Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
San Juan Bautista de la Concepción
Obras II – S. Juan B. de la C.

IntraText CT - Texto
Anterior - Siguiente

Pulse aquí para activar los vínculos a las concordancias

- 798 -


CAPITULO 5 PROVIDENCIA DIVINA PARTICULAR

 

            [525v] Bien pudiera traer, por particular señal de la asistencia de este gran Dios en su Religión (aunque ya queda tocado en otras partes, pero, por decir un exemplo que ayer en el refectorio se me ofreció, lo tornaré a tratar), la particular providencia y cuidado que de nuestros religiosos tiene, acudiendo con altíssima sabiduría hasta las cosas más mínimas que se les pueden ofrecer. No digo acerca del alma, que espero en la Sanctíssima Trinidad hará tales a nuestros hermanos que de eso sea necesario scribir libros, sino acerca de las necesidades del cuerpo. Lo cual pienso yo que siempre lo hace Su Majestad con aquellos que se contentan con poco.

            Que parece en esto se ha a guardado una costumbre antigua que tienen los padres de la Sanctíssima Trinidad de la regla modificada: que, cuando un fraile profesa, le llevan al altar, donde hace la profesión, una jarra de agua, un panecillo y una disciplina, y le dicen que a aquello se obliga la religión y que aquello no le faltará, en lo que es la comida; y que si otra cosa le dieren, lo tome por amor de Dios. Y las varillas de la disciplina significan que, donde hay del pan para el bueno, hay del palo para el malo.

            ¡Oh buen Dios eterno, y alta sabiduría, y cómo tú haces esto a la letra con quien deja el mundo y profesa de veras amarte y quererte! Que parece te obligas a darle una moderada sustentación 1, la cual gustas y quieres no les falte, aunque tus soberanas manos lo amasen y cuezan.

 


- 799 -


1.         Nunca falta el pan necesario

 

            Delante de quien estoy, es verdad lo que ahora diré. Y encarézcolo con estas palabras, porque amen mucho a este Señor, que no les faltará; y que, si mucho les faltare de esto poco con que se contentan, mucho les dará.

            En esta casa teníamos, cuando yo vine a ella, cosa de cincuenta fanegas de trigo. Y, como cada día se gastaba más de una fanega, por guardarlo para en tiempo de necesidad, avisaba que se comprase algunas temporadas b y otros días que el panadero trujese pan. Pues cierto que esto es ordinario, aunque no sé yo si los religiosos han abierto los ojos a conocer esta verdad: que, cuando el panadero trai pan cocido, los hermanos que salen a la demanda por el pueblo, train aquel dinero menos de limosna que train el día que se compra el pan. Y, para ver si esto era así, no [526r] me engañase, avisé que cada día me avisasen la limosna que traían. Y hoy, en este día, que ya he dicho que el panadero nos traiga en pan cocido el trigo que tiene, ha venido hoy a decirme el hermano fray Leonardo, que es el que recibe el dinero: —Hermano, los hermanos demandadores no train nada de limosna.

            Sea mucho de norabuena, Señor, y tú seas mill veces bendito, que más vale así, que nos quites las sobras porque nos remedies las faltas. Y bien es que, pues está a tu cuenta lo uno, esté también el cercenar lo otro. Y no gustas ni quieres que sobre, porque la abundancia no nos distraiga y queramos cada día nuevos milagros, no sólo para lo necesario, sino para sobras. Lo cual no ofrece Dios ni los sanctos lo piden, pues con esta moderación nos amonesta san Pablo estemos contentos 2.

            Esto era lo que yo decía anoche. Me asombraba ver una comunidad de cincuenta religiosos y siete u ocho enfermos; y que sea yo prelado y que no sepa hoy si hay pan que coman ni agua que beban, ni de dónde se haya de sacar; y que, con todo eso, tenga cuenta el refitolero, en dando las diez, tañer a comer y, a las seis y media, a cenar; y esto ha de ser siempre. Hermanos, ¿cómo no nos asombramos de esto? ¿Qué conde ni duque, con toda su hacienda, puede tener orden tan concertado? ¿Ni qué comprador tan diligente que tenga la comida siempre para una hora, y ésa cuando su amo quiere, como Dios la tiene apercebida para aquellos que son suyos?

            ¡Oh Señor mío, y cómo tú estás más sujeto a mis necesidades que los dispenseros a sus amos! Ea, frailes, ¿cuándo queréis comer? ¿A las diez? Pues tañed a esa hora, que para entonces estará aparejado, sin que falte. ¿Queréis que sea una hora antes? Sea norabuena. ¡Oh, qué horas tan dichosas! Horas cuyo remedio está a cuenta de Dios, no hayáis miedo que sean horas menguadas ni defectuosas. Serán horas llenas y ciertas.

           


- 800 -


Paréceme nuestro buen Dios, en estas dádivas a los suyos, un relox bien concertado, que siempre da a sus horas, cuyo relojero que lo concierta, si así se puede decir, que lo atrasa y lo adelanta, es el siervo de Dios. Miradlo, que dende el principio del mundo no se ha desconcertado. Siempre da a los justos lo que tienen necesidad, que es lo que dice David: Nunquam vidi iustum derelictum, nec semen eius quaerens panem 3. [526v] Porque ya sabe Su Majestad a la hora que lo han menester. Y esto con tanta continuidad, que nunca se desconcierta, siempre da su hora, la medida de lo que el justo ha menester. El que proveyó ayer, hoy envía también, y para mañana está guardado y para esotro [día].

            ¡Qué diferente de los relojes y provisión del mundo! ¡Qué de veces disparan! Un día tendréis veite platos y otro no tendréis qué comer. Como los relojes: que unas veces se detienen y otras dan las veinte y cinco. Y así los que a estos relojes andan sujetos, no saben en qué ley viven: si es de abundancia o de necesidad. Pero nuestro Dios todo lo tiene ordenado y dispuesto con alta sabiduría. Como el religioso se c contente con lo necesario y con lo que le tiene prometido, no le faltará a las diez, a mediodía y a las seis y media, a la noche.

            Dije denantes que de este relox era el justo relojero. Así me parece, porque parece anda Dios medido con la boca del hombre, y él nos deja que hagamos nuestras ordenaciones: a qué hora queremos comer y qué ha de ser esa comida y cena o colación. Mirad, por amor de Dios, qué renta tenemos y qué compradores, que le dice el prelado al refitolero que lo ha de azotar, si no tañe a comer a las diez. Bien dice, que [de] esas manos torneadas de Dios, que para nuestro bien ruedan y se menean, como ruedas de relox, el tornillo tiene el hombre, para traerlas a sí cuando él quisiere, con condición que se contente con lo necesario. Y si quiere atrasarlo un poco y hacer un poco de más penitencia, y no comer hasta la noche, no dará hasta la noche. Si está indispuesto y quiere que dé por la mañana, a esa hora dará. Y quien se rige por tal relox, él vivirá con ley y concierto y andará bien gobernado.

            Bien pudiéramos traer aquí lo de Josué d, cuando hizo detener el sol 4. Y lo de Ajaz e, cuando volvió el sol aquellas líneas atrás 5. Ahora, pues, dice Josué, como f si tuviera puesto los ojos en lo que dice Cristo por san Matheo: que su Padre hace salir el sol sobre buenos y malos, y llueve sobre justos e injustos 6. Ahora, pues, ¿sol prometéis a los hombres? Pues esperad, Señor, que yo, dice Josué, quiero ahora más sol de lo que tiene el día: ¡Aguárdate, sol! Pues aguárdese; detened ese relox. Y vos, [Ajaz], hacedlo atrasar las líneas que os pareciere. Y vos, Elías, mirad cuándo queréis que llueva y cuándo [527r] que detenga el agua 7. Que, pues sol y agua promete a los hombres, eso ha de venir


- 801 -


a su gusto y medida de los que le aman y sirven. Y lo propio digo yo de la moderada sustentación, que es la que Su Majestad promete cuando dice que, sin tener los pajarillos trojes ni graneros, los sustenta.

 

2.            También el castigo es providencia

 

            Y para que se vea en todo se obliga a lo que denantes decíamos de los padres del Paño, que ofrecen pan y disciplina, digo que también en esto segundo muestra Dios su providencia y asistencia en esta sagrada Religión. Para cuya confirmación, no diré más de una o dos cosas.

            Habrá dos días me dijo un siervo de Dios: —Hermano, jamás hice inobediencia que inmediatamente no me castigase Dios con un modo extraordinario en aquello que yo más amo. Y, porque no se caiga en quién es, no digo más.

            Sólo digo de mí que jamás, después que traigo este sancto hábito, hice cosa torcida que luego no viese toda mi persona torcida, torcida mi razón, mi entendimiento, de suerte que me conocía otro. Y pudiera decir acerca de esto de muchos que a la letra les pasa. ¿Qué es esto? ¿Qué? Que se obliga Dios a dar a nuestros frailes pan y disciplina, para que, si en las maravillas que con nosotros obra, remediando nuestras necesidades, echamos de ver nos ama y quiere, que también en la disciplina y castigo g echemos de ver nos tiene por hijos, pues él dice: Quos amo, corrigo et castigo 8.

            Estaba por decir que éstas eran ciertas prendas de que Dios habíe aceptado los votos que aquel religioso hizo, pues confiesa su daño tan conocido en cualquier acto de inobediencia. ¿En qué echará de ver un jumento que está atado? En ver que, cuando quiere desviarse un poquito, se hace mal y se roza los pies con la soga. Tengo por particular misericordia de Dios que sienta un religioso, cuando hace alguna inobediencia, su daño y vea su pena, pues, quiriéndose apartar del lugar donde Dios lo tiene atado y puesto, halla a Dios junto a él con la vara y la disciplina para que se vuelva a su lugar.

            Cumpliéndose en ellos lo que de los suyos dice Dios por Oseas: Yo los trairé y volveré a mí con las varillas que truje a Adán, con ataduras de amor y charidad 9. Parece que en estas dos cosas están h encerradas las que vamos diciendo del pan y del palo, con que obliga Dios al hombre para que le sirva. [527v] Dice que con varas de Adán, con espinas y abrojos y con lazos de amor y de charidad los trairé. Y en aquella palabra con que esto significa, traham, está encerrado cuánto los obliga a que se vuelvan a él, por una vía o por otra, por bien o por mal, como dicen. Que la razón lo pide: que, si el amo da lo necesario al esclavo, el sclavo trabaje; y, si no hiciere la razón, se le quite la


- 802 -


ración y se vuelva en reprehensión y castigo; porque, en lo uno y en lo otro, se conoce y echa de ver ser amo y estar a su cargo el tal sclavo.

            Y en estas dos cosas digo yo se echa de ver ser toda la Sanctíssima Trinidad quien funda esta sagrada Religión y a cuyo cargo está. Y, atento que acerca de estas dos cosas, si Dios es servido, ha de ser necesario tratar largo en lo de adelante, no diré ahora más, pasando adelante con nuestro intento, probando de lo que va sucediendo ser sólo Dios el que esto rige y gobierna, cuya presencia es la que va obrando semejantes maravillas.

 

3.            Situación de la descalcez

 

            No es pequeño argumento el haber en nuestra Religión más de docientos y treinta frailes, a mi parecer, y por ser todos nuevos y niños, no haber un hombre a quien poder poner por presidente de un convento. Testigos me son todos en la Orden: que en la casa de Alcalá, después que la dejó el hermano fray Gabriel, que habrá seis i meses, pasan de ocho presidentes los que he puesto, sin poder hallar quien hasta hoy se acommode, sino que, si acuden a lo interior, para lo exterior se ven tan inposibilitados que me envían a pedir hasta aceite para la lámpara y el poco de sayal para limpiarse de los piojos. Y esto no de una sola casa, sino de todas.

            Pues díganme por amor de Dios, ¿quién sustenta, quién rige y gobierna esta monarchía eclesiástica? No los presidentes, que harto es que sepan azotarse y levantarse a besar los pies en el refectorio. Yo, tampoco. Siete meses debe de haber que no salgo de este convento de Madrid, que tengo harto que hacer con responder a las cartas que me envían j; y para acudir a cosas tan imposibilitado, como Dios sabe, que, salido de estar para hacer un capítulo o pequeña plática, no soy de provecho; y, cuando lo fuera, bien había en qué entender con 50 frailes y más que de ordinario hay en esta casa, donde cada día se reciben novicios y se envía a fundar casas y poblar conventos.

 

4.         El demonio contra las nuevas fundaciones

 

            [528r] Pues al demonio no le faltan trazas, invinciones y urdimbres con que inquietarnos y perturbarnos. Que confieso algunas veces me trai tal, que me asombro cómo no me apedrean o me quitan el officio, según algunas veces me veo, sin saber por dónde me echar.

            El jueves, cinco deste mes de julio 10, envié seis religiosos a tomar una casa que teníamos en Ronda 11, el Andalucía; y esto con tanto


- 803 -


secreto, que aun los que iban no lo sabían. Pero, como al demonio poco se le encubre, en ese propio día obró una trama k, que estaba por decir se la diera de dos a algún valiente para que no le volviera loco. Yo no quiero juzgar de los interiores, sino decir con verdad y llaneza lo exterior que a mí me han contado y ha pasado.

            Yo había enviado a nuestro colegio de Alcalá un religioso por presidente, siervo de Dios de quien me había fiado por parecer de los hermanos difinidores. Y, este propio día que yo envié a tomar este convento, puso en él el demonio un scrúpulo diabólico y bien lejos de quien el tal religioso era y debía ser. El scrúpulo fue de que la elección nuestra de provincial no había sido buena y que yo no era prelado, y que a él no lo había podido señalar por l presidente; y que no se podía confesar con los religiosos que yo tenía señalados por confesores. Y de aquí miren los inconvenientes m en que le haría dar el demonio: que no quería acudir a los actos de communidad, porque decía que era peccado; y no quiso mostrar su patente de presidente. Y, con esto, dicen, andaba tomando pareceres de que yo no era prelado ni provincial.

            Que, si el tal religioso no fuera de los padres del Paño, en quien se puede presumir alguna malicia, que el demonio tomó por instrumento para levantar aquella scarapela y hacer algún alboroto, yo lo dejara así y me riyera del demonio porque era tan bobo. Pero, como quiera que sea, se vea la rabia de satanás y cuán ciego anda, persuadiendo tan claras ignorancias a cabo de cerca de dos años que se hizo nuestra elección por el señor nuncio 12, y suplió en ella cualquier género de nulidad que hubiese tenido su confirmación, etc. Y, dado que lo hubiera sido —porque dice que, para hacerla n, los frailes que en los conventos eran novicios que dice habíen de ser profesos, porque no enllenaba el número de religiosos que Su Sanctidad mandaba el novicio sino el profeso—, es llano que este religioso era obligado a obedecer mientras a mí no me declararan por no prelado. No hay que meterme yo en esto, sino dejar este enredo para el que lo leyere, que lo considere: si pudiera el demonio deponerme, el día que yo pretendo se haga alguna fundación, [528v] sí lo hiciera.

            Pues ¿qué diré de otro enredo que este mismo demonio hizo en la misma casa en los primeros días que yo envié a tomar la casa de Córdoba? La cual también o se procuró tomar con todo el secreto del mundo 13. Andando negociando aquella fundación, para despachar los religiosos a ella, uno de los cuatro difinidores, sancto y siervo de Dios, fundado en no sé yo qué —si fue scrúpulo o locura o demonio que


- 804 -


se le arrimó—, en nuestra presencia dio en decir que era infamia ser difinidor y que él no lo había de ser; y, junto con esto, otras cosas y palabras, que, porque no se entienda de parte del religioso hubo malicia, no las digo, porque yo lo fío no debiera de peccar venialmente en ello. Pero no lo escuso de la pesadumbre que yo recebí y la pena que me dio: que me trujo algunos días como fuera de mí, viendo uno de los cuatro que tenía para que me ayudasen y de quien tenía más confianza que era siervo de Dios, de su juicio y entendimiento, y verle con palabras que casi me volvían sospechoso que no lo tenía. Porque, siendo él tan sancto, como todos le conocían, decir palabra y palabras semejantes era para sospechar lo contrario, respecto de que también decía que yo lo deshacía y no lo p premiaba q y, por ser él sancto y siervo de Dios, no era visitador de la provincia. Porque yo se lo había rogado y no había querido, diciendo él no era para ello y que sólo vino a la Religión a salvarse y a ser humilde. De lo cual bien se deja entender el demonio ponía el todo de esta inquietud, sólo para perturbarme o acabarme y que cesaran las fundaciones.

            Yo, por acudir a cualquier cosa de su interior, o remedio de cualquier tentación oculta que hubiese tenido, mandéle fuese por presidente a nuestra casa de Alcalá, antecesor al que ahora acabo de decir. Y, por otra parte, despacho mis frailes a Córdoba. Pero el demonio, que no cesa, si por una parte no puede, vuelve por otra. Y a este religioso, que le había sucedido esto conmigo aquí en Madrid y yo lo envié r a Alcalá por presidente, persuádele a unas cosas que, cuando en lo interior nacieran de buenos principios, en lo exterior no se pueden dejar de canonizar por desatinos, respecto que en ellos no se guardó orden de religión. Pues digo que, fundado en humildad o mortificación o lo que él quiso, sin orden nuestra, sin saber yo nada, más de porque a él le pareció, manda a un religioso güésped, que en su casa tenía, con precepto formal y en virtud de Espíritu Sancto, que sea presidente en aquella casa. Y él llama el barbero y mándale [529r] que le quite todo el pelo a navaja, sin dejarle cerquillo ni corona ni cejas ni párpagos s, y que le dé muchas guchilladas por la cara. El barbero hízolo todo; sólo esto postrero de las guchilladas no quiso. Hecho esto, toma una ropa parda y pónesela. Y, a no encerrarlo los frailes, él ya iba a dar una vuelta a los doctores de la universidad.

            Avísanme a mí de una cosa como ésta, que habíe hecho aquel en quien tenía puesto los ojos, que necesariamente me había de perturbar e inquietar y aun hacer acabar la vida en tiempo de tantos trabajos. Voy allá y, pareciéndole que era poco lo que había hecho, cuando supo que yo estaba en casa, desnúdase en cueros y toma un servicio de suciedad y échasela a cuestas t, no perdonando cabeza, rostro, boca y las demás partes. Que este espectáculo, cuando fuese Dios el que lo hiciera, bastaba para descomponer un hombre muy entero.

           


- 805 -


Califiquemos esta obra en orden a su persona. Digo que pudo nacer de algún principio admirable, como él de su parte ha dado muestras de algún acto de contrición, dolor y desprecio de sí propio, como después acá, que estas obras las va ordenando con más suavidad, da a entender. Pero, calificando lo exterior y en orden a mí, en la ocasión que yo estaba y buscaba un religioso para lo hacer presidente, digo que fue notable ceguera y persuasión del demonio, por haber sido sin licencia, mudado el hábito, hecho otro presidente y otras cosas que a esto se siguieron. El cual pretendió ahogarme a mí en las obras que se iban haciendo, desacreditar la Religión y deshacernos un siervo de Dios. Que, cuando el demonio no puede inquietar con cosas que de suyo claramente son malas, hácelo con las que en duda son buenas, para deslumbrar el autor de ellas y, con algunas sospechas de que es Dios el que en aquello anda, se dé lugar a mayor inquietud y perturbación. Y confieso que, con sola esta sospecha, estuve determinado que este hermano pasase adelante con el tal spíritu, si Dios no me ayudara con el parecer de los médicos y demás hermanos que en la casa estaban.

            De manera que de aquí sacamos que esta obra, en orden al tal religioso, pudo ser admirable en lo interior y tal que, confirmándola con otras buenas en su vida, le pueda servir para gran confirmación de su vida en la muerte. Y, en orden a mí y a la Religión, en aquella ocasión ser destrucción, inquietud y perturbación. Y así, aprovechándome de esta obra ahora, por la parte que con ella el demonio nos pretendió inquietar, podría en otra ocasión aprovecharme [529v] de ella en orden a la virtud y sanctidad del tal religioso, porque espero en Su divina Majestad que, no habiendo hecho culpa en lo interior, se le ha de volver todo en mayor honra y gloria, pues en su imaginación eso debiera él pretender: fuese de Dios en el tal hecho.

            Pues, no contento con esto, este traidor enemigo demonio procuró seguir a los de la dicha fundación. Y, ya que fue Dios servido coger de su parte y de la nuestra al señor obispo u 14, corregidor 15 y ayuntamiento 16, por medio v de unas cartas que el señor duque de Lerma les había escrito, pero hizo y procuró hacer buena gente de su bando para estorbar la tal obra. Y digo buena gente, porque fueron todos los


- 806 -


conventos y religiosos de la ciudad 17, los cuales, variando en la opinión y representándoseles w algunas razones, procuraron hacer (creo) más de su deber, porque, juntándose a contradecir, viendo que con razones no podían, procuraron por fuerza de brazos y de armas defender 18 la dicha fundación, de suerte que, apoderándose de las ermitas que había en la ciudad, no dejaron lugar vacío donde el buen obispo les pudiera dar la posesión, sino que los trujeron algunos días inquietos, perturbados, ultrajados, afrentados y ahogados, por ser solamente tres religiosos mozos y nuevos 19. De suerte que fuera largo scribir todo lo que en esta fundación los pobres han padecido y las afliciones que tuvieron, hasta que en una pobre casa ahumada les dieron la posesión, donde de presente tienen el Sanctíssimo Sacramento 20 y hartos pleitos que les levantan y ponen, de quien los sacará a paz y a salvo el que allí los llevó 21.

            Sólo ahora trato de los enredos de satanás y licencia que Dios le da para que use de sus astucias y se vea que no somos nosotros los que en esto trabajamos, sino la Sanctíssima Trinidad la que lo hace.

            Y, pues he enpezado a tratar de esta materia de inquietud de el demonio, no será fuera de propósito tratar de lo que hizo en el propio Alcalá con otro religioso, cuando x quise enviar a la fundación de Pamplona. Yo tenía tratado y trazado de enviar allá al hermano fray Agustín, por haberle tenido por de buen alma y, buen entendimiento y un angelico; y, aunque mozo, por suficiente [530r] para presidir en aquella casa. Pues, al tiempo del despachar los religiosos, como a todos consta, fue claro y evidente cosa haber sido el demonio el que se apoderó de él, como consta por haberse puesto a lo conjurar los hermanos que por allí pasaron para la dicha fundación. Lo volvió insensible, insensato, loco, perturbado, de suerte que fue un asombro ver un ángel mudado en tan breve rato en un pedazo de leño: que se ensuciaba en la cama, no quería comer ni oír missa, etc. Esto le duró mientras los hermanos pasaron a Pamplona 22. Luego volvió en sí, de suerte que pudo hacer algunas pláticas y sermones.

           


- 807 -


No se contenta este traidor de hacer estos alborotos en las personas de los religiosos. Hoy en día es y en este sancto noviciado anda de noche perturbando, inquietando y asombrando los religiosos, tañendo calderos, tocando cencerros, y otras cosas, como quien es. Esto z le ha pasado al hermano fray Cipriano.

            En diez y ocho de este mes de julio, he enviado a tratar de una fundación a Sevilla 23, con cartas y recados del señor duque de Lerma, que aún ahora no han llegado los religiosos allá. Y el mismo día me envió un religioso a decir de Alcalá que enviase por él, porque convenía al bien de la Religión y a nuestra persona. Traído y hecha información de la verdad de lo que me dijo, es que los frailes de dentro de la Religión, algunos de ellos levantaban de nuevo alboroto: que nuestra elección no había sido buena y que tomaban firmas para irse a Roma para estorbar estas fundaciones. Que, cuando yo veo que el demonio atiza en lo de dentro, me sospecho debe Dios de tener muy bien tomados los puertos en lo de fuera.

            En ninguna cosa así tanto se echó de ver lo que habíe de ser el hijo que nacía de aquella mujer que vido san Juan en el Apocalipsi, cubierta del sol y de parto, sino en ver cuán a punto se halló a sus pies aquel terrible dragón, con furia y rabia, para se lo tragar; y, a no nacerle alas muy con tiempo a la buena madre a, con que voló a lugar seguro, pudiera peligrar 24. De donde echo de ver cuán a punto está este adversario para contradecir, pues anda tan a los alcances que se halla a los pies, y en el lugar y tiempo que se enpieza la buena obra. Y en salir tan con tiempo, tan a punto a inquietarnos [530v] nuestras fundaciones, echo de ver deben de ser de grande consideración ante los ojos de Dios. El cual, como tiene esta obra a su cargo, le da con tiempo alas para que se guarde y libre y vuele en lo exterior a lugar seguro, donde, hallando quien la ampare, no le valgan sus zorrerías. Y, en lo interior b, sabrá Su Majestad acudir con el verdadero desengaño a los que ahora fueren de contrario parecer.

            Ahora, pues, esto presupuesto, habiendo de nuestra parte tanta flaqueza, por ser todos tan niños y nuevos en la Religión, tanta contradición de parte de los hombres que hasta los religiosos, con su buena opinión, se arman contra nosotros, y de parte del demonio tanta inquietud, perturbación, enredos, que cualquiera cosa de éstas era bastante para dar en tierra con un altíssimo edificio, díganme qué fuera si no fuera la Sanctíssima Trinidad la que fabrica. Si es verdad que cualquiera de estas tres cosas, no digo yo ha ahogado a hombres, sino a sanctos los ha consumido y acabado, pues no lo ha hecho con los niños que hay


- 808 -


en la Religión, bien podemos decir en su reforma el blasón que en su principio: Hic est Ordo approbatus, non a sanctis fabricatus, sed a solo summo Deo 25. Pues flaqueza nuestra no cai ni la derriban los hombres, ni la consumen las asechanzas de satanás, no son sanctos los que fabrican, sí sólo Dios, que, por quien su misericordia es, ha gustado de dársenos por padre y señor, haciendo su casa, asiento y morada en esta su Religión, para que no solamente fuese señora y dueña c del título y nombre de la Sanctíssima Trinidad, sino del mismo Dios y de todas tres Personas, que, como fuerte muralla, la defienden y, como valeroso capitán, la amparan y, como padre y señor, la regala. El sea bendito mill veces.

 

 

 




a            sigue com tach.

 



1         Cf. Regla trinitaria, art. 2: «... Et eis necessario famulantium moderata sustentatione».



b            algunas temporadas subr., al marg. ojo de 2m.

 



2         Cf. 1 Tim 6,8; Heb 13,5.



3         Sal 36,25.



c            sigue con tach.



d            sigue y lo tach.



4         Cf. Jos 10,12‑13.



e            ms.Acab



5         Cf. 2 Re 20,9‑11.



f             sigue quien tach.

 



6         Cf. Mt 5,45.



7         Cf. 1 Re 17,1.14; 18,1.45.



g            sigue nos tach.



8         Prov 3,11; Ap 3,19.



9         Cf. Os 11,4.



h            ms. está



i          casa‑seis subr.



j            ms. envía

 



10        5 de julio de 1607.



11        Sobre la recuperación de la casa de Ronda para la reforma, véase el documentado estudio de NICOLÁS DE LA ASUNCIÓN, La segunda visita provincial del beato Padre y el pleito Ronda‑Socuéllamos: ActaOSST V/7‑8‑9 (1956) 299‑309.



k            al marg. ojo de 2m.



l            sigue súbdito tach.



m           ms. inconveniente



12        Se había hecho su elección el 7‑XI‑1605, en el primer capítulo provincial, presidido por el nuncio Juan García Millini.



n            sigue en tach.



o         ms. tabién

 



13        En la segunda quincena de mayo de 1607 despachó, con cartas comendaticias del duque de Lerma (su fecha, 17 de mayo) para el obispo y para el corregidor de la ciudad, a Fr. Antonio del Espíritu Santo, responsable de la misión (Ramillete, 44v) y al hermano lego Fr. Juan de Sta. Catalina. Cf. Carisma y misión, 339‑340; GINARTE GONZÁLEZ, V., El duque de Lerma protector de la Reforma Trinitaria, Madrid 1982, 159‑163.



p            sigue p tach.



q            que yo‑premiaba subr.



r            corr. de enviaba



s            que le quite‑párpagos subr.



t            desnúdase‑cuestas tach.

 



u            sigue y tach.



14        Fr. Diego Mardones, OP, anteriormente confesor de Felipe III, que gobernó la sede cordobesa desde el 7‑II‑1607 hasta su muerte (1624). Contando con la aceptación del ayuntamiento y tras haber examinado los pros y los contras de la fundación, incluido el parecer de las demás comunidades religiosas de la ciudad, concedió su permiso el 7 de junio. La tarde del mismo día, su vicario general, don Francisco de Melgosa, dio a Fr. Antonio del Espíritu Santo posesión de unas casas contiguas a la ermita de N.a S.a de Gracia a la puerta de Placencia (Madrid, Academia de la Historia, ms. 25‑C‑4, 723v, 726r).



15        Diego López de Zúñiga.



16        El 16 de mayo Felipe III había concedido su licencia, supeditándola a la deliberación del consejo municipal (Madrid, Academia de la Historia, ms. 25‑C‑14, 722r‑723v). El día 30 debatió el ayuntamiento la cuestión, tomando en consideración la carta suplicatoria del duque de Lerma. Se dio por unanimidad respuesta favorable. El 27 de julio, leída una misiva de agradecimiento del duque (San Lorenzo el Real, 13 de julio), el cabildo reiteró su decisión de favorecer el convento (Córdoba, Arch. Municipal, Libro capitular año 1607, ff.193, 266r).



v            ms. medios

 



17        Especialmente los agustinos (Ramillete, 45).



w           se sobre lín.



18        En el sentido de vedar, prohibir.



19 A los dos pioneros se había unido el venerable Fr. Tomás de la Virgen (recién profeso en Madrid, 1 de mayo).



20        El obispo se mantuvo en su apoyo inicial y, con fecha del 13‑II‑1608, otorgó en firme a los frailes la mencionada ermita de N.a S.a de Gracia (Madrid, Academia de la Historia, ms. 25‑C‑14, 726r‑727r). Cf. RUIZ RUBIO, A., La ermita de N.ª S.ª de Gracia. Notas sacadas de la parroquia de San Lorenzo de Córdoba: EST, III Epoca n.122 (1956) 138.



21        El convento actual de los trinitarios de Córdoba se alza en el mismo sitio, al nordeste de la ciudad, dentro del antiguo recinto amurallado. Se les conoce como los «padres de Gracia», puesto que la titular de la iglesia sigue siendo N.a S.a de Gracia.



x            sigue lo tach.



y            sigue p tach.

 



22        El 16‑I‑1607 nuestro santo autor, ministro provincial, había dado poder al navarro Fr. José de la Santísima Trinidad, a la sazón ministro de Madrid, para ir a fundar al reino de Navarra. Y éste había salido inmediatamente a ejecutar el mandato, acompañado de cuatro religiosos más. Superadas no pocas dificultades, las licencias para la casa de Pamplona fueron dadas el 27 (ayuntamiento) y 28 (obispo) de febrero de 1608. Véase la documentada historia en ANTONINO DE LA ASUNCIÓN, Datos para la historia de la Provincia de la Inmaculada Concepción, Roma 1916, 1‑84.



z            al marg. ojo de 2m.



23        El 18‑VII‑1607 envió a fundar allí a tres religiosos muy selectos: Gabriel de la Asunción, jefe de la expedición (futuro tercer provincial), Francisco de Santa Ana (futuro segundo provincial) y Marcelino de San Bartolomé (anteriormente maestro de novicios en Valdepeñas). Cf. Ramillete, 46r; Crónica I, 480‑482; Crónica III, 43. Sobre las peripecias de la fundación, puede verse Carisma y misión, 341 (con las fuentes allí referidas).



a  sigue pudien tach.



24        Cf. Ap 12,1‑6.



b            corr. de exterior

 



25        Cf. ANTONIN DE L'ASSOMPTION, Les origines de l'Ordre de la Très Sainte Trinité, Rome 1925, 133‑137.



c            ms. dueño

 






Anterior - Siguiente

Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL