibles, póneles el cebo y golosina en las cosas visibles e. Y así dice la propia sancta que, viendo muchas veces el provecho que hacía a muchas personas contándoles lo que le pasaba con Dios, no reparaba en decir algunas revelaciones y mercedes que recebía de Dios visible o sensiblemente 2. Llano es que vos os aficionaríades más a un amo que trai sus pajes bien vestidos que a otro que, andando rotos y maltratados, os dijesen muchos bienes de su amo. Por el refrán que train los que tratan con el mundo, que dicen: ver y creer.

            Otras veces da Dios estas señales por lo que arriba decimos: porque gusta Dios de dar vestido y librea doblada a estas tales personas, y que enpiecen a gozar dende acá lo que el Espíritu Sancto dice en el Eclesiástico: Duplicia possidebunt in terra sua 3. Y lo que dice Salamón de aquella discreta y fuerte mujer, cuyos criados vestiti sunt duplicibus 4. Que es decir que fue vestido doblado, sayo para el alma y capa para el cuerpo. Hay personas principales que, yendo a hacer alguna visita, si les dan de merendar parece nada les satisface, si no dan algo hasta [a] los criados y mozos de escoba que la acompañaron.

            No quiero detenerme en esto, que pienso f se hallarán muchas razones por donde Dios franquea sus bienes, y no repara que sean como el ungüento que se derramó sobre la cabeza de Arón: que se vertió y estendió por la barba y vestidura 5. Sólo digo que son muy buenas señales y se deben estimar y reverenciar y entender que allí está Dios, en casa tan llena que los bienes se revierten y se salen por la puerta, etc.

 

2.            Encubrimiento de las señales exteriores

 

            Otras veces digo que, amando Dios a una persona, se le encubren estas señales, gustando Su Majestad por entonces se quede el tesoro escondido, que no es llegado el tiempo, hasta que Su Majestad sea servido.

            Bien pudiera Cristo en vida disponer a sus apóstolos y discípulos para que, antes de su muerte, bajara el Spíritu Sancto y los señalara [517v] con los dones que después gozaron, pero no quiso, porque convino nadie antes de su muerte tuviese reputación ni crédito, a quien pudiesen atribuir alguna parte de la redención del género humano. Y, cuando ya este peligro g estuvo quitado, fue cuando salió el desembargo de las maravillas de Dios, de que todos los hombres gozaban, buenos y malos, digo veían obrar por manos de sus apóstoles y discípulos.

           


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Otras veces hace Dios esto del encubrir estas señales y maravillas, porque gusta Dios de que la tal persona padezca y pase muchas mortificaciones y merezca por todas partes interior y esteriormente. Habrá dos días que me dijeron de un hermano nuestro en Valladolid h que era tanto el deseo y gusto que tenía en que todos lo tuviesen por malo, que muchas veces escondía en el seno algunas cosas, como eran manzanas y otras cosas, las cuales dejaba caer cuando estaba delante de su prelado para que lo azotase y tratase por hombre malo. Pues, si un hombre, por ver el provecho que de esto se le sigue, hace este ensayo y disimulo, ¿por qué no hemos de entender lo hará Dios con las personas que ama, cuyo aprovechamiento desea más que nosotros propios?

            ¿Para qué andamos a buscar exemplos y conparaciones? Sepamos, ¿para qué vos, Dios mío, os disimulastes y pusistes en semejanza de pecador cuando, tomando nuestra naturaleza humana, os hecistes hombre verdadero? ¿Para qué os circuncidastes? ¿Para qué tratábades con publicanos y peccadores? ¿No era llano que habíen de decir los scribas y phariseos: Dime con quién andas y diréte quién eres? Si vos coméis con los peccadores y publicanos, ellos os darán i títulos y nombres bien lejos del blanco de vuestra inocencia y limpieza. Todo esto hace por nuestro amor y para darnos estos granjeos y para buscar ocasiones de padecer por el hombre.

            ¡Oh, qué lindo estado es éste de un justo: que Dios lo haga bueno y lo tengan por malo; que le den con el pie, lo ultrajen y deshonren, lo tengan por enbelecador y mentiroso!

            Pregunto yo, ¿quién será más rico: el que trabaja y gana jornal todos los días de la semana, o el otro que, por holgar tres fiestas que en su pueblo se votaron, sólo trabajó cuatro días? Es llano que el primero, que trabajó toda la semana. Pues digo que hay j algunos sanctos, los cuales, vistiendo librea de fiesta en el mundo, los huelgan k y reverencian, acarician y regalan; y después, en su retrete, toman la disciplina, el cilicio y mortificación. [518r] Estos parece que no siempre ganan jornal. Pero vienen otros l a quien Dios trai siempre en una continua guerra y pelea, que parece para ellos no se hizo de disancto ni domingo: siempre visten de entre semana, pareciéndose por de fuera en traje de hombres inperfectos, a quien los del mundo siempre mortifican y dan a merecer, desestimándolos y mortificándolos; y, demás de esto, lo que ellos hacen en lo secreto. De quien podríamos decir lo tiene y guarda Dios para alguna cosa de consideración.

            Como al otro de quien dice la Scritura señaló Dios por gran capitán de su pueblo, porque jugaba la espada a dos manos, usando de entramas como si fueran derechas 6. Y ésta no es merced que a todos la concede Dios, porque hay muchos sanctos que, si en el rincón y retrete juegan la disciplina, en lo público viene la honra y el apoyo de las gentes. De


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donde viene que muchos siervos de Dios, por granjear este bien, se han fingido locos y tontos por no perder ocasión.

            Ya se lee haber habido rey que, por tener ocasión de padecer por los suyos, ha tomado traje y librea de soldado. ¡Ojalá, mis hermanos, entendiésemos esto m y de veras lo considerásemos, y qué de ensayos haríamos por alcanzar este bien!

            Otras veces disimula Dios estos bienes en un alma, porque estén más guardados y seguros, según lo mucho que cada día acerca de esto nos predican en los púlpitos.

            Otras veces dissimula Dios estos bienes interiores y quita las señales exteriores por dar lugar a algún castigo, por algunos defectos y faltas que la tal persona haya tenido de alguna presunción, soberbia o vanagloria. Como si un clérigo le topasen una noche en traje de rufián. Aunque no lo fuese, es muy llano que la justicia lo prendería y echaría grillos y maltrataría. Lo cual no hiciera si lo topara en traje de clérigo. Estas son trazas de Dios: que muchas veces, para entregar al castigo y a la justicia la persona en quien tiene puestos los ojos, por algunas razones y causas secretas, pónela en traje que la justicia le pueda echar mano, prender y encarcelar; digo donde el murmurador pueda decir dél que es un mal hombre, que es engañador, mentiroso, enbelecador. Y esto por algún tiempo, que a esta bondad de Dios no le sufre el corazón de que esto se dilate mucho, que luego presenta los títulos y recados de que el tal es de su casa y de los que él tiene ordenados y preordinados para la vida eterna.

            [518v] ¡Oh, qué lindo exemplo se me ofrece!: del otro rey que fue a unos baños y, desnudándose en lugar secreto para entrar en ellos, vino un ángel con su propia figura, y pone sus vestidos y llama a sus criados y vase a casa del rey y éntrase en sus palacios, usa y hace todo lo que el rey hacía. Cuando el otro salió de sus baños y fue a buscar su vestido, ni halló vestidos ni criados, de suerte que se vido necesitado de salir desnudo y en cueros por aquellos caminos, diciendo y dando voces que era el rey. Los muchachos lo corrían por loco y lo apedreaban y escupían, hasta que, tiniendo ya bien pagada su culpa y desenojado Dios, le llamó el ángel y le pidió enmienda; le tornó su vestido y entró en casa. Y el ángel se desapareció.

            ¡Seas tú, Dios mío, bendito mill veces, qué de ellos trais por esos poblados desnudos de crédito y honra, que son en tu casa reyes, a quien, por no conocerlos en lo exterior, el mundo los corre y tiene por locos y desatinados, los murmura y ultraja! Y esto hasta cuando Su Majestad fuere servido de tornarles sus vestiduras de reyes y las señales exteriores, de que vamos tratando, mediante n las cuales el mundo los conoce y mucha gente los respecta y estima.

 


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3.         Las señales de que habla Cristo

 

            Y porque en todo o nos arrimemos al evangelio, digamos que estas señales son aquellas de que Cristo dice por san Marcos: Signa autem eos qui crediderint, haec sequentur: in nomine meo demonia eiicient, linguis loquentur novis, serpentes tollent, si mortiferum p quid biberint, non eis nocebit; super aegros manus imponent, et bene habebunt 7. Entre otras, les dejó estas cinco q señales: alanzar demonios, don de lenguas y de palabras, quitar serpientes, que no les dañe lo malo que comieren y que, con el toque de las manos, sanen enfermos. No hay que ir probando esto con exemplos de fuera de casa, pues en estas señales que Dios va puniendo en nuestra sagrada Religión, vamos conociendo que los que Dios tiene puestos en ella son de aquellos creyentes que allí habla san Marcos. Y adviértase que no tengo de poner exemplo de lo que debe de pasar en esotras casas: sólo lo que de ésta me dicen los confesores de los religiosos.

            De uno me ha dicho, que yo conozco, el hermano fray Joseph de la Sanctíssima Trinidad r que, haciendo la señal de la cruz, ha sanado secretamente, sin que nadie lo sepa, muchos enfermos en casa, y a sí propio otra vez.

            Don de lengua y de palabras s. Novicio ha estado conmigo 8, que muchos han experimentado [519r] esta verdad: que, siendo un hombre tan cerrado y callado en el hablar, que, entendiendo los frailes que habíe de perder de todo puncto el saber hablar, por ser esto con tanto estremo que en casa no le sabían otro nombre, el año del noviciado, sino «el fraile que no habla», estando conmigo, me ha dicho cosas tan altas, con términos tan extraordinarios, que me parece sólo el cielo se los puede haber enseñado. Y esto, tratando del modo con que Dios se communica a un alma y la alumbra y enseña verdades t.

            En lo que toca a alanzar demonios, ya se sabe que esta obra es tanto más alta cuanto la obra es más espiritual; más es echar el demonio de un alma que no de un cuerpo. Y de esto no quiero tratar, pues ya toqué algo arriba de la reseña que Dios quiso hacer con la conversión de aquellas mujeres que se convirtieron esta cuaresma. Pero quiero decir de una ocasión en que sé de cierto han alanzado al demonio de una ocasión que pretendía.

            Cierto religioso era muy molestado en la celda de sugestiones diversas del demonio y, en particular, para sacarle de la Religión, que es donde él más pone su ahínco y veras, como luego se verá. Con este religioso fue de tal manera que, sintiendo en sí particular mudanza siempre que en la celda entraba, vino ya a cobrar tanto miedo que no se atrevía


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a entrar a dormir en ella. Una noche salió muy afligido a la celda de su maestro, diciendo que él no había de volver a la celda, porque estaba en ella el demonio. El maestro de novicios, después de lo haber animado y consolado, porfiando que no había de entrar en ella, vinieron a un concierto, y fue que se entrase él en la celda y que él se quedaría a la puerta de ella en oración y tomaría una disciplina, pidiéndole a Dios lo dejase de perseguir aquel mal spíritu. Pues no hubo entrado el novicio en su celda y el maestro puéstose a la puerta, cuando coge el demonio al pobre maestro, apágale el candil y arrójalo las escaleras abajo u, con tanto tropel que entendieron muchos frailes que venía abajo toda la casa. Y cuando paró de rodar mi fraile, apareció todo el rostro como cardado, porque fueron tantos los aruños 9 que el fraile tenía, que apenas le quedó cosa vacía en su v rostro; que es lo que yo he visto, y no me atrevo a preguntar si es lo propio en el cuerpo, por ver la vergüenza y enpacho que tiene en contar cosa semejante.

            A otro hermanito, cuya vida es de asombro, le [519v] persigue el demonio ya tan al descubierto que de ordinario le lleva los vestidos a su celda y le dice y persuade que se salga, que él lo sacará por donde él quisiere. Halo dicho su confesor fray Isidoro w. Pienso ha vencido y corrido ya al demonio con su alta oración que Dios le ha dado, porque ha días que no me han dicho si todavía persevera el demonio en estos enredos.

            Otro hermano, sobrino de aquel sancto fray Thomás de Villanueva, arzobispo de Valencia, de quien dije denantes que llamábamos el fraile x que no hablaba 10, lo tuvo el demonio una vez para sacarlo por la ventana de la celda, puniéndolo primero como absorto y elevado. Y en este conflicto y se le apareció su tío el sancto fray Thomás y le dijo: «No tengas miedo, que tú perseverarás y quedarás en esta Religión». Y así ha sido, que es ya profeso y va dando particulares muestras de virtud y sanctidad z.

            Otro hermano, llamado Trifón a (que no quería poner aquí sus nombres, temiendo b esto no se lea en vida de ellos), lo tuvo el demonio ya tan acosado, dándole Dios licencia sin que el alma consintiera en cosa, que el cuerpo lo tenía ya también para sacarlo por la ventana. Y entonces, dice, se le apareció la Madre de Dios y le dijo: «No tengas pena, que yo te ayudaré». Echarse ha de ver si la Madre de Dios cumple su palabra en las cosas que a este hermano le van sucediendo, pues aún no es profeso y le pasan cosas particularíssimas. Unas mujeres vinieron y por la iglesia llamaron al hermano fray Alexo de san Juan y le dijeron: «Venga acá, padre, ¿quién es un religioso que, en esta capilla de la Madre de Dios, estando en oración, este día le vimos


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levantado del suelo buen rato?». Informándome de esto, hallé era el propio de quien voy diciendo; y que religiosos de casa lo habían visto otras veces de aquella manera.

            Informándome c de esto de un religioso siervo de Dios y confesor, habrá d dos días me dijo: «Hermano, no se espante, que pocos e días hay que en casa no pasen particulares cosas y obre la Sanctíssima Trinidad particulares maravillas».

 

4.            Multiplicación de pan, vino y lentejas

 

            Dos cosas le han f sucedido al refitolero en cosa de ocho días g. La primera, que, pidiéndole un religioso vino, dijo que no lo habíe en casa; y, no creyéndolo, bajó el hermano Juan de la Cruz y anduvo escurriendo las tinajas y no halló gota. A la mañana viniéronse unos hermanos indispuestos a desayunarse. Pidiéronle que les diese un poquito de vino; y él bajó con fe a ver si habíe algún poco en alguna tinaja. Y llegando a una, la halló llena, [520r] no habiendo pasado más que aquella noche en medio de cuando el otro vido por sus ojos no haber gota en casa. Y preguntando yo si el vino era tinto, me dijeron que blanco riquíssimo, como aquel que lo daba.

            Este propio refitolero no tenía h sino cinco panes para poner en el refectorio, para más de cuarenta religiosos que estaban en casa. Y él determinó de disponerlo de suerte que para cada uno hubiese un pedazo. Toma sus cinco panes y hácelos pedazos y déjaselos en el arca, y sale fuera del refectorio, dejando cerrado. Y cuando volvió, halló sobre los pedazos otros cinco panes. Que, pudiendo Dios multiplicar los pedazos, no quiso, sino hacer la multiplicación en cosa que se echase de ver, para con esas señales aficionar los religiosos. Que, siendo casi todos novicios y nuevos, era menester engolosinarlos con cosas que ellos echasen de ver era Dios el que metía las manos hasta en las arcas del pan y en las tinajas de vino, para que no desmayasen ni desconfiasen. Que i buen patrón tenían, pues, remediándoles su necesidad con modo tan singular, mejor lo haría moviendo los corazones de los que lo tenían para que lo diesen; y también para acreditar y señalar, como decimos, a su Religión, de quien no sólo tiene cuidado y particular providencia de lo spiritual, sino también de lo temporal, aunque sea haciéndose Su Majestad panadero nuestro.

            Siendo cocinero aquel hermano que digo, que se llamaba Trifón j, vinieron una noche, después de recogidos los hermanos, vinieron de Valdepeñas siete hermanos y, entre ellos, cinco novicios; y, no tiniendo qué darles de cenar, halló que en la olla de la comunidad debiera de haber cosa de media scudilla de lantejas k. Púsola a calentar para repartírsela


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o darla al más necesitado. Y, cuando fue a repartirla, enpezó a cocinar y sacar lantejas de la olla como si estuviera llena; y fue de suerte que dio siete escudillas; y me dicen quedaron lantejas para otro día. ¡Sea Dios mill veces bendito!, que no quiere Dios traer sus siervos cansados l y muertos de hambre, sino que, si lo estuvieren, quiere Su Majestad serles descanso y hartura; que, aunque fuese de lantejas, multiplicadas y guisadas por tales manos, bien se deja entender serían más sabrosas que perdices m ni faisanes. De donde [se] echará de ver que, si el sabor de las lantejas seríe tal que supiese, hartase y satisfaciese n Dios a sus siervos, de la misma manera será el abrigo de los sayales y el frío de los pies; que quien remedia con lantejas la hambre de los estómagos, [520v] también remediará con remiendos y sayales nuestro frío y curará con agua nuestras enfermedades. Porque me parece a mí, si esto no hiciese Dios, no sé yo cómo fuera posible hacerse la Religión ni poder vivir tantos en un convento, que, estando cincuenta y más aquí en Madrid, y no sé si en todos hay ocho o diez profesos, no sé yo cómo pudieran tan pocos acudir a tantos, si estuvieran enfermos, y a todas las demás cosas de comunidad.

            Y cierto, viendo yo que esto debe de ser gusto de Dios, de que los hermanos ahora trabajen y le sirvan con salud, en diciéndome algún hermano que está malo o tiene calentura, me río, se la deshago y le hago seguir comunidad. Y debe de ser ése el gusto de Dios, pues salgo en eso verdadero.

            El día de san Pedro yo o servía a mesa segunda y estaba el hermano Jusepe, donado, sentado a la mesa y no comía. Yo pregunté que cómo no comía. Respondióme que el médico le habíe mandado comer carne, porque tenía y le habíe hallado con grande calentura. Yo confieso que, como soy malo y colérico, que dije así, con algún enojo: ¡No quiero! Porque sin nuestra licencia le querían dar carne; y le mandé dar de communidad. Y a la noche, por un descuido, una disciplina. Y a la mañana tomó otra en el refectorio, con que acabó de estar bueno y se le olvidó la calentura y enfermedad. Para que sepan nuestros hermanos, los que adelante p fueren, con los jarabes que Dios cura nuestras enfermedades; y cómo el que se animare a seguir communidad y a hacer penitencia, esté cierto que le será Dios médico y medicina.

            Estas cosas yo no las sé de ellos q, sino de sus confesores y de las personas que se han hallado al experimentar lo que voy diciendo.

 

5.         Valor relativo del crédito exterior

 

            La razón por qué yo, aunque soy su prelado, no me pongo a escudriñar estas cosas ni a preguntárselas r, es porque no entiendan me doy por contento s con estas cosas, ni entiendan debo estar ya satisfecho


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de su virtud. Pues es verdad que, cuando por sus medios obrara Dios aquellas maravillas, podremos decir lo que san Bernardo: Deum multoties facere miracula per fictos et per perfectos 11.

            Y es cosa muy cierta haber grandíssima distancia de un corazón humilde y abrasado en charidad a que se multiplique el pan en el arca y el vino en la tinaja, pues de eso pueden ser causa muchas cosas, siendo inperfectos aquellos por cuyas manos pasan, como es el gustar Dios que una communidad no padezca necesidad, con detrimento y daño de su salud. La segunda causa puede ser la virtud de alguno que ha de gozar de aquel pan [521r] y vino, como vemos de ordinario enviar Dios el buen año, de que goza el bueno y el malo, por los justos. Y del día del juicio y de aquellos días malos dice Cristo que se abreviarán propter electos 12. Y con cinco justos que hubiera en aquellas ciudades, perdonara Dios tantos malos como había en ellas 13. Y a Labán le enllenó Dios la casa de bienes porque Jacob estaba en ella 14. Y por un pedazo de pan que el otro haya de dar al pobre de Cristo, hará Su Majestad que le sobre el trigo en la troje y el pan en el arca.

            Puede también ser la causa el tratar Dios, en estos principios de nuestra Religión, con nuestros hermanos como la madre con sus niños, la cual les trai el pan en el arremango porque no les falte; que, como gente de poco discurso, no saben disimular la falta, aunque no sea sino por un rato; y a la madre dale pena de ver sus hijuelos rostritorcidos por cosas pocas. Y lo propio puede hacer Dios con los hermanos, tan niños en el aprovechamiento: que, a trueco de traerlos Dios contentos y que no le muestren zuño en las cosas que fueren de su servicio, no reparará de usar con ellos maravillas, acudiéndoles, aunque sea con modo extraordinario, a sus necesidades.

            Lo de menos es lo que hace Dios acudiendo a los menesteres del cuerpo. Y, con todo eso, acude Dios con tanto cuidado que, si ponemos los ojos en esos campos, veremos que, para que el hombre mate la sed, hay tantas fuentes disperdiciadas, tantos ríos y arroyos vertidos, que parece sólo los puso Dios en los desiertos para que allí estuviesen aguardando al pobrecito caminante que pasase, para que se aprovechase y gozase de ellos. Y si pone los ojos en el cielo, hallará en él tantos lugares vacíos y distancia, que parece que está holgando aguardando que el hombre quiera ir a ocuparla; tantas estrellas para que el hombre las mire, tanta luz para que el hombre la goce. Y todo esto para bien, gusto y entretenimiento de este hombre exterior, para cuya satisfación crió todas estas cosas tan sin medida que, valiendo tanto una jarra de agua, que muchas veces da por ella el cielo, y con todo eso, anda tanta tan sobrada y vertida que, sin comparación, es más la que se desperdicia que la que se goza. Qué mucho que guste Dios de acudir a sus siervos con multiplicarles el pan y el vino.

           


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El que tiene cuidado de apacentar los pajarillos del aire t, que u se suelen vender cinco por un dinero, y viste los lirios de tan increíble hermosura, ¿por qué habíe de olvidar al hombre? 15 [521v] Y, acordándose de este hombre exterior con tanto cuidado, que se lo da a Su Majestad muy grande que para una communidad no haya más que cinco panes y, para remediarla, con summo gusto se hace el mismo Dios panadero, lo cuece y lo amasa. ¿Qué harás, Dios mío, para remediar nuestras necesidades spirituales, para perdonar nuestros peccados y satisfacernos de tu gracia? Por eso digo yo que, cuando Dios hiciere a los hombres algunas mercedes de éstas, las agradezcan, las reconozcan y, postrándose v a los pies de Dios, se consideren por indignos de ser w merecedores x de cosas semejantes. Y, sin detenerse en eso, pase luego y infiera y de estas cosas pequeñas, en comparación de las grandes que Dios está cada momento obrando con su alma y con las de todos los hombres; y que esas cosas son bienes revertidos, en que Dios no repara salgan por de fuera a vista de los que otras cosas gozan z por de dentro, sin comparación más levantadas.

            Como cuando un río salió de madre, la avenida que trujo sucedió dejase por los campos, prados y sembrados algunas vigas, maderas y otras cosas de consideración; y, junto con eso, dejar los sembrados, que estaban apartados, regados y fertilizados. ¡Oh buen Dios mío, qué de veces las misericordias que haces y usas con un alma suelen salir del curso ordinario y de madre, de suerte que, dejándola a ella llena a de lo que tú sabes, se revierte por los sentidos, dejándolos fertilizados con un soberano rocío, con que los regaste para que, sin comparación, den más colmado fructo! Y, junto con eso, esta avenida suele dejar pan en el arca y vino en las tinajas, sin reparar que ésos son bienes del primero que los halla, séase bueno o malo.

            Y de aquí digo yo que se ha de agradecer con veras el hallazgo, pero el hallarlo Pedro o Juan que no hay que reparar, pues es verdad que debajo de buena capa puede haber mal sayo; y, por el contrario, vemos hombres rotos ser principales y nobles. Gran cosa es tener cuidado del buen nombre, que así lo dijo san Pablo 16, pero, si por alguna de las razones arriba dichas, viéremos algunos religiosos recogidos, a quien no dio Dios tanto nombre, no por eso hemos de entender que b son peores que los que por de fuera hacen y tienen algunas señales.

            Pues es verdad c que la gloria de la hija del rey [522r] est ab intus 17; allá dentro tiene y posee lo que al alma le es gloria y a Dios honra. No suele d ser pequeña la que arrastra, pues acá se dice que lo que arrastra honra; y hemos dicho que esas señales exteriores son bienes revertidos y sobrados del colmo de la medida que Dios da al alma.


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Pero, como no es honra la que un justo debe buscar, sino un continuo agradar a Dios y andar conforme su voluntad, antes quiere y desea ser deshonrado por su amor y e afrentado para que su Dios y Señor sea más glorificado en los trabajos que por él padece, tiniendo siervos fieles que con gusto saben poner su vida y enpeñar su salud y honra por que la tenga su buen Señor.

            Y así son estos tales como los buenos y celosos criados: que en sus menesteres atan corto, porque crezca la hacienda y crédito de su amo. Y así los justos no se les da nada porque no arrastre lo que a otros honra, sino que su vestido venga corto, que, para de camino en esta vida, así lo quieren. Que, si por esa razón no trujeren tanto abrigo por ser el vestido corto ni fueren tan honrados, camino es donde es muy ordinario ir mucha gente principal al disimulo y sin ser conocidos, contentándose con que en su patria los tengan por hijos de quien son. Y así los justos, en este valle de lágrimas, donde hay tantos atolladeros y se salpica la ropa y se mancha la honra, no reparan mucho en tenerla. Conténtanse con que allá, en la patria verdadera, a boca llena los llamen hijos de quien son.

            Que es lo que Cristo promete a los pacíficos, diciendo: Beati pacifici, quoniam filii Dei vocabuntur 18. Y los propios que en la tierra los desconocieron por pasar en hábito, allá dicen: Ecce quomodo computati sunt inter filios Dei 19. Y pues a éstos los llamamos hijos de Dios, advirtamos que hay algunos padres que dan tantos mill ducados de crédito a tal y tal hijo, para que estos tales, habiendo de tratar con los hombres, les fíen, compren y vendan; pero a otros, a quien estos padres se los quieren tener junto consigo, no les dan de crédito ni aun una blanca, de suerte que, si llegan a comprar fiado una niñería, no hay quien se lo dé, sino que se ve necesitado y obligado a haber de acudir a su padre por todo, de lo cual gusta el padre, que así le ama, que todo pase por su f mano. Así digo yo que hace Dios con algunos justos: que, habiendo de ser fuerza que traten con los hombres, les da Dios crédito de tantos mill, que es el hacer milagros, sanar enfermos u otros dones particulares, para [522v] que, así apoyados y acreditados, los hombres les fíen sus conciencias, traten y conversen con ellos. Otros, que Dios los quiere a solas para sí, no les da ese crédito, de suerte que la naturaleza no les fíe sobre su palabra valor de un cornado. Pongo exemplo. Encomendarle han a un religioso que le alcance salud u otras cosas semejantes. Será como si no fuera, porque, dándola Dios por otra parte, quiere que este hijo no se le vaya fuera a al trato de las criaturas. Y esto por lo que Su Majestad se sabe. Puede ser porque le ama mucho y lo quiere, como digo, para sí solo, y lo cela de las cosas de acá fuera. Yo he visto algunos hijos de grandes que, cuando chicos, no los dejan apartar de sí. Dicen que suelen g en casas ajenas darles meriendas que no les


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hacen provecho. Así hay muchos justos tan delicados que, porque no les haga daño la merienda que en la casa de los hombres les pueden dar, honrándolos, alabándolos, apoyándolos, no los deja Dios salir acá fuera con el crédito que decimos.

 

6.         Los dones de Dios en sus siervos

 

            Yo pienso que de esto tengo en otra parte tratado, diciendo de la licencia que Dios da y concede a un justo del uso de los dones del Spíritu Sancto cuanto a los estraños y del cumplimiento de las obras de misericordia por vía extraordinaria 20. Y así se podrá quedar esa materia, advirtiendo, como queda dicho, que no, porque un justo no haga milagros ni tenga spíritu de profecía, se ha de desestimar por eso y entender que sólo es sancto el que tiene esas señales, que, en fin, reparte Dios esos bienes, como dice san Pablo, dividens singulis prout vult 21.

            Los saludadores tienen gracia para conocer a otros que tienen esa propiedad, como yo lo he visto en algunos que han descubierto. Estando yo entre otros que saludaban, me dijo que no tenía necesidad, que yo tenía la gracia para mí solo y que no me podía morder ni hacer mal ningún perro 22. Y de esta manera son las señales que Dios da a los justos: que unas gracias y dones son para sí, y otras son para sí y para otros, y otras son para otros y no para sí.

            Pongamos un exemplo. Hay algunos hombres muy ricos que sus riquezas nacieron, parece, para estarse en el arca, que sólo usan de ellas a grandes necesidades para sí. Otros hay que usan de ellas y son largos para sí y para aquellos con quien tratan, haciendo enpleos de sus propios dineros. Pero no deja de ser rico el que, tiniendo dineros, no los gasta, porque aquélla es su natural condición: guardar lo que Dios le dio. Pero, junto con eso, hanse de estimar y tener en mucho h estos dones que Dios da para que con ellos hagamos bien a otros, pues tan altos fines puede [523r] tener Dios en acreditar a sus siervos mediante estas señales exteriores. Que los magos mucho estimaron la estrella que vieron: que, aunque ella no era lo que aquellos sanctos reyes buscaban, pero sirvió de guía y de ocasión para más fervorizarse y centella para más encenderse en amor de aquel a quien los llevaba 23. Y así digo yo que estos dones que Dios da a sus siervos son estrellas que dispiertan a los dormidos para que gocen de un Dios que tales rayos y centellas echa de sí como éstas, con que adorna sus siervos.

            Y aun eso deben de significar las strellas con que tiene adornado san Nicolás i su vestido. Con ellas se hace cielo honrado y, adornado


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con ellas, nos convida al que tal adorno puso en sus siervos. Son vislumbres y resplandores que salen como por resquicios de aquella alma sancta. Y si acá, a un hombre dichoso en una cosa, decimos que tiene buena strella, quien lo es tanto como este sancto y en tantas cosas, qué mucho que le pongan y pincten lleno de estrellas. Significando también en lo de afuera que en esta vida, por ser noche, en j los justos sólo se parecen estrellas; que, cuando llegue el día, les saldrá el sol de justicia, de suerte que lo vean y gocen cara a cara. De esto sirven, mis hermanos, las señales que Dios pone en sus k siervos, dándoles virtud para muchas cosas exteriores, como es sanar enfermos, multiplicárseles el pan entre las manos y otras cosas semejantes, con que quedan hechos cielos estrellados, donde vive Dios con particular excelencia. Pero, si en algún justo no viéremos estas estrellas, no por eso hemos de entender que se quedan atrás o que han de ser más desestimados.

            Bien suele el cielo estar ñublado y no parecerse estrellas, aunque las haya. Hay algunos sanctos, en quien Dios ordena que vivan una vida borrascosa, obscura, llena de ñublados, que no se parezca estrella en ellos, antes todo es llover lágrimas de dolor y amargura. Podríamos decir que a estos sanctos esto les conviene l. Como vemos haber muchas tierras que, si no les llueve todo el invierno, no llevan fructo. Y como a estos sanctos se lo tiene Dios puesto en las lágrimas, conforme lo que dice David: qui seminant in lacrymis, in exsultatione metent 24, dales Dios lugar a sus tristezas, sus lágrimas, sus afliciones, librándoles para la otra vida los bienes que los otros gozan y esperan, donde, volviéndose un cielo raso, quieto, sereno, templado, donde ni habrá lágrimas porque m Dios las limpia, ni calor [523v] porque Dios alumbra, ni dolor ni trabajo porque ya pasó 25.

            ¡Oh dichosas almas, que con paciencia lleváis, mientras en esta vida vivís, las tinieblas, obscuridades, tristezas, trabajos, aflicciones, desdenes y desestimas de los hombres!, que cierta tendréis la primavera, donde el más mínimo trabajo de todos cuantos en esta vida habéis padecido brotará una flor suavíssima y se volverá un pedazo de oro, perla y piedra preciosa, la cual fue Dios servido tardase en congelarse el tiempo que les duró la vida. Dichosas almas, que acá en la tierra enpezáis a gozar de la primavera florida, poseyendo el ejercicio de muchos dones que de Dios habéis recebido, que señal es que se acerca el verano y agosto, donde habéis de cogerlo copioso.

 

7.            Diferentes vías y un solo fin

 

            Ea, mis hermanos, a los unos y a los otros hemos de reverenciar y tener por almas escogidas y amadas de Dios, que, como Su Majestad tiene diferencia de sesiones en su cielo 26, quiere haya diferentes caminos


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en la tierra: a unos lleva pisando abrojos y espinas; a otros, oliendo flores; unos pasan por fuego y agua para pasar al refrigerio 27; otros van prevenidos con bendiciones de dulcedumbre 28. El Bautista duerme en un duro suelo de cinco años, en compañía de animales 29; el Evangelista descansa y reposa en el pecho de Cristo, en compañía de apóstoles 30; y entramos son luz del mundo, que nos descubren al Hijo de Dios, sino que el uno n antorcha hincada en el suelo, dándole toda la tierra por candelero, el otro vela puesta en el candelero de oro fino, Cristo Redemptor nuestro. Una es perla engastada en fino oro, otro es diamante envuelto en tierra. Y entramos tienen su valor: el Bautista descubre el valor de Cristo; Cristo, regalando al Evangelista, descubre su valor. Y entramos son grandes sanctos. El Bautista conviene que muera porque Cristo crezca 31; el Evangelista conviene que viva para que se descubra el amor crecido que Cristo le tiene. El uno se sustenta con yerbas y langostas silvestres 32; el otro come el pan regalado que amasan las manos de la Virgen.

            ¡Oh caminos eternos de Dios, y cómo si en este labirinto entráramos, nunca acertáramos a salir! Basta entender que, aunque en sus principios son diferentes, tienen un fin, un paradero. Todos gozan de un Dios, todos son sanctos y buenos, aunque diferentemente juzgados. El mercader rico es [el] que manijea el dinero, compra, vende, cambia, presta y da dineros a censo. El labrador, que viste una gabardina y capote de sayal, que apenas alcanza para una olla, rico es, pues ellos son quien trai a sus cuestas [524r] esta máquina del mundo. Ellos son los que pagan los censos, alcabalas, pechos, derechos y tuertos, etc. Ricos y poderosos son, que, a no serlo, no tuvieran fuerzas para tantos trabajos. Pues miren la diferencia que hay del labrador al mercader: el uno de ordinario cargado de trabajos y el otro, de bolsones; el uno no alcanza un real, tiniendo su hacienda en la haza y viña, al otro le sobran, tiniendo él [los] suyos en oro en el arca.

            Esta es la diferencia de estos dos caminos, por donde lleva Dios algunas almas. Unas parece que tienen su trato y caudal en las manos, obrando maravillas, dando salud a los enfermos y remediando necesidades. Otros no alcanzan un real, con que apoyar y acreditar su persona. Unos parece visten o brocado, según andan de vistosos; otros picote, según andan de desestimados. Unos parecen gilguerillos en el hablar, habiéndoles Dios dado don de lengua; otros, rústicos y zafios, sin saber decir p una palabra. Los unos son como q leña que se quema a llamaradas; otros, como fuego, que dentro de sí se consumen. Y todos son sanctos, todos buenos y justos. Aunque es verdad que la hacienda del mercader peligra antes que la del labrador, porque, como está en dineros, que todos los gastan, todos los quieren, de todos son envidiados y todos


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son ladrones para ellos. Pero, como el labrador tiene su hacienda en bienes raíces, si no es cuando tuercen los años y no acude el cielo, su hacienda no peligra, porque, como está en tierras y viñas, nadie casi quiere sembrar ni arar; y así su hacienda anda a lo seguro de ladrones y de envidiosos.

            ¡Oh buen Dios mío, y qué verdad tiene esto en lo que vamos tratando! Estos sanctos que su virtud se la dio Dios y puso en cosa que vale y en hacienda que todos quieren, porque todos aman la honra, el crédito y la salud, que con inposición de manos del sancto se alcanza, es hacienda que con facilidad peligra y bien en que todos los invidian. Pero los otros sanctos que de estos bienes carecen, como su hacienda la tienen puesta en trabajos, tribulaciones, aflicciones y, de ordinario, desconsuelos interiores, nadie quiere tratar en cosa semejante, nadie los invidia, a solas los dejan que hagan su simencera en lágrimas.

            ¿Cuál destas dos vidas se haya de escoger? Digo que ninguna, pero abrazar y tomar con gusto la que Dios nos diere, porque ésa es la que nos conviene.

 

8.            Aceptar el estado prefijado por Dios

 

            [524v] ¡Oh qué engaño es de los que viven en el mundo no estar nadie contento con su officio! El labrador se quiere hacer mercader y el mercader caballero, y el caballero conde. Y, en mudando hitos y asientos, todos se pierden. Que ordinario es: de cuatro arbolillos que se trasponen, secarse los tres y aun todos cuatro, ya por razón del sitio, del tiempo, del temple y de otras r mill cosas que pide el arbolillo que se arrancó de su natural y se traspuso donde ha menester mill commodidades para prender y no secarse. Lo propio digo yo en los officios: que es muy ordinario el labrador que vende sus hazas y sembrados y se hace mercader, y el mercader que se deshace de su caudal y lo echa en juros para pasearse, que de cuatro que hacen esto, todos se pierden, y es maravilla el que se gana, porque ya el cielo, que reparte los bienes y dones de naturaleza, al uno hizo labrador y al otro mercader. Y si conviniera que el labrador fuera mercader o caballero o conde, ¿qué le costaba a Dios hacer que el que nació en una casa pajiza, entre el azadón y el arado, naciera en casa de grande, entre brocados y sedas?

            Lo propio digo yo en el camino y estado spiritual: que procure estar cada uno contento con el estado que Dios le dio. Si le puso la cruz al hombro, procure llevarla con gusto y entienda que eso es lo s que le conviene; y no quiera esta cruz trasponerla en la casa del contento, que será muy cierto secarse y no dar los fructos copiosos que en ella le tiene Dios puestos. Y si le dieren gusto y ganancias a ojos vistas, no quiera más de lo que Dios quisiere. Que, como su sabiduría es eterna


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e infinita, bien supo que a los peces les convino el agua y a las aves el aire y a los animales la tierra. Así repartió su providencia a los hombres diferencias de officios y estados conforme la condición y natural de cada uno, tiniendo cielo para todos, tabique en medio de donde viven.

            He recebido hoy una carta de un religioso, que me dice el gran contento que Dios le ha dado en la oración, en la obediencia y en las demás cosas que se le ofrecen. Y dice: «Sólo me falta que quisiera estar en una galera remando por amor de Dios, y en un aposento metido, donde no viera sol ni luna y padeciera grandes trabajos, que, si estuviera del parecer que estoy ahora, entonces —dice— dijera: Nunc dimittis servum tuum Domine 33».

            Diome mucho gusto aquella palabra que dice: «Si estuviera del parecer que estoy ahora». Es muy cierto no lo estuviera, porque es condición del hombre no estar contento con cosa ninguna de cuantas [525r] tiene y posee. Y así, respondiéndole, le puse el exemplo de un religioso que echaron a galeras, el cual, cuando entró y vido las impaciencias de los forzados, enpezó a reprehenderlos, diciéndoles lo llevasen por amor de Dios. Los otros dijéronle: —Eche, padre, ropa fuera, y verá lo que pasa. Cuando al pobre fraile le dieron de la fructa que allí se goza, enpezó a decir: —Digo, hermanos, que tenéis razón.

            Yo no pongo este exemplo para aplicarlo en todo, pero digo que no se juzga bien dende fuera. El que en el camino espiritual t tiene trabajos, quiere gustos; y el que tiene gustos, quiere galeras. Bien es verdad que, en cualquier estado, es bien desear padecer por amor de Dios, pero digo que, si a ese que le dio Dios gustos y deseos de padecer, le diese Dios el padecer y las galeras, que no sé cómo le iríe en ellas y si haríe otra cosa de lo que ahora siente, cuando dende fuera y dende talanquera se ríe de ver los que huyen del toro. Que, si ellos bajasen abajo [a] la plaza, se les haríe angosta y los pies cortos para huir.

            Y así es gran bien que dejemos hacer a Dios, que es buen sastre y sabe muy bien tomar la medida a cada uno de do llegan sus fuerzas y talentos, para, según ellas, entregar a uno cinco y a otro tres, y dos y uno 34. Y aquellos sanctos viejos que vido san Juan en el Apocalipsi, que acompañaban al Cordero, cada uno tañía en su instrumento: Citharoedorum citharizantium in citharis suis 35; a cada uno le había Dios dado su instrumento y en él tañía, sin quitarle a su compañero el suyo. Porque el que sabe tañer rabel y no arpa, si u trocase su instrumento por la arpa, en lugar de hacer música tañeríe a difunto. Y así, para que la música ande bien concertada, cada uno tome su cruz y con ella siga a Cristo 36. Al que Dios lo llevare por trabajos, dichosos trabajos; al que lo llevare por contentos, dichosos contentos: que lo uno y lo otro, enviado por la mano de Dios, es cielo y gloria. El nos la dé, por quien Su Majestad es.

 


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9.            Conclusión

 

            Pero ya tengo dicho, por conclusión de lo que pretendo probar con semejante doctrina, que suele Dios enderezar estas muestras exteriores de señal v y prendas de amor, porque a Su Majestad le agrada acreditar con aquellos medios la tal persona o la tal obra: que quiere que dende luego se conozca ser de sus manos. Y como el pinctor a un lado de la pinctura pone el «Fulano me fecit», estas cosas extraordinarias que obra Dios en esta Religión, sirven de letras grandes que cada una de ellas dice: Ipsa Trinitas fecit, et non ipsi nos. Y así debemos estimar la obra, la Religión y el hábito como hacienda de tal señor y dueño.

 

 




a            sigue q tach.



b            corr.



c            sigue pi tach.

 



1         Cuentas de conciencia, 9.ª (Toledo 1570): «Estando pensando qué sería la causa de no tener ahora casi nunca arrobamientos en público, entendí: “No conviene ahora; bastante crédito tienes para lo que yo pretendo; vamos mirando la flaqueza de los maliciosos”» (Obras completas, Madrid, BAC, 1982, 460). En la ed. de 1588, hecha por fray Luis de León, figuraba entre las «Adiciones».



d            sigue que tach



e            corr. de invisibles



2         Cf. Libro de la vida, 38,3.



3            Is61,7.



4         Prov 31,21.



f             corr. de bienso



5         Cf. Sal 132,2.



g            corr. de pelibro

 



h            de un‑Valladolid subr., al marg. ojo de 2m.



i            ms. dar



j            sigue q tach.



k            ms. huelga



l            sigue qu tach.

 



6         Cf. Jue 3,15‑16 (Vulgata).



m           ms. estos



n            ms. mediantes

 



o            sigue más tach.



p            ms. mortiferunt



7         Mc 16,17‑18.



q            sobre lín, en lín. quatro tach.



r            al marg. ojo de 2m.



s            al marg. fr. Tomás ojo tach.



8         Según indica poco después, se trata de Tomás de la Virgen (Villanueva de los Infantes 1587‑Madrid 1647), sobrino de santo Tomás de Villanueva. Hizo su año de noviciado en Madrid, concluyéndolo con la profesión religiosa el 1 de mayo de 1607. Pío VII, con fecha 22 de septiembre de 1805, aprobó la heroicidad de sus virtudes.



t            Novicio‑verdades remarcado al inicio y al fin

 



u            corr. de abajos



9         Araños, arañazos.



v            sigue cuerpo tach.



w           Halo‑Isidoro al marg.



x            al marg. fr. Thomás de 2m.



10        El venerable Fr. Tomás de la Virgen.



y            ms. conflico



z            Otro hermano‑sanctidad remarcado al inicio y al fin



a corr. de Trifonio



b            sigue se tach.

 



c            subr.



d         ms. habrás



e         sigue cosas de tach.



f          sobre lín.



g         Dos‑días subr.



h         subr.



i         sigue p tach.



j            que se‑Trifón subr.



k            corr.

 



l             ms. cansado



m         ms. perdicen



n         sigue a tach.



o         El‑yo subr.



p         corr.



q         Estas‑ellos tach.



r            corr. de breguntárselas



s            corr.

 



11        Cf. Vita S. Bernardi, aut. Gaufrido, III, 3: ML 185,314‑315.



12        Mc 13,20.



13 Cf. Gén 18,32.



14        Cf. Gén 30,25ss.



t             sobre lín., en lín. campo tach.



u            rep.



15        Cf. Mt 6,26‑30.



v            se sobre lín.



w           sigue el tach.



x            corr. de merecedor



y         corr.



z         sigue de tach.



a         sobre lín.



16        Cf. Prov 22,1; Eclo 41,13.



b         rep.



c         ms. verda



17        Cf. Sal 44,14.



d         corr.

 



e            sigue afren tach.



18        Mt 5,9.



19        Sab 5,5.



f             sigue casa tach.



g            u sobre lín.

 



20        Cf. La llaga de amor V,5.



21        1 Cor 12,11.



22        Saludar, «curar con gracia gratis data; y a los que ésta tienen llamamos saludadores, y particularmente saludan el ganado. Dan unos bocaditos de pan al ganado cortados por su boca y mojados en su saliva, que tiene virtud para algunas enfermedades rabiosas» (Covarrubias).



h            corr. de muchos



23        Cf. Mt 2,9‑10.



i            sigue su ves tach.

 



j             sobre lín., en lín. a tach.



k            sigue sier tach.



l            sigue p tach.



24        Sal 125,5.



m           sobre lín., en lín. donde tach.

 



25        Cf. Ap 21,4.



26        Cf. Jn 14,2.



27        Cf. Sal 65,12: «Transivimus per ignem et aquam, et eduxisti nos in refrigerium».



28 Cf. Sal 20,4.



29        Cf. Mt 3,4.



30        Cf. Jn 13,25.



n            sigue echa tach.



31        Cf. Jn 3,30.



32        Cf. Mt 3,4.



o            ms. viste



p            sobre lín., en lín. hablar tach.



q            sigue fuego tach.

 



r            ms. otra



s            ms. elo

 



33        Lc 2,29.



t             sigue go tach.



34        Cf. Mt 25,14‑30.



35        Ap 14,2.



u            sigue la tach.

 



36        Cf. Mt 10,38.



v            sigue de amor tach.

 






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